Cara o Cruz: veamos que dice la moneda

Un nuevo día se alzaba en la villa de Kirigakure, Lobo Nocturno, como solía acostumbrar a hacer, se levantaba como cada mañana a hacer sus quehaceres, como Anbu del País del Agua. La misión de hoy era sencilla: Adentrarse en los enclaves de la nación, y vigilar los alrededores. No había nada peligroso de lo que hacer incapié, pero los Anbus siempre tienen algo de lo que ocuparse. Un día libre, en ellos, era harto extraño. Sin más remedio que seguir hacia adelante, se colocó sus ropas, su máscara que no dejaba ver nada de su rostro, y salió de su casa.

El trayecto no fue muy duro, solo tendría que continuar con la ruta que tanto conocía, y que de tantas veces había recorrido, unas acompañado, otras solo. Podía acordarse de los días en los que lo hacía con su Sensei Suitachi, pero no era momento para pararse a reflexionar esas cosas. Hoy era día de cumplir las órdenes del Emperador, sin cuestionárselas, como buen Anbu. Su arco iba ceñido, como siempre, a su espalda, y el pelo se le quedaba recogido en un nudo a la altura de la nuca. Era una imagen que daba bastante confianza en sí mismo, una seguridad que no se vería turbada por el más terrible de los demonios, y ese demonio era su propio emperador, lo que quitaba bastante hierro al asunto.

Una vez llegado allí, decidió empezar a subir a los árboles, y así continuar con su ronda. En una de sus horas de servicio, había acabado con la vida de unos bandidos, que acababan de salir de la ciudad portuaria, y llevaban varios miles de ryos a sus espaldas, un botín no demasiado sustancioso, pero necesario para la vida de sus dueños, que serían pobres comerciantes que no tendrían un mísero mendrugo de pan si no lo recuperaban. Ese dinero seguiría allí si nadie lo cogía, asi que Lobo comunicó por su interfono que un clon suyo se encargaría de la ronda, ya que él se ausentaba para otros quehaceres. Se sentía con ganas de hacer una buena acción, así que partió hacia la ciudad portuaria. Su velocidad era increíblemente grande, pues los Hatakes siempre han mostrado alardes de ello, y él era uno de los mejores. Su arco bamboleaba a cada salto que realizaba, pero sabía que su clon haría bien su trabajo, y eso le tranquilizaba.

El trayecto fue sencillo, a veces recibía datos de otros Anbu sobre informes de los sectores de lugar, pero hoy era un día bastante calmado, tranquilo, y habitual. Lobo se paró a observar las tiendas, en busca de gente desesperada, que corriera de un lugar para otro. Tras media hora, pudo oir un tumulto, en el que pudo identificar a las víctimas del robo. Una vez acabado el recado, podría volver a sus quehaceres, o incluso tomarse un descanso en la ciudad, pero eso lo decidiría en el camino hacia el puerto.

Todo sería un día normal y corriente en la vida de Lobo Nocturno, cuando se vió interrumpida por la transmisión de uno de los Anbu de mayor categoría, cuyo nombre no sería revelado en estas circunstancias.

Lobo, me recibes? Se ha detectado en las cercanías un renegado de Kumogakure, con posible información vital. Se le reconocerá por no tener brazos, y sus ropajes oscuros. Su captura es de vital importancia para el Imperio. Nivel de prioridad: S

Nada más oir esa información, Lobo salió disparado hacia las coordenadas que le dictó un par de segundos más tarde su superior.

Una vez en el lugar, subió ágilmente, con su habilidad del sigilo ninja, al edificio contiguo al invasor, donde pudo avistar al hombre sin brazos. Rápidamente, se movió de forma sigilosa hasta él, sin hacer ningún tipo de ruido que pudiera delatarle, mientras el invasor reflexionaba sobre sus problemas, y las cosas que le podían haber hecho llegar hasta ahí. Llegó a su espalda, tocándola mientras hacía un sello con su otra mano. En ese momento, el renegado cayó inconsciente, dormido completamente, y sería atado completamente por el Anbu, que reportaría de la situación de lo ocurrido como un completo éxito. El joven de Kumo era parte del Imperio ahora, y la misión había sido realizada correctamente.

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Acciones realizadas:

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