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Mensaje por Viral Dom Ene 06, 2013 3:15 am

Pronto, la primavera había llegado a las costas del País del Agua, más a pesar de poderse ver aún tempranos, algunos árboles en flor y las praderas más verdes que nunca, el mar seguía apesadumbrado por la influencia de la enorme maldad que llegaba del norte. Durante casi un año, la furia oceánica había sido implacable, acabando con las vidas de cientos de valientes marineros que habían tratado de cruzar las embravecidas mareas antinaturales. Los ancestros del Clan Hozuki dirían que el dios de los mares, al cual adoraban fervientemente, estaba molesto con los mortales, y en su egoísmo les mandaba las desgracias que ahora estábamos sufriendo, pero yo sabía que si había un dios del mar, éste estaba demasiado ocupado asegurando su supervivencia como para que se preocupase por las nimiedades de los humanos. Cuando mi barco encalló a orillas de la propia villa de la niebla, con menos de medio día de camino, suspiré, quitándome la gruesa capa de ese grueso tejido parduzco que solíamos usar los marineros del País del Agua, y que impedía que nuestros huesos se calasen hasta el tuétano. No llovía en estos momentos, pero la batalla contra el océano había sido feroz durante la noche, y me había costado una buena cantidad de mi chakra mantener esta pequeña embarcación a flote, por lo que la impasible tormenta que nos había alcanzado era una molestia menor, aunque por el charco, y el peso de la tela tras tirarla al suelo yo, pude comprobar que había caído más agua de la que en mi concentración pude captar. El resto de marinos, exhaustos, acababan sus labores, atando los gruesos cabos del barco al muelle viejo e improvisado que se encontraba en la pequeña costa, rodeada de acantilados hasta dejar un estrecho hueco por el que entraba el mar, y en el que conseguimos caber por suerte, mas que otra cosa, y mientras aseguraban que nuestra embarcación no se iba al fondo de la bahía en nuestra ausencia, yo bajé de un salto de la proa, cayendo con todo el peso de mi túnica mojada a la arena clara y fina. Siempre había amado el mar por encima de todo, había sido mi vida casi por completo durante mi infancia y más allá de mi clan, sentía una empatía especial con él, como si fuera mi verdadero hogar, más allá de los cuerpos y las razas, me sentía mas pez que humano. Una sonrisa triste acudió a mi faz cuando recordé que mi amado océano estaba siendo manipulado cruelmente por el maldito, cuyo nombre no ha de ser pronunciado ni siquiera en los pensamientos. Mientras me sacudía las mangas de mi colorida túnica de viaje, que simulaba el plumaje de un fénix, y me colocaba la capucha en forma de pico, juré para mis adentros que no dejaría sufrir más tiempo a los ciudadanos del Imperio, y les traería unas costas seguras en las que pudieran seguir con sus vidas.

Hoy había acudido aquí, a las costas que me habían visto crecer, comenzar a andar, que había oído mis primeras palabras, en las que desembocaba el río que había marcado mi vida, donde mis padres se habían ganado el sustento y cuya sangre ahora alimentaba la vegetación circundante, para cumplir con mi promesa de proteger. Podría haber llegado instantáneamente desde la Hermosa Colina a cualquiera de estas pequeñas calas, que recordaba con la intensidad de aquel que atesora sus recuerdos como su mayor y único bien preciado, pero para poder solucionar la crisis antes necesitaba vivir en persona la furia extrema que el mar desataba contra sus viajeros, la fuerza de la tormenta que superaba cualquier otra desde que Suitachi Kirugani salió de Kirigakure. Eso fue lo que iluminó mis pensamientos en cuanto a la posible solución, pues los rumores, ahora casi leyendas, cuentan que al partir el primer Mizukage, Sadoru Sensei, su sucesor y mi maestro, desató una furia tan elemental que de las profundidades del mar surgió una bestia que causaba feroces tormentas y hundía los barcos durante una estación, hasta que de repente un día, desapareció sin más, tras partir un único barco en el que tan solo había dos viajeros, el dueño de la embarcación y un niño sin familia. No había logrado averiguar mas, pues la mayoría de esos marineros había muerto a lo largo de los años, y sobretodo en éste último, tan lleno de calamidades, pero el capitán, senil ya por la edad, logró relatarme entre balbuceos al borde de la muerte por las podridas epidemias que estaban comenzando a extenderse por las islas, como un Shinobi de cabellos dorados manejaba polvo y tierra para luchar contra el monstruo, y como tras derrotarlo y hundirlo de nuevo en el fondo de los mares, el océano se calmó y la tempestad amainó rápidamente, haciendo el resto del viaje sin problemas.

Era posible que de nuevo, una criatura se hubiera despertado en el fondo oscuro y hubiera sido expulsada de su frío hogar para aterrorizar a los humanos. Como fuera, si mi teoría no era errada, ese mismo día encontraríamos al causante de las calamidades marítimas y acabaríamos con él de una vez por todas. Al principio quise llevarme conmigo a Sonzu, y me había costado separarme de ella durante los días que duró el viaje, más sabía que el Imperio necesitaba líderes en mi ausencia, y ella era la voz del Rey en mi ausencia. De la misma forma, la Bella, Shika, debía ocuparse de la inmensidad que suponían los Países del Fuego y de la Lluvia, y Suiryumaru del País del Agua, lo que descartaba a mis tres fénix de participar en esta importante misión. Sin embargo, desde la villa de la niebla había llegado una solicitud de ayuda de una joven, Haruno Nana, cuyos cabellos rosados tanto me habían recordado a los de Shika. Ya me había encontrado con ella en tres ocasiones, la primera durante la partida hacia el tercer examen chunin, ese fatídico día en que Sadoru desapareció entre la nieve y las cenizas. La segunda, en ese mismo día, cuando me enfrenté a la maldad pura que surgió de la gema, voluntad de la misma entidad que todo estaba envenenando. Y finalmente en mi última visita a Kiri, a finales de invierno, antes de celebrar la reunión de Kages, cuando la encontré junto a un Ameniano rebelde que fue ajusticiado con el castigo acorde a sus errores, y que en estos momentos debía estar entrenando como loco para ascender en el escalafón de mando y lograr el poder necesario que usaría para defender Amegakure. La joven Nana, que no logró su rango Chunin en los sucesos que transcurrieron en su examen, se había presentado voluntaria para dar soporte y apoyo médico a mi misión, sabiendo que seguramente la tripulación y yo mismo lo necesitaríamos. Mi misión era un secreto poco extendido, y si la joven lo sabía, algún alto rango de la villa debía habérselo comunicado, y para mi ésto era suficiente aval de su determinación. La confianza en la cadena de mando era importante, y así como mi deber era proteger a todos los que se encontraban por debajo, el deber de Nana era luchar por los que vinieran después de ella. La respuesta a su petición había sido inmediata, dejándole clara la ubicación de esta costa, y la hora a la que debería llegar, al mediodía, cuando el sol se encontrase en lo mas alto. Aún quedaban un par de horas para que la luz del sol cayera de plano sobre nosotros, así que caminé por la playa, cubierto por la túnica y la capa con capucha y me senté en un tocón a observar el mar, nuestra embarcación, los marineros y la salida de la bahía, a través de la cual debíamos cruzar antes de partir en nuestra misión. No sabía que pasaría ni lo que podíamos encontrar, pero eso era de nula importancia. Mi objetivo estaba claro y todo aquello que se interpusiera en mi camino sería tan solo un escalón más que pisar en el ascenso a la gloria.
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Mensaje por Nanako Mar Ene 08, 2013 6:30 am

Aquel día comenzó igual que cualquier otro, los rayos de luz atravesaron los cristales de mi ventana como cada mañana, como cada día el sol comenzaba a salir de entre las colinas y se elevaba hasta alcanzar el punto más alto, brillando con su hermoso esplendor y proporcionando a los habitantes de cada villa oculta, su luz y su calor. Se acercaba la hora indicada, cada vez estaba más cerca de aquel destino desconocido todavía. Al mediodía, en la costa de la villa oculta de la niebla, esa era la hora y el lugar donde tenía que estar aquel día. Me había ofrecido como apoyo médico en una misión de vital importancia, estaría acompañada del emperador, aquel chico rubio, con aquella capa que imitaba el plumaje de un fénix, aquel chico que me había salvado de la vestía que había surgido de la oscuridad, al que me había encontrado en las cordilleras de kirigakure donde conocí a Sonzu, donde un ninja de la villa de la lluvia me había atacado, realmente no conocía personalmente a aquel joven de rubios cabellos, solo sabía que siempre aparecía en el momento más indicado.

Los rayos de sol comenzaban a molestarme en la cara. Abrí los ojos lentamente, el los molestaba bastante, y una vez despierta era casi imposible volver a quedarme dormida, me senté en la cama, y levanté la mirada, observando la puerta de madera que separaba mi habitación del pasillo, escuchaba algunos pasos, lentos, pero constantes que se acercaban hacia mi habitación. En ese momento la puerta se abrió, dejando ver el cansado cuerpo de mi abuela y su anciano rostro siempre sonriente, llevaba su bata de ese tono azul pálido que resaltaba bastante sus azules ojos. Me quedé observando su cansada mirada, sus hermosos ojos azules, distantes y perdidos en el tiempo, quizás en algún momento del pasado, quizás recordando a mi madre… llevaba una caja en las manos, parecía bastante pesada, así que me levante de la cama, donde estaba sentada y cogí la caja.

-No deberías estar cargando con cosas tan pesadas.-

-Es un regalo para ti, ya estas preparada.-

Mi abuela se sentó en la cama, y yo me senté a su lado dejando la caja encima de mi regazo. Le dirigí otra mirada a mi abuela y está asintió, entonces mire la caja, y pase mis dedos por la tapa que impedía ver su contenido a cualquiera, solo había que abrirla para para comprobar que contenía. Abrí la caja, dentro había un martillo, bastante grande aun que de una forma distinta a la que solían tener, el mango era algo extraño, era de un material diferente y el mazo del martillo estaba envuelto en una funda de cuero con un botón dorado, posiblemente para cubrir o proteger esa parte, de la funda de cuero salían dos tiras, posiblemente sería una especie de cinto.

-¿Qué es?-

-Un arma ¿Has oído hablar del famoso martillo legendario, que se creo por los maestros artesanos de Iwagakure y que finalmente se perdió en el mar?-

-No, la verdad es que no…-

-Veras, es un arma que bien usada puede ser bastante poderosa, estuve guardándola durante todos estos años, mientras crecías, hasta que estuvieses preparada para portar tal arma, y creo que es el momento indicado de que la uses a tu favor.-

-Un arma… Gracias abuela.-

Dije mientras sonreía, quizás esa fuese la última conversación que tendría con mi querida abuela, posiblemente muriese en aquella misión tan importante, aun que morir no estaba dentro de mis planes y no tenía pensado rendirme. Era hora de que me fuese preparando, se acercaba cada vez más la hora del encuentro. Tras bañarme y peinarme me dirigí a la habitación para vestirme, la camisa blanca de tiros, el pantalón negro, las botas ninja con algo de tacón que llegaban hasta las rodillas, la cinta de la villa a modo de diadema, mi porta kunais grande con todas las cosas necesarias, los guantes para pelear y finalmente me coloqué el martillo, lo coloque en mi espalda a la altura de la cadera, enganchando las tiras de cuero a mi torso, que efectivamente eran un cinto. Finalmente me acerqué a mi abuela de nuevo.

-Es hora de ir a desayunar.-

Dije mientras le extendía una mano enguantada a mi abuela para que la cogiese y se levantara de la cama. Abrí la puerta de la habitación y salí caminando por el pasillo detrás de mi abuela, hasta que llegamos al comedor donde el desayuno ya estaba preparado, está vez era un desayuno más abundante de lo habitual, un te de hierbas medicinales como cada día, unas bolas de arroz, y un poco de sopa. Me senté en la mesa enfrente de mi abuela, cogí una bola de arroz y comencé a comer.

-Nana-chan… volverás ¿Verdad?-

Levante la mirada, para mirar su rostro y alejé la bola de arroz de mi.

-Realmente no lo sé abuela… Elena está al tanto de todo, si no vuelvo, se ocupara de ti.-

-Eso me da igual… Solo que mi querida nieta siga creciendo, y cumpla su sueño.-

¿Mi sueño? Ni si quiera sabía cual era mi sueño, yo era feliz sabiendo que los que me rodeaban estaban bien y eran felices, eso era suficiente para mi. Acabé de comer, y espere a que mi abuela acabara. Una vez acabó me acerque a ella, y la abracé con todas mis fuerzas, sintiendo que no estaba sola, el martillo era una prueba de que ella me acompañaría en aquel viaje, los kunais de kiara eran la prueba de que tampoco estaría sola… Pero aparte de todo eso, tenía a todos mis amigos y superiores, que de una forma u otra también estarían conmigo.

-Te lo prometo…-

Susurré en su oído ante de apartar mi cuerpo del suyo y acercarme a la puerta de la casa, cogí una capa con capucha de un tono veis que me protegería del frio, me la puse pasando mi largo cabello rosado por encima de esta y Salí de casa, mientras más tiempo pasara allí más me costaría marcharme. Comencé a caminar, no tardaría en llegar a las grandes puertas de la villa, las cuales quizás cruzaría por última vez, los ambus estaban al tanto de mi misión, me dieron una señal y me permitieron salir de la villa sin ningún problema. Comencé a correr a la costa, ya era casi la hora. Pronto llegue a la costa, baje de los árboles por donde me había trasladado de rama en rama y caí en la suave y fría arena de las costas de kiri, levante la mirada para buscar al rey fénix o así era como se había hecho llamar cuando me salvo la vida aquel día en el país de la nieve.

Finalmente encontré al chico sentado en un tocón de la playa, con su capa con capucha de plumas, estaba de espaldas a mí. Había sido puntual, al fin y al cabo siempre había sido una chica madrugadora y puntual así que en esos casos nunca había fallado. Me acerqué caminando al chico, mis pasos se hundían en la arena, la brisa acariciaba mi rostro y movía como quería mi cabello.

-¿Viral-sama? Estoy lista.-

Al fin y al cabo yo era la que me había propuesto voluntaria para aquella misión. Me situé al lado del tocón, a la izquierda del emperador, esperando a que me diera las órdenes indicadas. Mientras tanto mis ojos se clavaban en el mar, quedándome casi anonadada por este, el mar siempre me había tranquilizado, era algo que admiraba y respetaba.

-Hermoso…-

Susurré mientras observaba como las olas impactaban contra las rocas, como el mar llevaba sus ondas hasta la arena donde mojaba con su frio abrazo la arena, proporcionándole una parte de si mismo, mis oídos seguían atentos a cualquier sonido extraño, cualquier sonido de pisadas, cualquier cosa que pudiese pasar.

FICHA DE BATALLA:

Información de Nana:


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Looking for you in the skies Empty Re: Looking for you in the skies

Mensaje por Viral Jue Ene 10, 2013 12:25 am

Tras el transcurso de varias horas, pude ver como la pelirosa voluntaria bajaba de un salto desde una de las ramas de los árboles cercanos a la bahía, y se acercaba rápidamente al variopinto grupo que formábamos los marineros del pequeño barco que nos llevaría hasta nuestro destino. Desde mi posición le daba la espalda, pero mis oídos eran finos, y fácilmente reconocí las pisadas de la joven sobre la arena al acercarse a mí. Era curioso, acostumbrado al trato elevado y de casi adoración que muchos de mis subordinados me brindaban, esta joven que tendría unos cinco o seis años menos que yo tan solo, lo combinaba dicho respeto con una amable afabilidad. La niña que se había parado a mi lado seguramente ya a tan tierna edad había salvado decenas de vidas en el Hospital de Kirigakure, y si había decidido dedicar su vida a la compleja especialidad del cuerpo de Ninjas Médicos, cuyas filas contaban con algunos de los shinobis mas diestros en control de chakra y no menos en potencia física, esa bondad que irradiaba por cada poro de su piel no haría sino facilitar su trabajo, y agradar a sus pacientes. La chica observaba la bahía, brillante por el sol que se reflejaba directamente en sus aguas creando mil destellos que iluminaban las altas paredes de roca que la bordeaban y los maderos oscuros del barco, y en voz alta, expresaba su admiración por tal belleza. La referencia hizo que mi mente se disparase, dejando el letargo de descanso que había mantenido las últimas horas y recordando la misión que nos había reunido aquí.

- Buenas tardes, Nana.

Con un impulso me levanto dejando el tocón solitario, y me giro hacia Nana, con los brazos cruzados de tal manera que la capa se cierra a mi alrededor, cubriéndome con sus colores cálidos, como el fuego de las plumas de un fénix. La observo minuciosamente, de arriba a abajo, y noto cambio en su cuerpo. Ahora es mas fuerte que cuando la encontré en las montañas de Kirigakure, sus músculos no se han hinchado, pero a simple vista pueden verse tonificados y duros como la piedra, seguramente podría partirme el cráneo con un gesto tan sencillo como un giro de muñeca. Su cabello seguía largo, de un tono rosa que no abundaba para nada en Kirigakure, donde la mayoría de los Shinobis teníamos el cabello claro y rubio o castaño. Por lo que podía ver en su pierna, el porta kunais estaba bien equipado, y seguramente llevase alguna otra sorpresa oculta bajo la capa de Kirigakure que cubría sus hombros gráciles. En su cintura, pendiendo de una tira de cuero, un martillo de guerra, de un material que mis ojos no habían visto hasta hoy. Hice memoria, repasando las lecciones de herrería que había recibido de los artesanos armeros en Konoha y la propia Kiri, pero ni aún así logré localizar el metal usado para la cabeza del arma.

- Interesante arma esa que traes, seguro que te será de utilidad.

Sin decir nada más, comencé el camino de vuelta a la embarcación, avisando a los marinos de que partiríamos en cuanto estuvieran preparados, y tras gesticular con la mano a Nana para que se uniera a mí, me dispuse a ayudarles a desvarar el barco de las arenas, empujando su casco con todas mis fuerzas. Cuando éste flotaba ya a varias decenas de metros de la orilla volví rápidamente a la playa, recogiendo la capa que había dejado en el suelo de mala manera y con el paso de las horas se había secado. La sacudí para que soltara la mayor parte de la arena que hubiera podido acumular y lancé un último vistazo a la bahía. Su belleza era grande, podía sentir la vida palpitando a mi alrededor, en el bosque, en la arena de la playa, y sobretodo en las aguas del mar que se abriría ante nosotros cuando cruzásemos el estrecho, mostrándonos su infinito azul. Algún día traería a Sonzu a esta estrecha bahía, y le mostraría los lugares en los que pasé mi infancia, quizás eso le ayudara a recordar con mayor claridad su propia niñez.

Sin postergarlo más, recorrí la playa corriendo y seguí corriendo sobre las olas, sabiendo que mi control de chakra era el suficiente como para caminar sin problemas incluso sobre un océano tormentoso, por lo que en seguida me planté frente al barco, que, de un salto, abordé a pesar de no ser el más fuerte ni el más rápido del imperio, ni mucho menos, aún podía usar mi entrenamiento básico ninja que me permitía saltar unos cinco metros. Caí en la borda, donde los marineros comenzaban ya su danza habitual, atando cabos, subiendo al mástil para desplegar las velas, todo ello coordinado por el Capitán, que gritaba órdenes a voz viva a la diestra del timonel, mientras el contramaestre repetía cada mandato desde la propia cubierta, mas cercano a todo el cotarro. Había perdido de vista a Nana, pero seguramente se encontrase en algún lugar del barco que no me había parado a observar, ya no era una estudiante, sino que pertenecía a las fuerzas del ejército Imperial. Sabría cuidarse sola. Por mi parte recorrí la cubierta esquivando los enormes cuerpos de marino Kiriano que se movían de un lado a otro y me tirarían por la borda si llegaba a chocar con ellos, y me encaramé a la proa del barco, justo sobre el rompeolas que dividía el mar en dos a ambos lados de la cuchilla formada por madera de barco. Como ayuda inicial para poner en marcha la embarcación y sacarla de la bahía interior, concentré mi chakra en las manos, y tras varios segundos de preparación, comencé a mover mis manos, haciendo que una corriente continua se formase bajo nosotros, empujando el barco cada vez más rápido hasta que pudiera captar el aire del mar abierto, y nos dirigiéramos hacia el punto previsto en que se desarrollaría la misión.

Pasó la tarde entre unas cosas y otras, sin mucho que destacar, más que una densa tormenta se formaba sobre nosotros conforme nos internábamos en el océano, esa que no desaparecía y nos había hecho fundar esta pequeña expedición. Llegó un momento en que el sol quedaba completamente oculto tras las densas y negras nubes, por lo que la diferencia entre el día y la noche se desdibujó rápidamente antes de la llegada del ocaso, haciendo que al llegar finalmente la luna, no hubiera más que oscuridad y un infinito negro mar bajo nosotros, vivo, en movimiento perpetuo, como si nos encontrásemos sobre la piel húmeda de un coloso. Aún no llovía, pero no tardaría en desatarse la tormenta, así que decidí internarme en el interior del navío y dejar a Nana haciendo guardia, bajo la luz de las antorchas que se habían desperdigado a lo largo del navío, además de algún que otro farolillo colocado estratégicamente para dar la mayor iluminación posible. Los marineros que quedaban en cubierta eran pocos, timonel, vigía y un joven grumete de no mas de trece años que fregaba la cubierta, lanzando de vez en cuando furtivas miradas a la pelirosa y su vestimenta llamativa. A la joven Shinobi le habían procurado una manta y otra capa más gruesa, como la que yo mismo había traído, pues la capa de aldea no sería suficiente para alejarla del frío cuando comenzara a llover como si el mar se precipitase sobre nosotros. La cubierta del barco tenía poco más de seis metros de ancho, y de proa a popa no sumaba más de veinte, lo que hacía a nuestra embarcación perfecta para persecuciones, o para huir en caso de peligro, rápida y ligera.

Las horas de silencio con tan solo el sonido del mar chocando contra el barco, tendían a relajar a cualquiera, pero quizás los nervios de la peligrosidad que se le había avisado a Nana en la misión, y la importancia de su puesto de vigilante, hacían que no cayera en las brumas del sueño mientras yo reponía el chakra gastado la noche anterior y a lo largo del día. Su guardia no presentó muchos problemas, a excepción de una gaviota extraviada que se chocó contra la vela principal y tuvo que revolotear con fuerza mientras graznaba para recuperarse y no caer en cubierta. Cuando el turno de Nana estaba a menos de media hora de acabar, finalmente llegamos a la zona requerida, y cumpliendo las órdenes del capital, los marinos que quedaban despiertos echaron el ancla y detuvieron el barco, recogiendo velas. Tuvieron que soltar muchos cientos de metros de cuerda antes de que ésta llegara a asentarse en las profundidades, lo cual era mal presagio entre las tascas marineras del País del Agua, pero junto a ellos había dos Shinobis, lo que les hacía envalentonarse y olvidar esos viejos cuentos marineros. Mas quizás debieron haberle hecho caso a la sabiduría popular acumulada en los cuentos y leyendas, pues pocos instantes tras llegar al fondo, un fuerte tirón arrancó el grueso madero en que estaba asegurada la soga, destrozando el torno que permitía soltar o recoger cuerda, y haciendo un considerable agujero en el casco del barco, que enseguida comenzó a inundarse. Por suerte no me había dormido, sino que permanecía en vigilia, esperando que algo saliera mal, y en cuanto oí el crujido de la madera al astillarse, corrí hacia el agujero en lo que era la pared de los camarotes improvisados en que dormitaban todos los marineros y tras hacer una secuencia de sellos, creé una firme barrera de chakra que mantendría el agua fuera mientras no retirase mis manos de ella.

- ¡Nana! - Grité con suficiente volumen para que la joven lograse oírme - ¡Defiende el barco como sea, no podemos permitirnos ir al fondo!

El eco de mis palabras pronto fue apagado por los gritos aterrorizados de los marineros, y a través de la ventana de agua que mis manos mantenían vertical, fuera del barco, pude ver por qué. Un enorme tentáculo se alzaba desde las profundidades, meneando sus ventosas en cuyo interior había tres pequeños ganchos para hacer aún mas difícil el escape de su presa, y salía del mar para alzarse varios metros sobre nosotros, y finalmente caer sobre la cubierta, tirando de nosotros hacia abajo. A pesar de la dureza que caracterizaba las embarcaciones Kirianas, sabía que no seríamos capaces de aguantar mucho tiempo. Si no nos deshacíamos del tentáculo sería el fin, pero muchos marineros eran lanzados por los aires por los movimientos convulsivos de este, por lo que no sería efectivo acercarse.



Off Rol: Vit del tentáculo: 600 Pv.

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Looking for you in the skies Empty Re: Looking for you in the skies

Mensaje por Nanako Vie Ene 11, 2013 9:14 am

Viral me hizo una señal con la mano para que me uniese a él y finalmente comenzamos nuestro viaje, nuestra importante misión. Subí al barco mientras los marineros kirianos preparaban todo para zarpar, comenzaron atar cabos, desplegaron las velas y seguían las órdenes de su capitán. Todo era tan diferente, tan extraño, nunca había navegado por los océanos, nunca había estado en un barco. Subí a por unas pequeñas escaleras que llevaban hasta el timón donde estaba el capitán y debajo del suelo que ahora pisaba estaban las habitaciones. No sabía dónde estaba Viral, así que decidí observar un poco más el trabajo de los marineros hasta que lo encontrase. Busque al rubio con la mirada, la cubierta estaba abarrotada de marineros, hasta que finalmente le encontré con la mirada, estaba esquiando a los brutos marineros que estaban trabajando, sonreí y me dirigí a la barandilla para observar el mar.

Entonces perdí a viral de vista, aunque no me importaba, ambos estábamos en el barco y mientras no me ordenase nada podía quedarme observando como la dura madera de la que estaba hecho el barco partía en dos las olas, creando hermosas ondas y pequeñas olas en el agua. Las horas pasaban y unas oscuras nubes comenzaban a esconder tras ellas la luz del sol, posiblemente habría una tormenta y comenzaría a llover. Finalmente llegó la noche, el cielo ya era totalmente negro, oscuro y el mar se volvía oscuro con el.
Vi como Viral entraba en el navío, era hora de que me quedase haciendo guardia. El barco estaba iluminado por la luz de las antorchas y algunos farolillos. El silencio había regresado, quedaban pocos marineros fuera tan solo quedaban el timonel, vigía y un joven grumete que fregaba la cubierta. Me habían dejado una manta y una capa más gruesa como la que el emperador llevaba puesta para cubrirme de la fría lluvia que no tardaría mucho más en caer sobre nosotros. La cubierta era lo bastante larga y ancha como para moverse y esquivar posibles ataques con algo más de comodidad.

Las horas pasaban, mi turno estaba a punto de acabar, Viral aún estaba en el navío recuperando sus fuerzas por los largos días de viaje que había dado. Una pequeña gaviota despistada y solitaria chocó contra el mástil, y antes de caer usó sus últimas fuerza para retomar el vuelo. No se rendiría a pesar de que hubiese tormenta, seguramente por muchos peligros que se le pusiesen delante a aquella gaviota, no se rendiría y los afrontaría con todas sus fuerzas para continuar en la carrera de la vida. La carrera, que finalmente acabaría en muerte, pero si el final de la carrera, la vida, era la muerte, su meta ¿Para qué esforzarnos? Siempre había tenido en mente esa idea, pero aun así no me rendí diría, no estaba dispuesta a morir en aquella misión, no era mi momento todavía.

Pronto llegamos al lugar indicado, el capitán dio una orden y los marineros recogieron las velas y soltaron el ancla para detener el barco. El ancla tocó el fondo marino, unos instantes después algo tiro de la cuerda muy bruscamente, arrancando un trozó de la madera del barco, dejando un enorme agujero en el casco del barco y arrancando con la madera se llevó también el torno que permitía soltar o recoger cuerda. Había algo allí eso estaba claro. Saqué rápidamente las manos de la gruesa capa, esta se abrió dejando ver la ropa que había escogido ese día, mis guantes seguían enguantados y mi pelo se movía con el brusco viento. En ese momento escuche los gritos de Viral, sus órdenes eran claras “¡Defiende el barco como sea, no podemos permitirnos ir al fondo!” supuse que el se encargaría del resto.

Miré fijamente al mar y abrí bien mis oídos, me concentré y comencé a analizar la situación. En ese momento salió un tentáculo gigante del mar, con enormes ventosas, se alzó varios metros en el cielo y finalmente se dejó caer sobre la cubierta tirando del barco hacía abajo y haciendo que todo temblase, intenté mantener el equilibrio para no caer. Los marineros que se acercaban al tentáculo eran lanzados por los aires por los golpes que el tentáculo hacía al moverse. Me separaban diez metros del tentáculo, podría acercarme a el rápidamente pero tenía algo mejor en mente. Apreté fuertemente mis puños, concentrando chakra en mis manos, esté comenzó a brillar con su tono violáceo como si fuesen llamas que rodeaban mis manos.

Era hora de atacar. Extendí la mano derecha hacía el tentáculo con la palma de la mano extendida, expulsando el chakra acumulado hacía el tentáculo en forma de “disparo o onda” de chakra, hice lo mismo rápidamente con la otra mano, mientras hacía el segundo golpe a distancia con la mano izquierda cargaba nuevamente chakra con la derecha y volvía a lanzarlo contra el tentáculo. Lancé un total de nueve disparos de chakra hacia el tentáculo, que golpeaba a los marineros, si no los evitaba de alguna forma seguramente acabaría con el. Al acabar la secuencia de ataques me puse en posición de defensa para poder esquivar de mejor manera.

Gastos y daños:
Palabras:
Entrenamiento de Velocdad:
Jutsu usado:
Info actualizada de Nana:


Última edición por haruno nana el Vie Ene 11, 2013 9:17 am, editado 1 vez (Razón : Colocar bien un error en los gastos y daños)
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Mensaje por Viral Jue Ene 17, 2013 12:49 am

La furia de la tormenta se había desatado al fin, con uno relámpago que iluminó la noche oscura cayendo en la punta del mástil mayor de la embarcación Kiriana. Por un instante, la luz producida por el rayo que cayó de las alturas, logró iluminar levemente varias decenas de metros bajo el agua, haciendo retroceder la oscuridad y mostrando el verdadero peligro que acechaba bajo el barco. Los ojos atentos de un observador que estuviera cerca de la baranda podría ver perfectamente como el tentáculo que se había aposentado sobre nosotros bajaba hasta perderse en la oscuridad, pero lo realmente aterrador no era el tamaño que podría tener la bestia, sino los otros siete tentáculos que aparecían desde lo profundo y oscuro del océano, saliendo rápidamente a la superficie, y rodeando el barco, que había comenzado a arder por el impacto del rayo. Rápidamente las llamas se extendían, y el calor emitido por ellas, hacía retroceder levemente a los tentáculos a la par que retiraba del todo el único que había logrado aplastar un par de marineros, y que Nana había machacado hasta convertir en despojos la mayor parte de su superficie. A pesar de las heridas, el tentáculo no parecía estar acabado, realidad que no podía aplicarse a la tripulación, rodeada por un gigantesco monstruo marino, con su embarcación sumida en el caos de las llamas. En esos momentos, todos los marinos que restaban con vida estaba en cubierta, cerca de Nano, pues esperaban su protección, aún les quedaba la esperanza de que los ninjas les salvaran con su magia. En la cubierta inferior, al fin logré mantener la barrera de agua estable, y se quedaría así el tiempo suficiente como para que pudiéramos escapar, o eso esperaba. Corriendo lo más rápido que me permitían mis piernas, subí las escaleras y me impulsé de un salto para llegar a donde estaban los marineros, ordenándolos que se agarrasen a los hombros unos a otros, para hacer contacto físico permanente, al igual que a Nana. A nuestro alrededor, los tentáculos, inclusive el dañado por la joven, se alzaban hacia los cielos, cerrándose a nuestro alrededor a medida que formaban una cúpula nauseabunda de olor a pescado podrido, el olor de la muerte se cernía sobre nuestros cuellos como una guadaña a punto de segar la cosecha. Una sonrisa saltó a mi boca. Hoy no era el día en que debía morir, aún tenía muchas cosas que hacer, y seguro que Sonzu no me iba a perdonar que llegase tarde a nuestra boda. Posé mis manos sobre los hombros de dos de mis marineros y cerré los ojos, concentrándome en el pacífico puerto de la Ciudad Imperial, sin tormentas ni relámpagos, preparándome para teletransportar a toda la tripulación fuera de esta tumba junto conmigo y Nana.

Un destello rojizo lo cubrió todo, con tal intensidad que penetraba en los párpados y cegaba durante varios segundos a todos los que había presentes en ese momento, luego oscuridad total, y el sonido de las olas embravecidas. Algo había salido mal.

Nada parecía haber cambiado, las llamas seguían reduciendo a cenizas la hermosa madera del barco, la tripulación, confusa y asustada, se frotaba los ojos y se esforzaban por seguir apretando con fuerza los hombros de aquel que tuvieran más cerca, pese a las fuertes olas que balanceaban el barco, y el terror que les infundía el hecho de estar a punto de ser arrastrados al fondo oceánico. Los tentáculos se habían cerrado sobre nosotros por completo y en plena oscuridad, tan solo las llamas iluminaban el interior de la bestia. Con una lentitud abrumadora, las enormes columnas de carne y ventosa comenzaron a bajar, cerrando la jaula sobre nosotros. El ser se estaba sumergiendo, y pretendía llevarse el barco y a su tripulación con él. Desde que la luz rojiza nos había iluminado, sentía como si miles de agujas penetrasen en mi cerebro y lo acribillasen constantemente, lo que me impedía concentrarme. No podría hacer sellos complicados, eso seguro, por lo que mi abanico de posibilidades se reducía bastante. La prioridad ahora era salvar a Nana y a mis marinos.

- Nana, tienes que sacarlos de aquí como sea. - Mi voz expresaba una mezcla entre orden y ruego, pero mi cabeza no estaba ahora dispuesta a analizar el estado mental en que me encontraba, así que ni me paré a pensarlo. En vez de ello, agarré un cabo, uno de los pocos que aún no se habían prendido fuego, y tiré de él con fuerza, desatándolo y desplegando la vela, lo que hizo subir la cuerda, y a mí con ella, alcanzando con rapidez el mástil central. - Fuego, camina conmigo.

Respondiendo a mi llamada, mis piernas se prendieron en llamas, asfixiando las que ardían en la madera, de tal manera que no me quemase al andar sobre ellas. No podía ver ni oír a Nana, pero debía confiar en que cumpliera su cometido y descubriese la manera de salvar a los marineros. Entre mis manos, una esfera de fuego comenzaba a crecer en tamaño e intensidad, cambiando de color conforme se acumulaba energía en su interior.


Off: Daño necesario para atravesar un tentáculo = 3500 Pv. Si un usuario se acerca a menos de 20 metros, las ventosas lanzarán garfios que le atraerán hacia ellas paralizándolo. Distancia de los tentáculos a el barco = 40 Metros.
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Mensaje por Nanako Lun Ene 21, 2013 11:12 am

Las nubes se habían vueltos más oscuras y se habían juntado más en el cielo, aplastándose entre ellas, tapando el oscuro manto de la noche, tapando la fina y suave luz de la luna, tapando a la poca luz que había. Entonces comenzó a llover y un relámpago se escapó furiosamente de entre las nubes, impactando contra el mástil del barco e iluminando el cielo con su luz. Tras el impacto del relámpago las llamas comenzaron a crearse, las llamas comenzaban a crecer rápidamente, extendiéndose sobre el mástil y quemando la hermosa madera del barco, con su poder purificador. La luz del relámpago iluminó las profundidades, los marineros estaban alborotados, aun corriendo por la superficie del barco para huir del fuego. Cuando mi jutsu había alcanzado al tentáculo este comenzó a sumergirse de nuevo, mientras se metía en el agua corrí hacia la parte de la cubierta que había roto el tentáculo para ver si había acabado con el, me asomé por la parte destrozada de la cubierta, viendo como el tentáculo se sumergía de nuevo en las oscuras aguas. La iluminación que había provocado el relámpago permitía ver como el tentáculo se sumergía hasta lo más profundo, donde la oscuridad lo cubría y desaparecía de cualquier vista humana. Hubo un momento de silencio, si ignorábamos el hecho del fuego que abrasaba el barco y los asustados marineros, parecía que había una cierta calma, aun que nunca nos podíamos confiar. De repente vi como siete tentáculos más a parte del que había atacado antes, salían a toda velocidad del agua, en ese momento di un salto hacía atrás pegándome lo máximo posible a los marineros nuevamente. El calor del fuego hacía retroceder a los tentáculos dejándolos a una cierta distancia del barco, y haciendo que el tentáculo anteriormente herido por mí se sumergiera alejándolo por completo. Los marineros parecían muy asustados, y se pegaban bruscamente a mi esperando a que les salvara la vida, no paraban de dar empujones ara alejarse de la cubierta y acercarse más. Aquella situación de empujones comenzaba hacer incomoda, estiré los brazos a ambos lados para intentar parar los empujones de los marineros kirianos que cada vez se dejaban dominar más por el miedo.

-¡Maldita sea! ¡¡Estaos quietos de una vez!!-

Grite a los marineros para que pararan de moverse, mientras estos me detraían el monstruo seguía elevando sus grandes tentáculos sobre el barco, a este paso las cosas acabarían mal. Al parecer viral había conseguido mantener la barrera de agua estable, suspiré aliviadamente cuando al fin vi como viral aparecía ante los marineros, dando un salto y ordenando que se agarrasen a los hombros del otro. El que estaba a mi espalda agarró mis hombros fuertemente, yo agarre los hombros de viral, entonces dirigí mi mirada a las manos del marinero que me sujetaban los hombros, temblaba, y sus músculos estaban tensos, realmente estaban asustados, teníamos que salir de allí rápidamente. Mientras tanto todos los tentáculos, incluido el que ya estaba dañado comenzaron a cerrarse a nuestro alrededor formando una cúpula de carne apestosa. Viral sonrió levemente, en ese momento sentí algo de frio en él, como si nada pudiese detenerle, como si en el fondo de su corazón su ambición se canalizara en forma de oscuridad. Agache la mirada, ahora seguramente usaría aquel kenjutsu de tele transporte y nos llevaría a todos a algún lugar lejano lejos de esa bestia.
Un destello rojizo lo cubrió todo, cegándonos a todos durante un instante. Mis manos comenzaron a temblar en los hombros de viral, lentamente me dejé caer de rodillas en el suelo, llevando mis temblorosas manos a mis hombros, para acurrucarme. Otra vez aquella luz roja… la misma luz roja que desprendía aquella estrella… la estrella roja del país de la nieve, donde casi acaba todo… Tenia miedo.

-Mamá… Papá…-

Mientras intentaba recuperarme de aquella luz que repentinamente había aparecido, el barco seguía ardiendo, los marineros kirianos seguían confusos, esta vez intentaban volver a ver frotándose los ojos, mientras la jaula de carne que aquel demonio nauseabundo había formado seguía bajando lentamente con la intención de ahogarnos en el mar. “Nana, tienes que sacarlos de aquí como sea. “ Las palabras del emperador hicieron que mi mente, la cual se hallaba en algún lejano recuerdo, volvió al presente, abrí los ojos, aún estaba viva, y no pensaba morir. Ya no había rastro de esa luz, lentamente me levante del suelo, intentando apartar el pasado de mi mente, ahora, mientras viral se encargaba de las llamas, me tocaba a mi encargarme de la jaula de carne apestosa. Parpadeé y mis ojos cambiaron a un color azul cielo, era hora de analizar todo con cuidado desde distintos puntos de vista.

-“Unos cinco metros de la cubierta se encuentran en llamas, lo que reduce a quince metros el campo para moverse, también debo tener en cuenta que una parte del barco está rota por el golpe del primer tentáculo, y que la barrera del emperador no duraría mucho tiempo, la barrera de tentáculos se encuentra en un radio de cuarenta metros de distancia al barco, mis jutsus podrían atraparlos desde el barco, aunque estos no les causarían muchos daños, y aun que gastase toda mi reserva de chakra en ataques no podría destruir tal jaula, en cambio si lo que tengo en mente funciona podremos huir de las garras de la bestia.”-

Me acerque al borde del barco, delante de mí se encontraban cuarenta metros de agua antes del muro de carne, hice un sello con mi mano derecha mientras mis ojos se clavaban en la masa de agua, si todo me salía bien, la barrera de carne se desharía y nos daría tiempo a huir.

-Estad, atentos no creo que tengamos mucho tiempo para huir si el monstruo vuelve a subir.-

A diez metros de los tentáculos el agua comenzó a moverse, girando en espiral, formando poco a poco un torbellino en el agua, los tentáculos comenzaron a separarse, siendo arrastrados por el torbellino, y poco a poco se deshizo la barrera de tentáculos que rodeaba el barco, la fuerte corriente de agua absorbió los tentáculos, enviándolos nuevamente a las profundidades, quizás esto les dañaba, pero mi principal objetivo era romper la barrera para salir de allí.

Jutsu aprendido y usado:

Palabras:

Gastos y daños:


Última edición por haruno nana el Lun Ene 21, 2013 11:14 am, editado 1 vez (Razón : Poner el titulo a los spoilers)
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Mensaje por Viral Sáb Ene 26, 2013 11:32 pm

Habíamos llegado al borde del abismo, completamente conscientes de ello en este intenso momento en que la sangre se saturaba de adrenalina y el presente parecía fluir ralentizado a nuestro alrededor. Mis manos estaban humeando por la inmensa cantidad de calor que contenían en forma de una pequeña esfera blanca, del tamaño de una uña ahora. Estaba llegando a su punto álgido de concentración, y pronto debería liberarse. El cielo ardería esa noche iluminando el posible y trágico final de mi embarcación. Hasta ahora no lo había pensado, pero nunca le había puesto nombre a la pequeña, y ahora mismo no se me ocurría uno más adecuado que Senkō haku, que en la ancestral lengua significaba Flash Nocturno. Algún día, si salíamos vivos de esta, honraría a la fiel embarcación que hoy estaba dándolo todo por remediar nuestra forzada caída a las profundidades. Nano estaba preparada, lo sentía en el alma, y un cosquilleo medular intenso al sentir como el aire crepitaba me dio la razón. Sentía el agua voluble bajo la voluntad de la joven, quien estaba preparando algo que quizás no sacaría de aquí. Reconocí al instante el jutsu, pronto se formaría un remolino que intentaría tragarse los enormes tentáculos, a pesar de que solo lograría hundirlo cuatro o cinco metros, del resto debía ocuparme yo.

- Así sea pues, lo haremos por las malas.

Tras haberlo retrasado hasta que Nana llegase al punto previo al que seguirían las aguas arremolinándose y tragándose uno o dos tentáculos, finalmente abrí las manos en dirección a dichos tentáculos, dejando escapar la nimia esfera de luz, que cruzó el aire a toda velocidad, inflamándose cada vez más hasta superar en circunferencia cuan largo era el barco. El aire sobrecalentado se alzaba, cayendo sobre nosotros una fuerte ráfaga helada desde lo mas oscuro de la noche, pero en mi piel mojada por la furia de la tormenta no sentía más que calor, iluminada por ese sol en miniatura que fundiría cualquier cosa que se introdujese en su infierno interno. En tan solo unos segundos la esfera colapsó contra la muralla de tentáculos, aniquilando con su poder destructor una buena parte de la zona central de cinco tentáculos, haciendo que los enormes trozos restantes llovieran sobre el mar con un desagradable olor a podredumbre quemada. Tuve que alzar la mano derecha y filtrar con ella la intensa luz de las llamas, que amenazaban con cegarme, por lo que no pude ver como el remolino finalmente se creaba, y hundía el costado de la bestia que se encontraba bajo nosotros, y con ella los tentáculos cercenados. Seguramente el pobre diablo se estaría retorciendo de dolor allí abajo, mutilado de por vida por una fuerza de la naturaleza tan opuesta a su medio acuático, un poder que nunca podría encontrar bajo el mar. De un salto caí en la cubierta, agitando las manos para que se enfriasen y cesara la nube de vapor que amenazaba con deshidratarme. Con rápidas zancadas me acerqué a Nana y la alcé entre mis brazos, cargándola al hombro para inmediatamente después saltar por la borda y comenzar a nadar cuan rápido me permitía mi velocidad delfiniana. En pocos segundos llegamos a la brecha entre la pared de tentáculos, que se desmoronaba tras nosotros hacia el Senkō haku, y debíamos darnos prisa, pues la succión del agua sería fuerte cuando el barco se hundiera, mas no podíamos permitir ser arrastrados por ella ahora que nos habíamos librado encontrado una forma de salir de este lugar. Cruzamos las altas columnas de carne asquerosa y maloliente como centellas, con Nana firmemente sujeta a mi cintura, por la espalda, para permitirme nadar más rápidamente. Sentía la fuerza implacable de una presa férrea en sus finos pero firmes brazos, pero no me sorprendió. Ya había probado las mieles de las Kunoichis médicos, su engañosa apariencia que escondía una fuerza inhumana y su general mal genio con fácil provocación.

- Ya casi estamos fuera. - Dije, más para mí mismo que como información, pues no había forma de que la jovencita no se hubiera percatado de ello, necesitaba los ánimos para forzar mis límites y desaparecer del lugar nadando antes de que se hundiera del todo.

Y así fue. en el momento en que la cúpula tentacular casi nos encerraba, nos sumergimos aprovechando el hueco dejado por los tentáculos que ya no estaban, y salimos de la jaula mortal. Como buena Kunoichi de Kirigakure, Nana debía conocer algún método para mantenerse viva bajo el agua, así que no me detuve, seguí buceando hacia abajo, hasta sobrepasar la colosal sombra de la que surgían los tentáculos. Una masa de carne ingente, amorfa que no se parecía a nada que hubiera visto, oculta bajo la oscuridad de la noche y desdibujada entre las aguas frías del mar, se debatía con violentos espasmos, sacudiendo lo que restaba de sus tentáculos dañados. Uno de ellos, más largo que el resto, pasó cerca de nosotros, teniendo que esquivarlo por los pelos, lo que me convenció de alejarme varias decenas de metros más del para nada acabado ser. Nuestra misión era terminar con las tormentas, y parecía que en este punto convergía la causa de ellas, pero no parecía que esta criatura desamada por su creador tuviera mucho que ver. Algo en las profundidades, sin embargo, latía lentamente, con la misma energía malvada y sucia que había sentido al intentar teleportarnos a todos, fallando solo con nosotros, los Shinobis. En el fondo del océano había una fuerza oculta que me llamaba, tentándome y retándome a bajar y descubrir sus secretos. Pensé en Nana. Lo que sea que hubiera allá abajo iba a ser algo con multitud de facilidades para acabar con la vida humana, seguramente versado en dicho arte, y ella tan solo era una jovencita ninja médico. Pero siendo realistas, era parte del ejército Imperial, una Kunoichi con fuerza que yo no tenía y necesitaría, como tal cumpliría su función de escolta. Juntos, tras mi pequeño debate interno, seguimos bajando y bajando en las oscuras aguas desprovistas de vida más allá de los pedazos de tentáculo que aún caían de la superficie, pues el monstruo en algún momento había desaparecido tan rápido como llegó. Nos hundimos durante veinte minutos, y tras los tres primeros la densidad en la negrura ambiental era tan fuerte que no podría ver nada ni aun queriendo, en esta ocasión mi fuego no podría ayudarnos, pero quizás Nana pudiera hacer algo al respecto. Finalmente, sentí como las corrientes cambiaban, había algo bajo nosotros que impedía su paso por tanto habíamos llegado a nuestro destino. Con cuidado, nos acerqué a menos velocidad, no quería estrellarme contra el suelo, con las manos extendidas, hasta encontrarme con una fría superficie, áspera, con relieves extraños que no se parecían nada a los corales de las costas de Kirigakure. La iluminación nos vendría bien ahora, así que activé mi Sharingan, tratando de usar lo mejor posible cualquier pizca de chakra ambiental, y luz que desprendiera alguno de nosotros. Tras explorar la superficie de lo que estimaba era piedra durante varios minutos, me aparté de ella rápidamente para verla con perspectiva y una mueca de confusión apareció en mi cara, muda bajo el agua. Ante nosotros había un bloque de roca redondo, con inscripciones en espiral que no lograba comprender, pero en las que podía identificar un ave llameante. Garudá sabría más, pero no me parecía oportuno hacer aparecer al fénix bajo las aguas del océano. Habría que mover la placa, pues a todas luces se trataba de una escotilla. Enorme escotilla de 6 metros de diámetro, pero escotilla después de todo. Me coloqué a un lado de la piedra, y comencé a empujar impulsándome en el agua mediante chakra, sin ningún resultado y mucho esfuerzo.
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Mensaje por Nanako Vie Feb 01, 2013 11:17 am

El agua comenzó a girar, formando un remolino en el agua… Las manos de Viral seguían acumulando las llamas que ardían en el barco, formando una pequeña esfera de luz del tamaño de una uña aproximadamente, mientras mantenía el remolino miré a Viral, este abrió las manos en dirección a los tentáculos, libreando la esfera de luz, la cual cruzó a toda velocidad el cielo, a medida que avanzaba crecía más y más. Elevé mi mirada al cielo, tenía la esfera de luz, encima de mí, y ya poseía un tamaño mucho mayor al del propio barco, mis pupilas encogieron bruscamente por el cambio de luz. La esfera de llamas había calentado el aire de la noche, haciendo que me atacase un calor insoportable. Entonces, la esfera de luz, envuelta en llamas, impactó contra el muro de carne que formaban los tentáculos, destrozando una gran zona de la parte central de cinco de los tentáculos, los pedazos destrozados, cayeron al mar, y el fuego que los quemaba hacía que el olor fuese aún más asqueroso que antes. Levante mi mano derecha para taparme los ojos de la intensa luz que había provocado el ataque de Viral. Finalmente el remolino de agua se había completado y había hundido el costado de la bestia que se encontraba bajo nosotros y algunos tentáculos cercanos. Giré la cabeza hacia Viral, este saltó hasta caer en la cubierta, y rápidamente se acercó a mí, cogiéndome entre sus brazos y finalmente cargándome en su hombro y finalmente saltando por la borda, Viral comenzó a nadar con una velocidad delfínica. En pocos segundos llegamos a la brecha entre la pared de tentáculos, que se desmoronaba tras nosotros hacia el barco, debíamos darnos prisa, o la succión del agua nos tragaría. Me agarré fuertemente a la espalda de Viral, con toda la fuerza que poseía en mis brazos. Cruzamos las altas columnas de carne asquerosa y apestosa como haces de luz. Por un momento, me sentí segura de nuevo…

Siempre había estado sola, de alguna forma… Mis padres murieron cuando aún era muy pequeña, y apenas los recordaba a estas alturas, podría decirse, que realmente no los llegue a conocer. Siempre había vivido con mis abuelos aun que a mi abuelo ya no lo recordaba demasiado, de hecho ni siquiera recordaba su rostro hasta el incidente del chunin. Aquella historia, la luz roja de la estrella, Alzack y finalmente todo se hundió en oscuridad. Mire a Viral, y apoyé mi cabeza en su espalda, él me había salvado la vida aquel día, y hoy me tocaba devolverle el favor, ayudándole en todo lo posible. ¿Qué pasaría ahora? Primero aquella bestia, la cual me había recordado bastante a el demonio del chunin, aquel monstruo, que en cuestión de segundos, habían dejado a mi equipo inconsciente, dejándome sola ante los peligros del chunin, que vinieron después. Después de eso conocí a Kori y a Marduck, ambos habían sufrido el mismo infierno que yo al final del chunin, pero todos ya sabíamos que, aquel chunin sería un infierno helado. Sokka, Kiara de los cuales no sabía nada desde entonces. ¿Habrían muerto? De todas formas ahora no era momento para pensar en eso, ya tendría tiempo más tarde, cuando todo esto hubiese acabado.

Escuché algo, Viral había dicho algo, aun que estaba tan sumergida pensando en mi vida que no pude escuchar sus palabras, aunque seguramente no era nada importante. En el momento en que la cúpula tentacular casi nos encerraba, nos sumergimos aprovechando el hueco dejado por los tentáculos que ya no estaban, y salimos de la mortal jaula. Active el jutsu de mi elemento suiton, el cual me permitía asimilar el oxígeno del agua para así poder respirar bajo el agua. Era un jutsu bastante usado, sobre todo por los shinobis y kunoichis de Kirigakure no sato, aunque ciertamente habían sido pocas las veces que había usado ese jutsu, una de las veces que más lo use fue el día que conocí a Viktor. Viktor ¿Qué habrá sido de él? Desde una semana antes de comenzar esta misión no le había visto ya que me había mantenido ocupada preparándolo todo y entrenando. Entonces levanté la cabeza de la espalda de viral, una masa de carne morfa, oculta bajo la oscuridad de la noche y Camuflada entre las aguas frías y oscuras del mar, se debatía con violentos espasmos, sacudiendo sus tentáculos dañados. Uno de ellos, más largo que el resto, pasó cerca de nosotros, Viral consiguió esquivarlo por los pelos. Nuestra misión era terminar con las tormentas, y parecía que en este punto convergía la causa de ellas, pero no parecía que esta criatura desamada por su creador tuviera mucho que ver, se me seguía pareciendo a la criatura amorfa , que anteriormente había sido un pingüino y que una vez muerto se unieron a el brazo de Kiara formando esa abominación, quizás aquel monstruo marino desalmado se había formado de la misma manera que el monstruo pingüino Namikaze del chunin, quizás fue en su día algún pequeño animal marino, inofensivo y puede que haya acabado así, la plaga era poderosa y ya se había extendido bastante. Había algo en las profundidades, Viral se detuvo, parecía que estaba pensando en algo.

-¡Nana!-

Escuché la voz de kairi, pero ¿Por qué me llamaba ahora?¿Por qué en este momento?

-Kairi ¿Qué sucede?-

-Ahí abajo… Hay algo, una fuerza oculta Lo que sea que haya allá abajo es algo con multitud de facilidades para acabar con la vida humana.-

-¿Algo con la fuerza para acabar con la vida humana?...-

Cerré los ojos, quería verla cara a cara, y allí estaba, de pie justo enfrente de mí, con cara de preocupación. Kairi posó una mano en mi hombro.

-Nana… No pue…-

-¡Basta! Ya no soy una niña pequeña que no sabe cuidar de sí misma, he crecido Kairi, ya tomé mi decisión hace tiempo, cuando acepte hacer de apoyo en esta misión lo sabía, y por eso vine, porque ya era hora de despegar, de dejar de ser una inútil, ¿Es que no me entiendes?...-

-Yo… solo quiero que estés bien… Recuerdas, aquel día aun... ¡Me necesitabas!-

Kairi cerró sus puños, y giro la cabeza en un movimiento de desesperación, entonces comencé a recordar algo…

Kairi… te necesito…


Las sabanas cubrían mi cuerpo, dándome todo el calor que podían proporcionarme, su suavidad, su textura hicieran que estuviera sobre el colchón cómodamente, mis ojos descansaban relajadamente mientras mis parpados se dejaban caer lentamente por el cansancio, el colchón, era blando, cómodo, calentito… la ventana se encontraba abierta, y aun que tenía bastante frio, estaba lo suficientemente cansada y abrigada como para dejarlo pasar, el viento corría entre el marco de la puerta, deslizándose por los cristales de la ventana, bailando con las cortinas, y finalmente entrando en la habitación, intentando incomodarme con su silbido, e intentando molestar con su frío, pero no dejaría que la suave brisa de la mañana estropeara aquel día.


Abrí los ojos momentáneamente, dejando que mis orbes rojizos observarán por un momento el leve baile de las cortinas con el suave viento, viendo como la fina tela se movía, haciendo ondas, elevé la mirada hacía el techo, el blanco techo de mi cuarto, finalmente cerré lentamente los ojos de nuevo, tapando con mis parpados los ojos rojos que había heredado de, posiblemente mi madre ¿Cuál era mi misión? ¿Que debía hacer en aquel absurdo mundo? En aquel mundo, gobernado por shinobis y samuráis, aquel mundo donde el que más matase, o más territorios tuviesen era el más poderoso, guerras, que arrasaban lugares, dividían familias, acababan con la vida de miles de personas inocentes, que estaban en aquel lugar, por algún motivo…

-¡Basta!... ¡Ya sé que aquel fue el día en que decidí cambiar, el día en que decidí ser más fuerte y es lo que estoy intentando hacer!-

-¿Entonces estás preparada?-

-No sé lo que me espera a partir de ahora, no sé si soy lo suficientemente fuerte… Hay muchas cosas que aún no sé, es cierto, pero también se otras cosas, sé que yo creo en mí y que me siento preparada, sé que lo que quiera que este allá abajo es peligroso, lo sé, pero también sé que no tengo ninguna intención de morir aquí.-

-Entonces ve…-

Me lleve la mano a mi ojo derecho, y abrí el izquierdo, Viral aún estaba pensando que hacer, por algún extraño motivo el ojo derecho me dolía bastante, hacía ya un buen rato que mis ojos habían retomado el color rojizo de siempre. Finalmente aparte con cuidado mi mano de mi ojo derecho, entonces lo abrí cuidadosamente, por algún extraño motivo, mi ojo izquierdo se tornaba en su color natural rojo en cambio el derecho se tornaba en el color azul que dominaba en mis ojos al usar los jutsus suiton. Aunque había tardado en darme cuenta de dicho cambio al usar el suiton, posiblemente por algún motivo, hubiese una conexión entre mi chakra suiton y Kairi. Viral comenzó a descender nuevamente, seguimos bajando y bajando en las oscuras aguas sin vida más allá de los pedazos de tentáculo que aún caían de la superficie, pues el monstruo en algún momento había desaparecido tan rápido como llegó. Nos hundimos durante veinte minutos, y tras los tres primeros la densidad en la negrura ambiental era tan fuerte que no podría ver nada ni aun queriendo, entonces se me ocurrió un buen jutsu para usar en esa ocasión, hice un sello con ambas manos y mi cuerpo comenzó a brillar en la oscuridad de la noche como si fuese una linterna, sentí como las corrientes cambiaban, había algo bajo nosotros que impedía su paso por tanto habíamos llegado a nuestro destino. Con cuidado Viral nos acercó a menos velocidad. Finalmente llegamos al fondo, donde había una placa áspera y fría, con relieves extraños que no se parecían nada a los corales de las costas de Kirigakure, Viral activo el Sharingan. Tras explorar la superficie Viral, se apartó de ella rápidamente para verla con perspectiva y una mueca de confusión apareció en su cara, muda bajo el agua. Ante nosotros había un bloque de roca redondo, con inscripciones en espiral. Habría que mover la placa, pues a todas luces se trataba de una escotilla. Enorme escotilla de 6 metros de diámetro, Viral se colocó a un lado y comenzó a empujar en aquel momento me vinieron a la cabeza unos recuerdos, había gente que creía que tenía el don de curar, incluso de dar la vida, así que si lo que hubiese allá abajo era algo que acabaría con la vida humana, yo le daría la vida. Nadé hasta estar en el centro exacto de la piedra circular.

-Viral-sama, hazte para atrás-.

Debajo del agua no se me oiría claramente, así que le hice un gesto con la mano para que se alejase de la piedra o escotilla. Aun así, había notado algo extraño en mi voz, como si fuesen dos voces distintas, hablando al unísono aunque no le di realmente importancia ya que seguramente sería por estar bajo el agua. Había mucha gente que creía en mí, incluida yo misma. Cerré mi puño derecho con fuerza, esta era mi parte favorita. Tras acumular un poco de chakra en dicho puño, y con un rápido movimiento hice impactar mi puño contra la superficie de piedra, la escotilla, golpeando el centro de esta. Al instante de recibir el golpe, en la escotilla comenzaron a salir grietas, de las que comenzaron a salir burbujas, finalmente la piedra cedió a la fuerza del golpe y se destrozó fragmentándose en varios trozos, el camino ya estaba libre, y podíamos seguir avanzando, coloqué mis manos detrás de la espalda, inclinándome un poco hacia delante y sonriendo al rubio cálidamente, al fin y al cabo algo que no me gustaba perder nunca era la sonrisa que me caracterizaba.

Palabras:

Jutsus usado:


Gastos y daños:
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Mensaje por Viral Sáb Feb 02, 2013 1:05 am

Off: Creo que en el tema anterior te has confundido. Has puesto Raiken como jutsu usado, y ese no ilumina, además al estar bajo el agua te dañaría a tí mismo. Pero presupongo que habrá sido un error al copiar el jutsu, así que te lo paso.


Nana había usado sus conocimientos de Raiton para alumbrar el camino frente a nosotros, como era de esperar de mi compañera en esta misión mortal, y su utilidad sería mayor, pues cuando llegamos a la puerta de piedra redonda, me indicó con gestos que me apartase, para poder estampar su puño contra la roca agreste, destrozándola en miles de pequeños fragmentos que fueron tragados hacia el interior de la estructura por al fuerte corriente de succión que se formó al liberarse la burbuja de aire, por supuesto, nosotros fuimos arrastrados también hacia el interior del lugar. Lo que desde fuera tan solo había sido un pequeño pico, la punta del Iceberg oculto bajo las profundidades del lecho marino ahora se revelaba como un largo pasillo que caía en diagonal, arrastrándonos a una velocidad peligrosa junto a toneladas de agua. Cuando llegase el fin del camino, a esta velocidad seríamos aplastados contra la roca, y por lo que veía a lo lejos, nos quedaban pocos segundos para reaccionar. Esperaba que Nana pudiese encontrar el modo de salvarse, pues por mi parte sabía que, con mi cuerpo recién hidratado, como mucho me desharía en miles de pequeñas gotas que se reunirían rápidamente en este entorno. Tratando de menguar la fuerza de la corriente, agarré a nana del brazo izquierdo y nadé a contracorriente lo más rápido que pude, haciendo cierta resistencia, pero el final del túnel se acercaba demasiado rápido como para que me diera tiempo a contrarrestar completamente su fuerza. La luz de Nana apenas llegaba a iluminar las paredes de pasillo, o más bien, nuestra vista no lograba captar detalles de ésta por la velocidad a la que nos movíamos, ni siquiera con mi sharingan, por lo que la sensación de movimiento acabó por volverse engañosa, tan solo el sonido sordo de una cascada que se acercaba más y mas no podía revelar lo lejos que quedaba nuestro destino. Segundos después salimos disparados hacia el interior de una caverna dantesca, quedando en el vacío durante un instante antes de caer varias decenas de metros hasta una piscina creada con el agua que se había ido filtrando a lo largo de los años en el interior del lugar, con la suficiente profundidad como para no abrirnos la cabeza con el fondo. Al salir a la superficie de nuevo y tomar una profunda bocanada de aire, pude notar como lo que había identificado como cueva era en realidad una sala gigante semicircular iluminada por extraños cristales brillantes que flotaban a lo largo y ancho del techo, formando dibujos de aves fulgurantes, rojas, azules, moradas, había aves de todos los colores posibles brillando por las linternas naturales que los formaban. A nuestro alrededor, escaleras se alzaban en todas direcciones, formando un socabón en el centro, donde habíamos ido a parar, y el lugar en que se acumulaba más agua, por suerte para nosotros.

Olvidándome por un momento de Nana, que flotaría cerca de mí seguramente, me dejé embriagar por la sensación de encontrarme en una construcción milenaria, dedicada a alguien que conocía muy bien, y que seguramente nadie habría visto desde que se hundió bajo las aguas, destino fatal de su maldición. Ante nosotros, lo que probablemente sería la entrada a Ag an ar buile túr la cuidad hundida de las leyendas que había adquirido poder suficiente como para tiranizar el mundo entero bajo la bendición de Suzaku, y que por la extrema codicia de sus habitantes, acabó por perder el favor del dios, quien les condenó a morir ahogados y perdidos bajo las aguas de la historia. Se decía que los habitantes de la ciudad pertenecían a una civilización con inmensos avances en todas las materias, y seguramente esta sala solo fuera una pequeña muestra de lo que su arquitectura podía hacer. Temeroso de romper la magia que hilvanaba las antiquísimas piedras del lugar, no me atreví a pronunciar palabra, y señalando hacia abajo tras haberme asegurado de que Nana se encontraba bien, buceé hacia el fondo inundado de la sala, donde las escaleras acababan. Allí, en lo mas profundo de la cadena de escalinatas, había un pedestal con la figura de un ave tallada y una gema roja del tamaño de mi cabeza en lo que sería el corazón, sobresaliendo y destellando por la luz de los cristales de la superficie. Al tocar la piedra, el rubí se iluminó levemente, bañando mi piel con una increíble calidez que inundó mi mente haciéndome sentir seguro e imbatible, como si nada pudiera derrotarme mientras esa luz brillase para mí. Sorprendido sacudí la cabeza, saliendo de la ilusión falsa y mortal que podría llevar a un incauto a saltar desde las alturas pensando que volaría. Rápidamente, ascendí de nuevo a la superficie, seguido por la luz del corazón pétreo, que cada vez se hacía mas intensa.

- Nana, cierra los ojos y no los abras hasta que te lo diga.

No había tiempo de explicaciones, y menos ahora que un sonido chirriante de piedra contra piedra llegaba desde el fondo de la sala. No era que la luz se intensificara, sino que la plataforma se estaba elevando hacia nosotros a la vez que en las alturas, justo sobre el espacio que ocupaba el fondo de las escaleras, dos losas de la piedra blanca y brillante que conformaban la sala se apartaban a ambos lados, mostrando una salida para el lugar. Tras estimar los riesgos, agarré con fuerza a Nana del codo, para impedir que hiciera alguna locura si llegaba a abrir los ojos y ver la luz, y yo mismo los cerré, esperando a sentir bajo mis pies la roca ascendente que nos elevó rápidamente hacia las alturas. Sentía como la luz tiraba de mi cerebro, intentando convencerlo de que abriera los ojos y me dejase llevar por su tranquilidad, de un modo tentador e inquietante. ¿Era esa sensación sibilina la que sentían todos cuando Garudá se encontraba cerca? Nunca me había parado a pensar que el Dios tuviese tal poder sobre los humanos aún a pesar de que no era ni de lejos el adorado ser de antaño. Estos pensamientos me distrajeron el tiempo suficiente para que el improvisado, aunque seguramente planeado desde hacía cientos de años, ascensor nos elevase hasta la oscuridad del nuevo túnel, que cada tres metros brillaba palpitante, como si la roca estuviera viva, formando un cerco de luz a nuestro alrededor. Con mis ojos cerrados conté diez cercos de luz antes de que una brisa fría golpease mi cara, haciéndome saber que ya habíamos llegado al final del trayecto. Bajo mis pies ya no sentía la fuerza del corazón rubí, quizás su energía se había agotado tras ascender tantísimos metros, lo que me hizo desconfiar de su seguridad, rápidamente salí de la plataforma, entreabriendo los ojos y saqué a Nana de ella lo más rápido posible. Parpadeando para acostumbrarme a la nueva luz, observé a nuestro alrededor, de nuevo en una penumbra que solo me permitía distinguir levemente las formas de las paredes y el techo. La arquitectura había cambiado a algo más refinado, veía curvas imposibles por todo el lugar, y parecía que lo que antes había sido piedra, ahora era algún tipo de metal precioso similar al oro. No podía ignorar el parecido a Rac Álainn, que Suzaku había introducido en mis sueños, es posible que basándose en la propia Ag an ar buile túr. Nos encontrábamos en un recibidor, con una puerta de doble hoja entreabierta de la que se colaba una rendija de luz titilante, muy parecida a la de una vela, que daba la única iluminación a la sala, pero permitía ver los suficiente como para no tropezarnos con los pedazos de techo que se habían desprendido con el paso de los años. Increíblemente, la zona no presentaba ni pizca de agua, quizás los ancianos habían sellado con algún método duradero la ciudad, y si así era, no sabíamos si alguien quedaba vivo en las profundidades de las ruinas que íbamos a explorar. En el ambiente, una sensación de peligro se aceleraba en mi corazón a cada paso que dábamos, sabiendo que estábamos un paso más cerca de encontrar el por qué de la tormenta, y que seguramente no nos gustase lo que fuera que tuviera la responsabilidad. Paso a paso, con cuidado extremo para no hacer ruido, me dirigí hacia la puerta, y asomé levemente la cabeza, para escrutar lo que nos podíamos encontrar. Ante mi se abre una sala de audiencias, o eso parece, pero de dimensiones tan exageradas que podría decir sin equivocarme que fue habitada por gigantes. Era tan basta la superficie del lugar que el fondo de la sala era imposible de escrutar con precisión, llegando seguramente a más de trescientos metros de distancia. El ancho de la sala alcanzaría en total los setenta metros, pero unos diez metros de cada lado eran ocupados por estatuas colosales que representaban a quien sabe que héroes, reyes, doncellas o guerreros, sentados todos ellos en tronos a su medida, alzando cada una de las esculturas como mínimo a los cincuenta metros, algunas llegando hasta los sesenta. El techo de la sala formaba una cúpula rectangular con cientos de arcos que cruzaban de un lado a otro, del que colgaban cristales de iluminación como los de la sala enorme, que aún viendo esta parecía la caseta de los animales. Recorriendo todo el centro de la sala, una mesa construida con el mismo material dorado que formaba las paredes y las estatuas se extendía hasta donde alcanzaba la vista, con sillones a lo largo de ésta, la mayoría en un estado formidable. Era obvio que nadie había estado aquí en meses, ni siquiera había telarañas, solo capas y capas de polvo acumuladas en las esquinas, movidas por las corrientes de aire que surgían de grietas y se moverían seguramente por toda la inmensa ciudad. Los platos, jarrones, copas y cubiertos de la mesa estaban igualmente cubiertos de polvo, lo que les hacía perder su brillo original, pero el conjunto de la situación podía mostrar levemente a que se referían las leyendas con la famosa Codicia Desmesurada de los habitantes de Ag an ar buile túr. Sabiendo que tardaríamos en recorrer la sala, comencé a andar hacia el fondo, sin prisa, examinando los detalles que podía mostrarme la débil luz de los cristales, empapándome de cada detalle para poder transmitirlo más tarde a mi familia. Quizás algún día pudiera contarle a un pequeño o pequeña como su padre encontró una ciudad hundida bajo el mar, y las maravillas que había en su interior. Caminamos durante largos minutos que parecieron días bajo la inmensidad de las esculturas que nos bordeaban, colosos que escrutaban con mirada severa a todo aquel que pasaba entre ellos, asegurándose de que no robásemos nada que no nos perteneciera. Durante todo nuestro recorrido no habíamos encontrado más que polvo. Ni un hueso, ni una muestra de que algún día alguien vivió aquí, mas que los platos, cubiertos y las estatuas. Algo no iba bien en este lugar, aunque hubieran pasado miles de años, si nadie había entrado para saquear las salas de la ciudad, deberíamos encontrar ropas raídas, allá donde murieron los últimos habitantes, cascos, armaduras, herramientas... algo mas que ruinas y estatuas de este material desconocido. Conforme nos acercamos al final de la sala, un trono que se alzaba hasta tocar el techo se hacía mas visible, coronando la mesa que a medida que se acercaba al trono se iba alzando en varios pisos, cada vez más pequeños, hasta llegar al último, con espacio para tres personas, donde se encontraba el trono. La sociedad del lugar parecía estar muy estamentada, a pesar de que todos comieran de la misma mesa, se veían claras diferencias entre los ornamentos de las jarras según la zona, por no hablar de los cubiertos y los platos, con dibujos cada vez más esperados y tallajes de increíble delicadeza. Al fin, en el trono de lo que sería el dirigente del lugar, encontramos el primer resto humano, o parcialmente humano, desde nuestra entrada, pero más que aliviarme, llenó mi mente de tensión. La carne del muerto estaba totalmente seca, y se marcaba sobre sus huesos pues no había ni grasa ni agua en su anatomía. La piel polvorienta tenía un color gris ceniza con zonas que mostraban grietas bajo las que se podía intuir hueso de un color amarillento, pero con un brillo poco habitual, pues relucía bajo la luz de los cristales como los cubiertos o la pared metálica. Sus ojos eran tan solo dos cuencas cerradas por párpados sin pestañas, hundidas al no haber globo ocular que las rellenase y su boca no tenía labios, mostrando dientes del mismo color amarillento brillante de los huesos. Todo su cuerpo estaba cubierto por una preciosa armadura del metal que parecían usar para todos sus menesteres, sin casco, pero con una amplia coraza pectoral, guanteletes, perneras y demás complementos que cubrían todo el cuerpo del difunto, dejando visible tan solo la cabeza. El pelo, aunque pareciera increíble, seguía fuertemente arraigado a la calavera, negro como el azabache, y caía grácil sobre los hombros del muerto, como sombras que se extienden por una llanura de oro. Posiblemente nos encontrábamos ante el monarca de la ciudad, el último de ellos, por lo que parecía, y quizás por efecto de la armadura, el único que se había mantenido aún con el paso de los siglos, parcialmente intacto. Pasé más allá del trono, observando tras éste la pared, en la que había una puerta atrancada. Por desgracia, desde mi posición no pude ver como los párpados del Rey se abrían de golpe y sus cuencas vacías expelían el mismo fulgor rojo de la Gema Corazón, directamente hacia Nana, que se vería encandilada por ellos al instante. Tampoco pude oír como una voz que ella relacionaría con aquello que la hiciera sentir más segura la llamaba en su mente, diciéndole que debía liberarla de la armadura dorada, que le acariciase la cara con su piel, tan suave, tan joven y rebosante de vida. A mi espalda, sucesos irremediables estaban a punto de ocurrir, y ni siquiera era consciente de ellos.

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Mensaje por Hiaji Hanabi Lun Feb 04, 2013 2:07 am

Cuan hermosas son las estrellas que iluminan el cielo oscuro, yo siempre comparé el cielo con mi corazón, oscuro, vacío, solitario e incluso me atrevería a decir que inexplorado. Pasar la noche en vela mirando al cielo sin pensar en nada, realmente me había falta hacerlo. Habían pasado tantas cosas desde el día en el que me convertí oficialmente en la guardaespaldas del Emperador del imperio. Me gustaría poder gritar a todo el mundo que me alegra un tan prestigioso cargo que si quiera me he ganado, pero había algo que no estaba del todo bien. Mi mirada hacia los demás seguía sin cambiar, totalmente fría, quizás alguna sonrisa burlona, alguna risa sin sentido o alguna conversación conmigo misma que me hiciese parecer idiota. La luz del amanecer ya comenzaba ha hacerse ver entre la luz de las estrellas, aun me fascinaba esa ciencia, tan desconocida. Una estrella grande brillaba sobre las pequeñas, era irónico que me recordase a la vida normal, hacía poco lo había tenido que explicar en una clase donde realicé un examen a Genin. Me encontraba sentada sobre un pequeño banco de madera viejo y duro, que chirriaba, era una suerte que no se cayese, pues había pasado la noche allí sentada, contemplando mi alma, pensando en todo y realmente no pensando en nada, pues fue una noche de teorías incoherentes, palabras sin lugar, frases sin sentido que al final acababan por resultar me buenas. Por una noche no me importó que en mis ojos se reflejara mi vida y rebotara hasta las estrellas que me dejaban ver su fulgor. La mayoría de las personas estarían cansadas, adormecidas, incluso dormidas, pero yo me encontraba plenamente, pues realmente no había echo nada para cansarme, simplemente quedarme ahí, quieta. Ya casi no podían observarse las estrellas, la mañana las echaba con rapidez y a mi con ellas. Me levanté de aquel banco que se quejó un momento y luego calló en un silencio total. Aunque me encontraba en la plaza central de Kiri, solo podía oírse el murmullo de la fuente de agua, gotas que se perdían en una extensión de agua. Era demasiado temprano para que nadie pasease por aquel lugar, incluso al agua le daba vergüenza hacer ruido y romper aquel hermoso silencio. Poco después comenzó a oírse el canto de los pájaros, que despertaban alegres pregonándolo a todos. Me acerqué con paciencia a la fuente y arrastré la mano bajo el agua dejando una estela de ondas que se desvaneció poco a poco cuando me alejaba de la plaza. Esa mañana la niebla no estaba especialmente espesa, esas mañanas el mar se encargaba de amontonarla toda sobre si y darnos unas horas de claridad al amanecer. Recorrí en paseo y sin darme cuenta, las calles que llevaban hasta el puerto dónde había atracado hace poco un gran barco, los marineros, agotados, sujetaban el barco a los cabos y soltaban pesos para evitar su movimiento. Yo aún estaba dentro de una espesura de árboles pero podía divisarse ya la playa y más allá el muelle. Un muchacho saltó hasta la arena haciendo que esta se removiera bajo sus pies. Sus ropas estaban encharcadas y sus movimientos eran cansados, no parecía un marinero común. Me acerqué un poco más procurando no hacer ruido, al pasar la playa quedé cerca del gran barco, entonces pude observar las grandes dimensiones de este. Apoyé mi espalda en el tronco de un árbol y miré por un lateral, sobre mi hombro. Esa mañana llevaba un largo vestido negro y azul, el cual tuve que sujetar, pues si no el viento me delataría. Ahora con mejores vistas pude reconocer al muchacho, sin duda era Viral. Me sorprendió por un momento pero luego pensé mejor , acabaría de venir de hacer cosas importantes, esas cosas que hacen los Emperadores.

Pasaba tranquilamente de punta a punta de la playa, aparentemente no se había dado cuenta de mi posición, así que me quedé quieta, esperando a que algo sucediera, a que alguien llegase, quizás no regresaba, sino que zarparía hacía algún lugar, pero, ¿Con quién?, Sonzu no le acompañaba y eso me resultaba extraño. No faltó tiempo cuando vi llegar a alguien, a pesar de la distancia, la vista no me fallaba, era Nana, mi aprendiz, no pude evitar llevar mi dedo índice a mi boca y con este toda mi mano. Comenzó a hablar ella, seguía en mi posición, comencé a pensar para mis adentros ''Soy la guardaespaldas del Emperador, mi deber es protegerle en todo momento, eso me da derecho a saber donde está, con quién, cuando y que hace''. Quizás era cierto que solo pensase aquello para reconfortarme a mi misma, pero era algo que funcionaba, pues mi conciencia se calmaba al pensarlo. La joven de rosado cabello se colocó a la izquierda de Viral, con una mirada perdida hacia el mar. Que dios me conservase la vista. Susurró algo y luego se creó un silencio que las olas acompañaban haciéndolo mas ameno. Comenzó ha hablar el, por desgracia, la distancia era demasiada si quiera como para leerles los labios, simplemente podía saber quien hablaba. Él se fijó en el martillo que colgaba de su cintura, arma de la que ni yo me había fijado, realmente la había pasado por alto. Sin más palabrería comenzaron a andar hacia el barco, primero el y detrás ella. Pude escuchar el aviso de Viral hacia los marineros. A medida que se acercaban pude apreciar mejor a mi alumna, que tanto tiempo había pasado desde la última vez que la vi, realmente estaba mucho mejor de lo que me esperaba, el tiempo le había echo bien, esperaba que mis suposiciones no fallasen.Viral comenzó a empujar el barco desde el casco, lo único que recorrió mi mente cuando hizo este gesto fue una palabra, un tanto grosera pero algo gracioso ''chulo''. Pensé un momento, pero apenas me dejaron hacerlo pues Viral corrió hacia la playa a recoger su capa, eso significaba que se acercaría al árbol donde yo me situaba, no era buena idea que supiese que estaba allí, así que me quedé lo más quieta que pude. Por suerte para mi solo fue un momento, cuando quise darme cuenta Viral ya había saltado al barco desde el mar. Los marineros prepararon el lio bajo los ladridos de un hombre, supongo que el capitán. Poco tiempo se tomaron los marineros y el resto de la tripulación para zarpar, por desgracia yo tenía que esperar al momento oportuno para que no me viesen correr hacia el barco, debía mantenerme alejada de aquel barco, al margen de sus acciones y procurando que no me vieran ni los mismos marineros, pues cualquiera que me viese de aquella manera sería capaz de gritarlo a los cuatro vientos.

Llegó el momento, el barco ya casi no se veía, eché a correr[30m/h] tras el barco, procurando mantener la distancia establecida en ese momento, ni más ni menos, pues me arriesgaría a perder de vista el barco, corrí sobre el agua mientras esta chapoteaba y creaba grandes ondas que desaparecían poco después, al igual que en la fuente. Al igual que en tierra, cuando corría a tanta velocidad el agua se elevaba haciendo que mi vestido se mojase levemente por la parte baja, aunque ese no era mi mayor problema. Todo iba bajo control, habían ya pasado sus horas mientras yo seguía corriendo aumentando y disminuyendo la velocidad dependiendo de la distancia del barco. Me guiaba por el sonido, mientras pudiese oír las olas chocar contra el barco estaría a una buena distancia. Cuando quise darme cuenta tuve que parar en seco, pues los motores del barco habían parado y los marineros se preparaban para echar el ancla, parando así el barco en un punto.Realmente no llegué a darme cuenta de lo que pasaba en ese momento, solo vi el barco moverse, aquello no era bueno. Me mantuve al margen con los brazos cruzados, observando y velando por la seguridad del Emperador. Seguía a Viral con la mirada pero de pronto desapareció de mi vista mientras veía un gran agujero en el casco del barco, no debía meterme en aquello, no debían saber que me encontraba allí. El pánico corrió con rapidez en un momento y los gritos desesperados llegaban a mis oídos, por un lado me agradaba pero por otro me incitaba a correr.Vi y con suma claridad un enorme tentáculo atravesar el fondo marino en forma de sombra y emerger de las profundidades. Este agarró firmemente el barco con intención de hundirlo. Eso significaba hora de descanso y película para mi.

Pasaron demasiadas cosas y muy rápido, todo había quedado traspuesto de una manera u otra. El tentáculo se resintió y bajó de nuevo bajo el agua, pero cuando parecía que todo había acabado, otros siete tentáculos emergieron desde el mismo lugar que el anterior, rodeando el barco. Pensé por un segundo en levantarme y echarme a correr hacia allí, para ayudarles, pero no era el momento, por ahora la vida de Viral no corría peligro, pues el muy vago le había dejado la faena a Nana. Un rayo cayó sobre el barco e hizo que este comenzara a arder, iluminándome la situación. Espere paciente los siguientes sucesos.No les faltó tiempo a los tentáculos para formar sobre el barco una cúpula, debían estar pasándolo realmente mal allí dentro. Un destello llegó a mis ojos y me hizo apartar la mirada molesta ''ya está haciendo de las suyas''.Muchos sucesos rápidos, mucha luz, y aquella cosa amenazando al rededor del barco me hacían plantearme la seguridad de aquel barco, me acerqué un poco más intentando no ser vista pero si poder ver.

Me di cuenta de que el barco fue evacuado y enseguida se alejaron del lugar, ahora era mas difícil tenerlos a la vista y más aún distinguir quien era quien, les seguí, siempre en silencio y con un mínimo de distancia.Se hundieron bajo el agua y yo tras ellos, no sabía que tramaba viral, pues estaba segura de que Nana no aguantaría lo mismo que el bajo el mar, el la encabezaba guiándola bajo la oscuridad del mar, cada vez me era más difícil seguirlos y me obligaba ha acercarme más aún a ellos, lo que ponía en peligro mi cometido. Al final el negro mar se nos tragó y ni siquiera la claridad del sol podía acabar con eso ahora. Me encontraba muy cerca de ellos, tanto que ya no me extrañaba que notaran mi presencia, pero si no fuera por el sonido de las brazadas se me haría imposible seguirlos y desde la distancia no escucho esos ruidos. Llegamos al final del profundo mar. Después de eso no pude ver que hacían, la oscuridad me cegaba completamente, solo pude escuchar un fuerte estruendo. Me paralicé por un momento y dirigí mi mirada a todos los lados.Una fuerte corriente me arrastraba hasta un agujero formado en la profundidad marina, intenté aguantar un poco antes de caer en el interior de esta, después de que ellos cayeran en la cámara, esperé un poco sujetándome con fuerza al fondo marino. No aguanté mucho, pero si lo suficiente como para dejar que ellos se alejaran, y luego caer yo tras ellos. Vi como llegaban hasta una piscina en una enorme cueva y tras ellos yo, esta vez era seguro que descubrieran que estaba allí, así que salí de la piscina de agua y con tono burlesco pronuncié después de tanto tiempo sin dirigir palabra.

Hmm... Ya me he mojado la ropa, esto es tu culpa Viral, pagarás mi traje ¿Sabes lo que cuesta lavarlo?

Seguí sus pasos de lejos, e intentaba no perderles de vista a pesar de las extrañezas que realizaban juntos, permaneciendo siempre vigilante a Viral.Acababan de subir juntos en un ascensor, me coloqué debajo de este para observar que había arriba, pero mis posibilidades de escalar la pared para llegar hasta ellos había sido tapiada por las mismas baldosas en las que subieron hasta allí. No tuve más remedio que regresar atrás en mis pasos y al dar un paso atrás sonó un pequeño ''click'' y una puerta se abrió a mi lado, al parecer alguien había pensado en mi por una vez. Subí por las mismas y resulté llegar al mismo lugar que ellos, solo que algo más tarde, para cuando llegué, algo iba mal.

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Mensaje por Nanako Miér Feb 06, 2013 1:27 pm

El golpe que había dado sobre la roca fue seguido por un estruendo y finalmente por una corriente que nos arrastró con mucha fuerza, arrastrándonos a una velocidad peligrosa junto a toneladas de agua por un largo pasillo que caía en diagonal. Seguramente y a la velocidad que íbamos, cuando el túnel se acabase quedaríamos aplastados contra la roca, Viral agarró mi brazo izquierdo y nadó contracorriente, intentando crear una resistencia, y disminuir a la velocidad que caíamos, la luz que aun desprendía mi cuerpo no daba para alumbrar el túnel lo suficiente, el agua nos arrastraba tan rápido que al final todo paso por hacerse confuso, el fuerte sonido del agua era lo único que podía escuchar, el sonido, me envolvía, y nos avisaba, pronto, no nos quedaba mucho para caer, el final de la cascada se acercaba y con el, la guadaña de la muerte se acercaba cada vez más a nuestros corazones. Unos instantes después, salimos disparados, quedando por un momento en el vacío. En ese momento sentí como si el tiempo se detuviese, mis ojos observaban temblando el túnel del que habíamos salido, y del que aun salía agua. Toda mi ropa estaba mojada al igual que mi cabello, que ahora se revolvía apuntando al túnel por la velocidad de la caída.

-No… no quiero morir…-

Susurré mientras cerraba los ojos e inclinaba la cabeza hacia atrás ¿Moriría al chocar contra el suelo? No sabía que había detrás de mi espalda. Finalmente sentí como caía nuevamente en agua, en ese instante abrí los ojos que aun, apuntaban al túnel, y por un instante me pareció ver la figura de una persona, bastante familiar para mi… segundos después, y por la velocidad me había sumergido cinco metros bajo el agua, cerré los ojos y me relajé, todavía no había llegado mi hora, pronto salí flotando a la superficie, entonces abrí los ojos nuevamente, Viral también estaba bien, entonces, viral se sumergió en el agua. Nadé hacía una roca que todavía sobresalía un poco por el agua, posiblemente restos de la civilización que se cernía sobre nosotros y que se había mantenido oculta durante años quizás. Me arrodille en la roca, me desenganche la capa que me habían dado los marineros, y la deje sobre la roca, me quité los guantes y escurrí un poco el agua ya que se hacía pesado llevarlos mojados. Aproveche que viral había bajado y me quité la camisa para repetir el mismo proceso que con los guantes, y finalmente me volví a poner la camisa. Entonces me coloqué de pie sobre la roca, el agua iba subiendo bastante rápidamente y pronto no habría roca donde estar de pie y seca. Estábamos en una sala gigante semicircular iluminada por extraños cristales brillantes que flotaban a lo largo y ancho del techo, formando dibujos de aves fulgurantes, rojas, azules, moradas, había aves de todos los colores posibles brillando por las linternas naturales que los formaban. A nuestro alrededor, escaleras se alzaban en todas direcciones, formando un socavón en el centro. Era realmente hermoso. Entonces miré hacia donde se había sumergido Viral, aun no salía, entonces en ese momento salió alguien del agua, sus cabellos blancos, sus vestidos inconfundibles, su mirada perdida, bacía, sus ojos rojos como los míos, era ella. Hiaji-sama. ¿Pero qué hacía aquí? Hacia tanto tiempo que no la veía… demasiado quizás. Solo tenía ganas de salir corriendo, y abrazarla, no podía dejar de mirarla, Hiaji-sama, a pesar de avernos visto solo en dos ocasiones, las pocas lecciones que me pudo dar, las mantuve en mi cabeza, e intente cumplirlas al pie de la letra.

Hiaji-sama, al igual que muchas otras kunoichis, puede que inclusive yo, me recordaban a una rosa, las rosas eran siempre bellas, desde que comenzaban a nacer, hasta que finalmente florecían, siempre con colores hermosos, como las kunoichis, era bellas, pero las rosas no solo eran bellas, también tenían espinas, es decir, eran bellas y peligrosas, y aun cuando comenzaban a marchitar, y sus colores oscurecían, hasta volverse grises, aun cuando sus pétalos se secaban, y lo que antes había sido hermoso ahora era triste y frágil, aun así, aun marchitas, las rosas seguían siendo peligrosas, Hiaji-sama era así, era hermosa y a pesar de que su alma fuese la de una rosa marchita, ella seguía siendo peligrosa, noble, manteniéndose siempre sobre sus propios hombros, era admirable.

Una luz roja comenzó a salir del agua, junto con Viral. “Nana, cierra los ojos y no los abras hasta que te lo diga” inmediatamente cerré los ojos apartando a Hiaji de mi vista por un instante. Entonces sentí como una superficie, como piedra chocaba suavemente con mis pies, quedando de pie, un ascensor quizás. Viral me agarró con fuerza del codo, lo que me asustó un poco ¿Qué estaba pasando? Con los ojos cerrados, sentía como cruzábamos unos surcos de luz que iluminaban por un instante la oscuridad de mis ojos. Finalmente la plataforma se detuvo. Viral salió de la plataforma, sacándome a mi con el. Finalmente abrí los ojos de nuevo, parpadeando varias veces para acostumbrarme a la nueva luz. La arquitectura había cambiado a algo más refinado, veía curvas imposibles por todo el lugar, y parecía que lo que antes había sido piedra, ahora era algún tipo de metal precioso similar al oro. Nos encontrábamos en un recibidor, con una puerta de doble hoja entreabierta de la que se colaba una rendija de luz que daba la única iluminación a la sala, permitiéndonos ver lo suficiente como para no tropezarnos con los pedazos de techo que se habían desprendido con el paso de los años. Comenzamos a caminar adentrándonos en una sala, de dimensiones completamente exageradas, como si las ruinas que ahora pisábamos hubiesen sido habitadas por gigantes de verdad, las paredes eran del mismo color dorado que habíamos visto en la sala anterior, en la sala habían estatuas por todos lados, de tamaños y dimensiones increíbles, era un lugar realmente impresionante, y que tardaríamos en recorrer. Caminamos durante largos minutos que parecieron días bajo la inmensidad de las esculturas que nos bordeaban, durante el camino solo encontramos polvo, y platos con algunos cubiertos por el suelo, a medida que avanzábamos podíamos ver un trono que se alzaba hasta tocar el techo, coronando la mesa que a medida que se acercaba al trono se iba alzando en varios pisos, cada vez más pequeños, hasta llegar al último, con espacio para tres personas, donde se encontraba el trono. Al fin, en el trono de lo que sería el dirigente del lugar, encontramos el primer resto humano. La carne del muerto estaba totalmente seca, y se marcaba sobre sus huesos pues no había ni grasa ni agua en su anatomía. La piel polvorienta tenía un color gris ceniza con zonas que mostraban grietas bajo las que se podía intuir hueso de un color amarillento, pero con un brillo poco habitual, pues relucía bajo la luz de los cristales como los cubiertos o la pared metálica. Sus ojos eran tan solo dos cuencas cerradas por párpados sin pestañas, hundidas al no haber globo ocular que las rellenase y su boca no tenía labios, mostrando dientes del mismo color amarillento brillante de los huesos. Todo su cuerpo estaba cubierto por una preciosa armadura del metal que parecía usar para todos sus menesteres, sin casco, pero con una amplia coraza pectoral, guanteletes, perneras y demás complementos que cubrían todo el cuerpo del difunto, dejando visible tan solo la cabeza. El pelo, aunque pareciera increíble, seguía fuertemente arraigado a la calavera, negro como el azabache, y caía grácil sobre los hombros del muerto, como sombras que se extienden por una llanura de oro. Viral pasó el trono, observando la pared de detrás de este, yo por el contrario me había acercado al posiblemente monarca de aquel lugar, mi curiosidad médica me llevaba a revisar el estado del cadáver, me detuve ante el y coloqué las manos detrás de mi espalda inclinándome un poco hacia delante, para observar cuidadosamente el cadáver. En ese momento el cadáver abrió los ojos emitiendo una luz roja directamente hacia mi, otra vez esa luz…. La luz roja me cegó por un instante, tape la luz con mis manos, aun que aun así pequeños trazos de luz seguían filtrándose entre los huecos que mis manos no podían cubrir. Instintivamente cerré los ojos, si me metía en la sala blanca y hablaba con Kairi todo saldría bien, pero en el momento en el que intenté acceder a ella un destello rojo como el que había interrumpido el kenjutsu de viral en el barco, invadió mi mente, haciéndome abrir de nuevo los ojos.

Entonces escuché su voz… Era la voz de mi madre, la recordaba, era tan cálida, tan relajante, mientras pudiese escuchar su voz era como si las penas y las dudas no existiesen y como si estuviese segura para siempre junto a ella.

-Nana… debes liberarme de la armadura dorada… toca su piel, con tus manos, usa ese don, por que tus manos tienen el don, de curar, incluso de dar la vida… Por favor, Nana libérame…-

Las palabras de mi madre eran confusas, mi cuerpo se movía prácticamente solo, mi mano izquierda desenguantaba mi mano derecha, mis pies se acercaban al monarca, y finalmente, con ambas manos libres de los guantes, mis manos acariciaron el rostro del monarca, con la suavidad que mi piel tenía.

-Libérate…-

Pronuncié en voz baja, casi inconscientemente ¿Qué estaba pasando?


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Mensaje por Viral Lun Mar 11, 2013 6:05 am

Algo extraño estaba pasando en esta ciudad perdida, el mal podía sentirse condensado en el ambiente, sobretodo en esta sala. La voluntad de la antigua civilización se había presentado en forma de mal augurio, necesitábamos ahora mismo una salida. Un leve aroma a perfume mezclado con anestesia llegó a mi nariz, reconociéndolo instantáneamente, pues no era la primera ni la segunda vez que mi bella guarda espaldas me rondaba en medio de lugares insólitos o inesperados. Me giré, hacia el otro extremo de la sala, por donde habíamos venido, justo a tiempo de ver como Nana besaba al cadáver del Gran Rey, y tras hacerlo, la energía vital de la joven se consumía. Antes de que el engendro pudiera acabar con su vida la aparté, sujetándola con mi brazo derecho mientras veía como varios mechones en su flequillo se aclaraban hasta volverse de un rosa muchísimo mas blanquecino. El ser estaba vivo, o relativamente vivo, pero aún no podía moverse, y en mi mente un fogonazo me enseñó que hacer, Garuda desde la distancia era muy útil incluso en estos momentos. Con la mano que me quedaba libre toqué el pecho de Nana, sobre su corazón, y un brillo cegador con el color de las llamas surgió del lugar en que nuestras pieles se rozaron. Lentamente, mis dedos se introdujeron en su cuerpo, traspasando su alma suavemente con cuidado de no desgarrarla irreparablemente, mostrándole mi amor por todos y cada uno de los seres que había a mi cargo en el basto Imperio. En su interior había una esfera de calor, algo que no la pertenecía pero que llevaba con ella desde su nacimiento, una bendición del Dios del renacimiento. ¿Acaso había dos almas en el interior de esta niña? Con delicadeza rodeé la esfera entre mis dedos, sintiendo su energía palpitar y encenderse de su estado latente al contacto con mi propia presencia, y ceñirse a mi mano fluyendo en mi interior. El vínculo que estábamos creando duraría eternamente, y en un futuro siempre sentiríamos una especial empatía el uno por el otro, siendo capaces de intuir los sentimientos y el estado de ánimo mutuo.

Al sacar mi mano de su interior, ella se desmayó, seguramente sin fuerzas tras haberme cedido esa parte de su interior que ahora compartiríamos, pero que debía usar ahora para salvarnos a todos. Hiaji había llegado, quien sabe como, y se nos acercaría rápidamente, así que dejé el cuerpo inconsciente de Nana en la enorme mesa dorada para que la médico tomase cuidados de ella cuanto antes mientras me concentraba en el nuevo poder que había adquirido. El Ser monstruoso que antaño fue orgulloso Rey de todo el lugar movía sus ojos frenéticamente, con un infinito odio en su mirada vacía, creada tan solo por una luz espectral, aún inmóvil, pero rápidamente recuperando fuerzas. La enorme presión de maldad que crecía desde su cuerpo baldío se sentía en toda la sala como una mano gigantesca tratando de aplastar nuestros corazones.

- Otorgo descanso eterno al último Gran Rey de Ag an ar buile túr en nombre del Señor de la resurrección.

En mi mano nacieron las llamas, crepitando como el fuego del inframundo y su luz nos iluminó a todos. La forma inicial que tomó en mi puño fue la de un pequeño fénix que pronto se contorsionó para formar una hoja de un metro con un mango de 20 centímetros. La factura era muy similar que la de la armadura dorada que el Gran Rey portaba, revelando que provenía del mismo tesoro. Te encanta la ironía ¿No Garuda? Dar fin a tu anterior paladín con una de sus propias armas. Sabía que esta hoja mortal había llegado a mis manos gracias a la semilla de progreso que en algún momento durante su concepción los dioses habían introducido en el alma de Nana, marcándola como una de las piezas claves en el futuro pues tenía la voluntad de luchar por lo que amaba y ser más fuerte, siempre más fuerte hasta poder defenderlo todo. Su voluntad, que me había prestado hoy, daría fin al tormento de este pobre cadáver. Con un movimiento rápido rebané su cabeza y al tiempo que ésta tocaba el suelo una explosión de Luz lo inundó todo. Al deshacerse, el cuerpo del gran rey había desaparecido, y cubriendo casi todo mi cuerpo, la dorada armadura relucía como su la acabaran de sacar de los altos hornos. Entendía que me habían bendecido con este arma increíble y que la armadura sería la contraparte, pues conocía bien las leyendas que hablaban de la voluntad de los Grandes Reyes, quienes portaban la armadura Forja Dioses, sus menes se quebrantaban con el tiempo transformándoles en solo una sombra de lo que fueron. Si debía portarla para luchar contra el mal que nos amenazaba lo haría con gusto. La presencia maligna había desaparecido, y sin más dilación rodeé la cintura de Hiaji que tenía en brazos a Nana y los tres desaparecimos hacia Rac Álainn con un fogonazo en forma de fénix dejando la ciudad submarina en el más infinito silencio.
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