Lista de cosas que hacer: Violar al rey de los Shinobis. ¡¡Piratas, estúpido unicornio!!

Campo:

Tenía un gran combate pendiente... Esta vez violaría lucharía contra el rey de los Piratas... Y cada vez que lo recordaba aparecía el estúpido unicornio rosa diciéndome que no, que era el rey de los Shinobis.... Bah, qué iba a saber ese bicho multicolor con un cuerno en la cabeza sobe como se llamaba. Parecía que solo me hablaba intentando contradecirme, ¡¡y seguía sin decirme su nombre!! Pero, fuera como fuera, estaba en mi lista de violaciones pendientes, aunque si tenía el título suponía que no iba a ser nada fácil... Tsk, estos reyes como complican las cosas, aunque si tanto se hacía el duro iba a ser más divertido, estoy segura de que en el fondo quería que le violara, por eso se opondría.

En cualquier caso, los del coliseo también eran unos rancios, y no le habían dado ninguna corona que verificara su rango. Eso lo iba a solucionar yo rápido, por eso a pesar de que todos me miraban con una cara extraña sostenía felizmente su obsequio a la vez que discutía con el unicornio.
Que si era muy asá, que si se la iba a dar para que después me venciera.... Pegas, todo pegas. No se diferenciaba tanto del rey, también quería que le violara aunque no lo admitiera, estaba celoso de que hiciera una corona para Limomalo y no para él, y que quisiera empezar la zoofilia con el tal Pikachu contra el que tenía una batalla pendiente y no con él, que me seguía desde mis principios.
Le explicaba pacientemente mis razones, y es que esa relación violadora-unicornio violado no nos iba a llevar a ninguna parte. Yo no podía empezar tal contacto con alguien sin saber su sexo, jope, que después te encuentras sorpresas inesperadas y vaya palo... Desde luego, si era un unicorniO, debía de tenerla chiquitita, y yo era una violadora que apostaba por lo alto, para algo tenía mis dos ojitos que me ayudaban a averiguar si la gente merecía la pena de ser violada.

Seguro que el rango de rey no lo tenía solo por su forma de luchar, algún atributo masculino de por medio iba a haber, que estas cosas funcionan de muchas maneras, y una de ellas es haciendo competiciones de grandeza y erección esplendor. Definitivamente, por muy mal que quedara respecto a puntuación y aguante, iba a ser algo ciertamente interesante...
Sin más dilación me puse el vestidito rojo que usé la última vez, con un corsé en la parte de arriba y unos lacitos en ambas mangas, mientras que la falda quedaba adornada con algunos detalles blancos, y esta vez opté por no ponerme esos estúpidos zapatos de tacón, contando con que el otro día me hicieron tropezar y tuve que quitármelos preferí ahorrármelo.

Por último me puse la máscara roja que resguardaba mi identidad, sin dejar ver si quiera el color de mis ojos perlados, todos se enamorarían de ellos si los vieran, tanto tanto que se los querrían quedar, avariciosos... Y entré al Coliseo, cubierto de arena y llano si no fuera por los dos árboles que eran lo único que había a parte de tierra. Uno estaba a unos 30 metros de mi puerta, y el otro parecía encontrarse a la mitad del campo. Caminé dando saltitos hasta el centro del campo, al pie del árbol, parecía que mi adversario no llegó aún pues su puerta permanecía cerrada. Me senté tranquilamente al pie del árbol y dejé ver la corona que traía entre mis manos, en estructura general se parecía a las demás, pero las gemas de esta no eran diamantes ni estaba hecha de oro. Al darle el sol creaba reflejos como los colores del arco iris, y en el centro, donde debería estar la piedra más grande, se encontraba una muffin sobresaliendo ligeramente, y las otras eran distintas: una pequeña gota de agua, la cabeza de un dragón, y un unicornio. Asentí satisfecha contemplando mi creación y me quedé de cuclillas esperando al enemigo, mientras mi unicornio se movía por encima de mi cabeza.
-Casi se me olvidaba... -dije, a la vez que hacía un sello con ambas manos que activó mi Byakugan. Podía ponerse la ropa que quisiera, yo ya estaba preparada...

Atributos:

Acciones:

Gastos y daños:

Ésta última semana, una oleada de retos han llegado a mi representante del Coliseo del País de la Tierra, y seguramente mi rango de Rey de los Shinobis tenga algo que ver. Cientos de jovenzuelos se habían lanzado a la aventura, pensando que su poder era suficiente para rivalizar con el del ninja más fuerte, y, entusiasmados, buscaban la derrota a mis manos. En general la mayoría venían demasiado confiados, pero en pocos minutos cambiaban de parecer, algunos hasta huían despavoridos o suplicaban una piedad que nunca llegaría. Acabo de recorrer el largo pasillo a oscuras, que me lleva hasta la antesala del coliseo. Ahí me espera mi equipamiento como siempre. El pequeño Limobueno saltó en mi cabeza en cuanto pasé a la habitación, ronroneando suavemente como solía hacer cuando nos reencontrábamos. Tras mimar un rato a la pequeña gota de agua con vida propia, dejo caer la túnica y coloco la armadura sobre mi piel morena. Puedo sentir el frío metal en mi carne y eso me revitaliza, en el exterior, como en todos mis combates, puedo oír el clamor del público pidiendo sangre, depravación, o de preferencia una combinación extrema de las tres. Han pagado por ver este combate, y no voy a decepcionar al espectáculo, pienso mientras sujeto a Limobueno con una mano y me ciño el casco de dragón con la otra. Finalmente estoy preparado para combatir, y al instante, la puerta de rejas se abre, como el rastrillo de los castillos de Kirigakure, abriendo el camino hacia la destrucción que comenzaría. Frente a mí tenía el clásico campo circular de 100 metros de diámetro con dos pequeños arbolitos, y en el centro, una señorita bien vestida pero mal calzada que debía ser mi oponente.

Desde el exterior, la joven shinobi podría ver perfectamente como la puerta de su oponente se abría, pero durante varios segundos el público esperó la salida triunfal de su favorito, sin que ésta se produjese. Tal era la oscuridad al otro lado de la pequeña entrada que ni un byakugan podría penetrar en ella, pero no se le escaparía el destello de chakra verde alga que chisporroteó un instante antes de que la oscuridad se hiciera luz. Desde la antesala, dos figuras dracónicas de fuego cruzaron el aire, sobrecalentándolo y volaron por el campo hasta dar con los árboles, que al contacto extallaron en las llamas de la destrucción. Los dragones habían girado por el coliseo, formando una pared de fuego con sus largos cuerpos que impedía llegar a los verdaderos límites del coliseo. La multitud había enloquecido y gritaba extasiada pidiendo el comienzo de una vez. Con una sonrisa bajo su armadura, el hombre al que todos deseaban caminó entre las llamas, que parecían apartarse a su paso, y entró en el coliseo. De cada una de sus manos surgía una columna de fuego que conformaba el principio del cuerpo de cada dragón, cuyas cabezas ahora estaban en lo alto de la arena, una a cada lado del coliseo, en extremos opuestos a las puertas por las que ambos shinobis habían entrado. Con un chasquido de dedos, ambas bestias rugieron con fuerza, lanzando su aliento ígneo hacia el techo transparente, donde las llamas se detuvieron, no sin un grito de miedo ni el sobresalto de algún que otro espectador. Limomalo caminó hacia el centro de la arena donde la joven le esperaba y se quedó a diez metros de ésta, con las manos alzadas para que el fuego que de ellas surgía no hiciera contacto consigo mismo en ningún momento.

- Soy el Rey de los Shinobis. Espero que puedas entretenerme.

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Gasto y Daño:

Poco después de llegar y sentarme, se empieza a escuchar un gran estruendo. Giro la cabeza hacia arriba y me doy cuenta de todo el público que hay ahí, seguramente esperando para ver salir al Rey. No sabía que había ahí tanta gente, e incluso mi unicornio siente vergüenza, si es que nadie nos había avisado... Lo más probable es que les hubieran cerrado Pornotube quisieran ver como violaba a la gente, tenían todos una cara de vicisillos...

El caso es que sus gritos se vieron aumentados cuando la puerta de mi oponente se abrió, quedando una completa penumbra al principio que fue iluminada un instante por un destello verde, para sumirse después en una cegadora luz que se procedía de dos inmensos dragones de fuego. Estos fueron a quemar los árboles, y yo, que estaba sentada al pie de uno de ellos, casi prendo con él cuando estalló en llamas. Pegué un gran rebote desde mi posición, y corrí a por la corona que se había caído ante esta escena. Vaya, vaya con el Rey, qué poco considerado. Se acercaba hacia mí entre las llamas que se apartaban a sus pies, y aproveché eso para examinarle detenidamente mientras me sacudía el vestido.
Ya entendía por lo que era el Rey, ya... Y si no fuese por su rama las buenas vistas se habría quedado sin la especial corona de arco iris que había hecho para él...¡Pero solo se libraba por eso!

Se quedó a 10 metros de mi y parecía esperar a que comenzara a atacar, presentándose como el Rey, aunque... ¿qué es un rey sin corona? Así no podíamos empezar el combate, por lo que mientras los dragones observaban desde lo alto, acorté las distancias, caminando con mi obsequio en la mano. Era más alto de lo que esperaba, así que me puse de puntillas y le coloqué la corona con cuidado, pues ya tenía otro casco y tuve que asegurarme de que quedaba bien sujeta.

-Ahora sí eres el Rey... -asentí satisfactoriamente, mientras el unicornio me recordaba el detalle de que había dicho Shinobis, y yo apostaba por piratas... Un error lo tiene cualquiera. -...De los Piratas.

De repente comencé a notar un olor a quemado bastante familiar, y el trasero más caliente de lo normal (y esta vez juraría que no se debía por verle desnudo), miré la parte de atrás del vestido y todo encajó. No se debía a simples imaginaciones mías, alguna llama de antes debía haberme alcanzado y ahora mi precioso vestido ardía conmigo. Me eché al suelo rodando sin parar, intentando apagar así las llamas, mientras que gritaba al unicornio que me ayudara... El muy tonto solo se reía dando brincos con el arco iris detrás, ya lo hablariamos después en la cama... No iba a quedar así.

Las llamas se acaban apagando y me levanto de nuevo, tras quizás mi primer minuto angustioso en el Coliseo... No, fue peor cuando llegó la chica esa tarde a la hora del té, eso si que era un delito... ¡¡Y encima no me dejaron violarla!! Ya de pie miro al Rey a los ojos, aunque a lo mejor el no pueda cuadrar el contacto visual yo consigo observarle completamente. Y tan completamente.... ufff, otra vez se me va la vista, ¡¡no paran de intentar despistarme!!
Pero sus atributos masculinos no van a quitarme el enfado, a no ser que no sea tan solo por verlos... ¡¡Mente, leches, que yo estaba enfadada, no me falles ahora!!
Sigo muy cerca de él, así que corro a agacharme un poco, a la vez que hago un sello con ambas manos, quedándome a la altura de su cintura, y con la palma de la mano abierta le propino un golpe en el costado. Si llega a darle al principio no sería más que un golpe suave, pero poco después comenzaría el verdadero dolor de mi técnica, ya que el chakra que he usado en mis manos le dañaría los órganos internos. En cuanto hubiera dado a mi objetivo, daría un salto hacia atrás para volver a ponerme a una distancia prudente.

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Gastos y daños: