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Bijuuuuuu. 2ª y 3ª y completa.
Naruto Mundo :: :: Templo del Bijuu
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Bijuuuuuu. 2ª y 3ª y completa.
¿Pero qué cojones ha sido eso? Pensaba mientras mis perezosos ojos amanecían. Me encontraba en casa, desparramado en el sofá. Había permanecido en una extraña a la par que cómoda postura hasta que cierto ruido me había despertado. Tenía el cuello dejado caer sobre mi hombro derecho, mientras que mi pierna y mi brazo izquierdo descansaban plácidamente suspendidos en el aire sobresaliendo fuera del sofá. Tan solo había entreabierto los ojos, y al no advertir que el sonido se volvía a repetir volví a cerrar los ojos, dispuesto a recuperar la posición que tanto tiempo me había costado encontrar. De nuevo, el mismo ruido, casi no había cerrado los ojos de nuevo cuando se repitió. Esta vez pude darme cuenta de dónde provenían semejantes golpes. Era alguien llamando desesperadamente a mi puerta. Su voz.Era ella, esa voz era inconfundible, desgraciadamente mi subconsciente me había fallado, había contestado "quien". Era irremediable, ya sabía que me encontraba dentro. Así que me tocaba afrontar el momento.
-¡AKIYOSHI! Abre la puerta. Sé que estás ahí.
Me acerqué hacía la puerta de manera muy silenciosa. Y apoye mi espalda contra esta.
-¡Te acabo de escuchar! Sé que estas a la otra parte de la puerta.
-Joder, como había conseguido oírme, esta vieja había adquirido un oído superdesarrollado. Seguramente este y otros más los habría conseguido a la vez que perseguía a morosos - Pensé.
Pero ahora era yo uno de los morosos y no me convenía nada que lo tuviera. Comencé a abrir la puerta lentamente, cuando hube abierto la puerta tan solo un par de milímetros, la casera arremetió contra la puerta empujando esta de tal forma que caí al suelo. Quizás también tuvo que tener su peso el que estuviera todavía medio dormido a la hora de que me cayera. Y ahí estaba ella, plantada junto a la puerta, gritando cosas de forma incomprensible. Junto a ella, un metro por detrás de esta se hallaban dos individuos. Ella vestía un kimono de seda de alta calidad, lo cual no me extrañaba, ya que esta mujer era una explotadora. Cobraba alquileres desorbitados para la calidad de los pisos que alquilaba. Los hombres que se encontraban detrás de ella iban vestidos con una hakama y unas getas. Ambos tenían un rostro con gesto de enfado. Llevaban también lo que parecía ser una katana de entrenamiento, ya que esta era de madera. Parecía que iba a tener que pagar o irme de la casa. Por las buenas o por las malas. Me levante del suelo de forma rápida. Por un momento el sueño y el cansancio se habían desvanecido por completo. Rápidamente me incline ante la casera a modo de reverencia.
- Ohayo gozaimasu, hajimemashite. -Dije sin cambiar la postura de reverencia.
- Déjate de tonterías, ya sabes a que vengo. Llevas tres meses sin pagarme el alquiler. ¿Dónde está mi alquiler?
Me había equivocado, venia más enfadada de lo que jamás me podría imaginar. Todo paso demasiado deprisa. Ella quería su dinero, yo no disponía de tal, y en poco tiempo me vi envuelto en una pelea con esos dos secuaces que llevaba consigo. Aun habiendo estado tanto tiempo separado de las artes ninjas, esos dos no fueron rivales para mí. La cosa fue rápida, pero no lo suficiente para que no me quedara constancia de lo que había pasado. Recuerdo, que después de haberle pedido disculpas más de las que quizás debiera pedir, y de explicarle repetidas veces que no poseía del dinero que me estaba pidiendo, los dos samuráis de pacotilla intentaron embestirme. Velozmente, con una palmada en el esternón derribe al primero, haciendo que este cayera sobre la tarima. El otro, se acercaba por mi izquierda, así que, con mi pierna izquierda le golpee a la altura de la garganta, dejándole sin respiración durante quizás un segundo y haciendo que cayera al suelo. Al caer, asustado fue gateando hasta a ponerse a salvo con la espalda apoyada en la pared. Parecía ser que se habían dado cuenta que con violencia no conseguirían arreglar las cosas. Les había costado un susto, pero habían aprendido la lección. Allí se encontraba delante de mí sin ningún miedo, esperando que de algún modo le diera el dinero que le debía la casera. Ella seguía voceando y confiada en que le devolvería el alquiler de los meses que me había retrasado, así que lo mejor que podía hacer ahora mismo era ignorarla y buscar una salida ante este embrollo.
La cosa no había ido demasiado bien, así que como era de esperar desde hacía unos meses, debería de marchar de mi casa. La discusión con mi casera había sido realmente agotadora. Me encontraba fatigado, extenuado, tanto a nivel físico como psíquico. Acababa de descubrir que no me sentaba nada bien tener que pedir tantas veces y tan repetidamente disculpas. Cogí una manta y la prepare a modo de bolsa, ahí sería donde guardaría todas mis cosas. Poco más de un par de kunais, y la poca comida que podía tener en casa. Teniéndolo ya todo preparado, de forma vaga y cabizbajo salí de casa. No tenía donde ir y peor aún, no tenía nada que hacer. Hacía tiempo que el Raikage se había ausentado, nadie sabía nada de él. En Kumogakure ya no había trabajo para un ninja. Ya no me quedaba nada que me atara a esta villa. ¿Pero qué hacer ahora? La respuesta vino junto con una ráfaga de aire, la cual hizo que con un gesto cansado me tirara al suelo a descansar, al fin y al cabo me habían interrumpido la siesta. En ese momento supe que hacer. Descanse un poco y luego me puse rumbo a Sunagakure. La aldea donde me formé como ninja. Quizás nunca debería de haberme marchado de allí, al fin y al cabo, un día, hace ya tiempo de eso, esa villa era mi vida. Allí había pasado toda mi infancia y aun había lazos que me unían a ella.
Juraría que habían pasado ya más de cinco días. Cinco días subsistiendo con lo básico, que además había ido recolectando a medida que avanzaba hacia mi destino. Ansia, afán, anhelo. Sentía mucha nostalgia hacia Sunagakure. Preocupación y angustia sentía al pensar en cómo sería recibido en la villa donde me había criado, y que por desgracia había tenido que abandonar por la guerra que se nos hubo presentado para la conquista de Kumogakure.
Ya no me quedaba mucho de viaje. Me encontraba en el desierto del país de la arena. Y aunque me encontraba cerca de mi destino este punto del camino, sin lugar a dudas, era el más duro. Ya no recordaba el clima de aquí. En pleno desierto no había pequeña sombra para un pobre hombre. No había agua para un ninja sediento. No me faltaba mucho para llegar a las puertas de Sunagakure, las cuales todavía recordaba donde se encontraban exactamente. A falta de cien o quizás dos cientos metros de las puertas, decidí sacar el ultimo cigarrillo que me quedaba. Lo primero que haría al llegar a la villa seria comprarme una cajetilla nueva. Iba dándole caladas a medida que avanzaba. Todavía me quedaba cigarro cuando ya me había plantado enfrente de las imponentes puertas de la villa. Me dispuse a entrar, cuando me pararon dos anbus. No sé si la villa habrá cambiado mucho, pero desde luego que estos anbus antes de mi ida de la villa no estaban. Después de un par de preguntas por su parte y de haberles dicho mi nombre uno de ellos se marchó, el otro se quedó junto a mi hasta que el otro volvió. Al llegar el anbu que se había marchado me permitieron el paso a la villa. Quizás miraran un registro o habían contactado con el Kazekage, que si mis informadores no me habían mentido ya no era Asuke, si no otro ninja el cual empezó en la academia casi junto a mí. Blank Tsukidomo. Recuerdo hasta haber entrenado con él en alguna ocasión. Pase dentro de la villa. Por dentro se mantenía más o menos como la recordaba. Quizás había algún puesto que había cambiado de lugar, pero poco más, escasos cambios en apariencia. Si no recuerdo mal en el restaurante de Kaito vendían tabaco. Lo recordaba vagamente, ya que la última vez que fui a aquel restaurante, mi restaurante favorito hasta la fecha, me había fijado en que vendían, aunque por aquellos días yo todavía no fumaba. Así que como había pensado antes de llegar a la villa allí fui, al restaurante de Kaito, y ya que estaba allí no iba a quedarme solo en comprar tabaco, también consumiría unos deliciosos de aquellos rammens que tomaba habitualmente. Después de haber comido, salí y me encendí otro cigarrillo. Entre cada calada que entraba por mi boca y pasaba por mi garganta hasta mi pulmón, deteriorándolos quizás de esta manera a un ritmo más asiduo, mis pies avanzaban hacia un lugar que mi cabeza desconocía, era un movimiento casi involuntario. Al final se pararon, y mi sorpresa llego al levantar la cabeza y darme cuenta de que me habían llevado hasta el despacho del Kazekage. Solo podía haber dos razones por las que podía estar ahí en este preciso instante. La primera seria para visitar al Kazekage y hablar con el sobre mi regreso, la segunda solo la podía conocer yo y quizás algo dentro de mí. Esperaba que fuera la primera opción, ya que si era la segunda eso solo podía significar una cosa, se había hecho de nuevo con el control momentáneo de mi cuerpo. Para asegurarme de que no había sido eso confié en el destino. Entre dentro, y pregunte a la secretaria si el Kazekage estaba en su despacho y podía hablar con él, a lo que ella me respondió muy amablemente que ahora el Kazekage no se encontraba disponible. Seguramente tendría cosas que hacer. Últimamente llegaban rumores sobre Kirigakure, decían que estaba en una situación un tanto complicada. En Kumogakure también se respiraba un aire de inquietud entre sus habitantes, al igual que en Sunagakure. ¿Sería esto algo a nivel mundial, o tan solo pasaba en el Imperio del Viento? Entre tanta pregunta mi cabeza se había vuelto a marchar del tema que ahora mismo me preocupaba realmente. Seguramente se había hecho de nuevo conmigo. Había tomado otra vez el control de mis acciones. Esto no podía seguir así, si no, quizás en algún momento podría llegar a lamentarlo de forma desmesurada. Siendo de esta manera, no me quedaba otra solución. Debería de ir ahora mismo al templo del Bijuu y aclarar un par de asuntos con alguien o algo que llevaba a mis espaldas. Me puse rumbo al templo del Bijuu, a penas tarde unos minutos, para ser exactos el tiempo que tarde en fumarme otro cigarrillo.
-Maldita sea, tengo que dejar de fumar sea como sea. Ese será mi siguiente objetivo. – Pensé
Al llegar al templo del Bijuu, abrí las puertas y entre. No había estado nunca, pero tampoco era muy diferente al que teníamos en Kumogakure. Cambiaban un poco las estatuas y esculturas, ya que eran tributos a diferentes bijuus. Por dentro se podía respirar tranquilidad, aunque me encontraba hecho un manojo de nervios. Si no me salía bien el entrenamiento, y por lo tanto el demonio consiguiera apoderarse de mí, no solo yo moriría, sino también muchísimas personas y ninjas de la aldea y alrededores. Habría innumerables bajas en combate. Era hora de ponerse manos a la obra, y si no estaba equivocado lo primero que debería de hacer era meditar. Tendría que introducirme en mi inconsciente, adonde allí se encontraba hospedado aquel demonio, un demonio con nombre. Kurama. Me senté encima de un altar, un altar muy parecido al que también se encontraba en Kumogakure. Respiraba paz y tranquilidad. Por un momento había conseguido olvidarme de la ansiedad que me daba el tabaco. De repente, algo raro paso, me traslade a otro lugar. Este lugar era un lugar oscuro, del suelo emergía bocanadas de humo. A mi alrededor lo único que podía ver era la nada, no había nada en aquel lugar. Tan solo estaba yo.
-Espera Aki, piensa ¿Dónde estás? –Dije en voz baja.
De repente, pude comenzar a ver algo conforme iba avanzando con pasos seguros. Era una especie de jaula, una jaula gigante donde solo se podía ver que habían encerrados dos puntos de color rojo. Con cada paso que daba podía ver que no se trataban de unos puntos o unas luces rojas, si no de unos ojos, y por el tamaño de los ojos no me gustaría saber cómo era el cuerpo que poseía tales. Pero lo iba a descubrir, no me quedaba otra. Al avanzar un poco más se podía distinguir lo que parecía el hocico de un zorro, un zorro de dimensiones desproporcionadas. Era él, no me había equivocado, el kyubi, el zorro de nueve colas. Durante todo este tiempo había llevado dentro al más poderoso de todos los bijuus. Me había ayudado dándome chakra cuando lo había necesitado, si, sabía que era por pura conveniencia, ya que si yo moría el desaparecería junto conmigo. Era en apariencia un zorro demoniaco, pero tenía pulgares en sus garras. Tenía un pelaje de color naranja rojizo y unos ojos rasgados teñidos de un color rojo sangre, sangre de todas las victimas que cayeron en sus antiguas matanzas. Tenía una línea negra en sus labios y otra que rodeaba los ojos hasta llegar a sus orejas puntiagudas. Y por detrás de este se veían las nueve gigantescas colas. Tenía pinta de ser arrogante y soberbio, pero eso aún no lo sabía, aunque estaba muy cerca de descubrirlo. La única forma que yo conocía para controlar al kyuubi, era liberarlo de donde estaba encerrado y enfrentarme a él, en caso de que yo perdiera y el ganara quedaría libre, pero por lo contrario, si conseguida derrotarle, me haría con el dominio absoluto sobre él. Así que tenía que hacerlo. Me acerque a la jaula donde él se hallaba. Ahora mismo, aun con los ojos abiertos, parecía que se encontraba dormido o adormecido. Al acercarme, pude ver que en la enorme puerta de la jaula había una diminuta cerradura. Acto reflejo me eche mano al bolsillo.
- ¿Pero qué estás haciendo estúpido? – Pensé con la mano ya metida en el bolsillo.
Había sido un acto reflejo, ya que sabía que yo dentro no llevaba ninguna llave. Pero estaba en mi inconsciente, aquí podía pasar cualquier cosa que imaginara, así que no me sorprendí mucho al darme cuenta de que ahí se encontraba la llave, justo al fondo de mi bolsillo. Era hora de hacerlo, saqué la llave de mi bolsillo y la introduje en la cerradura, el kyuubi parecía que se encontraba en el mismo estado anterior. La sorpresa fue al girar la llave en dirección izquierda y abrir la cerradura.
-Nunca debiste hacer eso insensato, aunque gracias. – Dijo el kyuubi mientras esbozaba una sonrisa.
Dicho esto no tardo ni una milésima de tiempo en ponerse en posición de ataque, y arremeter contra la puerta de la jaula en la que ya llevaba tiempo encerrado. Tuve el tiempo justo para apartarme antes de que me arroyara junto con la puerta, aunque no fue suficiente, por lo que caí al suelo sin apartar la mirada de sus ojos.
-Parece que tenemos unos ojos parecidos, Uchiha. Que ganas de estirar las piernas tenia. – Dijo el kyuubi.
Quizás la cosa no iba a estar tan fácil como yo creía en un principio. Tenía más fuerza y más rapidez de la que me podía esperar. Pero ya lo había hecho, había abierto su jaula y si no quería que quedara libre, por mi bien y por el de la aldea, tendría que derrotarle para aprender a controlarlo. Poco tardo en volver a arremeter, pero esta vez no a la puerta sino a mí. La primera vez conseguí esquivarle, pero no tuve la misma suerte en la siguiente embestida. La tercera que había hecho y ya había conseguido darme. Me dio con tanta fuerza que consiguió empotrarme contra los barrotes de la celda en la que anteriormente él se encontraba encerrado. Quizás había sido una mala idea sacarle de ahí, quizás no estaba aún lo suficientemente preparado, quizás no conseguida derrotarle y había sido el error más grande que podía haber cometido. Pero no era hora para los quizás. Era hora de actuar y de ponerle de rodillas ante mí. La siguiente vez que vino corriendo hacia mí, conseguí meterme entre sus piernas y hacerle lo que quizás para él tan solo era un pequeño rasguño con mi kunai.
-¿Eso es todo lo que puedes hacer? Me esperaba más de mi Jinchuriki. Eres demasiado lento y demasiado débil para enfrentarte a mí, Uchiha.
Quizás fuera demasiado lento y demasiado débil para enfrentarme a él, pero él no contaba con el factor de que estaba dispuesto a conseguirlo, fuera como fuese, sin importar como. No me iba a rendir.
El bijuu comenzó a lanzar una serie de ataques, una serie de ataques que seguramente pude esquivar con ayuda de la diosa fortuna. Tenía que empezar una ofensiva, y rápido. No podía mantenerme esquivando sus ataques de por vida, seguramente si seguíamos así no tardaría en asestarme con uno. Era hora de iniciar la ofensiva. Y lo mejor que podía hacer era intentar asestarle un golpe que le dejara fuera de combate, no podía ir debilitándole poco a poco, o lo hacia rápido o probablemente no sobreviviría para contar mi historia. Esta vez no fue él si no yo el que decidí llevar la iniciativa. Fui corriendo hacia él, kunai en mano. Después de que yo iniciara a correr, fue inmediatamente él. Íbamos acercándonos rápidamente, no tardamos ni dos segundos en impactar el uno contra el otro. Para cuando se quiso dar cuenta de que lo que corría hacia el no yo, sino un clon hecho por mí era demasiado tarde, le había cogido por la espalda, desprevenido. Me habría gustado ver su mirada al darse cuenta que no era yo, pero desafortunadamente yo me encontraba por su espalda, corriendo hacia su cabeza, para al llegar a esta clavarle el kunai y dejarle fuera de combate. Cuando llegue a estar situado a la altura de la cabeza, el kyuubi, movió bruscamente el cuello de tal forma que me caí de encima de él, no sin antes alargar mi brazo, en el cual tenía agarrado el kunai, lo suficiente como para clavarle el kunai en el cuello, y por lo tanto a medida que iba cayendo hacia el suelo iba desgarrándole parte de la piel de su cuello. Salió del Kyuubi un grito de dolor, a la vez que yo sonreía, las tornas habían cambiado por un momento. Ya no éramos cazador y presa, sino que ahora, los dos éramos cazadores y estábamos dispuestos a convertir al otro en presa. Ahora iba a estar un poco más complicado, ya que había conseguido hacerle daño, por lo que suponía que no iba a estar muy contento.
- Te arrepentirás de esto. – Dijo de una forma más furiosa de lo que había estado anteriormente.
Sin apartarme y demostrándole que ahora era yo el que estaba tranquilo, le dije sonriendo.
- No lo creo.
La batalla iba a ponerse de nuevo en acción, no tardaría mucho en volver a atacarme y yo esta vez tenía que buscar una táctica un poco más elaborada para acertarle de nuevo. El tardo menos que yo en pensar un ataque, se encontraba delante de mí preparando la Bijūdama. Si no actuaba rápido de esta no me iba a librar tan fácilmente. Se encontraba parado, así que no me quedaba otra, me quede con su posición exacta e hice una cortina de humo, poco tardo en disolverse y cuando se disolvió para sus ojos yo seguía en el mismo lugar, pero no era así. Lo que estaba viendo era de nuevo un clon. Yo me había sumergido un metro bajo tierra, y sabiendo donde se encontraba el exactamente podría aparecer por sorpresa desde abajo y volver a clavarle el kunai. Iba a salir bien. Salí de debajo de la tierra y él se encontraba en el mismo lugar, a punto de soltar la Bijūdama. Al salir, basto con un salto para acertarle de nuevo de nuevo con el kunai en la parte inferior de la boca del bijuu. Así frené el ataque y de nuevo le aseste un golpe. El bijuu se iba debilitando poco a poco, lo podía notar. Iba consiguiendo el control de la situación por momentos, y no solo me hacía con el control de la situación, iba notando como a poco iba dominando al bijuu. Se hallaba exhausto e iba perdiendo sangre a medida que pasaban los segundos. Le había conseguido dejar malherido. Ahora el tiempo corría en su contra, si pasaba el tiempo cada vez iba a estar peor, por lo que era él, el que ahora tenía que darse prisa en derrotarme. Iba a conseguirlo. Iba a conseguir dominar al bijuu que se encontraba dentro de mí. De nuevo el bijuu vino corriendo levantando una de sus zarpas, al levantar pude ver un gesto de dolor en sus rasgados ojos. Era más lento que hacia un momento, eso me facilito mucho la manera de esquivarle. Rodando por debajo de él lancé un kunai a su estómago y salí rápidamente de debajo de él. Acto seguido el kyuubi se desplomo. Al parecer, las heridas habían sido más graves de lo que parecían a simple vista. Una vez desplomado en el suelo el bijuu soltó unas palabras antes de que le asestara mi gokakyu a pocos metros de distancia.
-¿Crees que esto es todo? ¿Crees que por haberme derrotado vas a conseguir dominarme? Puede que hayas conseguido dominarme de forma física, pero con eso no te será sufici…
No acabo la frase cuando hice una serie de sellos, seguido de esto puse mi mano a un par de centímetros de mi boca haciendo un circulo con los dedos pulgar e índice y de entre ellos salió una bocanada de fuego que seguramente le dejaría por completo fuera de combate. Lo había conseguido, había sido una tarea dura, pero había derrotado al kyuubi que se escondía dentro de mí. ¿Pero a que se refería con su última frase? ¿Que había querido decir con eso? No lo entendía. ¿Sería cierto que no valía solo con derrotarle en mi inconsciente? Bueno, no creo que importara, tan solo sería una de sus artimañas para intentar hacerse con el control de mi cuerpo. Pero eso ya no pasaría, no sería posible lo había logrado y nadie había salido herido, tan solo él. Era hora de marcharse del templo del bijuu, ya no hacía nada aquí. Una vez volví desde el interior de mi mente a estar encima del altar del templo del bijuu me encendí un cigarro. Necesitaba un cigarro, demasiadas emociones por hoy. Me encendí el cigarro y ahí me quede unos minutos más, hasta que me lo hube terminado. Una vez acabe de fumar me levante y me dispuse para irme. Podría ir darme una vuelta por la villa. Seguro que había gente nueva muy interesante por la villa, o gente lo suficientemente fuerte como para poder entrenar conmigo ahora que había adquirido semejante poder. Quería hablar con él nuevo Kazekage, Blank tsukidomo, seguramente se acordara de mí y podría explicarme que fue de Asuke. Estaba muy desinformado acerca de esta aldea y necesitaba ponerme al día de muchas cosas. Avance hacia la puerta del templo del bijuu, lentamente, al fin y al cabo ya no tenía prisa, todo lo importante que tenía que hacer, lo había hecho ya. Una vez hube salido, de nuevo me puse a castigar los pulmones, encendiéndome otro cigarrillo, respirando el humo, disfrutando cada calada que recorría desde mi boca, pasando por mi tráquea hasta llegar a mis pulmones, sabía que algún día el tabaco me mataría, pero de algo había que morir, y yo prefería decidir cómo.
-¡AKIYOSHI! Abre la puerta. Sé que estás ahí.
Me acerqué hacía la puerta de manera muy silenciosa. Y apoye mi espalda contra esta.
-¡Te acabo de escuchar! Sé que estas a la otra parte de la puerta.
-Joder, como había conseguido oírme, esta vieja había adquirido un oído superdesarrollado. Seguramente este y otros más los habría conseguido a la vez que perseguía a morosos - Pensé.
Pero ahora era yo uno de los morosos y no me convenía nada que lo tuviera. Comencé a abrir la puerta lentamente, cuando hube abierto la puerta tan solo un par de milímetros, la casera arremetió contra la puerta empujando esta de tal forma que caí al suelo. Quizás también tuvo que tener su peso el que estuviera todavía medio dormido a la hora de que me cayera. Y ahí estaba ella, plantada junto a la puerta, gritando cosas de forma incomprensible. Junto a ella, un metro por detrás de esta se hallaban dos individuos. Ella vestía un kimono de seda de alta calidad, lo cual no me extrañaba, ya que esta mujer era una explotadora. Cobraba alquileres desorbitados para la calidad de los pisos que alquilaba. Los hombres que se encontraban detrás de ella iban vestidos con una hakama y unas getas. Ambos tenían un rostro con gesto de enfado. Llevaban también lo que parecía ser una katana de entrenamiento, ya que esta era de madera. Parecía que iba a tener que pagar o irme de la casa. Por las buenas o por las malas. Me levante del suelo de forma rápida. Por un momento el sueño y el cansancio se habían desvanecido por completo. Rápidamente me incline ante la casera a modo de reverencia.
- Ohayo gozaimasu, hajimemashite. -Dije sin cambiar la postura de reverencia.
- Déjate de tonterías, ya sabes a que vengo. Llevas tres meses sin pagarme el alquiler. ¿Dónde está mi alquiler?
Me había equivocado, venia más enfadada de lo que jamás me podría imaginar. Todo paso demasiado deprisa. Ella quería su dinero, yo no disponía de tal, y en poco tiempo me vi envuelto en una pelea con esos dos secuaces que llevaba consigo. Aun habiendo estado tanto tiempo separado de las artes ninjas, esos dos no fueron rivales para mí. La cosa fue rápida, pero no lo suficiente para que no me quedara constancia de lo que había pasado. Recuerdo, que después de haberle pedido disculpas más de las que quizás debiera pedir, y de explicarle repetidas veces que no poseía del dinero que me estaba pidiendo, los dos samuráis de pacotilla intentaron embestirme. Velozmente, con una palmada en el esternón derribe al primero, haciendo que este cayera sobre la tarima. El otro, se acercaba por mi izquierda, así que, con mi pierna izquierda le golpee a la altura de la garganta, dejándole sin respiración durante quizás un segundo y haciendo que cayera al suelo. Al caer, asustado fue gateando hasta a ponerse a salvo con la espalda apoyada en la pared. Parecía ser que se habían dado cuenta que con violencia no conseguirían arreglar las cosas. Les había costado un susto, pero habían aprendido la lección. Allí se encontraba delante de mí sin ningún miedo, esperando que de algún modo le diera el dinero que le debía la casera. Ella seguía voceando y confiada en que le devolvería el alquiler de los meses que me había retrasado, así que lo mejor que podía hacer ahora mismo era ignorarla y buscar una salida ante este embrollo.
La cosa no había ido demasiado bien, así que como era de esperar desde hacía unos meses, debería de marchar de mi casa. La discusión con mi casera había sido realmente agotadora. Me encontraba fatigado, extenuado, tanto a nivel físico como psíquico. Acababa de descubrir que no me sentaba nada bien tener que pedir tantas veces y tan repetidamente disculpas. Cogí una manta y la prepare a modo de bolsa, ahí sería donde guardaría todas mis cosas. Poco más de un par de kunais, y la poca comida que podía tener en casa. Teniéndolo ya todo preparado, de forma vaga y cabizbajo salí de casa. No tenía donde ir y peor aún, no tenía nada que hacer. Hacía tiempo que el Raikage se había ausentado, nadie sabía nada de él. En Kumogakure ya no había trabajo para un ninja. Ya no me quedaba nada que me atara a esta villa. ¿Pero qué hacer ahora? La respuesta vino junto con una ráfaga de aire, la cual hizo que con un gesto cansado me tirara al suelo a descansar, al fin y al cabo me habían interrumpido la siesta. En ese momento supe que hacer. Descanse un poco y luego me puse rumbo a Sunagakure. La aldea donde me formé como ninja. Quizás nunca debería de haberme marchado de allí, al fin y al cabo, un día, hace ya tiempo de eso, esa villa era mi vida. Allí había pasado toda mi infancia y aun había lazos que me unían a ella.
Juraría que habían pasado ya más de cinco días. Cinco días subsistiendo con lo básico, que además había ido recolectando a medida que avanzaba hacia mi destino. Ansia, afán, anhelo. Sentía mucha nostalgia hacia Sunagakure. Preocupación y angustia sentía al pensar en cómo sería recibido en la villa donde me había criado, y que por desgracia había tenido que abandonar por la guerra que se nos hubo presentado para la conquista de Kumogakure.
Ya no me quedaba mucho de viaje. Me encontraba en el desierto del país de la arena. Y aunque me encontraba cerca de mi destino este punto del camino, sin lugar a dudas, era el más duro. Ya no recordaba el clima de aquí. En pleno desierto no había pequeña sombra para un pobre hombre. No había agua para un ninja sediento. No me faltaba mucho para llegar a las puertas de Sunagakure, las cuales todavía recordaba donde se encontraban exactamente. A falta de cien o quizás dos cientos metros de las puertas, decidí sacar el ultimo cigarrillo que me quedaba. Lo primero que haría al llegar a la villa seria comprarme una cajetilla nueva. Iba dándole caladas a medida que avanzaba. Todavía me quedaba cigarro cuando ya me había plantado enfrente de las imponentes puertas de la villa. Me dispuse a entrar, cuando me pararon dos anbus. No sé si la villa habrá cambiado mucho, pero desde luego que estos anbus antes de mi ida de la villa no estaban. Después de un par de preguntas por su parte y de haberles dicho mi nombre uno de ellos se marchó, el otro se quedó junto a mi hasta que el otro volvió. Al llegar el anbu que se había marchado me permitieron el paso a la villa. Quizás miraran un registro o habían contactado con el Kazekage, que si mis informadores no me habían mentido ya no era Asuke, si no otro ninja el cual empezó en la academia casi junto a mí. Blank Tsukidomo. Recuerdo hasta haber entrenado con él en alguna ocasión. Pase dentro de la villa. Por dentro se mantenía más o menos como la recordaba. Quizás había algún puesto que había cambiado de lugar, pero poco más, escasos cambios en apariencia. Si no recuerdo mal en el restaurante de Kaito vendían tabaco. Lo recordaba vagamente, ya que la última vez que fui a aquel restaurante, mi restaurante favorito hasta la fecha, me había fijado en que vendían, aunque por aquellos días yo todavía no fumaba. Así que como había pensado antes de llegar a la villa allí fui, al restaurante de Kaito, y ya que estaba allí no iba a quedarme solo en comprar tabaco, también consumiría unos deliciosos de aquellos rammens que tomaba habitualmente. Después de haber comido, salí y me encendí otro cigarrillo. Entre cada calada que entraba por mi boca y pasaba por mi garganta hasta mi pulmón, deteriorándolos quizás de esta manera a un ritmo más asiduo, mis pies avanzaban hacia un lugar que mi cabeza desconocía, era un movimiento casi involuntario. Al final se pararon, y mi sorpresa llego al levantar la cabeza y darme cuenta de que me habían llevado hasta el despacho del Kazekage. Solo podía haber dos razones por las que podía estar ahí en este preciso instante. La primera seria para visitar al Kazekage y hablar con el sobre mi regreso, la segunda solo la podía conocer yo y quizás algo dentro de mí. Esperaba que fuera la primera opción, ya que si era la segunda eso solo podía significar una cosa, se había hecho de nuevo con el control momentáneo de mi cuerpo. Para asegurarme de que no había sido eso confié en el destino. Entre dentro, y pregunte a la secretaria si el Kazekage estaba en su despacho y podía hablar con él, a lo que ella me respondió muy amablemente que ahora el Kazekage no se encontraba disponible. Seguramente tendría cosas que hacer. Últimamente llegaban rumores sobre Kirigakure, decían que estaba en una situación un tanto complicada. En Kumogakure también se respiraba un aire de inquietud entre sus habitantes, al igual que en Sunagakure. ¿Sería esto algo a nivel mundial, o tan solo pasaba en el Imperio del Viento? Entre tanta pregunta mi cabeza se había vuelto a marchar del tema que ahora mismo me preocupaba realmente. Seguramente se había hecho de nuevo conmigo. Había tomado otra vez el control de mis acciones. Esto no podía seguir así, si no, quizás en algún momento podría llegar a lamentarlo de forma desmesurada. Siendo de esta manera, no me quedaba otra solución. Debería de ir ahora mismo al templo del Bijuu y aclarar un par de asuntos con alguien o algo que llevaba a mis espaldas. Me puse rumbo al templo del Bijuu, a penas tarde unos minutos, para ser exactos el tiempo que tarde en fumarme otro cigarrillo.
-Maldita sea, tengo que dejar de fumar sea como sea. Ese será mi siguiente objetivo. – Pensé
Al llegar al templo del Bijuu, abrí las puertas y entre. No había estado nunca, pero tampoco era muy diferente al que teníamos en Kumogakure. Cambiaban un poco las estatuas y esculturas, ya que eran tributos a diferentes bijuus. Por dentro se podía respirar tranquilidad, aunque me encontraba hecho un manojo de nervios. Si no me salía bien el entrenamiento, y por lo tanto el demonio consiguiera apoderarse de mí, no solo yo moriría, sino también muchísimas personas y ninjas de la aldea y alrededores. Habría innumerables bajas en combate. Era hora de ponerse manos a la obra, y si no estaba equivocado lo primero que debería de hacer era meditar. Tendría que introducirme en mi inconsciente, adonde allí se encontraba hospedado aquel demonio, un demonio con nombre. Kurama. Me senté encima de un altar, un altar muy parecido al que también se encontraba en Kumogakure. Respiraba paz y tranquilidad. Por un momento había conseguido olvidarme de la ansiedad que me daba el tabaco. De repente, algo raro paso, me traslade a otro lugar. Este lugar era un lugar oscuro, del suelo emergía bocanadas de humo. A mi alrededor lo único que podía ver era la nada, no había nada en aquel lugar. Tan solo estaba yo.
-Espera Aki, piensa ¿Dónde estás? –Dije en voz baja.
De repente, pude comenzar a ver algo conforme iba avanzando con pasos seguros. Era una especie de jaula, una jaula gigante donde solo se podía ver que habían encerrados dos puntos de color rojo. Con cada paso que daba podía ver que no se trataban de unos puntos o unas luces rojas, si no de unos ojos, y por el tamaño de los ojos no me gustaría saber cómo era el cuerpo que poseía tales. Pero lo iba a descubrir, no me quedaba otra. Al avanzar un poco más se podía distinguir lo que parecía el hocico de un zorro, un zorro de dimensiones desproporcionadas. Era él, no me había equivocado, el kyubi, el zorro de nueve colas. Durante todo este tiempo había llevado dentro al más poderoso de todos los bijuus. Me había ayudado dándome chakra cuando lo había necesitado, si, sabía que era por pura conveniencia, ya que si yo moría el desaparecería junto conmigo. Era en apariencia un zorro demoniaco, pero tenía pulgares en sus garras. Tenía un pelaje de color naranja rojizo y unos ojos rasgados teñidos de un color rojo sangre, sangre de todas las victimas que cayeron en sus antiguas matanzas. Tenía una línea negra en sus labios y otra que rodeaba los ojos hasta llegar a sus orejas puntiagudas. Y por detrás de este se veían las nueve gigantescas colas. Tenía pinta de ser arrogante y soberbio, pero eso aún no lo sabía, aunque estaba muy cerca de descubrirlo. La única forma que yo conocía para controlar al kyuubi, era liberarlo de donde estaba encerrado y enfrentarme a él, en caso de que yo perdiera y el ganara quedaría libre, pero por lo contrario, si conseguida derrotarle, me haría con el dominio absoluto sobre él. Así que tenía que hacerlo. Me acerque a la jaula donde él se hallaba. Ahora mismo, aun con los ojos abiertos, parecía que se encontraba dormido o adormecido. Al acercarme, pude ver que en la enorme puerta de la jaula había una diminuta cerradura. Acto reflejo me eche mano al bolsillo.
- ¿Pero qué estás haciendo estúpido? – Pensé con la mano ya metida en el bolsillo.
Había sido un acto reflejo, ya que sabía que yo dentro no llevaba ninguna llave. Pero estaba en mi inconsciente, aquí podía pasar cualquier cosa que imaginara, así que no me sorprendí mucho al darme cuenta de que ahí se encontraba la llave, justo al fondo de mi bolsillo. Era hora de hacerlo, saqué la llave de mi bolsillo y la introduje en la cerradura, el kyuubi parecía que se encontraba en el mismo estado anterior. La sorpresa fue al girar la llave en dirección izquierda y abrir la cerradura.
-Nunca debiste hacer eso insensato, aunque gracias. – Dijo el kyuubi mientras esbozaba una sonrisa.
Dicho esto no tardo ni una milésima de tiempo en ponerse en posición de ataque, y arremeter contra la puerta de la jaula en la que ya llevaba tiempo encerrado. Tuve el tiempo justo para apartarme antes de que me arroyara junto con la puerta, aunque no fue suficiente, por lo que caí al suelo sin apartar la mirada de sus ojos.
-Parece que tenemos unos ojos parecidos, Uchiha. Que ganas de estirar las piernas tenia. – Dijo el kyuubi.
Quizás la cosa no iba a estar tan fácil como yo creía en un principio. Tenía más fuerza y más rapidez de la que me podía esperar. Pero ya lo había hecho, había abierto su jaula y si no quería que quedara libre, por mi bien y por el de la aldea, tendría que derrotarle para aprender a controlarlo. Poco tardo en volver a arremeter, pero esta vez no a la puerta sino a mí. La primera vez conseguí esquivarle, pero no tuve la misma suerte en la siguiente embestida. La tercera que había hecho y ya había conseguido darme. Me dio con tanta fuerza que consiguió empotrarme contra los barrotes de la celda en la que anteriormente él se encontraba encerrado. Quizás había sido una mala idea sacarle de ahí, quizás no estaba aún lo suficientemente preparado, quizás no conseguida derrotarle y había sido el error más grande que podía haber cometido. Pero no era hora para los quizás. Era hora de actuar y de ponerle de rodillas ante mí. La siguiente vez que vino corriendo hacia mí, conseguí meterme entre sus piernas y hacerle lo que quizás para él tan solo era un pequeño rasguño con mi kunai.
-¿Eso es todo lo que puedes hacer? Me esperaba más de mi Jinchuriki. Eres demasiado lento y demasiado débil para enfrentarte a mí, Uchiha.
Quizás fuera demasiado lento y demasiado débil para enfrentarme a él, pero él no contaba con el factor de que estaba dispuesto a conseguirlo, fuera como fuese, sin importar como. No me iba a rendir.
El bijuu comenzó a lanzar una serie de ataques, una serie de ataques que seguramente pude esquivar con ayuda de la diosa fortuna. Tenía que empezar una ofensiva, y rápido. No podía mantenerme esquivando sus ataques de por vida, seguramente si seguíamos así no tardaría en asestarme con uno. Era hora de iniciar la ofensiva. Y lo mejor que podía hacer era intentar asestarle un golpe que le dejara fuera de combate, no podía ir debilitándole poco a poco, o lo hacia rápido o probablemente no sobreviviría para contar mi historia. Esta vez no fue él si no yo el que decidí llevar la iniciativa. Fui corriendo hacia él, kunai en mano. Después de que yo iniciara a correr, fue inmediatamente él. Íbamos acercándonos rápidamente, no tardamos ni dos segundos en impactar el uno contra el otro. Para cuando se quiso dar cuenta de que lo que corría hacia el no yo, sino un clon hecho por mí era demasiado tarde, le había cogido por la espalda, desprevenido. Me habría gustado ver su mirada al darse cuenta que no era yo, pero desafortunadamente yo me encontraba por su espalda, corriendo hacia su cabeza, para al llegar a esta clavarle el kunai y dejarle fuera de combate. Cuando llegue a estar situado a la altura de la cabeza, el kyuubi, movió bruscamente el cuello de tal forma que me caí de encima de él, no sin antes alargar mi brazo, en el cual tenía agarrado el kunai, lo suficiente como para clavarle el kunai en el cuello, y por lo tanto a medida que iba cayendo hacia el suelo iba desgarrándole parte de la piel de su cuello. Salió del Kyuubi un grito de dolor, a la vez que yo sonreía, las tornas habían cambiado por un momento. Ya no éramos cazador y presa, sino que ahora, los dos éramos cazadores y estábamos dispuestos a convertir al otro en presa. Ahora iba a estar un poco más complicado, ya que había conseguido hacerle daño, por lo que suponía que no iba a estar muy contento.
- Te arrepentirás de esto. – Dijo de una forma más furiosa de lo que había estado anteriormente.
Sin apartarme y demostrándole que ahora era yo el que estaba tranquilo, le dije sonriendo.
- No lo creo.
La batalla iba a ponerse de nuevo en acción, no tardaría mucho en volver a atacarme y yo esta vez tenía que buscar una táctica un poco más elaborada para acertarle de nuevo. El tardo menos que yo en pensar un ataque, se encontraba delante de mí preparando la Bijūdama. Si no actuaba rápido de esta no me iba a librar tan fácilmente. Se encontraba parado, así que no me quedaba otra, me quede con su posición exacta e hice una cortina de humo, poco tardo en disolverse y cuando se disolvió para sus ojos yo seguía en el mismo lugar, pero no era así. Lo que estaba viendo era de nuevo un clon. Yo me había sumergido un metro bajo tierra, y sabiendo donde se encontraba el exactamente podría aparecer por sorpresa desde abajo y volver a clavarle el kunai. Iba a salir bien. Salí de debajo de la tierra y él se encontraba en el mismo lugar, a punto de soltar la Bijūdama. Al salir, basto con un salto para acertarle de nuevo de nuevo con el kunai en la parte inferior de la boca del bijuu. Así frené el ataque y de nuevo le aseste un golpe. El bijuu se iba debilitando poco a poco, lo podía notar. Iba consiguiendo el control de la situación por momentos, y no solo me hacía con el control de la situación, iba notando como a poco iba dominando al bijuu. Se hallaba exhausto e iba perdiendo sangre a medida que pasaban los segundos. Le había conseguido dejar malherido. Ahora el tiempo corría en su contra, si pasaba el tiempo cada vez iba a estar peor, por lo que era él, el que ahora tenía que darse prisa en derrotarme. Iba a conseguirlo. Iba a conseguir dominar al bijuu que se encontraba dentro de mí. De nuevo el bijuu vino corriendo levantando una de sus zarpas, al levantar pude ver un gesto de dolor en sus rasgados ojos. Era más lento que hacia un momento, eso me facilito mucho la manera de esquivarle. Rodando por debajo de él lancé un kunai a su estómago y salí rápidamente de debajo de él. Acto seguido el kyuubi se desplomo. Al parecer, las heridas habían sido más graves de lo que parecían a simple vista. Una vez desplomado en el suelo el bijuu soltó unas palabras antes de que le asestara mi gokakyu a pocos metros de distancia.
-¿Crees que esto es todo? ¿Crees que por haberme derrotado vas a conseguir dominarme? Puede que hayas conseguido dominarme de forma física, pero con eso no te será sufici…
No acabo la frase cuando hice una serie de sellos, seguido de esto puse mi mano a un par de centímetros de mi boca haciendo un circulo con los dedos pulgar e índice y de entre ellos salió una bocanada de fuego que seguramente le dejaría por completo fuera de combate. Lo había conseguido, había sido una tarea dura, pero había derrotado al kyuubi que se escondía dentro de mí. ¿Pero a que se refería con su última frase? ¿Que había querido decir con eso? No lo entendía. ¿Sería cierto que no valía solo con derrotarle en mi inconsciente? Bueno, no creo que importara, tan solo sería una de sus artimañas para intentar hacerse con el control de mi cuerpo. Pero eso ya no pasaría, no sería posible lo había logrado y nadie había salido herido, tan solo él. Era hora de marcharse del templo del bijuu, ya no hacía nada aquí. Una vez volví desde el interior de mi mente a estar encima del altar del templo del bijuu me encendí un cigarro. Necesitaba un cigarro, demasiadas emociones por hoy. Me encendí el cigarro y ahí me quede unos minutos más, hasta que me lo hube terminado. Una vez acabe de fumar me levante y me dispuse para irme. Podría ir darme una vuelta por la villa. Seguro que había gente nueva muy interesante por la villa, o gente lo suficientemente fuerte como para poder entrenar conmigo ahora que había adquirido semejante poder. Quería hablar con él nuevo Kazekage, Blank tsukidomo, seguramente se acordara de mí y podría explicarme que fue de Asuke. Estaba muy desinformado acerca de esta aldea y necesitaba ponerme al día de muchas cosas. Avance hacia la puerta del templo del bijuu, lentamente, al fin y al cabo ya no tenía prisa, todo lo importante que tenía que hacer, lo había hecho ya. Una vez hube salido, de nuevo me puse a castigar los pulmones, encendiéndome otro cigarrillo, respirando el humo, disfrutando cada calada que recorría desde mi boca, pasando por mi tráquea hasta llegar a mis pulmones, sabía que algún día el tabaco me mataría, pero de algo había que morir, y yo prefería decidir cómo.
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Akiyoshi Uchiha- Anbu Suna
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