Entrenamiento con Inkagua

Como era típico en el país de la lluvia la lluvia arreciaba sobre todo el país y la villa oculta de la lluvia no se libraba de esta lluvia. El la villa oculta de la lluvia se cernían unas negras nubes que descargaban de forma torrencial y constante unas gruesas gotas de agua; además, a la lluvia de Amegakure no Sato se le había sumado un feroz viento que hacía que la lluvia, en lugar de caer en vertical, cayese en diagonal haciendo así que chocase contra los cristales de los edificios de la villa oculta de la lluvia. Sokka, un pequeño niño de cinco años que habitaba en la villa, observaba el caer de la lluvia desde una ventana de una de las tantas viviendas que había en Amegakure no Sato. Al pequeño niño le encantaba aquel fenómeno meteorológico puesto que se había criado con ello. Sokka era un huerfanito de la villa de la lluvia, la madre del pequeño niño murió cuando dio a luz y el padre fue cruelmente asesinado y descuartizado cuando el pequeño Sokka inició su camino como ninja. Después de quedar huérfano Sokka fue adoptado por un gran hombre aunque muy despiadado y cruel; sin embargo, hasta día de hoy, el pequeño niño de cinco años que respondía al nombre de Sokka seguía entrenando duramente para convertirse en un ninja de gran reputación. En lo que se refiere al aprendizaje de tanto jutsus como de habilidades y otros Sokka poseía una pequeña ventaja respecto al resto de ninjas mayores que él y es que el cerebro de los niños es como una esponja aplastada que está sumergida en agua, en cuando dejas de aplastar esa esponja absorbe rápidamente bastante cantidad del agua que la rodea; así pues, cuando Sokka presta atención en aprender algo lo consigue increíblemente rápido. Sin embargo uno de los grandes defectos de los niños pequeños es su poca resistencia, lo que conduce a un alto grado de fragilidad, no obstante en este aspecto a Sokka le gusta hacerse el duro y cuando recibe algún daño no muestra hacia el exterior signo de dolencia. Sokka en particular también es bastante torpe por lo que siempre se le podía ver con alguna herida no causada por algún combate. El pequeño Sokka ya se había cansado de mirar por la ventana y ver la lluvia golpeando contra toda la villa así que decidió ir a su cuarto para vestirse. Mientras caminaba hacia su cuarto el golpear de la lluvia contra los edificios de la villa acompañaba a Sokka creando una especie de compás. Aquel sonido era bastante relajante para el pequeño niño sin embargo para el resto del mundo le parecía irritante, molesto y que provocaba nerviosismo. Sokka llegó a su cuarto, cogió la camisa negra que le quedaba grande y unos cortos pantalones que eran tapados por la gran camisa. Tras haberse vestido, Sokka cogió unos zapatos deportivos pero no se los ató. Vestido ya Sokka decidió dar un paseo por la villa de la lluvia, pero como le gustaba el contacta de la lluvia con su piel decidió no coger paraguas alguno. El pequeño Sokka salió de la casa y fue hacia los escalones del portal decidido a bajar por ellos, no obstante, debido a la torpeza o a una mala fortuna, el pequeño Sokka pisó uno de los cordones sin atar y al dar el siguiente pasa este hecho hizo que el pequeño niño de cinco años rodara escaleras abajo hasta chocar contra el mojado suelo. Fue una suerte que el pequeño Sokka no se golpeara la cabeza y que el trompazo solo hubiese causado una dolencia en uno de los hombros del pequeño. Así pues el niño cambió de rumbo y se dirigió al hospital de la villa puesto que quería salir de dudas. Cuando llegó al hospital, el ropaje del pequeño niño estaba chorreando agua y allí atendieron al pequeño enseguida. Un doctor de siniestro rostro le dijo que solo era una dolencia debido al golpe pero que le iba a dar algo para que se le pasase el dolor. El extraño doctor volvió con una especie de tarro en el cual había lo que parecía una especie de líquido azul. El pequeño sonrió un poco puesto que el color azul era uno de sus colores favoritos y, además, el color azul era como si formase parte de el pequeño Sokka (o así lo creía él) puesto que tanto su color de pelo como su color de ojos eran de color azul (de distintas tonalidades pero del mismo color). El niño de pálido rostro acercó el recipiente, que contenía el extraño líquido azul que le había dado el siniestro doctor, a sus labios y bebió el brebaje. Inmediatamente después el pequeño Sokka comenzó a tener algunas alucinaciones y a perder el sentido de la orientación. Los músculos del pequeño no le obedecían, las fuerzas lo abandonaban no obstante el dolor también lo abandonaba. Sokka, a través de sus ojos, podía percibir montones de trazas de colores que le hacían reír; además, Sokka pudo distinguir a un gnomo que parecía que intentaba ocultarse. De repente se escuchó el abrir de una puerta y una grave voz:
"-¡Me has asustado inútil!"-dijo la grave voz.
"-Lo siento, ¿has hecho que se tome ya el extracto de setas alucinógenas?"-respondió una voz más suave.
"-¡Habla más bajo imbécil! Todavía te puede escuchar.- reprendió la voz de el siniestro doctor a la voz más suave.
"-¿Qué más da que pueda escucharme? ¡Es solo un niño! Seguro que no comprende ni la mitad de las palabras que estamos diciendo ahora"
"-Tienes razón. Por cierto, ¿qué lleva ese brebaje? Al niño le ha hecho efecto enseguida y además me ha parecido que le aliviaba."
"-El brebaje lleva unas cuantas esporas de setas alucinógenas y un calmante bastante fuerte así que el niño estará en este estado durante un día entero. ¿Te apañarás con ese tiempo?"
"-Sí, me dará tiempo de sobra para llevarle al país de los ríos y poder librarnos de él".
"-¡Ahora eres tú el que habla demasiado! ¡Seguro que eso sí que lo ha entendido! Llévatelo rápido de aquí, pronto se quedará inconsciente."
"-¡Vale! ¡Nos vemos dentro de dos días!
El pequeño Sokka no pudo aguantar mucho más consciente, solo pudo aguantar hasta que salieron de la habitación; sin embargo el pequeño Sokka pudo ver que el gnomo los seguía. El siniestro médico había metido al pequeño y desorientado Sokka en una especie de saco y se lo llevaba cargado al hombro. Aunque inconsciente, Sokka todavía podía percibir tanto sonido como contactos pero solo era capaz de interpretar los contactos. Sokka fue cargado el una especie de carro y abandonó la villa oculta de la lluvia en contra de su voluntad. En cuanto salieron del país la lluvia dejó de caer sobre Sokka y el pequeño niño ya no pudo interpretar nada más de su entorno. Sin embargo en la cabeza de Sokka sonaba una canción debido al brebaje de extracto de setas alucinógenas. La canción tenía un buen ritmo y hizo pasar el rato al pequeño niño de cinco años aunque no entendiese ni la mitad de las palabras.

canción escuchada por Sokka:

Sokka recibió un golpe contra el suelo indicando que el viaje había finalizado y que acababa de dejar al pequeño y desorientado Sokka a su suerte. Algo rasgó el saco haciendo así que Sokka pudiese salir (el efecto del brebaje comenzó a desaparecer por lo que Sokka pudo moverse). Cuando Sokka hubo salido del saco vio al que había rasgado dicho saco. Era el gnomo de la habitación del hospital y en este momento empuñaba una afilada piedra. Tras haber soltada la piedra el gnomo sacó un frasco con el mismo extracto que le había ofrecido el siniestro doctor y le dijo a Sokka:
"-Este brebaje es similar al que te dieron en el hospital, sin embargo con este brebaje no se te paralizará el cuerpo solo apareceré yo si tienes algún problema. Pronto desapareceré pero antes de irme te diré que te hallas en el país de los ríos y que ha pasado un día entero desde que te tomaste el brebaje del hospital. Te recomiendo que esperes aquí puesto que una persona vendrá y te ayudará a convertirte en mejor ninja. Si no quieres esperar puedes irte a casa yendo en esa direcci..."- las palabras del gnomo se habían silenciado antes de que pudiese indicar por dónde volver al pequeño Sokka. Por eso el pequeño niño se quedó allí esperando a la persona que le había indicado el gnomo.
Mientras esperaba, el pequeño Sokka inspeccionó los alrededores del país de los ríos. Aquello estaba mucho más iluminado que Amegakure no Sato y no llovía, en aquel lugar había mucho más verde que de donde Sokka venía y, además, innumerables ríos de aguas cristalinas rodeaban todo el lugar. Sokka miró al cielo y no vio ninguna nube, la iluminación del lugar hacía daño en los ojos al pequeño Sokka y quería volver a casa no obstante, y en gratitud a la ayuda del gnomo, Sokka esperó a que la persona mencionada por el gnomo apareciese así conseguiría convertirse en mejor ninja.

palabras:

Era temprano, los rayos de sol entraban por mi habitación iluminándola completamente y dándome en la cara, despertándome estirando los brazos y bostezando con la boca bien abierta. Hoy hacia un día estupendo, no había una sola nube en el cielo y el clima era bastante agradable. Fui a pegarme una ducha antes de ir a ningún sitio pues aún no había pensado que hacer hoy, seguramente iría a entrenar o a algo por el estilo, pero no estaba muy seguro. Me puse música mientras me duchaba, ya que me ayudaba a relajarme y a concentrarme, me encantaba la música, la escucharía durante horas y horas pero no podía ser, no tenía tiempo para casi nada. Acabé de ducharme y mientras me secaba el torso, pensé en desayunar en el restaurante de Kaito, saludarle y preguntarle si necesita ayuda en algo.

Me vestí algo informal, no iba a ningún sitio elegante, y además no me importaba mucho lo que pensaran de mi las demás personas, únicamente iba a desayunar. Con mis chanclas de dedo en los pies salí de mi casa mirando el cielo, mirando el color azul que tiene, me quedé tan atontado que coqué de frente contra una farola que había por el camino, cayendo de culo al suelo. Me levanté con la mano en la cabeza pensando que me saldría un gran chichón. Seguí mi camino pues el restaurante estaba a un par de manzanas de mi casa.

Llegué allí y me senté en la barra donde estaba Kaito sirviendo alcohol.

-Buenos días Kaito, ¿Cómo te va el negocio?
-Buenas Luffy, pues como puedes observar me va bastante bien y a ti, ¿Qué tal te van los entrenamientos y los combates en el coliseo?
Mientras soltaba un par de carcajadas contesté.- Pues bastante bien, estoy aprendiendo gran cantidad de habilidades y día a día me hago más fuerte.
-Bueno, me alegro mucho, pero no creo que hallas venido aquí solo para hablar conmigo, ¿Qué querías tomar?-. Tras decir esto Kaito sonrió cerrando los ojos, parecía saber lo que iba a pedir.
-Pues cierto es, vengo aquí para que me alegres aún más la mañana, sorpréndeme con uno de esos desayunos que me han dicho que preparas.
-Está hecho, en un par de minutos lo tienes listo.

Kaito se marchó para la cocina sonriendo, ese hombre me caía demasiado bien, y espero poder ayudarle siempre que lo necesite. Mientras esperaba miré el restaurante, la gente que había, los cameros, el decorado… era grandioso todo aquello. Como dijo Kaito en dos minutos me trajo un delicioso desayuno.

-Si que eres exacto Kaito-. Le miraba a el y al plato que me trajo. -¿Qué es?
-Esto es uno de mis mejores platos, Ramen con alitas de pollo, espero que te guste.
-Si lo has hecho tu no lo dudes-. Al acabar la frase empecé a comer, los ojos me centelleaban, estaba buenísimo, no había probado un plato de ramen tan bueno como ese, empecé acelerar comiendo, cada vez más y más rápido, hasta que me atraganté tosiendo un par de veces.
-Kaito, eres el mejor Chef que he visto nunca, cuando tengas algún problema de personal no dudes en contar conmigo.
-Trato hecho-. Tras decir esto pareció que nos leímos la mente, levantamos los dos la mano y la chocamos en el aire, apretándonos las manos. Salí por la puerta con la mano en alto, y me dirigí a casa. Mientras caminaba pensé en irme al País de los Ríos, estaba a un día de Sunagakure no Sato y tenía que entrenar mi velocidad, a si que iría corriendo. Era una idea algo alocada, no tenía sentido alguno, pero también era una forma de entrenar mi resistencia y mi velocidad.
Llegué a casa y empecé a preparar mi mochila y plantearme el horario y el ritmo que llevaría.
Cogí comida para dos cenas y dos comidas, y en un mapa preparé una ruta que tomaría, a si que, con una mochila no muy grande y mi tinaja llena hasta la mitad de arena porque si no sería bastante estorbo para el camino, en la espalda, salí de mi casa sin antes recogerla.

Empezaría a correr tras salir de la muralla, pensé; y así lo hice, nada más salir de la villa, empecé a correr en dirección Pais de los Ríos, dejando atrás Sunagakure. Correr por el desierto era bastante jodido por las dunas y por la cantidad de arena que había, todos los pasos que dabas el pie se hundía un poco entorpeciendo el correr, y duna para arriba y duna para abajo era bastante cansado, pero pronto llegaría a un pequeño oasis en el que había entrenado hacía unos días. Allí sería mi primera parada, no era mucho el tramo, pero a partir de ese punto la arena empezaba a disminuir a poder correr mejor. Con cinco minutos de descanso, partí otra vez, esta vez correría cuatro horas y media hasta llegar al treinta y cinco por ciento de recorrido. Después serían otras cuatro horas y después otras tres horas y media. Llegaría bastante de noche, por lo que empecé acelerar el ritmo.

Llegué a mi destino algo asfixiado pues no era normal de mí estar corriendo un día entero, la luna iluminaba aquel paisaje verde en el que me encontraba, como en Sunagakure no había excesivo frío a si que no necesitaría abrigo para dormir. Mientras paseaba por el lugar para ver algún sitio donde pudiese entrenar y un sitio donde pudiese dormir, encontré a un niño pequeño de no más de siete años solo con el pelo y los ojos azules, no parecía un niño normal, y no me pareció bien dejarle hay tirado por lo que me acerqué a hablar con el y a preguntarle por que estaba allí solo.

Me acerqué y le toqué el hombre con mi mano derecha.
-Buenas, me llamo Monkey D. Luffy y vengo de Sunagakure no Sato, pero puedes llamarme Luffy. ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás aquí solo?-. Parecían muchas preguntas por lo que paré un poco a que me contestara. Seguidamente le volví a preguntar.
-Ya sé que no debería meterme mucho pues me pareces un chaval bastante capaz de sobrevivir solo pero, ¿Dónde están tus padres?-. Me senté a su lado y amablemente le dije.- No te voy a hacer nada a si que si quieres venir a dormir conmigo puedes venir, yo mañana voy a entrenar y partiré de nuevo a mi villa, si me quieres acompañar.

Este niño no parecía un niño cualquiera y más todavía me sentía bastante vinculado con él.

Palabras:

El pequeño Sokka tenía una gran jaqueca debido al mejunje que se había tomado en desconocimiento de lo que aquella acción causaría. Sin embargo Sokka obedeció al gnomo y esperó a la persona que le indicó mientras estaba sentado en la sombra de un árbol (como solía hacer en las clases de educación física). Las horas pasaban lentamente y nadie aparecía por allí, el estómago del pequeño Sokka empezó a rugir y justo en ese momento recordó que ayer (el día del secuestro) no había comido absolutamente nada y que hoy iba por el mismo camino. El pequeño gennin llamado Sokka miró a su alrededor una vez más, sin embargo esta vez el objetivo de la búsqueda era hallar algo de comida. En los alrededores no había absolutamente nada de comida, pero cuando miró hacia arriba para ver el cielo se dio cuenta de que el árbol cuya sombra lo resguardaba era un manzano y parecía tener muy buena fruta. Sokka escaló el árbol y cogió una roja y brillante manzana la cual le costó desengancharla un poco. Un dulce sabor entró en la boca de Sokka en cuanto mordió la manzana, esto podría ser debido a que Sokka estaba hambriento o a que de verdad estaban buenas las manzanas pero eso daba igual. En el segundo mordisco, Sokka notó algo más blando y viscoso en la boca; cuando miró a la manzana vio un trozo de un gusano rosado. Fue entonces cuando Sokka se encogió de hombros y siguió comiendo, de vez en cuando venía bien llevarse alguna que otra sorpresa. Con el estómago lleno y el Sol aplicando un suave calor al pequeño Sokka, al niño le empezó a entrar algo de sueño por lo que el pequeño se acomodó al lado del manzano y se quedó dormido. Cuando Sokka despertó el Sol ya se estaba poniendo por el horizonte, estaba claro que la persona indicada por el gnomo no iba a acudir sin embargo el pequeño Sokka decidió darle una última oportunidad antes de partir rumbo a Amegakure no Sato. El pequeño niño estuvo esperando al rededor de una hora más y cuando ya había perdido toda esperanza de que nadie apareciese una mano bastante más grande de las de Sokka se apoyó en el hombro del pequeño niño y una voz desconocida sonó.
"-Buenas, me llamo Monkey D. Luffy y vengo de Sunagakure no Sato, pero puedes llamarme Luffy. ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás aquí solo?"
El pequeño Sokka se giró y vio a un joven adolescente con cara benevolente y sudorosa, parecía que había hecho un gran esfuerzo físico recientemente. El desnutrido Sokka sonrió y dijo:
-Por fin has llegado. Te he estado esperando durante todo el día. Yo me llamo Sokka, de Amegakure no Sato donde siempre está lloviendo, y estoy aquí por varias razones. La primera de ellas es porque me secuestraron, la segunda fue porque un gnomo, que no sé de dónde salió, me dijo que te esperase porque contigo podría mejorar en mi camino del ninja. Además, no se por dónde volver a mi villa.
El pequeño Sokka escuchó algo de que Luffy quería entrenar al día siguiente -¿Por qué no entrenamos ahora?- propuso el impulsivo Sokka -Si aceptas mi invitación te estaré esperando en la orilla de aquel río, pues necesito aprender todavía a andar por el agua.-Sokka se encaminó al río y se puso a practicar tal y como lo hizo cuando entrenó para andar por las paredes. Enseguida dominó la técnica, pero le faltaba perfeccionarla un poco.

Habilidad a aprender:

Palabras:

Nada más apoyar mi mano sobre su hombro sonrió, parecía estar sediento y algo hambriento. Cogí mi mochila y saqué una de mis botellas de agua que había rellenado en el manantial del oasis y un pedazo de pan.

-Toma, pareces hambriento, tengo de sobra en la mochila.

Según lo que me contó, es que se llamaba Sokka de Amegakure no Sato, el País de la Lluvia, me dijo que le habían secuestrado y traído hasta este país, había estado esperándome allí todo el día y que un extraño gnomo le había dicho que me esperara, que llegaría para enseñarle el camino del ninja. Por lo visto no sabía volver a su villa, lógico, no tenía más de siete años y no sabía por donde vino. Yo tampoco tenía mucha idea de llegar a su villa pues no había ido nunca y no se me había perdido nada allí.

-En cuanto a volver a tu villa, yo tampoco se muy bien puesto que no he ido nunca-.Seguido de esto me dijo:
-¿Por qué no entrenamos ahora? Si aceptas mi invitación te estaré esperando en la orilla del río, pues necesito aprender todavía a andar por el agua.
Este chico era fuerte, más fuerte de lo que yo imaginaba, era un ninja y era gennin como yo, y aún más, estaba aprendiendo a andar por el agua cosa que yo todavía no había ni empezado a practicar. Por desgracia yo estaba muy cansado para entrenar con él en estos momentos por lo que le estuve observando un buen rato, hasta que decidí entrenar mi control sobre el chakra.

-Sokka, estoy cansado del viaje ya que he venido corriendo para ejercitar mi resistencia física y me velocidad corriendo, pero yo estaré aquí entrenando mi control sobre mi chakra.

Se me ocurrió entrenar como Kori, la chica con la que entablé una amistad y entrené en el País de la Nieve con ella, ir haciendo una especie de zigzag con mi chakra, fluyendo a gran velocidad. Sin pensarlo dos veces me senté en frente de una gran fila de árboles, y comencé mi entrenamiento. Empecé acumulando chakra en mis manos, y expulsando ráfagas de este chakra acumulado iba haciendo zigzags a gran velocidad, cada vez más y más rápido, casi que el chakra empezó a hacer arañazos en el tronco del árbol. De pronto se me ocurrió ejercitar este mismo movimiento pero con la arena de mi tinaja que la había rellenado por completo antes de pasar completamente el desierto. El tapón salió despedido y la arena salió a una gran presión, como una bebida con mucho gas. Con la arena levitando en el aire a unos palmos de mí la levanté un poco más para complicar el ejercicio, seguidamente empleé la misma técnica que con el chakra pero con la arena, esta vez no me resultó tan fácil pues la primera vez que hice mover mi arena en zigzag segué el primer árbol que tenía encime, este se empezó a inclinar hacia mí, tenía las piernas cruzadas y no me apetecía moverme por lo que utilicé una técnica de mi elemento tierra que había aprendido hace muy poco tiempo. El tronco calló golpeando el suelo y haciendo un gran ruido, yo ya había desaparecido de allí y me encontraba a unos cinco, seis metros de allí. ‘’Puff esto cada vez es más difícil pero tengo que salir de este País dominando más mi control sobre mi chakra’’. Esperaba no haber asustado a Sokka con el estrépito que había montado, pues eché un vistazo a la orilla del río donde había dicho que estaba. Me levanté para buscarle. Ya de pié me di cuenta de que no era ni su padre ni su madre y ni mucho menos su niñera por lo que podía cuidarse el solo, yo no me movería de allí según le dije, a demás el era suficientemente fuerte para contraatacar a un enemigo.

Me volví a sentar en otra fila distinta de árboles y levanté de nuevo mi arena, moviéndola rápidamente entre los árboles, esta vez no había roto ningún árbol pero si había hecho algún arañado profundo. Lo intenté repetidas veces hasta que por fin la arena se movía con fluidez gracias al control que había tomado. Se me ocurrió otra idea a si que me levanté y me dirigí donde se encontraba Sokka, me senté con mi sombrero puesto en la cabeza y empecé a concentrar chakra en mi mano derecha, concentré tanta cantidad de chakra que tuve que sostener mi muñeca con la otra mano para que no se me partiese. Una vez acumulado el chakra me puse de rodillas mirando el agua y puse la palma de mi mano derecha sobre aquel río, expulsé todo mi chakra a gran potencia levantando un gran ‘’geiser’’ de agua, empapándome todo el cuerpo. Por suerte, llevaba ropa de cambio por lo que pudiera pasar. Tendí la ropa mojada en una rama de un árbol y fui a guardar la arena que anteriormente había utilizado. Con la arena guardada me acerqué de nuevo a ver a Sokka y con un grito le dije:

-Sokka, por mi parte yo ya he entrenado lo que quería, solo faltas tú por terminar-. Con una sonrisa en la cara me senté en la orilla mirando fijamente a Sokka, mientras caminaba por encima del agua. Un día de estos tenía que volver aquí a aprender esa habilidad.

-Yo me iré mañana por la mañana a Sunagakure, pero tu no se que vas a hacer. Yo te ofrezco acompañarte hasta mi casa y darte hospedaje hasta que pregunte y me digan hacia donde se va a tu villa. ¿Qué te parece la idea?

Tras decir esto me tumbé mirando las estrellas, en mi villa nunca me había fijado, pero estaba completamente seguro de que no había tantas. Me quedé un rato mirándolas esperando a que vinera Sokka.

-También voy a hacer la cena, ¿Quieres acompañarme?-. Tras decir esto me fui hacia donde tenía la mochila y saqué un par de boles con ramen frío.
-El único inconveniente es que están fríos.

Habilidades a Aprender:

Poco a poco el pequeño Sokka logró dominar por completo la habilidad de andar por el agua. Cada vez se convertía en mejor ninja y debido a eso ahora podía pasear por el agua. El tal Luffy hablaba demasiado aunque intentaba ser amable, desde que Luffy había llegado se había preocupado por el pequeño Sokka por lo que durante el entrenamiento se forjó un lazo de amistad, o algo similar, muy fuerte que unió a los dos shinobis. El mayor de los shinobis ofreció al más pequeño algo de agua y un pedazo de pan, sin embargo el niño de cinco años lo rechazó. El joven Luffy le dijo que el estaría entrenando cerca de donde se hallaban otras serie de cosas. Sokka decidió echar un vistazo al entrenamiento que estaba haciendo Luffy, el gennin de Sunagakure no Sato, y vio como controlaba la arena atacando a un árbol. Sokka abrió muchos los ojos debido a la sorpresa que se llevó (aunque tampoco fue muy grande después de haberse parado a pensar) acababa de descubrir que Luffy era del clan sabaku, un clan especializado en el control de la arena. El pequeño Sokka estuvo bastante rato observándolo hasta que terminó el entrenamiento. Luffy anunció el final de su entrenamiento y justo cuando el pequeño Sokka iba a decir que el también había acabado, Luffy volvió a hablar.
"-Yo me iré mañana por la mañana a Sunagakure, pero tu no se que vas a hacer. Yo te ofrezco acompañarte hasta mi casa y darte hospedaje hasta que pregunte y me digan hacia donde se va a tu villa. ¿Qué te parece la idea?"
Aquello molestó algo a Sokka, no sabía si era verdad o no pero al pequeño Sokka le parecía que Luffy quería llevárselo y así conocer secretos de Amegakure no Sato. Sokka no picaría en aquella treta, además si no era verdad la sospecha de Sokka el pequeño niño todavía tenía que volver para buscar venganza sobre aquellos que le secuestraron. Así pues, sin mediar palabra con Luffy, Sokka emprendió el camino sin saber a dónde se dirigía. Luffy podría haber pensado que el pequeño Sokka había sido una alucinación o que, como había ocurrido, se había ido sin decir nada. Las tripas del pequeño Sokka volvieron a rugir y el niño se acordó de lo que le había dado el gnomo. Sokka buscó entre sus bolsillos un pequeño recipiente que contenía un líquido de color azul claro, lo encontró enseguida y se lo bebió todo de un trago. Un mareo vino a la cabeza de Sokka seguido de unas series de trazas de colores (primero el rojo, luego el azul, luego el verde, después el amarillo y por último el morado). Tras la series de colores, el pequeño Sokka vio por segunda vez al gnomo en el viaje. El pequeño gnomo llevaba un puntiagudo gorro de color rojo, una larga barba (en proporción a su tamaño) que le llegaba hasta la cintura, vestía con una camiseta de manga larga de color azul y con unos pantalones marrones sujetos por un cinturón también marrón. Además, el gnomo, llevaba unos zapatitos de piel de color beige.

Aspecto del gnomo:

El gnomo hizo una reverencia a Sokka en forma de saludo con lo que Sokka respondió al gnomo levantando la mano en forma de saludo también.
"Necesito que me guíes hasta la villa oculta de la lluvia. Por cierto, conocí a la persona que me mencionaste; parece buena persona y sin conocerme de nada quiso ayudarme. Además, es cierto que me ayudó en mi camino del ninja aunque entrenásemos por separado. Por todo esto te doy las gracias sinceramente.-dijo el pequeño Sokka al gnomo.
"Me alegra mucho que te ayudase el conocer a aquella persona, respecto a lo de guiarte ¡Comencemos ya! ¡ Sígueme!" -aquella fue la respuesta del gnomo a las palabras del pequeño Sokka.
Durante el trayecto no hubo ningún intercambió más de palabras, es decir, el pequeño Sokka y el diminuto gnomo no volvieron a hablar mientras se dirigían hacia Amegakure no Sato. Tras un día entero sin descanso de andar, divisaron por fin las características nubes negras que se ciernen siempre sobre el país de la lluvia. Sokka agradeció de nuevo la ayuda del gnomo y este último se disculpó por no poder completar todo el trayecto puesto que la alucinación solo duraba un día. El gnomo desapareció mientras Sokka se despedía de este primero. Tras haberse ido Sokka emprendió la carrera para acabar la distancia que le quedaba entre Amegakure no Sato y él mismo.
Lo primero que hizo el pequeño Sokka nada más llegar a la villa oculta de la lluvia fue dirigirse hacia el hospital donde había sido secuestrado. Abrió la puerta de una patada e irrumpió en la sala de espera; tras eso, el pequeño Sokka se dirigió a la habitación donde había sido atendido. Aunque algunas enfermeras intentaron detener a Sokka ninguna lo consiguió por lo que irrumpió en la sala en la que había sido paralizado. Allí descubrió al siniestro doctor de hacía tres días. Aquel doctor era bastante estúpido ya que no había matado a Sokka al menos debería haber huido de la ciudad y así se habría evitado el morir en aquel día. Al lado del doctor había una enfermera la cual dio un grito y enseguida Sokka la reconoció. Era la otra persona que había participado en el secuestro. Sokka sacó un par de kunais y se los lanzó a aquellas dos personas directas al cráneo. Tanto la enfermera como el doctor no pudieron reaccionar a tiempo y sus cuerpos sin vida caían al suelo formando un charco de sangre. El pequeño Sokka se acercó a ellos y les extrajo los kunais de las cabezas. Tras haberlos limpiados, Sokka se guardó las dos armas y se sentó en el charco de sangre para ponerse a meditar. Todo aquello del secuestro lo había alterado bastante y ahora necesitaba relajarse, y que mejor forma de relajarse que haciendo un entrenamiento de control de chakra. Sokka dejó escapar de su cuerpo algo de chakra para concentrarlo en algunas partes de dicho cuerpo (tales sean las manos, los pies, etc.). Sokka estuvo así durante veinte minutos en los cuales nadie le dijo nada. Cuando creyó oportuno, Sokka se levantó y se marchó a casa.

Entrenamiento total:

Revised.