Entrenamiento de Dártirus en solitario

Datos del entrenamiento:

Jutsu a aprender:

La mañana que siguió a la productiva noche del entrenamiento del Inazuma, me desperté en la cama, aún con una ligera corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo y sucio por las explosiones que había recibido durante esa noche. El pelo se había relajado, aunque aún estaba algo elevado debido a mi cambio de look en el entrenamiento. Para colmo, se me había olvidado conectar el ventilador antes de irme a dormir, y aunque estábamos cerca de terminar el verano, el calor era insoportable. Fue el peor despertar que he tenido... Mi cuerpo estaba resentido por el entrenamiento, de tal forma que algunas zonas, como las piernas y la mitad de mi cara, estaban paralizadas. Me sentía sucio y desaliñado por las explosiones que había recibido. Me moría de calor, por lo que la incomodidad era máxima. Y encima, no sabía dónde estaba mi camiseta, que no notaba en mi torso.

Tras suspirar, me levanté de mala gana, con el malestar rondando mi cuerpo... Pero rápidamente lo arreglé: en vez de una ducha rápida, ese día me tomé mi tiempo. Con la alcachofa de la ducha sujeta en la pared, fui moviéndome de tal forma que el agua inundase todo mi cuerpo. El pelo cedió al momento bajo el peso del agua. La circulación de mi sangre, potenciada por el frío, despertó mis músculos. Y poco a poco, mi temperatura fue descendiendo, mientras sentía cómo todo el polvo acumulado se iba por el desagüe que había en el centro de las blancas baldosas que arrastraban el agua sucia hacia el mismo. Con cuidado, abrí los ojos, mirando las gotas caer sobre mi cuerpo a presión, y acaricié con fuerza la superficie de las partes que tenía adormiladas, despertándolas completamente en un lento y fuerte masaje.

Tras esa reconfortante ducha, salí del baño a la hora de comer. Pero no me compliqué mucho. Me hice unos cuantos platos pequeños de varios tipos de entrantes, como croquetas, minipizzas, setas varias y patatas cocidas con salsas varias. Y con esos cuantos platos pequeños, me di por satisfecho. Además no iba a necesitar mucha energía, pues esa tarde la iba a basar en descansar, tras reservar la Sala de Entrenamiento en el edificio de mi Kage para esa noche. Después de comer salí de casa para ello, otra vez con mi famoso traje de astronauta, el "Refrigerator 3000" [*Offrol abajo.] de Taku, un vecino que con el tiempo se había convertido en un gran amigo. Después de hacer la reserva nocturna, regresé a mi casa, y me tomé el día entero de relax, en la cama. Con los ojos cerrados, las ventanas tapadas por las persianas y cortinas, y el ventilador a tope.

A las diez de la noche, abrí de nuevo los ojos. No había dormido nada, pero había entrado en una especie de trance, que me relajó y me ayudó a controlar mi flujo de chakra. Comí un par de piezas de fruta, y salí a la calle. La noche era algo agobiante por el calor, pero no se estaba tan mal como de día. A la luz de las calles, me dirigía hacia el edificio de Jiongu Kenko, el Tsuchikage de la aldea de la Roca. A la luz de los farolillos que había en cada esquina, mi cuerpo se podía reconocer a kilómetros. Medía un metro con setenta y siete. Era ligeramente delgado, pese a tener un cuerpo bien trabajado, y mi tono de piel era levemente pálido. Mi largo cabello liso me llegaba hasta la altura del diafragma. El color de este era absolutamente negro, un negro metalizado, que se confundía con la misma oscuridad de aquella noche. Esta vez, lo llevaba suelto. Mis ojos eran de un color azul verdoso, notablemente oscuros, y las largas pestañas hacían que fueran bastante llamativos. La nariz, fina y recta, y los labios suaves y finos también. Vestía una camiseta negra de manga larga, ceñida y sin adornos. Un pantalón también negro y largo, y las típicas zapatillas ninja, ajustadas. Llevaba mi collar de cuero negro ceñido a la mitad del cuello, y tres pendientes de aro de plata en la oreja izquierda. En la mano derecha tenía un anillo con un tribal, también plateado.

Así pues, llegué al edificio del Kage. Sin hacer ruido, entré en el mismo, saludando al shinobi que había en la recepción. Tras corresponderme al saludo, me dirigí directamente a la Sala de Entrenamiento, y cerrá la puerta tras entrar en ella. Iba a practicar un genjutsu, que crearía una variación del entorno. Dado que allí no había nadie con quien practicar, haría lo mismo que en el entrenamiento del otro genjutsu: realizaría el jutsu en mí mismo. Decidido a mejorar, comencé con mi entrenamiento.

Me coloqué en el centro de la sala, donde días antes había estado el muñeco de Sonzu. la sala estaba perfectamente iluminada con una lámpara de luz blanca, que no dejaba hueco sin luz. Respiré profundamente antes de pensar en lo que debía hacer. Este jutsu era de un rango superior al otro que había entrenado, y debería poner más empeño en aprenderlo. Así, relajé mi cuerpo, y abrí los ojos, mirando al frente. No necesitaba mirar mis manos para saber que, sin problemas, estaba realizando los sellos correspondientes al jutsu. Así, modifiqué el chakra con ellos, y una vez realizados, saqué el chakra de mi cuerpo. Esta vez lo notaba más pesado, posiblemente por la complicación del jutsu, pero podría con él. Me introduje el chakra en mí mismo, y al momento noté cómo la habitación temblaba unos instantes. Pero no pasaba nada más... Simplemente, dejó de temblar, y yo noté un fuerte pinchazo en la cabeza.

Obviamente, no lo iba a conseguir a la primera.

De nuevo, repetí los sellos, y realicé de nuevo el proceso, unas cuantas veces. De momento, lo único que quería era que la sala desapareciera. Que me encontrase en un fondo completamente blanco, el vacío, sin que me doliese la cabeza. Esa era la forma más fácil, pues introducir elementos sería lo complicado. Pasaron unos largos minutos hasta que conseguí la primera meta, y otros dos intentos hasta que no noté dolor alguno en la cabeza al realizarlo. Cansado, me senté un momento, pues notaba que me había mareado con tanto cambio de realidad. Realizar tantos genjutsus sobre uno mismo... No creía que eso pudiera ser sano.

Tras descansar un pequeño rato, me levanté de nuevo, y repetí el jutsu. Ya en el vacío, comencé a utilizar mi imaginación para ir metiendo elementos. Comencé por lo más sencillo y general: el suelo. Imaginé el bosque estrellado de Iwa, y apareció bajo mis pies poco a poco, pero sólo con la tierra. El césped era un elemento diminuto y multiplicado en millones, que luego imaginaría. Después de la tierra, el cielo. Sin nube o sol alguno. Sólo el cielo, azul y claro, de un sólo tono. Poco a poco, hice aparecer los árboles, el sol, las nubes que lo taparían, la sombra de los mismos, un horizonte de montañas, una roca... Finalmente, el césped, al principio de uno en uno, y después en grandes grupos, hasta que conseguí que el resto creciese de una vez. ríos, montañas, edificios, animales congelados en una pose que luego sería capaz de mover... Era increíble. Tanto esfuerzo había merecido la pena. Me encontraba en un espacio en el que yo era Dios. Podía crear mi propio paraíso, mi propio mundo, una vida perfecta, personas con las que hablar, una familia, una aldea, personas que me amarían y yo correspondería con mi amabilidad, un paisaje exclusivamente mío, un-

Me di un puñetazo, en la cara, saliendo del genjutsu. Respiré agitadamente, y aterrado, salí corriendo de la sala. ¿Pero qué mierdas estaba pensando? Debía controlar mis pensamientos. Sumirme en un mundo perfecto de fantasía sólo me volvería loco. Además, lo único que podía cambiar era el paisaje del entorno, no crear mundos nuevos. Entre el dolor de cabeza, y el genjutsu mantenido, se me había ido la cabeza. Comprendí entonces el poder que puede llegar a tener una técnica de ese tipo. Pueden ser aterradoras...

Pero no tardé en recobrar la calma. Respiré profundamente, y volví a entrar allí. A esa sala, completamente vacía. Y esa vez, al realizar el jutsu, lo controlé a la perfección. Realicé los sellos, introduje el chakra en mí, y al momento vi cómo aparecía frente a mí una estatua perfectamente tallada de un lobo ártico, creada por mi imaginación. Sonreí. Repetí el jutsu unas cuantas veces, probando así que había conseguido dominarlo a la perfección tras un momento de debilidad. Después de beber algo de agua en los servicios de la sala, me fui de allí, saludando de nuevo al nocturno recepcionista. Había sido un entrenamiento corto, pero mentalmente intenso y largo. Y al salir del edificio del Tsuchikage, me detuve al momento, tomándome unos segundos para admirar todo lo que había a mi alrededor. Era bello, imperfecto, lleno de fallos y de alegría junto a ellos. Tras sonreír de nuevo, me fui a mi casa, caminando lentamente, y sumiéndome en el mejor genjutsu que había hasta el momento: La Realidad.

[Offrol: * Quien lea mis temas por primera vez y no sepa cuál es el traje, queriendo saberlo, que busque en otros entrenamientos en los que lo he descrito. No voy a hacerlo otra vez, porque ya sería muy falso ocupar así las palabras. Describo siempre mi aspecto para quien lea por primera vez algo mío, pero ya. Y por cierto, gracias por leerme. ^^]

Revisado y anotado ;P.