La Princesa de Hielo vs. Dark Lady

Información de la arena:

Me levanto como cualquier otro día, sabiendo que un entrenamiento agotador me esperará cuando salga de casa. Prim no sale de mi mente, la pequeña de mechones azules quedó en mi mente hace varios años, vigilando que no me ponga triste, animándome cuando las esperanzas se me escapan entre los dedos como si de agua se tratase. Podría extender las manos bajo la lluvia que cada día cubre la villa y sentiría lo mismo que en muchas ocasiones, cuando necesito ver en mi mente el reflejo de la hermana que un día perdí para poder seguir adelante, para luchar por mejorar y ser mejor.

Por la ventana entra la tímida luz que suele mostrar un amanecer, aunque los rayos de sol se quedan tras las nubes, esperando que llegue a otro lugar para poder mostrarse. En un momento recuerdo que tengo un combate en el coliseo, por lo que no puedo retrasarme. La alegría viene a mi alma cuando me lavo la cara, pienso en el saludo que Prim me habría dado si estuviera a mi lado y desayuno. La pequeña siempre entra en mis pensamientos para evitar que me entristezca, y yo se lo agradezco… allá donde esté.

Doy vueltas por la casa buscando mis cosas, descentrada. No dejo de pensar en cómo se me dará el combate de hoy, pues el anterior lo perdí. Al menos llevaba tras mi espalda el orgullo de haber aguantado bastante tiempo ante Wartortle, pero eso no me basta. Quiero salir de ese antro con una victoria apuntada en mi honor, poder decírselo a Taila… pero qué digo, si aún no se siquiera si la volveré a ver.

Salgo de la casa tras cubrirme con mi capa de la villa, que tan bien esquivan últimamente las gotas de lluvia. Sé que cuando llegue al país de la tierra mis ropas estarán mojadas, pero no puedo hacer más que lo que ya intento para evitarlo. La capucha va calada prácticamente tapando mi rostro para evitar así mojarme demasiado, pero aún así puedo ver lo que tengo delante. Avanzo rápido, sabiendo que si no me doy prisa llegaré tarde al combate.

Creo que me toca entrar a mí primero en la arena, pues aún puedo escuchar desde el vestuario al público hablar. Si hablan es que nadie ha entrado aún en el campo de batalla, eso es básico. Me quito la capa y la cuelgo sobre una cuerda que hay a mi lado para que se seque un poco para cuando vuelva… si salgo consciente.

La imagen de Prim de nuevo me devuelve a lo que realmente soy yo y me doy cuenta de que hoy estoy más rara de lo que debería. Yo no soy así, yo siempre soy superior a los demás, aunque por casualidad la suerte les acompañe y consigan ganarme. ¿Cómo iba a ser si no la Princesa de Hielo? ¿Una niña deprimida que se cree inferior y pierde desde un primer ataque? Para nada, pienso salir a la arena y demostrar a mi contrincante el error que comete entrando en el mismo campo de batalla que yo.

Camino por los pasillos y me encuentro con mi puerta ya abierta, por lo que no tengo que parar en la sala de siempre, que por mucho que lo intente no consigue quitarme la calma. Mi contrincante aún no ha llegado, por lo que ideo una estrategia. Cuando miro al tejado, descubro que es medio día, que el sol cae desde arriba frente a nosotros y las sombras en el centro del campo no se ven, aunque sí las de los árboles, que están al lado de cada puerta.

Avanzo hasta el centro de la arena y comienzo a pensar en lo que hacer mientras cada vez falta menos para que llegue mi rival. Sin embargo, en mi mente sólo aparece la frase que me hace cambiar de idea, la que me hace darme cuenta de que realmente yo no necesito ninguna estrategia de un ingrato que no debería atreverse a cruzar esa puerta. Mi poder es superior al de cualquiera de todos los extraños espectadores que me observan con curiosidad, como queriendo saber todo de mí con una simple mirada. Como si pudieran.

Información:

Me despierto de una forma un tanto brusca; me acabo de caer en el río. No sé cómo he llegado aquí, lo único que recuerdo es haber salido al bosque a dormir a pesar del inmenso frío que hay. "A ver si va a resultar que soy sonámbula...", digo en voz baja lamentándome a mí misma. Salgo del agua, que está congelada, y me dirijo a la casa a cambiarme. Me seco lo mínimo, pues tengo un combate en el Coliseo y voy a llegar tarde, algo raro en mí, y me pongo ya las ropas de combate. Llevo una pequeña bolsa en la que llevo un peine y una toalla, y mientras camino me voy secando y arreglando el cabello. Espero no ponerme mala.
Las tripas me rugen, pues se me ha olvidado desayunar, pero veo un árbol con unas apetitosas manzanas y me acerco a coger una. La guardo y no la vuelvo a sacar hasta que ya tengo el pelo seco. Luego me la como lentamente para entretenerme en hacer algo hasta que llegue al Coliseo.
Entre una cosa y otra, resulta ser ya mediodía cuando puedo entrar en la arena. No podré usar algunas técnicas, y eso me preocupa bastante ya que desconozco el clan de mi enemiga, aunque algo puedo intuir por su nombre, como también ella puede intuir por el mío. Igualmente, se revelará pronto, con suerte. Dejo la bolsa con el peine y la toalla en el vestuario y una manzana a medio comer que terminaré cuando acabe con mi contrincante. Reviso que tenga el kunai y me pongo la máscara.
Se levanta la puerta y entro. Me encuentro a la princesa de hielo a 50 metros de mi posición, es decir, en mitad del recinto. Le envío una esfera de rayo para comprobar las habilidades de mi enemiga, además de despistarla.

info:

acciones:

Off:

Cuando mi contrincante entra en la arena, se queda a cincuenta metros de distancia de mí. Me da la sensación de que tiene miedo de mí, de lo que podré hacerla dentro de unos momentos, pero lo que ella sienta no me importa. Bastante sufrí yo como para preocuparme de lo que sufran otros ahora. Avanzo por la arena en su dirección, confiada de mí misma, confiada en que al final del combate la chica estará a mis pies, inconsciente. En un tiempo que me resulta eterno, me coloco a quince metros de mi rival. La decisión se muestra claramente en mi mirada, tras el antifaz con que debo cubrirme obligatoriamente en el coliseo. Ahora mismo me gustaría ser mejor para poder patear a mi enemiga sin esfuerzo, pero no es algo que tenga intención de mostrar. Simplemente me tengo que limitar a mostrarme superior, intimidarla como sea. Nadie descubrirá jamás mis debilidades, lo tengo claro.

Debo mostrarme fuerte, a pesar de ser nueva en el arte de la lucha, jamás vacilar, jamás mostrar alguna de mis debilidades. Sin perder de vista a mi oponente, comienzo a hacer sellos con ambas manos. Al momento, una fuerte onda de viento sale impulsada de mi cuerpo hacia Dark Lady, seguida por el chorro de agua a presión que sale de mi boca. Después de realizar los dos ataques, sigo haciendo sellos con una mano mientras extiendo la otra hacia mi oponente, agitándola. Al momento, una golondrina de hielo sale disparada en su dirección. No le hará mucho daño si le alcanza, pero algo es mejor que nada, la vida me lo enseñó en su momento. Si mi rival se fijara en mi rostro, podría notar una disimulada mueca que hace elevarse a una de las comisuras de mis labios. Podría pensar lo que quisiera sobre el motivo, pero simplemente se basa en el gusto que me provoca atacar a la dama que entró hace rato en la arena, interponiéndose en mi camino hasta lo más alto. Tiene que temerme, si no lo hace ahora, en algún momento lo hará. No cualquiera puede salir intacto de un combate contra la Princesa de Hielo.

En caso de que el primer ataque acierte, Dark Lady saldrá impulsada hacia atrás, chocando su espalda contra la tan cercana puerta. El chorro de agua le empujaría de nuevo si intentara levantarse, aunque hay poco tiempo de diferencia entre un ataque y otro.

Acciones:

Gastos y daños:

Desde mi precioso escondite en uno de los dos frondosos árboles que hay en la arena clásica, puedo observar tranquilamente cómo mi enemiga se acerca perezosamente a mi clon, y cuando está aproximadamente a quince metros de la clon, hace tres jutsus seguidos. Primero hace que una onda de viento vaya hacia mi clon, después un chorro de agua sale por su boca, y finalmente hace una especie de golondrina de hielo. Todo lo hace tan rápido que no se da cuenta de que con su primer ataque mi clon ya desaparece.
Y ahora tranquilamente salto de mi escondite hacia el suelo. En otra ocasión podría usar tranquilamente mi famosa sombra y hacer que la princesa de hielo perdiese en segundos, pero la posición del sol me impide realizar cualquier jutsu de mi clan. Por lo tanto, no puedo hacer otra cosa que enviarle una bola de electricidad a mi enemiga por detrás después de hacer un sello con las manos, además de lanzarle acto seguido un kunai directo a la cabeza. Que esquive esto es difícil pues estoy detrás suyo, pero en caso de que le de, la victoria será mía.

acciones:

jutsu:

gastos y daños:

Como había calculado, los dos ataques le dan de lleno a la princesa de hielo. Disfruto el instante en el que el kunai se le clava en la cabeza dejándola inconsciente y otorgándome por fin la victoria. Hace tiempo que no gano un combate, y no puedo sino saborear el momento. Además, es una victoria más grande debido a que me he visto impedida por los jutsus de mi clan, no los he podido usar.
Le retiro todo lo limpiamente que puedo el arma de su cráneo y le quito la sangre pasándolo por las ropas de mi enemiga. Sus bonitos y largos cabellos azules quedan manchados por el líquido rojo en la zona de la herida.
No tardan en parecer unos médicos, que se la llevan en una camilla para curarla. Espero que lo hagan bien.
Me dirijo rápidamente a la puerta por la que antes entré, y cuando ésta se abre, salgo escopetada de la arena, con ganas de llegar a mi hogar y descansar. La sensación de frío que antes tenía ya no está, pues he hecho bastante ejercicio hoy. Me quito la máscara y dejo que el helado viento azote mi cara.

Revisado.
Kori: + 300 Ryos. + 35 Exp. + 4 Pr.
Reika: + 45 Exp. + 2 Pr.