Una vuelta por el País

Se avecinaba un nuevo día en la villa de Kirigakure. Me apetecía darme una vuelta por los alrededores, por lo que había decidido que ese día, tomaría un paseo por todos los lugares notables del País del agua. Había salido corriendo, horas antes, de mi villa, vestido con mis ropas de Kage, armas a la cintura, para explorar todas las cosas que me podía ofrecer esta hermosa nación. Primero, opte por visitar la isla de la Diosa Liriam, cuyo nombre nunca entendí. Era algo curioso, el que tuvieramos nombres tan variopintos para un lugar tan espectacular como era este. Una parte de la isla estaba colonizada por el hombre, pero la otra parte, la que tenía un arrecife que daba al mar, no se notaba muy explorada que se dijera. Algunos monstruos se encontraban allí, y más de un susto se había llevado algún comerciante por cruzarlos de mala manera, intentado sacar tiempo para llegar de una población a otra, o en un codicioso intento de conseguir algun material que fuera raro, o extraño por un lugar que se alimenta de poco más que pescado.

Pasé más de media hora subido a la copa de un arbol para admirar las vistas de aquel lugar, cuando continué mi camino. La siguiente parte, era la ciudad del puerto, que visité para comprar alguna que otra chuchería que llevarme a la boca, esperando a que el dia se pusiese un poco más soleado. Tampoco era nada raro de esperar de un país conocido por sus nieblas continuas, de modo que tampoco pasaría allí mucho tiempo, y comería algo en algun restaurante de mediana calidad.

El día estaba siendo bastante cómodo, pero ya había concluido mi paseo, e iba siendo hora de pasar por casa para continuar con mis labores de Kage. Continúo caminando durante una media hora, hasta llegar a una costa cercana a Kirigakure, y pienso que tampoco sería una mala idea darme un chapuzón antes de irme a trabajar de nuevo.

Paso alrededor de veinte minutos sumergido en el agua, saliendo cada poco tiempo, a respirar. Pero incluso llego a mantenerme cinco minutos sin salir a respirar afuera, no quiero usar mi chakra inutilmente para respirar bajo el agua. Pero, viendo que una vez casi me ahogo, acabo activando mi respiración submarina, y exploro un poco el fondo del mar con animos renovados. A los diez minutos, salgo del agua, y pienso que ahora estaría bastante bien algo de acción...

Espero sentado en la superficie del agua, como si hubiera algo o alguien que me llamase para seguir ahí. Me separan unos cincuenta metros de la playa, y la última vez que comprobé el fondo del mar aquí, era de diez metros.

¿Hay alguien ahí?

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El rato parecía estar yendo bastante bien, y no se turbaba nada, aunque me había parecido en un principio que sí. Llegué a preguntar si había alguien, y no conseguí respuesta alguna, aunque sí me pareció notar la presencia de un niño de corta edad, que no sabría bien identificar. No tenía nada de raro aquel infante, si bien me parecía haberlo visto en alguna ocasión, o notar algo extraño en él...


Nah, no sería nada importante. Con mis nuevas labores de Mizukage, veo mucha gente por la calle, y a lo mejor he reparado en algun pequeño que se pareciese a ese de ahí. O incluso le hubiese visto. Me sentía con ganas de levantarme, y decirle a ese crío que donde estaban sus padres, o quien se encargaba de cuidar de él. Pero no quise tampoco, la prudencia era algo que había que mantener siempre.

En otro orden de cosas, nada ocurría realmente importante. La frase quedó en vano, y no hubo respuesta alguna. El niño debía de ser tímido, quizás tendría que levantarme a ayudarle, o a buscar a sus papá...

De repente, una aguja salió volando hacia mi, de una chica, de pelo rosado, que volaba sobre un disco. Algo totalmente extraño, y que me habría dado de lleno, si no fuera por mi mala costumbre de crear clones cada vez que me meto en el mar, para que me hagan compañía. Sabiendo de las terribles tormentas que asolaban el mar de Kiri, los dejaba como trampas preparados, ocultos entre el agua, para que fuese imposible detectarlos, no mientras no hiciesen movimientos bruscos, cosa que no hacían, manteniendose impasibles, como buenos yoes que eran. Señales propias de un asesino criado desde la infancia, aunque odiase segar las vidas ajenas. Un pequeño pacifista como yo, Mizukage... Que verguenza, diría mi padre.

El clon salió de la superficie, o, mejor dicho, su brazo, pues tan solo medio metro le separaba de la superficie del agua que ahora estaba en calma, y no golpeaba con furia como antes. Un balazo de la punta del dedo salió despedida del clon, interceptando el ataque, y provocando que su trayectoria se desviase ligeramente, no sin antes haberme avisado, mediante un grito de que estaba ahí, y mi supuesto enemigo pelirrosa arriba.

Suir, digo yo... Ataque!

El ataque de mi rival parecía aproximarse a una velocidad similar a la mía, unos... 15 metros por segundo. La suya parecía mayor, por lo que tardaría unos 3 segundos en recorrer los 42 metros que nos separaban, todo esto, calculado malamente. Cierto era que ella volaba a una altura de 30 metros, pero la componente de la altura se veía aumentada por los 30 metros de distancia que nos separaban en el otro eje de las coordenadas, haciendo que tardase esos tres valiosos segundos en los que el grito de mi clon avisó al yo que estaba sobre la superficie del agua, y pudo hacerme esquivar ese ataque.

Me levanté de la superficie de un salto, mientras el clon salía conmigo, de un salto, apoyándose en agua para salir despedido hacia arriba y colocarse en posición de combate. Entre ambos, optamos por no usar técnicas en vano, y no lanzarle ninguna ofensiva por el momento. A la distancia que se hallaba, no podía ver bien su cara, ni saber quien era. Pero viendo lo rápido que llegaban sus técnicas a mí, tendría esos tres segundos perfectos para reaccionar sin problema alguno. Si no bajaba su altura, el combate sería eterno, y mantenerme sobre el agua debía de ser mucho menos costoso que seguir volando sobre aquella cosa.

Mientras tanto, el niño de la playa seguía ahí, sin decir nada, aparentemente. Habría oido el grito de mi clon, probablemente, pero esperaba que no le asustase. Me olvidé de él una temporada, ahora tenía mejores asuntos que atender...

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El combate empezaba a ser como poco, tedioso. Lo primero que había ocurrido tenía un poco más de acción, pero por momentos se volvía aburrido. El combate por desgaste estaba claro que no era lo mío, y no me iba a poner a esperar tanto tiempo. Sería hora de ir haciendo algo un poco más proactivo. De modo que analicé lo que estaba ocurriendo. Lo primero de todo, un clon salió volando hacia mí, más concretamente, cayendo en picado. El sentido de lo que hacía era un poco raro, pero ver que hacía una técnica de rayo me hizo darme cuenta de lo que pretendía. Electrificar el agua dándome a mí de por medio... Eso no sería útil para mí en nada. De modo que aproveché mi hidratación para disparar al clon de nuevo. Estando como estaba cayendo en picado; no sería capaz de reaccionar, y aunque pudiera, no podría contramaniobrar para esquivar el disparo. Era inevitable recibir mi táctica. Una vez estuvieron los preliminares hechos, me dispuse a ponerme con la oponente principal. El clon solo había tardado dos segundos y medio en caer, si hubiera llegado a tocar la superficie del mar. Aquello no me convenía, todos esos peces del mar de Kiri... Como Mizukage que soy, es mi deber proteger cada ser vivo de este noble país.

Ahora dos clones más salen volando, esta vez, en dirección al niño, y lo escoltan. Debo suponer que es el crío de esta mujer pelirrosa, pues lo guarda con celo. Pero se puede saber que clase de mente enferma ataca a un joven así como así, y manda a su hijo a mirarlo? Encima por sorpresa, que mal está el mundo. Quien se atreve a atacar al Mizukage de Kirigakure? Presentate, al menos, no? Eso sería lo más educado que podrías hacer... Dijo uno de mis yo, después de que todo lo relacionado con el clon hubiera pasado. No obstante, no me había quedado quieto.

Mi clon ya había hecho un sello a una mano, mientras que una espesa niebla aparecía en todos los alrededores. 100 metros en todas las direcciones de pura niebla. Seguro que los clones sabrían donde está el niño, pues ya lo habían detectado, pero ahora ella no me podría ver a mi. Y andar sobre el agua, de la forma que lo hacía, motivaba que fuera aún más dificil detectarme a mí, pues ella estaba a unos 30 metros de altura, lo que imposibilitaría oir las pisadas en el agua.

Como seguramente, no parara de moverse ahora, tendría que atacar con algún jutsu que afectase a todos los lugares a la vez. Tras un par de sellos, expulsé de mi boca una bola de fuego, que no podría detectar hasta que no tuviera dicha bola a dos metros de sí. Seguramente, la haría daño, o seria el momento de ver como hacía su respuesta, o como reaccionaba al combate. Si no bajaba a la superficie, este combate sería eterno...

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El día no se había si no puesto peor momento a momento. Con lo tranquilo que había empezado todo... Y ahora se iba a truncar por una batalla en la que parecía que casi me estaba jugando la vida. Desde luego, la pelirrosa no tenía pinta de estar jugando, o eso parecía. Porque los ataques que enviaba eran mortales de necesidad. Aquella aguja me habría atravesado limpiamente si no hubiera estado prevenido. Pero ahora podia analizar la situación. Era una aguja de cristal rosado, había podido reconocerlo. Pero esas técnicas solo las podían hacer miembros del clan Guren. Dominaban el rayo, la tierra, y el cristal. Si dominaba la tierra, porque había hecho acopio de alejarse de mí desde el primer momento? Tendría que estar junto a su elemento madre y desde ahí lanzar toda su ofensiva. No entendía nada, pero no era mi problema. Más facilidades para luchar para mí, desde luego.

Pero mi plan falló, por culpa de los reflejos de aquel clon bastardo. Caía con una velocidad terminal, suficiente como para electrocutar todo aquella parcela de mar. Pero ya habíamos preparado una ofensiva suficiente como para destruirlo. Que pena que hubiera sido capaz de reaccionar a tiempo como para maniobrar en el aire con un Kawarimi, y después caer sobre la superficie el agua, lanzando cientos de chispas, que dejaron a varios cientos de peces salir a flotar a la superficie, muertos por culpa de aquel ataque. Incluso mis clones que permanecían dentro del agua ahora estaban desaparecidos, por culpa de esto. No importaba, era tan sencillo como crear otros, y volverlos a lanzar al agua, para que se ocultasen. Casi no me da tiempo a saltar, junto a mi clon, para no recibir nosotros la descarga, pero, casi al mismo tiempo que nos ocurría eso, recibimos otro pulso de chakra. Sentimos una expansión de chakra, por la que mi clon no pudo hacer nada, si no responder realizando la técnica de de la ocultación de la niebla, tal y como lo tenía planeado, antes de desaparecer por la introducción en un genjutsu. Los clones tán debiles estructuralmente se deshacen enseguida al recibirlos, una pena. Pero yo si pude notar como me introducía en tal ilusión, y el tipo que era. No importaba ahora, tan solo hice un sello para librarme de la ilusión con un Kai. Parecía que a mí se me daban mejor este tipo de artes ninja, porque pude notar como ella deslizaba mi chakra sutilmente por mi cerebro. Por esta lógica, ella no podría notar como había introducido, por medio de las ondas sonoras, mis ilusiones dentro de ella. La niebla ya se cernía sobre nosotros, por como pudo mi clon reaccionar antes de desaparecer. Y ahora era mi turno de la ofensiva. Tal y como había planeado, lancé una bola de fuego, que la pillaría seguramente desprevenida, pero más ahora, que había activado un genjutsu que impediría que reaccionara a los ataques, y que, además de eso, impediría que pudiera esquivarlos, pues al estar mareada, no podría moverse con su disco volador. Pero antes de eso, ella se presentó como Shika la Bella, Hokage del Imperio de Kiri.

Cuanto tiempo, Hokage. Veo que vienes con ganas de jugar a mi País. Responderé a tus ataques con gusto.

Y ahí fue cuando lancé mi ataque, una bola de fuego, que la impactaría con un cien por cien de probabilidades, pues no tendría tiempo esta vez para reaccionar, como el otro clon. La niebla no le dejaba ver el ataque hasta que estuviera a dos metros de ella, lo cual haría el reaccionar con un kawarimi imposible. Y el sello con el que activé la técnica que impedía que se moviera lo haría aún peor. Tras recibir el impacto de la llama, debería caer del disco al agua, calcinada por las llamas. Y ahí comenzaría otro combate, sobre la superficie del agua...

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