no hay nada que la cirugía no pueda mejorar

Un día bastante extraño se cernía sobre Iwagakure,estaba nublado y hacía frío por el viento que soplaba,que aunque leve venía de las montañas por lo que era especialmente frío y como encima las nubes tapaban los rayos del sol,no había mucho calor aportado por la luz solar,realmente era un día extraño en Iwagakure que por lo general solía hacer bastante buen tiempo,fresco,pero a fin de cuentas bueno.

Hoy era un día muy especial para Kenko Jiongu,el reciente nombrado Sandaime Tsuchikage para liderar Iwagakure y que no se sumiese entre las tinieblas como ya pasó en una antigua época que él mismo dio final acabando con la vida de Hamg,antecesor en el puesto de Tsuchikage que ahora mismo ocupaba el joven Jiongu,.Hoy caminaba hacia el hospital desde el edificio del Tsuchikage para que le implantaran los genes de su antigua víctima,Hamg,y así poder utilizar las antiguas y poderosas técnicas del prestigioso clan Horoki,exclusivo de la aldea de Iwagakure por miles de años atrás,para esto necesitaría el cadáver de el antiguo Tsuchikage,el cual llevaba en el ataúd,pero eso no era lo único que se implantaría,en la mano derecha llevaba una especie de frasco con un liquido y algo flotando en medio de este,era un ojo,y no un ojo cualquiera sino un Sharingan,ojo que solo los ninjas del clan Uchiha poseían,este en especial pertenecía a Lasan,antiguo ninja compañero de Kenko pero que le cedió uno de sus ojos en muestra de agradecimiento por protegerle y cobijarlo en su villa por tanto tiempo,la verdad es que era un gran regalo por parte de Alsan antes de morir y eso era algo que Kenko jamas olvidaría.

El camino hacia el hospital era bastante largo y el cadaver de Hamg pesaba lo suyo por lo que tardo una hora y media en llegar al hospital donde se encontraría con un renegado de fuinkiri para implantarle los genes,el ojo y mejorar el sello de contención que mantenía dentro de Kenko al demonio de cinco colas,el Gobi,un ser bastante revoltoso que hacia que el humor de Kenko diesen cambios bastante bruscos pero eso le permitía vivir así que no tenía problema con su nueva obtención de poder.Ya cuando quedaban unos pocos metros para poder verse la entrada al hospital oficial de Iwagakure,Kenko llevó su mano derecha a la parte derecha de su frente,donde se encontraba el Kanji de lazos que Asuke le puso allí como muestra de amor y eterna amistad,esto le hacía pensar en Asuke con una sonrisa en la cara pues hacía todo esto por él y por su villa,para que ambos se sintiesen orgullosos de Kenko por ser tan poderoso y no decepcionarlos,eso era razón suficiente como para afrontar sus miedos y seguir adelante.

Ya quedaba poco,la puerta del hospital ya se veía y su rostro de felicidad rápidamente cambio a miedo.La operación tenía muchos riesgos,incluso podía perderse la vida en la camilla del quirófano si salía mal,pero Kenko debía hacerlo,sino nunca avanzaría por su villa o por su amigo,y como bien sabía él,el que algo quiere algo le cuesta así que continuó hasta llegar en frente de la puerta del hospital.

Se mantuvo unos minutos frente a esta con los ojos cerrados para tranquilizarse,de repente del miedo por la operación pasó al enfado por tener que someterse a esta operación solo por el hecho de ser mas fuerte,comenzó a pensar que ya era muy poderoso y así que ¿para que mas?,entonces su estado emocional cambió de nuevo a tranquilidad,auto relajándose con el pretexto de que era necesario y no necesariamente tenía que ir mal,tras este último cambio de humor dio un paso abriéndose las puertas automáticas del hospital y entrando dentro de este con una gran decisión y una confianza plena en que saliese bien con sus nuevas capacidades para defender su amistad y su villa.

Tras entrar Kenko observó un gran recividor de color blanco con pacientes o gente que quería consulta solo por estar seguros de que estaban sanos o por su chequeo anual.Por lo general a Kenko no le gustaban los hospitales y mucho menos sabiendo que su vida peligraba por lo que esta situación le hacía sentirse incomodo,caminó despacio hacia la recepción,pensaba que así tardarían mas en atenderle y no iría a la camilla tan pronto,solo fueron unos cuantos pasos con bastante desgana pero tras ellos llegó a la recepción donde la recepcionista se quedó mirándole por aquel accesorio que llevaba a la espalda,al llegar se quitó el ataúdde la espalda con Hamg dentro y con una sonrisa preguntó a la recepcionista-

-Perdones,¿sabe donde esta la sala de trasplantes?--Preguntó educadamente

Al preguntar la mujer que el atendía salió de su asombro y algo extrañada le respondió con la misma educación pero con un tembleque en la voz,quizá fuese miedo por la rareza de Kenko

-Es...esta el la tercera planta a la izquierda-Señaló unas escaleras que le llevaban a su destino.Las escaleras parecían largas,mejor dicho,interminables pero tendría que subirlas le gustase la idea o no y ademas con el cuerpo de Hamg a rastras ,otra cosa que no favorecía en nada al día de Kenko,pero que remedio

-Muchas gracias por sus indicaciones señora-Tras decir esto,Kenko cogió su ataúd,lo cargo con mas desgana aún en su espalda y comenzó a andar a las escaleras.

Kenko subía las escaleras arrastrando los pies sin ninguna gana de llegar arriba,cansado de cargar con el peso muerto del cuerpo inanimado de el antiguo Tsuchikage Hamg que al parecer había sido un hombre muy importante.Antes de ir al hospital de Iwagakure Kenko buscó información en los archivos de Iwagakure sobre Hamg,por lo visto antes de ser el Tsuchikage de Iwa fue de la guardia el primer Tsuchikage,Suitachi Kirugani,ahora mismo un famoso criminal con una recompensa de ciento veinticinco millones de ryos por su cabeza¿Tan atroces eran sus delitos?eso también envolvió de dudas la mente del actual líder de la villa oculta de la roca por lo que buscó información de este criminal.Por lo visto Kirugani era un criminal por muchos delitos:renegó de Kiri siendo Mizukage para ir iwagakure y ser Tsuchikage pero renegó de la misma forma de Iwa para escapar a un paradero desconocido,atentó contra los kages,robó información de las villas de crucial importancia,asesino a varios componentes de todos los gabinetes de todas las villas,etc.Al parecer era muy buscado,y con toda la razón del mundo,tenía que ser un ninja poderosísimo,sino no darían tanto por él ya fuese vivo o muerto.

Al fin Kenko llegó hasta su destino,la tercera planta del hospital,trasplantes,dio una vuelta por la planta a la espera del miembro de Fuinkiri que le selló el Gobi dentro de su propio cuerpo,pero no encontró a nadie así pues se sentó en unas sillas del pasillo a pa espera de la llegada del shinobi que le operaría mientras miraba con mucha atención al ojo sharingan que Alsan le cedió,era tan bonito,con su color rojo y su pupila dividida den aspas,cada vez estaba mas impaciente porque se lo implantasen,mientras el ataúd con el cuerpo de Hamg estaba al lado de Kenko de pie en el suelo.

Kenko aún recordaba aquel fatídico día en el que Alsan murió cediendo sus ojos a Blank y a Kenko,aquel maldito encontronazo con los bandidos...fue devastador para el pobre Alsan,pero al menos Kn¡enko luciría su ojo izquierdo con orgullo por él

Off:pongo las tiradas de dados aquí que en el anterior post se me olvidó ponerlas jiji

El miembro 'kenko jiongu' ha efectuado la acción siguiente: Dados

#1 '1d6' : 5

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#2 '1d6' : 5

habilidad:

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Los gélidos páramos eran lo que rodeaba a Iwagakure, el lugar donde debería realizar mi próximo movimiento por el bien económico de Fuinkiri. Reciente había sellado en el interior de un joven que se convertiría en el próximo Tsuchikage el demonio de cinco colas, gobi. Ahora venía a mejorarle el sello que le puse en su momento para poder controlar mejor a la bestia de su interior. Colarme en Iwagakure sería más difícil de lo que fue en su momento en el resto de villas, aparte ya estaba cansado de tanto trote de aquí para allá. Con suerte este ya sería mi último encargo, de modo que ideé un plan de incursión en la villa. Al final la idea me vino a la mente y, con mucho sigilo fui reptando bajo tierra para que no me localizaran hasta el borde de las murallas de la aldea. Sabía que esta táctica no me serviría para pasar por las puertas ni por debajo de las murallas, de modo que salí de la tierra y, antes de que cualquier vigilante me descubriera toqué las murallas de la villa, las cuales estaban hechas de roca, fusionándome con ellas y pudiendo así cruzarlas a través. Tras eso seguí nadando por debajo de la tierra hasta encontrar el hospital de la villa, donde se suponía que sería el encuentro. Cuando me aseguré de estar en un lugar en el que no hubiera nadie salí de la tierra y subí saltando de alfeizar en alfeizar hasta llegar a la tercera planta. De ese modo me colé en la planta en cuestión y asumí la identidad del cirujano jefe, encargándome de que este no apareciera en unas horas, para así no arruinar mi sorpresa. En ese momento pude hablar con mi joven amigo sobre un dojutsu, los cuales me apasionaban, que sería conveniente implantar en el joven, junto con los genes de uno de los antiguos Tsuchikages, de un clan barrera de sangre muy poco común. Hable con el joven Tsuchikage y, bajo la apariencia del cirujano jefe, se llegó a un acuerdo. A cambio de un aumento en la paga que tocaba realizaría la operación. Por supuesto mi amigo no sabría que era yo hasta que fuera tarde, y para entonces el dinero de las operaciones y del sello ya habrían desaparecido.

Una vez dentro de la sala donde operaría al joven sedé a este todavía transformado en el cirujano jefe. Puede que notara alguna anomalía en mi comportamiento ya que había hablado con el auténtico cirujano antes, pero para cuando eso pasara ya se encontraría en un profundo sueño. Así que una vez el shinobi dormido y la sala totalmente asegurada desactivé mi transformación, esterilicé los instrumentos quirúrjicos y comencé a operar. Ajustándome los guantes, me dirigí hacia el contenedor en el que se encontraba ese regalo carmesí, abriéndolo suavemente para observar el precioso secreto que escondía en su interior. Con movimiento experto y la ayuda de un instrumento forceps especial, bastante fino y de una longitud mayor a la de los normales, saqué el ojo de su contenedor, con extremo cuidado de no dañar el nervio, que sería totalmente necesario. Tras conseguirlo sin muchos problemas, pues seguramente era el médico experto mejor preparado para este tipo de operaciones, diseccioné la parte utilizable del ojo y comencé la parte delicada.Un aparato forceps mantenía la cuenca izquierda del joven abierta, mientras combinaba, mediante mi chakra, tanto el nervio óptico, para lo que tuve que mover levemente el ojo del chico, como su iris y esclerótica. La operación había sido llevada a cabo sin la menor dificultad, siendo esta un éxito rotundo. Sabiendo que la operación había salido bien, vendé al chico y me preparé para el siguiente proceso. De ese modo saqué de uno de mis rollos una máquina especial, que me permitiría utilizar el cadáver para introducir los genes de este en el joven, De ese modo metí en la máquina el cadáver, y activé esta. La máquina comenzó a funcionar, realizando verdaderas masacres con el cuerpo del anterior Tsuchikage. Cuando el proceso estuvo a punto de finalizar conecté la máquina al pecho del joven por medio de varios tubos, los cuales transmitirían la barrera de sangre al propio torrente sanguíneo y, aplicando mi chakra en la operación, combinando la barrera de sangre con el joven. A medida que el proceso resultaba en el pecho del joven se empezó a formar la imagen de la cara del Tsuchikage al que pertenecían los genes. El proceso resultó completo y sin fallos, dejando como resultado la imagen de la cara del anterior Tsuchikage en el lado izquierdo del pecho del nuevo Tsuchikage. Dominar los jutsus de la barrera de sangre que corría ahora por sus venas le costaría más de lo normal, algo común en aquellos que se implantan genes de otros shinobis. Las operaciones habían terminado, de modo que me quité los guantes, sin embargo la cosa no terminaba aquí, era el momento de colocar el sello en su cuerpo. Una vez aparté los utensilios con los que realicé la operación y desnudé el torso del joven. Su cuerpo fibroso pero estilizado estaba adornado en la espalda con un sello con la palabra "contenedor", ese era el sello inicial que tendría que mejorar. De ese modo comencé una larga secuencia de sellos mientras decía en voz baja -Fuinjutu: Fuin Torii. Tras eso apoyé las manos sobre la espalda del jinchuriki, formándose sobre esta ocho sellos formando un círculo alrededor del sello ya existente en un idioma desconocido actualmente, este proceso duraría un poco, y durante el proceso nuestro joven sintió varias molestias en su cuerpo, lo que le hicieron agitarse un poco mientras se encontraba en la camilla. Pronto terminé el sellado y separé mis manos de la espalda del joven tsuchikage. Mi trabajo en este lugar había terminado, y era el momento de huir. Con un sello de manos, mi cuerpo se deshizo en cubos de igual tamaño que desaparecieron al instante, reapareciendo muchos kilómetros más lejos, así puse rumbo a Fuinkiri, esperando descansar después de tanto tiempo.

sello:

Parecían haber pasado muchas cosas en Iwagakure. Desde hace poco, los revuelos corrían por la villa, y me había enterado de que Kenko era ahora el nuevo Tsuchikage. Al principio mi asombro llegó a límites insospechados, y estaba segura de que debía ser otro Kenko en todo caso, pero todo parecía encajar. Aquel shinobi con el que había pelado, ido a entrenar, hecho misiones… Ahora era el nuevo kage de mi villa.
Era de esperar que aquel chico llegara lejos, pues nada más verle me había dado la impresión de que rebosaba iniciativa y una voluntad de acero, pero aún así resultaba asombroso como llegaba tan pronto a su propósito.

También conseguí averiguar que estaba en el hospital de Iwa siendo tratado para una operación, aunque no conseguí enterarme muy bien de qué se trataba todo aquello. Pero indiferentemente de que fuera mi kage o no, aquel shinobi era ante todo mi compañero, y deseaba prestarle mi apoyo en los momentos que pudieran hacerle falta. Por ello me dirigí al hospital, donde pregunté la habitación de Kenko. Tuve suerte y estaba recién operado, además debía despertarse pronto de la anestesia, por lo que me permitieron pasar para verle.

Entré sin hacer ruido a la habitación, y me situé a la derecha de la camilla donde descansaba. Sonreí al verle con aquella bata puesta, aún dormido por la anestesia en un sueño que le había mantenido ajeno a todo lo que podrían haber hecho. Saqué el mineral de piedra solar que llevaba en la chaqueta y lo coloqué en la mesilla, cerca del joven, esperando que este disipara los posibles pensamientos negros que tuviera e intentando transmitirle alegría y buen humor.

Cogí una silla y poniéndola junto a él me senté, a la vez que acariciaba su rostro y le quitaba los mechones que tapaban su frente. En un lado de estas estaba un kanji que no había visto hasta ahora, y este parecía simbolizar algo especial para él.
-Kenko - comencé susurrando dulce -no sé si podrás oírme, pero todo ha salido bien. Ahora debes descansar, para que gobiernes Iwagakure mejor que nunca. Sé que no nos decepcionarás, vela por nuestra villa, al igual que hoy yo he venido a velar tu descanso.
Y con una sonrisa, le besé en la mejilla, recostándome después en la silla, cuidando de él tal como le había prometido que haría.