Cazando a la Bestia [Ichibi]

El ardiente desierto,lugar de espejismos y demás fenómenos extraños a la par que sorprendentes y extraordinarios,allí sería donde aparecería el Bijuu mas idóneo a ese paraje,el Ichibi,demonio de una cola,también llamado Shukaku del desierto.Con su colosal tamaño caminaba a un paso lento y firme por las grandes dunas del desierto,que por muy grandes que fuesen no eran comparables al imponente tamaño de la bestia de arena.

La temperatura era muy elevada,ya que el sol arremetía incesantemente con los granos de arena de la gran extensión de terreno que relucía de un color dorado ante la luz solar y eso hacía que aumentase la temperatura,ademas,por si fuera poco,era un paraje que no solía llover,por no decir que casi nunca llovía,es mas ni tan solo había nubes que pudieran tapar por unos segundos el sol y dar un descanso a los sofocados viajero que pasaran por allí,aunque los nativos del desierto y de la villa oculta del viento,ya estaban mas que acostumbrados y advertidos de los problemas del,aunque necesitado sol,también despiadado en algunas ocasiones

El aspecto del demonio no se caracterizaba tan solo por su enorme tamaño,también por su forma de mapache,sus numerosos tatuajes de un color azul marino por todo su cuerpo,incluso se podía decir que eran de un color morado y como no su color de piel arenoso,pues estaba compuesto de la arena de ese mismo desierto solidificada,pero había algo que también resaltaba,algo que realmente llamaba la atención,sus ojos.Sus ojos emanaban ira,emanaban fiereza,ansias de destrucción,probablemente como todos los demonios pero llamaba mucho la atención.Claramente la aparición del Bijuu era un peligro para la villa de Sunagakure y para todo el país del viento,los aldeanos ya avisados comenzaban la evacuación mientras todos los ninjas posibles atrincheraban la villa y así pudieran defender la ante tamaña amenaza,y a ser posible conservando su entereza,o al menos lo máximo posible.

Cuenta la leyenda que Shukaku nació de la gran acumulación de chakra que fluye en la tierra unida a la arena del desierto hace mucho tiempo y que por eso su cuerpo esta formado de arena,quizá eso también explique que tenga la misma fiereza que una gran tormenta de arena,aunque todo eso tan solo son leyendas claro.

El shukaku solo era uno de los nueve demonios que asolaban la tierra en la antigüedad,el poseedor de una sola cola,también el menos dotado de poder,o al menos cuantitativa mente,pues en su medio puede llegar a causar grandes estragos a cualquier demonio con mas colas que él,poderoso o no era un demonio,algo utilizable como arma que en buenas manos no tiene porqué ser peligroso para su villa,aunque mal controlado puede resultar el fin tanto del poseedor o recipiente,como de la villa que ocupa

Aquel era un día muy caluroso, más de lo normal. Kadzuki descansaba tranquilamente, en un barco cerca de las puertas de Sunagakagure, donde tan solo estaba de visita. ¿Porque la visitó? Porque tras la guerra, su villa estaba medio en ruinas, y las cosas interesantes solo pasaban en Suna. Sin embargo, aquél no estaba siendo un gran día. Decidió ponerse en marcha de nuevo para volver a su villa, aunque aquél sería un camino largo y difícil.

Cruzó las puertas, saludando a los guardias anbu que las custodiaban con amabilidad. Se conocían ya del número de veces que había entrado y salido de la villa, sabían que era de confianza. Mientras caminaba, el sol le daba de pleno en la frente, hacía muchísimo calor, casi insoportable. Apretó el paso, en un día más o menos llegaría si iba rápido. Comenzó a soplar un viento refrescante, pero breve, y a lo lejos pudo ver como una especie de montaña grande se movía lentamente de un lado a otro del desierto. ¿Que podría ser?, pensó. Decidió acercarse más.

Llegó a sus espaldas, con cuidado de que no le viera. La arena amortiguaba sus pasos, por lo que no hacía ruido al caminar. Podía ver la gigantesca silueta de un mapache, recortando el cielo. Medía 25 metros de altura, y no más de 15 de ancho. Gigantesco, inmenso. Una auténtica mole. Su piel color arena estaba adornada por tatuajes azules. Estaba claro, era el Shukaku del que hablaban las leyendas. El Ichibi, el demonio de una cola. Único en el mundo, y él tenía la oportunidad de cazarlo, algo que solo un loco intentaría, y más siendo Genin.

Suspiró y se preparó para el combate que tendría lugar entre ellos dos. Se encontraban a 30 metros el uno del otro, una enorme distancia, pero gracias a su tamaño, sería francamente difícil fallar un golpe contra él. Desenfundó sus queridas espadas gemelas, fabricadas por su padre, empuñando una a cada mano.

-Padre... Madre... Dadme fuerzas para luchar contra este monstruo... -susurró.

Tras esto, junto ambas empuñaduras y activó uno de los jutsus de su clan, el control del rayo. No sabía bien que hacer para derrotarlo, pero tenía que intentarlo.

Información:

Acciones y Jutsus:

Aquel demonio de una cola, acostumbrado a los ruidos del desierto pudo oír unas leves pisadas tras de él en la arena,por ello se dio la vuelta lo mas rápido que pudo y miró a su, en comparación con él, insignificante enemigo en el suelo desenfundando sus armas y preparándose para el combate que claramente soplaba a favor del demonio, sediento de sangre y ganas de llevarse carne fresca a la boca. El combate debía terminar cuanto antes y sobretodo cuando hay comida de por medio, por lo que el Bijü llenó sus fauces rápidamente de su propio chakra y después liberó a una gran velocidad para que esta estallase contra su enemigo. La distancia entre ellos dos no superaría los veinte metros por lo que le alcanzaría de lleno si o si, así el bijü hoy tendría comida, bueno si quedaba algo entre las cenizas de la enorme explosión que iba a producirse en ese lugar a causa de esa destructiva bola de chakra comprimido.

Por lo visto la personalidad del demonio era astuta y destructiva cuanto menos, con una gran ansia de poder y sed de sangre, quizá como todos los bijü existentes en la tierra, ademas en el desierto era prácticamente imposible ganar a Shukaku, era su terreno su medio ambiente, su hogar y su ser. Tras lanzar la bola en el rostro del demonio de una única cola, lo cual no lo hacía mas débil que los demás, se apreciaba una sonrisa por ver como iba a quedar el resultado final del combate y de aquella magnífica explosión apocalíptica para aquel ninja que no parecía ser muy poderoso a plena vista

acciones:

gastos y daños:

A los del temible demonio de arena, Kadzuki podía ver como se giraba para verlo. Obviamente, era un ser acostumbrado al desierto, podía notar incluso el más mínimo ruido en él, por mucho cuidado que tuviera al andar. En los ojos del Shukaku se podía notar el brillo de maldad, malicia y astucia que le crearon su nombre. Entonces el joven Hatake comprendió que nada podía hacer contra semejante ser al nivel al que estaba en ese momento. El gigantesco biju de una cola abrió la boca, ampliamente, y entre sus dientes comenzó a crearse una enorme bola de chakra, que sin duda era capaz de destruir todo el campo de batalla si no se iba con cuidado.

El terror invadió el cuerpo de Kadzuki. ¿Como se le pudo haber ocurrido acudir en su encuentro él solo? Aquello iba a significar su muerte, prematura, sin poder haber servido a su villa. Sabiéndose derrotado, ante la fatalidad del ataque, guardó ambas espadas y cerró los ojos, esperando su pronta muerte. Hiciera lo que hiciera, todo llegaría tarde, no tenía salvación... O al menos, eso pensaba, hasta que oyó como se producían una serie de explosiones. ¿Qué sería eso? Volvió a abrir los ojos en el mismo instante en que la Biju Dama del Ichibi era destruida, anulando su ataque. A los pocos segundos, una serie de olas de arena inundaron todo el escenario, tragándose a Kadzuki, pero dejándolo insconciente, no matándolo. ¿Había sido salvado? ¿O aprovecharían para matarlo?

Cazaaadaaa!!!