A mejorar se ha dicho

Abro los ojos y observo a través de la ventana el color que comienza a adoptar el cielo. Hoy será un día diferente, aunque seguiré entrenando como muchas otras jornadas. Tengo que ir al edificio del Tsuchikage para poder mejorar más rápido. Me siento en el borde de la cama y me estiro. Falta poco para el amanecer y no quiero llegar tarde a mi entrenamiento. Observo mi imagen en el espejo. Está igual que siempre, aunque hoy estoy más descansada, por lo que la alegría se distingue mejor en mi mirada. Ver la sombra de ese sentimiento en mis ojos me ayuda a despertarme mejor y decidir que hoy intentaré hacer las cosas mejor.

Me gusta afrontar cada día con una sonrisa, por lo que le dedico el gesto a mi reflejo. Cojo el lazo negro que tengo encima de un mueble y me sujeto el pelo con él. Observo durante un momento mi cabello, que cae en cascada por mi espalda. Doy la espalda al espejo y me visto con la ropa que tengo preparada en un mueble a los pies de la cama. Son vestimentas negras, como las que visto la mayor parte de los días. Mi conjunto está formado por una camiseta negra ajustada y un pantalón corto que deja al descubierto mis piernas.

Ya en la cocina, desayuno lo de siempre: un tazón de leche caliente con una rebanada de pan. Me quedo unos minutos sentada en la silla mientras mi mirada se pasea por la casa. Aún tengo algún que otro plato que fregar, así que me levanto y me pongo a ello. No me molesto en evitar que una cancioncilla salga de mis labios al tiempo que voy limpiando lo que otros días había dejado pendiente. Recuerdo que la cantaba cuando era pequeña, con los demás niños con que vivía. Los días que hacía sol, cantábamos entre los árboles y apartábamos de nosotros los malos pensamientos.

Cuando la canción termina, miro hacia la ventana y veo que falta poco para el amanecer, así que dejo los platos que quedan por limpiar para otro momento, aunque son pocos. Salgo de la casa aun manteniendo la sonrisa en el rostro. Cruzo la aldea sin detenerme, aunque siendo consciente de algunos detalles, como del pájaro que enseña a volar a sus crías, o el ratón que lleva comida a su camada. Miro un momento a cada uno, lo suficiente como para ver en qué casa tiene el roedor su madriguera y en qué rama del árbol pían los que se echarán al cielo en unos días y sigo caminando hacia el edificio del Tsuchikage.

Una vez delante del edificio, entro y me dirijo por el pasillo hacia la sala en la que entrenaré hoy. Llego ante la puerta y la abro. A pesar de llegar justa, aún no hay nadie en el interior de la sala, por lo que entro y espero con paciencia la llegada del shinobi que combatirá conmigo para ayudarme a mejorar con más rapidez.

Información:

El día de Kenko hoy se presentaba ajetreado, ya antes de que saliese el sol para saludar a la raza humana ya trabajaba, haciendo desprecio a el dulce cantar de la luna para que las personas durmiesen, pero trabajar toda la noche no sería lo único, tendría que trabajar a destajo durante el día, empezando por un entrenamiento a primera hora de la mañana en la sala especial de Iwagakure con una shinobi de la región. Kenko no podía negarse, pues daba su vida por los ninjas que formaban su villa.

Kenko se dirigía a la sala de entrenamiento especial, solo que se dirigía con bastante lentitud por su cansancio. Mientras se dirigía repasaba mentalmente la apretada agenda que le esperaba durante todo el día, lo que le quitaba cada vez mas las ganas de seguir con su rumbo, pero era el Tsuchikage y debía cumplir con su deber, no eludir sus responsabilidades como sus predecesores habían echo tiempo atrás. Eso le dio en que pensar mientras caminaba sin ninguna prisa hacia el lugar acordado para entrenar, pensaba en Hamg, su anterior Tsuchikage, aunque no supiese mucho de él no parecía mantener la villa muy bien, a decir verdad parecía bastante desatendida hasta la llegada de Kenko al poder, por lo que Kenko supuso que sería un cambio beneficioso y muy notorio para los habitantes, aunque eso no debía juzgarlo él a la ligera, pues era opinión del pueblo y no de él.

Al fin Kenko consiguió llegar a la entrada de la sala especial, tampoco llegó tan tarde a la cita, tan solo tres minutos tarde, pero era impuntual a fin de cuentas. Antes de abrir la puerta pensó que quizá le sentase mal a la chiquilla con la que entrenaría su tardanza, por lo que decidió entrar a disculparse con total cautela.

Tras la puerta, dentro de la sala se vio como Kenko abría la puerta, con su típico ataúd de costumbre y sus ropas de Tsuchikage encima de las que solía llevar.

-Perdona la tardanza, he tenido algunos improvistos, pero empecemos-cuando dijo eso cerró la puerta, se adelantó unos metros hasta estar a unos veinticinco metros de su alumna y se preparó para el combate

Spoiler:

acciones:

Estoy de pie en la sala mirando a la pared. Es un diseño cutre, no tiene nada de especial, pero recorrer con la mirada las grietas de la pintura me entretiene mientras espero la llegada de alguien que entrene conmigo. No pasa mucho tiempo hasta que la puerta se abra, captando mi atención. Sólo un par de minutos, pero los suficientes como para que mis ojos hayan recorrido todas las grietas de la pared que tengo en frente. Me giro para mirar a la persona que entra. A modo de saludo, me pide disculpas, aunque yo no lo veo necesario, por lo que me veo obligada a responder.

- No pasa nada, apenas te has retrasado un par de minutos - acompaño las palabras con una sonrisa, intentando demostrarle que realmente no me importa.

Me fijo en que lleva un ataúd a la espalda y no puedo evitar preguntarme para qué lo lleva. Sin embargo, hago caso omiso a ese dato sabiendo que cada persona tiene sus motivos para hacer lo que hace. Veo que no es mucho mayor que yo, aunque no sé que pensar sobre ese dato... hasta que recuerdo algo. Supongo que estoy en lo cierto, pero prefiero preguntarle primero antes que pensar algo que no es cierto.

- ¿Eres Kenko Jiongu, el Tsuchikage?

Mientras formulo la pregunta, el va andando hasta situarse a veinticinco metros de mí. Supongo que no intercambiaremos muchas más palabras antes de que empiece el combate de entrenamiento, pero supongo que saber eso me intimida, por lo que prefiero estar completamente segura. Aún con la pregunta en el aire y la duda instalada en mi mente, me pongo en posición de defensa, esperando un ataque y una respuesta.

Acciones: