Primer entrenamiento de la Velocidad

Suiryumaru se encontraba frente al mar de Kirigakure, o, mejor dicho, una de las playas de éste, pues eran puras islas, con un fin nuevo, entrenar su velocidad. Realmente, le daba mucha pereza hacer aquel entrenamiento, pero no tenía nada mejor que hacer en todo el día. Era cierto que mucha gente solía entrenar sus características, o jutsus y habilidades nuevos mediante diversas y emocionantes aventuras, pero a Suiryumaru no le solían ocurrir, con lo que prefería el entrenamiento básico de toda la vida. Hacer flexiones, correr carreras, matar idiotas... Lo típico. Nada que no hiciese en su día a día.

Lo último interesante que había hecho estos meses, en cuestión de entrenamiento, era nada, y esto era realmente preocupante, pues los exámenes chunin estaban a la vuelta de la esquina, y Suiryumaru no había hecho nada para entrenarse en las últimas fechas.

Realmente, tenía que haber hecho algo. Suspiró mientras se encontraba tumbado.

Eres un vago, tío. ¿Siempre eres así, o solo desde que nos conocemos? Te he ayudado con varios jutsus ya, y, todos los he hecho yo. Pero, sin embargo, ningún entrenamiento físico. ¿Es por mi culpa? ¿Te doy pereza? Si es así, que sepas que solo tengo algo, sincero y llanamente hablando para decirte: Jódete. Yo soy el que menos quiere estar dentro de tí, y menos si no me liberas. No me das nada de diversión, ¿Sabes? Si al menos, tuvieses la decencia de decir: "Voy a hacer que mi compeñero Choumei se divierta un poco" Pero ni eso, tío. Eres un jinchuuriki de mierda.

Te podías haber ahorrado lo último, ¿No crees? Macho, deberíamos llevarnos mejor.

Pero hoy no será ese día, ¿Quieres? Hoy tienes algo que hacer, ¿No? Pues déjate de cháchara, y ponte a currar, tío.

Ahí llevas razón. Tengo que dejar de perder tiempo, y ponerme a currar. ¿Qué podría ponerme a hacer hoy? Ya se, si había venido aquí para ponerme a mejorar mi velocidad, que despiste.

Dicho esto, Suiryumaru se preparó para continuar con su entrenamiento, y así poder tener una velocidad superior, con la que llevar sus capacidades físicas a mejor puerto.

Lo primero que tendría que hacer, sería un poco de calentamiento. La visión del mar, ahora que era por la mañana, era muy hermosa, y la playa que cubría el paisaje era algo que debía ser contemplado si te querías llamar a tí mismo poeta. Momentos así hacían que ser ninja valiera la pena, pues puedes viajar y conocer lugares que otros solo han soñado. Si no te hacías shinobi, solo te podrías ganar la vida como soldado pringao, o algo del estilo. La vida en Kiri para los civiles debía ser muy aburrida y tediosa. Incluso algunos miembros de su clan, el más prestigioso de la villa, el glorioso clan Hozuki, que ya ha dado dos Kages en pocos años, habían optado por el camino de la comodidad de no volverse militares al servicio de la villa. Que desperdicio de los genes de su clan. Otros ninjas matarían por el jutsu de hidratación, y ellos allí, siendo hasta campesinos. Que les zurcieran. El entrenamiento de Suiryumaru ahora estaría más motivado, pues sabía que tenía que hacerlo, por él, y por todos los que no querían hacerlo. Él haría que el clan Hozuki brillase, convirtiéndose en un gran ninja. Si seguía así, se mostraría como una clara opción de buen ninja en los exámenes chunin, y así debía demostrarlo. Sin embargo, Suiryumaru era un completo tirador, y no tenía mala puntería. Si no encontraba un modo de poder luchar cuerpo a cuerpo en los venideros exámenes, estaría perdido. Ya sabía como enfrentarse a los usuarios de genjutsus, pero solo en última estancia. Choumei haría buena cuenta de ellos, pero, a ser verdad, aquello era lo último que podría hacer. Si liberaba el poder del Siete Colas sin control, podría morir facilmente. Mejor andarse con cuidado con aquella gente. A decir verdad, los usuarios de genjutsus eran tan pocos, que la idea era más bien descartable. Mejor protegerse contra los luchadores cuerpo a cuerpo, pues a distancias, Suiryumaru, para ser un genin, era invencible.

Una vez pensado todo esto, Suiryumaru empezó, de una vez por todas, su entrenamiento. Siempre se andaba por las ramas, y perdía más de la mitad del día en divagar, como ahora mismo, que ya habían pasado dos horas desde que llegó a la playa de Kirigakure a entrenar su velocidad máxima.

Para empezar todo, se puso a hacer cientos y cientos de flexiones, fondos, y demás ejercicios, no sin antes haber calentado como era debido. Si no se calentaba y estiraba bien, un entrenamiento podia acabar con una lesión de lo más tonta.

Una vez hubo hecho esos calentamientos, estiramientos, ejercicios básicos, y demás, se sintió mucho mejor por dentro; hacía bastante que no entrenaba físicamente, y aquello no era bueno del todo: Mens sana in corpore sana, decían sus maestros en la academia shinobi.

Para acabar este entrenamiento, decidió hacer unos Kage Buyou, pues este entrenamiento solo era introductorio; haría dos para prepararse para el examen chunin: Éste primero, y el siguiente, en el que se dejaría de tanta cháchara, y mejoraría en serio su velocidad.

Con los Kage Buyou que haría, esperaba depurar la técnica, y que le saliese mejor, sin tener que gastar tanto chakra. La eficiencia era uno de los temas favoritos en los entrenamientos de Suiryumaru, y era el que más usaba. Con la cantidad de chakra que tenía, a veces era raro ver como Suiryumaru lo empleaba, pues gastaba muchísimo, pero, con los resultados esperados. Suponía que los Jinchuurikis tenían que ser así. Un montón de chakra por gastar, y eficiencia absoluta.

Una vez hubo hecho los Kage Buyou, y haber visto como hasta los pájaros a toda velocidad, bajando en vuelo rasante le parecían lentos, supo que el entrenamiento estaba acabado, y era capaz de haber acabado el entrenamiento sin haberse cansado mucho. En el regreso a casa, contemplaría el paisaje todo lo que pudiera, para que no se le olvidase esta visión, que se podría alojar en su corazón para darle ánimos eternamente.

Revisado.