Aprendiendo a escalar

Habilidad:

Me he despertado un rato antes de lo habitual en mí, pues suelo dormir hasta después del amanecer. Resulta que aún no ha amanecido y yo estoy tumbada en la cama intentando conciliar un sueño que no llega. Doy varias vueltas en la cama buscando una posición más cómoda que me permita descansar un rato más, pero lo veo imposible. Resulta que el pajarito que canta al lado de la ventana es tan pesado que me va a despertar desde ahora. Miro con odio hacia la ventana, ¿por qué? ¿Por qué tiene que interrumpir mi magnífico descanso? Suspiro y me acerco a la ventana con resignación, cuando la abro veo que la lluvia entra a cántaros en la habitación y cierro con rapidez. Resulta que no hay ningún pajarito con voz extraña, ese es el ruido que el agua hace al chocar contra… alguna parte del exterior de la casa.

Ahora estoy mojada, pero no me importa, me encanta la lluvia. Sin embargo, como no me cambie caeré enferma. Menos mal que al menos entra la luz de la luna, porque si no me habría dado varios golpes ya contra diversas esquinas de los muebles. ¡Ay! Vale, por mucha luz de luna que pueda entrar por la ventana, la esquina de la cama siempre estará ahí para hacer mella en mi espinilla. Me acerco al armario y al abrirlo descubro un montón de ropa que no me pondré hoy. Siempre tengo la misma rutina, abrir el armario y darme cuenta de toda la ropa que tengo y que pocas veces me pondré, si es que… ¿de qué me sirve a mí tener un vestido en el armario?

Suspiro de nuevo y me tiro en la cama mientras pienso en qué voy a ponerme. En realidad lo tengo bastante claro, pero me da pereza levantarme de nuevo y seguir buscando entre los montones de ropa que ocupan mi armario. Sin embargo, es lo que hay. Con un esfuerzo bastante grande teniendo en cuenta mi pereza, me levanto de la cama y miro el interior del armario con resignación, buscando el top que tanto me gusta vestir. Lo encuentro sin mucho esfuerzo y lo cojo para ponérmelo. Después, busco un pantalón corto negro como acompañante. No creo que vaya a pasar frío… ¿no?

Bueno, vale, mejor me pongo un pantalón largo y una camiseta de manga corta. Eso sí, todo oscuro que no me gusta llamar la atención. Me visto con parsimonia y después camino por la casa dando vueltas en una dirección que no tengo muy clara hasta que me doy cuenta de que lo que quería hacer era llegar a la cocina. Madre mía, esto de levantarse antes del amanecer es demasiado pedir para mí, si total, acabo dando vueltas por la casa como una loca que no sabe ni dónde vive ni qué hace.

Desayuno con una calma de la que no puede presumir cualquiera… excepto yo. Realmente me sorprende a mí misma ver la tranquilidad con que hago todo. Es que yo no veo motivos para ponerme nerviosa por ninguna parte. ¿Por qué habría de ponerme nerviosa mientras se me quema el desayuno? Espera… ¿qué?

Atravieso la cocina con rapidez para coger el resto de mi desayuno y observar que está bastante chamuscado. Uy… qué desliz. Bueno, pero no importa, algo he desayunado ya y con eso me sirve. Dejo los utensilios de cocina que he utilizado en la mesa junto a todos los demás que se han acumulado en estos días. Si es que… fregarlos da una pereza… Bueno, ya lo haré esta tarde, cuando vuelva de mi entrenamiento.

Cojo la capa de la villa y me cubro con ella para no acabar con la ropa empapada después de la lluvia que cae por aquí a todas horas. Lo cierto es que me encanta ver llover y refrescarme bajo las gotas que caen del cielo. Si es que es tan relajante… Reika… concéntrate… Abro de nuevo los ojos y descubro que si me echara en la puerta de casa bajo el manto de la lluvia me sería más fácil dormir que en la cama, bajo las sábanas. Si es que la lluvia relaja tanto… ¡Reika! Vale, vale, ya me concentro.

Comienzo a caminar por las calles de la villa mientras las gotas de agua mojan mi capa. Hoy me he puesto la capucha porque voy a entrenar en el templo, que está en las cloacas. ¿Cómo? ¿En las cloacas? No lo entiendo… ¿qué hago yo entrenando en las cloacas? Seguro que están llenas de ratas… Reika… concentración… Vale, bien, si tengo que ir a las cloacas allí iré. Total, las ratas molan.

Cruzo la villa con bastante calma, sabiendo que si me descuido podría resbalar. Sí, eso es lo malo de que llueva todo el día, si no tienes cuidado vas por la calle dándote golpes y golpes en el culo. Pobre de mi trasero… ¿Si lo hiciera de hielo me dolería menos? Reika… Voy, voy. Continúo el camino y, cómo no, en un momento mi trasero acaba en el suelo. Si es que no hay quien se concentre despertándome antes del amanecer.

Miro al cielo y descubro que, aunque el sol no choca contra los tejados de las casas como la lluvia, ya ha amanecido. Anda, pues resulta que voy a hacer el entrenamiento durante el día. Y yo desesperada porque pensaba que me iba a tocar hacerlo por la noche… la noche está para dormir… Bostezo y ralentizo el paso mientras se me van cerrando los ojos, pero una vocecilla en mi mente vuelve a gritar mi nombre para repetirme de nuevo que me concentre y camine hacia las cloacas, que me estoy desviando hacia otro lado de la villa.

Reemprendo el camino correcto y en poco tiempo llego a lo que parece la entrada de las cloacas. Entro y camino un poco más deprisa hasta el lugar que me habían señalado para poder entrenar a gusto. Me adentro en lo que parece un templo y descubro que soy de las primeras en llegar a coger una sala. Qué cosas… normalmente yo era de las últimas… Bueno, no importa, así podré elegir la sala que yo quiera.

Entro en una de las primeras salas y sonrío al ver lo grande que es. Resulta que tiene unos diez metros de altura y me va a servir para aprender la habilidad que tengo pensado. A ver, lo primero que tengo que hacer es acumular chakra en mis pies. Vale, seguro que es facilísimo. Cierro los ojos y comienzo a jugar con el flujo de chakra de mi cuerpo para llevarlo de un lugar a otro, de las manos a los pies. Vale, tengo mucho chakra concentrado en los pies, así que será fácil.

Me acerco a la pared y apoyo un pie en ella, pero salgo disparada varios metros hacia atrás, dándome el segundo golpe en la rabadilla del día. Duele un poco, pero se puede soportar. En realidad estoy dando vueltas por la sala, siempre con la misma parsimonia, mientras me quejo de que duele. Bueno, el caso es que cuando cesa el dolor me doy cuenta que el chakra que concentre no tiene que ser ni mucho ni poco, por lo que vuelvo a mandarlo a mis pies y apoyo uno en la pared. Subo un metro y caigo abajo, dándome un tercer golpe. Vuelvo a la misma situación que antes, dando vueltas por la sala mientras me quejo de que duele un poquito.

Después de terminar la rutina de los quejidos, concentro en mis pies más cantidad que esta vez pero menos que la primera y vuelvo a intentar subir por la pared. Viendo que no me caigo como antes, comienzo a caminar por las paredes y me decido a dar una vuelta por la sala. Es bastante extraño ver el mundo desde aquí, pero me gusta. Subo hasta el techo de la sala y miro al suelo. Vaya, sí que se notan los diez metros cuando se habla de altura. Comienzo a bajar por la pared de nuevo al suelo y sonrío al ver que he conseguido dar unas cuantas vueltas por la sala, subir hasta arriba del todo y bajar de nuevo sin caerme y, lo mejor de todo, sin darme más golpes en la rabadilla. Por fin… ahora podré volver a casa e intentar recuperar mis horas de sue… vale, no, tengo que fregar.

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