Negocios con Konoha

Yuu estaba en coma, inconsciente, no sabía que hacer con su cuerpo a si que decidí venderlo al mejor postor y que este hiciese lo que le venga en gana con el, tras buscar pude contactar con Konoha, a ellos les daría el cuerpo de este, quedarían en un país neutral, allí no habría conflictos con nadie, no quería arriesgarse, el lugar acordado sería el país de hierro, era un lugar donde nunca había estado, y tenía curiosidad, no sabía los datos de con quien iba a quedar, le tendría que reconocer por su bandana de Konoha.

Llego el día acordado, me encontraba en el país del hierro, esperando a la persona con la que me encontraría, vestía con una especia de capa que me tapaba parte del cuerpo, en mis cinturas tenía las pistolas, escondidas, imposibles de ver a simple vista, en mi hombro tenía el cuerpo con vida de mi ex-compañero, el cual vendería sin piedad alguna, pronto me darían el dinero a cambio de el.

Menos mal que me gustaba viajar y conocer sitios nuevos, pues de lo contrario mis rutas aventureras habrían desaparecido hacía mucho y en aquel momento estaría quejándome y preguntándome por qué me había accedido a ir al País del Hierro. Sabía que Viral tenía bastante trabajo, y siempre me gustó ayudar en la medida de lo posible. Si él supiera cuanto me había ayudado a mí... Quería devolverle parte de lo que hacía continuamente por mí, de una forma u otra. Entre otras cosas, era una de las razones por las que no me importara viajar, a pesar de que no fuera con fines turísticos. En verdad pocas veces lo era, pero sin importarme el día acordado, yo me dirigí un poco antes.
Había varios días de viaje, pasando desde los grandes bosques de Konoha a un paisaje con vegetación algo más escasa. Por suerte, el territorio que crucé era neutral y no tendría problemas con las gentes. Mi villa quedaba realmente clara, no en vano llevaba a la espalda la gran capa del Imperio, con el fénix de fuego contrastando sobre el fondo negro. Esta estaba colgada a mis hombros, dejando ver una camiseta de color rojo claro con unos pantalones negros largos. Como solía hacer iba preparada para cualquier tipo de imprevisto, no me fiaba en totalidad de lo que pudiera pasar. Por lo que tenía entendido, una persona desconocida que no pertenecía a ninguna villa estaba vendiendo el cuerpo de su compañero, o lo que fuera, al mejor postor. Era un poco raro. Claro que, igual que yo no sabía nada de él, él tampoco sabía nada de mí. Por eso además de la capa del Imperio me había atado la bandana de la villa de la hoja al cuello, con eso debía reconocerme. Lejos de hacerme una coleta llevaba el pelo negro suelto, contrastando con mis ojos claros como las perlas de un collar.

Al llegar al sitio de encuentro me percato de que las temperaturas son cuanto menos correspondientes con la estación del año, haciendo un clima frío y estando el suelo cubierto de nieve. Se encontraba situado entre unas montañas llamadas los 3 lobos, no pude negar que eran preciosas, cualquier sitio no visto y al que tenía la suerte de ir me lo parecía. Saqué la bufanda negra de mi mochila, siempre lista para algún imprevisto, y me la puse al cuello. Si no me cuidaba, acabaría cogiendo un catarro con facilidad, y no deseaba ponerme enferma. No me fue demasiado costoso encontrarle, varios metros por delante mía, de espaldas a mi posición. A los samurais, que eran claves a la hora de formar la cultura de ese País, no les había pasado desapercibida su presencia y parecía que uno de ellos le mantenía vigilado desde la distancia. Tampoco tenía pensado alargar mucho los trámites. Fui andando, sin importarme el que pudiera oír a la nieve crujiendo bajo mis pies, y al llegar a la colina por encima de él salté a escasos 3 metros de su posición, cayendo con las rodillas flexionadas. Mi gesto era algo serio, pero no el de un enemigo, sino que en mis ojos podría ver amabilidad.

- Buenos días, caballero. Sino me equivoco, debe ser quien se puso en contacto con el Hokage para venderle el cuerpo de su compañero, y el que lleva al hombro es el motivo de nuestro encuentro.

Hice una leve pausa, señalando el bulto que estaba en su hombro con la cabeza, y fijándome en si estaba muerto. Tenía órdenes explícitas de que estuviera vivo, nada de muertos, y aunque debía estar inconsciente aún respiraba. Saqué un maletín, abriéndolo un momento para que pudiera ver el dinero. Tras ello lo cerré, como si fuera un perrillo al que pusiera un trozo de filete frente a las narices y después se lo quitara esperando que cumpliera mis órdenes.

- Aquí está la cantidad acordada. A cambio, deseo mi parte. Le recomiendo que no haga ninguna estupidez, si la tiene pensada, solo como advertencia.

Me acercaría hasta él, acortando los escasos metros que nos separaban, y dejaría el maletín en el suelo, frente a sus pies, apoyando una de mis piernas sobre el objeto para mantenerlo pegado al suelo. Extendería uno de mis brazos, el izquierdo, para que colocara el chico encima de él, y poder acabar con eso.

- Está todo el dinero, puede contarlo si quiere. Coloque sobre mi brazo al chico, yo me encargaré de él.

No sabía quién era esa persona ni por qué la estaba comprando, ¿qué precio tenía una vida? Pero, debía mantenerme alejada de los sentimientos. Eran órdenes y como tales debían ser cumplidas.

Info:

Acciones:

Tras una breve espera parecía que la enviada de Konoha había llegado, a mi espalda pude oir como la nieve crujía, rapidamente me di la vuelta mirando hacía detras, una mujer se acercaba asta mi posición, parecía ser la persona con la que me iba a encontrar, fue facil reconocerla gracias a la capa colgada en su espalda, vestía con una camiseta roja y unos pantalones negros, en su cuello llevaba una bandana de Konoha, lo que lo confirmaba, su pelo era negro, y sus ojos muy claros, unos ojos muy peculiares, a parte de la bandana llevaba una bufanda negra, normal, pues la temperaturas de aquel lugar eran muy frías, llego a una colina por encima de mi posición, de un salto se puso a tres metros de mi, cayendo de rodillas, su cara era algo sería, pero no le dio importancia, cuando la mujer dijo:

_ Buenos días, caballero. Sino me equivoco, debe ser quien se puso en contacto con el Hokage para venderle el cuerpo de su compañero, y el que lleva al hombro es el motivo de nuestro encuentro.

_Si, y tu pareces ser la enviada de Konoha.

La enviada se puso a ver si Yuu seguía vivo o no, solo estaba inconsciente, Konoha no quería muertos, no sabía el motivo, pero tan poco me importaba.

_Tranquila, el cuerpo esta vivo, solo esta inconsciente.

Tras eso la mujer saco un maletín, y lo abrió enseñándome el dinero acordado, a simple vista parecía estar todo, pero nunca se sabe, después lo cerro rápidamente, cuando me dijo:

_- Aquí está la cantidad acordada. A cambio, deseo mi parte. Le recomiendo que no haga ninguna estupidez, si la tiene pensada, solo como advertencia.

-Aquí esta el cuerpo acordado, y le hago la misma advertencia-

Tras eso ella se acercaría y dejaría el maletín en el suelo, sujeto con su pie pegándolo a la nieve, mientras que alargaba uno de sus brazos agarrando a Yuu, tras eso lo dejaría en su brazo, para a si agacharme y coger el maletín del dinero, tras eso me daría la vuelva y me alejaría de aquel lugar y de ella volviendo a mi lugar de procedencia, cuando estuve a 7 metros de ella alce una mano en señal de despedida.

El chico con el que tuve que negociar no es que fuera la criatura más agradable del planeta, pero eso me sería indiferente, tampoco era su deber serlo. Hizo bien su parte, como le había pedido, puso en mi brazo a su compañero y fue a ojear el dinero del maletín, para comprobar que todo estuviera en su sitio. No me moví del lugar, salir corriendo en ese momento habría sido un acto muy descortés por mi parte. Eso sí, él no dio una gran muestra de educación cuando me doy la espalda y se fue en la dirección de donde debía haber venido. No es que caminara a un paso muy rápido, así que a los dos metros le dirigí las últimas palabras que escucharía de mis labios en aquel día.

-Un placer hacer negocios con usted.

A pesar de que mi paso era a una velocidad mayor, no tenía demasiadas ganas de estar corriendo y menos por un terreno tan frío. Se me estaba helando la nariz hasta el punto de tenerla roja, a ese paso cogería un constipado, la ráfaga de viento que movió la capa y me descolocó la bufanda no ayudaba. Como me era complicado maniobrar en mi posición, cogí el cuerpo del chico inconsciente del cuello de la camisa y le lancé con impulso en dirección recta, por el camino que me llevaría de vuelta a Konoha. La trayectoria había sido alta y tuve suficiente tiempo de colocarme la ropa y hacer un sello con una mano. Tras ello, se acumuló chakra a mis pies y pude alcanzarle en un momento perfecto para que no se cayera, a casi 20 metros por delante. Hice la técnica dos veces más y la distancia se acortó considerablemente.
Al final el día había sido productivo. Pronto estaría en casa.

Técnica aprendida:

Acciones:

Gastos y daños:

Revisado.