Encuentro de Katniss y Suircito. (Increible que esto haya acabado en +18)

Era un bonito día para pasear, yo llevaba ya varios días en uno de mis primeros peregrinajes entre países. La lluvia me caía en la cara, y me apetecía rememorar varios momentos importanes de mi vida. El país de la lluvia era el primero de ellos, donde fui bendecido, y a la vez maldito, con el poder que cargo en mi espalda. Me atormenta, pero me da grandes poderes, poderes que pueden acabar conmigo. Sin embargo, me da conversación, y es útil para, no se, contar el tiempo hasta que el ramen está disponible, o saber la hora que es... Cosas así.

Últimamente, desde hace un año ya; quien usaría esa expresión para referirse a un año, en fin; convivo con mis eternos acompañanantes. Ellos me llevan en el día a día, y hacen que sea más entretenido vivir. Algunos, hasta tienen malas ideas, y me proponen proposiciones indecentes. Cualquiera que quisiera oir mi historia, sabría que son dos, una mujer, y algo que no puedo definir con un sexo. Tan solo es él. Así es como se define, al menos. Pero aún no he aprendido a sexar los escarabajos.

Bajo la lluvia espero, y me pongo a meditar. No se a que espero, ni a quien, ni a lo que pueda ocurrir. La última vez que esperé en estas llanuras, gané algo más que un bonito paseo, veamos si este es mi lugar de la suerte...

OFF: perdona la brevedad. Luego editaré para ampliarlo.

Tranquilamente, reflexionaba, mientras intentaba abstraer mi mente. Debía hacerlo, si quería poder mejorar mi profundización en mi propio ser. El ruido de la lluvia me acompañaba, haciendo que cada gota se estrellara contra mi piel, como si de lágrimas de sangre del cielo se tratasen, suicidándose con mi contacto, dejando que los pocos segundos de vida que les quedaban se evaporaran rozandome. Yo sería lo último que verían esas pequeñas gotas. Pero, dentro de poco tiempo, volverían a renacer en un glorioso esplendor, retomando su forma original. Tal era el ciclo de la vida, del agua, de todo. Salir de un sitio, para volver a él. Memento homo quia pulvis is et in pulverim reverteris. No soy muy de citas, y más si están en idiomas que ya nadie habla, pero esta me viene que ni pintada. Decido adentrar un poco más. Dejo de ver la llanura, las gotas. Dejo de sentir cada una de las sensaciones que me proporcionan, para solo ver un color negro, que precede a una sala grande, que ya conozco de cientos de visitas. La Gran Sala se alza ante mí. Allí, me hallo de pie, junto a la Carcel de La Bestia, que me mira expectante.

Y bien? No sabía que hoy querías hacer algo conmigo. Pero, si insistes...

No vengo a verte a tí, Choumei. Hoy voy a probar algo diferente.

Segundos después, Yukianesa me abraza por la espalda, haciendome sentir el tacto de sus labios contra mi cuello, y de su pecho en mi espalda.

Lo sabía, vienes a verme a mi! Hacía ya mucho que no pasabas, cariño. Ponte cómodo, yo te serviré toda tu estancia aquí.

No del todo, pequeña. Mi visita al Palacio hoy no es con fines bélicos, ni entrenar, ni tan siquiera el placer carnal. Quiero ponerme a prueba.

¿Cómo? Otra vez pasas de mí? Me empiezas a cansar mucho, Suircito mío. Ya me debes demasiadas, lo tienes que recordar. Al menos, deja que me entretenga un poco.

Está bien... Mujeres.

El silencio de la sala se ve roto por las caricias de Yukianesa, que no será capaz de dejarme en paz hasta que no le de lo que quiere. Realmente, nunca he sido capaz de decírselo, pero... Su espíritu es algo cargante. Entiendo que me desee, o todo eso, pero vive en mi cuerpo, a costa de mi ser. Que nunca lo olvide.

Segundo después, una enorme voz interrumpe nuestro "amor".

¿Y bien? LLevas veinte minutos haciendome esperar, y no has dicho nada, salvo enrrollarte con esta furcia que llamas compañera. No decías algo de probarte?

Separo de mí a Yukianesa por varios segundos, me levanto desde mi cómoda postura de estar tumbado, y le hablo claramente.

Llevas razón, compañero. Los dos lo sois, recordadlo siempre. Hoy deseo entrar en las salas que nunca he entrado del Palacio. Si puedo recordar bien, es lo más similar a la forma física de mi subsconsciente que hay, no?


Afirmativo. En ellas, puedes perderte facilísimamente, y morir entre sus enormes laberintos, y bibliotecas. Yo que tú, no lo haría. Este último piso es el más seguro, de los siete que hay. Siempre has podido subir por las escaleras, y ver las salas, pero solo en penumbra. Unos cinco minutos en el tercer piso podrían matarte.

En ese caso, tendré cuidado. Bajaré al quinto piso, pasando del sexto. Tan dificil no puede ser.

Ni se te ocurra bajar al quinto, si no has pasado una temporada bien larga en el sexto. Otro día, te daré el mapa del Palacio, y verás que hasta que no me domines por completo, no puedes pasar del tercero.

Lo capto, viejo. Iremos pues, por el sexto. Yukianesa, nos vamos.

La tomo de la mano, y salimos de la Gran sala, viendo la escalera de caracol que baja hacia el sexto piso. Nunca he sabido por qué, pero cada piso tiene una estructura diferente, hasta las susodichas escaleras son diferentes en cada piso. Comienzo a bajar los escalones, con mi pálida acompañante, cuando noto una presencia en el exterior. Algo ha roto la armonía de la llanura. Habrá dejado de llover? No, no puede ser eso, es algo diferente.

Maldita sea, tengo que salir de aquí. Yuki, nos veremos luego. Algo ocurre.

Yukianesa, enfadada, pone cara de morros y refunfuña:

A mí ya me da igual lo que hagas, jo. Vete, y no vuelvas en una temporada.

Acto seguido, me siento ante el primer tramo de escalones, en la posición del loto, la misma que mantengo la realidad externa. Cierro los ojos, y, cuando los abro, vuelvo a estar en la llanura del País de la Lluvia. Ante mí, se alza una preciosa joven, que parece tener frío, por el gesto de sus brazos, y el color de sus mejillas.

Este lugar puede ser peligroso, si se va sin la protección adecuada. Toma, mi chaqueta. Cuando deje de llover, me la podrás devolver.

Dicho esto, me levanto, y le ofrezco mi atuendo, dejando mi pecho al descubierto, del que no tengo nada que avergonzarme. He vivido mucho tiempo en el país de la niebla, y este frio no me matará.

La joven no dudaba de mis palabras, pero parecía no estar escuchándolas. Cada parte de mi ser, en ese momento, se abstrajo junto a ella, y ambos quedamos en una escena totalmente patética, a ojos de otros. Los dos nos mirábamos, con una mirada perdida, con el gesto extraño, como quien ve una obra de arte preciosa, pero que no es capaz de definir. Así me sentía yo. Aquella joven era hermosa, eso estaba claro. Pero tenía algo extraño, no respondía a las palabras que le envié. Segundos más tarde, colorada como un tomate, me arrebata mi chaleco, y se tapa el cuerpo que puede con él, a pesar de tener sus brazos al descubierto. Un poco después, titubea algunas palabras que no llego a entender, por lo que me acerco más a ella, hasta el punto de que nuestras mejillas se juntan, y puedo susurrarle al oido, con un gesto divertido:

Si no hablas más claro, no seré capaz de oirte. Y bien, que has dicho?

La chica está tiritando de frío, y yo ya no le puedo ofrecer más ropa. Ya tengo el torso al aire, musculado por los años de entrenamiento. Lo único que puedo decirle, es la primera idea que tengo.

Busquemos un árbol con el que guarecernos de la lluvia. Ah, y no me he presentado. Soy Suiryumaru Hozuki, pero puedes llamarme Suir.

El contacto con ella podría hacer que pueda sentir mi gélida temperatura corporal, creada por los celos que siente Yukianesa hacia esta joven, haciendo que me sienta más helado por momentos. Si no entro en calor en poco tiempo, puedo morir de hipotermia, y lo peor será que dará igual lo que se me tape, nada me curará. Tengo que hacer que se sienta querida, o algo así.

Yukianesa, esta joven es inofensiva. Nada me hará cambiar lo que siento por tí, tenlo en cuenta.

La miento, pero no me queda otro remedio. Pocos instantes después, cuando junto mi mejilla con la suya, ya es un calor normal, y no se verá afectada por ello. He podido mantener el tipo por un rato. Con mi oreja pegada a su boca, casi, puedo oir su frase inicial, en la que se presenta.

Katniss Everdeen, eh? Es un nombre que procuraré no olvidar.

Se siente bien estando ahí. Pocas veces mi pulso ha estado tan acelerado. Para hacer tanto frío, mis mejillas están de un color tan rojo, que el más ardiente de los fuegos languidecería ante mi fulgor.

Buscamos un árbol, pero nos parece mejor idea localizar otro lugar donde pueda hacer menos frío. Tras un rato en silencio, no parecemos ver nada que nos lleve. La llanura tiene elevaciones, y trozos planos. En algunas colinas, parece que, al subir, conseguirás ver algo, pero, cuando la alcanzas, tu esperanza se diluye como las pequeñas gotas que arrecian el lugar. Aquí deben de caer miles de litros de agua. Tras veinte minutos andando, nadie ha dicho nada. Sin embargo, yo soy más rápido, y, a veces, me adelantaba un par de metros, o saltaba, para intentar atisbar algo. A los diez minutos, por fin logro ver algo, cuando íbamos, casi sin rumbo, por el Este. Una casa! Por fín! Emocionado, y con ganas de poder guarecerme de la lluvia, que, por otra parte, es tan purificadora, y suave, que dan ganas de tumbarse en la hierba, y disfrutar de ella.

La agarro de la mano, y la llevo corriendo hacia el lugar, de una forma un tanto extraña. Cuando llego, me doy cuenta de lo brusco que puedo llegar a ser, y me disculpo ante ella por ello.

Dis..Disculpa. No pretendía, preten... Entremos.

Una vez estamos dentro, me agradece por mi atuendo, mientras buscamos un lugar donde acomodarnos. Unas sillas son las elegidas para ello.

Yo no tengo ningún problema en ello, no te preocupes. En donde yo vivo, hace mucho frío, que ello no te quite el sueño.

Su tono de voz ahora es más audible, pero sigo manteniendome a una distancia muy cercana, demasiado para los cánones de una conversación normal, acercándome más y más por segundos, hasta que, mientras ella dice "yo... no queria" uso una mano para cogerla de la barbilla, y otra de la mano, y acerco mis labios a los suyos. En ese momento, nota mi gélido tacto, y cierro mi mano, entrelazándola con la suya. Ella también tiene frío, y ese será un buen método para que ambos entremos en calor, al menos, por un tiempo. Claro que, estaba claro que ese era mi deseo. El frio es la mayor excusa que me he podido poner a mi mismo en mucho tiempo.

Considero eso como una compensación por el chaleco.

Parece ser que el que es el primer beso que doy a una mujer no ha tenido el efecto esperado, pues, me lo agradece. Si, de acuerdo, es gratificante, pero... Bueno, por otra parte, se acaba de quitar mi chaleco, y lo ha arrojado al suelo. Es una herencia de familia, me lo dio mi padre al hacerme ninja, a mis dieciocho años, pero creo que comprenderá esta mancillación de su honor. El también fue joven, no? Esto lo entenderá, salvo por el hecho de que no tiene por qué saberlo jamás. Ver su cuerpo con cada ves menos ropa hace que mi pulso se acelere, hasta el punto de que sería casi posible oirlo si se estuviera en completa calma y tranquilidad, algo que aquí, no ocurre. Ambos seguimos sentados sobre nuestras sillas, pero no parece que queramos tener intención de seguir sobre ellas mucho tiempo. Si no controlo mi cabeza, me podría tirar al suelo en cualquier momento con ella debajo mía, y perder la conciencia por una temporadita.

Por un segundo, llora, sin entender yo nada. No ha hecho nada mal, no se a que se pone así. Bueno, si me paro a pensarlo... Soy un completo desconocido, y ella lo es para mí. Esta bien esto? Si me paro a pensarlo... Yo no me paro a pensar nada nunca.

Lo has hecho genial.

La vuelvo a besar, agarrando su mano con más fuerza aún, y abrazándola con la otra, acercándola por la cintura a mí. La pongo de pie, para que podamos estar más cómodos.

Más, eh? Podría apostar a que este edificio tiene un segundo piso.

La mano que agarraba la suya, pasa a su mejilla, acariciándola con el dorso, mientras bajo mis labios hacia su cuello besándolo apasionadamente. Un poco más tarde, baja de la mejilla al pecho, y allí lo tantea, haciendome perder la cabeza un poco más con cada segundo que pasa.

Mi idea de ir a un segundo piso, en busca de un lugar más cómodo ha sido todo un éxito. Ella ya había visto las escaleras que ví al entrar, haciendo que mi apuesta fuera imposible de perder. Tras besarla, y tocar su pecho, puedo ver que se vuelve loca, y tira de mí, con intención de llevarme a ese lugar de deseo en el que poder consumar nuestra pasión. Mis pensamientos han abandonado mi cabeza hace escasos momentos, por lo que no soy capaz de distinguir ninguna cosa que no sea ella. Katniss... Un nombre que dudo que llegue a olvidar jamás, si todo esto sigue así. Mientras subimos por las escaleras, noto como el calor que me inunda no es suficiente, yo también quiero más. Como ella va delante, lleva un par de escalones de ventaja, y yo estoy lo suficientemente cerca de sus pantalones como para quitarselos sin tener que agacharme. No los va a necesitar. Los tiro por medio del pasillo, sabiendo que tardaré bastante tiempo en verlos. El primer cuarto tiene dos camas, algo que será totalmente inútil en este momento. El segundo, gracias a dios, tiene una cama lo suficientemente grande como para que todo nuestro ardor quepa dentro. Me suelta, pero que está haciendo? Yo quiero ir con ella hasta el fin del mundo.

Ahora entiendo, salta sobre la cama, y pone la pose más provocativa que yo sea capaz de concebir. Todo el contorno de su cuerpo se marca ante mí, dejando ver como su pecho está casi al descubierto, siendo su camiseta cuasitransparente. Su belleza es abrumadora, todo mi mundo desparece. Todo mi entrenamiento como ninja se borra de mi mente por instantes, en los que soy puro fuego. Tiro todas mis armas por ahí, ignorando los gritos de Yukianesa, en los que me suplica que no lo haga. Tambien tiro el resto de mi ropa, quedando completamente desnudo, ante ella, que me mira con cara de deseo, de querer lo mismo que yo, de haber esperado años a este momento, como si el destino fuese el que nos hubiese conducido el dia de hoy a juntarnos, a permanecer juntos en este glorioso dia. A ella le sobra mucha ropa, no debiera tenerla. Salto sobre ella, ahora que está en una posición tan propicia para el acto amatorio, haciendo que me clave un poco contra su ropa interior. Esa camiseta es algo que no debería existir. Literalmente, la devoro, usando mis afilados colmillos para ello. Cuando la he acabado de arrancar a jirones, y tirarlos por ahí, la vuelvo a besar, con todo mi frenético ardor. Si alguien mirara a nuestras caras, podría ver como nuestras mejillas se mueven ligeramente, por el movimiento de nuestras lenguas en contacto. Es un tacto suave, una auténtica delicia. Jamás había podido experimientar algo siquiera similar a esto. Sus piernas se enrollan en mis caderas, y sus brazos en mi espalda. Me clava ligeramente las uñas, quien sabe como acabaré de lastimado. Antes de poder iniciar todo, y volverme definitivamente uno con ella, un resquicio de mi mente vuelve a mí, y pregunto algo que creo saber:

Espera. Esta es... también tu primera vez, ¿no?

No es momento para avergonzarme, pero no lo puedo evitar. Tengo que olvidar esa vena, si quiero, poder disfrutar al cien por cien de este momento.

Me hallo extasiado por el momento. La luz, el sonido, los colores... Todo se difumina ante el tacto de mi nueva diosa, Katniss Everdeen. Ya ni siquiera lleva su camiseta, me he ocupado de ello, ella misma se quita el sujetador, cuando iba a sentir su abrazo. El tamaño de su pecho, su suavidad, su tacto... Todo en ella es increíble. Nunca había podido sentir algo tan maravilloso, que desprenda en mí tantas emociones, tantas sensaciones. Simplemente, irrepetible. Los siguientes minutos de mi vida, se grabarán a fuego en mi interior. Alzo la mirada, y veo sus ojos. Están deseosos de sentirme todavía más, que no tenga fin nuestro extasis carnal. Bajo la cara hasta su pecho, y allí, me deleito con la visión de sus pezones, que están erectos, impacientes por que los disfrute. Introduzco la cara entre ellos, para, usando mi lengua para divertirme más, bajar hasta su ombligo, para poder ver su ropa interior roja, de encaje. Esto tampoco lo necesita. Sus piernas están altamente abiertas, y yo quepo perfectamente en ellas, pero no podré quitarselo si no las cierra ligeramente. La cojo de la pierna izquierda, y la junto con su homónima derecha. Tiro el susodicho tanga por cualquier lado de la habitación segundos después, tambien tardaré en verlo de nuevo. La visión de ella completa, por unos segundos, hace que pierda el sentido, y casi arremeto contra ella con la fuerza de una bestia. Pero, cuando ya la he vuelto a abrir de piernas, y colocarme entre ella, recupero la cordura. No, esto no lo haré como una bestia, si no como el Suiryumaru Hozuki que soy.

Vamos, no seas mariquita! Fóllatela ya! A qué estas esperando?

Simplemente, le ignoro, aunque el sabe que no sería escuchado de todos modos. Por Jashin, que brusco que es. Pero no le presto más atención, y vuelvo a mi ars amandi.

La beso de nuevo, y confío en que acierte con la primera estocada, cuando me coloco entre ella, introduciendo solamente el inicio.

Esto te... dolerá. Lo siento por adelantado.

Mientras vuelvo a meter mi lengua en su boca, doy el primer golpe, y siento una indescriptible sensación. Es un calor húmedo, que se une al de la tibia sangre, que corre por ella, manchando la cama en la que estamos. Tampoco me importa, nada me importa, ahora ella y yo nos hemos hecho uno, en una unión que durará eternamente, al menos, eso creo yo. Ha sido nuestra primera vez, y ahora es el momento de iniciarla.

Y alla van!

Puto Choumei.

Mi primera acometida ha acabado con su virginidad, haciendo que sangre, y profiera un enorme grito, mientras me clava las uñas en la espalda hasta casi hacerme sangre. El dolor ha debido de ser agudo, pero no duradero, pues poco tiempo después, aunque no me he movido por miedo, comienza a gemir de placer. Me aprieta contra ella, quiere que siga. Lo está deseando, lo estoy deseando. Nuestro furor nos llevará a la tumba, moriremos abrazados juntos, pasionales, ardientes. Unidos para siempre, en carne y alma, como un solo ser, que se profesa amor. Y solo es una desconocida, que ha conseguido que todas las defensas de mi corazón se derrumben para siempre.

Me muevo muy lentamente, haciendo que hasta el más simple de los movimientos provoque en ella una reacción de placer extremo. Creo que vamos a perder la cabeza, que vamos a estallar en cualquier momento. Pero aún no es momento para eso, nos queda mucha noche por delante, mucho placer por darnos. De repente, y sin que pueda evitarlo, ella gira, conmigo encima, para ponerme bajo ella, y poder cabalgar sobre mí, gozando con cada movimiento. Esta sensación es mucho más diferente, y también altamente placentera, me introduzco cada vez más, y con mayores sensaciones en ella. No creo que aguantara mucho tiempo más así, pero es mi deber satisfacerla hasta que ella esté completamente extasiada. Así que relajo todos los músculos de mi cuerpo, y dejo que ella haga, en vistas de que parece estar gozándolo ahí arriba.

No... No pares, sigue.

Ha empezado a moverse. Ha empezado a moverse tranquilamente, aumentado con cada segundo su velocidad, su frecuencia, y la fuerza que aplica sobre mí. Cada movimiento me da oleadas de sensaciones. Tardaría cien años en poder describir un segundo de los que estoy sintiendo ahora. No tiene cabida el pensar, el decir, el sentir. Todo tiene un principio, y un fin. El principio soy yo, Suir, y el final es ella, Katniss. Todo es parte de un todo, de un único ser. Solo existimos ella y yo. Flotamos sobre un espacio indefinido, donde no hay color, no hay forma, no hay sonido, no hay existencia. Las acciones, lo que ocurre, realmente, no soy capaz de describirlos. Me acaba de besar, o estaba acariciando mi torso? No soy capaz de distinguir nada, mi mente está en blanco, vacía. Solo puedo ver su rostro, pero no el lugar donde está. Todo trasciende sobre ella, todo es ella. Todas las noches de mi vida, antes de dormir, podré verla de nuevo, ya que tengo cada momento con ella atesorado, y aun no ha terminado. Se que cada vez que me mueva, aunque sea un milímetro, quedará registrado en mi interior, en esta noche interminable, inolvidable, sublime.


Me parece oir algo, pero no estoy seguro de lo que es. Si intento aguzar el oido, puedo darme cuenta de que son nuestros gritos, que resuenan por toda la llanura del País. Ni siquiera soy consciente de ellos, solo se que el corazón se me sale por el pecho, y la respiración es diez veces más rápida que de costumbre.

Puedo ver su pecho, dios, lo quiero para mí, quiero que esos dos pechos me pertenezcan de por vida, y poder acariciarlos para siempre.

De repente, dejo de oir su respiración, o, mejor dicho, de notarla. Puedo sentir en ella hasta el más mínimo cambio, todo por el increible tacto de su piel, el sabor de su lengua, mayor que el de todos los manjares del mundo juntos, el olor de su cabello, que supera todas las fragancias del país de las flores juntas. Ya no respira, por qué? Que la estará pasan..

Yo también lo noto. Se porqué ha dejado de respirar, y porque se mueve a tantísima velocidad, perdiendo toda noción de su cuerpo. Es un sentimiento que remueve todo mi ser, que descompone mi alma en fragmentos, y los vuelve a reunir, para que todos estallen en un momento.

Lo que siento ahora supera todo, todo lo que pueda imaginar. Cada par de segundos, se centuplica, se eleva hasta el infinito. Me desbordo sobre ella, con una emocion que no puedo controlar. Jadeo hasta caer rendido, y siento su cuerpo sobre el mío.

Yo... hablaría... si pudiera... pero... no... puedo. Dame... cinco... minutos... para descansar.

Creo que aún sigo en su interior, pero no lo podría afirmar. He caido rendido ante ella, me acomodo en la cama, mientras juega con mi pelo. Me gusta mucho esa sensación. Ya todo ha vuelto a la normalidad, y lo único que puedo decirla, antes de pase lo que crea que me va a pasar, que es quedarme dormido, es:

Katniss, te quiero.

Tengo sueños dulces, tan dulces que no soy capaz ni de recordar cuando han sido ni la mitad de buenos. Siento un calor muy reconfortante por mi costado izquierdo, aunque no discierno del todo que es. En mis sueños, una joven dama me besa y me dice al oido que tambien me quiere, que lo hará para siempre. Es un beso muy tierno, suave, simple, en los labios, un beso de amor y ternura.

Me despierto por la mañana, mientras los rayos de sol inundan la casa en la que estoy... ¿Dónde estoy?

Giro la cabeza levemente, y recuerdo todo. Se encuentra al lado mi amor, Katniss. ¿Cómo he podido olvidarme de ella por un segundo, siquiera? Ella es la luz de mis ojos, que ha hecho en un día más que todas las mujeres del mundo en años en mi corazón.

La lluvia sigue arreciando en el país homónimo. Ahora que lo pienso, nunca he visto este lugar sin que llueva en él, que extraño. Pero nada puede superar en belleza a este momento. Puedo ver a mi pequeña durmiendo en mi hombro, con los ojitos cerrados, con esa expresión de angel, que hace escasas horas era una auténtica diablesa entre mis brazos, que escupía fuego y amor por todos sus poros. Tengo una de sus hermosas piernas sobre mí, ligeramente me roza en la zona que ayer más la amó, no importa. Su brazo cubre mi pecho, y la siento contra mi costado, tal y como en mi sueño. Entonces, si eso era como en mi sueño, tambien dijo lo que me pareció oir? Un rubor cubre mis mejillas, y siento ardor de nuevo en mi pecho, pero aún no es momento, ella está durmiendo, dejémosla descansar.

Miro al techo, y a las paredes, descansando de la noche de pasion que tuvimos. Miro la decoración de la casa. Ni me había fijado en ella. En una de las paredes, hay un cuadro con varios perros jugando al poker, pero, uno de ellos, si te fijas, no es un perro. Es un ninja con aspecto canino, que, a pesar de estar de espaldas en el cuadro, gira su cuello como si te estuviera mirando. Lleva tres ases, y dos cuatros, pero un as le sobresale de la manga, que tramposo.

Cuando ya empiezo a notar que se está despertando, subo sobre ella, la beso en los labios, luego en el cuello, y le digo:

Buenos días, princesa. ¿Qué tal has dormido?

Se la ve de un humor increíblemente bueno en esta mañana, se nota que lo ha pasado bien conmigo, y yo con ella. Nadie nos puede arrebatar este pequeño momento en que nos intercambiamos palabras de amor, que nos lo juramos. Me encanta oir cada sonido que sale de ella, cada palabra que sus preciosos labios se atreven a dejar escapar, como si fueran, una a una, las perlas que caen de un perfecto collar. Intento responder a su pregunta, pero mi boca cruza con la suya. Los besos, que acto tan extraño. Hasta ahora, los había conocido como un acto de dulzura, de pasión, de amor. Pero nada tan grande como cada sentimiento que me hace sentir esta mujer. Es la reina de mi vida. Ella también me quiere, eso está claro. Rodea mi cuerpo con el suyo, parece ser que quiere guerra de nuevo, y yo me despierto con ganas de disparar el cañón al menos una vez más.

Con la reina de las diosas, nadie puede dormir mal. La compañía más perfecta que puedo imaginar, el sol que ilumina mis amanecers, la luna que protege mis noches, el viento que refresca mi calor, el fuego que sofoca mi frío. Eso eres tú. ¿Que qué tal he dormido? Soy un nuevo ser, te amo a morir.

De repente, me dice algo que me extraña. Menciona una canción que no había oido jamás, pero que me remueve el corazón por dentro, me hace entender todas y cada una de las letras de la canción vertidas hacia ella. Es realmente esto el amor? Si lo es, es un sentimiento tan genial, que supera en todo a cualquier otra cosa que podría concebir. Sería asesinado por esto, pero me siento más dichoso entre sus piernas que ondeando un estandarte de kiri. Se pone triste, y creo entender por qué, pero prefiero dejar que oculte su cara entre mi hombre. CInco segundos después, me alzo un poco, usando mis brazos para apoyarme sobre la cama, y la digo:

No te preocupes. Pase lo que pase, te esperaré siempre. Lo juro. Katniss Everdeen, te juro amor eterno.

Acto seguido, la beso con mi amor, mi cariño y mi dulzura, para que no se preocupe más por esas tonterías ahora. Le quiero demostar todo mi amor.

Sigue llorando, pero creo que no es tristeza. Simplemente, está feliz de existir, de haber yacido conmigo. Bendice al destino que nos ha unido, que nos ha creado al uno para el otro. Comparto sus pensamientos, creo que empiezo a sentir como ella. Estoy seguro de que, si juntaramos nuestro pecho de nuevo, y escucháramos atentamente, sentiríamos como nuestros corazones latirían al unísono. Me sonríe. TIene unos ojos preciosos, todo en ella lo es, pero los ojos son una parte simplemente perfecta. Me encanta ese color verde tan puro, y ese color de pelo tan precioso. Ese pelo tan sedoso, tan suave... Me siento en el cielo cuando lo acaricio. Me acostumbraria a no dejar nunca esta cama, este nuestro nido de amor, nuestro fortín contra todas las adversidades que nos puedan ocurrir.

Puedo notar, de repente, algo similar a una cara de vicio en ella. Qué se le habrá ocurrido? Tan solo imaginar las ideas que se le han podido ocurrir para intentar complacerme, aunque sea por un segundo, me extasian. Se retira ligeramente de mí, y se levanta por la habitación. De nuevo puedo observar su perfecto cuerpo, en todo su esplendor. Busca los jirones de su camiseta, la que deshice en mi furor sin mente anoche. Coge los dos más largos, y se acerca a mí, con ganas de jugar un poco, por lo que veo. Me pide que me gire, como me voy a negar. En sus ojos se refleja un pensamiento oculto, algo de lo que no me fío, que no se que va a hacer. Evidentemente, no voy a desconfiar de mi amor, pero algo trama. Algo bueno, claramente, pero algo es.

Me ata con ellos, entiendo. Esto parece divertido, la miro con una sonrisa.

Así que te gusta jugar, eh? Juguemos, pues.

Me ata del todo a la cama, no me puedo mover. Acaricia mi arma del amor con sus manos, que suaves son. Supongo que se subirá ahora, y volveremos a unirnos, pero esta vez, sin que yo pueda moverme.

Pero no. Me besa, introduciendo su lengua en mi boca, yo me dejo hacer. Ella es realmente activa, pero yo también quiero darla placer. Esto es algo frustrante. Solo consigo agarrar su pecho mientras me besa con toda su energía. Las manos atadas no me dan mucha libertad. Poco después, va bajando, hasta que llega a... Espera, que está haciendo?

Por todos los dioses, que te proponeeeeee...

Mi frase queda cortada, cuando veo que mi miembro ha desaparecido en su boca, que placer me está dando. Esto no es humano, cada vez lo hace más deprisa, no puedo evitar gemir, se siente demasiado bien con ella.

El tacto de su lengua, la humedad de su boca. Todo se refleja en mí, cada sensación es única, irrepetible. No aguantaré mucho tiempo si sigue así.

Dios mío, amor. Eres la mejor de todas. No se como he podido vivir sin tí.

Cada segundo que pasa, cada movimiento que hace me provoca placeres a niveles cada vez más altos. Sube y baja su cabeza, sube y bajan mis niveles de conciencia. Cada movimiento hacer que mi cabeza se vaya un poco más al otro mundo, me llevará al cielo con sus técnicas amatorias. Me siento genial, pero no puedo moverme. Es una sensación tan extraña... No se como he podido vivir sin sus caricias, sin su amor, sin sentir el tacto de su piel. No quiero volver a vivir sin ellos, no quiero volver a vivir sin ella. Que ahora me separaran de ella sería el tormento definitivo, la mayor de las agonías. Pero, Suir, admítelo, tendrás que dejar algún dia esta casa. No pienses en ello, ahora eres feliz, déjalo.

Solo me he abstraido unos momentos, pero es que voy a morir de placer. Cuando mi cabeza vuelve a su lugar, ella sigue donde estaba, y vuelvo a sentir todo su tacto. Mi pecho vuelve a latir con extrema fuerza. Solo me he abstraido usando el hipertiempo de Choumei, y ha sido lo correspondiente al tiempo que transcurre entre un latido y otro, pero me siento culpable de todos modos. Maldito choumei, hacerme esto ahora.


Te jodes, yo también me quiero entretener un rato. Déjame follármela a mí también.


¿Cómo te atreves? Ella es mi amor, no una furcia con la que te entretegas.

Ya, bueno. Tú procura no quedarte mucho rato abstraido, o tomaré un ratito el control.

Tenía pensado seguir discuentiendo, pero algo me lo impide. De repente, pierdo la cabeza al cien por cien, se me quedan los ojos en blanco, dejo de respirar, reviendo las ataduras con las que me impedía moverme. Vuelvo a sentir el enorme momento de placer que me proporcionó Katniss anoche. ¿Es posible sentir esto de nuevo? Si es cierto, me espera una eternidad de placeres con ella. Me vuelvo a desbordar sobre ella, pero, esta vez, es sobre su boca. Cuando recuerpo la visión, puedo ver como se mueve su garganta, lo ha tragado. No se por qué, pero me siento lascivo, al ver aquello. Siento ganas de darla a ella el mismo placer que ella me ha dado a mí, pero setenta veces siete.

Me besa por el cuello, conoce cada punto en el que tengo más placer, es una diosa del erotismo, de la sensualidad. Se sienta sobre mí, y me dedica unas palabras que aumentan mis deseos de romper su cabeza a base de golpes de placer.

¿Qué te piensas, que yo no te voy a dar tantos como tú me has dado? Prepárate, porque allá voy.

La tumbo sobre mí, y giro, de la misma forma que ella hizo conmigo. Ahora soy yo el que puedo dominarla, el que hará que sienta tanto placer como yo he sentido. Acabo de extasiarme, pero aún siento que tengo fuerzas para continuar con ella, y sigo teniendo la fuerza para ello. No me rendiré con tan solo un asalto acabado. La beso con dulzura, y un deje de lascivia, mientras observo como va abriendo las piernas inconscientemente.

Es mi turno.

Me coloco entre sus piernas, sabiendo cual es el lugar perfecto para amarla. Me introduzco en ella totalmente, de una forma suave, placentera. Vuelvo a sentir ese calor tan húmedo, que me arrebata de lo poco que me queda de humano, y me vuelve a llevar a lo divino. Siento ese gemido en ella de nuevo, solo yo puedo hacer que gima así, y así lo haré. Me muevo en ella, de una forma suave, lenta. Esta vez, me tomaré mi tiempo, para disfrutar de ello. Ayer fue momento de hacerlo sin mente, hoy lo haré con amor.