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Dejar el presente atrás para hundirse en el pasado
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Dejar el presente atrás para hundirse en el pasado
Buscar a alguien puede ser algo difícil si no disponemos de su paradero, o en el caso de que nos falten datos para preguntar, pero hay una búsqueda mucho más complicada aún. La razón es que en ella no hay indicaciones que valgan, estamos solos ante el peligro, en terrenos que a veces pueden resultar inhóspitos... Es la búsqueda de uno mismo.
No sé que debo hacer para encontrar la salida de todo este desconcierto, pero tengo claro que debo estar sola... Para nunca más sentirme así. Necesito algún refugio, para mi propia protección, estando conmigo misma... Y entonces vendrán la claridad, la paz, la serenidad. Recorrer el camino sola dando pasos de bebé, hasta ser adulta.
Tengo personas que me importa y han formado las tablas de donde me encuentro, pero no deseo seguir así, no ahora, pues siento que lentamente me pierdo, no estoy segura de lo que soy y olvido lo que fui; es algo que no debo permitir. No tiene que ver con ellos, es personal.
Si termino con todo esto tal vez después no quede nada, se extinga la la persona amable de antes y sea sustituida por una mente sádica y demente. Mis padres fueron una pieza esencial en mi infancia, que aún se niega a irse y aparece a veces en mi mente, ayudándome incluso con los entrenamientos. Verdaderamente no los recuerdo... Cada vez resulta más costoso hundirse en el pasado, cosa que antes odiaba, pero ahora daría lo que fuera por saber si era real o imaginaciones de mi mente por protegerme de la realidad.
Las nanas de mi madre para calmarme, los abrazos cálidos, besos de buenas noches, paseos por el parque... ¿Es todo verdad o parte de un pasado idealista creado por mí misma?
La sangre kiriana corre por mis venas, y esa villa siempre ha sido conocida por su sadismo y peligrosidad, siendo un lugar que guarda gente amante de la sangre y hacer sufrir, sin piedad. Creo que pocos tienen un historial limpio, lo que me hace preguntarme si alguna vez llegué a encajar allí. Y de mi familia... Solo he conocido a mis progenitores, que solían mostrarse reacios a hablar del resto y desechaban mis preguntas con respuestas cortas y poco elaboradas. Respecto a ellos, tal vez tuvieron una doble vida, o lo que a mí me parece eso pues dentro de casa eran buenos pero fuera sé que trabajaban para la villa. Seguramente fueron ninjas de sangre fría que matarían si era necesario a quien se interpusiera en su camino o violase sus propósitos. Lo veo razonable, aunque la visión de otros a sus manos hace que un escalofrío recorra mi espalda y me apretuje aún más sobre mí misma. Se nota que yo soy su hija, pues yo también defenderé lo que es mío y lo que me importa.
Hace un buen rato que la tenue luz de la lámpara alumbra esta habitación, que dependiendo del momento me resulta agradable o una completa desconocida. Tengo ante mí una hoja de papel, aún en blanco, con un bolígrafo de tinta negra entre los dedos de mi mano derecha. He leído mil veces la carta que me envió Shika, pero aún no sé como empezar la respuesta. Estoy muy preocupada, pues no quiero que nada la ocurra, pero a su vez confío en que se las arregle bien.
Al final poco a poco las palabras salen de mi corazón y voy re produciéndolas en la hoja, procurando hacer una letra bonita y fácil de entender, pues mi amiga nunca había destacado por ser demasiado lista ni tuvo una gran facilidad para leer. Intentaba ponerle las cosas más sencillas.
Querida Shika,
Hemos pasado muchas cosas juntas, quién diría que acabaríamos así desde aquel día en las montañas. Ahora no quiero seguir si no estás, pero me dices esto y la preocupación me abruma. A pesar de ello, me has demostrado que eres fuerte, te he visto madurar y rectificar de tus errores, eres mi amiga y apoyaré tus decisiones.
Te desearía suerte, pero no la necesitas, solo tienes que creer en ti.
Pase lo que pase, decidas lo que decidas, acuerdate de que aquí siempre tendrás una amiga.
Te quiere y te extraña,
Una pequeña lágrima cae rodando por mi mejilla, pero no es de tristeza, si no de alegría, porque he estado recordando cada segundo a su lado y de verdad que quiero a esa pelirrosa que cada día me saca una sonrisa.
Al terminar y meterla en el sobre añado un pétalo de rosa, blanco y puro como las mismísimas estrellas que alumbran esta noche, la flor es del jardín de la mansión. Lo he secado y ahora está completo, cuando cierro el contenido pongo un sello que tiene plasmado una mariposa. Me encantas las mariposas, cuando era pequeña vi una enorme. ¡He leído que la gente incluso las confunde con pájaros! O eso leí, y que al dispararlas estaban en peligro de extinción.
Esta se posaba en el suelo, con las alas abiertas, era preciosa... Pero nadie me creyó, porque cuando fui a decírselo y ellos vinieron al lugar donde la ví ya se había ido. Yo estoy segura de lo que vi, y es algo que no olvidaré jamás, aunque no he vuelto a encontrarme una.
La de este sello es del mismo color, un azul brillante, cuando vea a Shika le contare la historia para que sepa por qué se la he puesto.
Dejo la carta de Shika a un lado de la mesa y cojo otra hoja, doblándola por la mitad. En una de las caras pongo el nombre Viral con letras cuidadas, y paso a escribir en el interior, sin saber muy bien como decirle todo de forma breve.
Me voy a Kirigakure. No por un largo tiempo, intentaré que sea una semana, te prometo que volveré, solo necesito un pequeño viaje por mis orígenes para despejar mi mente y revitalizar mi cuerpo.
Algún día te hablaré sobre mi pasado. Algún día te contaré aquello que nadie sabe.
Hasta entonces, te acompañará mi amor.
A él no le he puesto ningún sello de mariposa, ni un pétalo de rosa blanco, pero cuando bajase al salón le pondría una de mis muffins con pepitas de chocolate mientras que yo misma me llevaría el resto, solo por si acaso.
En Konoha sigue haciendo calor, a pesar de la estación, pero sé que en Kiri es distinto, debo llevarme algo de abrigo. Como seguramente el primer día de viaje me acompañará este clima viajaré de noche, así me podré olvidar del bochorno, esta misma noche. Me pongo una camiseta de color morado claro y manga corta, con unos pantalones negros también cortos, y unas sandalias ninjas del mismo color algo gastadas, que se sustituirán por unas botas en cuanto pueda. En mi mochila guardo las susodichas botas y una chaqueta de manga larga con botones a un lado, que cae por encima de las rodillas, ambas de color carbón. Llevo además dentro el antiguo bote de perfume, con una sustancia distinta; una cantimplora llena de agua y de gran tamaño que tendré que dosificar me, el kunai en el bolsillo y el hilo ninja guardado también. Lo compré hace poco en la tienda de armas, junto a unos shurikens, auq aunque aún no he aprendido a usar ninguna de las dos cosas sé que me acabarán siendo útiles. Este será un viaje provechoso, no puedo permitirme perder el tiempo, ni siquiera en el trayecto hasta llegar a Kirigakure. Meto algunos víveres más y salgo de la habitación cerrando la puerta despacio, para no hacer ruido, con las cartas en la mano y la mochila a la espalda. Miro a la derecha, donde se encuentra el cuarto de Viral, y sonrío con cierta tristeza... Aunque sea poco tiempo le echaré de menos. Me tienta ir y despedirlo aunque sea con un beso, decirle todo en persona, pero nunca me gustaron las despedidas, es mejor así.
En la encimera de la cocina dejo su carta, besándola con dulzura, y pongo al lado uno de los bollitos, llevándome yo los demás. Abandono la casa sin echar la vista atrás, no tardaré mucho, ni que tuviera que montar ningún drama.
Antes de salir de onoha dejo la carta en el mismo lugar que la vez anterior, sabiendo que no tardará demasiado en mandarse... Con suerte llegará a sus manos antes de que se vaya.
No tengo problemas en atravesar las puertas, ya estoy fuera, ante lo que me supone una nueva aventura. Alzo las manos al cielo y lanzo un grito de libertad, empezando a correr, con mi pelo ondeando en el viento a la vez de la bufanda que llevo en el cuello, la misma que me dio él el dia que nos conocimos en aquellas Montañas.
Las estrellas brillan como resplandecientes puntos en el firmamento, con la luna con la misma forma de una sonrisa... Sonrisa que, en este mismo instante, parece que va dirigida a mi.
Así voy pasando el terreno, de estar lleno de árboles y vegetación a ser cada vez más inhóspito. La temperatura va disminuyendo, y al segundo día tiro mis sandalias y me pongo las botas negras, que me llegan justo por debajo de las rodillas. Entre tanto he ido practicando con los shurikens, cuando he parado a comer y recoger algunos frutos. Encontré un manzano de frutas bien jugosas... Ahora cada vez es más difícil hallar cosas así.
En el día número tres ya aparece una niebla, no demasiado densa, pero se nota que mi destino está cada vez más cerca. De la mochila, cada vez más vacía, saco la chaqueta y me la pongo.
De esta manera cumplo mis expectativas con tres días de viaje, llegando a la villa oculta de la niebla con unas botas por debajo de las rodillas, la chaqueta negra con botones al lado y tacto parecido al terciopelo que llega hasta la mitad de mis muslos, la bufanda hasta mis labios, por debajo de la nariz, el pelo suelto que se mueve al son de la suave brisa y un flequillo recto con dos mechones más largos a ambos lados tapándome la frente.
Todo de color negro, porque la falta de Sol hace que no se me vean los reflejos azulados en el cabello. Mis ojos rompen el monótono color con su blanco perlado.
No tengo que parecer el ninja más inofensivo y amable... Perfecto, ya tengo el aspecto de una kunoichi de Kirigakure.
Aunque en mi brazo derecho llevo la bandana de Konoha que yo me he encargado de conseguir, a pesar de que esta sea la primera vez que me la he puesto para salir.
Entro por la puerta dejando todo mi presente atrás, para hundirme en el pasado.
El nombre de la villa le viene como anillo al dedo, pues la niebla que me acompañó el ultimo día ahora es mucho mas densa y notable Recuerdo muchas cosas, las calles, las casas, aunque huyo de mi antiguo hogar por miedo a lo que me encuentre, aún no estoy preparada. Nunca he tenido unas grandes amistades aquí, pero reconozco algunas gentes y quizás alguien también llegue a recordarme, pues me encuentro con alguna mirada sorprendida o algún que otro cotilleo. He llegado a horas tempranas y hay una actividad normal.
Cerca hay una especie de restaurante, más parecido a un puestecito, y me acerco a comer algo después de estas tres jornadas alimentándome a base de fruta y algún bollo. Desde aproximadamente la mitad del segundo día dejé de encontrar árboles frutales o arándanos y moras que habían compuesto la base principal del agua que necesitaba, por ello la cantimplora se vació rápida pero periódicamente debido a mi administración desde entonces. Ahora estoy sedienta.
A pesar de ello no bebo y como hasta saciarme, solo lo suficiente para engañar un poco a mi estómago y que se disuelva rápido, o de o contrario me encontraré cansada y no podré entrenar todo lo que necesito. Lo más probable es que aquí también tengan una sala de entrenamientos especialmente habilitada para ello, como está en las propias onoha e Iwagakure, pero no creo que sea el lugar donde más desapercibida vaya a pasar.
Mientras tomo mi sustento despacio, sabiendo que si no me controlo lo devoraré demasiado deprisa y me sentará mal, sentada en una solitaria mesa, barajo las distintas posibilidades. Es cuando me doy cuenta de que estoy algo desgastada respecto al mapa de la zona, quedan algunos caminos aún trazados en mi memoria, y con una servilleta del propio lugar más un bolígrafo que eche en mi mochila antes de venir trazo varios garabatos. No es nada demasiado claro, y debo asegurarme de que tomo e sendero indicado, así que cuando termino y me levanto voy a ver al camarero y le pregunto ciertas cosas. Un poco a regañadientes, echando la culpa de su comportamiento a la falta de personal, me indica como ir al Mar.
Allí no creo que moleste a nadie, y además tengo ganas de volver y contemplar las vistas. Si siempre me ha gustado explorar lugares nuevos, volver a otros es algo que también me llama la atención. Es como volver a tus sueños incompletos, estructurar los pensamientos y ver como han cambiado las cosas, además de rememorar situaciones que ocurrieron allí, es parte de la idea., quizás la que más me interesa.
Tengo que recorrer un buen trecho, pero al tener ganas e ilusión no noto las piernas cansadas. Camino con paso decidido, con una sonrisa en el rostro que, de quedar expuesta, habría quitado el aspecto poco amigable que tengo.
No tardo demasiado en llegar, y en un principio no veo a nadie, así que me quito la chaqueta, aguantando el frío y empiezo a calentar. Son movimientos sencillos y ejercicios que hago constantemente como preparación. Como la temperatura de la zona sigue siendo muy baja y hace poco sufrí una hipotermia (cosa que no quiero repetir) decido hacer un jutsu que aprendí anteriormente y calentar mi propio cuerpo. Ahora incluso tengo calor, por lo que cojo mis cosas y me dirijo a una zona más costera, donde rompan las olas del mar.
No es difícil de encontrar, y ese lugar también está vacío. Debe ser porque no es un sitio demasiado indicado para el baño debido a la fiereza de las aguas. Me pregunto cuántas muertes a gentes temerarias ha causado.
Al igual que me he quitado la chaqueta lentamente me deshago de las otras prendas. En un lado coloco las de vestir, menos botas y bufanda, que guardo en la mochila, hasta que quedo totalmente desuda.. No parece haber nadie, y en el caso de que sí esté mirando, pues me resulta un tanto irrelevante, que disfrute de las vistas. Lo que sí oculto es la mochila, que se camufla bastante bien en el terreno, y cuando he acabado voy directamente hacia el Mar. Los pies descalzos están en contacto con la arena, al principio me resulta un tacto curiosa la sensación, y muevo varias veces los dedos, balanceándome un poco sobre mí misma. Algo acude a mi mente entonces, un pequeño recuerdo. En él estoy sentada en la arena, entre las piernas de mi padre, mientras remuevo la arena con los dedos, y este me explica con una sonrisa que cuando era pequeña y mi madre aún estaba viva, me traían aquí y tenía que estar todo el rato en brazos o comenzaba a llorar, porque no me gustaba que esta arena me tocara los pies y comenzaba a patalear. Después de que lo vieran me ponían también en la toalla, pero berreaba de igual manera si me dejaban solas. Y él... Sonríe, ríe conmigo, hace mucho que no veía su sonrisa, ni recordaba los hoyuelos que se le formaban en el rostro al reír ni como se le achicaban los ojos.
Cuando el momento termina estoy mirando con los ojos humedecidos al suelo, al instante levanto la vista y miro a a un lado y a otro, buscando aquello que me ha mostrado mi memoria, pero solo encuentro soledad arrastrada por el viento. Me vuelvo a sentir desamparada y las piernas me flaquean, acabo sentada con mis piernas flexionadas hacia atrás, agarrando dos montones de arena con ambas manos, como si ello me pudiera devolver lo perdido. Me estoy mordiendo el labio inferiores en un vano esfuerzo por no llorar, ta fuerte que acabo haciéndome daño, a la vez que las lágrimas caen sin cesar sobre mi rostro y despegan de él para bañar el suelo.
Si lo que quiero es que mi corazón no se nuble por el vacío que a veces siento al mirar en mi interior así no voy a lograrlo, ahora está tan presente que incluso siento un agudo dolor en el pecho, pero contra ello acabo elevando la vista hasta que la brisa seca mis lágrimas; y después me levanto... Con pasos vacilantes voy hasta la orilla.
Entre la cortina de lágrimas que lentamente van desapareciendo veo como esas furiosas olas rompen ferozmente hasta acabar tan solo unos centímetros por delante de mis pies. Da la sensación de que me respetara, y permanezco así otro poco, sin contar minutos ni segundos y horas, ajena a todo lo demás. Paso a paso me adentro, muy lentamente, como si fuera un mudo baile en el que nada más tomara partido, y el respeto de antes se va perdiendo. Primero se convierte en una forma de decirme que me quede ahí mientras la arena y el agua se alían para ir hundiendo mis pies, mientras que algo más delante, se nota mayor fuerza y me arrastra un poco hacia su furia, como una silenciosa invitación a sus fauces, o quizás es más bien un reto para probar mi valentía que voy aceptando a la vez que me acerco. Veo la espuma que se forma al chocar, el mar revuelto, las incesantes olas, la fueria de este lugar. Una pregunta pasa fugazmente por mi cabeza, tal vez lo más sensato, pero e dejado atrás lo que tengo. Ya no están ni Viral ni Shika, Dártirus o Shichika, solo cariño inexistente, soledad presente, toda una vida perdida entre desgracias que no se merecen. Y si no salgo de esta, será porque nunca fui suficiente. Y si consigo sobrevivir, es que aún debo continuar.
Para que las olas no me arrastren las primeras veces y me devuelvan de donde he venido voy rápido y antes de que una rompa me he sumergido en el agua y evito su sacudida, sacando la cabeza después, pero volviendo a sumergirme y nadando mñas para no estar justo en el punto donde chocan contra el suelo. Me he raspado un poco contra el fondo al no tener suficiente espacio para maniobrar, pero debe de ser un terreno un tanto complicado, ya que inmediatamente después la profundidad se ha vuelto mayor y no toco pie. El corazón se me acelera pensando en las criaturas que podría haber y a las que yo serviría de alimento, pero el miedo no debe apoderarse de mí, y respiro profundamente para calmarme. Echo la vista atrás y me doy cuenta de que he avanzado bastante, ya que el mar me atrae hacia adentro, cosa que no me gusta un pelo. Al volver a mirar hacia delante un nuevo torrente de agua mayor que los anteriores se cierne sobre mi cabeza, esta vez sin que pueda evitarlo. La sacudida me hace chocar contra el fondo, me arrastra abajo mientras que yo lucho por llegar a la superficie. No me lleva hacia la orilla, si no que con nuevas olas me devuelvan adentro provocando a que aguante más embestidas, y me debato exhausta en coger algo de aire.
En una de las veces que solo soy un muñeco a manos del agua pienso que es el fin, pero nado con todas mis fuerzas para volver a la orilla, sumergiéndome para no ser presa de las olas, huyendo de la bravura de las aguas... Hasta que, sin saber muy bien como, acabo empapada sobre la arena, que se pega a mi mojada piel. Estoy boca arriba con los ojos abiertos, y puedo deducir por la poca claridad que ay que el sol ya se ha ocultado, o la mayor parte de él. Hay nubes y la niebla, como siempre, es muy espesa, lo que no me deja determinar con claridad cuanto tiempo llevo aquí. Tampoco tengo ningún otro instrumento para medirlo, así que simplemente, se ha hecho tarde. ¡Y aún no he aprendido ninguna técnica! Ese dato me hace levantarme estrepitosamente e ir hacia mi mochila, que ha sido tapada por la arena debido al constante viento. Aún no tengo frío y necesito que la arena se seque y despegue para ponerme ropa, por lo que no me pongo las prendas, ni siquiera les presto atención. Cerca hay un tronco tumbado, después de coger mis shurikens lo coloco de pie. La técnica ya la conozco, de hecho es por ella por la que adquirí estas armas. Debo de lanzar los al mismo tiempo para que surta efecto, lo que no debe resultar me difícil al haber estado practicando durante el viaje hasta Kirigakure. Pero eso no es todo, si no que además deben quedar ocultos gracias al primero, con un metro de distancia. De esta manera si mi objetivo esquivara el primero con facilidad, quedándose a unos metros de distancia, le daría uno de los shurikens ocultos. Tiene sus pegas pero puede serme muy útil si lo uso bien. Comienzo lanzándolos al tronco a la vez, intentando desviarlos, sin mucho éxito al principio pues requiere una buena precisión, aunque poco después el segundo shuriken ya queda oculto del ángulo de visión tras el primero. Solo queda que el tercero pase desapercibido, algo más complejo, pero que puedo acabar logrando. Pruebo un par de intentos más, en lo que a veces retrocedo en los pasos que he ido dando y otras estoy a punto de conseguirlo. No pensé que me fuera a resultar demasiado complicado, y la verdad es que dentro de lo que cabe tampoco tardo tanto, solo tengo que probar un par de veces más y lo acabo dominando. Así el primero se ve impactar contra el tronco, y los otros dos no quedan visibles hasta chocar contra el suelo. Recojo las armas hasta dejarlas a mis pies, a la derecha, y pienso en la siguiente técnica a practicar, la primera ha sido todo un éxito. He pasado de perder el tiempo en el agua, bueno no, miento, no lo he perdido, el haber salido de allí con vida y prácticamente ilesa me hace sentir realmente mejor… Pensé que no podría lograrlo sola, pero me niego a pedir ayuda a nadie en un camino que debo emprender en solitario.
Mmm… Sé de otra donde también podrían serme útiles mis nuevas adquisiciones, aunque a diferencia del común anterior esta es una Katon, lo que no me supone ningún inconveniente. Su dinámica se parece a la de la gran bola de fuego que aprendí a realizar antes de ir al examen chunnin, ahora mi control sobre las técnicas de mi elemento son bastante mayores. Por aquel entonces no tuve el cuidado necesario y me hice quemaduras en los dedos, después usé un ungüento que me ponía mi padre cuando teníamos problemas al usar el fuego. Es bastante efectivo, así las heridas desaparecen rápido, de lo contrario mi madre se enfadaba con nosotros, ella siempre se preocupó mucho por mí. No quería que nada malo me ocurriera, de hecho fue ella quien me regaló el gran peluche de unicornio rosa, para que estuviera acompañada en cualquier circunstancia. Ahora debe de estar en Iwagakure, con Shika, y mi amigo relleno de algodón y con tacto suave la cuidará también a ella.
Con los dedos índice y pulgar hago un anillo que coloco delante de mis labios e inmediatamente tuve que deshacerlo al darme cuenta de que necesito hacer un sello con ambas manos, y así no puedo. Acumulo chakra en mi interior y lo voy moldeando, después vuelvo a hacer el anillo, soplo por él y formo la primera bola. No tengo el resultado deseado, pero se dispara con rapidez de todos modos. De este modo voy practicando: pequeñas, grandes, solas, seguidas, rápidas o potentes… Hasta que domino la técnica y puedo lanzar varias a la vez que salen casi del mismo modo que las pompas de jabón, incluso escondo un shuriken dentro de una de ellas e impactan los dos a la vez.
Cuando es manejada perfectamente aún tengo otras en mente, me siento con fuerzas y ganas de aprender bastantes, sobre todo algunas comunes que me serán útiles, pero ahora tengo muy presentes a mis padres deseo que se sientan orgullosos de mí, aunque ya no estén presentes físicamente conmigo me gusta deleitarme con la idea de que me ven en algún lugar. Ambos querían ver como día a día me hacía más fuerte y aprendía a usar taijutsus y técnicas de mi clan con la ayuda del Byakugan. Lo primero que hago es activar esa vista prodigiosa que ellos me dieron y alcanzo el tronco situándome justo en frente suya. Si fuera un enemigo verdadero podría ver sus punto s de chakra, ya que tengo una gran capacidad para visualizar el flujo del cuerpo, y sería tan fácil como golpear doce puntos clave. La complicación de aquí es imaginárselo, lo que tampoco me resulta demasiado costoso, y ahora tan solo me queda lanzar la ráfaga de golpes con la mayor rapidez posible. Debo estar preparada para que mi cuerpo tenga una gran agilidad, y así es, tras un par de intentos consigo hacerlo correctamente. Tras esto el tronco ha quedado completamente destrozado debido a la fuerza de mis golpes, y yo ya he aprendido las técnicas más sencillas que hasta ahora puedo aprender sin que me cueste un gran esfuerzo. Últimamente creo que tengo que tener algo de cuidado con la fuerza que utilizo o acabaré haciendo verdadero daño… Me paso a veces sin quererlo, pues no lo controlo bien, y después me arrepiento de actuar de esa forma tan vehemente y defensiva que tengo en ocasiones.
Algunas de las técnicas de mi clan además de dañar quitan chakra, lo que es muy útil. Era de las cosas que más le gustaban a mi madre, debilitarle de vida y de chakra; mientras que por el contrario mi padre prefería hacer sus golpes más duros y usarlos por completo a quitar vida. No tengo del todo claro a quién me parezco más a la hora de combatir, supongo que es algo que se irá viendo en las distintas luchas.
El Yonbi, que hasta ahora se había callado, esperando a ver como reaccionaba y me entrenaba, ahora sonrió entre las rejas de mi mente. Creo que eso de las peleas y la sangre son sus mayores vicios, pero ya que estoy aquí para resolver cosas y volver a ser como antes, no me vendría mal hablar con él. Desactivo el Byakugan y me siento sobre la arena, poniéndome cómoda, aunque es algo que no saldrá de mi cabeza y por ello parece una actitud algo estúpida, pero bueno, si se puede estar confortable mientras hablo con una especie de demonio psicópata que me metieron dentro casi sin que aceptara ni me diera cuenta mientras me daba mi primer beso… Pues no le voy a decir que no al asunto. La verdad es que me pregunté cómo se podían sentir tantas cosas con un beso, cuando empecé a darme cuenta de lo ocurrido la cosa cambió y empecé a comprender lo que había pasado.
“Si no me equivoco, te gusta medir las fuerzas de tu enemigo, hace que rinda y así te divierte. Jugar con él hasta matarle, como hacen los gatos.”
La criatura se mantenía en silencio, intrigada ante mis repentinas palabras, asintiendo en algunos puntos y detallando otros. Ante su comparación con el animal felino rió suavemente, pues parecía que nunca lo había pensado.
“Eso está bien, pero todo tiene su límite. Te propongo algo, una cosa por la que ambos podemos salir ganando, has de prometerme que la cumplirás. Parece que permaneceros bastante tiempo juntos, no nos veo con intenciones de morir y deberíamos llevarnos bien. Me es indiferente ser cruel algunas veces, pero hay personas que me importan y a las que protejo. A ellas no las dañaremos, a no ser que te de permiso. Por lo demás, te daré lo que quieres.”
Intento ser lo más clara posible, matizando algunos puntos y añadiendo ciertas imágenes o escenas, para ser lo suficientemente concia. Noto como Son Goku barajea las distintas posibilidades en mi mente, y cuando llega a una conclusión expone sus pensamientos de forma que pueda leerlos con total facilidad.
“Pequeña, no me gusta estar encerrado, pero es necesario, y ya que estoy en esta situación supongo que será mejor si ambos somos razonables. Acepto tu trato, pero recuerda: Quiero sangre.”
La conversación no se alarga mucho más, yo he conseguido lo que quería, me he salido con la mía, y el demonio tendrá lo que más ansía. No me cuesta hacer un pequeño rasguño a mis víctimas para obtener su sangre, ni tampoco alargar algo el combate para que disfrute más. De hecho creo que hasta yo puedo acabar divirtiéndome.
Me levanto, sacudiendo un poco la arena que sigo teniendo, y recojo los shurikens que continúan en el suelo. Después los guardo en la mochila, y tras cerrar ese bolsillo abro otro distinto, más grande, y me pongo la bufanda al cuello, dándole varias vueltas. Hace rato que el jutsus que me daba calor se desactivó, ya noto el frío clima de aquí en ese oscuro Invierno y va siendo hora de que me vista. Me echo la mochila a un solo hombro, pues tendré que quitármela un poco más tarde, pero cuando voy en busca de mi ropa por más que miro no la encuentro. Estoy segura, no, segurísima, de que la había dejado aquí, y a pesar de ello no aparece.
Eso solo puede significar una cosa: me la han robado. Suspiro fuertemente y doy varias patadas a la arena, visiblemente enfadada. Deben de habérmela quitado cuando estaba entrenando, o incluso cuando me metí en el agua. Al salir del Mar no comprobé que siguieran ahí mis prendas, y si echo la vista atrás y pienso la última vez que lo vi creo que fue cuando me la quité. Anda que no ha pasado tiempo desde entonces, yo también…. Menos mal que separé la mochila y esta está a salvo.
Mientras abro la cremallera del mismo bolsillo donde estaba la bufanda y saco las botas negras voy pensando en qué hacer. No me hace gracia salir a todas las calles de la villa desnuda… Bueno, no estoy del todo desnuda, si lo miro por el lado positivo llevo la bufanda y tengo las botas. Me recuerda a la noche que me deslicé hasta el cuarto de Viral para tener un encuentro con él, pero aquí no es que haya la misma intimidad que teníamos en las habitaciones privadas, más bien lo contrario. Busco un tronco, que seguramente haya sido arrastrado por la marea, y lo utilizo para limpiarme los pies de la arena antes de colocarme las botas. Echo mi mochila a ambos hombros y empiezo a salir de allí, mientras el viento sopla y el Mar queda cada vez más lejos, pero sin llevar las manos vacías. En mi palma cerrada llevo una pequeña caracola que he cogido antes; es de tacto liso pero da varias vueltas hasta acabar en punto, de colores crema y marrón algo oscuro en ciertas partes, es bastante bonita. La sigo contemplando, pues su visión me hace olvidar la tonta pérdida de la ropa. Anda que vaya suerte más mala tengo de vez en cuando…
Debo conseguir algo de ropa, lo mejor es que vaya a mi casa por una vez… Pero está demasiado lejos, no puedo recorrerme toda Kirigakure así, y menos como el antro de depravación que es esto por las noches… Bueno, al menos por las noches es peor. Lo mejor será que robe algo. Mmm… Esa palabra es muy fea, digamos que lo tomaré prestado sin preguntar por un periodo de tiempo indefinido. Ya he salido de todo el terreno arenoso y estoy sobre asfalto, las luces de las farolas iluminan la ciudad alumbrando los distintos rincones. Corro velozmente, moviéndome como un negro borrón entre las sombras, hasta subir trepando por las paredes de una de ellas. Esta es la primera habilidad que aprendí con Shika, bastante simple de realizar, tan solo debo de aplicar un poco de chakra a mis pies, lo necesario para adherirme a las superficies verticales como si llevara ventosas. De nuevo comienzo una carrera, pero entre las botas y las tejas el ruido es demasiado fuerte para que pase desapercibido. En uno de los lados veo como algunas personas que pasean por la calle (no con un aire demasiado amistoso) empiezan a intentar averiguar qué es eso que suena por allí arriba. Si no pienso algo que pueda librarme de ellos, lo más probable es que tenga que enfrentarme a una pelea que no deseo tener, por lo que recuerdo los sonidos de animales que tantas veces he ido escuchando e intentando imitar hasta perfeccionar y hago un maullido de gato, que suena mejor de lo esperado, mientras me quedo quieta para no hacer más ruido aún, y veo como aquellas personas dejan mi persecución para ponerse con otros temas más importantes. Suspiro aliviada y comienzo a meditar las formas que puedo hacer para que no me oigan y así librarme de todos ellos. Igual que la habilidad anterior, si mi memoria no me falla, los ninjas a veces utilizan una que se llama sigilo ninja y les levanta unos centímetros del suelo, nada demasiado grande, lo suficiente para que no se les pueda escuchar hacer ruido al pisar y así se les dé bien tender emboscadas y atacar por sorpresa. Como en anteriores habilidades aprendidas, ya son la de trepar paredes o caminar bajo el agua, debo concentrar el chakra en mis pies para que me levante un poco del suelo. Pasando desapercibida a las luces al estar en un lugar bastante oscuro, me pongo de pie, y voy concentrando chakra en la parte más baja de mi cuerpo. Mientras que algunas veces he tenido que hacerlo de forma constante y otras utilizar todo lo necesario para una sola vez esta es algo distinta a las anteriores… Al principio no lo sé, pero es algo que noto nada más empiezo a entrenarla, porque no consigo pillarle el truco del todo. Unas veces uso demasiado y me lleva hacia atrás o solo dura varias veces, será que tengo demasiadas cosas en la cabeza y no me concentro lo suficiente, estoy algo asustada por si aparece alguien que me vea y me llevo una bronca o algo mucho peor, que sabiendo de donde vengo sería lo más probable. Muy lentamente empiezo a pensar en un muro en blanco, y solo soy consciente de la energía que fluye desde mi interior y sube y baja sin cesar, y empiezo a redirigirla hacia abajo… Claro que solo un poco, porque como llegue a usar toda ya puedo salir volando por los aires como me pasó una vez… Esto es algo un tanto complicado. Creo que empiezo a lograrlo, ya que de estar tocando el suelo, noto como si de repente una extraña fuerza me suspendiera quizás unos milímetros por delante, o tan solo un centímetro, el caso es que no es una distancia demasiado alta, pero sí la suficiente para que empiece a caminar… Y en vez de sentir algún ruido o como los pasos tocan el suelo, la sensación es tal que parece que me deslizara en el aire, con delicadeza, como si estuviera patinando sobre hielo y pudiera dominar a la perfección todos los movimientos, aunque es una mera sensación, porque solo acabo de empezar y he caminado un par de pasos, pero es entonces cuando oigo una vocecita a mis espaldas que habla con tono analítico y algo burlón, lo que resulta un poco irritante, sobre todo porque me hace perder toda la concentración que tengo y caigo a una superficie, causando cierto estruendo, hasta una teja se desliza del tejado y se estampa contra el suelo. Por suerte no hay nadie en ese momento por esa callejuela y no se habrán percatado de ello, pero como salga el dueño más me valdrá correr si no quiero tener unos graves problemas con personas que son ciertamente peligrosas.
-Vaya, parecía que lo dominabas… ¿Te hice perder la concentración? Qué pena… ¡Con lo fácil que es! Fíjate que tú ni habías caído en que estaba aquí hasta que mi risa sonó.
No estoy para tonterías con niñas, así que me giro y la miro. Debe de tener un par de años menos que yo, pero por su tamaño y la compostura de su cuerpo, que es bastante delgado, parece aún menor. Su rostro muestra el desgaste de años de infortunio, pero a la vez la astucia de un zorro, lo que hace que desconfíe en totalidad de ese extraño personajillo que ha aparecido solo para molestar en mi entrenamiento.
-No tengo tiempo para críos.
Corto secamente, poniéndome en pie de nuevo sin vergüenza alguna porque vea mi cuerpo desnudo, mostrando de este modo cierta superioridad ante la diferencia de altura. Ante ello su irritante risita se escapa de nuevo de sus labios y mi rostro se torna con una mueca algo cansada por su presencia.
-Ya veo, ¿te robaron la ropa? Y ahora quieres recuperarla, ¿no? ¡O mejor aún! Robar una y devolverles de paso la chiquillada. Es una pena que tú no sepas quiénes eran y yo sí, ¿verdad? Pero bueno, como no tienes tiempo será mejor que me vaya.
Sé que no debo caer en esa especie de trampa que parece querer tenderme, pero la enigmática sonrisa de su rostro que seguramente haya cautivado a tantos atrevidos, o insensatos, como prefiera decirse, puede con todo mi sentido común, y antes de que desaparezca la paro cogiéndola del brazo.
-¿Tú que sabes? ¿Y cuál es tu nombre?
Veo como su sonrisa se vuelve mayor, triunfante al haber conseguido captar mi atención, y con un suspiro que parece burlarse de mí se encoge de hombros y empieza a salir corriendo, dirigiéndome antes estas palabras:
-Eso lo hablaremos mejor en otro lugar, no querrás que te pille el dueño…
Y como si fuera algo que pudiera prever, un señor bastante consistente con las alpargatas de andar por casa y un camisón con los botones algo forzados por esa gran barriga sale por la puerta y al vernos comienza a dar el grito al cielo, furioso por esas intrusas que han perturbado su morada. La misteriosa jovencita me dirige un guiño y comienza a llevarme por una serie de callejuelas sin sentido donde no hay gente. Parece que sabe con anterioridad por donde va a aparecer cada alma y las evita, lo que no sé si debería fascinarme o crear aún más desconfianza en mí, pero desde luego potencia el interés hacia el misterioso ser que de repente parece ayudarme… Eso, o conducirme a la boca del lobo, y esta segunda opción tiene todas las de ganar.
Finalmente, tras haber dejado atrás a ese ogro salido de las cavernas, y con él la posibilidad de seguir mi entrenamiento tranquilamente, llegamos a otro tejado. A diferencia de que este es plano, y aunque si se puede oír el ruido de nuestros pies, pasará mucho más desapercibido que en otras partes. Antes de nada, al ver que mis botas y mis pasos son demasiado fuertes, se gira exasperada hacia mí y suspira de nuevo.
-Mira que seas una ninja, y no parezcas de la primerizas, y tengas que estar haciendo ese ruido allá por donde pasas… ¿Nadie te enseñó el sigilo ninja? Además parecía costarte bastante. Es más sencillo de lo que crees. Mira.
Dejándome clara su propia condición como kunoichi, comunica sus palabras, e instantes después parece que aplica una capa de chakra a sus pies y comienza a deslizarse a unos centímetros del suelo, los suficientes para que no cause daño.
-Claro que debes estar concentrada. Que pensamientos negros nublen tu mente no servirá de nada.
Se acerca hacia a mí, aún con esa habilidad de sus pies, y me aparto ligeramente cuando noto el tacto de sus manos por detrás de mi cintura. Ante ello me susurra que me tranquilice, ¿pero cómo confiar en esa desconocida? A pesar de todo algo me dice que no debo preocuparme, y sin hacer mucho caso a eso la voy escuchando, aún atenta a cualquier movimiento que pueda delatarla. Si es cierto que esto pueda costarme más de lo que debiera, lo que tardar en el aprendizaje de una habilidad me es cuanto menos agradable. Lentamente ella va pronunciando palabras que me calman, idealizándome un paisaje, y comparando sus elementos con la fluidez de mi propia energía. Para contemplarlo mejor he cerrado los ojos y veo los árboles, que dejan mecer sus hojas al antojo de la suave brisa que susurra las palabras que ella me cuenta; un río que deja caer sus aguas para que cualquier animal abastezca su sed hasta quedar saciada; la suave melodía de unos pájaros que entonan su felicidad al sol del amanecer, y en el centro de todo ello, estoy yo. E igual que el paraíso se complementa de forma perfecta mi chakra comienza a compenetrarse mejor y dejarse amaestrar por mí, hasta ser conducido a mis pies. Ahora el lago se ha vuelto de hielo y yo puedo caminar por él, con suaves pasos, deslizándome perfectamente sobre esa superficie lisa y cristalina. Sin que nadie pueda romperlo sigo, y sigo, hasta abrir los ojos y ver como patino por el suelo de igual manera que lo he hecho en mi imaginación. Y la extraña me mira encogida de brazos, gesto que solo quita para aplaudir una vez mientras yo la sonrío agradecida. En el fondo esa pequeña intuición femenina que nunca me ha fallado me demuestra una vez más que tiene razón, pero ahora, me dice que lo que tengo que hacer es huir de allí tan rápido como pueda o acabaré metida en un buen lío. Pero todavía me quedan cosas por hacer, y a pesar de saber que juego con fuego y no debo, continuaré con ella un rato más.
-Gracias, emm…
-Yuuki.
-Gracias, Yuki.
-Eso no paga mis servicios. Pero todavía no han terminado, ¿no querías saber de tu ropa? Sería bueno que me siguieras.
Tentando de nuevo a la suerte y contra mi sentido común seguí tras la lánguida silueta de colores azules apagados hasta que me llevó sobre otro nuevo lugar, y al pararse, me miró y se sentó, haciendo un gesto con las manos de que guardara silencio.
-Aquí dentro, están tus cosas, activa el Byakugan y lo verás. Pero yo no puedo entrar ahí, me reconocerán, así que debes seguir con eso y continuar la pista. No te será muy difícil, solo debes entrar ahí.
Como me indica, pero sin fiarme ni un pelo, pues mis ojos solo sirven para otros si son activados, hago un sello con una mano y las venas de alrededor de mi mirada se hacen más notables mientras yo veo todo lo que quiero en 50 metros a la redonda. Efectivamente, comienzo a hurgar dentro de la casa que tengo a mis pies, sin moverme del sitio, y visualizo mis ropas. Están por debajo de una ventana, en un mueble que se encuentra al lado de una cama. No puedo ver quién o qué hay ahí, pero sí veo la red de chakra de su cuerpo, o parte de ella, lo que me hace pensar que seguramente me esperan o algo por el estilo, y no debo caer en la trampa. La niña que se había presentado como Yuuki intentaba mantener su rostro impasible, pero notaba que esperaba impaciente que me aventurara en aquella trampa. Lo que debía hacer tampoco era desvelar ya sus planes, que aunque no sabía cuáles eran podía hacerme una ligera idea, y no pintaba nada bien. Si dejaba claro que ya descubría más o menos el cebo que me han puesto seguramente podría atacarme y sería peor, por lo que en vez de eso decido divertirme un rato, y saco el hilo ninja que tengo a mi espalda con los inquisitivos ojos de Yuuki clavados en mí, atenta a cualquier acción que haga. Oh, pequeña, creo que no eres la única que está vigilando a alguien. En el fondo la casa es una trampa perfecta, trampa perfecta para alguien a quién han robado la ropa y ahora se pasea medio desnuda por las calles intentando recuperarlas. En cualquier caso, es hora de poner a prueba mi ingenio y mi hilo ninja. Saco la bobina de 20 metros, que me dará de sobra, y lo desenredo hasta coger uno de los extremos en mi mano. Mi control de chakra no va mal debido a los distintos entrenamientos que he hecho para ello, aunque últimamente me centro más en la fuerza y la velocidad, lo que no quita que se me dé bien. Tras un par de intentos, que se deben a que nunca lo he transferido por un material como este, mientras Yuuki mira sin saber bien qué hacer o decir, logro infundir el hilo de chakra y el extremo contrario empieza a moverse a mi antojo, con las semejanzas de una serpiente escuchando una melodía entonada por su amaestrador. Se desliza con suavidad hasta coger la chaqueta negra y larga, y la subo despacio hasta mí, pronto ya tengo la primera prenda. Después repito la operación, y esta vez atrapa la ropa interior que sigue intacta. Con esto valdrá.
Yuuki me mira con la boca entreabierta y gesto frustrado, mientras yo me coloco mi ropa hasta terminar de vestirme. Parece que no está muy acostumbrada a no salirse con la suya y el tiro le ha salido por la culata, pues he burlado sus intentos de atrapar a esta Hyuuga.
-Gracias –susurro- Y recuerda… ¡Las chicas son guerreras!
He entonado esto algo más fuerte y seguidamente he comenzado a correr, sabiendo que la chica me seguiría, y debe ser bastante obvia porque desde luego es lo que pretende hacer y con el Byakugan aún activado veo que va por detrás de mí, siendo yo su guía esta vez. Debemos de tener una velocidad semejante porque me está pisando los talones, pero espero que la pequeña ventaja que la he llevado al salir corriendo sea suficiente para que no me atrape, al menos de momento.
Cuando me quiero dar cuenta veo el flujo de chakra a mi alrededor, y es cuando me doy cuenta de que ha expandido, o está expandiendo mejor dicho, su energía, de forma que sé que debe ser una genjutser intentando hacerme caer en una de sus ilusiones. No sé lo que pretende, pero esta es la última vez que pienso caer en su trampa. Sé que hay algo que puede liberarme, pero no sé el qué, y por más que intento buscar rápidamente en los recuerdos de mi mente estos están bloqueados. La voz femenina que se había quedado en estado latente hasta ahora suena en mi cabeza.
“El jutsu se llama Kanji, estúpida, sirve para liberarte de genjutsus. Mamá y Papá lo hacían y lo demostraban porque era muy fácil…”
No entiendo lo que dice, ¿mamá y papá? Querrá decir MIS padres, ¿y cómo sabe ella eso? Pero en este momento ambas notamos como nuestra propia supervivencia puede depender de actuar con rápidez, por lo que pasa las imágenes en mi mente de cómo se efectúa y que hay que decir para que no tarde más en hacer mi propio contraataque. Hago un sello con ambas manos a la vez que se escapa de mis labios la palabra “Kanji”, y quizás sea lo tensa que es la situación o que es una técnica bastante fácil de aprender, pero por alguna razón funciona a la primera. Un instante tarda mi cerebro en desconectar para hacerme la liberación del genjutsu, y los momentos que pierde Yuuki en reaccionar para saber qué es lo que ha pasado yo los uso para correr tan rápido como mi cuerpo me lo permite y desaparecer en la oscuridad de las calles. Con una sonrisa triunfante me dirijo hacia mi casa, casi sin pensarlo o darle vueltas, es como si mis piernas me guiaran hacia allí, quizás hace tiempo que esté deseando ir, pero no haya parado de negármelo a mí misma. Necesito respuestas sobre ese `pasado que llevo tanto tiempo enterrando, es momento de reconstruir los pedazos rotos y encajar las piezas de este rompecabezas incompleto. Hoy ha sido un día donde he recordado bastantes cosas, y me ha gustado. A la edad de siete años le solía preguntar a mi padre sentada entre sus piernas, claro que ahora va a ser distinto, no tengo nadie que pueda responder los interrogantes de mi mente, debo hacer esto sola, aunque cada vez es algo que veo menos un signo de desamparo y lo voy convirtiendo en una muestra de madurez.
Finalmente estoy delante de la puerta de casa, con cosas que resolver y sin saber como empezar, mientras la voz femenina suena en mi mente, y pronuncia un claro
“Tú no sabes nada”
Que hace que las cosas me den vueltas hasta que las preguntas que tengo se hacen cada vez mayores y lo que antes tenía sentido se vuelve cada vez más difícil de entender. Me pregunto si alguien habrá hecho algo desde que me fui, o me habrá buscado, pero parece que todo sigue igual que siempre. No sé si estoy plenamente preparada, pero, ¿a qué más debo esperar? Los recuerdos del pasado siempre vuelven de ese mar tenebroso donde intentamos lanzarlos, y esta vez soy yo la que busca enfrentarse cara a cara con todos ellos para que no vuelvan a molestarme. ¿Pero hallaré ahí dentro todas las respuestas que necesito? ¿Conseguiré calmarme y volver al presente sin dejar la vista atrás? Mi padre solía decir, que cuando un guerrero cruza el umbral hacia la luz, lo hace luchando contra su propia sombra, contra su ego y su antagonismo. Yo también debo ser valiente para que estén orgullosos de mí y no les decepcione, para que al fin sepa cómo continuar con mi vida sin ningún impedimento de por medio. Aún es más tarde y la actividad decrece, y en el caso de que haya alguien que está viendo esto, lo más probable es que crea que la niña que ahora mismo rompe una ventana para internarse en una casa abandonada desde hace más de siete años es un producto de su mente borracha y no algo real. Más aún teniendo en cuenta que esta mocosa huyó con la edad de diez años hacia una villa mucho más lejana de aquí y para los demás debió perderse completamente su paradero.
Pero así es… Por muy raro y delirante que parezca (aunque pocas cosas no se ven aquí) yo soy esa niña.
Cuando logro meterme y entrar dentro hago un jutsu para que una pequeña llama de fuego se mueva a mi son, guiada por mis propios pasos y a mi voluntad, haciendo que continúe su recorrido hasta acabar prendiendo en una vela de la estancia y alumbrando un poco esta. A esta iluminación la siguen varias más, ya que la electricidad hace tiempo que fue cortada y por más que pulso el interruptor las lámparas no se encienden. La visibilidad es bastante buena, camino lentamente iluminada por la tenue luz de las velas, con los pasos entre el silencio de todas estas paredes. Llego hasta el salón, y miro el armario donde me escondí. De forma muda me meto dentro y desde su interior observo el suelo, que aunque no tiene las manchas de sangre, se nota una capa algo gastada, como si alguien hubiera intentado quitarla. Justo ahí mataban a mi padre mientras yo observaba desde la seguridad de este mueble.
Aunque es un suceso de lo más traumático, no derramo ni una lágrima, lo que me hace sentir un verdadero monstruo. En cambio, la voz de mi cabeza parece sollozar en silencio, y noto los sentimientos duros que mi propio corazón no me muestra. Casi sin darme cuenta la doy el poder de mi cuerpo, o parte de él, pues no desea salir aunque está atenta a cada paso que doy o movimiento que hago y me va dirigiendo a los lugares que ella desea. Toco las mesas llenas de polvo y dejo la marca de mis dedos, recorro incansable la estantería y los adornitos que ahí están, escucho como los cristales sobrantes de mi entrada al hogar se desquebrajan bajo mis pies y finalmente, después de recorrerme toda la planta de abajo, mis manos se posan sobre la barandilla de las escaleras que llevan arriba. Allí se encuentran las habitaciones y sé que es una parte importante y demasiado íntima. Sin entender por qué me siento una ladrona de recuerdos, pero a pesar de ello continúo. Un escalón, y otro… Solo miro mis pies, y a lo tonto he llegado hasta el final de la escalera. Primero me dirigen hacia la izquierda, donde estará mi habitación, la segunda puerta pues la primera es un baño. Al entrar, me sorprendo, está todo igual… Aunque ya no sé quien de las dos siente todo esto, pues dudo que yo sea a la que pertenece la oleada de sentimientos que está inundando mi cuerpo en estos momentos. Mi cama parece la de una princesa, con un velo morado por encima que cae por todos los flancos del mueble. La manta tiene unas haditas muy graciosas dibujadas, cada una de una forma, y está totalmente hecha. Encima de ella hay dos cojines a conjunto con el edredón y un peluche de un lobo que me mira con ojos de color celeste invitándome a sentarme. Me acomodo en el colchón y sonrío mirando la estancia, que es exactamente la habitación de una niña de 10 años a la que le gustan los cuentos y los animales. Recojo algunos libros y los leo despacio, para después coger los favoritos y meterlos en la mochila. Uno de ellos tiene el nombre de “El principito” y con cada página que abres se despliega una imagen que tiene que ver con el contenido de la página. Otro, por ejemplo, es “El soldadito de plomo” y tiene dibujos que yo misma hice en su momento. Mientras que el tercero obtiene el título de “Yamina” y trata de una niña de lugares remotos que es salvada por una manada de elefantes, unos enooormes animales grises de la sabana. Así vamos mirando las cosas que hay, guardando algunas, ojeando otras, pasando páginas, mirando fotos y echando a su vez ciertas imágenes entre las hojas de los cuentos, sin querer desprenderme de todas ellas. Una cajita gris con una pegatina de un perro algodonoso de color canela llama mi atención, y con infinito cuidado la cojo apretándola firmemente entre mis manos, sabiendo aún sin ver su contenido que es muy especial. Me siento de nuevo sobre la cama y abro con cuidado la cerradura de metal, dejando a la vista cada uno de los tesoros que esconde. Mis tesoros: un collar con una piedra rosa, que determino como el mineral de cuarzo, una roca con forma de corazón, una felicitación de mi octavo cumpleaños, la carta de la única amiga que tuve, alguna concha recogida en el mar, una margarita secada en un libro y, finalmente, una cajita de música. De uno de mis cajones recojo la libreta de sueños de mi madre, y sin querer leerla todavía, pues creo que este no es el lugar, la cojo y dejo al igual que mis tesoros sobre la cama, mientras me siento en el suelo, esperando lo que la voz femenina pretenda decirme. Del mismo modo que antes me indicó los jutsus necesarios para salir de un genjutsu, esta vez parece querer que aprenda uno que conozco de antes porque no es la primera vez que le hecho el ojo. Se trata de crear un falso paisaje para distraer al enemigo, me pregunto qué querrá que haga con esta técnica. Como en el campo de los genjutsus soy una novata, a pesar de que he entrenado inteligencia y no la tengo demasiado atrás, me cuesta bastante poder moldear mi chakra y expandirlo hasta comenzar a crear una ilusión. Los sellos son bastante fáciles, y lentamente, con movimientos algo torpes, voy aprendiendo a utilizarla hasta crear un propio genjutsu a mi alrededor. Como he dejado que la voz haga lo que quiera es ella misma la que empieza a darle forma hasta mostrarme una habitación. Está iluminada por una luz que procede del salón, y parece ser de algo así como una chimenea, porque veo reflejadas las llamas en el pequeño hueco que queda en la pared. En mi mente suenan unas voces, suaves, que parecen alegres. Risas. Me resultan familiares, y nunca mejor dicho, pues me hace saber que son de mis padres y la mía propia. Estoy sola en la habitación y solo se les escucha a ellos, pero no me siento mal, todo lo contrario, estoy envuelta en una extraña calidez que me hace sentir misteriosamente bien. Cuando esta imagen termina aparece otra escena, donde estoy escondida, y en mi mente escucho a esas voces discutir mientras distingo las figuras de mis padres, y algunos murmullos llegan a mí.
“… Se está descontrolando… ¿Ir bien…? ¡No has visto lo que ha pasado! […] Ya lo sé… Pero debemos hacer algo… No está bien…”
La voz de mi madre suena en mi mente hasta que esta se ve cortada por una entrecortada respiración que procede de mí, y al darse ellos cuenta se dirigen al armario donde me miran con gesto enfadado por haber estado escuchando lo que no debía. Yo en verdad no sé lo que he hecho, ¿acaso me porté mal? ¿Qué está pasando aquí? Antes de que pueda hacer ninguna cavilación ya se ha terminado esta imagen por cortesía de la querida voz femenina, que cada vez entiendo peor. Siempre había pensado que sería una especie de mente demente que solo pensaba en hacer cosas mal pensadas con la gente a la que conocía o que veía por allí, incluso con la que luchaba, parece que nunca llegaré a entenderla. En cualquier caso son cosas que creo que debería saber e ir meditando en otro momento. Ahora lo que quiero es aprender otra técnica antes de tener que enfrentarme a la habitación de mis padres. Vale, sí, lo que quiero es ganar un poco de tiempo porque estoy aterrada, pero es comprensible. Hace 10 años que no vengo aquí y estoy descubriendo mucho, incluso demasiado.
Como ya he hecho un Genjutsu y no se me ha dado tan mal como esperaba, decido practicar de nuevo con una técnica del mismo calibre, pero más básica que la anterior. Esta es usada hasta por las personas más novatas y menos dotadas en los genjutsus, seguro que hasta Shika podría aprenderla. Trata de hacer una ilusión que haga creer al enemigo que está atado con unas resistentes cuerdas, lo que debería inmovilizarle lo suficiente para actuar. Suspiro fuerte y empiezo a practicarla, doy por hecho que si mi control sobre el chakra no fuera suficiente ahora mismo no podría hacer esto ni aunque quisiera, solo hay que ver lo costoso que me era aprender antes y lo mucho que me enfadaba conmigo misma. Ahora ya no lo hago tanto, tal vez porque haya dejado de ser tan dura, o porque no he subido mis expectativas si no que sigo con las anteriores, aunque lo más probable es que al llevar todo el día entrenando esté tan cansada que no tenga tiempo ni para discutirme.
Lo primero recuerdo el sello, que es con ambas manos, y lo realizo dos veces hasta ejecutarlo con éxito. Tras ello estoy concentrada en hacer que mi chakra se expanda y llegue hasta la barra de mi cama, que será usada como si fuera un peligroso enemigo. Las cuerdas que deberían ser resistentes al principio no sirven casi, son un fino hilo algo deshilachado que se desvanece casi inmediatamente. Suspiro ante mi frustrada creación y me siento en el suelo, acomodándome para estar más tranquila. Pienso brevemente en las cosas que me dijo Yuuki y voy recordándolas para que me ayuden como la otra vez, lo que surte bastante efecto, hago el sello y esta vez las cuerdas son mucho más firmes, pero se desvanecen rápido en cuanto escucho un ruido en la planta de abajo, el mismo que yo hacía cuando pisaba los cristales. Debe de ser un intruso. Escondo la parte inferior de mi rostro con la bufanda y uso el sigilo ninja para bajar sin hacer ruido. Lo descubro frente la encimera, cotilleando algunos objetos, con un compañero asomado a la ventana por detrás. Solo son unos criajos, y miran entretenidos mientras murmuran algo de la casa de los Hyuuga y un reto, y algo del Byakugan también. Sea un crío o no, aquí no son bienvenidos, así que con el jutsu que me han obligado a parar yo lo realizo y en un abrir y cerrar de ojos el niño que miraba la estantería está retorcido en el suelo, gritando que no se puede mover y pidiendo ayuda. A los ojos de los demás se ha vuelto loco y salen corriendo antes de que también pueda pasarles algo a ellos. No tengo ganas de pelear, por lo que simplemente advierto al niño y le enseño mi más sincera sonrisa sádica, producida gracias al efecto del Yonbi, que hace que salga corriendo de allí con el rabo entre las piernas en cuanto mi técnica se desvanece. De nuevo sonrío triunfante, pensando en lo fácil que ha sido, pero en vez de dejarlo así pienso en algo más que hacer antes de terminar mi ronda nocturna por los recuerdos del pasado. Rememoro el pensamiento anterior que tuve sobre el control de chakra y recuerdo la habilidad de los golpes dirigidos de chakra. Esta sí que es una técnica sencillo, pues tienes que infundir las manos de energía y es algo que hago constantemente al realizar mis técnicas, sobre todo los golpes suaves que tan útiles me han sido en numerosas situaciones. Me solían decir que de pequeña me caía muchas veces porque era algo patosa con los pies, y siempre estaba con alguna herida en las rodillas, o me hacía daño en las muñecas al parar el golpe. Ya no es algo que me suceda tan a menudo, a pesar de seguir teniendo las muñecas destrozadas por las técnicas, pero no creo que venga mal aprenderlo de todos modos pues me puede ser de utilidad en otras circunstancias y me puedo arrepentir de no saberla.
Para empezar, concentro el chakra en mis manos con facilidad, y me dejo caer al suelo para parar el golpe… Sin resultado alguno, ¡qué dolor! Parece que ha fallado algo, yo también es que soy un tanto precipitada a veces, incluso se me ha clavado un cristalito en la palma de la mano que duele mucho… Me lo quito y me limpio un poco restregando la sangre en un viejo trapo que hay en uno de los cajones de la cocina. Parece que me he confiado demasiado y esto no era tan sencillo como pensaba… Será que no vale solo con dirigir el golpe, sino que además tengo que lanzarlo. Eso es algo un poco más complicado, aunque si he expandido mi chakra debería poder hacerlo de igual manera, pues en el fondo no es tan diferente. Practico un par de veces con torpes resultados, mayormente a la hora de lanzarlo de forma precisa, que se hace más complicado aún y al principio van a donde les viene en gana. Tras otros intentos consigo dirigirlos y llego a la conclusión de que no dañan, pues las superficies en donde impactan no sufren ningún deterioro.
Con algo de miedo aplico el chakra de nuevo y me dejo caer otra vez, con las manos por delante, pero antes de impactar lanzo el pequeño golpe de chakra y me libra del porrazo contra el suelo. Quien diga ahora que no soy una buena ninja, miente, pues he hecho un entrenamiento bastante completo, aunque estoy realmente agotada por todo esto…
Subo al piso de arriba y recojo de mi habitación la caja de música, la libreta de sueños, guardo mis tesoros en la mochila y también me hago con esta, hasta llevar todo a la habitación de mis padres, donde acaba en el suelo. Cotilleo algunos cajones, mirando ciertas fotos y sonriendo con añoranza. En una estoy pataleando en el suelo porque mi madre quiso ponerme una flor para que saliera preciosa y yo me negaba a ello, pude tirarme horas berreando mientras ellos se reían por mi tonta actuación. Hay una en la que soy un bebé de un año, quizás, y estoy sentada en el sofá con mi madre, ella me mira con infinito amor a la vez que yo contemplo ese aparato al que llaman cámara. Hay otra en la que los tres sonreímos y miramos al pajarito, y en otra imagen que me llama la atención, debo tener ya tres años, y duermo en esta cama con mi madre, que tiene mucho peor aspecto que en todas las anteriores, pero por el brazo que pasa en forma protectora encima de mí parece feliz de tenerme a su lado. No he podido contener las lágrimas y estoy llorando encima de la cama entre todas las fotografías, casi había olvidado su sonrisa de felicidad, sus ojos llenos de amor, su gesto protector cuando me tenían cerca… Pero por fin estoy en casa, y siento que ellos están al fin a mi lado, que estamos juntos…
Cojo la cajita de música y empiezo a tocarla, despacio, para que las notas salgan dulcemente. La canción del cascanueces resuena por la habitación y un vals se forma en mi interior, con vestidos de gala y todo lleno de colores preciosos, a la vez que tanto yo como la voz femenina nos vamos calmando. Cierro los ojos, y los veo, están conmigo, dicen que velarán mis sueños esta noche.
Papá, Mamá, estoy cansada… Quedaos a mi lado… Una vez más… Una noche más…
No sé que debo hacer para encontrar la salida de todo este desconcierto, pero tengo claro que debo estar sola... Para nunca más sentirme así. Necesito algún refugio, para mi propia protección, estando conmigo misma... Y entonces vendrán la claridad, la paz, la serenidad. Recorrer el camino sola dando pasos de bebé, hasta ser adulta.
Tengo personas que me importa y han formado las tablas de donde me encuentro, pero no deseo seguir así, no ahora, pues siento que lentamente me pierdo, no estoy segura de lo que soy y olvido lo que fui; es algo que no debo permitir. No tiene que ver con ellos, es personal.
Si termino con todo esto tal vez después no quede nada, se extinga la la persona amable de antes y sea sustituida por una mente sádica y demente. Mis padres fueron una pieza esencial en mi infancia, que aún se niega a irse y aparece a veces en mi mente, ayudándome incluso con los entrenamientos. Verdaderamente no los recuerdo... Cada vez resulta más costoso hundirse en el pasado, cosa que antes odiaba, pero ahora daría lo que fuera por saber si era real o imaginaciones de mi mente por protegerme de la realidad.
Las nanas de mi madre para calmarme, los abrazos cálidos, besos de buenas noches, paseos por el parque... ¿Es todo verdad o parte de un pasado idealista creado por mí misma?
La sangre kiriana corre por mis venas, y esa villa siempre ha sido conocida por su sadismo y peligrosidad, siendo un lugar que guarda gente amante de la sangre y hacer sufrir, sin piedad. Creo que pocos tienen un historial limpio, lo que me hace preguntarme si alguna vez llegué a encajar allí. Y de mi familia... Solo he conocido a mis progenitores, que solían mostrarse reacios a hablar del resto y desechaban mis preguntas con respuestas cortas y poco elaboradas. Respecto a ellos, tal vez tuvieron una doble vida, o lo que a mí me parece eso pues dentro de casa eran buenos pero fuera sé que trabajaban para la villa. Seguramente fueron ninjas de sangre fría que matarían si era necesario a quien se interpusiera en su camino o violase sus propósitos. Lo veo razonable, aunque la visión de otros a sus manos hace que un escalofrío recorra mi espalda y me apretuje aún más sobre mí misma. Se nota que yo soy su hija, pues yo también defenderé lo que es mío y lo que me importa.
Hace un buen rato que la tenue luz de la lámpara alumbra esta habitación, que dependiendo del momento me resulta agradable o una completa desconocida. Tengo ante mí una hoja de papel, aún en blanco, con un bolígrafo de tinta negra entre los dedos de mi mano derecha. He leído mil veces la carta que me envió Shika, pero aún no sé como empezar la respuesta. Estoy muy preocupada, pues no quiero que nada la ocurra, pero a su vez confío en que se las arregle bien.
Al final poco a poco las palabras salen de mi corazón y voy re produciéndolas en la hoja, procurando hacer una letra bonita y fácil de entender, pues mi amiga nunca había destacado por ser demasiado lista ni tuvo una gran facilidad para leer. Intentaba ponerle las cosas más sencillas.
Querida Shika,
Hemos pasado muchas cosas juntas, quién diría que acabaríamos así desde aquel día en las montañas. Ahora no quiero seguir si no estás, pero me dices esto y la preocupación me abruma. A pesar de ello, me has demostrado que eres fuerte, te he visto madurar y rectificar de tus errores, eres mi amiga y apoyaré tus decisiones.
Te desearía suerte, pero no la necesitas, solo tienes que creer en ti.
Pase lo que pase, decidas lo que decidas, acuerdate de que aquí siempre tendrás una amiga.
Te quiere y te extraña,
Sonzu.
Una pequeña lágrima cae rodando por mi mejilla, pero no es de tristeza, si no de alegría, porque he estado recordando cada segundo a su lado y de verdad que quiero a esa pelirrosa que cada día me saca una sonrisa.
Al terminar y meterla en el sobre añado un pétalo de rosa, blanco y puro como las mismísimas estrellas que alumbran esta noche, la flor es del jardín de la mansión. Lo he secado y ahora está completo, cuando cierro el contenido pongo un sello que tiene plasmado una mariposa. Me encantas las mariposas, cuando era pequeña vi una enorme. ¡He leído que la gente incluso las confunde con pájaros! O eso leí, y que al dispararlas estaban en peligro de extinción.
Esta se posaba en el suelo, con las alas abiertas, era preciosa... Pero nadie me creyó, porque cuando fui a decírselo y ellos vinieron al lugar donde la ví ya se había ido. Yo estoy segura de lo que vi, y es algo que no olvidaré jamás, aunque no he vuelto a encontrarme una.
La de este sello es del mismo color, un azul brillante, cuando vea a Shika le contare la historia para que sepa por qué se la he puesto.
Dejo la carta de Shika a un lado de la mesa y cojo otra hoja, doblándola por la mitad. En una de las caras pongo el nombre Viral con letras cuidadas, y paso a escribir en el interior, sin saber muy bien como decirle todo de forma breve.
Me voy a Kirigakure. No por un largo tiempo, intentaré que sea una semana, te prometo que volveré, solo necesito un pequeño viaje por mis orígenes para despejar mi mente y revitalizar mi cuerpo.
Algún día te hablaré sobre mi pasado. Algún día te contaré aquello que nadie sabe.
Hasta entonces, te acompañará mi amor.
Siempre tuya,
Sonzu.
Sonzu.
A él no le he puesto ningún sello de mariposa, ni un pétalo de rosa blanco, pero cuando bajase al salón le pondría una de mis muffins con pepitas de chocolate mientras que yo misma me llevaría el resto, solo por si acaso.
En Konoha sigue haciendo calor, a pesar de la estación, pero sé que en Kiri es distinto, debo llevarme algo de abrigo. Como seguramente el primer día de viaje me acompañará este clima viajaré de noche, así me podré olvidar del bochorno, esta misma noche. Me pongo una camiseta de color morado claro y manga corta, con unos pantalones negros también cortos, y unas sandalias ninjas del mismo color algo gastadas, que se sustituirán por unas botas en cuanto pueda. En mi mochila guardo las susodichas botas y una chaqueta de manga larga con botones a un lado, que cae por encima de las rodillas, ambas de color carbón. Llevo además dentro el antiguo bote de perfume, con una sustancia distinta; una cantimplora llena de agua y de gran tamaño que tendré que dosificar me, el kunai en el bolsillo y el hilo ninja guardado también. Lo compré hace poco en la tienda de armas, junto a unos shurikens, auq aunque aún no he aprendido a usar ninguna de las dos cosas sé que me acabarán siendo útiles. Este será un viaje provechoso, no puedo permitirme perder el tiempo, ni siquiera en el trayecto hasta llegar a Kirigakure. Meto algunos víveres más y salgo de la habitación cerrando la puerta despacio, para no hacer ruido, con las cartas en la mano y la mochila a la espalda. Miro a la derecha, donde se encuentra el cuarto de Viral, y sonrío con cierta tristeza... Aunque sea poco tiempo le echaré de menos. Me tienta ir y despedirlo aunque sea con un beso, decirle todo en persona, pero nunca me gustaron las despedidas, es mejor así.
En la encimera de la cocina dejo su carta, besándola con dulzura, y pongo al lado uno de los bollitos, llevándome yo los demás. Abandono la casa sin echar la vista atrás, no tardaré mucho, ni que tuviera que montar ningún drama.
Antes de salir de onoha dejo la carta en el mismo lugar que la vez anterior, sabiendo que no tardará demasiado en mandarse... Con suerte llegará a sus manos antes de que se vaya.
No tengo problemas en atravesar las puertas, ya estoy fuera, ante lo que me supone una nueva aventura. Alzo las manos al cielo y lanzo un grito de libertad, empezando a correr, con mi pelo ondeando en el viento a la vez de la bufanda que llevo en el cuello, la misma que me dio él el dia que nos conocimos en aquellas Montañas.
Las estrellas brillan como resplandecientes puntos en el firmamento, con la luna con la misma forma de una sonrisa... Sonrisa que, en este mismo instante, parece que va dirigida a mi.
Así voy pasando el terreno, de estar lleno de árboles y vegetación a ser cada vez más inhóspito. La temperatura va disminuyendo, y al segundo día tiro mis sandalias y me pongo las botas negras, que me llegan justo por debajo de las rodillas. Entre tanto he ido practicando con los shurikens, cuando he parado a comer y recoger algunos frutos. Encontré un manzano de frutas bien jugosas... Ahora cada vez es más difícil hallar cosas así.
En el día número tres ya aparece una niebla, no demasiado densa, pero se nota que mi destino está cada vez más cerca. De la mochila, cada vez más vacía, saco la chaqueta y me la pongo.
De esta manera cumplo mis expectativas con tres días de viaje, llegando a la villa oculta de la niebla con unas botas por debajo de las rodillas, la chaqueta negra con botones al lado y tacto parecido al terciopelo que llega hasta la mitad de mis muslos, la bufanda hasta mis labios, por debajo de la nariz, el pelo suelto que se mueve al son de la suave brisa y un flequillo recto con dos mechones más largos a ambos lados tapándome la frente.
Todo de color negro, porque la falta de Sol hace que no se me vean los reflejos azulados en el cabello. Mis ojos rompen el monótono color con su blanco perlado.
No tengo que parecer el ninja más inofensivo y amable... Perfecto, ya tengo el aspecto de una kunoichi de Kirigakure.
Aunque en mi brazo derecho llevo la bandana de Konoha que yo me he encargado de conseguir, a pesar de que esta sea la primera vez que me la he puesto para salir.
Entro por la puerta dejando todo mi presente atrás, para hundirme en el pasado.
El nombre de la villa le viene como anillo al dedo, pues la niebla que me acompañó el ultimo día ahora es mucho mas densa y notable Recuerdo muchas cosas, las calles, las casas, aunque huyo de mi antiguo hogar por miedo a lo que me encuentre, aún no estoy preparada. Nunca he tenido unas grandes amistades aquí, pero reconozco algunas gentes y quizás alguien también llegue a recordarme, pues me encuentro con alguna mirada sorprendida o algún que otro cotilleo. He llegado a horas tempranas y hay una actividad normal.
Cerca hay una especie de restaurante, más parecido a un puestecito, y me acerco a comer algo después de estas tres jornadas alimentándome a base de fruta y algún bollo. Desde aproximadamente la mitad del segundo día dejé de encontrar árboles frutales o arándanos y moras que habían compuesto la base principal del agua que necesitaba, por ello la cantimplora se vació rápida pero periódicamente debido a mi administración desde entonces. Ahora estoy sedienta.
A pesar de ello no bebo y como hasta saciarme, solo lo suficiente para engañar un poco a mi estómago y que se disuelva rápido, o de o contrario me encontraré cansada y no podré entrenar todo lo que necesito. Lo más probable es que aquí también tengan una sala de entrenamientos especialmente habilitada para ello, como está en las propias onoha e Iwagakure, pero no creo que sea el lugar donde más desapercibida vaya a pasar.
Mientras tomo mi sustento despacio, sabiendo que si no me controlo lo devoraré demasiado deprisa y me sentará mal, sentada en una solitaria mesa, barajo las distintas posibilidades. Es cuando me doy cuenta de que estoy algo desgastada respecto al mapa de la zona, quedan algunos caminos aún trazados en mi memoria, y con una servilleta del propio lugar más un bolígrafo que eche en mi mochila antes de venir trazo varios garabatos. No es nada demasiado claro, y debo asegurarme de que tomo e sendero indicado, así que cuando termino y me levanto voy a ver al camarero y le pregunto ciertas cosas. Un poco a regañadientes, echando la culpa de su comportamiento a la falta de personal, me indica como ir al Mar.
Allí no creo que moleste a nadie, y además tengo ganas de volver y contemplar las vistas. Si siempre me ha gustado explorar lugares nuevos, volver a otros es algo que también me llama la atención. Es como volver a tus sueños incompletos, estructurar los pensamientos y ver como han cambiado las cosas, además de rememorar situaciones que ocurrieron allí, es parte de la idea., quizás la que más me interesa.
Tengo que recorrer un buen trecho, pero al tener ganas e ilusión no noto las piernas cansadas. Camino con paso decidido, con una sonrisa en el rostro que, de quedar expuesta, habría quitado el aspecto poco amigable que tengo.
No tardo demasiado en llegar, y en un principio no veo a nadie, así que me quito la chaqueta, aguantando el frío y empiezo a calentar. Son movimientos sencillos y ejercicios que hago constantemente como preparación. Como la temperatura de la zona sigue siendo muy baja y hace poco sufrí una hipotermia (cosa que no quiero repetir) decido hacer un jutsu que aprendí anteriormente y calentar mi propio cuerpo. Ahora incluso tengo calor, por lo que cojo mis cosas y me dirijo a una zona más costera, donde rompan las olas del mar.
No es difícil de encontrar, y ese lugar también está vacío. Debe ser porque no es un sitio demasiado indicado para el baño debido a la fiereza de las aguas. Me pregunto cuántas muertes a gentes temerarias ha causado.
Al igual que me he quitado la chaqueta lentamente me deshago de las otras prendas. En un lado coloco las de vestir, menos botas y bufanda, que guardo en la mochila, hasta que quedo totalmente desuda.. No parece haber nadie, y en el caso de que sí esté mirando, pues me resulta un tanto irrelevante, que disfrute de las vistas. Lo que sí oculto es la mochila, que se camufla bastante bien en el terreno, y cuando he acabado voy directamente hacia el Mar. Los pies descalzos están en contacto con la arena, al principio me resulta un tacto curiosa la sensación, y muevo varias veces los dedos, balanceándome un poco sobre mí misma. Algo acude a mi mente entonces, un pequeño recuerdo. En él estoy sentada en la arena, entre las piernas de mi padre, mientras remuevo la arena con los dedos, y este me explica con una sonrisa que cuando era pequeña y mi madre aún estaba viva, me traían aquí y tenía que estar todo el rato en brazos o comenzaba a llorar, porque no me gustaba que esta arena me tocara los pies y comenzaba a patalear. Después de que lo vieran me ponían también en la toalla, pero berreaba de igual manera si me dejaban solas. Y él... Sonríe, ríe conmigo, hace mucho que no veía su sonrisa, ni recordaba los hoyuelos que se le formaban en el rostro al reír ni como se le achicaban los ojos.
Cuando el momento termina estoy mirando con los ojos humedecidos al suelo, al instante levanto la vista y miro a a un lado y a otro, buscando aquello que me ha mostrado mi memoria, pero solo encuentro soledad arrastrada por el viento. Me vuelvo a sentir desamparada y las piernas me flaquean, acabo sentada con mis piernas flexionadas hacia atrás, agarrando dos montones de arena con ambas manos, como si ello me pudiera devolver lo perdido. Me estoy mordiendo el labio inferiores en un vano esfuerzo por no llorar, ta fuerte que acabo haciéndome daño, a la vez que las lágrimas caen sin cesar sobre mi rostro y despegan de él para bañar el suelo.
Si lo que quiero es que mi corazón no se nuble por el vacío que a veces siento al mirar en mi interior así no voy a lograrlo, ahora está tan presente que incluso siento un agudo dolor en el pecho, pero contra ello acabo elevando la vista hasta que la brisa seca mis lágrimas; y después me levanto... Con pasos vacilantes voy hasta la orilla.
Entre la cortina de lágrimas que lentamente van desapareciendo veo como esas furiosas olas rompen ferozmente hasta acabar tan solo unos centímetros por delante de mis pies. Da la sensación de que me respetara, y permanezco así otro poco, sin contar minutos ni segundos y horas, ajena a todo lo demás. Paso a paso me adentro, muy lentamente, como si fuera un mudo baile en el que nada más tomara partido, y el respeto de antes se va perdiendo. Primero se convierte en una forma de decirme que me quede ahí mientras la arena y el agua se alían para ir hundiendo mis pies, mientras que algo más delante, se nota mayor fuerza y me arrastra un poco hacia su furia, como una silenciosa invitación a sus fauces, o quizás es más bien un reto para probar mi valentía que voy aceptando a la vez que me acerco. Veo la espuma que se forma al chocar, el mar revuelto, las incesantes olas, la fueria de este lugar. Una pregunta pasa fugazmente por mi cabeza, tal vez lo más sensato, pero e dejado atrás lo que tengo. Ya no están ni Viral ni Shika, Dártirus o Shichika, solo cariño inexistente, soledad presente, toda una vida perdida entre desgracias que no se merecen. Y si no salgo de esta, será porque nunca fui suficiente. Y si consigo sobrevivir, es que aún debo continuar.
Para que las olas no me arrastren las primeras veces y me devuelvan de donde he venido voy rápido y antes de que una rompa me he sumergido en el agua y evito su sacudida, sacando la cabeza después, pero volviendo a sumergirme y nadando mñas para no estar justo en el punto donde chocan contra el suelo. Me he raspado un poco contra el fondo al no tener suficiente espacio para maniobrar, pero debe de ser un terreno un tanto complicado, ya que inmediatamente después la profundidad se ha vuelto mayor y no toco pie. El corazón se me acelera pensando en las criaturas que podría haber y a las que yo serviría de alimento, pero el miedo no debe apoderarse de mí, y respiro profundamente para calmarme. Echo la vista atrás y me doy cuenta de que he avanzado bastante, ya que el mar me atrae hacia adentro, cosa que no me gusta un pelo. Al volver a mirar hacia delante un nuevo torrente de agua mayor que los anteriores se cierne sobre mi cabeza, esta vez sin que pueda evitarlo. La sacudida me hace chocar contra el fondo, me arrastra abajo mientras que yo lucho por llegar a la superficie. No me lleva hacia la orilla, si no que con nuevas olas me devuelvan adentro provocando a que aguante más embestidas, y me debato exhausta en coger algo de aire.
En una de las veces que solo soy un muñeco a manos del agua pienso que es el fin, pero nado con todas mis fuerzas para volver a la orilla, sumergiéndome para no ser presa de las olas, huyendo de la bravura de las aguas... Hasta que, sin saber muy bien como, acabo empapada sobre la arena, que se pega a mi mojada piel. Estoy boca arriba con los ojos abiertos, y puedo deducir por la poca claridad que ay que el sol ya se ha ocultado, o la mayor parte de él. Hay nubes y la niebla, como siempre, es muy espesa, lo que no me deja determinar con claridad cuanto tiempo llevo aquí. Tampoco tengo ningún otro instrumento para medirlo, así que simplemente, se ha hecho tarde. ¡Y aún no he aprendido ninguna técnica! Ese dato me hace levantarme estrepitosamente e ir hacia mi mochila, que ha sido tapada por la arena debido al constante viento. Aún no tengo frío y necesito que la arena se seque y despegue para ponerme ropa, por lo que no me pongo las prendas, ni siquiera les presto atención. Cerca hay un tronco tumbado, después de coger mis shurikens lo coloco de pie. La técnica ya la conozco, de hecho es por ella por la que adquirí estas armas. Debo de lanzar los al mismo tiempo para que surta efecto, lo que no debe resultar me difícil al haber estado practicando durante el viaje hasta Kirigakure. Pero eso no es todo, si no que además deben quedar ocultos gracias al primero, con un metro de distancia. De esta manera si mi objetivo esquivara el primero con facilidad, quedándose a unos metros de distancia, le daría uno de los shurikens ocultos. Tiene sus pegas pero puede serme muy útil si lo uso bien. Comienzo lanzándolos al tronco a la vez, intentando desviarlos, sin mucho éxito al principio pues requiere una buena precisión, aunque poco después el segundo shuriken ya queda oculto del ángulo de visión tras el primero. Solo queda que el tercero pase desapercibido, algo más complejo, pero que puedo acabar logrando. Pruebo un par de intentos más, en lo que a veces retrocedo en los pasos que he ido dando y otras estoy a punto de conseguirlo. No pensé que me fuera a resultar demasiado complicado, y la verdad es que dentro de lo que cabe tampoco tardo tanto, solo tengo que probar un par de veces más y lo acabo dominando. Así el primero se ve impactar contra el tronco, y los otros dos no quedan visibles hasta chocar contra el suelo. Recojo las armas hasta dejarlas a mis pies, a la derecha, y pienso en la siguiente técnica a practicar, la primera ha sido todo un éxito. He pasado de perder el tiempo en el agua, bueno no, miento, no lo he perdido, el haber salido de allí con vida y prácticamente ilesa me hace sentir realmente mejor… Pensé que no podría lograrlo sola, pero me niego a pedir ayuda a nadie en un camino que debo emprender en solitario.
Mmm… Sé de otra donde también podrían serme útiles mis nuevas adquisiciones, aunque a diferencia del común anterior esta es una Katon, lo que no me supone ningún inconveniente. Su dinámica se parece a la de la gran bola de fuego que aprendí a realizar antes de ir al examen chunnin, ahora mi control sobre las técnicas de mi elemento son bastante mayores. Por aquel entonces no tuve el cuidado necesario y me hice quemaduras en los dedos, después usé un ungüento que me ponía mi padre cuando teníamos problemas al usar el fuego. Es bastante efectivo, así las heridas desaparecen rápido, de lo contrario mi madre se enfadaba con nosotros, ella siempre se preocupó mucho por mí. No quería que nada malo me ocurriera, de hecho fue ella quien me regaló el gran peluche de unicornio rosa, para que estuviera acompañada en cualquier circunstancia. Ahora debe de estar en Iwagakure, con Shika, y mi amigo relleno de algodón y con tacto suave la cuidará también a ella.
Con los dedos índice y pulgar hago un anillo que coloco delante de mis labios e inmediatamente tuve que deshacerlo al darme cuenta de que necesito hacer un sello con ambas manos, y así no puedo. Acumulo chakra en mi interior y lo voy moldeando, después vuelvo a hacer el anillo, soplo por él y formo la primera bola. No tengo el resultado deseado, pero se dispara con rapidez de todos modos. De este modo voy practicando: pequeñas, grandes, solas, seguidas, rápidas o potentes… Hasta que domino la técnica y puedo lanzar varias a la vez que salen casi del mismo modo que las pompas de jabón, incluso escondo un shuriken dentro de una de ellas e impactan los dos a la vez.
Cuando es manejada perfectamente aún tengo otras en mente, me siento con fuerzas y ganas de aprender bastantes, sobre todo algunas comunes que me serán útiles, pero ahora tengo muy presentes a mis padres deseo que se sientan orgullosos de mí, aunque ya no estén presentes físicamente conmigo me gusta deleitarme con la idea de que me ven en algún lugar. Ambos querían ver como día a día me hacía más fuerte y aprendía a usar taijutsus y técnicas de mi clan con la ayuda del Byakugan. Lo primero que hago es activar esa vista prodigiosa que ellos me dieron y alcanzo el tronco situándome justo en frente suya. Si fuera un enemigo verdadero podría ver sus punto s de chakra, ya que tengo una gran capacidad para visualizar el flujo del cuerpo, y sería tan fácil como golpear doce puntos clave. La complicación de aquí es imaginárselo, lo que tampoco me resulta demasiado costoso, y ahora tan solo me queda lanzar la ráfaga de golpes con la mayor rapidez posible. Debo estar preparada para que mi cuerpo tenga una gran agilidad, y así es, tras un par de intentos consigo hacerlo correctamente. Tras esto el tronco ha quedado completamente destrozado debido a la fuerza de mis golpes, y yo ya he aprendido las técnicas más sencillas que hasta ahora puedo aprender sin que me cueste un gran esfuerzo. Últimamente creo que tengo que tener algo de cuidado con la fuerza que utilizo o acabaré haciendo verdadero daño… Me paso a veces sin quererlo, pues no lo controlo bien, y después me arrepiento de actuar de esa forma tan vehemente y defensiva que tengo en ocasiones.
Algunas de las técnicas de mi clan además de dañar quitan chakra, lo que es muy útil. Era de las cosas que más le gustaban a mi madre, debilitarle de vida y de chakra; mientras que por el contrario mi padre prefería hacer sus golpes más duros y usarlos por completo a quitar vida. No tengo del todo claro a quién me parezco más a la hora de combatir, supongo que es algo que se irá viendo en las distintas luchas.
El Yonbi, que hasta ahora se había callado, esperando a ver como reaccionaba y me entrenaba, ahora sonrió entre las rejas de mi mente. Creo que eso de las peleas y la sangre son sus mayores vicios, pero ya que estoy aquí para resolver cosas y volver a ser como antes, no me vendría mal hablar con él. Desactivo el Byakugan y me siento sobre la arena, poniéndome cómoda, aunque es algo que no saldrá de mi cabeza y por ello parece una actitud algo estúpida, pero bueno, si se puede estar confortable mientras hablo con una especie de demonio psicópata que me metieron dentro casi sin que aceptara ni me diera cuenta mientras me daba mi primer beso… Pues no le voy a decir que no al asunto. La verdad es que me pregunté cómo se podían sentir tantas cosas con un beso, cuando empecé a darme cuenta de lo ocurrido la cosa cambió y empecé a comprender lo que había pasado.
“Si no me equivoco, te gusta medir las fuerzas de tu enemigo, hace que rinda y así te divierte. Jugar con él hasta matarle, como hacen los gatos.”
La criatura se mantenía en silencio, intrigada ante mis repentinas palabras, asintiendo en algunos puntos y detallando otros. Ante su comparación con el animal felino rió suavemente, pues parecía que nunca lo había pensado.
“Eso está bien, pero todo tiene su límite. Te propongo algo, una cosa por la que ambos podemos salir ganando, has de prometerme que la cumplirás. Parece que permaneceros bastante tiempo juntos, no nos veo con intenciones de morir y deberíamos llevarnos bien. Me es indiferente ser cruel algunas veces, pero hay personas que me importan y a las que protejo. A ellas no las dañaremos, a no ser que te de permiso. Por lo demás, te daré lo que quieres.”
Intento ser lo más clara posible, matizando algunos puntos y añadiendo ciertas imágenes o escenas, para ser lo suficientemente concia. Noto como Son Goku barajea las distintas posibilidades en mi mente, y cuando llega a una conclusión expone sus pensamientos de forma que pueda leerlos con total facilidad.
“Pequeña, no me gusta estar encerrado, pero es necesario, y ya que estoy en esta situación supongo que será mejor si ambos somos razonables. Acepto tu trato, pero recuerda: Quiero sangre.”
La conversación no se alarga mucho más, yo he conseguido lo que quería, me he salido con la mía, y el demonio tendrá lo que más ansía. No me cuesta hacer un pequeño rasguño a mis víctimas para obtener su sangre, ni tampoco alargar algo el combate para que disfrute más. De hecho creo que hasta yo puedo acabar divirtiéndome.
Me levanto, sacudiendo un poco la arena que sigo teniendo, y recojo los shurikens que continúan en el suelo. Después los guardo en la mochila, y tras cerrar ese bolsillo abro otro distinto, más grande, y me pongo la bufanda al cuello, dándole varias vueltas. Hace rato que el jutsus que me daba calor se desactivó, ya noto el frío clima de aquí en ese oscuro Invierno y va siendo hora de que me vista. Me echo la mochila a un solo hombro, pues tendré que quitármela un poco más tarde, pero cuando voy en busca de mi ropa por más que miro no la encuentro. Estoy segura, no, segurísima, de que la había dejado aquí, y a pesar de ello no aparece.
Eso solo puede significar una cosa: me la han robado. Suspiro fuertemente y doy varias patadas a la arena, visiblemente enfadada. Deben de habérmela quitado cuando estaba entrenando, o incluso cuando me metí en el agua. Al salir del Mar no comprobé que siguieran ahí mis prendas, y si echo la vista atrás y pienso la última vez que lo vi creo que fue cuando me la quité. Anda que no ha pasado tiempo desde entonces, yo también…. Menos mal que separé la mochila y esta está a salvo.
Mientras abro la cremallera del mismo bolsillo donde estaba la bufanda y saco las botas negras voy pensando en qué hacer. No me hace gracia salir a todas las calles de la villa desnuda… Bueno, no estoy del todo desnuda, si lo miro por el lado positivo llevo la bufanda y tengo las botas. Me recuerda a la noche que me deslicé hasta el cuarto de Viral para tener un encuentro con él, pero aquí no es que haya la misma intimidad que teníamos en las habitaciones privadas, más bien lo contrario. Busco un tronco, que seguramente haya sido arrastrado por la marea, y lo utilizo para limpiarme los pies de la arena antes de colocarme las botas. Echo mi mochila a ambos hombros y empiezo a salir de allí, mientras el viento sopla y el Mar queda cada vez más lejos, pero sin llevar las manos vacías. En mi palma cerrada llevo una pequeña caracola que he cogido antes; es de tacto liso pero da varias vueltas hasta acabar en punto, de colores crema y marrón algo oscuro en ciertas partes, es bastante bonita. La sigo contemplando, pues su visión me hace olvidar la tonta pérdida de la ropa. Anda que vaya suerte más mala tengo de vez en cuando…
Debo conseguir algo de ropa, lo mejor es que vaya a mi casa por una vez… Pero está demasiado lejos, no puedo recorrerme toda Kirigakure así, y menos como el antro de depravación que es esto por las noches… Bueno, al menos por las noches es peor. Lo mejor será que robe algo. Mmm… Esa palabra es muy fea, digamos que lo tomaré prestado sin preguntar por un periodo de tiempo indefinido. Ya he salido de todo el terreno arenoso y estoy sobre asfalto, las luces de las farolas iluminan la ciudad alumbrando los distintos rincones. Corro velozmente, moviéndome como un negro borrón entre las sombras, hasta subir trepando por las paredes de una de ellas. Esta es la primera habilidad que aprendí con Shika, bastante simple de realizar, tan solo debo de aplicar un poco de chakra a mis pies, lo necesario para adherirme a las superficies verticales como si llevara ventosas. De nuevo comienzo una carrera, pero entre las botas y las tejas el ruido es demasiado fuerte para que pase desapercibido. En uno de los lados veo como algunas personas que pasean por la calle (no con un aire demasiado amistoso) empiezan a intentar averiguar qué es eso que suena por allí arriba. Si no pienso algo que pueda librarme de ellos, lo más probable es que tenga que enfrentarme a una pelea que no deseo tener, por lo que recuerdo los sonidos de animales que tantas veces he ido escuchando e intentando imitar hasta perfeccionar y hago un maullido de gato, que suena mejor de lo esperado, mientras me quedo quieta para no hacer más ruido aún, y veo como aquellas personas dejan mi persecución para ponerse con otros temas más importantes. Suspiro aliviada y comienzo a meditar las formas que puedo hacer para que no me oigan y así librarme de todos ellos. Igual que la habilidad anterior, si mi memoria no me falla, los ninjas a veces utilizan una que se llama sigilo ninja y les levanta unos centímetros del suelo, nada demasiado grande, lo suficiente para que no se les pueda escuchar hacer ruido al pisar y así se les dé bien tender emboscadas y atacar por sorpresa. Como en anteriores habilidades aprendidas, ya son la de trepar paredes o caminar bajo el agua, debo concentrar el chakra en mis pies para que me levante un poco del suelo. Pasando desapercibida a las luces al estar en un lugar bastante oscuro, me pongo de pie, y voy concentrando chakra en la parte más baja de mi cuerpo. Mientras que algunas veces he tenido que hacerlo de forma constante y otras utilizar todo lo necesario para una sola vez esta es algo distinta a las anteriores… Al principio no lo sé, pero es algo que noto nada más empiezo a entrenarla, porque no consigo pillarle el truco del todo. Unas veces uso demasiado y me lleva hacia atrás o solo dura varias veces, será que tengo demasiadas cosas en la cabeza y no me concentro lo suficiente, estoy algo asustada por si aparece alguien que me vea y me llevo una bronca o algo mucho peor, que sabiendo de donde vengo sería lo más probable. Muy lentamente empiezo a pensar en un muro en blanco, y solo soy consciente de la energía que fluye desde mi interior y sube y baja sin cesar, y empiezo a redirigirla hacia abajo… Claro que solo un poco, porque como llegue a usar toda ya puedo salir volando por los aires como me pasó una vez… Esto es algo un tanto complicado. Creo que empiezo a lograrlo, ya que de estar tocando el suelo, noto como si de repente una extraña fuerza me suspendiera quizás unos milímetros por delante, o tan solo un centímetro, el caso es que no es una distancia demasiado alta, pero sí la suficiente para que empiece a caminar… Y en vez de sentir algún ruido o como los pasos tocan el suelo, la sensación es tal que parece que me deslizara en el aire, con delicadeza, como si estuviera patinando sobre hielo y pudiera dominar a la perfección todos los movimientos, aunque es una mera sensación, porque solo acabo de empezar y he caminado un par de pasos, pero es entonces cuando oigo una vocecita a mis espaldas que habla con tono analítico y algo burlón, lo que resulta un poco irritante, sobre todo porque me hace perder toda la concentración que tengo y caigo a una superficie, causando cierto estruendo, hasta una teja se desliza del tejado y se estampa contra el suelo. Por suerte no hay nadie en ese momento por esa callejuela y no se habrán percatado de ello, pero como salga el dueño más me valdrá correr si no quiero tener unos graves problemas con personas que son ciertamente peligrosas.
-Vaya, parecía que lo dominabas… ¿Te hice perder la concentración? Qué pena… ¡Con lo fácil que es! Fíjate que tú ni habías caído en que estaba aquí hasta que mi risa sonó.
No estoy para tonterías con niñas, así que me giro y la miro. Debe de tener un par de años menos que yo, pero por su tamaño y la compostura de su cuerpo, que es bastante delgado, parece aún menor. Su rostro muestra el desgaste de años de infortunio, pero a la vez la astucia de un zorro, lo que hace que desconfíe en totalidad de ese extraño personajillo que ha aparecido solo para molestar en mi entrenamiento.
-No tengo tiempo para críos.
Corto secamente, poniéndome en pie de nuevo sin vergüenza alguna porque vea mi cuerpo desnudo, mostrando de este modo cierta superioridad ante la diferencia de altura. Ante ello su irritante risita se escapa de nuevo de sus labios y mi rostro se torna con una mueca algo cansada por su presencia.
-Ya veo, ¿te robaron la ropa? Y ahora quieres recuperarla, ¿no? ¡O mejor aún! Robar una y devolverles de paso la chiquillada. Es una pena que tú no sepas quiénes eran y yo sí, ¿verdad? Pero bueno, como no tienes tiempo será mejor que me vaya.
Sé que no debo caer en esa especie de trampa que parece querer tenderme, pero la enigmática sonrisa de su rostro que seguramente haya cautivado a tantos atrevidos, o insensatos, como prefiera decirse, puede con todo mi sentido común, y antes de que desaparezca la paro cogiéndola del brazo.
-¿Tú que sabes? ¿Y cuál es tu nombre?
Veo como su sonrisa se vuelve mayor, triunfante al haber conseguido captar mi atención, y con un suspiro que parece burlarse de mí se encoge de hombros y empieza a salir corriendo, dirigiéndome antes estas palabras:
-Eso lo hablaremos mejor en otro lugar, no querrás que te pille el dueño…
Y como si fuera algo que pudiera prever, un señor bastante consistente con las alpargatas de andar por casa y un camisón con los botones algo forzados por esa gran barriga sale por la puerta y al vernos comienza a dar el grito al cielo, furioso por esas intrusas que han perturbado su morada. La misteriosa jovencita me dirige un guiño y comienza a llevarme por una serie de callejuelas sin sentido donde no hay gente. Parece que sabe con anterioridad por donde va a aparecer cada alma y las evita, lo que no sé si debería fascinarme o crear aún más desconfianza en mí, pero desde luego potencia el interés hacia el misterioso ser que de repente parece ayudarme… Eso, o conducirme a la boca del lobo, y esta segunda opción tiene todas las de ganar.
Finalmente, tras haber dejado atrás a ese ogro salido de las cavernas, y con él la posibilidad de seguir mi entrenamiento tranquilamente, llegamos a otro tejado. A diferencia de que este es plano, y aunque si se puede oír el ruido de nuestros pies, pasará mucho más desapercibido que en otras partes. Antes de nada, al ver que mis botas y mis pasos son demasiado fuertes, se gira exasperada hacia mí y suspira de nuevo.
-Mira que seas una ninja, y no parezcas de la primerizas, y tengas que estar haciendo ese ruido allá por donde pasas… ¿Nadie te enseñó el sigilo ninja? Además parecía costarte bastante. Es más sencillo de lo que crees. Mira.
Dejándome clara su propia condición como kunoichi, comunica sus palabras, e instantes después parece que aplica una capa de chakra a sus pies y comienza a deslizarse a unos centímetros del suelo, los suficientes para que no cause daño.
-Claro que debes estar concentrada. Que pensamientos negros nublen tu mente no servirá de nada.
Se acerca hacia a mí, aún con esa habilidad de sus pies, y me aparto ligeramente cuando noto el tacto de sus manos por detrás de mi cintura. Ante ello me susurra que me tranquilice, ¿pero cómo confiar en esa desconocida? A pesar de todo algo me dice que no debo preocuparme, y sin hacer mucho caso a eso la voy escuchando, aún atenta a cualquier movimiento que pueda delatarla. Si es cierto que esto pueda costarme más de lo que debiera, lo que tardar en el aprendizaje de una habilidad me es cuanto menos agradable. Lentamente ella va pronunciando palabras que me calman, idealizándome un paisaje, y comparando sus elementos con la fluidez de mi propia energía. Para contemplarlo mejor he cerrado los ojos y veo los árboles, que dejan mecer sus hojas al antojo de la suave brisa que susurra las palabras que ella me cuenta; un río que deja caer sus aguas para que cualquier animal abastezca su sed hasta quedar saciada; la suave melodía de unos pájaros que entonan su felicidad al sol del amanecer, y en el centro de todo ello, estoy yo. E igual que el paraíso se complementa de forma perfecta mi chakra comienza a compenetrarse mejor y dejarse amaestrar por mí, hasta ser conducido a mis pies. Ahora el lago se ha vuelto de hielo y yo puedo caminar por él, con suaves pasos, deslizándome perfectamente sobre esa superficie lisa y cristalina. Sin que nadie pueda romperlo sigo, y sigo, hasta abrir los ojos y ver como patino por el suelo de igual manera que lo he hecho en mi imaginación. Y la extraña me mira encogida de brazos, gesto que solo quita para aplaudir una vez mientras yo la sonrío agradecida. En el fondo esa pequeña intuición femenina que nunca me ha fallado me demuestra una vez más que tiene razón, pero ahora, me dice que lo que tengo que hacer es huir de allí tan rápido como pueda o acabaré metida en un buen lío. Pero todavía me quedan cosas por hacer, y a pesar de saber que juego con fuego y no debo, continuaré con ella un rato más.
-Gracias, emm…
-Yuuki.
-Gracias, Yuki.
-Eso no paga mis servicios. Pero todavía no han terminado, ¿no querías saber de tu ropa? Sería bueno que me siguieras.
Tentando de nuevo a la suerte y contra mi sentido común seguí tras la lánguida silueta de colores azules apagados hasta que me llevó sobre otro nuevo lugar, y al pararse, me miró y se sentó, haciendo un gesto con las manos de que guardara silencio.
-Aquí dentro, están tus cosas, activa el Byakugan y lo verás. Pero yo no puedo entrar ahí, me reconocerán, así que debes seguir con eso y continuar la pista. No te será muy difícil, solo debes entrar ahí.
Como me indica, pero sin fiarme ni un pelo, pues mis ojos solo sirven para otros si son activados, hago un sello con una mano y las venas de alrededor de mi mirada se hacen más notables mientras yo veo todo lo que quiero en 50 metros a la redonda. Efectivamente, comienzo a hurgar dentro de la casa que tengo a mis pies, sin moverme del sitio, y visualizo mis ropas. Están por debajo de una ventana, en un mueble que se encuentra al lado de una cama. No puedo ver quién o qué hay ahí, pero sí veo la red de chakra de su cuerpo, o parte de ella, lo que me hace pensar que seguramente me esperan o algo por el estilo, y no debo caer en la trampa. La niña que se había presentado como Yuuki intentaba mantener su rostro impasible, pero notaba que esperaba impaciente que me aventurara en aquella trampa. Lo que debía hacer tampoco era desvelar ya sus planes, que aunque no sabía cuáles eran podía hacerme una ligera idea, y no pintaba nada bien. Si dejaba claro que ya descubría más o menos el cebo que me han puesto seguramente podría atacarme y sería peor, por lo que en vez de eso decido divertirme un rato, y saco el hilo ninja que tengo a mi espalda con los inquisitivos ojos de Yuuki clavados en mí, atenta a cualquier acción que haga. Oh, pequeña, creo que no eres la única que está vigilando a alguien. En el fondo la casa es una trampa perfecta, trampa perfecta para alguien a quién han robado la ropa y ahora se pasea medio desnuda por las calles intentando recuperarlas. En cualquier caso, es hora de poner a prueba mi ingenio y mi hilo ninja. Saco la bobina de 20 metros, que me dará de sobra, y lo desenredo hasta coger uno de los extremos en mi mano. Mi control de chakra no va mal debido a los distintos entrenamientos que he hecho para ello, aunque últimamente me centro más en la fuerza y la velocidad, lo que no quita que se me dé bien. Tras un par de intentos, que se deben a que nunca lo he transferido por un material como este, mientras Yuuki mira sin saber bien qué hacer o decir, logro infundir el hilo de chakra y el extremo contrario empieza a moverse a mi antojo, con las semejanzas de una serpiente escuchando una melodía entonada por su amaestrador. Se desliza con suavidad hasta coger la chaqueta negra y larga, y la subo despacio hasta mí, pronto ya tengo la primera prenda. Después repito la operación, y esta vez atrapa la ropa interior que sigue intacta. Con esto valdrá.
Yuuki me mira con la boca entreabierta y gesto frustrado, mientras yo me coloco mi ropa hasta terminar de vestirme. Parece que no está muy acostumbrada a no salirse con la suya y el tiro le ha salido por la culata, pues he burlado sus intentos de atrapar a esta Hyuuga.
-Gracias –susurro- Y recuerda… ¡Las chicas son guerreras!
He entonado esto algo más fuerte y seguidamente he comenzado a correr, sabiendo que la chica me seguiría, y debe ser bastante obvia porque desde luego es lo que pretende hacer y con el Byakugan aún activado veo que va por detrás de mí, siendo yo su guía esta vez. Debemos de tener una velocidad semejante porque me está pisando los talones, pero espero que la pequeña ventaja que la he llevado al salir corriendo sea suficiente para que no me atrape, al menos de momento.
Cuando me quiero dar cuenta veo el flujo de chakra a mi alrededor, y es cuando me doy cuenta de que ha expandido, o está expandiendo mejor dicho, su energía, de forma que sé que debe ser una genjutser intentando hacerme caer en una de sus ilusiones. No sé lo que pretende, pero esta es la última vez que pienso caer en su trampa. Sé que hay algo que puede liberarme, pero no sé el qué, y por más que intento buscar rápidamente en los recuerdos de mi mente estos están bloqueados. La voz femenina que se había quedado en estado latente hasta ahora suena en mi cabeza.
“El jutsu se llama Kanji, estúpida, sirve para liberarte de genjutsus. Mamá y Papá lo hacían y lo demostraban porque era muy fácil…”
No entiendo lo que dice, ¿mamá y papá? Querrá decir MIS padres, ¿y cómo sabe ella eso? Pero en este momento ambas notamos como nuestra propia supervivencia puede depender de actuar con rápidez, por lo que pasa las imágenes en mi mente de cómo se efectúa y que hay que decir para que no tarde más en hacer mi propio contraataque. Hago un sello con ambas manos a la vez que se escapa de mis labios la palabra “Kanji”, y quizás sea lo tensa que es la situación o que es una técnica bastante fácil de aprender, pero por alguna razón funciona a la primera. Un instante tarda mi cerebro en desconectar para hacerme la liberación del genjutsu, y los momentos que pierde Yuuki en reaccionar para saber qué es lo que ha pasado yo los uso para correr tan rápido como mi cuerpo me lo permite y desaparecer en la oscuridad de las calles. Con una sonrisa triunfante me dirijo hacia mi casa, casi sin pensarlo o darle vueltas, es como si mis piernas me guiaran hacia allí, quizás hace tiempo que esté deseando ir, pero no haya parado de negármelo a mí misma. Necesito respuestas sobre ese `pasado que llevo tanto tiempo enterrando, es momento de reconstruir los pedazos rotos y encajar las piezas de este rompecabezas incompleto. Hoy ha sido un día donde he recordado bastantes cosas, y me ha gustado. A la edad de siete años le solía preguntar a mi padre sentada entre sus piernas, claro que ahora va a ser distinto, no tengo nadie que pueda responder los interrogantes de mi mente, debo hacer esto sola, aunque cada vez es algo que veo menos un signo de desamparo y lo voy convirtiendo en una muestra de madurez.
Finalmente estoy delante de la puerta de casa, con cosas que resolver y sin saber como empezar, mientras la voz femenina suena en mi mente, y pronuncia un claro
“Tú no sabes nada”
Que hace que las cosas me den vueltas hasta que las preguntas que tengo se hacen cada vez mayores y lo que antes tenía sentido se vuelve cada vez más difícil de entender. Me pregunto si alguien habrá hecho algo desde que me fui, o me habrá buscado, pero parece que todo sigue igual que siempre. No sé si estoy plenamente preparada, pero, ¿a qué más debo esperar? Los recuerdos del pasado siempre vuelven de ese mar tenebroso donde intentamos lanzarlos, y esta vez soy yo la que busca enfrentarse cara a cara con todos ellos para que no vuelvan a molestarme. ¿Pero hallaré ahí dentro todas las respuestas que necesito? ¿Conseguiré calmarme y volver al presente sin dejar la vista atrás? Mi padre solía decir, que cuando un guerrero cruza el umbral hacia la luz, lo hace luchando contra su propia sombra, contra su ego y su antagonismo. Yo también debo ser valiente para que estén orgullosos de mí y no les decepcione, para que al fin sepa cómo continuar con mi vida sin ningún impedimento de por medio. Aún es más tarde y la actividad decrece, y en el caso de que haya alguien que está viendo esto, lo más probable es que crea que la niña que ahora mismo rompe una ventana para internarse en una casa abandonada desde hace más de siete años es un producto de su mente borracha y no algo real. Más aún teniendo en cuenta que esta mocosa huyó con la edad de diez años hacia una villa mucho más lejana de aquí y para los demás debió perderse completamente su paradero.
Pero así es… Por muy raro y delirante que parezca (aunque pocas cosas no se ven aquí) yo soy esa niña.
Cuando logro meterme y entrar dentro hago un jutsu para que una pequeña llama de fuego se mueva a mi son, guiada por mis propios pasos y a mi voluntad, haciendo que continúe su recorrido hasta acabar prendiendo en una vela de la estancia y alumbrando un poco esta. A esta iluminación la siguen varias más, ya que la electricidad hace tiempo que fue cortada y por más que pulso el interruptor las lámparas no se encienden. La visibilidad es bastante buena, camino lentamente iluminada por la tenue luz de las velas, con los pasos entre el silencio de todas estas paredes. Llego hasta el salón, y miro el armario donde me escondí. De forma muda me meto dentro y desde su interior observo el suelo, que aunque no tiene las manchas de sangre, se nota una capa algo gastada, como si alguien hubiera intentado quitarla. Justo ahí mataban a mi padre mientras yo observaba desde la seguridad de este mueble.
Aunque es un suceso de lo más traumático, no derramo ni una lágrima, lo que me hace sentir un verdadero monstruo. En cambio, la voz de mi cabeza parece sollozar en silencio, y noto los sentimientos duros que mi propio corazón no me muestra. Casi sin darme cuenta la doy el poder de mi cuerpo, o parte de él, pues no desea salir aunque está atenta a cada paso que doy o movimiento que hago y me va dirigiendo a los lugares que ella desea. Toco las mesas llenas de polvo y dejo la marca de mis dedos, recorro incansable la estantería y los adornitos que ahí están, escucho como los cristales sobrantes de mi entrada al hogar se desquebrajan bajo mis pies y finalmente, después de recorrerme toda la planta de abajo, mis manos se posan sobre la barandilla de las escaleras que llevan arriba. Allí se encuentran las habitaciones y sé que es una parte importante y demasiado íntima. Sin entender por qué me siento una ladrona de recuerdos, pero a pesar de ello continúo. Un escalón, y otro… Solo miro mis pies, y a lo tonto he llegado hasta el final de la escalera. Primero me dirigen hacia la izquierda, donde estará mi habitación, la segunda puerta pues la primera es un baño. Al entrar, me sorprendo, está todo igual… Aunque ya no sé quien de las dos siente todo esto, pues dudo que yo sea a la que pertenece la oleada de sentimientos que está inundando mi cuerpo en estos momentos. Mi cama parece la de una princesa, con un velo morado por encima que cae por todos los flancos del mueble. La manta tiene unas haditas muy graciosas dibujadas, cada una de una forma, y está totalmente hecha. Encima de ella hay dos cojines a conjunto con el edredón y un peluche de un lobo que me mira con ojos de color celeste invitándome a sentarme. Me acomodo en el colchón y sonrío mirando la estancia, que es exactamente la habitación de una niña de 10 años a la que le gustan los cuentos y los animales. Recojo algunos libros y los leo despacio, para después coger los favoritos y meterlos en la mochila. Uno de ellos tiene el nombre de “El principito” y con cada página que abres se despliega una imagen que tiene que ver con el contenido de la página. Otro, por ejemplo, es “El soldadito de plomo” y tiene dibujos que yo misma hice en su momento. Mientras que el tercero obtiene el título de “Yamina” y trata de una niña de lugares remotos que es salvada por una manada de elefantes, unos enooormes animales grises de la sabana. Así vamos mirando las cosas que hay, guardando algunas, ojeando otras, pasando páginas, mirando fotos y echando a su vez ciertas imágenes entre las hojas de los cuentos, sin querer desprenderme de todas ellas. Una cajita gris con una pegatina de un perro algodonoso de color canela llama mi atención, y con infinito cuidado la cojo apretándola firmemente entre mis manos, sabiendo aún sin ver su contenido que es muy especial. Me siento de nuevo sobre la cama y abro con cuidado la cerradura de metal, dejando a la vista cada uno de los tesoros que esconde. Mis tesoros: un collar con una piedra rosa, que determino como el mineral de cuarzo, una roca con forma de corazón, una felicitación de mi octavo cumpleaños, la carta de la única amiga que tuve, alguna concha recogida en el mar, una margarita secada en un libro y, finalmente, una cajita de música. De uno de mis cajones recojo la libreta de sueños de mi madre, y sin querer leerla todavía, pues creo que este no es el lugar, la cojo y dejo al igual que mis tesoros sobre la cama, mientras me siento en el suelo, esperando lo que la voz femenina pretenda decirme. Del mismo modo que antes me indicó los jutsus necesarios para salir de un genjutsu, esta vez parece querer que aprenda uno que conozco de antes porque no es la primera vez que le hecho el ojo. Se trata de crear un falso paisaje para distraer al enemigo, me pregunto qué querrá que haga con esta técnica. Como en el campo de los genjutsus soy una novata, a pesar de que he entrenado inteligencia y no la tengo demasiado atrás, me cuesta bastante poder moldear mi chakra y expandirlo hasta comenzar a crear una ilusión. Los sellos son bastante fáciles, y lentamente, con movimientos algo torpes, voy aprendiendo a utilizarla hasta crear un propio genjutsu a mi alrededor. Como he dejado que la voz haga lo que quiera es ella misma la que empieza a darle forma hasta mostrarme una habitación. Está iluminada por una luz que procede del salón, y parece ser de algo así como una chimenea, porque veo reflejadas las llamas en el pequeño hueco que queda en la pared. En mi mente suenan unas voces, suaves, que parecen alegres. Risas. Me resultan familiares, y nunca mejor dicho, pues me hace saber que son de mis padres y la mía propia. Estoy sola en la habitación y solo se les escucha a ellos, pero no me siento mal, todo lo contrario, estoy envuelta en una extraña calidez que me hace sentir misteriosamente bien. Cuando esta imagen termina aparece otra escena, donde estoy escondida, y en mi mente escucho a esas voces discutir mientras distingo las figuras de mis padres, y algunos murmullos llegan a mí.
“… Se está descontrolando… ¿Ir bien…? ¡No has visto lo que ha pasado! […] Ya lo sé… Pero debemos hacer algo… No está bien…”
La voz de mi madre suena en mi mente hasta que esta se ve cortada por una entrecortada respiración que procede de mí, y al darse ellos cuenta se dirigen al armario donde me miran con gesto enfadado por haber estado escuchando lo que no debía. Yo en verdad no sé lo que he hecho, ¿acaso me porté mal? ¿Qué está pasando aquí? Antes de que pueda hacer ninguna cavilación ya se ha terminado esta imagen por cortesía de la querida voz femenina, que cada vez entiendo peor. Siempre había pensado que sería una especie de mente demente que solo pensaba en hacer cosas mal pensadas con la gente a la que conocía o que veía por allí, incluso con la que luchaba, parece que nunca llegaré a entenderla. En cualquier caso son cosas que creo que debería saber e ir meditando en otro momento. Ahora lo que quiero es aprender otra técnica antes de tener que enfrentarme a la habitación de mis padres. Vale, sí, lo que quiero es ganar un poco de tiempo porque estoy aterrada, pero es comprensible. Hace 10 años que no vengo aquí y estoy descubriendo mucho, incluso demasiado.
Como ya he hecho un Genjutsu y no se me ha dado tan mal como esperaba, decido practicar de nuevo con una técnica del mismo calibre, pero más básica que la anterior. Esta es usada hasta por las personas más novatas y menos dotadas en los genjutsus, seguro que hasta Shika podría aprenderla. Trata de hacer una ilusión que haga creer al enemigo que está atado con unas resistentes cuerdas, lo que debería inmovilizarle lo suficiente para actuar. Suspiro fuerte y empiezo a practicarla, doy por hecho que si mi control sobre el chakra no fuera suficiente ahora mismo no podría hacer esto ni aunque quisiera, solo hay que ver lo costoso que me era aprender antes y lo mucho que me enfadaba conmigo misma. Ahora ya no lo hago tanto, tal vez porque haya dejado de ser tan dura, o porque no he subido mis expectativas si no que sigo con las anteriores, aunque lo más probable es que al llevar todo el día entrenando esté tan cansada que no tenga tiempo ni para discutirme.
Lo primero recuerdo el sello, que es con ambas manos, y lo realizo dos veces hasta ejecutarlo con éxito. Tras ello estoy concentrada en hacer que mi chakra se expanda y llegue hasta la barra de mi cama, que será usada como si fuera un peligroso enemigo. Las cuerdas que deberían ser resistentes al principio no sirven casi, son un fino hilo algo deshilachado que se desvanece casi inmediatamente. Suspiro ante mi frustrada creación y me siento en el suelo, acomodándome para estar más tranquila. Pienso brevemente en las cosas que me dijo Yuuki y voy recordándolas para que me ayuden como la otra vez, lo que surte bastante efecto, hago el sello y esta vez las cuerdas son mucho más firmes, pero se desvanecen rápido en cuanto escucho un ruido en la planta de abajo, el mismo que yo hacía cuando pisaba los cristales. Debe de ser un intruso. Escondo la parte inferior de mi rostro con la bufanda y uso el sigilo ninja para bajar sin hacer ruido. Lo descubro frente la encimera, cotilleando algunos objetos, con un compañero asomado a la ventana por detrás. Solo son unos criajos, y miran entretenidos mientras murmuran algo de la casa de los Hyuuga y un reto, y algo del Byakugan también. Sea un crío o no, aquí no son bienvenidos, así que con el jutsu que me han obligado a parar yo lo realizo y en un abrir y cerrar de ojos el niño que miraba la estantería está retorcido en el suelo, gritando que no se puede mover y pidiendo ayuda. A los ojos de los demás se ha vuelto loco y salen corriendo antes de que también pueda pasarles algo a ellos. No tengo ganas de pelear, por lo que simplemente advierto al niño y le enseño mi más sincera sonrisa sádica, producida gracias al efecto del Yonbi, que hace que salga corriendo de allí con el rabo entre las piernas en cuanto mi técnica se desvanece. De nuevo sonrío triunfante, pensando en lo fácil que ha sido, pero en vez de dejarlo así pienso en algo más que hacer antes de terminar mi ronda nocturna por los recuerdos del pasado. Rememoro el pensamiento anterior que tuve sobre el control de chakra y recuerdo la habilidad de los golpes dirigidos de chakra. Esta sí que es una técnica sencillo, pues tienes que infundir las manos de energía y es algo que hago constantemente al realizar mis técnicas, sobre todo los golpes suaves que tan útiles me han sido en numerosas situaciones. Me solían decir que de pequeña me caía muchas veces porque era algo patosa con los pies, y siempre estaba con alguna herida en las rodillas, o me hacía daño en las muñecas al parar el golpe. Ya no es algo que me suceda tan a menudo, a pesar de seguir teniendo las muñecas destrozadas por las técnicas, pero no creo que venga mal aprenderlo de todos modos pues me puede ser de utilidad en otras circunstancias y me puedo arrepentir de no saberla.
Para empezar, concentro el chakra en mis manos con facilidad, y me dejo caer al suelo para parar el golpe… Sin resultado alguno, ¡qué dolor! Parece que ha fallado algo, yo también es que soy un tanto precipitada a veces, incluso se me ha clavado un cristalito en la palma de la mano que duele mucho… Me lo quito y me limpio un poco restregando la sangre en un viejo trapo que hay en uno de los cajones de la cocina. Parece que me he confiado demasiado y esto no era tan sencillo como pensaba… Será que no vale solo con dirigir el golpe, sino que además tengo que lanzarlo. Eso es algo un poco más complicado, aunque si he expandido mi chakra debería poder hacerlo de igual manera, pues en el fondo no es tan diferente. Practico un par de veces con torpes resultados, mayormente a la hora de lanzarlo de forma precisa, que se hace más complicado aún y al principio van a donde les viene en gana. Tras otros intentos consigo dirigirlos y llego a la conclusión de que no dañan, pues las superficies en donde impactan no sufren ningún deterioro.
Con algo de miedo aplico el chakra de nuevo y me dejo caer otra vez, con las manos por delante, pero antes de impactar lanzo el pequeño golpe de chakra y me libra del porrazo contra el suelo. Quien diga ahora que no soy una buena ninja, miente, pues he hecho un entrenamiento bastante completo, aunque estoy realmente agotada por todo esto…
Subo al piso de arriba y recojo de mi habitación la caja de música, la libreta de sueños, guardo mis tesoros en la mochila y también me hago con esta, hasta llevar todo a la habitación de mis padres, donde acaba en el suelo. Cotilleo algunos cajones, mirando ciertas fotos y sonriendo con añoranza. En una estoy pataleando en el suelo porque mi madre quiso ponerme una flor para que saliera preciosa y yo me negaba a ello, pude tirarme horas berreando mientras ellos se reían por mi tonta actuación. Hay una en la que soy un bebé de un año, quizás, y estoy sentada en el sofá con mi madre, ella me mira con infinito amor a la vez que yo contemplo ese aparato al que llaman cámara. Hay otra en la que los tres sonreímos y miramos al pajarito, y en otra imagen que me llama la atención, debo tener ya tres años, y duermo en esta cama con mi madre, que tiene mucho peor aspecto que en todas las anteriores, pero por el brazo que pasa en forma protectora encima de mí parece feliz de tenerme a su lado. No he podido contener las lágrimas y estoy llorando encima de la cama entre todas las fotografías, casi había olvidado su sonrisa de felicidad, sus ojos llenos de amor, su gesto protector cuando me tenían cerca… Pero por fin estoy en casa, y siento que ellos están al fin a mi lado, que estamos juntos…
Cojo la cajita de música y empiezo a tocarla, despacio, para que las notas salgan dulcemente. La canción del cascanueces resuena por la habitación y un vals se forma en mi interior, con vestidos de gala y todo lleno de colores preciosos, a la vez que tanto yo como la voz femenina nos vamos calmando. Cierro los ojos, y los veo, están conmigo, dicen que velarán mis sueños esta noche.
Papá, Mamá, estoy cansada… Quedaos a mi lado… Una vez más… Una noche más…
Última edición por Sonzu el Miér Ago 22, 2012 11:59 pm, editado 1 vez
Sonzu~- Imperatrix de Kiri
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Re: Dejar el presente atrás para hundirse en el pasado
- Técnicas aprendidas:
Jū nino tenkesu
Doce puntos de chacra
Requisitos: Byakugan
Tipo: Taijutsu
Condicion: ofensiva
Rango: C
Daños: 40 chacra 16 pv
Chacra: 25 chacra
Descripcion: usando su Byakugan para ver el sistema de Chakra del cuerpo del enemigo, el Hyuga golpea doce puntos de Chakra o Tenketsus del cuerpo del enemigo, reduciendo la cantidad de Chakra que posee.
Katon: Hosenka no Jutsu
Elemento Fuego: Llamas Inmortales del Fénix
Requisitos: sellos con ambas manos
Tipo: Ninjutsu
Condición: ofensiva
Rango: C
Daño: 5 PV por bola de fuego
Chakra: 2 Chakra por bola de fuego (máximo 8 bolas)
Descripción: este técnica es similar al Katon: Gokakyu no Jutsu, ya que también libera llamas a través de anillo de los dedos índice y pulgar. Sin embargo, esta técnica envía varias pequeñas bolas de fuego en vez de una sola, mucho más veloces y versátiles que el Gokakyu no Jutsu, aunque de menos potencia. El Ninja también puede esconder Shuriken dentro de las bolas.
5-Ayatsuito no Jutsu
Técnica de Manipulación de Hilos
Requisitos: Hilo Ninja
Tipo: Ninjutsu
Condición: suplementaria
Rango: D
Efecto: permite controlar los Hilos Ninja
Chakra: 5 Chakra
Descripción: mediante éste técnica el Ninja aplica Chakra a los Hilos metálicos Ninja que esté tocando, lo que le permite controlar su movimiento a voluntad, y por lo tanto poder usarlos mejor para colgarse, deslizarse, atrapar a un enemigo o similares. Si el hilo tiene un arma en su extremo, lo que se controla es la punta del hilo, no el arma.
8-Kai
Liberación
Requisitos: un sello con ambas manos
Tipo: Genjutsu
Condición: suplementaria
Rango: D
Efecto: libera al usuario o al blanco de los efectos de un Genjutsu
Chakra: 50% del coste del Genjutsu a anular (4 usos)
Descripción: formando un sello con las manos y pronunciando Kai el Ninja es capaz de cortar el flujo de Chakra de su cerebro el tiempo suficiente para anular el efecto de un Genjutsu que intenten emplear contra él. No se puede realizar una vez ya se está afectado por el Genjutsu, solo antes. Además también puede emplearse para anular los efectos del Genjutsu en otra persona.
10-Kage Shuriken no Jutsu
Técnica del Shuriken de Sombra
Requisitos: cualquier tipo de Shuriken
Tipo: Ninjutsu
Condición: ofensiva
Rango: C
Daño: el de los Shuriken empleados
Chakra: 15 Chakra
Descripción: mediante esta técnica el Ninja lanza tres Shuriken al mismo tiempo, pero el segundo y tercero queda oculto de la vista del blanco por la sombra y el ángulo del primero, pero son dirigidos desviados un metro a cada lado. De ése modo, si el enemigo se las arregla para esquivar el primero, el segundo Shuriken debería pillarle por sorpresa.
12-Kokohi no Jutsu
Técnica de Falso Paisaje
Requisitos: un sello con ambas manos
Tipo: Genjutsu
Condición: suplementaria
Rango: C
Efecto: cambia el aspecto del paisaje de la zona
Chakra: 16 Chakra (la ilusión dura 3 turnos)
Descripción: una técnica ilusoria de nivel medio que permite al Ninja cambiar el aspecto de la zona, pudiendo así crear laberintos o distracciones para desconcentrar al enemigo.
13-Mochikiri
Atadura de Cuerdas
Requisitos: un sello con ambas manos
Tipo: Genjutsu
Condición: suplementaria
Rango: C
Efecto: inmoviliza al enemigo 1 turno
Chakra: 20 Chakra
Descripción: una técnica Genjutsu muy básica que está al alcance de prácticamente cualquier Chunnin, incluso los menos dotados para el Genjutsu. Hace creer al enemigo que está atado con unas resistentes cuerdas.
- Habilidades aprendidas:
Sigilo ninja
Descripción: esta habilidad es la capacidad del ninja de usar el chakra para no pisar realmente el suelo y no emitir ruido. Pese a que en los combates la concentración no es posible para realizarla es útil en misiones y emboscadas.
Coste: 5pc por turno.
Requisitos: Control de chakra 35 o más.
Mejoras:
-Te permite emboscar a tus rivales o hacer que no te detecten si aún no te han visto hasta que haya contacto visual.
Aprendizaje: 2000 palabras.
Golpe dirigidos de chakra
Descripción: esta habilidad es la que le permite al ninja dirigir su chakra concentrado en golpes por ejemplo para parar una caída o varias utilidades más.
Coste: 2pc por golpe.
Requisitos: Control del chakra 50 o más.
Mejoras:
-Puedes lanzar golpes dirigidos de chakra (no dañan)
Aprendizaje: 1000 palabras.
- Datos del entrenamiento:
Palabras requeridas: 8600
Palabras escritas: 11132
En tres técnicas de rango C, he escrito el doble, lo que supondría en total 11.000 palabras para que la técnica me costara la mitad.Por lo que el gasto de experiencia quedaría así:
2x(35)+3x(30)+2x(60)= 280
Sonzu~- Imperatrix de Kiri
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