Servicio de protección

Raiken había estado caminando durante toda la noche para llegar a Ciudad Portuaria. Tras una tranquila noche, llegó sin incidentes nada más amanecer. Ciudad Portuaria era una gran ciudad de un ambiente muy comercial situada no demasiado lejos de la villa de Kirigakure. Se caracterizaba principalmente por su importante puerto, en el que destacaba sobre todo la pesca. Tiempo atrás, de niño, Raiken había venido a esta ciudad de vacaciones. Pero ahora no había venido de visita turística, había venido porque le habían encomendado una misión.

Raiken se dirigió a donde se le había indicado que era en la misión. La comisaría de Ciudad Portuaria ya había recibido demasiadas quejas de los ciudadanos, con lo que decidieron pedir ayuda a la aldea de Kirigakure para que remediara el asunto. Su cometido era patrullar el puente principal que había en aquella ciudad. Al parecer, había un gran número de delincuentes que aprovechaban la oscuridad del puente para cometer hurtos e infligir la ley al amparo de la sombra. Y esto era algo que bajo ningún concepto se debía permitir. Había que acabar con aquellas peligrosas actividades de raíz -Espero que no se resistan, porque he dormido muy poco y no estoy de demasiado buen humor...- susurró Raiken.

Tras dar un agradable paseo, Raiken consiguió llegar hasta el puente. Cuando era pequeño y pasaba por aquel lugar, el puente siempre estaba de obras y no parecía que nadie moviera un dedo para levantarlo. Pero hace poco tiempo, de la noche a la mañana, lo terminaron de construir haciendo grandes esfuerzos y, a día de hoy era un puente muy importante. No podían permitirse dejar que un grupo de alborotadores lo destrozaran por mero capricho. Había que actuar.

Raiken se sentó a un lado del puente, apoyado en una barandilla, a la espera de que anocheciera para comenzar a patrullar. En aquella barandilla pudo ver como alguien había escrito su nombre con grafiti, haciendo un daño considerable a la vista, ya que ni la caligrafía ni los colores embellecían precisamente el paisaje. Y por lo que parecía ser, no solo pasaban simples vándalos por aquel puente. También había gente peligrosa, que atacaba a otras personas y que incluso traficaba con objetos robados de un alto valor. Había que terminar con aquello.

Raiken echó una pequeña cabezadita antes de que anocheciera. Quería estar fresco para no encontrarse cansado por la noche. Al cabo de un rato, abrió los ojos. El cielo se había nublado y el sol ya se estaba ocultando, dejando paso a la luna. Era hora de actuar.

Raiken estaba bastante nervioso. Al poco rato de despertarse de aquella siesta, había comenzado a oír unos extraños golpes bajo el puente. Lógicamente, su deber como patrullero era bajar ahí y ver lo que sucedía, pero... Y si era una emboscada? Nada le garantizaba al chunnin que aquello no era una mera trampa para quitarle de en medio. Quien sabe, tal vez algún delincuente de los que frecuentaban el puente se había percatado de la presencia del shinobi y quería librarse de él cuanto antes. Cualquier posibilidad era válida.

Finalmente, y con Kouken en mano, Raiken decidió bajar a aquel lugar. Aquella parte del puente por la que había bajado daba en parte de la costa, no en el mar. Desde aquel lugar Raiken seguía escuchando el sonido del mar.Y era lógico, puesto que el mar estaba al otro lado del puente, lo tenía prácticamente al lado.

En aquel lugar no había ni un ápice de luz. Estaba completamente a oscuras. De hecho, Raiken no podía ver más allá de dos metros de él -Así debe de sentirse la gente que cae dentro del Kirigakure no jutsu...- pensó. No andaba demasiado mal encaminado. Cuando utilizaba aquel jutsu, su rival perdía gran parte de su visibilidad. Raiken se sentía como si hubiera caído dentro de su propio jutsu. Dio un par de pasos en línea recta y sin querer dio una pequeña patadita a una caja de madera que había tirada ahí en medio. Por suerte no había hecho mucho ruido. Continuó andando y vio que cada vez había más y más cajas. Miró un poco a su alrededor y logró ver un pequeño montón de cajas apiladas, una encima de otra y con un par de cajas también a los lados. Se colocó detrás de ellas para protegerse de lo que fuera que había ahí abajo y comenzó a pensar su estrategia.

-Podría crear un Raikyu y alumbrar las partes en las que lo lance por un momento o... Podría hacer el Gentoshin para así ver en la oscuridad y guiarme por aquí pero... Haciendo cualquiera de estas dos cosas delataría mi posición muy descaradamente...- reflexionó. Pero Raiken no tenía otra opción, si quería llegar a algún lado allí abajo debía alumbrar aquel agujero, aunque ello significara exponerse al enemigo. Debería estar atento para que no le atacaran por sorpresa.

Entonces escuchó un par de gruñidos -Eso... Era un gruñido humano?- se preguntó a sí mismo mientras una gota de sudor frío le recorría la frente. Fuera lo que fuera, ahora lo iba a descubrir. Se subió sobre las cajas tras las que había estado oculto hasta aquel momento e hizo el sello del Gentoshin. Entonces pudo ver a los causantes de aquel estruendo nocturno con claridad.

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Off: Perdón, en las misions me cuesta no metarolear aunque sea un poquitín xD Me contendré xDD Entonces pongo que me quedo alumbrando y observando lo que hay allí, que seguro que queda bien y todo Y perdón por no poner lo delos jutsus, se me ha pasado, gracias por recordar

On: Aquellos extraños ruidos que Raiken había oído bajo el puente, no habían sido producidos por ningún vándalo ni nada parecido. Los habían hecho un par de animales, un perro y un gato para ser exactos. El perro estaba acorralando al gato y este al intentar huir lo más seguro era que hubiese intentado trepar a las cajas sin conseguirlo, produciendo aquellos ruidos. El perro por su parte durante la persecución también podía haberse chocado contra las cajas.

Al alumbrar aquel sitio, Raiken distrajo al perro por unos instantes y el gato supo aprovechar aquella situación para salir corriendo por patas. Involuntariamente, el joven chunnin había logrado sacar de un apuro al inocente animal. El perro salió corriendo tras el gato y, en mitad de la persecución, chocó contra el costado de Raiken. Apenas le hizo daño, por suerte el perro no era muy grande, era un chucho debilucho y sin demasiada fuerza. Todo aquello había sido una falsa alarma. Lo cierto era que Raiken se había asustado por un momento pensando que un grupo de delincuentes le iban a atacar ahí abajo, pero ya había pasado el peligro. Además, se sentía satisfecho de haber registrado un rincón tan oculto del puente. Pero ahora debía volver a su labor de vigilancia y volver a subir al puente.

Raiken se sujetó a la escalerilla metálica por la que había bajado antes para comprobar aquel lugar y comenzó a subir poco a poco. Conforme subió, comenzó a escuchar murmullos, risas, e incluso gente conversando. Incluso afinando el oído podía oír pasos y correteos de gente por el puente -Vaya, en el momento en que me he ausentado ha comenzado una juerga- pensó. Lo más seguro es que la gente que había en esos momentos en el puente fuera agresiva, tal vez vándalos o traficantes de dios sabe que. Debía andarse con cuidado.

Nada más subir las escalerillas, Raiken miró de un lado a otro y analizó la situación. Estaba rodeado de gente. A la derecha había tres personas y a su izquierda podía ver a otros cuatro individuos -Siete en total... Si van todos a por mi a la vez puede ponerse fea la situación- susurró. Pero tras pensarlo detenidamente, esta era una opción muy remota. Parecían dos grupos completamente independientes, no sabrían coordinarse contra un shinobi de Kirigakure. Además no tenían por qué ser hostiles. Solo era una posibilidad.

En cuanto Raiken dejó de sujetarse a la barandilla y puso los pies sobre el puente, llamó la atención de aquellas personas, haciendo que huyeran de aquel lugar corriendo en ambas direcciones -Vaya, esta reacción si que no me la esperaba- dijo Raiken carcajeándose -Son todos unos cobardes!- Pero ahora Raiken debía pensarse bien a por cual de los dos grupos iba a ir. Las cuatro personas que tenía a su izquierda estaban un poco más cerca que las otras, más o menos a unos cinco metros más, pero no quería que por un motivo tan simple las otras personas escaparan. Quería atraparles a todos, y para ello sólo se le ocurría hacer una cosa -Bunshin no Jutsu!- En el mismo instante en el que Raiken hizo el sello, seis copias idénticas a él aparecieron en el puente. Ahora ya estaba en igualdad numérica. Puede que aquellos bunshins no pudieran hacer nada mas que despistar pero... Acaso sabían aquellas personas lo que los falsos Raikens podían o no podían hacer?

Raiken y otras tres copias corrieron a interponerse en el camino de las cuatro personas que huían por la derecha y las tres copias restantes fueron a por los vándalos de la izquierda, que e encontraban un poco más lejos. Al ser Raiken mucho más rápido, supo ponerse al igual que todas las copias entre los vándalos y su escapatoria sin ninguna dificultad -Os vais a enterar de lo que vale un peine- dijo. La intención de Raiken era que todas aquellas personas se detuvieran, y mientras acababa con los cuatro a por los que había ido, retener a los otros tres el tiempo suficiente como para darle tiempo a llagar hasta ellos y así también ajusticiarles. Era un plan que podía fallar, pero para intimidar aún más a los supuestos vándalos tanto Raiken como sus seis copias desenvainaron su Kouken. Ahora aquella gente se pensaría dos veces que hacer antes de actuar. Les tenía controlados, o al menos eso creía.

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Tal y como Raiken pensaba, la situación estaba prácticamente controlada. Parecía que aquellas personas no iban a oponer resistencia, no eran tan hostiles como el shinobi creía -Pufff... menos mal- pensó. Notó la mueca de desesperación que algunos tenían en su cara, seguramente por haber desenvainado su Kouken. Aquella había sido una buena idea, ya que alguien con una espada en la mano, por lo general, impone más.

Ante aquella desesperante situación, a uno de los chicos que había acorralado Raiken junto con tres de sus copias se le cayó un bote de pintura al suelo Por lo visto, aquellos chavales tenían planeado pintarrajear el puente aquella noche -No entiendo porqué os empeñáis en destrozar el puente... ¿Es que acaso os ha hecho algo? Yo ceo que no- Ante este discursito, el chico que llevaba el bote de pintura comenzó a hacer pucheros, casi paecía que estaba a punto de llorar, y se arrodilló pidiendo clemencia a Raiken -no me mate señor, el me obligo- dijo. Raiken hizo un esfuerzo para no comenzar a reírse descaradamente del chaval. Pensaba que se iba a tener que enfrentar a unos tios peligrosos y resultó ser que solo se trataba de unos delincuentes de poca monta.

Pero tras arrodillarse, el chico tomó una mala decisión; agarrarse a las piernas de Raiken. La situación estaba perfectamente controlada hasta que el chico, en un intento de súplica hacia Raiken, tocó uno de los bunshins y lo hizo desaparecer -Esto puede complicar un poco las cosas...- pensó Raiken. Y en efecto, nada más desaparecer el bunshin, aquel chico que aparentemente estaba tan arrepentido echó a correr como alma que lleva el diablo, seguido de otro compañero suyo. Los otros dos chicos que estaban con ellos se quedaron pasmados en el sitio. Habían preferido quedarse ahí, quietos, en lugar de empeorar todavía más la situación.

Los otros tres vándalos hacia los que había dirigido Raiken tres bunshins habían levantado las manos haciendo entender a Raiken que no iban a oponer resistencia -Por lo menos la situación no se me ha ido de las manos por completo, las otras tres personas han decidid no oponer resistencia- Esto quitaba un peso de encima a chunin. Si hubiera hecho la misión con otra persona, seguramente le habría sido más fácil controlar aquella situación, pero de todos modos creía poder controlarla por sí mismo.

Miró a los dos jóvenes que estaban intentando escapar en vano y les dijo -¿De verdad creeis que podeis huir así por las buenas?- Nada más decirles esto, juntó sus manos realizando un sello e hizo aparecer ante los dos fugitivos un inmenso muro de piedra, de unos diez metros de altura. Lo había hecho así de alto para impedir que intentaran trepar por él y huir. A la vez que había hecho aparecer aquel inmenso muro, que tenía exactamente la misma anchura que el puente, también había hecho surgir del suelo un par de jaulas con las que aprisionar a los otros cinco, dos en una jaula y tres en otra. Al ser blancos quietos, y no en movimiento como los otros dos, era realmente fácil atraparles dentro de aquellas improvisadas jaulas.

Pero aún quedaban los otros dos. No había hecho surgir una jaula bajo ellos por si no conseguía atraparles, había hecho el muro para darles un pequeño escarmiento. Así no podrían huir y Raiken podría darles de su propia medicina. Hizo un par de sellos con cada mano y lanzó cuatro shurikens eléctricos, uno a cada pierna de los fugitivos. Al dar una pequeña descarga tras el impacto, impediría que salieran correteando de nuevo y podría sin problemas atarles con hilo ninja para que dejaran de dar problemas -Que os sirva de escarmiento- dijo Raiken -Además, estos shurikens apenas hacen daño, habéis tenido suerte- La situación estaba completamente controlada.

Tras hacer esto, Raiken se acercó a una de las barandillas del puente y miró hacia el mar. Aún había tiempo hasta que los dos chavales recobrasen la capacidad de andar y de que el genjutsu desapareciese. Quería relajarse un poco, estaba un poco tenso tras haber hecho esta misión. No le había resultado excesivamente dificil, pero no había dormido demasiado y estaba un poco cansado -Cuando vuelva a casa, voy a estar durmiendo un día entero- susurró. Una brisa marina le acarició la cara, relajandole, y entonces pudo ver cómo el sol comenzaba a asomarse por el horizonte -Bueno, ya va siendo hora de organizar todo este estropicio- Raiken se dispuso a atar a todos los delincuentes con hilo ninja para así llevarlos sin ningún problema a la comisaría de Ciudad Portuaria. Allí les ajusticiarán y ya no volverán a practicar vandalismo callejero.

JUTSUS EMPLEADOS:

GASTO Y DAÑOS:

Revisado. Medio + Bueno = hasta el 150% de la exp de la misión.
Raiken: + 75 Exp. + 700 Ryos.
Renji: + 37 Exp.