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Enterrando y limpiando mi reciente pasado para preparar el futuro.
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Enterrando y limpiando mi reciente pasado para preparar el futuro.
Me despierto temprano. Serán como las ocho de la mañana, según indica el tímido Sol que está saliendo y que veo por la ventana. Durante unos instantes no tengo la más mínima idea de dónde estoy ni cómo ni por qué he llegado hasta aquí, pero un breve vistazo a mi alrededor es suficiente para darme cuenta de los sucesos que ocurrieron ayer. Como en ocasiones confundo mis sueños con la realidad, decido dar una breve vuelta por la casa para asegurarme de que estoy en casa de mis padres y no en la de otra persona. Aunque si no fuera en casa de mis padres no sé dónde podría estar, pero no puedo suponer todo.
Salgo de la habitación y lo primero que hago es dirigirme al salón. En caso de lo que recuerdo sea real, prefiero encontrarme a la señora desconocida muerta que a mis padres en ese estado.
Para mi desgracia descubro que todo lo sucedido es real. Igual ayer no me derrumbé porque no fui capaz de asimilarlo, pero ahora veo que no es un sueño, es real... Y me hundo.
Empiezo a llorar amargamente durante lo que acaban siendo horas. Cuando levanto la cabeza, el Sol ya está en lo alto del cielo. Si hubiera tenido a alguien que me consolara y me ayudara, todo esto sería diferente... Pero mi decisión es firme y tendré que hacerlo sola, a pesar de lo cruel que es que el destino, si es que existe, obligue a una hija a enterrar a sus propios padres.
Salgo de la casa con el rostro aún congestionado y con la cabeza doliéndome, con una cuerda en la mano que puede que me sirva para la idea que tengo. Llego al bosque y lo primero que hago es buscar una piedra plana, grande y un poco curvada, que me sirva de pala. Tardo un poco en encontrarla, pero el esfuerzo merece la pena pues la piedra es perfecta para su futuro empleo. No muy lejos de la piedra veo un bastón que me puede servir perfectamente de mango. Ahora lo que hago es unir las dos piezas, convirtiéndolas en una herramienta perfecta para cavar. Cuando ya tengo lo necesario, busco un sitio apropiado para enterrar a mis padres. Doy una vuelta a la zona en la que estoy y decido enterrarlos a los pies de un árbol, uno en cada lado. Estoy segura de que les habría gustado. Las lágrimas vuelven a aparecer en mis ojos, pero consigo retenerlas.
Empiezo a hacer el duro trabajo de enterradora. Acabo de cavar dos huecos decentes, y me han dado las cuatro de la tarde. Otros días habría comido ya, pero hoy no tengo ni mucho menos apetito, aunque es cierto que me encuentro bastante cansada. Pero quiero terminar esto de una vez, y vuelvo a la casa. Espero que no me estropeen los agujeros.
Entro en casa y envuelvo en las telas blancas que cubrían los muebles los cuerpos de mis padres. Hago un esfuerzo por no mirar y pensar que son personas desconocidas a las que no tendría que tener ningún problema en manipular. A continuación cojo a mi padre. Tendré que hacer dos viajes pues pesa bastante. Empieza a oler un poco a podrido... la verdad es que no entiendo cómo puede estar pasando esto... Pero sigo adelante, eso es lo que me han enseñado ellos.
Lo meto en la ranura con la sábana incluida, y empiezo a echar la tierra encima de él. Se nota que la tierra está removida, y tardará un tiempo en crecer de nuevo hierba. Tengo que pensar algo para que no descubran sus cuerpos. Entre tanto, vuelvo a por mi madre y hago la misma operación.
Si fuera primavera, podría poner flores y pasaría desapercibido; sin embargo, es invierno, y hay pocas plantas con flores en esta estación. Recuerdo que hay alguna, pero ahora no tengo tiempo para buscarlas, además de lo raro que sería ver flores concentradas, por lo que decido pensar en otra solución más rápida.
Me paso algunos minutos pensando sin dar la solución hasta que la solución cae literalmente encima de mí. Empieza a nevar, y me limito a esperar sentada en una piedra grande y lisa que veo mientras veo los copos de nieve cubrir el suelo, incluída la tierra que cubre a mis difuntos padres, hasta dejar todo el suelo casi como pintado de un inmaculado blanco. Cuando la nieve ha cuajado y ha cubierto lo suficiente camino de la piedra hasta la tumba, saco un kunai y marco el árbol con una cruz, para que no se me olvide el lugar. Después me dirijo hacia la casa de mis padres, ahora sólamente mía, con cuidado de borrar las huellas que voy dejando.
Abro la puerta y decido qué hacer con la mujer restante. La cojo en brazos y puedo notar que a pesar de su altura, es liviana como una hoja, por lo que me limito a cogerla tal cual, salir fuera de casa rápidamente con cuidado de que nadie que casualmente pase por allí me vea y la tiro en el río. Con esto ya me he librado de ella. Ahora decido volver a la casa y dormir, pues hoy ha sido un día agotador. Mañana limpiaré mi hogar para dejarlo listo para poder vivir yo, y si me da tiempo quizás entrene. Me meto en mi mullida cama y no tardo en caer rendida.
Continuará.
Salgo de la habitación y lo primero que hago es dirigirme al salón. En caso de lo que recuerdo sea real, prefiero encontrarme a la señora desconocida muerta que a mis padres en ese estado.
Para mi desgracia descubro que todo lo sucedido es real. Igual ayer no me derrumbé porque no fui capaz de asimilarlo, pero ahora veo que no es un sueño, es real... Y me hundo.
Empiezo a llorar amargamente durante lo que acaban siendo horas. Cuando levanto la cabeza, el Sol ya está en lo alto del cielo. Si hubiera tenido a alguien que me consolara y me ayudara, todo esto sería diferente... Pero mi decisión es firme y tendré que hacerlo sola, a pesar de lo cruel que es que el destino, si es que existe, obligue a una hija a enterrar a sus propios padres.
Salgo de la casa con el rostro aún congestionado y con la cabeza doliéndome, con una cuerda en la mano que puede que me sirva para la idea que tengo. Llego al bosque y lo primero que hago es buscar una piedra plana, grande y un poco curvada, que me sirva de pala. Tardo un poco en encontrarla, pero el esfuerzo merece la pena pues la piedra es perfecta para su futuro empleo. No muy lejos de la piedra veo un bastón que me puede servir perfectamente de mango. Ahora lo que hago es unir las dos piezas, convirtiéndolas en una herramienta perfecta para cavar. Cuando ya tengo lo necesario, busco un sitio apropiado para enterrar a mis padres. Doy una vuelta a la zona en la que estoy y decido enterrarlos a los pies de un árbol, uno en cada lado. Estoy segura de que les habría gustado. Las lágrimas vuelven a aparecer en mis ojos, pero consigo retenerlas.
Empiezo a hacer el duro trabajo de enterradora. Acabo de cavar dos huecos decentes, y me han dado las cuatro de la tarde. Otros días habría comido ya, pero hoy no tengo ni mucho menos apetito, aunque es cierto que me encuentro bastante cansada. Pero quiero terminar esto de una vez, y vuelvo a la casa. Espero que no me estropeen los agujeros.
Entro en casa y envuelvo en las telas blancas que cubrían los muebles los cuerpos de mis padres. Hago un esfuerzo por no mirar y pensar que son personas desconocidas a las que no tendría que tener ningún problema en manipular. A continuación cojo a mi padre. Tendré que hacer dos viajes pues pesa bastante. Empieza a oler un poco a podrido... la verdad es que no entiendo cómo puede estar pasando esto... Pero sigo adelante, eso es lo que me han enseñado ellos.
Lo meto en la ranura con la sábana incluida, y empiezo a echar la tierra encima de él. Se nota que la tierra está removida, y tardará un tiempo en crecer de nuevo hierba. Tengo que pensar algo para que no descubran sus cuerpos. Entre tanto, vuelvo a por mi madre y hago la misma operación.
Si fuera primavera, podría poner flores y pasaría desapercibido; sin embargo, es invierno, y hay pocas plantas con flores en esta estación. Recuerdo que hay alguna, pero ahora no tengo tiempo para buscarlas, además de lo raro que sería ver flores concentradas, por lo que decido pensar en otra solución más rápida.
Me paso algunos minutos pensando sin dar la solución hasta que la solución cae literalmente encima de mí. Empieza a nevar, y me limito a esperar sentada en una piedra grande y lisa que veo mientras veo los copos de nieve cubrir el suelo, incluída la tierra que cubre a mis difuntos padres, hasta dejar todo el suelo casi como pintado de un inmaculado blanco. Cuando la nieve ha cuajado y ha cubierto lo suficiente camino de la piedra hasta la tumba, saco un kunai y marco el árbol con una cruz, para que no se me olvide el lugar. Después me dirijo hacia la casa de mis padres, ahora sólamente mía, con cuidado de borrar las huellas que voy dejando.
Abro la puerta y decido qué hacer con la mujer restante. La cojo en brazos y puedo notar que a pesar de su altura, es liviana como una hoja, por lo que me limito a cogerla tal cual, salir fuera de casa rápidamente con cuidado de que nadie que casualmente pase por allí me vea y la tiro en el río. Con esto ya me he librado de ella. Ahora decido volver a la casa y dormir, pues hoy ha sido un día agotador. Mañana limpiaré mi hogar para dejarlo listo para poder vivir yo, y si me da tiempo quizás entrene. Me meto en mi mullida cama y no tardo en caer rendida.
Continuará.
Kori- Genin Konoha
- Cantidad de envíos : 354
Reputación : 1
Fecha de inscripción : 02/07/2012
Estatus
Rango Off: -
Recompensa (Renegados): -
Re: Enterrando y limpiando mi reciente pasado para preparar el futuro.
A la mañana siguiente...
Me despierto tarde, son aproximadamente las 12 del mediodía, pues el Sol está en lo alto. Se nota el duro trabajo que hice ayer, y aun habiendo dormido tanto, me duelen todos los músculos. Transportar cadáveres cansa más de lo que parece.
La casa está helada pero aún así abro todas las ventanas al máximo, a ver si el frío me termina de quitar el sopor que tengo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, me dedico a quitar todas las sábanas que cubren los muebles, y no tardo en alegrarme de haber abierto las ventanas, pues si no la nube de polvo no desaparecería nunca. Doblo las mantas y las dejo apiladas en el suelo. Odio tener que estar haciendo este trabajo, mi orgullo me impide hacer estas cosas de "nenas", antes siempre las hacía la persona con la que compartiera hogar, yo siempre me desentendí... Pero ahora tengo que hacerme cargo yo de esas tareas, no hay más remedio. Después de lo que me parece horas yendo de un lado para otro sin parar, la casa está limpia, aunque no habitable. Todo está lavándose, así que hoy dormiré en el suelo. Tampoco me importa mucho, por cosas peores he pasado.
Mientras todos los trastos y ropas se lavan, decido lavarme yo misma. Afortunadamente tengo lo suficiente en la mochila que me traje de Iwa como para poder quedarme aquí tres días. Me quito la ropa, que meto también a lavar. Aunque me esté paseando desnuda por la casa no tengo miedo de que nadie me vea, pues dudo que pase nadie justamente por aquí.
Finalmente me meto en la ducha, y abro el grifo. Espero unos minutos a que salga el agua, a saber cuánto tiempo llevan sin funcionar las tuberías, y como me espero el agua sale sucia al principio, hasta que finalmente llega el agua limpia y nueva, además de caliente. Uso los jabones que traje, los otros los tiré. No quiero que nada me recuerde a antes en general.
Después de un tiempo bajo el agua, decido que ya he gastado suficiente agua y salgo de la ducha. Me seco rápidamente y me visto. El pelo me lo cepillo, pero dejo que el agua vaya cayendo a su ritmo, salgo de la casa y me dirijo por fin al sitio al que quería ir desde mi llegada.
Mi rincón. El único lugar testigo de todas mis tristezas y alegrías. Un auténtico santuario para mí. Ahora pienso que quizás podría haber enterrado a mis padres allí, aunque comprendo rápidamente que simplemente el hecho de su presencia perturbaría la tranquilidad que se respira en mi santuario particular.
Cierro los ojos y me dejo llevar por los recuerdos. He ido las suficientes veces en el pasado como para que mis pies recuerden a la perfección el camino, así que presciendo de los sentidos innecesarios. A la vuelta ya abriré los ojos para recordar visualmente el camino.
Mis piernas se paran, por lo que supongo que ya he llegado y abro los ojos. En efecto, estoy allí. O sea, aquí. La alegría que siento durante unos largos instantes es incontrolable. Me dan ganas de saltar, de llorar, de gritar, de... yo qué sé. No puedo creerme que por fin haya llegado. El lago, las plantas, los árboles... todo sigue tal cual lo dejé. Bueno, quizás la vegetación haya crecido, pero yo también, así que no lo noto.
Decido aprovecharme una vez más del perfecto lugar del que dispongo para aprender a andar encima del agua. Según tengo entendido, el método es el mismo que el de trepar superficies verticales. El único problema es que si aquí fallo me daré un buen chapuzón, pero tengo que intentarlo igualmente. Acumulo chakra y consigo caminar a la primera sobre el agua. Primero lo hago lentamente, y cuando creo que ya estoy preparada empiezo a correr por encima del agua.
Doy gracias a que he podido ser capaz de aprender rápidamente y no me he mojado, pues lo que menos me apetece es meterme en el agua congelada... Aunque, ahora que lo pienso, nunca me en mi vida me metí en este lago, y me fijo en que el agua no está congelada, cosa que me extraña pues con el frío que hace debería estarlo. Aunque es cierto que en mi rincón siempre hay una temperatura ideal; en invierno, cálido, y en verano, un fresco muy agradable. Así que salgo caminando tranquilamente del agua, orgullosa de haber aprendido una nueva habilidad, y cuando ya estoy en la orilla dejo de acumular el chakra y me agacho mientras introduzco mi mano en el agua.
Con una agradable sorpresa, me doy cuenta de que el agua está caliente, como si fueran aguas termales. De hecho, es lo más probable. Como estoy cansada decido tomarme un relajante baño. No tengo más ropa que la que llevo puesta, pero me es indiferente. Ya me secaré poco a poco. Como el cabello lo tengo largo, me hago un moño usando el propio pelo de "goma". Después me desnudo y me introduzco en el agua. El agua me calienta los huesos y me relaja totalmente el cuerpo, en escasos minutos me encuentro tan a gusto que cierro los ojos y entro en un leve sueño, en el que soy totalmente consciente de lo que pasa a mi alrededor pero soy incapaz de moverme de mi posición. Luego cada vez voy entrando en un sueño más y más profundo hasta que me duermo totalmente.
Cuando me despierto, sólo la luna ilumina el santuario por el pequeño hueco por el que se accede al lugar. Me miro las manos; están totalmente arrugadas. Me río de mí misma al ver todo el tiempo que he dormido; está claro que necesitaba un sueño sin preocupaciones. Salgo del agua y me quedo sentada en una piedra mientras miro la luna y me voy secando. Cuando ya estoy seca, me visto y me deshago el moño. Justo antes de salir del santuario, me giro hacia atrás y le digo adiós con la mente.
Mientras camino de vuelta a casa, me doy cuenta con alegría de que los dolores musculares han desaparecido, aunque el efecto del calor empieza a desaparecer, cambiándose por el frío. Corro sin saber adónde voy, sólo dejándome guiar por mis pies, como hice a la ida, para así entrar en calor, y llego en poco tiempo. Esta vez ya me he fijado por dónde se va. Entro en casa y me asomo a la ventana. Sé que hoy ya he dormido suficiente y que no podré volver a pegar ojo hasta que amanezca, por lo que me asomo a la ventana, sin abrir ésta, y observo el frío exterior. Me parece ver a alguien corriendo, pero no me preocupo más por eso y me entretengo escuchando a los pájaros nocturnos ulular en la oscuridad.
Me despierto tarde, son aproximadamente las 12 del mediodía, pues el Sol está en lo alto. Se nota el duro trabajo que hice ayer, y aun habiendo dormido tanto, me duelen todos los músculos. Transportar cadáveres cansa más de lo que parece.
La casa está helada pero aún así abro todas las ventanas al máximo, a ver si el frío me termina de quitar el sopor que tengo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, me dedico a quitar todas las sábanas que cubren los muebles, y no tardo en alegrarme de haber abierto las ventanas, pues si no la nube de polvo no desaparecería nunca. Doblo las mantas y las dejo apiladas en el suelo. Odio tener que estar haciendo este trabajo, mi orgullo me impide hacer estas cosas de "nenas", antes siempre las hacía la persona con la que compartiera hogar, yo siempre me desentendí... Pero ahora tengo que hacerme cargo yo de esas tareas, no hay más remedio. Después de lo que me parece horas yendo de un lado para otro sin parar, la casa está limpia, aunque no habitable. Todo está lavándose, así que hoy dormiré en el suelo. Tampoco me importa mucho, por cosas peores he pasado.
Mientras todos los trastos y ropas se lavan, decido lavarme yo misma. Afortunadamente tengo lo suficiente en la mochila que me traje de Iwa como para poder quedarme aquí tres días. Me quito la ropa, que meto también a lavar. Aunque me esté paseando desnuda por la casa no tengo miedo de que nadie me vea, pues dudo que pase nadie justamente por aquí.
Finalmente me meto en la ducha, y abro el grifo. Espero unos minutos a que salga el agua, a saber cuánto tiempo llevan sin funcionar las tuberías, y como me espero el agua sale sucia al principio, hasta que finalmente llega el agua limpia y nueva, además de caliente. Uso los jabones que traje, los otros los tiré. No quiero que nada me recuerde a antes en general.
Después de un tiempo bajo el agua, decido que ya he gastado suficiente agua y salgo de la ducha. Me seco rápidamente y me visto. El pelo me lo cepillo, pero dejo que el agua vaya cayendo a su ritmo, salgo de la casa y me dirijo por fin al sitio al que quería ir desde mi llegada.
Mi rincón. El único lugar testigo de todas mis tristezas y alegrías. Un auténtico santuario para mí. Ahora pienso que quizás podría haber enterrado a mis padres allí, aunque comprendo rápidamente que simplemente el hecho de su presencia perturbaría la tranquilidad que se respira en mi santuario particular.
Cierro los ojos y me dejo llevar por los recuerdos. He ido las suficientes veces en el pasado como para que mis pies recuerden a la perfección el camino, así que presciendo de los sentidos innecesarios. A la vuelta ya abriré los ojos para recordar visualmente el camino.
Mis piernas se paran, por lo que supongo que ya he llegado y abro los ojos. En efecto, estoy allí. O sea, aquí. La alegría que siento durante unos largos instantes es incontrolable. Me dan ganas de saltar, de llorar, de gritar, de... yo qué sé. No puedo creerme que por fin haya llegado. El lago, las plantas, los árboles... todo sigue tal cual lo dejé. Bueno, quizás la vegetación haya crecido, pero yo también, así que no lo noto.
Decido aprovecharme una vez más del perfecto lugar del que dispongo para aprender a andar encima del agua. Según tengo entendido, el método es el mismo que el de trepar superficies verticales. El único problema es que si aquí fallo me daré un buen chapuzón, pero tengo que intentarlo igualmente. Acumulo chakra y consigo caminar a la primera sobre el agua. Primero lo hago lentamente, y cuando creo que ya estoy preparada empiezo a correr por encima del agua.
Doy gracias a que he podido ser capaz de aprender rápidamente y no me he mojado, pues lo que menos me apetece es meterme en el agua congelada... Aunque, ahora que lo pienso, nunca me en mi vida me metí en este lago, y me fijo en que el agua no está congelada, cosa que me extraña pues con el frío que hace debería estarlo. Aunque es cierto que en mi rincón siempre hay una temperatura ideal; en invierno, cálido, y en verano, un fresco muy agradable. Así que salgo caminando tranquilamente del agua, orgullosa de haber aprendido una nueva habilidad, y cuando ya estoy en la orilla dejo de acumular el chakra y me agacho mientras introduzco mi mano en el agua.
Con una agradable sorpresa, me doy cuenta de que el agua está caliente, como si fueran aguas termales. De hecho, es lo más probable. Como estoy cansada decido tomarme un relajante baño. No tengo más ropa que la que llevo puesta, pero me es indiferente. Ya me secaré poco a poco. Como el cabello lo tengo largo, me hago un moño usando el propio pelo de "goma". Después me desnudo y me introduzco en el agua. El agua me calienta los huesos y me relaja totalmente el cuerpo, en escasos minutos me encuentro tan a gusto que cierro los ojos y entro en un leve sueño, en el que soy totalmente consciente de lo que pasa a mi alrededor pero soy incapaz de moverme de mi posición. Luego cada vez voy entrando en un sueño más y más profundo hasta que me duermo totalmente.
Cuando me despierto, sólo la luna ilumina el santuario por el pequeño hueco por el que se accede al lugar. Me miro las manos; están totalmente arrugadas. Me río de mí misma al ver todo el tiempo que he dormido; está claro que necesitaba un sueño sin preocupaciones. Salgo del agua y me quedo sentada en una piedra mientras miro la luna y me voy secando. Cuando ya estoy seca, me visto y me deshago el moño. Justo antes de salir del santuario, me giro hacia atrás y le digo adiós con la mente.
Mientras camino de vuelta a casa, me doy cuenta con alegría de que los dolores musculares han desaparecido, aunque el efecto del calor empieza a desaparecer, cambiándose por el frío. Corro sin saber adónde voy, sólo dejándome guiar por mis pies, como hice a la ida, para así entrar en calor, y llego en poco tiempo. Esta vez ya me he fijado por dónde se va. Entro en casa y me asomo a la ventana. Sé que hoy ya he dormido suficiente y que no podré volver a pegar ojo hasta que amanezca, por lo que me asomo a la ventana, sin abrir ésta, y observo el frío exterior. Me parece ver a alguien corriendo, pero no me preocupo más por eso y me entretengo escuchando a los pájaros nocturnos ulular en la oscuridad.
- habilidad a entrenar:
- Equilibrio en el agua y superficies inestables
Descripción: mediante el mismo principio que la habilidad de trepar superficies se consigue una estabilidad en el chakra de los pies para poder andar, correr a incluso luchar sobre el agua.
Coste: 2pc por turno.
Requisitos: 30 o más de control del chakra y tener la habilidad: trepar superficies verticales mediante chackra.
Mejoras:
- Te permite pelear, correr y andar por el agua.
- 10 puntos más a CCK.
Aprendizaje: 2000 palabras.
- total palabras:
Palabras: 2000
Palabras escritas: 2041
Kori- Genin Konoha
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Blank- Kage Suna
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