A la caza del pato

Había caído la noche en la villa de Iwagakure, y las calles de la villa estaban vagamente iluminadas por las farolas. Soplaba una suave brisa, y la luz de la luna estaba oculta por las nubes las cuales en algunos momentos, permitían que la Luna fuera visible durante unos minutos. Durante uno de estos instantes, Kaname la miró fijamente, y se preguntó si sería cierta la leyenda de rikudô sennin, el legendario hombre que consiguió dominar a la bestia de diez colas; el que, de no ser por el paso del tiempo, hubiera conseguido la paz; el mismo que, en su lecho de muerte, consiguió dividir el chakra del Jūbi para evitar que lo arrasara todo de nuevo, y encerrar el cuerpo dentro de la Luna. "Un verdadero héroe. Tal vez yo tenga la oportunidad de salvar a mi gente y convertirme en uno."-Pensó mientras la Luna se escondía de nuevo. Una vez estaba completamente oculta, Kaname centró de nuevo su atención en los tejados de las casas que se alzaban ante sus ojos, a la espera de la más mínima señal para actuar.

Recordó por enésima vez su misión: encontrar al niño que tiraba piedras a las ventanas de las casas, atraparlo y así evitar más quejas por parte de los vecinos. Kaname recordó que no debía pasarse, ya que sólo se trataba de un crío, y que, ya que él mismo pidió hacerse cargo de la misión, debería terminarla con éxito.

Se encontraba en el tejado de edificio más alto de la zona, justo en la esquina, a la espera de cualquier ruido que pudiera resultar lo bastante sospechoso o evidente de que el chaval volvía a las andadas. Había recorrido de día la zona unas cuantas veces para ver en qué sitios podría esconderse, por qué calles es más fácil escapar...

Llevaba encima su capa de Iwa, para protegerse de la brisa que, a pesar de no ser muy fuerte, era bastante fría, además de sus clásicos atuendos: ropas anchas, gorro y gafas de sol. De su cuello colgaba la banda protectora de su villa, con la cual recordaba que sólo era un gennin, y que ésta era su primera misión. No obstante, no le parecía un mal comienzo; es más, le gustaban ese tipo de misiones: rastreo, detección y detención. Las misiones de protección o de asesinato no iban con él: con ellas, podía ganarse muchos enemigos: puede que un par de personas, puede que toda una villa... En cuanto a las de infiltración, todavía no había realizado ninguna, pero le interesaban; tal vez podría encargarse de alguna en el futuro. Pero la idea de que ese tipo de misiones son muy difíciles y peligrosas le quitó las ganas y las esperanzas de que le permitieran realizar una pronto, por no decir que tampoco quería arriesgarse tanto; al menos, por el momento…

Llevaba, al menos, dos horas escrutando la zona, y empezaba a cansarse de esperar a que apareciera el joven que la estaba liando parda desde hacía unas cuantas semanas. Cada vez estaba más tenso e impaciente.

-Vamos enano... ¿A qué esperas?Sal de una vez...-

Kaname estaba más nervioso por momentos, y escrutar de nuevo la zona no le ayudaría. Quería terminar la misión cuanto antes, y así poder irse a casa con la satisfacción del trabajo bien hecho. Se estiró, crujió los nudillos y después el cuello.

Lanoche,ese oscuro manto que arropa la tierra cuando el sol se va a jugar con si hija penumbra,se cernía sobre Iwagakure y con ella los ruidos de la noche sus habitantes y también sus gamberros.

El clima en Iwagakure suele ser fresco pero por las noches el frío se acentúa,es lo malo de vivir cerca de las montañas,pero eso no parecía importarle mucho a los habitantes de la aldea,sería ya la costumbre de vivir allí o el hecho de que las casas estaban bien aisladas para que se almacenase bien el calor en los interiores de las viviendas,pero lo importante de la noche no era eso,sino un acto de vandalismo producido por las noches en la villa

Últimamente un chiquillo se dedicaba a tirar piedras para romper ventanas y estructuras frágiles de las casas de la aldea,lo que producía enfados en las mentes de los afectados y miedo en los que podían serlo y eso no podía permitirse en Iwagakure

Por lo visto el maleante solo actuaba de noche,así sería mas difícil verle y mucho menos identificarle pero la villa ya se había puesto manos a la obra mandando un ninja a solucionar el problema dando caza al causante de tantas molestias

Ya eran altas las horas de la noche que tornaban por Iwagakure,en ese momento el pillastres lanzó su primera piedra hacia el edificio del mismísimo Tsuchikage rompiendo la ventana del despacho,eso no le gustaría nada al líder de Iwagakure pero eso poco le importaba al perturbador,este no se detuvo con un solo cristal,siguió lanzando piedras a las ventanas de ese importante edificio para romperlas todas

En cuanto oyó el primer cristal rompiéndose, Kaname salió disparado en dirección al lugar del que provenía el ruido."¿Tan cerca del edificio del tsuchikage? Pues anda que como se despierte le espera una buena al crío..."Pensó mientras saltaba de tejado en tejado a la mayor velocidad que podía pues, al fin y al cabo, cuantos manos cristales se rompieran, mejor.

Se detuvo en el borde del tejado de un edificio que se encontraba justo enfrente del edificio del tsuchikage. Nada mas ver los cristales rotos, Kaname se enfureció bastante pues, a pesar de no haber tenido el honor de haber conocido al tsuchikage, había oído hablar de él: el gran kenko jiongu, el portador del caballo delfín de cinco colas, también llamado gobi(peloteo, peloteo everywhere). Para él, era un ejemplo a seguir.

Fue por ese motivo por el que habló con un tono tan encolerizado que ni él mismo reconocía:
- Maldito desgraciado... ¿¡Cómo osas romper las ventanas del edificio del venerado maestro tsuchikage!?-

Cerró sus puños con tanta fuerza que se clavó las uñas en la palma de su mano. No iba a permitir, bajo ninguna circunstancia, que aquel chaval la volviera a liar parde. Pero no le importaba el dolor que sentía en ese momento: tenía un asunto importante entre manos.