[Misión] El supuesto orgullo de Iwa

Misión:

Aquel día me desperté bastante más temprano de lo que esperaba. Había intentado dormir alguna hora más, pero las pesadillas acudían a mí en el momento en que la oscuridad me cubría con su manto. Los recuerdos me acosaban cada noche desde que había superado el examen y por el día me costaba concentrarme, había comenzado mi nueva vida con tareas mundanas, ocupándome de la casa y de Yami mientras los recuerdos se difuminaban y comenzaban a desaparecer. Así, al final del día podía llegar a hacer algún entrenamiento, pero al dormir todo comenzaba de nuevo, en un ciclo sin fin.

En los sueños, mi mente vagaba por un barranco lleno de recuerdos tanto del examen como anteriores. Hacía varias semanas que era Jounnin de Iwa, pero necesitaba asumir el trauma, asumir que todo había terminado, que las pesadillas no eran reales. Me llevaría un tiempo, pero en los momentos en que todo volvía a ser como antes descubría que sería capaz de afrontar la realidad. Hacía unos días que dormía menos, pero ese no era el motivo por el que se me veía más apagada durante el día. Sin embargo, pronto pasaría el trauma y volvería a ser normal… o prácticamente normal.

Viendo que no podía dormir más por culpa de las pesadillas, me levanté de la cama y comencé a prepararme. Aquel día tenía una misión con el Tsuchikage y tendría que presentarme a la hora en el lugar acordado. Comencé a vestirme con la ropa que tenía preparada en una silla. Me puse una camiseta negra de manga corta ajustada y un pantalón corto negro. Me puse también el chaleco que me correspondía por haber pasado el examen a Chunnin y bajé a la cocina para desayunar.

En la mesa encontré una bandeja con muffins de chocolate y los reconocí al instante. Esos eran los que Sonzu hacía y a mí me parecían deliciosos, por lo que llené un tazón de leche tibia y me lo tomé acompañado de dos de los bollos que mi amiga me había preparado. Ella era la que más me estaba ayudando desde que finalizamos el examen, me había acogido en su casa y me ofrecía su ayuda cada vez que caía en el pozo que tantas pesadillas traía. Había aceptado también quedarse a Yami y eso era algo que le agradecía muchísimo. Al fin y al cabo, esa criaturilla era lo más parecido a un hijo que tendría nunca.

Mientras desayunaba, pude ver cómo el pequeño se desperezaba y comenzaba a caminar por la casa haciendo ese típico ruidito que tanta gracia me hacía. Había tenido la suerte de que salió bastante diferente a los demás y no era tan horrendo. Él sabía caminar con la boca cerrada, por lo que no chorreaba baba por toda la casa… y eso era algo que Sonzu y yo agradecíamos bastante. No tenía pinchos en el cuerpo y la piel era bastante suave, por lo que acariciarle resultaba a veces incluso agradable. Tenía muchos dientes y bastante afilados, pero había resultado ser una criatura pacífica, por lo que no atacaba a nadie. Observé cómo se acercaba a mí para restregarse con mi pierna.

- GRAAAAAA -decía con esa parsimonia que le acompañaba allá donde fuera. Con ese sonidito me sacaba una sonrisa, era parecido al que su padre había hecho en el examen poco tiempo antes de cruzarse con nosotros, pero mi bichejo lo hacía diferente. No tenía una voz gutural y prácticamente el sonido podría confundirse con la voz de un niño al jugar. Sin embargo, eso era lo único que Yami podía decir por aquel momento.

Me recordaba bastante a un gatito mimoso, porque siempre se restregaba por todas partes para que le acariciaran, algo en lo que no se parecía al monstruo de la cueva ni un poco siquiera. Le rasqué un poco el lomo y después me levanté para prepararme y salir hacia el lugar acordado para comenzar la misión con el Kage de la villa. Salí de la casa y emprendí el camino que unas semanas antes me habría parecido extraño recorrer. Sin embargo, habiendo estado en casa de Sonzu desde que salimos del examen, el recorrido se había grabado en mi mente por cada vez que había ido hasta el centro de la villa.

Salí de la casa un rato antes del amanecer, sabiendo que tardaría en llegar ante el edificio del Tsuchikage. Comencé a andar y, cuando me quise dar cuenta, tenía a Yami detrás. Me estaba siguiendo hacia la villa, como muchas otras veces había hecho. El hecho de que hubiera tomado la costumbre de seguirme hizo que una sonrisa adornara mi rostro en pocos segundos. Después, volví hasta la casa con el bichejo detrás y le hice entrar, a modo de explicación de que aquel día no me acompañaría a la villa. Tenía una misión que hacer, por lo que su compañía no sería de la mayor ayuda posible.

Ya sin la criaturilla detrás, avancé de nuevo por el camino y crucé las calles de Iwa con tranquilidad. Llevaba tiempo suficiente, por lo que no tendría demasiada prisa. Cuando llegué al edificio del Tsuchikage, me senté en el suelo para esperar a Kenko, el Kage de la villa. Ya sin la distracción del camino, comencé a pensar en todo lo acontecido en estas últimas semanas, lo que trajo a mi mente el recuerdo del examen. Cerré los ojos y me cubrí el rostro con las manos mientras mi mente entraba en conflicto con los recuerdos que tanto me dañaban. Noté cómo una lágrima recorría mi mejilla y me obligué a mi misma a contener el llanto, sabiendo que no sería una buena imagen para el Tsuchikage verme mal. Me sequé la lágrima que había caído por mi rostro y miré al frente, esperando la llegada de mi nuevo compañero de misión mientras mi mente intentaba escapar de los recuerdos. Miré al cielo y descubrí que faltaban pocos minutos para el amanecer, me puse en pie y observé a la gente que entraba y salía del edificio, intentando encontrar al Kage entre ellos.

Tras una noche no muy apacible, Kenko se despertaba con ganas de ir a trabajar, hoy en especial, porque tenía que realizar una misión, le había llegado informes sobre que unos guennins pretendían huir de su villa, esos desertores tenían mala suerte, los Iwanianos no hacían prisioneros de su villa, tan solo de otras villas, al Tsuchikage le apenaba que sus discípulos intentasen huir de su villa, pero a la vez le cabreaba y aunque no quería matarlos es la pena que impuesta la villa, por muy niños que sean, debían dejar de vivir. La misión la realizaría con Shika, una muchacha que conocía de entrenamientos previos, que fue al examen de chunnin volviendo jounnin de este, un acto increíble, aunque Kenko al volver de su examen volvió siendo Tsuchikage lo de aquella chiquilla también tenía mucho mérito.

Cuando se despertó de sus terribles sueños fue a ducharse al baño, fue con tranquilidad y torpeza por el sueño, pero consiguió llegar al baño, cerró la puerta y allí centro se desnudó y duchó, mientras las gotas de agua la caían en la cara pensaba un poco en su vida y se mentalizaba para ejercer la misión, no le gustaba tener que matar a los de su villa, pero no tenía elección alguna, era una de las partes más desagradables de su trabajo. Tras ducharse cerró la llave de la ducha y con el ruido del agua del grifo y sus ojos cerrados estuvo recordando la noche anterior a esta, de aquel horrible entrenamiento y de su bochornoso crimen, las imágenes le venían a la cabeza, torturándole y persiguiéndole, entonces abrió los ojos de repente y salió de la ducha tras cerrar el grifo, se vistió ya algo mas deprisa y salió a su cocina, preguntándose a sí mismo que iba a desayunar, tras decidirlo abrió un armarito para coger una taza, lo cerró y abrió la nevera cogiendo de esta un brick de leche, llenó el vaso con cuidado de no derramar ni una gota, cerró el brick y volvió a meterlo en la nevera, después cogió el vaso y mientras bebía despacio miraba entre trago y trago el Jigoku e no erebētā, recordando que dentro de el estuvieron aquellos dos pobres cuerpos, así hasta que terminó de beberse el vaso y dejarlo en la pila, luego fue a coger su ataúd y coger la bandana que le hacía característico de su villa, esta vez no se llevaría las ropas de Kage, pues podrían molestarle, abrió la puerta y partió hacía el edificio donde trabajaba.

No estaba lejos del edificio, pero en el corto trayecto pensó en como le iría el día, él esperaba que le fuese bien y no hubiera contratiempos pero eso era una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar, y mas teniendo que matar a 3 jóvenes que pertenecían a la villa. Antes de entrar en el edificio estaba la compañera de misión de Kenko, parecía estar secándose las lágrimas, algo que hacía que el corazón de Kenko llorase también, asó pues se acercó sigilosamente hasta ella y colocó su ataúd de pie, después se puso de cuclillas encima del ataúd con mucho cuidado de que la mujer no lo detectase y luego habló con la chiquilla.

-Debes estar más concentrada o podrías tener problemas en la misión ¿No crees?-Le dijo con una sonrisa en la cara, la cual enseñaba alegría y bondad-Demos comienzo a la misión-Entonces bajó del ataúd, se lo volvió a colocar en la espalda y dando la espalda comenzó a andar hacia las murallas, pero tras dar diez pasos volvió a hablar.

-Por cierto, una lágrima inspira la misma cantidad de sentimientos que una sonrisa y de la misma forma que no ocultamos una sonrisa, no debemos ocultar una lágrima ah y...-se giró para mirar a Shika con su típica sonrisa risueña y un pulgar levantado-...Enhorabuena por ese aprobado y subida de rango-entonces volvió a caminar.

MIentras volvía a caminar recordaba su examen,en lo mal que lo pasó y en todo lo que sufrió para aprobar, en las duras pruebas que tuvo que pasar, aún recordaba el olor del fétido aliento de aquella ser piente de enormes magnitudes y el dolor físico y sentimental que le dio perder su brazo en el examen, lo que mas rabia le daba de aquello era no conseguir saber quien le arrancó y desintegró su brazo

Shika me comentó la noche anterior que se iría a hacer una misión con el Tsuchikage, yo me desperté antes que ella ya que fui a las Montañas a entrenar un poco la inteligencia, con un diccionario y unos papeles en la mochila. La verdad es que no se me dio nada mal y acabé antes de lo que esperaba. Después me dirigí a casa de nuevo, contenta de que no me hubiera resultado tan difícil como esperaba, y al llegar allí Shika ya se había marchado… Vaya, la verdad es que no sabía que más hacer, seguía con la mano vendada del anterior entrenamiento de fuerza, por lo que estar golpeando cosas me rompería la mano de nuevo y me acabaría haciendo bastante daño. No me solía importar eso, pero esta vez que estaba de mejor humor preferí ahorrármelo.

De todos modos en el hogar no estaba sola, se encontraban Yami y el perrito que seguía encerrado en la habitación, no conseguía que se adaptara a mí y a veces resultaba desesperante, pero costara lo que costase lograría hacer algo para que me reconociera como su dueña. No entendía bien lo que había pasado, pero ya que tenía un perro en casa no estaría mal que pudiéramos convivir a gusto y sacarle de casa sin miedo a lo que pudiera hacer. Tenía también entendido que estos perros crecían a medida que pasaba el tiempo, y que eran fuertes en combate, me podía ser de gran utilidad al fin y al cabo. Aún era muy temprano, calculaba que mi amiga habría salido hace poco, por lo que me di una ducha rápida, debido a que había hecho el recorrido de ida y vuelta hacia las montañas, y me decidí por acompañarla. Hacía bastante que no hacía misiones, y seguro que esta era de mayor dificultad, me parecía una buena forma de poner mis nuevos entrenamientos y conocimientos a prueba. Aunque no hubiera llegado tan alto como Shika, que se convirtió en Jounnin debido a sus habilidades, era Chunnin y no estaba nada mal. Pasé el examen sin demasiados contratiempos y ya me estaba preparando para alcanzarla y ser una buena Jounnin también, incluso tenía aspiraciones para llegar al cargo de Anbu. Si me lo proponía, seguro que lo conseguía, y así no defraudaría a mi villa. Iba a demostrar a todos de lo que era capaz. No era la misma niña asustada que llegó hace 6 años a la villa oculta de la roca. Ahora era más fuerte y poderosa, incluso me entrenaría para serlo más, ¡claro que sí!

Desde luego mis ánimos desde que llegué del examen habían mejorado considerablemente, en parte se debía a que mi amiga estaba algo mejor también. Además la sensación de haber sido inútil, de no haber dado lo mejor de mí, de haberme defraudado a mí misma, seguía estando presente, sí, pero en menor cantidad. A pesar de que ciertos comentarios o pensamientos que no conseguía evitar me volvían a llevar a esa sensación incómoda de no estar contenta conmigo. Así que tras la ducha que enfrió mis ideas y después de haberme vestido con los pantalones de ninja negros, la camiseta de manga corta lila, y la chaqueta morada y blanca salí de mi casa en dirección a las murallas. Si la memoria no me fallaba, y espera que no me jugara una mala pasada, me dijo que iba a ir a ese sitio. Era de los pocos lugares de la villa que no solía visitar… De hecho, hace mucho que no iba por allí, un recordatorio por esos lares no estaría mal.

El Sol ya salía por el amanecer, por lo que me di prisa, corriendo por las calles intentando no molestar a los mercaderes que ya salían a abrir sus puestos. No tardé mucho en llegar, pues se notaba que los entrenamientos de velocidad con Shika y Dártirus habían surtido efecto y ya iba mucho más rápido. No me costó mucho encontrar a Kenko, mi Tsuchikage, y a mi amiga de pelo rosa. Ambos eran bastante notables, y no es que hubiera tampoco demasiada gente allí.
Mi kage colocó su ataúd de pie y se acercó a ella por detrás, subiéndose a este y diciéndole algo. Esperé hasta que terminó, y cuando se bajó y comencé a caminar me acerqué a su paso en línea recta, recorriendo los 10 metros que nos separaban mientras oí como Kenko la felicitaba por su subida de rango. No pude evitar que el gesto se me crispara un instante, y agaché la cabeza, azorada. Suspiré y me recompuse rápido, esperando que al agachar la cabeza no hubieran visto mi reacción. Seguramente fuera así. Les sonreí intentando quitar importancia al asunto.
-Buenos días, Kenko-sama -saludé con una reverencia.
-Buenos días, Shika -dije amable mientras me incorporaba del todo.
-Señor, si no le molesta, me gustaría unirme a la misión que tenían planeada hacer y realizarla con vosotros. Prometo ser de utilidad y no una molestia.

Pedí mirando a mi Tsuchikage, pues ante todo debía tener su permiso para ir con ellos. A pesar de que habíamos hecho una misión juntos y combatimos amistosamente en una ocasión, siempre me había transmitido un gran respeto y no lograba comportarme de otra forma cuando estaba con él, sintiéndome pequeña ante su presencia.

Amanecía una mañana triste en Iwa. El comienzo del otoño tendría un mal principio, con lágrimas que se derramarían y tres lápidas más en su cementerio... Pues el objetivo de la pequeña cuadrilla era eliminar a un grupo de gennins de igual número. Estos tres llevaban años juntos, y siempre habían sido chavales difíciles. A los dieciséis años, sus caminos habían tomado un rumbo directo a la oscuridad y loa avaricia, y juntos habían planeado dejar la villa para desertar y vender la información al mejor postor. Pese a ser gennins, la información, guardada en un pergamino rojo, era valiosa. Su conocimiento por parte de otras aldeas, podía significar la destrucción de Iwa... Y eso era algo imperdonable, como las mismas leyes de la villa oculta de la Roca lo determinaban. El Tssuchikage lo sabía, la villa lo sabía, y ellos lo sabían. Se habían arriesgado, y pagarían su castigo...

Este castigo, sería otorgado a los villanos por parte del Tsuchikage y sus compañeras. Y poco faltaba para el momento del encuentro. Casualmente, los dos grupos se habían puesto en marcha casi al mismo tiempo, y el lugar de encuentro serían las murallas de la villa. Los renegados salieron sin problemas, pues los que vigilaban la puerta eran desconocedores del problema... Por ello, se pusieron en camino de Kiri, unos minutos antes de que llegasen los tres protagonistas a la misma puerta. Si preguntaban a los vigilantes, podrían saber su dirección, pero deberían darse prisa si querían alcanzarles.

Así pues, los dos grupos se encontrarían a bastante de las puertas de la villa, donde los vigilantes no se alarmarían y pedirían ayuda. Los tres renegados, pese a ser jóvenes, tenían experiencia necesaria para combatir, y no iba a ser un combate fácil para el equipo de Kenko. Si se les calificaba en niveles, seguramente se les habría dado una puntuación de siete, salvo uno de ocho. Eran fuertes, y sabían pelear. De hecho, seguramente se detectaron a la vez, pues uno de los integrantes renegados era del clan Hyuuga:

- Hey tíos... Tenemos compañía... Nos persiguen a cincuenta metros. Son el Kage y otras dos chicas.

Dijo con tranquilidad.

- ¡Venga, no me jodas! ¡Si acabamos de salir! Estoy hasta los huevos... Aunque podemos aprovechar, y coger a una para darnos una alegría, que hace un tiempo que estoy en sequía. Y si es una de ojos claros, vamos, ya es que no puedo resistirme... Adoro sus gritos, su dolor... ¡¡Es tan excitante!!

- Joder tío, calla de una vez. Estoy ya cansado de aguantar tus manías y tus delirios. Por tu culpa acabaré odiando el clan Jashin, macho... Un día de estos...

- ...¿Me matarás? ¡¡¡JAJAJAJA!!! Sabes que no puedo morir.

- Eh, tíos, dejadlo ya. ¿Qué hacemos?

- ¿Qué vamos a hacer? Las otras dos serán normalillas, pero el capullo del jefe es rápido. No nos queda otra que esperarles y darles una paliza. Así que chicos... Recordad...

Dijo sacando su guadaña en una sádica sonrisa.

- ...Si hay chica de ojos claros... Para mí.

De esta forma, los tres se dieron la vuelta, esperando a los shinobis que les detendrían. Nada más encontrarse las miradas, lo primero que haría el del clan Jashin sería lanzar un kunai hacia Sonzu, lanzando un siniestro grito de placer al ver sus claros ojos y comenzar a correr hacia ella, a treinta metros y mirando de forma obsesa sus dos claros ojos. El ninja de clan aún no nombrado empezaría a tocar una suave melodía, que llegaría a oídos de los protagonistas de la misión. Kenko se vería entonces con sus dos extremidades inferiores inmovilizadas, y caería al suelo. El Hyuuga, por su parte, iría hacia Shika de cabeza, con una expresión seria y decidida en el rostro.

Información de los pj:

Acciones y jutsus:

Gastos y daños:

Una voz a mi espalda provocó que diera un respingo mientras me levantaba, me aconsejaba estar más concentrada durante la misión. Tras el susto, me di la vuelta y vi al Tsuchikage bajar de su ataúd y colocárselo a la espalda para comenzar a caminar en dirección a las murallas. Varios segundos después se giró de nuevo y me felicitó por aprobar el examen y subir de rango. No pude evitar sonrojarme, pero mi rostro pasó de una expresión azorada a mostrar el desconcierto que me ofrecía ver a Sonzu a varios metros de distancia. Nos saludó con educación para después pedir a Kenko su ingreso en la misión. Me animaba bastante que mi amiga me acompañara en el trabajo que me esperaba para esa mañana, por lo que esperé con cierta impaciencia durante los segundos que tardó el Tsuchikage en responder.

Acto seguido, los tres nos encaminamos hacia las murallas que protegían la villa oculta de la roca en busca de los tres gennins que tenían la intención de renegar. Llegamos a la puerta de la villa y, tras preguntar a los shinobis que vigilaban, seguimos nuestro camino en la dirección que nos habían señalado. Un rato después, pude ver a los tres gennins. Me dio la sensación de que ya nos esperaban, lo que no me resultaba muy alentador. Sin embargo, no tenía la intención de rendirme en la misión y seguí caminando hacia ellos.

Pude ver que uno de ellos sacaba una guadaña al tiempo que comentaba algo con sus compañeros y un escalofrío recorrió mi espalda al ver que lanzaba un kunai en la dirección de Sonzu para después comenzar a correr hacia ella. Estaban a una distancia de treinta metros aproximados, por lo que no frené la marcha. Vi cómo uno de los gennins comenzaba a tocar una melodía con la flauta y, de reojo, distinguí la figura de mi Tsuchikage caer al suelo con las piernas paralizadas. El shinobi que había en el medio se encaminó hacia mí y, cuando distinguí algo extraño en su rostro semejante a las venas que se notaban más en el rostro de Sonzu cuando activaba su byakugan, aún sabiendo que podía estar equivocada, miré a mi compañera para descubrir que su rostro aún no mostraba las venas. Aún estaba a poca distancia de mis compañeros, por lo que, sabiendo que a esta distancia los gennins no podrían oírme, no tuve que levantar la voz para que me escucharan:

- Cerrad los ojos cuando os lo diga.

Acto seguido, comencé a correr hasta estar a quince metros de mi oponente y, antes de realizar un sello con una mano, grité "ahora", confiando en que mis compañeros hicieran caso de mi consejo. En menos de un segundo podría ver cómo los demás reaccionaban ante el destello que, rápido pero intenso, emitiría mi cuerpo. Esto les cegaría durante cinco segundos, lo que me permitiría acabar con el que tenía delante. Cuando estuvo cegado, comencé a correr en su dirección y en menos de tres segundos estuve frente a él con un kunai en la mano. Se lo clavé en la cabeza, matándolo al instante, aún con un segundo más de ceguera por si necesitaba rematarle. Salté el cuerpo del gennin y me giré para observar la situación de mis compañeros para ayudarles si tenían problemas. De esta forma, ninguno de los tres shinobis que había que matar podría sorprenderme por la espalda.

Información:

Acciones:

Gastos y daños:

Cuando el líder de la Villa Oculta de la Roca y su subordinada con el rango de Jounnin recién adquirido comenzaron su marcha hacia las murallas, una kunoichi se topó por su camino, era Sonzu, otra ninja que había conseguido aprobar el examen de Chunnin, no en el elevado puesto que tenía su amiga, pero logró ser Chunnin, un rango bastante apreciado en la villa hoy en día, esta le pedía al Tsuchikage entrar en la misión para poder ser útil a la villa, por lo visto Shika y Sonzu se habían hecho amigas con el paso del tiempo, últimamente habían entrenado a fondo juntas antes de examinarse para chunnin, así ambas irían preparadas, algo que a Kenko no le desilusionaba, todo lo contrario, le parecía magnífico ver como se llevaban bien, eso ayudaría en las misiones. Kenko dejó que participase en la misión como una integrante del equipo y comenzaron a ir tras los Guennins que intentaban renegarse.

Llegaron a divisarlos en las murallas, estando a treinta metros escasos los protagonistas de la misión pudieron ver que les esperaban, como si les hubiesen visto desde hace un buen rato, algo noo muy bueno si quieres pillar a alguien por sorpresa, la pregunta era el como les habían descubierto, iban con total sigilo, oírles no podrían, así que por fuerza tuvieron que verles, lo que hizo sospechar a Kenko que tuvieran algún jutsu ocular como el Byakugan o el mismo Byakugan, habría que tener cuidado con eso, podría ser muy peligroso.

Pudieron ver a los tres desertores, uno de ellos portaba una guadaña de tres filos, otro tenía unas prominentes venas al rededor de sus ojos, sin duda era el ojo blanco, y el tercero portaba una flauta que por lo visto al entoncar hizo que las piernas de Kenko se paralizasen, eso habría hecho que se cayera al suelo, pero cuatro de sus hilos se lo impidieron, quedando así sostenido por ellos, Shika avisóo a los otros dos ninjas que cerrasen los ojos, pues de repente una intensa luz cegó a los enemigos durante cinco segundos, tiempo más que suficiente para que Kenko crease un clon de hilos que fuera a por el flautista, corrió a gran velocidad con un kunai en la mano hasta estar justo enfrente de él mientras estaba cegado, entonces fue a apuñalar la cabeza del rival, quedando atrás la vida del guennin

info:

acciones:

gastos y daños:

Al llegar con mi Tsuchikage y Shika estos aceptaron que me uniera a la misión, y Kenko-sama me explicó en qué consistía. Ni más ni menos me había unido al encargo de matar a tres gennis que pretendían renegar de la villa, lo que aún sabiendo las consecuencias que esto podía tener me parecía espeluznante. Pero eran cosas que se me requerían, ¿no? Aunque acabar con la vida de tres personas... Resultaba cruel que de repente estuviera en nuestra mano. No mostraba mi descontento, y mucho menos que la voz que se presentaba de forma casual en mi cabeza ahora se revelaba de nuevo, completamente en desacuerdo conmigo, segura de que ellos merecían la muerte y sus planes no eran beneficiosos para la villa. Era probable que tuviera razón, pero con los mismos ojos que ahora me guiaban por el camino en el que iban Shika y Kenko, había contemplado como otros ninjas decidían quitarle la vida a mia padres y jugar así con el destino.
No me daba miedo morir, y menos aún protegiendo a Iwagakure, de hecho ser vencida no estaba dentro de mis expectativas, había entrenado muy duro para ser fuerte y seguiría haciéndolo. Pero a su vez, miles de ideales en contra de los míos, se iban entremezclando con mis pensamientos. Notaba como mis barreras, las cadenas que sostenían a la voz que llevaba dentro se iban debilitando… Era la misma sensación que la del examen chunnin, donde solo el dios Suzaku consiguió que se callara, pero esta vez no había nada así. Sus pensamientos cada vez se hacían más tentadores en mi cabeza, tenía unas tremendas ganas de cumplir las ideas que me mandaba… Yo seguí luchando con el poder que iba consiguiendo sobre mi mente y cuerpo, sin poder evitar alguna mueca de descontento, dolor o angustia ante aquella situación que se me iba lentamente de las manos, intentando a su vez pasar desapercibida… Finalmente, no pude más, y cuando volví a hablar nuestras voces se unieron en una sola:

-Los traidores deben morir.

En ese momento ya miraba al frente, con otros tres chicos compartiendo la vista. Tenían que ser los que pretendían irse de Iwagakure, y tanto Kenko como Shika parecían haberlo notado. Yo estaba a la derecha, a la misma altura de mis otros dos compañeros. El que se encontraba frente a mí a treinta metros me lanzó un kunai, y yo correspondí a su grito de placer con una sonrisa divertida. Si quería tenerme, aquí estaba. Para esquivar el arma no tuve más que dar un paso, y se clavó en el suelo a unos metros de mí, la dirigí una breve mirada por si había algún hilo atado a esta, dejando un margen de separación, y de nuevo mis ojos se dirigieron al frente. La kunoichi de protuberantes pechos que me acompañaba en la misión dio el aviso de cerrar los ojos, por lo que no activé el Byakugan aún, pero ya entonces estaba corriendo para encontrarme con el chico del kunai, aceptando el reto que me proponía. En el caso de que el otro chico del clan Hyuga no desactivase su ojo esto le cegaría, y teníamos de lado el factor sorpresa de que no sabían nuestras estrategias… En cuanto escuché el aviso cerré los ojos, por entonces no había avanzado demasiado, todo ocurría muy rápido, pero aquel shinobi con ganas de sangre seguía corriendo a mi posición y el flashazo debió cegarle por completo. Justo cuando pasó tenía el sello con una mano preparado, y el byakugan se activó, dotándome de nuevo con la privilegiada vista. Mi enemigo estaba cerca y apenas tardé un segundo más en alcanzarle, lo que me dejaba con otros 4 si no recordaba mal para efectuar mi ataque. Con las manos abiertas rebosantes de chakra y ardiendo en calor le propiné dos golpes. Uno estaba en su costado izquierdo, el lado contrario donde sostenía la guadaña, mientras que el otro acabaría en el mismo lado pero esta vez sería propinado más arriba, sobre la altura del corazón. Estaba ligeramente agachada, pero veía cada uno de sus movimientos gracias a mis ojos, y esperaba que los demás tuvieran facilidad con sus enemigos. Al principio el mío sentiría el calor que mis manos desprendían y solo las quemaduras le harían efecto, mientras que instantes después comenzaría a dolerle el efecto de mi golpe suave, dañando sus órganos internos, lo que le duraría más de lo que esperaba, ya que estaría presente un rato más. Como además tenía más fuerza que mi adversario, el golpe le lanzaría volando por los aires, y antes de que aterrizara, cuando debía haber recuperado ya la vista, y acabaría impactando contra el suelo dos metros más lejos. Por si acaso su capacidad de reacción era alta a pesar del dejarle cegado, en cuanto mis manos le habían tocado me impulsé para dar un salto hacia atrás, alejándome otros dos metros, lo que nos dejó a una distancia de cuatro metros en total. Quizás aún lograba hacer algo y la diversión no se acababa tan pronto… Le esperé con un pie adelantado y las manos en posición defensiva, aún sonriendo, estaba resultando agradable descargar mi ira sobre aquel tipo.

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