Entrando a Suna

por **Renji** Sáb Mar 02, 2013 8:40 am

Un largo camino, una larga travesía, el paso por el endemoniado desierto que a cada minuto demostraba lo difícil que es atravesarle, exigía el respeto a aquellos que intentaban cruzarle sin el mayor cuidado, el terreno de pequeñas ondulaciones como si fuesen mesetas y acantilados, hacían más difícil el paso y el acceso a través de este. Un aliado, un hermano, este era el sol que golpeaba con fuerza a la tierra calentando la arena tan fina, además de aumentar la temperatura en el ambiente, el solo aire podía quemar los pulmones al inhalarlo sin previo cuidado aquella silueta que se dibujaba a lo lejos y se movía con dificultad, parecía que no conocía mucho el ambiente de Sunagakure no sato y estaba pagando su osadía al intentar cruzarle.
La figura que retaba a el destino no solo luchaba con el ambiente que intentaba hacerle caer, tenia una lucha interna en sentimientos encontrados, la larga caminata hizo que pensara en muchas cosas mientras llegaba hasta este punto. Había dejado su tierra, había dejado una parte de su vida, había dejado una parte de su alma atrás, enterrada con su reputación en Kirigakure, había salido como una rata huyendo de su propia tierra.

Solo un renegado de Kirigakure, cubierto con una capa que evitaba inmutarse por el viento que llevaba en el arena y que solía ser más potente que en otras regiones, la incertidumbre de saber si el Kazekage le daría una audiencia y la incertidumbre se saber si este cumpliría con la deuda de Lobo Nocturno, aun así los líderes del país del viento no se han caracterizado por faltos de sapiensa, son dignos herederos de la voluntad a la que sirven.

El rostro de aquel chico de cabellos rojos, se veía ya cansado, aminorado por el tiempo que ah pasado en el desierto, busca algo, mirando a todos lados, espera no haber errado en la dirección que debió de tomar, busca desesperadamente las puertas de la aldea y ver al kazekage, antes de que algún ninja protector de Suna lo asesine, en caso contrario si no es un ninja el desierto reclamara su cuerpo. La caminata ah sido bastante, toma algo de agua, la poca que pudo traerse desde los ríos de Kiri, toma con desesperación que el liquido vital puede chorrearse por su boca desbordando hasta su cuello, sabe que tal vez no pase otro día en el desierto, tiene que salir de este o estará perdido, seca su boca con su brazo, mira a hacia arriba, como si rogara al sol que ya no golpee tan fuerte, cosa imposible para el astro rey, la moneda esta echada al aire, vivir o morir.

por **Yuumi Tessen** Dom Mar 10, 2013 2:38 am

Calor, calor y más calor, eso era todo lo que se podía decir sobre el día que dentro de escasas horas daría paso a una fría noche, cosa normal en el desierto por otra parte, si se analiza detenidamente. Las tormentas de arena que asolaban la tierra donde nací no habían desaparecido, a pesar que desde hace tiempo su fiereza se había visto reducida, aunque fuera un mínimo. Cierto es que desde la actuación del nuevo Kazekage; al cual conocía de forma cómica como "perro mojado"; haciendo frente a la amenaza que estuvo a punto de acabar con la villa los accidentes y desapariciones dentro de esta se habían relajado, pero estas seguían ocurriendo, y lo que es más, la asquerosa arena rebelde no dejaba ver más allá de lo que yo estimo serían unos 20 metros de distancia, tapando así el cielo azul y dejando pasar solamente algunos luceros procedentes del astro rey, que desde hace meses no bañaba nuestras tierras con su fulgor. Los miembros del Anbu de la villa habíamos estado, y de hecho seguimos estando, muy ajetreados desde la partida de nuestro querido "perro mojado" junto con los aspirantes a rango chunin, que hace varios días habían sido traídos por los guardias del recinto y hospitalizados para el tratamiento de sus heridas, al recinto donde el 3º examen chunin se celebraría, en las lejanas y heladas tierras de la nieve. Por lo que nos dijeron el Kazekage tardaría mucho más tiempo en volver, por lo que aún tendríamos que esperarle por lo menos unos días más, tiempo en el que la seguridad y vigilancia de la villa, al igual que la mayoría de sus misiones, recaerían sobre mí y mis compañeros, y así es como acabé encargada de vigilar las puertas de la villa, mientras los dos cenutrios de Aoi y Akay se dedicaban a patrullar por las calles de esta, suertudos ellos.

El tiempo pasaba, mientras yo me encontraba tranquilamente sentada frente a las puertas de la villa, con los ojos cerrados y la mente abierta, ningún pensamiento no deseado pasaba por el interior de mi psique. Todo se encontraba en calma, hasta que mi cuerpo se estremeció por la entrada de un intruso en las cercanías "Vaya vaya, parece que el viento nos trae hoy alguna diversión." Dije para mis adentros, y es que a 50 metros de las puertas de la aldea había conseguido detectar a un intruso, de raza humana, que deambulaba sin rumbo por el desierto, como si buscara a algo o a alguien. Seguí concentrada un tiempo más para que el viento me diera una localización fiable, tras lo que salí a su busca mientras sellaba con las manos. No me preocupaba el hecho de que encontrara las murallas, pues además de la fuerte tormenta de arena que nos azotaba, dificultando en gran medida la visión, estas estaban pensadas para camuflarse junto con la arena que nos rodeaba, haciendo muy difícil el reconocerlas a alguien que no fuera de la propia villa, o que no hubiera estado en esta alguna vez, además aunque el no lo sabía, no hacía más que dar vueltas en círculos, alejándose poco a poco cada vez más de estas.

Tras unos segundos la persona que trataba de cruzar el desierto podría sentir como una potente ráfaga de viento le tiraba al suelo sin remedio, manchando sus pelirrojos cabellos y su capa blanca, un color apropiado para caminar por el desierto, de la fina y calurosa arena de las dunas. Cuando el joven volviera a ponerse de pié si decidía fijar su mirada en la dirección de donde vino esa gran ráfaga solo podría ver como una figura femenina, de 1,60 m aproximadamente, cabellos magenta largos que caían por el típico traje de anbu negro con protectores grises repartidos por el cuerpo, y de rostro tapado por una máscara de anbu blanca con con motivos tribales rojos que simulaban la forma de una mariposa, y con lo que parecía un gran abanico semi abierto de grandes varillas negras e interior beige con un círculo color púrpura en este, salía de más allá de donde sus ojos podían ver debido a la tormenta de arena. Si por el contrario lo tomaba como una amenaza de muerte del desierto y decidía continuar su camino, las palabras que despediría esta figura serían las que le alertarían para llevar sus ojos hasta esta figura, que ya se encontraría a 15 metros de la posición inicial del chico.

- Vaya vaya ¿Qué hace un muchacho tan apuesto del imperio del Agua tan cerca de la boca del lobo?

Sus palabras no iban sin fundamento, pues tanto en la parte trasera de la capa que cubría su cuerpo como en el protector que aún conservaba en la frente se mostraba el emblema de la villa de Kiri, había sido muy descuidado en ese aspecto, aunque puede que fuera la pertenencia al imperio rival lo que le salvara la vida. Por mi parte había terminado las presentaciones, ahora esperaría su respuesta y actuaría en consecuencia a ello.

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por **Renji** Lun Mar 11, 2013 9:38 am

Una tormenta de arena arreciaba, viento de norte a sur, en este pais son normales las tormentas, nunca había tenido el gusto de estar en una, aunque sabía que era probable que una me envolviera, la visión era difícil, apenas y podía ver a unos cuantos metros de mi posición. El sol era tapado por la misma tormenta, negando a algunos de sus rayos el paso de su caída. Paso que daba paso que sentía más peso en mis pies, era difícil este terreno, por algo la villa oculta de la arena era un digno rival y el más acérrimo del imperio de Kirigakure. Sostenía con fuerza mi capa para que me cubriese, ya que los fuertes viento intentaban arrancármela. Creía que ya había avanzado bastante, sinceramente mi sentido de la ubicación no es muy bueno y mas con esta tormenta de arena las cosas se me complicaban, sin tener un punto de referencia como guía, encontrar las puertas podía ser una larga tarea.

Algo de arena se había colado hasta mi zapato, granos de arena entre mis dedos eran algo incomodo. De repente sentí una ráfaga de viento mas fuerte que la tormenta de arena, no pude ver por donde salió, el caso es que tal fuerza me mando al suelo, haciéndome rodar en el unos pocos metros, ahora si estaba todo mi cuerpo cubierto de arena, hasta en la boca se había metido un poco, trate de reincorporarme poniéndome de cuclillas, escupí algo de arena que me estaba ahogando. Entonces una voz venia a unos metros más allá de mi posición, la voz se tornaba femenina, alce un poco el rostro como ubicando el sitio exacto de dónde provino la voz.

Al reincorporarme, me sacudí el cabello que tenia algo de arena, la voz fue clara y directa, nada amenazante. Cuando mire, esta era una chica de cabello largo y una máscara de las fuerzas especiales anbu, la silueta no era del todo clara por el ambiente en el que estaba, pero había sido advertido con ese ataque ya que ella pudo haberme matado sin mucho esfuerzo, con mis atuendos de Kiri y con la historia de rivalidad que tiene con Suna, había llamado mucho la atención, como si fuese un pato y ella fuera el cazador, siendo temporada de patos.

Camine un poco, no mas de cinco pasos, respondí a lo que había venido., tome aire, me pare derecho…Vengo a solicitar una audiencia con el Kazekage, Tsukidomo Blank…mencione con voz seca hacia la que era la probable guardiana de Sunagakure…Aaah! Y que mis ropas no te confundan…señale mi capa y mi protector, tome un kunai y rasguee con una línea mi protector, Mi mano fue a mi frente…Aaaah pero que modales los míos…dije con singular alegría…mi nombre es Renji…disculpe si no acostumbro decir mis apellidos, pero eso no importa ahora…No sabía si de buenas a primeras ella me llevara con el Kazekage, pero la moneda estaba echada al aire, si mis palabras no convencían a la mujer, esta sería mi tumba, cosa no muy agradable, seguía con mi mano a la altura de mi frente para proteger mis ojos de la entrada de arena, de vez en cuando me tambaleaba de un lado a otro por la fuerza de esta tormente.

por **Yuumi Tessen** Lun Mar 11, 2013 10:13 pm

No había tiempo para contemplaciones, lo que antes no era más que una banal diversión para mí se había convertido en un peligro mortal. El clon que había dejado oculto en la tormenta de arena para que siguiera en comunión con el viento se había destruido por propia voluntad para hacernos llegar la información pertinente. Aquellas criaturas otra vez, estas se acercaban peligrosamente a nuestra posición, y tuve que tomar cartas en el asunto. El joven se había levantado ya del suelo y rajado su protector de Kirigakure, a la vez que pedía una audiencia con el Kazekage, no estaba del todo segura de que a "perro mojado" le gustaran demasiado los renegados, sin embargo no tenía otra opción. Antes de que terminara de hablar notaría una gran presión que le haría estamparse contra el suelo, inmovilizado, y es que desde las alturas, 15 metros para ser exactos, mi yo real había realizado los sellos pertinentes para enviar desde el abanico una potente ráfaga de viento descendente, que se mantendría así durante un tiempo. Al hacer esto tanto la invisibilidad como la transformación del abanico en una pequeña pero concentrada tormenta de arena, como si de un pequeño torbellino se tratase, para pasar desapercibidos se habrían deshecho, pero fue tal la velocidad a la que ejecuté los sellos que el susodicho renegado no tendría tiempo de reaccionar. Tras esos sellos continuó otro a dos manos, tras lo que expulsé desde mi boca, que había quedado descubierta al retirar un poco la máscara de mi rostro, una gran bala de aire, que sin duda acabaría con la consciencia del joven. Para poder ejecutar el jutsu me había asomado desde las alturas, dejando mi rostro en un ángulo vertical con el muchacho. Una vez el joven quedó inconsciente me dispuse a descender a buscarle, mientras mi otro clon se acercaba a recogerle y a devolverme el kunai que tan habilidosamente había transformado en mi propio abanico, logrando así despistar al joven. Una vez este estuvo cargado en el abanico conmigo me dispuse a volver a Sunagakure, mientras mi otro yo se quedaba ganando tiempo. Cuando volviera, el Kazekage iba a tener más trabajo del que pensaba en un inicio.
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