Buenos días, mamá

por **Inori** Mar Mar 26, 2013 8:48 pm

Hay algo que recorre mi mente y de lo cual no he informado a ninguno de mis hermanos por el momento, algo que tal vez no me haría parecer la misma chica dura que yo puedo ser y consigo ser. Echo de menos a Madre, después de tanto sin verla, sin su comida rica, que en la casa del acantilado hay personas que ni tan siquiera pueden acercarse a la comida sin que yo las vigile a cada momento. Su atención, que me lave la ropa y huela mejor que aquí. Hay cosas de la independencia que no gustan tanto como los resultados de una madre, aunque es lo que tenemos que aceptar desde que decidimos venir a vivir aquí y no a otro lugar. Me da vergüenza decirles que echo de menos las atenciones de dos madres, aunque realmente supongo que ellos también las echan de menos. De lo contrario no nos pondríamos todos tan contentos cada vez que vienen a visitarnos. Y, viendo que la próxima visita tardará en producirse, he decidido ser yo quien visite a mi madre esta vez, aunque no en la mansión de la tía Shika, que bastante ocupada está ya como para que vaya a darle trabajo.

Llego al lugar en que previamente cité a mi madre con una carta, que si no hubiera podido leer por sí misma tía Shika habría podido leer por ella. Un papel que reza el lugar, la citación en sí con una muestra de mi afecto, aunque no excesivamente efusiva. Las pocas veces que he mostrado afecto a alguien ha sido a mi madre, pero prefiero no dar demasiadas muestras si no quiero ensuciar mi reputación de chica dura. Por eso puede ser también que la he citado en otro lugar y no en los normales, en la Isla de la Diosa Liriam. Me gusta haber tomado esa elección, creo que no está enteramente equivocada. Un encuentro en una isla, tantos recuerdos me traen a mí las islas y sus historias variantes y extrañas de sus habitantes y paisajes. Desde pequeña he viajado mucho y siempre ha sido el mar mi favorito método de transporte y mi favorito paisaje. El horizonte marítimo, visto desde la playa o desde el borde del acantilado en que se sitúa el hogar de tantos hermanos, que cada día somos más, es el mejor paisaje que he visto nunca, a mi parecer. El olor a sal marina, el gusto de remojar el cuerpo en una playa de agua fría… Tal vez haya sacado esos gustos de mi padre, que puso una semilla marítima en el vientre de mi madre. Y, aunque haya salido del útero con los característicos y prodigiosos ojos de mi madre, aunque con el color dorado que caracterizaba los de mi padre cuando no tengo el Byakugan activado. En cualquier caso, con unos ojos u otros, unos genes u otros, siendo Hozuki o Hyuuga, me gustan las islas, el mar y todo lo que con éste tenga que ver, me recuerda a mi padre y, aunque no siempre lo reconozca, a él le quiero con especial importancia, le tengo un respeto que a pocos más sería capaz de tener y… fue mi padre, al fin y al cabo.

Llego pronto al lugar en que ya debería estar mi madre, aunque no la veo por ninguna parte y decido esperarla, tal vez haya tenido problemas con su transporte. La larga mañana que tengo por delante puede servirme para entrenar la técnica que desde hace días llevo intentando aprender. Se me resiste, como tantas otras, ante tantos intentos que acaban exasperándome. Aunque que yo esté irritada es lo más normal del mundo para mis hermanos, por lo que no se preocupan demasiado si me ven echando humo después de haber dado cuatro golpes mal dados a una piedra. Todo normal, las cosas no suelen ir mal si yo estoy enfadada, la situación contraria, cuando doy muestras de afecto extremadamente efusivas, es la realmente preocupante para sus mentes. Y en cierto modo no se equivocan temiendo a las situaciones en que yo no soy la chica dura de siempre, al igual que las situaciones en que Shishika no se ve como una planta… un momento, eso nunca ha ocurrido, mi hermana siempre se ve como una planta y siempre hace la fotosíntesis, si no es así no es Shishika.

La técnica en cuestión puede ayudarme en el momento en que yo descubra una expansión de chakra, ya sea destinada a mi propia mente o a la de otros que son o no de mi incumbencia. Lo que debo aprender a hacer es cortar el flujo de chakra de mis propios pensamientos durante un momento, los segundos exactos en el momento exacto para no caer en la ilusión, claro que esto no podrá ayudarme con genjutsus de expansión visual, puesto que no los veo. En algunos aspectos el Byakugan puede suponer una desventaja, combatiendo contra Uchihas, por ejemplo. Pero por el momento no conozco más Uchihas que mi hermanito Ryuumei, el Gatito, y nunca he tenido que luchar seriamente con él, al menos hasta ahora. El caso es que tengo que concentrarme en aprender la técnica o llegará mi madre, llegarán las tormentas, la noche y el fin de año y seguiré aquí plantada intentando hacer entrar en mi mente el funcionamiento de un jutsu que algún patético creador creó útil, sencillo y difícil de aprender. A veces me pongo histérica cuando me cuesta tanto aprender técnicas, pero el mundo no siempre es perfecto y hay que aprender a convivir con todo. Y si no… hay que saber arrasar y ser superior. Mente sana, mente superior.

Y con mi mente superior lo intento tantas veces que el cielo se torna de un color rojizo cuando el sol baja hasta el horizonte, despidiéndose lentamente de la tierra a la que ha estado alumbrando todo el día. La noche hace acto de presencia entre un intento, otro, otro y muchísimos más que ya incluso me da pereza contar. Un, dos, tres, cuatro… ¿Qué más da? El caso es que he intentado infinitas veces realizar esta técnica en varios días y no lo consigo, la paciencia se me agota, pero debo calmarme y concentrarme. Concentración, paciencia, calma, mente sana, mente superior, cuerpo sano, cuerpo perfecto. Un, dos, tres, cuatro… Los segundos pasan y me pongo nerviosa de nuevo, ¿es que no puedo aprender la maldita técnica en un momento? ¿Tanto tiempo tengo que tirarme intentándolo sin parar hasta que pueda salirme al fin? Debe ser, porque la espera a mi madre se me hace eterna y a la vez tremendamente corta en mis numerosos intentos de una técnica que me pone de los nervios, como siempre lo hacen las cosas que se resisten a mi conocimiento. Pero… mente superior, mente sana, Inori tranquila, mundo contento, mundo en su lugar. Tengo que calmarme, si acabo pegando a la piedra que tengo a mi lado no arreglaré nada, voy a aprender la técnica sí o sí y una inteligencia reducida no me lo va a impedir. Si es que… siendo hija del emperador de Kiri, con su inteligencia destacada, no soy capaz de aprender una técnica sencilla. Él era muy bueno creando técnicas ilusorias en la mente de otros, pero yo he salido con la inteligencia reducida de mi madre, aunque dentro de lo que cabe ella tampoco es tonta, es… menos inteligente que Padre o que tía Shika. Sí, tal vez debería haber pedido ayuda a la tía para aprender esta técnica, aunque algo me dice que no habría podido ayudarme esta vez, no sé qué me lo dice. Una mente superior como la mía. Mi madre habría podido ayudarme, pero viendo que no llega tendré que intentarlo todas las veces que pueda hasta conseguirlo. Mente sana, mente superior… Un, dos, tres, cuatro… Muchos intentos, mucho cansancio, mucho estrés. Pero lo conseguiré. Ya estoy consiguiendo cortar el flujo de chakra de mi mente por unos segundos, aunque no son los suficientes que necesita la técnica para funcionar como es debido. Con lo que he conseguido hasta ahora no me salvo de un genjutsu. Concentración, concentración… Un, dos, tres, cuatro… Un poco más, unos intentos más… ¡Lo he conseguido! ¡Sé cortar el flujo de chakra! Aunque no sé hasta qué punto será eso bueno…

Debo ser paciente, sin meter prisas a mi madre que tanta paciencia ha tenido a lo largo del tiempo conmigo, una hija cuanto menos curiosa. Y algo problemática, además de eso y de muchas otras cualidades que, como buena madre, ha guardado para sí sin necesidad de cotillear con otros más que con Shika. Hablando de la cual… también la echo de menos a ella. Siendo sinceros, la mejor comida era la de la tía, que tantas horas pasaba en la cocina preparando mermeladas con los mismos frutos que ella misma había recolectado en los bosques de su villa, la villa oculta entre las hojas o más conocida como Konohagakure no Sato. Viendo que pasa el tiempo y mi madre no aparece, simplemente me limito a esperarla en pie en el mismo punto del mapa que habría marcado con una X en caso de haberle enviado uno, mala idea no habría sido, ciertamente, seguramente le habría sido más sencillo llegar al lugar del encuentro si yo le pusiera todas las facilidades del mundo. Pero no, tiene que llegar solita y no veo que lo haga. El tiempo pasa, pasa, pasa y mi madre sigue sin aparecer delante de mis narices mientras yo una y otra vez me pregunto si habré escrito bien el nombre del lugar, si habrá llegado la carta a tiempo, si habrá podido leerla, si habrá salido a tiempo o si habrá encontrado problemas en el camino. Espero que no sea la última opción, aunque bien sé que mi madre, la que me crió, es completamente capaz de desviar cualquier problema de su dirección, sacarlo de su sendero y seguir caminando tranquilamente. Es el buen poder de una mujer Hyuuga que nunca se ha cansado de luchar por sí misma y sus provechos, venciendo a quienes querían hacerse con sus preciados ojos. En el fondo, aunque no lo admitiré ante nadie, creo que la admiro, aunque sea tan tardona algunas veces y en este momento yo me dedique a dar la vuelta sobre mí misma y caminar en otra dirección a aquella por la que debería aparecer ella, yendo de regreso al país de los remolinos, al acantilado y a la casa en la que tantos hermanos convivimos con y sin problemas, un día sí y otro también. Necesito un descanso, después del viaje estoy agotada físicamente, más el cansancio mental que me supone haber estado esperando y llevarme la decepción de que mi viaje no haya servido como un gran aporte. Al menos me queda entrenar y algo habré hecho que no sea mirar al horizonte esperando la llegada de una persona, sin más.

Entrenamiento: