Garrapata vs Katherina

Arena:

Un combate parecía ser lo que hoy tenía que hacer, no era algo difícil puesto que mi calabaza iría conmigo. Como siempre y para todos los combates mi pelo había sido preparado para ser perfecto. Los tirabuzones que me caían sobre los lados de la caras hacían juego con mi máscara.

Salí de mi casa con mi madre dándome consejos sobre lo que tenía que hacer y a mi padre dándome ánimos, era normal que sobre una chica de doce años. Con la calabaza a mis espaldas corrí hasta el coliseo, estaba bastante lejos, pero no me costó mucho llegar.

Me adentré en los pasillos del coliseo, no conocía nada allí, era la primera vez que iba. Acabé preguntándole a una señora, la que me dijo donde estarían los vestuarios a la arena, no era difícil saber donde estarían. Entré en lo vestuarios y me preparé para el combate. Una vez salí a la arena de la batalla, de mi calabaza de mi clan empecé a salir arena que se posicionó a mis lados juntos. Pude rozar con mi brazos desnudos la arena. Yo ya estaba preparada.

Info:

Acciones:

Gastos y daños:

Parecía que una gran fiebre por retarme estaba infectando el coliseo de Iwagakure, pues apenas dos días después de volver a Kirigakure  volvieron a convocarme para combatir en las arenas de combate del país, no tenía tiempo ni a descansar antes de emprender el viaje de nuevo a Iwagakure. Así comencé el camino que tardaría dos días en recorrer, dos días caminando entre el cambiante paisaje, atravesando páramos deshabitados y grutas quebradizas y peligrosas que solo la gente entrenada debe tomar, si no quiere acabar muerta, un camino el cual tan solo los valientes se atrevían a cruzar. En ese viaje tenía que mezclarme entre la gente de Iwagakure, personas que viven entre ruinas y plaga, que sobreviven mediante el mercantilismo ilegal y el robo, allí todo vale para sobrevivir, cualquier cosa, nada está mal visto con tal de poder llevarte un bocado a la boca: Robar, atracar… Incluso si hacía falta matar lo harían sin problema alguno. Me parecía increíble que la gente tuviera que llegar a esos extremos, y todo porque fueron destruidos sus hogares, sus casas, todas sus pertenencias y sueños, empezaba a preocuparme que a la gente de Kirigakure le llegue a pasar lo mismo. No podría llegar a imaginar la tristeza que me daría ver a los Kirianos en estos extremos, no era capaz de imaginarlo mientras caminaba por las tierras de Iwagakure con sus habitantes a paso firme, sin mirar a nadie a los ojos, con un rostro de indiferencia, no debía mostrar emoción alguna si quería darles miedo para que no se acercaran. Tras esos dos días de viaje por los sucios, lúgubres y fríos territorios del país de la tierra conseguí llegar, sano y salvo, al coliseo de Iwagakure, el único lugar que parecía estar en buen estado ¿Por qué no arreglaban las casas de los aldeanos también? Me indignaba ver como no eran capaces de ver lo que de verdad era importante, sin embargo, esa no era mi guerra, ni iba a convertirla en mía, solo debía ganar el combate, cobrar la recompensa y largarme de allí escopeteado. Entré al coliseo tranquilo y meditabundo, pensando aún en las gentes de Iwagakure, pensando que no merecían eso, nadie se lo merece realmente. Fui a los vestuarios con pies de plomo, algo me daba muy mala espina, no sé porque, pero no me encontraba seguro, cuando llegué a los vestuarios dos anbu me estaban esperando, yo rápidamente me puse en posición, pero ellos no se movieron, no parecían alarmados.

-No venimos a pelear, venimos a informarte de que no podrás utilizar tus insectos, el que ha pedido combate se ha asegurado de que tu clan sea inútil.-Tras decir eso ambos ninjas se fueron tranquilamente. me hicieron un enorme favor, los anbus realmente no pueden informar de ningún dato sobre los combates a los luchadores, debía estarles agradecido la verdad por ayudarme, arriesgando su trabajo. Después de eso me preparé como siempre, con mi chaqueta heavy de cuero negra y mis pantalones amplios y cómodos, también me puse las lentillas para que no se viera el color real de mis ojos y después me pinté la cara como una calavera Mexicana, como siempre hacía, pero esta vez las decoraciones de los párpados y de las fosas nasales eran como hojas y en las zonas de las salidas de los ojos pinté varios insectos, dejando constancia de que era fiel a mi clan, aunque no pudiera utilizar mis insectos  en este combate. Ya preparado salí por del vestuario, con la tinaja a la espalda y me dirigí a la arena de combate, sin embargo, me paré delante de la salida a tres metros de esta y miré mi puño ``ahora sabrás lo que es luchar contra el verdadero Karibachi´´

Salí raudo y velo realizando un sello con ambas manos mientras que mi rival salía a la vez que yo o hacía, cerrándose las puertas al unísono, las cuales no se abrirían hasta que uno de los dos fueran derrotados, y esta vez no sería derrotado, si no lo había sido en toda mi carrera como luchador, esta no iba a ser la primera.

-Sufre la ira de la madre tierra maldita perra.-Entonces puse las dos manos en el suelo y de este brotaron estacas de veinte metros de alto, sin apenas un espacio de medio centímetro entre ellas. Todo el suelo se plagó de esas estacas salvo el pequeño hueco donde yo estaba, La mujer estaría destrozada, totalmente derrotada, muy poca gente aguantaría un golpe tan inminente y no creo que ella estuviera en ese reducido grupo, fue cuando entonces las estacas de tierra y roca volvieron al lugar del que provinieron, volviendo a las profundidades de la tierra para que pudiera moverme libremente por el campo de batalla, me acerqué al cuerpo de la mujer contra la que me tocó enfrentarme y besé su barbilla, parecía una muchacha joven e inexperta, ahora que lo pensaba, quizás me pasé un poco, pero el hecho de que no permitiera utilizar insectos quería decir que me había visto combatir en algún momento, sería algún fan que se animó a luchar, sea como fuera, querer enfrentarse a un veterano en el combate ya es tener mucho valor, por eso acerqué mis labios a uno de sus oídos tras besar su barbilla con dulzura.

-Lo siento, pero alargar lo inevitable no es mas que una tortura , mas suerte la próxima vez.-Entonces me levanté mientras se abrían las puertas de la arena y entraban a toda prisa los médicos anbu del coliseo, temían que la pudiera haber lastimado demasiado o haberla matado, la verdad es que podía ser, pero al ver que no esquivaba mi ataque fui lo suficientemente indulgente y suavicé mi ataque para solamente dejarla inconsciente, sin causarle daños irreparables o demasiado graves. Yo por mi parte fui yéndome mientras los médicos le atendían tranquilamente mientras las masas gritaban y aclamaban mi nombre desenfrenados, pareció gustarles el combate, ya se sabe, lo bueno y breve, dos veces bueno

info:

arma propia:

acciones:

gastos y daños:

Entrenamiento:

Salí al coliseo algo nerviosa, era mi primer combate prácticamente, y no sabía muy bien como reaccionar antes tanta expectación, había mucha gente en las gradas, ¿todas venían a verme a mí? Pero si aún no había luchado, y ya había tanta gente con ganas de luchar, con ganas de ver a gente luchar. Me gustaba que tanta gente hubiera venido a verme, que tanta gente estuviera allí porque yo estaba, me hacía sentir la diosa que era en ese momento en cuanto la arena me ayudo. Miré hacia las gradas, las caras me miraban, aunque ellos no podían ver mi rostro porque yo estaba tapada, lo único que podían ver de mí era mi figura, mis brazos y mis piernas desde las rodillas hasta abajo, no podían ver más puesto que estaba tapado con mi traje y por mi máscara. Mientras estaba mirando a las gradas, alguien vitoreó: “Esa es la reina de la arena, recuerdo su máscara” ¿Reina de la arena? No recuerdo haber estado aquí ninguna vez antes que esta y ya me reconocían por ser la “Reina de la Arena”. Aun que también me di cuenta de una cosa, la máscara, la máscara no era mía, si no de mi madre, recuerdo que la noche anterior mi madre me dio la máscara para que me diera suerte, mi madre no quería que a mí me pasara nada y me dio su propia máscara para luchar, de cuando ella era ninja de la villa de la Arena y luchaba en el coliseo. Nunca la había venido a ver, pero por lo que sabía, era una ninja bastante vitoreada puesto que todos coreaban un nombre, pero por los gritos pude comprobar que no vitoreaban mi nombre, agudicé el oído y oí un “Garrapata” vitoreado varias veces, ¿a que se referían con eso? Miré hacia la puerta de mi contrincante y vi una figura saliendo de allí, nada más sus ojos se cruzaron con los míos, una sensación de escalofrío acabó con mi control de arena, la arena que yo controlaba, cayó al suelo, el miedo se apoderó de mí y me quedé quieta sin poder hacer nada. No era mucho más de lo que en realidad podía llegar a hacer, porque mi contrincante nada más salir, hizo un sello con ambas manos y cortó mi respiración con varias lanzas del suelo que salieron a toda velocidad contra mi cuerpo. Allí atravesada me quedé hasta que los médicos vinieron a por mí para curarme, había sufrido graves daños por su jutsu, más tarde pude comprobar que ese era su nombre, garrapata, y por eso las gradas había vitoreado su nombre. Mi primer combate había acabado, durante la estancia que estuve inhabilitada pensé varias formas de actuar frente a la derrota, una sensación de vacío se formó en mi cuerpo y las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, la sensación derrota no era para nada dulce y para nada satisfactoria, era una sensación que en mí hacía que me pusiera a llorar, siempre necesitaba ganar y cuando eso no ocurría, me invadía la tristeza. Aun que entendiéndolo mejor, era normal haber perdido, seguramente el ninja conocido como Garrapata ya había estado antes en el coliseo, ya había infundido miedo en algún que otro ninja, por lo que igual debía de preocuparme más por otros combates, los combates que más me gustaban era los que duraban algún tiempo, este combate había sido salir y perder, después de todo, el ninja era demasiado fuerte para mí. Realmente, en mi estancia en el coliseo había sido corta pero instructiva, varios consejos pude sacar, el primero de ellos es que si no vitorean tu nombre y vitorean a un bicho, corre, escapa corriendo porque no creo que tengas muchas posibilidades de ganar, aunque puede que alguna más que yo hubiera tenido, pero no mucha más.

Después de quedar inconsciente, pude ver antes que mi contrincante venía hacia mí, querría rematarme, aunque eso no lo hizo, si no que cuando me tuve a alcance, sus labios se posaron sobre mi barbilla mientras que mis ojos casi muertos, y se acercaba hasta mi oído susurrándome algo que apenas pude oír, sobretodo porque mi oído, pero recuerdo que sus palabras antes de yo misma caer inconsciente fueron “Lo siento, pero alargar lo inevitable no es más que una tortura, suerte la próxima vez” Sus palabras fueron sabias, justo antes de caer inconsciente, las lecciones que aprendí gracias a ese combate fueron necesarias para mis próximas estrategias, habiéndome vencido de un solo golpe comprendí que no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarme a alguien en el coliseo, no al menos a alguien de tanto nivel como el que ahora tenía susurrándome al oído ciertas palabras que me enseñaron varias cosas sobre los combates en el coliseo. Apenas unos segundos duró el combate y unos segundo que fueron cruciales para nada, otra de las lecciones del combate había sido que no debía subestimar a nadie y que nada más ver a la persona, tendría que atacar o hacer algo para defenderme, la próxima vez será.

Estado de Atsuko:

Entrenamiento:

Revisado.
Karibachi + 500 Ryos. + 2 Pr.
Usuiko + 170 Exp. + 1 Pr.