Entrenamiento intensvio CCK

por Kuroda Taiki Dom Jun 10, 2012 10:38 am

Día de entrenamiento 1

Se levanta como cada día, adormilado y pensativo a cerca de qué va a hacer durante el día que le aguarda. Decide entrenar en control de chakra un poco más para conseguir más cantidad, la que tiene ahora es pésima y se agota en poco tiempo. Saliendo por la puerta de su casa, empezó a dudar sobre en qué lugar debería entrenar ese control de chakra, ha de ser un lugar en el nadie pueda molestarle y él no pueda molestar a los demás. Todavía la permanece el recuerdo de aquella hermosa isla donde consiguió su Same Yousu: Kiruhifu, ese jutsu tan preciado: "Es perfecto ese lugar, iré allí ipsofacto" expresó en voz baja mientras recogía sus cosas y preparaba víveres para estar allí todo el día.

Llegó usando nuevamente el bote con remos de la última vez, no obstante planeaba entrenar el chakra pero no sabía muy bien cómo. Decidió gasta todo el chakra que tenía en hacer todos los Bunshin que puediera, salieron un total de 40 y decidió pelearse con ellos para aumentar su destreza en combate e intentar aumentar sus reservas de chakra. Tardó un buen rato en aplacar a aquellos Bunshin y algunos se escondías los muy... Vio como la luna empezaba a hacer acto de presencia en el cielo, no volvió a casa, prefirió pasar allí la noche. Por si acaso aparecía algún depredador, subió a un árbol y durmió sentado en una de sus ramas atado con una cuerda para no caerse.

Día de entrenamiento 2

Por poco cae de la rama, por poco. El Sol le cegó y le despertó, en ese orden. Ya vestido, obviamente, decidió comerse un panecillo de los que llevaba en la mochila a modo de desayuno y se dispuso a seguir entrenando. "No creo que me convenga repetir el mismo entrenamiento de ayer, tengo que adaptarme a todo tipo de sucesos, mejor lo cambio y hago otro distinto" dijo en voz baja mientras caminaba por el árbol para bajar a tierra firme.

Cambió el entrenamiento y en vez de peleas contra bushins decidió mejorar alguno de sus jutsus elementales, comenzó con el Mizukiba para ver como se controlaba, pues no lo había usado desde hace mucho. Sello a una mano y agitar la manao para que salga el tiburón de agua, lo hizo un poco lento y el tiburón no avanzaba demasiado, mejorar eso era el objetivo de hoy. Durante varias horas estuvo derrochando chakra mejorando la técnica a base de repetición, llegó un punto de inflexión en que la ejecutaba con rapidez y fuerza, como debía ser en un principio.

Notaba como el chakra de hoy le duraba más que el de ayer y eso era bueno, muy bueno. Necesitaba comer algo, saco un bollo y unas onzas de chocolate medio derretido y repuso fuerzas. Ahora tocaba ver cuanto era capaz de durar con el Kiruhifu activado. Duró todo el tiempo que pudo hasta que el chakra se le agotó por completo y puso perfilar sus aptitudes como tallador de madera, a base de raspar con escamas hizo unas figuritas interesantes. Pero era raro porque notaba como si no hubiera el chakra no de hubiera acabado del todo, como si hubiera más cantidad que los días anteriores, pero no se sabe bien porque sólo era un sentimiento.

Volvió a atarse a la misma rama del árbol y se echó a dormir, ir a su casa y volver al día siguiente le parecía una completa y absurda pérdida de tiempo y energía, por no hablar de la pereza que le daba con sólo pensarlo. Antes de dormirse supuso que un día o dos más de entrenamiento sería recompensado.

Día de entrenamiento 3

Esta vez la niebla era densa, incluso en aquella isla donde apenas salía, entonces hoy pretendía ser un día más relajado, pero no, hay que darlo todo en todo momento, siendo sensatos claro. Hoy no estuvo a punto de caerse, bajó del árbol con un tranquilo paseo. Meditó durante un tiempo qué hacer, cómo aprovechar la niebla a su favor. Supuso que los depredadores de la isla irían a por él tarde o temprano, pero mejor era llamarles asi que cogió su kunai se hizo un corte en el dedo y empezó a esparcir la sangre para que lo pudieran oler e ir a por él. Durante unos minutos se oían pasos y las fuertes respiraciones de los depredadores hambrientos, tocaba verles venir y usar el Mizu Kawarimi y ver cuantas veces era capaz de hacerlo hasta que se gastara su chakra.

Por sorpresa le pilló el primer zarpazo, pero no se achantó, se levantó del suelo y puso ojos y oído avizor a todo lo que estuviera por allí merodeando. Sentía la respiración de lo que parecían varias panteras, o tigres o lo que fuera, se lanzaro todos hacia mí, pude verles y empecé a usar Mizu Kawarimi una y otra vez, deje un gran charco de agua y puesto a que no se iban, empezó a lanzar Mizukibas para herirlos y que huyeran. Uno tras otro, con esa velocidad adquirida, lanzó hasta 7 sin problemas.

Se dio cuenta un poco tarde, pero lo que empezaba como entrenamiento del Mizu Kawarimi, acabó usando dos jutsus distintos cuando pensaba que el chakra sólo le iba a dar capacidad para realizar uno varias veces pero no fue así, se percató de como lar reservas de chakra aumentaban en su cuerpo y de como era capaz de controlarlo mejor, todo a base de repetición de actos, tan sólo hay que coger costumbre para realizar algo bien y poder mejorarlo. Siguió entrenando lo que quedaba de día pero no supo con certeza hasta que hora, la densa niebla cubría el Sol y no se veía en que posición estaba. Sólo supo cuando parar pues la claridad iba disminuyendo, es decir, se iba haciendo de noche.

Esta vez si que decidió volver a casa. Bajo la tenue luz de la luna, cogió nuevamente la barca y partió rumbo al puerto de Kirigakure para luego ir a patita hasta su casa. Llegó a su casa y no había nadie tan sólo una nota en la puerta: "La llave está debajo del felpudo. La próxima vez avísanos.". Kuroda esbozó una leve sonrisa en su cara, levantó el felpudo, cogió la llave y abrió la puerta. Estaba en casa y la cosa cambiaba, el ninja llegaba y su cama le esperaba, jah! -.-u

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