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Entrenamiento
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Entrenamiento
Estoy en la cama sin poder dormir, últimamente, bueno, más bien duramente quince años, he estado sin entrenar nada. Todavía recuerdo el chunin y la semana con el chico ese. Se podría decir que el chunin me cambió la vida, pero quien más me la cambió fue Suiryumaru, claro que siempre para bien. Miro al lado de mi cama al chico de pelo gris y ojos morados que duerme como un angelito, aunque por el día es un demonio, pero se lo perdono porque aún solo tiene catorce años. Sí, me ha dado la vida y una familia, aunque me falte él y probablemente haya muerto. A pesar de que para poder cuidarle tal y como se merece he tenido que alejarme de la vida ninja. Todavía recuerdo cada momento a su lado, pero lo que más recuerdo son los nueve meses que le tuve dentro de mí.
Cada vez me sentía peor y no podía dormir, luego empezaron los mareos y lo último que me imaginaba era que iba a ser madre. Cuando descubrí lo que realmente era lo primero que pensé fue ir en busca de su padre, y eso hice. Cogí pocas cosas, lo realmente necesario para vivir y mucho dinero. Comencé por las villas más cercanas y aliadas, cuando acabara si no lo había encontrado volvería y rezaría para que algún día volviésemos a vernos, ya que no podía visitar villas enemigas y mucho menos en busca de un enemigo cuando la guerra se veía que iba a estallar.
Cinco meses después aún no lo había encontrado y sin esperanzas volví a Suna a tener a mi hijo. Tres meses después nacía Sadoru, que recibía ese nombre en honor al padre adoptivo de mi amante. seguro que él lo habría querido, aunque me había tentado las ganas de llamarle Kyoshi, que era el nombre de la persona que más me había ayudado en este mundo. con kyoshi habia vivido casi toda mi vida en el pueblo donde vivía mi familia, habia sido un hermano para mi. Cuando miraba al muchacho de pelo gris blanquecino y ojos morados recordaba a aquel chico que había llegado hasta lo mas hondo de mi corazón y me venían momentos a mi cabeza de cuando salíamos a cazar juntos. esa fuerza de voluntad y las ganas con las que agarraba la vida me recordaban a él, pero los ojos, esa mirada, esa sonrisa y esa manera de hablar me recordaba a Suiryumaru.Sí, sin duda tenia lo mejor de cada uno de los dos y por ello debía llevar ese nombre, porque seguramente haría algo imprtante en el futuro.
Debo decir que me había resultado tentadora la idea de que Sadoru naciera en la casa en la que comenzó todo, pero hubiese resultado peligroso y era lo último que quería, poner en peligro a mi hijo. Reconozco que lo primero que pensé al descubrir que estaba embarazada lo primero que sentí es que me envolvía el miedo y me dominaba, pero poco a poco las horas que pasaba a solas con él (que eran muchas) me ayudaron a cogerle cariño. Aunque si lo pienso ahora me gustaría decir que el amor me embargó nada más tocarme el vientre y saber que algo crecía dentro de mi, pero lo primero que pensé fue: ¿Estoy preparada para que algo tan grande salga de mi? Y no solo grande en sentido literal, sino también sentido figurado. Un hijo era lo más grande que podía haber para una madre y un padre. Empecé a hablarle de todas mis aventuras, de los días que pasaba de caza y le hablé de toda mi familia, me pasaba horas y horas acariciándome mientras le contaba hasta las historias más absurdas. Al principio me sentía un poco extraña hablandole a la nada, pero conforme fueron pasando los meses sus respuestas se hacían más constantes. Seguramente a todas las madres les pasa, a cuaquier patada le atribuía un significado, a veces era que quería más, que le gustaba lo que le contaba o que estaba de acuerdo conmigo o en cualquier cosa. Fuera cual fuera el significado siempre era bueno, razón por la cual sé que eran invenciones mías. A veces me planteaba si hablarle de su padre, contarle como era a mis ojos, lo increiblemente guapo que me parecía y lo muy paerdidamente enamorada que estaba de él, no solo por lo que veían mis ojos cuando lo miraban por fuera, sino lo que descubría cuando escarbaba por dentro. Sin embargo, fueran cuales fuesen los motivos nunca le hablé de él, quizás porque seguramente cuando naciera me lo preguntara y ya me parecía terriblemente triste hablarle de él una vez, mucho peor si tenía que repetirlo, y porque cuando le hablara de él quería que tuviese los cinco sentidos puestos en lo que decía, una persona de suma importancia no merecía menos. Cuando fuese lo sugicientemente mayor le legaría el chaleco (aunque me costara horrores desprenderme de él) para que lo llevara con orgullo.
Sadoru se mueve sobre si mismo en la cama haciendo más ruido de lo normal, me giro para verle y me vuelven a inundar los recuerdos. Hemos tenido que cambiar de cama tres veces, al parecer puede ser muy persuasivo cuando algo no le gusta. La primera vez tenía solamente cinco años, no estaba de acuerdo en seguir con una cama para "bebes" como el decía, las barras para que no se callera al parecer le hacían parecer demasiado pequeño y, como todo niño, quería ser mayor. Se enfadó tanto que parecía que iba a romper la cama y.. efectivamente lo hizo recubriendola de metal. La siguiente vez se la pasé pero sospecho que la última vez que lo hizo, hace un año, ya estaba totalmente al corriente de lo que sucedía aunque no pudiese explicar cómo. Los genes del chackra de metal no los ha podido sacar de mi, en mi familia nunca ha habido nadie con esa clase de chackra y no he conocido a nadie así, por lo que deduzco que su increible padre ha hecho algo de mella en él, si estuviera aquí le propinaría un buen golpe (siempre cariñoso). Yo sola no creo que pueda enseñarle a manejarlo así que como no se lo enseñen en la escuela más le vale esforzarse en aprender solito, porque la próxima vez dormirá sobre metal.
---------------------------------------------------------
Me levanto sobresaltada en posición de defensa, alguien me ha tirado algún objeto y siento unos ojos mirandome fijamente en la nuca, me doy la vuelta rápido y le veo ahí, tranquilamente sentado en una silla con una piedra de amaño mediano en la mano y en el suelo otra mucho más pequeña. Bueno, por lo menos ha tenido piedad esta vez, esto de pensar por las noches y dormir por el día no me está sentando nada bien. No solo me siento máz cansada sino que el cariño que tiene mi hijo al despertarme es totalmente... ¿Como decirlo? Poco adecuado es una definición posible, claro que cualquiera podría saber que levantar a tu madre con una piedra y una inquieta mirada que hace que los pelillos de la nuca se te erizen no es la manera más adecuada. Sin embargo, hablamos del sentido común de mi hijo que por alusiones lo empaqueto en la caja de "herencia de tu padre". Pongo los ojos en blanco y me siento tranquila, en cuanto cree que pasa el peligro salto sobre la cama hacia él. que sale gritando. Puedo imaginarmelo como si lo estuviera viendo, en la cocina detrás de la puerta con la mirada fija en la ventana, no es la primera vez que lo hace.
Me dirijo hacia la cómoda y miro el despertador, son las siete y media de la mañana, nunca se había despertado tan pronto y además estaba ya vestido y preparado para salir. No se lo reprocho, son los nervios de salir hacia el desierto a entrenar, aunque solo sea para verme. Sus ganas de salir son contagiosas y acabo duchandome y vistiéndome todo lo rápido que puedo para salir con mi hijo que está impaciente esperando en la puerta. Le miro, va por delante de mi y casi no me da tiempo ni a cerrar la puerta de casa, está tan inquieto que le falta poco para ponerse a saltar, y parece que me lee los pensamientos, porque se da la vuelta y me pone ojitos de cordero haciendome pucheritos, a lo que yo le contesto con una carcajada y le indico con la mano que se vaya. Me fijo en como corre hacia el desierto y, como seguramente se entretenda, me doy el lujo de ir un poco más despacio. Al fin y al cabo no serán mucho más de las ocho, hora en la que debería de seguir durmiendo.
Es poco hablador conmigo, claro que tampoco le hace falta, solo con la mirada sé qué es lo que le pasa por la cabeza y como se siente en ese momento. Se podría decir que le conozco como si fuera mi propio hijo... Creo que etrenaré dos técnicas de fuuton, una que se llama Semmoufu y otra Kaze Hageshi no Jutsu. Con la primera lo que hago es conseguir que de mis manos surja un remolino de viento que se lance contra el enemigo en linea recta y le golpea, este es ofensivo, a contrario que el segundo que es suplementario y con él levanto una densa capa de arena que ciega al enemigo a más de cinco metros a la redonda, dura un periodo de tiempo más o menos largo y me sirve para hacer ataques por sorpresa o simplemente para esconderme sin ser vista. La verdad es que pensaba hacer los dos en tres días, pero viendo lo pronto que me levanta mi hijo seguramente me de tiempo en dos, aunque tengo que ponerme al día, quince años sin entrenar son muchos años.
El pequeño está sentado en el suelo del desierto, jugando con la arena, está dibujando algo en el suelo y en cuanto me acerco lo borra corriendo... ¿Que será?, pero como siempre y en los momentos de más curiosidad saca a relucir esa faceta suya de chico misterioso que tanto me recuerda a su padre y se hace el sueco. Pongo los ojos en blanco y me doy la vuelta para comenzar con el entrenamiento: "Ponte lejos, o por lo menos detrás mía, no quiero darte por error y hacerte daño cielo", corre a sentarse en una piedra a unos cinco metros a mi izquierda y me centro en el chackra que se concentra en mis manos, voy a empezar por el Semmoufu, me parece más facil ya que es una zona más pequeña. Cierro los ojos y siento las manos, el chackra que aparece por ellas... y estoy preparada para lanzar el ataque, abro los ojos para ver el ataque y de ellas sale una corriente de viento tan pequeña que casi ni se nota, me siento fristrada y de repente empiezo a oír algo a lo lejos. Estaba tan concentrada que había olvidado todo lo demás así que miro hacia el foco del sonido y veo a mi hijo tirado del suelo sin poder sostenerse en pie... de la risa. Intento parecer enfadada, pero su risa es tán contagiosa que acabo riendome con él, y así pasamos la mañana, yo entrenando y el divertido mirandome y de vez en cuando riéndose. A la hora de la comida ya lo controlo casí, por lo que calculo que a la mañana siguiente lo habré dominado.
De camino a casa no para de hablarme y dar saltos de emoción, inventándose técnicas e hipotéticos casos en las que podría utilizarlas. La verdad que imaginación no le falta al chico, podría llegar a ser un gran artista y se alejara del camino ninja (aunque dudo que lo haga). La comida es rápida, le hago pasta y se la come hasta que se queda lleno y completamente dormido en el sofá de casa, aunque la tranquilidad no dura más de una hora, pues puntual como un reloj a las cuatro está despierto para seguir con el entrenamiento. A pesar de mis replicas para empezar a las seis o siete de la tarde, a las cinco estamos ya en el desierto, el sentado mirándome y yo intentando controlar la segunda técnica, a lo que le debería sumar sus risas. La tarde pasó mucho más rápida de lo que me hubiera gustado, a pesar de que este jutsu acaba siendo bastante más fácil que el anterior. Por lo tanto, ya es de noche cuando llegamos a casa y bastante tarde cuando le mando a la cama. Pero parece que la noche va a alargarse un poco más, porque antes de dormirme me hace la pregunta que siempre habría temido: "¿Por qué no me cuentas algo de papá?", Con el corazón en un puño logro contestarle: "¿Qué es lo que quieres que te cuente?".
- Todo - me dice saltando de la cama y acostándose conmigo en la mía
- Todo es demasiado y es muy tarde, elige una pregunta y te la contestaré, y otro día te contesto otra
- Quiero saber como os conocisteis
- Bien... Era una tarde lluviosa... No, no era lluviosa, llovía en el lugar que le conocí, pero en Suna hacía bastante calor, como siempre... Además creo que coincidía con una tormenta de arena, por lo que el aire era mcuho más seco. No estoy segura, llevaba días sin entrenar así que me había propuesto hacer algo intensivo, pero no quería hacerlo en el desierto, ni tampoco en el Dojo, no recuerdo por qué
- Yo si lo sé - me dijo sonriendo
- Ah, ¿Sí?¿Por qué?
- Pues porque si hubieras entrenado allí no le habrías conocido, y no habría nacido, así que tu vida no sería tan divertida, creo, y además te echaría mucho de menos - Su sinceridad me arranca una sonrisa y se abraza a mi
- Sí, puede ser, bueno, el caso es que anduve y anduve muchos kilómetros, y a lo lejos le ví apoyado en una piedra, si no recuerdo mal, pensando en sus cosas, así que cuando me acerqué se sobresaltó un poco. Pero cuando le miré a los ojos ya sabía yo que acabaría queriendole tanto como para dar mi vida por él. Se dio cuenta de que tenía frío y me prestó su chaleco, pero como llovía mucho decidimos buscar un refugio, y encontramos una casa. Estuvimos al menos una semana allí jutnos, conociéndonos. Algún día te diré como es, hoy no. Tuve que irme porque tenía que hacer el examen chunin, sino me hubiera quedado meses sin dudarlo, y quizás hubiera podido decirle que estaba embazarada, o te habría visto y le podrías haber conocido. Se llamaba Suiryumaru Hozuki, pero no se lo digas a nadie, porque tengo la sensación que era de alguna villa enemiga. Cuando estaba embarazada de ti, antes de que empezara al guerra, le busqué por todas las villas aliadas y no le encontré. Después de la guerra eras muy pequeño y no podía ir my lejos contigo y tampoco dejarte solo... Bueno, el caso es que después de irme me dijo que estaría en el examen con una máscara, pero le busqué y no le vi. Dios sabe si le busqué... Y colorín colorado esta historia se ha acabado. Venga vamos a dormir que mañana hay que madrugar y, aunque parece que a ti no se te note, a mi la falta de horas de sueño si. - Le llevo a la cama y le arropo, me da un beso y me dice que me quiere - yo también te quiero cariño.
Me acuesto en mi cama y me duermo al instante, esta noche duermo sin despertarme, sin pesadillas y sin recuerdos. Algún día llevaré a Sadoru a la casa donde estuvimos viviendo una semana para que la vea, aunque no sé si es una excusa para poder recordar yo mejor o es que realmente quiero que él la vea.
---------------------------------------------------------
Esta vez la mañana se abre bastante nublada, así que esperamos más tiempo para salir y a las nueve y media el cielo ya se ha despejado, por lo que salimos juntos de camino al desierto y, e vez de salir corriendo, se queda a mi lado haciéndome preguntas sobre su padre, como de qué color tiene los ojos y como es fisicamente. Las respuestas parece que le agradan, por lo que deduzco que el hecho de tener un padre altro y fuerte le gusta, además de tener los dos los ojos del mismo color.
Llegamos al mismo sitio en el que estuvimos, el sentado y yo entrenando, la última vez. Ahora en vez de reirse lo que hacía era abrir los ojos como platos, le gustaba lo que estaba consiguiendo. Como antes de comer aun no es la hora de comer y ya he terminado de dominar las dos tecnicas creo que es el momento de darle una pequña lección a Sadoru, que tanto le gusta reirse. Separo las manos y le miro de reojo, que parece que está interesado en lo que quiero hacer, levanto una nube de arena que le tapa completamente del campo de visió y me subo encima del abanico para volar. Desde dentro de la nube se oye: "¿Mama? ¿Dónde estás?", pero no le veo salir, así que supongo que ha decidido ser un poco sensato y quedarse quieto. Hecho a volar hacia arriba y poco a poco me acerco a él desde su cabeza, como no mira para arriba no nota que estoy tan cerca suya, así que cuando menos se lo espera me acerco todo lo que puedo hacer y... "Buuuu!". La cara que se le pone es tan cómica que me caigo del abanico de tanto reirme y, cuando se le pasa el susto, se acaba riendo el también. Nos vamos a comer y esta vez le dejo dormir un poco más, ya que lleva dos días levantando extremadamente pronto.
Como por la tarde no tenemos nada más que hacer y necesito evitar a toda costa todas sus preguntas le llevo de nuevo al desierto para que se vaya a explorar mientras yo entreno una más, esta vez la técnica se llama Mochikiri y sirve para hacer creer al enemigo que está atado con cuerdas. Como la técnica es bastante fácil ya la he terminado de entrenar cuando llega Sadoru con un montón de piedras extrañas que ha encontrado en algún lugar que haya estado explorando, e insiste en llevarselas a casa, como no son del tamaño de un guijarro pequeño no le pongo objeción alguna. Así que cuando llegamos a casa mientras yo hago la cena el se queda mirándolas e intentando romperlas (por si encuentra algo dentro, el siempre ha sido muy curiosos y se espera los tesoros más grandes en los objetos más simples. Además su cuiosidad no tiene límites). La cena pasa rápido y se va a la habitación a jugar mientras yo me quedo leyendo un libro, así que ese día nos vamos a acostar bastante más tarde de lo normal.
Cada vez me sentía peor y no podía dormir, luego empezaron los mareos y lo último que me imaginaba era que iba a ser madre. Cuando descubrí lo que realmente era lo primero que pensé fue ir en busca de su padre, y eso hice. Cogí pocas cosas, lo realmente necesario para vivir y mucho dinero. Comencé por las villas más cercanas y aliadas, cuando acabara si no lo había encontrado volvería y rezaría para que algún día volviésemos a vernos, ya que no podía visitar villas enemigas y mucho menos en busca de un enemigo cuando la guerra se veía que iba a estallar.
Cinco meses después aún no lo había encontrado y sin esperanzas volví a Suna a tener a mi hijo. Tres meses después nacía Sadoru, que recibía ese nombre en honor al padre adoptivo de mi amante. seguro que él lo habría querido, aunque me había tentado las ganas de llamarle Kyoshi, que era el nombre de la persona que más me había ayudado en este mundo. con kyoshi habia vivido casi toda mi vida en el pueblo donde vivía mi familia, habia sido un hermano para mi. Cuando miraba al muchacho de pelo gris blanquecino y ojos morados recordaba a aquel chico que había llegado hasta lo mas hondo de mi corazón y me venían momentos a mi cabeza de cuando salíamos a cazar juntos. esa fuerza de voluntad y las ganas con las que agarraba la vida me recordaban a él, pero los ojos, esa mirada, esa sonrisa y esa manera de hablar me recordaba a Suiryumaru.Sí, sin duda tenia lo mejor de cada uno de los dos y por ello debía llevar ese nombre, porque seguramente haría algo imprtante en el futuro.
Debo decir que me había resultado tentadora la idea de que Sadoru naciera en la casa en la que comenzó todo, pero hubiese resultado peligroso y era lo último que quería, poner en peligro a mi hijo. Reconozco que lo primero que pensé al descubrir que estaba embarazada lo primero que sentí es que me envolvía el miedo y me dominaba, pero poco a poco las horas que pasaba a solas con él (que eran muchas) me ayudaron a cogerle cariño. Aunque si lo pienso ahora me gustaría decir que el amor me embargó nada más tocarme el vientre y saber que algo crecía dentro de mi, pero lo primero que pensé fue: ¿Estoy preparada para que algo tan grande salga de mi? Y no solo grande en sentido literal, sino también sentido figurado. Un hijo era lo más grande que podía haber para una madre y un padre. Empecé a hablarle de todas mis aventuras, de los días que pasaba de caza y le hablé de toda mi familia, me pasaba horas y horas acariciándome mientras le contaba hasta las historias más absurdas. Al principio me sentía un poco extraña hablandole a la nada, pero conforme fueron pasando los meses sus respuestas se hacían más constantes. Seguramente a todas las madres les pasa, a cuaquier patada le atribuía un significado, a veces era que quería más, que le gustaba lo que le contaba o que estaba de acuerdo conmigo o en cualquier cosa. Fuera cual fuera el significado siempre era bueno, razón por la cual sé que eran invenciones mías. A veces me planteaba si hablarle de su padre, contarle como era a mis ojos, lo increiblemente guapo que me parecía y lo muy paerdidamente enamorada que estaba de él, no solo por lo que veían mis ojos cuando lo miraban por fuera, sino lo que descubría cuando escarbaba por dentro. Sin embargo, fueran cuales fuesen los motivos nunca le hablé de él, quizás porque seguramente cuando naciera me lo preguntara y ya me parecía terriblemente triste hablarle de él una vez, mucho peor si tenía que repetirlo, y porque cuando le hablara de él quería que tuviese los cinco sentidos puestos en lo que decía, una persona de suma importancia no merecía menos. Cuando fuese lo sugicientemente mayor le legaría el chaleco (aunque me costara horrores desprenderme de él) para que lo llevara con orgullo.
Sadoru se mueve sobre si mismo en la cama haciendo más ruido de lo normal, me giro para verle y me vuelven a inundar los recuerdos. Hemos tenido que cambiar de cama tres veces, al parecer puede ser muy persuasivo cuando algo no le gusta. La primera vez tenía solamente cinco años, no estaba de acuerdo en seguir con una cama para "bebes" como el decía, las barras para que no se callera al parecer le hacían parecer demasiado pequeño y, como todo niño, quería ser mayor. Se enfadó tanto que parecía que iba a romper la cama y.. efectivamente lo hizo recubriendola de metal. La siguiente vez se la pasé pero sospecho que la última vez que lo hizo, hace un año, ya estaba totalmente al corriente de lo que sucedía aunque no pudiese explicar cómo. Los genes del chackra de metal no los ha podido sacar de mi, en mi familia nunca ha habido nadie con esa clase de chackra y no he conocido a nadie así, por lo que deduzco que su increible padre ha hecho algo de mella en él, si estuviera aquí le propinaría un buen golpe (siempre cariñoso). Yo sola no creo que pueda enseñarle a manejarlo así que como no se lo enseñen en la escuela más le vale esforzarse en aprender solito, porque la próxima vez dormirá sobre metal.
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Me levanto sobresaltada en posición de defensa, alguien me ha tirado algún objeto y siento unos ojos mirandome fijamente en la nuca, me doy la vuelta rápido y le veo ahí, tranquilamente sentado en una silla con una piedra de amaño mediano en la mano y en el suelo otra mucho más pequeña. Bueno, por lo menos ha tenido piedad esta vez, esto de pensar por las noches y dormir por el día no me está sentando nada bien. No solo me siento máz cansada sino que el cariño que tiene mi hijo al despertarme es totalmente... ¿Como decirlo? Poco adecuado es una definición posible, claro que cualquiera podría saber que levantar a tu madre con una piedra y una inquieta mirada que hace que los pelillos de la nuca se te erizen no es la manera más adecuada. Sin embargo, hablamos del sentido común de mi hijo que por alusiones lo empaqueto en la caja de "herencia de tu padre". Pongo los ojos en blanco y me siento tranquila, en cuanto cree que pasa el peligro salto sobre la cama hacia él. que sale gritando. Puedo imaginarmelo como si lo estuviera viendo, en la cocina detrás de la puerta con la mirada fija en la ventana, no es la primera vez que lo hace.
Me dirijo hacia la cómoda y miro el despertador, son las siete y media de la mañana, nunca se había despertado tan pronto y además estaba ya vestido y preparado para salir. No se lo reprocho, son los nervios de salir hacia el desierto a entrenar, aunque solo sea para verme. Sus ganas de salir son contagiosas y acabo duchandome y vistiéndome todo lo rápido que puedo para salir con mi hijo que está impaciente esperando en la puerta. Le miro, va por delante de mi y casi no me da tiempo ni a cerrar la puerta de casa, está tan inquieto que le falta poco para ponerse a saltar, y parece que me lee los pensamientos, porque se da la vuelta y me pone ojitos de cordero haciendome pucheritos, a lo que yo le contesto con una carcajada y le indico con la mano que se vaya. Me fijo en como corre hacia el desierto y, como seguramente se entretenda, me doy el lujo de ir un poco más despacio. Al fin y al cabo no serán mucho más de las ocho, hora en la que debería de seguir durmiendo.
Es poco hablador conmigo, claro que tampoco le hace falta, solo con la mirada sé qué es lo que le pasa por la cabeza y como se siente en ese momento. Se podría decir que le conozco como si fuera mi propio hijo... Creo que etrenaré dos técnicas de fuuton, una que se llama Semmoufu y otra Kaze Hageshi no Jutsu. Con la primera lo que hago es conseguir que de mis manos surja un remolino de viento que se lance contra el enemigo en linea recta y le golpea, este es ofensivo, a contrario que el segundo que es suplementario y con él levanto una densa capa de arena que ciega al enemigo a más de cinco metros a la redonda, dura un periodo de tiempo más o menos largo y me sirve para hacer ataques por sorpresa o simplemente para esconderme sin ser vista. La verdad es que pensaba hacer los dos en tres días, pero viendo lo pronto que me levanta mi hijo seguramente me de tiempo en dos, aunque tengo que ponerme al día, quince años sin entrenar son muchos años.
El pequeño está sentado en el suelo del desierto, jugando con la arena, está dibujando algo en el suelo y en cuanto me acerco lo borra corriendo... ¿Que será?, pero como siempre y en los momentos de más curiosidad saca a relucir esa faceta suya de chico misterioso que tanto me recuerda a su padre y se hace el sueco. Pongo los ojos en blanco y me doy la vuelta para comenzar con el entrenamiento: "Ponte lejos, o por lo menos detrás mía, no quiero darte por error y hacerte daño cielo", corre a sentarse en una piedra a unos cinco metros a mi izquierda y me centro en el chackra que se concentra en mis manos, voy a empezar por el Semmoufu, me parece más facil ya que es una zona más pequeña. Cierro los ojos y siento las manos, el chackra que aparece por ellas... y estoy preparada para lanzar el ataque, abro los ojos para ver el ataque y de ellas sale una corriente de viento tan pequeña que casi ni se nota, me siento fristrada y de repente empiezo a oír algo a lo lejos. Estaba tan concentrada que había olvidado todo lo demás así que miro hacia el foco del sonido y veo a mi hijo tirado del suelo sin poder sostenerse en pie... de la risa. Intento parecer enfadada, pero su risa es tán contagiosa que acabo riendome con él, y así pasamos la mañana, yo entrenando y el divertido mirandome y de vez en cuando riéndose. A la hora de la comida ya lo controlo casí, por lo que calculo que a la mañana siguiente lo habré dominado.
De camino a casa no para de hablarme y dar saltos de emoción, inventándose técnicas e hipotéticos casos en las que podría utilizarlas. La verdad que imaginación no le falta al chico, podría llegar a ser un gran artista y se alejara del camino ninja (aunque dudo que lo haga). La comida es rápida, le hago pasta y se la come hasta que se queda lleno y completamente dormido en el sofá de casa, aunque la tranquilidad no dura más de una hora, pues puntual como un reloj a las cuatro está despierto para seguir con el entrenamiento. A pesar de mis replicas para empezar a las seis o siete de la tarde, a las cinco estamos ya en el desierto, el sentado mirándome y yo intentando controlar la segunda técnica, a lo que le debería sumar sus risas. La tarde pasó mucho más rápida de lo que me hubiera gustado, a pesar de que este jutsu acaba siendo bastante más fácil que el anterior. Por lo tanto, ya es de noche cuando llegamos a casa y bastante tarde cuando le mando a la cama. Pero parece que la noche va a alargarse un poco más, porque antes de dormirme me hace la pregunta que siempre habría temido: "¿Por qué no me cuentas algo de papá?", Con el corazón en un puño logro contestarle: "¿Qué es lo que quieres que te cuente?".
- Todo - me dice saltando de la cama y acostándose conmigo en la mía
- Todo es demasiado y es muy tarde, elige una pregunta y te la contestaré, y otro día te contesto otra
- Quiero saber como os conocisteis
- Bien... Era una tarde lluviosa... No, no era lluviosa, llovía en el lugar que le conocí, pero en Suna hacía bastante calor, como siempre... Además creo que coincidía con una tormenta de arena, por lo que el aire era mcuho más seco. No estoy segura, llevaba días sin entrenar así que me había propuesto hacer algo intensivo, pero no quería hacerlo en el desierto, ni tampoco en el Dojo, no recuerdo por qué
- Yo si lo sé - me dijo sonriendo
- Ah, ¿Sí?¿Por qué?
- Pues porque si hubieras entrenado allí no le habrías conocido, y no habría nacido, así que tu vida no sería tan divertida, creo, y además te echaría mucho de menos - Su sinceridad me arranca una sonrisa y se abraza a mi
- Sí, puede ser, bueno, el caso es que anduve y anduve muchos kilómetros, y a lo lejos le ví apoyado en una piedra, si no recuerdo mal, pensando en sus cosas, así que cuando me acerqué se sobresaltó un poco. Pero cuando le miré a los ojos ya sabía yo que acabaría queriendole tanto como para dar mi vida por él. Se dio cuenta de que tenía frío y me prestó su chaleco, pero como llovía mucho decidimos buscar un refugio, y encontramos una casa. Estuvimos al menos una semana allí jutnos, conociéndonos. Algún día te diré como es, hoy no. Tuve que irme porque tenía que hacer el examen chunin, sino me hubiera quedado meses sin dudarlo, y quizás hubiera podido decirle que estaba embazarada, o te habría visto y le podrías haber conocido. Se llamaba Suiryumaru Hozuki, pero no se lo digas a nadie, porque tengo la sensación que era de alguna villa enemiga. Cuando estaba embarazada de ti, antes de que empezara al guerra, le busqué por todas las villas aliadas y no le encontré. Después de la guerra eras muy pequeño y no podía ir my lejos contigo y tampoco dejarte solo... Bueno, el caso es que después de irme me dijo que estaría en el examen con una máscara, pero le busqué y no le vi. Dios sabe si le busqué... Y colorín colorado esta historia se ha acabado. Venga vamos a dormir que mañana hay que madrugar y, aunque parece que a ti no se te note, a mi la falta de horas de sueño si. - Le llevo a la cama y le arropo, me da un beso y me dice que me quiere - yo también te quiero cariño.
Me acuesto en mi cama y me duermo al instante, esta noche duermo sin despertarme, sin pesadillas y sin recuerdos. Algún día llevaré a Sadoru a la casa donde estuvimos viviendo una semana para que la vea, aunque no sé si es una excusa para poder recordar yo mejor o es que realmente quiero que él la vea.
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Esta vez la mañana se abre bastante nublada, así que esperamos más tiempo para salir y a las nueve y media el cielo ya se ha despejado, por lo que salimos juntos de camino al desierto y, e vez de salir corriendo, se queda a mi lado haciéndome preguntas sobre su padre, como de qué color tiene los ojos y como es fisicamente. Las respuestas parece que le agradan, por lo que deduzco que el hecho de tener un padre altro y fuerte le gusta, además de tener los dos los ojos del mismo color.
Llegamos al mismo sitio en el que estuvimos, el sentado y yo entrenando, la última vez. Ahora en vez de reirse lo que hacía era abrir los ojos como platos, le gustaba lo que estaba consiguiendo. Como antes de comer aun no es la hora de comer y ya he terminado de dominar las dos tecnicas creo que es el momento de darle una pequña lección a Sadoru, que tanto le gusta reirse. Separo las manos y le miro de reojo, que parece que está interesado en lo que quiero hacer, levanto una nube de arena que le tapa completamente del campo de visió y me subo encima del abanico para volar. Desde dentro de la nube se oye: "¿Mama? ¿Dónde estás?", pero no le veo salir, así que supongo que ha decidido ser un poco sensato y quedarse quieto. Hecho a volar hacia arriba y poco a poco me acerco a él desde su cabeza, como no mira para arriba no nota que estoy tan cerca suya, así que cuando menos se lo espera me acerco todo lo que puedo hacer y... "Buuuu!". La cara que se le pone es tan cómica que me caigo del abanico de tanto reirme y, cuando se le pasa el susto, se acaba riendo el también. Nos vamos a comer y esta vez le dejo dormir un poco más, ya que lleva dos días levantando extremadamente pronto.
Como por la tarde no tenemos nada más que hacer y necesito evitar a toda costa todas sus preguntas le llevo de nuevo al desierto para que se vaya a explorar mientras yo entreno una más, esta vez la técnica se llama Mochikiri y sirve para hacer creer al enemigo que está atado con cuerdas. Como la técnica es bastante fácil ya la he terminado de entrenar cuando llega Sadoru con un montón de piedras extrañas que ha encontrado en algún lugar que haya estado explorando, e insiste en llevarselas a casa, como no son del tamaño de un guijarro pequeño no le pongo objeción alguna. Así que cuando llegamos a casa mientras yo hago la cena el se queda mirándolas e intentando romperlas (por si encuentra algo dentro, el siempre ha sido muy curiosos y se espera los tesoros más grandes en los objetos más simples. Además su cuiosidad no tiene límites). La cena pasa rápido y se va a la habitación a jugar mientras yo me quedo leyendo un libro, así que ese día nos vamos a acostar bastante más tarde de lo normal.
- Palabras Escritas:
- 3133 palabras
- Técnicas aprendidas:
- 13-Mochikiri
Atadura de Cuerdas
Requisitos: un sello con ambas manos
Tipo: Genjutsu
Rango: C
Carácter: suplementaria
Efecto: inmoviliza al enemigo 1 turno
Chakra: 20 Chakra
Descripción: una técnica Genjutsu muy básica que está al alcance de prácticamente cualquier Chunnin, incluso los menos dotados para el Genjutsu. Hace creer al enemigo que está atado con unas resistentes cuerdas.
1: Fuuton: Senmoufu
Elemento Viento: Feroz Viento Rotatorio
Requisitos: ninguno
Tipo: Ninjutsu
Rango: C
Carácter: ofensiva
Daño: 35 PV
Chakra: 17 Chakra
Descripción: el Ninja apunta al enemigo con ambas manos y de ellas surge un torbellino de viento en línea recta que golpea al enemigo con fuerza.
2: Fuuton: Kaze Hageshi no Jutsu
Elemento Viento: Técnica del Vendaval Violento
Requisitos: sellos con ambas manos
Tipo: Ninjutsu
Rango: C
Carácter: suplementaria
Efecto: levanta una nube de polvo por todo el campo de batalla. No permite ver a más de 5 metros de distancia. Byakugan y Sharingan nivel 2 ven a través. El polvo se disipa en tres turnos
Chakra: 16 Chakra
Descripción: alrededor de la zona de combate se desata un viento extremadamente fuerte que levanta el polvo del suelo, muy útil para ocultarse o para atacar por sorpresa. También es útil para dificultar la visibilidad del enemigo.
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