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Entrenando con Sokka ~

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Mensaje por Taila Miér Nov 21, 2012 9:55 am

Jutsus a aprender:

Taila había estado haciendo ciertos recados para satisfacer los deseos de su progenitor. En su mente la palabra padre no era la persona que tenía en su casa, que solo la pegaba y causaba daños, aunque al no haber conocido nada distinto hacía que para ella no existiera tal figura paterna en ningún caso. Aquellos hombres mayores a su edad, principalmente los musculados o con aires peligrosos, la asustaban a grandes niveles logrando incluso que se le olvidara su descaro y le temblara el timbre de la voz. Por suerte o por desgracia, la chica no salía demasiado, no le estaba permitido. Había veces donde se escapaba sin ningún permiso, puesto que no había manera de aguantar un segundo más entre esas paredes, aún sabiendo de que la reprimenda al regreso sería cuanto menos pequeña. Finalmente intentaba reducir daños, portarse medianamente bien y ser sumisa la mayoría del tiempo. Procuraba que los encuentros fueran los menos posibles, así evitaría que el la viera, incluso que llegara a tocarla. La manera que tenía ese hombre de moverse e incluso actuar le era completamente desconocida, una incógnita que la aterraba. Su mayor enemigo podía matarla mientras dormía sin necesidad de forzar la cerradura.

Por eso mismo frecuentaba a presentar ojeras que marcaban la falta de sueño, aunque normalmente él llegaba por las noches, muchas veces borracho, y si había bebido lo suficiente acababa desplomado en el sofá y no despertaba hasta el día siguiente. Otras ocasiones menos fortuitas le traían tras la pérdida de alguna apuesta, donde Taila pagaba las pérdidas dejando que se desfogara con ella. Solo mostraba furia entonces, dentro de lo malo había un cuadrante peor.
Días excepcionales el alcohol no acaba con la totalidad de sus energías, y alcanzaba una especie de grado entre perversión y agresividad. Aquellos momentos hacían que él susurrara su nombre al entrar, llamándola.

Taila, Taila...

Escuchaba ella desde el marco, mientras las palabras cruzaban el pasillo con un frío que la helaba las carnes. Ella solía esconderse debajo de la cama, o ignorarle simplemente, esperando que se olvidara de ella.

Taila, Taila...

Una vez más. Recordaba haberse metido en el armario y ver desde la ranura como él rebuscaba por la habitación en los sitios más usuales, justo iba a salir cuando ella cometió el error de suspirar demasiado fuerte, se tapó la boca pero era demasiado tarde. Unos pasos tambaleantes atrás y abrió la puerta del armario con una gran sonrisa en el rostro, de nuevo la habló y esa vez pudo sentir el hedor a alcohol que deprendía su aliento.

Taila... Te encontré.

La cogió de los pelos y la sacó de allí sin cuidado alguno, comenzó a descargarse con ella de maneras nunca vistas. Taila se repudió más que nunca y gritó hasta alarmar a una persona que pasaba por la calle. Vivían lejos de las demás casas debido a que las escenas cotidianas estaban llenas de platos rotos, objetos volando, los sonidos sordos de los golpes y los gritos de la chica. Si no se hubieran encontrado tan alejados de las demás casas quizás alguien hubiera sido capaz de salvarla para sacarla de ese infierno. Adoró el momento en el que aquella joven, que pudo distinguir por su voz, llamaba a la puerta preguntando qué ocurría para mostrar tanto escándalo. No pudo apreciar nada de ella debido a que seguía hecha un ovillo en el rincón entre la pared y la mesilla de noche, ahí se había quedado mientras él salía a recibir la puerta. Cuando volvió a entrar la riña se convirtió en la riña de siempre, sin contar con que quedó inconsciente, pudo descansar más tranquila.

En ese instante decidió que iría lo más abrigada posible, así que dando varias vueltas a unas vendas sobre sus pechos hacía que éstos se ocultaran y menguaran en tamaño considerablemente. Le gustaba ir coqueta pero no pretendía ir tampoco enseñando hasta los pezones para que alguien se fijara en ella, simplemente decidía hacerse vestidos de su propia mano para no aparentar tanta pobreza y poder lucir una manera más bonita de ella. Aquellas prendas tapaban sus moratones, estaban diseñadas para ello, y normalmente no iban ajustadas al cuerpo para aparentar menos delgadez. Sin embargo los pómulos de su rostro quedaban hundidos por una fina línea, recalcando un aspecto bastante desmejorado que los días de ojeras no ayudaba a dar una buena imagen. Por ello solía ir escondida entre las sombras intentando pasar lo más desapercibida posible. En un cielo encapotado no solía haber complicación para fundirse con la atmósfera monótona y triste.

Cuando llegó a casa su padre había caído dormido. Decidió que era el momento indicado para dejar su recado y salir de allí. Colocó la bolsita sobre la mesa del salón, justo al lado del sofá, donde él estaba tumbado. Cuando se levantara podría ver como sus deseos estaban cumplidos. Con paso sigiloso, procurando no hacer ruido, caminó hasta la terraza. Tenía la sensación de que su respiración podía escucharse por toda la casa y se mezclaba con los agitados latidos de su corazón. Hacía esa operación con frecuencia pero siempre se ponía nerviosa al huir de él.
En el momento en que llegó a la terraza saltó hasta acabar en el charco que se encontraba unos metros por debajo. Las botas negras no se calaron, lo que agradeció enormemente. Eran casi nuevas, y al contrario con sus otros calzados, éstas no mojaban al pisar agua. Se debía a que tenían la suela mucho menos desgastada, no precisamente porque se las hubieran regalado, claro que si no te ponen facilidades, tendrás que buscártelas por ti mismo. Su vestido no se salpicó, era de confección nueva. Tenía el cuello cerrado, un lazo negro caía desde casi su principio hasta el comienzo de la falda. La falda tenía volantes, tres capas superpuestas en total. La primera estaba decorada con dos líneas, una de color morado y la otra era negra. Las mismas líneas se encontraban en las mangas del vestido, de manga larga para que fuera lo suficiente abrigado. En su cabeza llevaba un gorro negro con un pequeño pompón del mismo tono.

Corrió bajo la lluvia unos metros hasta llegar a una boca de alcantarillado. Miró a ambos lados, comprobando que nadie la viera. Estaba en un callejón, y con tantas nubes era sencilla la tarea de encontrar sitios resguardados. Se sabía bien la mecánica que debía seguir allí: abrió la tapa con rapidez, puso los pies en los primeros escalones de hierro con cuidado de no resbalarse, ya que guardaban humedad, y así comenzó a bajar hasta que a aproximadamente tres pasos más de caer al suelo, cerró la tapa con la misma facilidad que la había abierto. Tras un pequeño saltito comenzó a caminar por las cloacas, aunque no eran ningún misterio, sí poco transitadas, así que no solía tener problema con hallar la soledad en ese lugar. Sin embargo su recorrido iría más allá, al edificio del Amekage para entrenar alguna cosa de una dificultad media. No tenía mal nivel a la hora de aprender, pero los días para hacerlo eran escasos, cada vez encontraba menos huecos en los que salir corriendo.
Llevaba su típica sonrisa torcida y un pequeño roedor marrón, que presuponía sería una rata, la acompañaba en el recorrido. No le molestaba su presencia puesto que era bastante silenciosa, y al llegar a su destino, el animal volvió a esconderse reacio a salir a la luz y dejar el seguro escondite. En vez de salir de otra tapa de alcantarillado, eligió el camino que desembocaba en otra boca más grande y daba directa al lugar. Cuando llegó pudo comprobar que una suave neblina, sin dificultar la visión apenas, cubría la sala y se preguntó por qué sería causada. Comenzó a pasear recordando la última vez que estuvo allí, donde había conocido a una chiquilla demasiado amable que no la había llamado de todo. La buscó con la mirada pero no logró encontrarla, así que simplemente, se quedó al lado de la piscina donde los gennins practicarían a andar sobre su superficie con chakra en los pies y pensó lo mucho que le gustaría congelarlo todo para patinar sobre hielo.

Algún día, se dijo.

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Mensaje por Sokka Jue Nov 22, 2012 7:24 am

De nuevo me encontraba en mi casa tumbado en el sofá mientras veía la televisión de plasma de setenta y cinco pulgadas que me había "subvencionado" la villa por mis "buenos servicios" otros simplemente dirían que la había robado en el super mercado de al lado mientras nadie miraba. El caso era que yo tenía la televisión y aquellos ineptos ni se habían dado cuenta. No ponían nada bueno en la programación y era la mayoría repetido y aun así tenía pensado quedarme allí todo el día tirado (últimamente no echan nada bueno por la tele), pero me entró hambre y tuve que levantarme a la cocina de donde cogería algo para comer de la nevera. Mi sorpresa fue que cuando llegué a la nevera me encontré con una pequeña nota escrita por mi mismo en la que ponía "Me he comido el último helado, traeré otro si eso. Firmado Sokka."

- ¡¿COMO HA PODIDO VOLVER A OCURRIR SI SOLO HA PASADO UN DÍA?!

Salí de casa vestido con mi habitual aspecto, es decir, con el de un niño de baja altura, con el color del pelo es de un azul intenso muy oscuro y el color de mis ojos es un azul pero mucho más claro. Casi siempre me visto con una camisa negra que todavía me está grande y unos pantalones cortos los cuales son tapados por la camisa. El rostro que suelo llevar es sonrosado y alegre, lo típico en un niño pequeño. Mientras andaba daba pequeños saltitos en busca de algo a lo que dedicarme el resto del día pues la televisión había perdido su encanto.

Caminé por las calles de Amegakure no Sato mientras la lluvia caía sobre mi cabeza, iba a dar un paseo largo por la villa y además algo inusual y poco transitado, es decir, evitaría pasar por el edificio del Amekage al igual que por los rascacielos de Ame, el hospital o la academia shinobi. Seguramente en las cloacas había algún ninja entrenando y no me apetecía ver los abismales errores de los novatos que últimamente abundaban en Ame. Daría un par de vueltas cerca de las murallas donde no solía acercarse la gente y donde quedaba alejado de las viviendas de Ame.

Así pues comencé a andar en dirección a las murallas pero era largo el recorrerse todo el contorno de la villa así que cuando iba por la mitad de la primera vuelta se hizo medio día. Si seguía a pie tardaría bastante en hacer las dos vueltas enteras así que decidí elevarme en un pequeño torbellino que surgió bajo mis pies aumentando así bastante mi velocidad. Al poco rato de estar subido en el remolino, vi una casa algo alejada de las demás. Era vieja y en mal estado por lo que supuse que estaría abandonada. Cuando completé la primera vuelta el atardecer ya se cernía sobre Amegakure no Sato y a la mitad de la segunda vuelta ya era completamente de noche y difícilmente se podría observar algo con claridad. No obstante, un poco más a delante, había luz procedente de una casa algo alejada del resto. Era la casa que en un principio creía abandonada pero si que vivía gente en ella pues estaban algunas luces dadas. Me acerqué para cotillear por una de las ventanas. Pude lograr divisar a un hombre grande que se tambaleaba al andar. Continué siguiéndole entre ventana y ventana, sin llegar a ser visto, hasta que llegó a una última ventana que mostraba un cuarto. Allí el gran hombre buscaba algo, o al menos daba esa impresión, pero no lo encontró y por eso iba a abandonar la habitación (por ese motivo yo ya me había ido a la ventana anterior), pero algo le detuvo y volvió a entrar a la habitación. Cuando me asomé a la ventana de la habitación una chica, de aproximadamente la misma edad que el Amekage, delgada y con algunas heridas en su cuerpo, apareció en el suelo enfrente del hombre grande. El hombre comenzó a pegarla fuertes golpes por todo el cuerpo y la chica comenzó a gritar bastante fuerte. Gritó hasta tal punto que llamaron la atención de una persona que pasaba por la calle. Era raro ver a alguien por aquel lugar pues estaba algo alejado del resto de las viviendas y el lugar tenía mala fama. La joven llamó a la puerta e interrumpió la brutal paliza, pareció aliviarse un poco. Pronto acabó de hablar con la joven y esta se fue, pero todavía parecía querer desahogarse con la chica que se había quedado en una esquina hecha una bola. Siendo así me aproximé a una de las ventanas de fuera de la habitación que estaba cerrada pero poco me importó. Cerré mi puño, y subido a un pequeño torbellino para poder llegar, y atravesé el cristal de la ventana rompiéndolo y agarré la camisa del hombre. Le acerqué su cara a la mía, un gran olor a alcohol me arremetió atentado contra mi sentido del olfato, le miré directamente a los ojos y negué con la cabeza. Creí que el mensaje había quedado bastante claro pero el borracho solo se tambaleó un poco y cuando me perdió de vista volvió a la habitación para continuar pegando a la joven, no obstante cuando alzó la mano calló de espaldas quedándose dormido. Quizás me hubiese expresado mal, pero de momento quería permanecer en el anonimato, o al menos no quería que la chica supiese de mi existencia pues no era el momento. Me había hecho sangre al cortarme con el cristal de la ventana. La chica se quedó dormida al poco rato y parecía que no había nadie más, así pues emprendí el camino de regreso a casa. Yo también necesitaba dormir aunque fueran unas pocas horas. Mi casa estaba en el otro punto de la villa así que tardaría un poco pero aún así memoricé el camino para volver a la mañana siguiente.

Al día siguiente me quedé dormido, pero recuperé parte del tiempo perdido saliendo directamente por la ventana de mi habitación ya vestido pues no me había puesto el pijama la noche anterior. Salte un par de tejados y después bajé al suelo. Comencé a correr por el camino que había memorizado el día anterior; pasé por delante de una frutería, alargué mi brazo derecho, abrí mi mano vendada y agarré una manzana. Ese sería mi desayuno de camino a la casa de la chica y del borracho. Se notaba que mi velocidad había aumentado a medida que iba creciendo como shinobi de Ame pues recorrí el camino en menos tiempo del que esperaba. Llegué a la casa un poco después del medio día y me encontré con que en el sofá se hallaba el borracho durmiendo y solo en la casa. Este sería un buen momento para darle una lección al borracho, sin embargo cuando tenía un kunai en la mano y me acercaba a él un sonido me detuvo y me advirtió de que podría ser descubierto. Tuve que ocultarme mal y con prisas debido a que la chica había vuelto a casa, mi escondite no era muy seguro y pronto me descubriría. Pero la chica solo se fijó en el borracho durmiendo, se puso algo nerviosa pero salió de la casa haciendo el mínimo ruido. Fue una suerte pero ahora debía acabar el trabajo. Esperé un poco a que la chica se hubiese marchado y entonces actué. Até con mi hilo ninja al borracho y este se despertó justo cuando hube acabado de atarle.

- Te has despertado justo a tiempo para la función-le dije y sonreí maléficamente- Tranquilo, solo será un momento de dolor y sufrimiento a penas nada comparado con lo que le hiciste tu anoche a la chica y que no volverás a hacer jamás.

En borracho se revolvía de ira hasta que saque el kunai entonces en su mirar apareció el miedo, el temor a perder la vida.

- No te preocupes, no te mataré. Eso no me corresponde a mi. Solo te grabaré un recordatorio.- con el kunai rajé su camisa y comencé a cortar su piel y su músculo formando en grande una extraña simbología. La frase que quedó grabada en el pecho del borracho rezaba "ON SÁREVLOV A RENOP ANU ONAM ERBOS AL ACIHC"- Cada vez que te mires el torso reflejado en un espejo verás lo que tienes que hacer durante el resto de tu vida. Si no lo hace si que te mataré. Y ahora viene la parte dolorosa.- Cogí un licor que traía conmigo y lo rocié por todo el tronco del borracho.- ¿No te gustaba tanto el alcohol? Pues disfruta de él. Dicho esto me voy pero no muy lejos y sí, es una amenaza.

Abandoné el lugar por el mismo sitio por el cual había salido la chica, es decir, por la terraza. Al igual que la chica, caí en el mismo charco formado por la lluvia y seguí las huellas que se habían producido al pasar por allí la chica. Las huellas me llevaron hasta las cloacas de Ame, el lugar donde algunos ninjas solían ir a entrenar. Así pues podría ser que la chica fuera una shinobi de ame, pero no recordaba haberla visto de misión o simplemente dando una vuelta. Y si realmente era una ninja, ¿por qué entonces no abofeteaba al borracho y ya está? Quizás la chica hubiese ido a aquel lugar solo para llorar. Pero no era posible, para eso tenía su cuarto en lugar de escaparse de casa. Estaba convencido de que era una shinobi de ame. Quizás solo fuera que era novata y si era así decidí que la convertiría en una gran shinobi. Como chunnin que soy puedo tener a algunos gennins bajo mi cargo así pues la chica sería una de esas shinobis que estarían bajo mi cargo. Al poco de correr, hallé a la chica acompañada de una rata. En cuanto vi la rata cogí una de mis agujas senbons y se la lancé atravesando la cabeza al bichejo inmundo.

- Esas ratas son muy traicioneras y, además, el que se críen aquí hacer que puedan envenenarnos a las personas. Pronto vendrán más a comerse a su compañera caída así que sugiero que no te quedes mucho rato aquí porque esas vendrán directamente a atacar.-hablé bastante deprisa y sin esperar a la reacción de la chica frente a que yo hubiese matado a la rata. Me agaché y cogí la aguja senbon con la rata incrustada. Agité un poco la mano con el vendaje y el arma y la rata cayó al suelo. Anduve un poco más hacia en corazón de las cloacas esperando que la chica me siguiera, pero no miré hacia atrás. -Si vienes te enseñaré algo que puede interesarte para defenderte pero si no vienes me será imposible tomarte como gennin.

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Mensaje por Taila Lun Nov 26, 2012 5:18 am

Taila seguía ajena a lo demás, demasiado ensimismada en su tarea para darse cuenta de los detalles que le habían pasado desapercibida. Tenía cierto carácter observador pero cuando se trataba de su padre rehuía cualquier cosa que le acercase a él. Tal vez por eso mismo no se había dado cuenta de que al entrar en el salón y dejar la bolsita había alguien más. Si le hubiera visto, le habría reconocido como el niño de Amegakure que estaba destacando debido a su corta edad y buenas cualidades en la pelea. Por supuesto, ella no sabía que tenía un pequeño diablillo dando más de lo que nadie había hecho. A la vez que ella caminaba por el camino habitual hasta la boca de alcantarillado, el niño procuraba dar una lección al padre de Taila, dañándole de formas tan brutales como él solía molestarse en hacer a la chica.

Quizás más tarde, cuando volviera a casa, podría darse cuenta de lo sucedido. Pero estaba demasiado lejos ya como para escuchar el grito que salió de boca del hombre cuando el alcohol tocó su piel en carne viva. Ya había llegado abajo y seguía caminando acompañada de la rata, no le importaba que pudiera seguirla mientras no la incordiara, y si empezaban a contar las enfermedades que habían tenido la una o la otra seguramente estarían bastante igualadas. Aunque Taila no estaba en la época de uno de sus catarros, para eso esperaba el frío invierno, donde ninguna de las ropas que tenía eran suficientes para protegerla de las bajas temperaturas. Cuando se quiso dar cuenta, probablemente a mitad de camino, un objeto cortó el aire y sintió como pasaba a escasos metros de su lado derecho, donde se encontraba el roedor. Dio un brinco sobresaltada y comprobó que una aguja senbon la había acertado de forma limpia en la cabeza. Hacía unos días, tras haber ahorrado lo suficiente, pudo conseguir unos shurikens, pero aun conociéndolas no tenía esas armas tan afiladas, a la vez de mortales.
Se giró arqueando una ceja, para ver la persona tan descuidada que se había atrevido a molestarla en su huida hacia la sala de entrenamientos. Se encontró entonces con un niño. No le conocía, pero juraría que era el shinobi del que se hablaba en la villa de la lluvia. Un niño pequeño, de ojos y cabellos azules en distintas tonalidades, con ropas oscuras y mirada infantil, que a la vez guardaba la madurez de cualquier ninja que se preciase. Durante un segundo el gesto de Taila cambió a sorpresa, no entendía como podía ser aquello, pero mientras recogía el arma del animal ya muerto, le dirigió una mirada enfadada. Con el puntapié le dio suavemente en el costado izquierdo, que era el que quedaba más cerca de ella.

- Estúpido mocoso, podrías haberme dado a mí.

Había usado un tono de desprecio más leve del habitual, aunque no sabía si porque era un niño y quería ser más suave con él o porque tenía presente que estaba hablando con un superior. ¿Cómo era posible que un crío la hubiera superado en artes ninjas? Le daba cierta rabia ese dato, aunque le recordaba en parte a Riyü, su hermanita. Con suerte ella también había seguido adelante, logró escapar y por entonces tenía un cargo importante en alguna villa ninja. Eso en caso de que siguiera viva. Ojala estuviera bien, quizás en alguna parte su hermanita estaba pensando en ella también.

El sentimiento de nostalgia que le había invadido le había mantenido alejada de la ajetreada charla sobre las ratas que le había dado el niño. El que su edad fuera tan corta aún era un punto a su favor, todo había que decirlo, ya que Taila había cogido miedo a los hombres debido a las múltiples palizas de su padre. Eso ocurría principalmente cuando la superaban en edad, era entonces cuando parecía que la dañarían de nuevo y se mantenía alejada de esas figuras que no sabían hacer otra cosa que no fuera imponerse ante los demás y decidían causar estragos a personas inocentes. Eso eran para ella. Pero junto al chico no sentía que estuviera interesado en causarla mal, incluso sentía una ligera envoltura de cariño, seguramente debido a los puntos en común con su hermana. A la edad del niño, ellas habían huido de la casa después de que su madre muriera finalmente. Habían estado escondidas hasta que su padre acabó por encontrarlas y las separó de nuevo, sin que la pudiera ver de nuevo. Cabía la posibilidad de que lo que hubiera sucedido desde entonces fuera muy distinto si estuvieran juntas.

Cuando dejó los pensamientos atrás, se dio cuenta de que Sokka había avanzado en el camino hasta ponerse por delante suya. Reacia a que la situación siguiera así, caminó hasta colocarse a su lado con su típica sonrisa torcida. No iba a admitir que le parecía buena idea la de ir a entrenar con él, puesto que seguramente fuera capaz de enseñarle bastantes cosas y le sería de ayuda, al contrario de eso seguía con sus aires de superioridad, los mismos con los que habló.

- No te hagas el interesante, que yo estaba aquí antes. Quiero que conste, que eres tú quien se ha cruzado en mi camino.

Tras pronunciar las palabras, se adelantó con intención de dirigir la marcha, a pesar de saber que el niño la había alcanzado antes de que llegaran y seguramente tuviera más velocidad que ella. Pronto llegarían a la sala.

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Mensaje por Sokka Lun Dic 03, 2012 1:40 am

Tras recoger la aguja senbon de la cabeza de la rata primero pude ver lo impresionada que quedó la chica con el arma, parecía ansiar poseer una quizás algún día le proporcionaría alguna que otra arma, pero en cuanto pudo reaccionar me cayó una reprimenda:

- Estúpido mocoso, podrías haberme dado a mí.

- Si te hubiese querido dar no hubiera fallado.- respondí gritando a mi nadie me ganaba una discusión.

Cuando comencé a andar, en seguida me alcanzó pero en su rostro ya no se reflejaban sentimientos sinceros sino que se mostraba una falsa sonrisa que me molestó bastante. ¿Qué se creía, que me podía engañar con solo sonreír y ocultar sus verdaderos sentimientos o ansias asesinas? Pues lo llevaba claro, a mi nadie me engaña. La chica volvió a hablar:

- No te hagas el interesante, que yo estaba aquí antes. Quiero que conste, que eres tú quien se ha cruzado en mi camino.

- Lo primero de todo, -hablé ya en un tono más calmado- mi nombre es Sokka y no me hago el interesante, ¡soy interesante! Y lo segundo, déjate de sonrisitas falsas y similares y no vuelvas a intentar engañarme pues te mataré si lo haces. Soy un ninja y como tal no confío en ti pues te acabo de conocer pero viendo que conoces este lugar secreto he decidido darte una oportunidad. Llevas un aviso, no habrá más. -cuando dije esa última frase mi tono de voz era bastante serio y miraba directamente a los ojos de Taila, aunque todavía fuera un niño algunas veces podía llegar a ser bastante intimidador y de este modo podía conseguir muchos helados.

No sabía si había querido escuchar pues me había adelantado con el fin de guiarme ella a mi en vez de al revés. Eso si que no, sonreí y mediante un sello con las dos manos apareció bajo mis pies un pequeño torbellino que hacía que pudiese desplazarme más rápido. Me metí en el agua de las cloacas con el fin de hacerla una jugarreta a quien había osado intentar engañarme a modo de reprimenda. Mientras me desplazaba sobre el torbellino, este salpicaba las sucias aguas de la cloaca allí por donde pasaba y, cuando adelanté a la chica, la maleante quedó empapada recibiendo su castigo apropiado.

Llegué rápidamente al templo del Amekage, el lugar donde entrenaban los shinobis de Ame para fortalecerse. Quizás me había pasado con el castigo, con el padre que tenía aquella chica no merecía más desgracias ni desprecios de nadie. Es muy posible que su carácter y actos engañosos fuera debido al comportamiento de su padre. Quizás y solo quizás debería volver y disculparme. Comencé a recorrer el mismo camina ya hecho para reunirme de nuevo con la chica. Tenía que disculparme, no se merecía más zancadillas en la vida pero ella se lo había buscado. Yo no debía disculparme, debía ser ella quien se disculpara. Ella tenía la culpa.

- ¿Y bien? -dije esperando sus palabras de perdón pero luego decidí que si quería que Ame tuviese buenos shinobis no debía de ser tan orgulloso y volví a hablar- ¿Aceptas convertirte en mi gennin o prefieres seguir juntandote con las ratas del lugar? - no es que yo tuviera mucho tacto al decir las cosas pero era demasiado orgulloso para poder bajar más el listón.

Miraba con aires de superioridad a la que quería que se convirtiera en mi aprendiz quería saber como reaccionaba a distintas posiciones y si lo hacía bien puede que le dijese lo de su regalo. Tenía confianza en que respondiera adecuadamente y que lo hiciese como lo haría un verdadero shinobi digno de Ame entonces la enseñaría a mejorar más rápido y mejor de lo que podría mejorar ella sola. Tenía un gran potencial y durante este día tendría que demostrarme de lo que es capaz y, quiera o no, su padre la había ayudado bastante con esto. Tener que soportar a un hombre como él era bastante difícil pero ella lo lograba y no dejaba que el resto de la gente lo supiera...

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Mensaje por Taila Lun Dic 03, 2012 4:44 am

Al haber contestado preocupada por lo que podría pasarle, echándole el cara el que no hubiera reparado en tener más cuidado al disparar el senbon. Muy seguro de sus habilidades, el otro le respondió que no habría fallado. Apretó los puños con fuerza, cambiando su gesto repentinamente cuando escuchó su tono de voz. Odiaba los gritos, le recordaban a los objetos volando por la habitación hasta acabar rotos contra el suelo o alguna pared, ella hablaba con desprecio pero siempre calmado, le molestó que él no hiciera lo mismo y la gritara. De manera instintiva retrocedió un par de pasos y se llevó una mano a su mejilla derecha, esperando recibir una bofetada que no llegó. Pasada su repentina actuación volvió a la realidad, donde el niño parecía no haberse percatado de su reacción y la estaba adelantando. Ella había vuelto a su expresión habitual, colocándose una máscara de la felicidad que quedaba tan lejos de su alcance transformada en la fina línea de sus labios. Estaba empeñada en encaminar la marcha, lo que demostró poniéndose en cabeza, mientras el niño la hablaba. Utilizó un volumen de voz más relajado, así que más dispuesta a escucharle, Taila le miró girando la cabeza por encima del hombro, con aires de orgullo. Al acabar giró la cabeza e incrementó el paso, ¿qué se había creído para tratarla de esa manera? ¿Acaso pensaba que no podía defenderse, que engañaba porque le gustara? Era mucho más fácil sonreír mintiendo que tener que dar explicaciones, aunque dudaba que alguien la preguntara. Nunca había tenido opción a las preguntas, solo debía obedecer y mantenerse callada si quería vivir, ¿era eso también lo que intentaba decirle aquel crío? ¿La mataría al igual que Él en caso de no obedecerla?

Chasqueó la lengua visiblemente molesta y torció la sonrisa, aguantando las ganas que tenía de contestarle. En ciertas ocasiones se preguntaba cómo ese niño conseguía transmitirla algo parecido al miedo que le daba su padre. Tal vez tampoco pudiera fiarse de los hombres a ninguna de sus edades, nacieran con los ideales puestos y te pegarían sí o sí en caso de que no cumplieras sus deseos, sin importarles lo que pensaras. Estaba enojada, demasiado para pensar con claridad. Pasados unos segundos dejó de escuchar los pasos del niño a su espalda y se preguntó qué ocurría, habían sido sustituidos por el chapoteo del agua. Se giró y pudo comprobar que estaba sobre unos remolinos en sus pies, una técnica que ella misma conocía. Él se estaba acercando a ella, así que en un acto de imitación hizo un sello con ambas manos para formar el mismo remolino de viento en sus propias plantas. Rápidamente se elevó unos metros por el aire, esquivando la mayor parte del agua sucia que él intentaba que la mojara, aunque no pudo evitar que unas gotas salpicaran sus ropas. El niño siguió adelante. Sin ninguna intención por seguirlo ella bajó lentamente soltando maldiciones por lo bajo.

- Mocoso insolente…

Susurró solo para sí, seguidamente exhaló profundamente intentando calmarse. Comenzó a sacudirse las prendas y sus mejillas enrojecieron, aunque no supo si era por vergüenza o por furia. Una lágrima cayó desde su ojo, con la manga del vestido paró su camino antes de que llegara a la barbilla y se esforzó por calmarse. Siguió el camino, el brillo acuoso de sus ojos comenzaba a desaparecer. Se dijo que no necesitaba a nadie, había estado siempre sola y seguiría siendo así. Le daba igual lo que hiciera aquel niño, aprendería por su cuenta. Repitió aquellas palabras en su mente miles de veces, esforzándose por metérselas en la cabeza. El ruido de sus pies al caminar retumbaba por las paredes y se alejaba en la profundidad del pasillo.

No supo calcular cuánto tiempo pasó desde que el niño se fue hasta que unas pisadas se mezclaron con las suyas. Se puso alerta pero no disminuyó el paso, había terminado por serenarse, no deseaba perder los nervios. Distinguió la figura del niño, cuyo nombre ahora sabía que era Sokka, acercándose hacia ella, como si no hubiera sufrido ya bastante humillación. Suspiró al tenerle delante, y al tiempo que él, preguntó:

- ¿Qué quieres?

Enarcó una ceja al escuchar la pregunta que el otro la dirigía, ¡si había sido él el que había vuelto! Pero en vez de hacer otro comentario grosero se limitó a esperar unos instantes. No tenía ganas de escuchar una burla por su parte, deseaba darle una patada y mandarle directo a las aguas sucias para que sintiera lo mismo que ella. Estaba con los brazos cruzados, mordiéndose los carrillos por dentro para no dar una mala contestación. Odiaba los aires de superioridad que Sokka usaba con ella. Por supuesto, su pregunta le pilló de improviso, no hubiera pensado que después de todo lo que había pasado siguiera convencido en querer que fuera su gennin. Aflojó el nudo de sus brazos y le miró con sus profundos ojos rojos. Ya no mostraban furia, a pesar de seguir conteniendo una mala contestación. Estaba claro que se estaba juntando con la peor ratilla de todas.

- Que aprenda contigo no significa que sea nada tuyo, quiero que eso quede claro antes de nada.- recordó lo de la sonrisa y prosiguió- Lo segundo, cada uno tiene su forma de protegerse -aún así, visto que gustaba tan poco, relajó su rostro hasta formar una línea fina que tan solo mostraba seriedad.
Dudó unos instantes antes de seguir. No estaba segura de lo que estaba haciendo y no se sentía cómoda. Dejó los brazos a los lados de su cuerpo, mirando al niño no como un estorbo, sino con el mismo respeto que se usa al estar con un superior.

- Hablan bastante de ti en la villa, aunque es la primera vez que tengo el... placer de encontrarme contigo. Sokka, seguro que puedo aprender muchas cosas de ti.

Un escalofrío recorrió su espalda al escucharse, ¿ella había dicho eso? En cualquier caso se prometió no hacerlo muy a menudo. Tampoco había hablado muy alto, como si tuviera miedo de que alguien la escuchara y pudiera ver que debajo de toda su grosería había una pequeña chispa que todavía podía ser rescatada, más calmada, más dulce. Le costaba decir esas cosas y más a alguien que la había amenazado. Dio un par de pasos hacia delante, sin adelantarle, esperando tan solo alguna indicación por parte del niño al que suponía que tan poco le gustaba que le adelantaran. Con la mirada cabizbaja, le susurró:

- Y tercero... No vuelvas a gritarme.

Lo había dicho en un tono de súplica que le había sorprendido más que su intento de ser medianamente educada. No quería que fuera de su casa también tuviera que ser una niña asustada y sumisa con miedo de vivir. Deseaba que nadie la conociera, que no supieran lo que le ocurría ni le trataran de forma diferente. Quería que pensaran que era una chica fuerte y engreída, grosera, que no se acercaran a ella ni tuvieran intención de conocer nada más. Recuperando sus aires de orgullo torció la sonrisa y se sacudió el pelo, el niño había visto demasiado de ella y le saltaban todas las alarmas que la pedían que se protegiera.

- Desde luego, mocoso, eres peor que las ratas.

Habló con su desprecio habitual aunque no lo consideraba un insulto. Le hacía gracia el chiquillo, tan joven e imponente cuando lo deseaba. Esos animalillos de cloaca no tenían nada que hacer contra alguien así. Las ratas podían ser traicioneras, pero el niño parecía con posibilidades de conseguir lo que quisiera. La próxima vez, se prometió, sería él el que acabaría manchado de agua.

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Mensaje por Sokka Lun Dic 03, 2012 8:17 am

Mientras caminaba de vuelta para reunirme con la chica que conocía como Taila, aunque no se había presentado, oía sus pasos como se acercaban hasta mi a la vez que yo me aproximaba a ella. Pronto nos encontramos, Taila mostraba pruebas de haber llorado; tenía el rosto colorado al igual que los ojos ligeramente hinchados y húmedos. Me había pasado demasiado pero debía mantenerme firme. Taila me soltó un amargo "¿Qué quieres?" antes de que formulara yo mis propias preguntas. No obstante las solté con poco tacto pero con un tono suave a lo que me reprendió con una mirada severa, parecía estar aguantándose dentro de sí una contestación mal sonante y si era así ¿por qué no la soltaba y se quedaba a gusto? Ya la había dicho que debía de ser sincera conmigo y aún así seguía sin serlo. Parecía que me había equivocado con ella...

Antes de que la dijese que no era apta para ser mi aprendiz continuó hablando. Dijo que aceptaría que la enseñase pero que eso no la enlazaría conmigo. Fue entonces cuando me picó la curiosidad, veríamos como acababa esto. Mencionó algo de protegerse y de que cada uno tiene su forma, ahora si que me tocaba intervenir.

- Yo dejaré que sigas tu propia forma para protegerte a ti misma, pero no creas que estaré muy lejos. A mis gennins no permitiré que les hagan daño. -Parecía que poco a poco lo estaba logrando. Si seguía así podría enseñarla. Sin embargo dijo algo que no me gustó, dijo que de mi se hablaba bastante en la villa. ¿Cómo había podido permitir que se llegara a este punto? ¿Tan mal shinobi había sido que se había llegado a conocer mi existencia? ¿Pero como había podido ser posible? No, todavía tenía solución ese problema. Podría convertirme en un simple cotilleo y pasar desapercibido, ser simplemente una leyenda urbana pues pocos eran los que me habían visto. A partir de ahora debería cambiar de aspecto al ir a la academia para examinar a los estudiantes pero quedaba Taila, la chica a la que había desvelado mi nombre y mi existencia y la cual continuaba hablando.

Dijo que tenía el placer de conocerme en persona. No sabía cuan equivocada estaba y eso quedó reflejado en mi oscura sonrisa. Si creía que al tomarla como aprendiz iba a ser todo un camino de rosas lo llevaba claro pero quizás lo mejor sería que al principio sí que lo pensase. Volvimos a emprender la marcha, ¿por qué esta vez no quería adelantarme como antes? ¿Por qué se quedaba atrás cabizbaja? ¿Otra vez intentando ocultarme su verdadera personalidad? ¿Acaso sería un problema que se la escapaba de sus manos? Solo por aquella duda esta vez se lo dejaría pasar.

Un susurro recorrió el aire hasta llegar a mi oídos, ¿cómo había sido posible que me hubiese olvidados de su situación? ¿Tan descuidado me había vuelto? La chica me susurró tímidamente y a modo de súplica casi que no la gritase; eso me hizo detener la marcha, cerrar los puños y entreabrir la boca. Me giré con otra expresión en la cara, la de seriedad que tenía antes y hablé:

- Dilo gritando, no temas a nada ni a nadie y muéstrame como eres verdaderamente. - Entonces me fijé en su muñeca, vi una zona amoratada e hice un rápido movimiento para agarrar el brazo a Taila. Su brazo mostraba varios moratones debidos a las palizas que le daba el hombre con el que me había reunido hace un rato. - ¿Qué te ha pasado o quién te lo hizo? -mi miraba iba directamente a sus ojos esperando una buena respuesta valida daba igual lo que me contestase pues a partir de ahora formaba parte de mis gennins dijera ella lo que dijera pero quería ver si ella me contaría su historia o lo evitaría con alguna historia...

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Mensaje por Taila Mar Dic 04, 2012 8:07 am

Es moradoo:

Antes de que pudiera terminar de hablarle interrumpió sus respuestas diciéndole que no permitiría que dañasen a sus gennins. Taila no comprendía por qué se comportaba con ese perfil protector, cuando ni siquiera les conocía o sabía algo de ellos, nadie había hecho nunca nada por ella y no estaba acostumbrada a oír esas afirmaciones. Ella había hecho lo máximo posible para salvar a su hermana pero tenían la misma sangre y se habían criado juntas, no eran desconocidas, como ellos dos, cuyo encuentro no paraba desviarse a curiosos caminos, distintos a los que parecía que iban a tomar en un principio. Pensaba que no sabía nada de ella y era mejor así, puesto que los baches de su vida los podía aguantar sola sin darle ni un poquito a nadie, todos tenían problemas y los superaban, ella no iba a ser menos. Se lo repetía mil veces intentando ser más convincente cada vez para no ceder a la tentación. Al decirle que sería un placer entrenar con él -palabras que le costó articular- una oscura sonrisa nubló el rostro del niño, y lejos de asustarla, la resultó muy divertido ver que no era igual a los demás chiquillos que había. Esos gestos que tenía y la manera de imponerse le hacían parecer más maduro y a ella le resultaba muy curioso, a la vez que divertido, puesto que le daba un toque impredecible, pensamiento que quedó demostrado ante la reacción que pareció causarle el que hablaran de él en la villa. Había destacado por sus habilidades al ser tan pequeño pero parecía que la información no le había gustado. Repasó mentalmente su frase sin encontrar el fallo, así que prefirió dejarlo pasar.

Comenzó a caminar y cuando estuvo a su altura susurró aquel intento de súplica. Siguió andando pero no sentía los pasos del niño a su lado, al darse la vuelta vio que se había detenido y tenía los puños cerrados, ¿a qué ese signo de frustración? La chica cada vez estaba más convencida de que había dicho una mala contestación que pudiera molestarle, a pesar de haber intentado mostrar mayor suavidad. Pronto vino la respuesta, sin embargo seguía sin entenderlo. No comprendía por qué debía chillar para decir las cosas. Para ella gritar encuadraba discusiones y no deseaba tenerlas. Las personas que habían impuesto su criterio lo hicieron a base de dolor físico y psicológico, con gritos, inculcándole que jamás llegaría a nada y no era querida, tan solo un error. Ella hablaba en tono calmado, sin contar con sus palabras envenenadas. No quería convertirse en la clase de personas que odiaba.

- ¿Por qué gritar? Vas a entenderme de todos modos. Además, todos tememos a algo.

Se defendió ella. Respecto a lo de ser como era…Tal vez no lo tuviera demasiado claro. ¿Grosera o sumisa? En su casa no le seguía ese aura maleducada, sabía que en caso de dar tales contestaciones empeoraría las circunstancias y podía acabar aún peor. Se habían empeñado en castigarla una y otra vez por su personalidad, por el mero hecho de existir. ¿Cómo iba a esperar ser aceptada si sus propios progenitores la despreciaban?

Dudó unos segundos antes de decidirse a continuar o no con la conversación, un movimiento brusco por parte del niño la sacó de su guión. Él sujetaba la muñeca de Taila, que en algún momento había quedado destapada sin darse cuenta. Ese fallo destapaba un moratón en el lado izquierdo, más antiguo, pues comenzaba a perder su color morado y los bordes ya estaban amarillos. A su vez, casi en el mismo sitio de donde agarraba Sokka, había unas marcas bien definidas de unos dedos en color vivo, mostrando los sitios favoritos para agarrarla sin que tuviera gran posibilidad en soltarse. Una punzada de temor recorrió sus ojos, que se enfrentaban en una lucha visual con los inquisitivos zafiros del niño. Estaba más asustada porque descubriera su secreto que porque fuera a pegarla, tan acostumbrada a las palizas como estaba a veces se preguntaba qué más daría por una más; pero no quería tener que aguantar los mismos malos tratos en todas partes, deseaba liberarse. Forcejeó sin mucha fuerza, debido a que su entrenamiento físico era prácticamente nulo, aunque él no parecía muy fuerte tenía lo suficiente para que no pudiera soltarse por ella misma. La exigía respuestas… Nunca tenía opción a las preguntas, solo debía hacer lo que la ordenaran y mantenerse silenciosa para no molestar. Contarle su historia, sus problemas, traería consecuencias seguramente peores. Ella no quería molestar a otros haciendo que sufrieran sus propios males. Lo que ocurría dentro de su hogar simplemente la incumbía a ella y a su padre, sin embargo mentirle tampoco le parecía una opción, habiéndole pedido el otro que no lo hiciera. Con su desprecio habitual mantuvo la vista fija a la suya, esa vez sin un ápice de miedo, mostraba decisión.

- ¿Y a ti qué te ha pasado en la cara para que seas así de feo? ¿Te caíste al nacer? Yo no me voy metiendo sobre cómo llevas tus cosas, a ver si te aplicas el cuento, mocoso.

Era otra manera de responder de forma directa a sus respuestas, sin mentir pero tampoco diciendo la verdad. ¿No le había pedido que fuera clara? Pues Taila estaba haciendo caso a sus palabras y así estaba haciéndolo. Por otro lado, seguía sintiendo las manos del niño en su brazo, no le agradaba en absoluto el contacto físico e intentaba evitarlo a toda costa. Pero allí estaba, cómo no, el crío para romper las barreras y acercarse a ella, tomándose más libertades de las que le daban.

- Suéltame.

Su tono no admitía réplica, no era una súplica ni nada que se le pareciera. Si bien le había dado una advertencia él sobre cómo debía tratarle y le había dicho que no sonriera falsamente, ella se estaba tomando la libertad de marcarle los límites que no quería que cruzara. Tenía la extraña sensación que a medida que avanzaba el tiempo con él se hacía más mayor, como si de repente madurara y en ciertas ocasiones volviera a tener ese aire infantil. Se preguntó si habría tenido una historia dura, no sabía nada de él pero había sido grosera de nuevo. Se concentró en mantenerse firme en su posición para no ceder, como había dicho anteriormente, quería protegerse. Así quizás se librara de tantas explicaciones, pudiendo huir a otro estilo de vida.

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Mensaje por Sokka Jue Dic 06, 2012 7:14 am

Taila había logrado acallarme tras su respuesta sobre el tener miedo a alguien o a algo, me habría gustado responderla con que sería capaz de proteger a aquellos que considerara mis aprendices pero las palabras no salían por mi boca, ese siempre había sido mi mayor secreto y mi mayor miedo a la vez a pesar de ocultarlo tras mi inocencia y mi infantil carácter. Sin embargo, aquella chica no se había cortado ni un pelo en decir lo que pensaba, es verdad que era lo que quería conseguir desde un principio pero me pilló totalmente desprevenido. Tal vez hubiese mostrado su verdadera forma de ser desde el principio pero aquella sonrisa falsa debía ocultar algo por fuerza, seguramente su pasado. La verdad que había soltado de "todos tememos a algo" había sido como una estaca clavada directamente en mi estómago pues es cierto que considero imposible no temer nada pero a veces hay que hacer que lo parezca para dar tranquilidad a la sociedad que te rodea. El mero hecho de que yo no fuese una excepción del temer a algo hizo que mi rostro se ensombreciera y que mi mirada se dirigiese al suelo.

Taila continuó con sus ocurrentes y groseros comentarios. Si de verdad era así debía de llevarse un poco de su propia medicina así pues cuando Taila dijo: "¿Y a ti qué te ha pasado en la cara para que seas así de feo? ¿Te caíste al nacer? Yo no me voy metiendo sobre cómo llevas tus cosas, a ver si te aplicas el cuento, mocoso." mi respuesta fue otro comentario ingenioso: "Al menos yo todavía tengo que pasar la adolescencia y cambiar, sin embargo lo tuyo ya no tiene remedio... Y respecto a lo de que no te metes en mis asuntos tu misma te acabas de contradecir pues me has preguntado por mi nacimiento y el por qué de mi aspecto así pues no repliques."

Después de que pude ver un moratón en la muñeca izquierda de Taila, el cual ya había empezado a curarse pues comenzaba a perder su color morado y los bordes ya estaban amarilleando, ella me ordenó que la soltara. La hice caso al instante pues mi intuición así me lo ordenaba y porque creí que era lo mejor en la ocasión. Yo conocía más o menos su historia pero sin detalle alguno. Viendo la brutalidad con la que su padre había pegado a Taila sería de extrañar que aquella fuese la primera vez y los moratones reafirmaban esa teoría pues algunos ya eran antiguos de otras palizas. Pensé entonces en el padre con el cual había vivido yo los cinco primeros años de mi vida. Era personas totalmente diferentes; donde uno era cariños y preocupado el otro era un hombre que abusaba de su fuerza; mientras que el uno buscaba lo mejor para su hijo, el otro solo buscaba el emborracharse y llegar a las tantas de la noches para "relajarse" maltratando a su hija. No obstante, y aunque Taila no lo supiese todavía, yo esperaba ya haber dado una lección a su padre y que este hubiese escarmentado.

- Por muchos límites que pongas los pasaré todos y quiero que tú hagas los mismo con el resto del mundo, inclusive yo mismo, pues nadie ha e mandar en ti salvo tú misma -mi rostro todavía seguía bastante serio - Si no quieres no hace falta que me cuentes tu situación actual pero que sepas que no es un secreto para mi. Solo tengo una última pregunta para ti y habrá concluido este "mini-examen", ¿me temes?

Ciertamente, respondiese lo que respondiese Taila esta última pregunta no influiría en mi decisión pero simplemente era curiosidad por mi parte. Si de verdad me temía habría fracasado en mi objetivo inicial pero si no me temía entonces podría continuar vigilándola de cerca para poder ayudarla en lo que necesitara. Sea como fuere, después de que respondiese a esa pregunta le propondría a Taila enseñarla algunas técnicas de naturaleza Fuuton pues en la villa de la lluvia todavía se necesitaban buenos shinobis capaces de defenderla en caso de ser necesario.

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Mensaje por Taila Sáb Dic 08, 2012 7:20 pm

Aparentemente no mostraba una gran observación, pero calculaba los gestos del niño, buscando algo (distinto o no) que la ayudara a saber hasta qué punto estaba yendo por buen camino y lograra conocerle de una forma parecida a la que él lo hacía. Porque no era tonta, a pesar de que resultaba ser poco avispada en ciertas ocasiones, y entendía que él podía leerla lo suficiente como para llevarla por donde quisiera. A raíz de eso intentaba llevar a cabo una serie de pensamientos entrelazados que tuvieran sentido y justificaran sus acciones; no obtenía gran resultado, al no haber entablado muchas relaciones fuera del hogar. Estaba falta de datos. Veía al chico con el rostro perturbado por sus fantasmas, para intentar ocultarlo –supuso- rehuyó la profunda mirada rubí de Taila y encontró el suelo, que provocaba que los mechones de su cabello le taparan el rostro lo suficiente para que esa incertidumbre se hiciera menos evidente. Desde luego uno de sus comentarios había calado hondo en él, intentó averiguar cual, y se sorprendió al comprobar que no eran sus palabras groseras, si no que había hablado con sinceridad. Tragó saliva e intentó serenarse. Levantó la mirada, más relajada, hasta buscar la suya y hacer que se encontraran. Notaba que se dirigía a ella con seriedad, como si fuera una adulta. Una adulta perdida, en cualquier caso, como él mismo había dicho.


¿Ella había contestado con sinceridad? Era demasiado tarde para pararse a pensar sus preguntas más de una vez, iba con acelerón en una carrera dispuesta a ver quién aguantaba mejor las palabras malsonantes del otro o sus burlas. Si pensaba demasiado lo que decía se podría sorprender a sí misma con la dureza usaba y el valor que le faltaba cuando de verdad la necesitaba. Las contestaciones de Sokka volvieron a provocar que chasqueara la lengua, visiblemente molesta. Se podía decir que también le había calado su respuesta. Muchas veces se proclaman ideas sin meditar lo mucho que pueden dañar a otra persona, aunque no sea esa la intención. Esas palabras habían pasado por sus oídos y se habían clavado en su piel como una espina dolorosa, directa al corazón.
Tal vez tenga razón, piensa ella. Tal vez perdí la oportunidad de cambiar y ya nada pueda salvarme. Pero…¿por qué?

Sus ojos habían vuelto a empañarse y se sintió terriblemente estúpida. Sabía que si no iba a poder aguantar un par de palabras ella sería la primera que no debería meterse en una pelea oral. Pero, cómo no, aún así lo había hecho, no le agradaba la experiencia de recibir daños en contra, aunque no se fuera a parar y volviera a hacer lo mismo. Una y otra vez, porque era así.
Por suerte, había soltado el brazo de la chica después de examinarlo un poco más. Lo recogió como quien intenta esconder algo muy íntimo y lo tapó, como debía estar, su dolor no tenía que mostrarse a los demás. Las lágrimas de sus ojos amenazaban con salir y romper la fortaleza que intentaba aparentar tener. Una cortina acuosa cubría su visión, que no se levantaba de los pies del niño, sin atreverse a mirarle directamente a los ojos. Tragó saliva e intentó serenarse. Cuando estuvo más calmada buscó sus ojos, seguía mirándola y tratándola con la seriedad de una adulta. Una adulta perdida, en ese caso.
Cuando habló de su situación actual la pilló completamente desprevenida. Al principio pensó en protegerse sin saber cómo, tal vez hablando mal para ocultarlo, de alguna extraña forma que lo máximo que haría sería que la volviera a contestar como antes y la dejara sin mediar palabra. Se dio cuenta de que era imposible que supiera su situación actual, en el sentido de la palabra que ella entendía. Para saber algo hay que entenderlo, no vale con el simple conocimiento vacío y sin formación que tenemos con un tema. Nadie la entendía. A veces había preguntado el por qué de lo que la ocurría, la razón de tener que aguantar eso en vez de ser una chica normal. Volvió a invadirle la egoísta sensación que la acompañaba pocas pero persistentes veces. Aquello que lleva todo el tiempo querer hacer: salvarse a sí misma y que le jodan al resto. Las preguntas, no por primera vez, no encontraban respuesta.

Él no podría entender lo que supone no ser deseada, ser una carga; que todos y cada uno de los pasos que has dado por el camino son pasos falsos. Donde no tienes ningún valor, si se mueve a nadie le importará. Que en realidad el mundo estará mejor cuando ella no lo profane con su presencia.

No, él no podía entender aquello. Solo era un niño. En cinco años de vida no se puede conocer el mismo dolor que en quince, ¿o sí? Meditó la idea de que esa criatura conociera a su padre tan solo un día y, aunque más pequeña, la sensación era terriblemente parecida.

- Déjame que te pregunte yo a ti... Si estoy perdida, ¿por qué sigues aquí? ¿Por qué pierdes el tiempo conmigo?

La única palabra que guardaba desprecio en su formulación era conmigo. Desprecio de sí misma y lo que no llegaba a ser. Desprecio por conformarse con poco y no seguir por sus propios medios.

- Además... si tan bien conoces mi situación... ¿No deberías saber si te temo o no?

Su voz seguía en el mismo tono levemente apagado. Se agachó, sentándose de cuclillas, para quedar a su altura. Ya no se sentía un ser superior y ser más alta solo le proporcionaba un escalón al que no pertenecía. Quería estar a su mismo nivel para hundirse en esas gotas de agua que tenía el niño en el rostro, tan puras como un manantial. Levantó ligeramente las comisuras de los labios.

- Pero no... No querría. temerte.

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Mensaje por Sokka Dom Dic 30, 2012 12:25 am

Fuera de las cloacas, en Amegakure no Sato, la lluvia seguía cayendo torrencialmente sin descanso alguno. No obstante, bajo la ciudad, dentro de las cloacas, apenas caían gotas de lluvia a excepción de las que se colaban por los agujeros de las tapaderas de las alcantarillas y alguna que otra grieta. Además del agua de lluvia, por las cloacas corría un riachuelo que literalmente era de caca pues transportaba las aguas fecales de todos los habitantes de Amegakure no Sato que vertían sus desechos a las tuberías que conectaban con el alcantarillado. La verdad es que era un mal lugar para ir a entrenar pero era el mejor de Amegakure no Sato pues allí se hallaba el templo del Amekage. Los arquitectos que lo construyeron allí seguramente no apreciaban al Amekage que mandaba por aquel entonces.

Dentro de los túneles de las cloacas había al menos dos personas; una de ellas era una chica de mediana estatura (alrededor de un metro con sesenta y cinco centímetros), era bastante delgada y aquello se reflejaba tanto en su pálido rostro como en su fina figura (quizás esto se debiera a una mala y pobre alimentación). El pelo de la chica es bastante largo pues le tapa completamente la espalda pero se queda un poco por encima de la cintura. Sus cabellos son de un tono violáceo muy pálido al igual que su propia piel y suele ir peinado de forma que se crean dos pequeños rizos que enmarcan la cara de la chica. En esta ocasión, la chica vestía con una prenda hecha a mano, puede que por ella misma, y con una especie de pequeño gorro negro que marcaba un notable contraste con su blanca piel. Al ser una villa oscura y siempre cubierta de nubes, sus habitantes solían ser muy pálidos debido a la falta de Sol e, incluso, algunos parecían fantasmas; es por esta razón que por las calles de Amegakure no Sato recorren miles y miles de rumores de fantasmas y apariciones de espíritus pasados o de gente que ha muerto hace poco. También es frecuente que los padres cuenten a sus hijos historias de miedo como la del "Fantasma triste" o la de "Las cadenas del viejo Tío Pat". Personalmente, mi propio padre me ha contado miles de veces esas historias y muchas más, pero también me ha contado algunas reales como los sueños que tenía sobre mi madre. Ahora les echo de menos a los dos, daría lo que fuera por verles una vez más, lo que fuera... Me encantaría estar entre los brazos de ambos, que se sintieran orgullosos de mi y de lo lejos que había llegado. Mucha gente me felicitaba por haber llegado a un cargo tan importante en poco más de un año, pero esa gente no eran mis padres y por lo tanto no quería sus felicitaciones. Una leyenda urbana de Amegakure no Sato dice que aquellas personas que nos han dejado, sea por las circunstancias que sea, si las queríamos mucho, si las seguimos queriendo mucho, tanto que los de nuestro al rededor lo lleguen a notar y que si ellos sentían lo mismo se podía asegurar que esas personas no nos han abandonado todavía y que nos vigilan desde lo alto de las nubes negras que se ciernen sobre nuestra aldea. Da igual que sea cierta o no la historia pero yo me la creo, tengo fe en ella y es por eso que nunca para de llover en Ame. Es por eso por lo que la lluvia de nuestra villa me gusta tanto y es por eso por lo que odio a los extranjeros que se hartan de este clima y que lo acaban detestando.

Ahora me hallo en el interior de las cloacas de nuestra amada villa, donde la lluvia no alcanza y donde menos me gusta estar. En frente de mí hay una chica, algo desnutrida y ya descrita anteriormente. Está enfrente de mi, sentada en cuclillas para estar a mi misma altura y su respuesta me ha sorprendido y gustado. Tiene algo especial que me recuerda a una de las dos personas que más quería, me recuerda a mi madre... Su mismo tono de piel, sus mismo rizos, su misma manía de tejer su propia ropa, el mismo afán por ocultar los verdaderos sentimientos hacia el resto de las personas. Así era mi madre pero siempre había una persona que lograba sonsacarle la verdad sobre sus sentimientos, daba igual que hiciese mi madre para ocultar su tristeza bajo una falsa sonrisa o bajo una falsa distracción pues mi padre siempre sabía cuando no estaba bien o cuando necesitaba algo. Cuando se conocieron, ellos dos llegaban a casi odiarse pero detrás de ese "odio" había amor, un amor incontrolable que llegó a un punto en el que no podía seguir entre las sombras y salió a la luz. Cuando mi padre vio a mi madre morir en aquella camilla mientras me sostenía en brazos se situó al borde de la desesperación, aquello que más amaba en la vida se había ido pero se había ido dedicando una sonrisa y una mirada a su amado y a su hijo. Por esto mi padre siempre me ha cuidado bien, siempre sabía cuando pasaba algo, cuando se metían conmigo, cuando intentaba ocultarlo... Al final yo heredé tanto la facultad de mi madre para poder ser muy independiente como la facultad de mi padre para identificar a aquellos que querían ocultarse tras una falsa sonrisa. Ambas facultades son muy útiles.

Si una tercera persona nos estuviese observando a Taila y a mi vería a un chica de pelo morado y piel pálida sentada en cuclillas frente a un niño de baja altura pelo es de un tono azulado intenso y muy oscuro, con un color de ojos azul brillante y claro. Una vez más, yo vestía con la negra camisa que me había confeccionado mi madre antes de morir y que todavía me quedaba bastante grande llegando a tapar los blancos pantalones que acababan casi siempre impolutos debido a su ocultación. Mi rostro era sonrosado y alegre pues así debían ser los niños pequeños. No obstante había más en nuestro físicos pues ambos estaban manchados de las aguas de las cloacas inclusive mi camisa favorita. El silencio era el dueño del lugar, su reinado había alcanzado su máximo esplendor en aquel momento. Nada se oía, su alguien hubiese respirado por muy leve que fuera habría sonado como el estruendo de una batalla. Un destello rojizo desvió mi atención y me hizo girar la cabeza sin llegar a perder de vista a Taila. El destello provenía de unos pequeños ojos rojos oscuros que, a la luz de una rendija, brillaban intensamente. Nos estaban rodeando, habíamos sido demasiado lentos y habladores, no habían alcanzado y ahora parecía que nos hallábamos en un apuro. Debían de ser la familia de la rata que antes maté con una simple aguja senbon pero aquella rata estaba sola y era una; estas, eran un grupo bastante numeroso que se podían ayudar las unas a las otras. Nueve de ellas tenían el pelaje marrón oscuro y manchado casi llegando a negro pero las otras diez eran totalmente negras a excepción de los ojos rojos. Las ratas negras desprendían un fuerte olor a putrefacción que era perfectamente notable a pesar de estar dentro de unas cloacas. Las ratas debían de ser bastante rápidas pues tampoco nos habíamos entretenido tanto pero las ratas más oscuras inspiraban un aura de maldad, el mal olor podía llegar a marear a los más débiles o a los que tienen poco estómago.

- Nos han alcanzado por tu culpa, ahora levántate y prepárate para pelear. -le dije a Taila con un tono de voz replicador.

Las ratas no esperaron ni un instante más y decidieron atacar, las nueve ratas más claras se abalanzaron sobre Taila y sobre mi mientras que las diez restantes se quedaron a observar. La primera oleada de ratas era más lenta de lo que me esperaba pero eran rivales al fin y al cabo. Se les notaba que algunas de ellas eran bastante listas, puede que fueran más listas incluso que Taila, y por ello eran las que lideraban y dirigían tanto la marcha como el ataque. Sobre Taila se abalanzaron las tres ratas que más inteligencia mostraban mientras que frente a mi se hallaban seis ratas más veloces pero sin inteligencia alguna. Para mi no fue problema librarme de tres ratas repitiendo un sello con ambas manos tres veces tras los cuales tres pájaros de papel surgieron y atacaron a las ratas en pleno vuelo. Volví a realizar otro sello con ambas manos y un feroz viento golpeó a una cuarta rata dejándola inconsciente también. Sin embargo las dos restantes no me daría tiempo a hacer los sellos correspondientes y, antes de que se abalanzaran sobre mi cuerpo, las cogí con las manos en pleno vuelo. No pude evitar que ambas ratas me mordiesen pero un instante después ya habían sufrido una fuerte descarga de chakra de viento sobre sus cuerpos explotando ambas ratas llenando las paredes de sangre y vísceras. Taila, a pesar de que fuera superada en las ratas por inteligencia, debería estar desenvolviéndose bien pues ya la había aceptado como mi aprendiz...

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Mensaje por Taila Dom Ene 13, 2013 9:48 am

La chica sintió que había pasado una eternidad desde el final de sus palabras, ¿era posible que el tiempo se hubiera parado? Su respiración, algo agitada debido al extraño contacto que tuvo con el mundo exterior, parecía resonar entre las paredes de piedra. Sin esperar más, puesto que no estaba dispuesta a establecer más conversación, torció el gesto y se levantó despacio frunciendo el ceño. No entendía a qué había venido esa repentina declaración, pero no terminaba de convencerla. Se dijo que debía deberse a que los niños le recordaban a su querida hermana perdida, sin embargo Riyü nunca fue tan insolente, lo que agradecía soberanamente. Al contrario, era ella el primer rayo de sol que se abre paso entre el cielo encapotado tras una gran tormenta. Pero el sol se había apagado en su cielo y había dejado de brillar definitivamente, sumiéndola en la más completa oscuridad. Caminaba a ciegas en un túnel que no dejaba entrar la luz, pues en cuanto intentabas encender un fósforo se apagaba al instante y volvía a acudir a su cuerpo la misma sensación de desamparo, pero esa vez más fuerte aún que la anterior.
No tuvo tiempo para lamentaciones, el mismo destello rojizo apareciendo resurgiendo de las partes más oscuras de las cloacas desvió también la atención de Taila. Inclinó la cabeza hacia ese lado y suspiró pesadamente: Más ratas. Por si no fuera suficiente, el mocoso la estaba menospreciando de nuevo. No tenía gana alguna de soportar más réplicas. Había tenido suficientes conversaciones por el día y tampoco necesitaba ninguna compañía. Sí, definitivamente, de nada le servía ser amable.

- Estúpido mocoso, eres tú quien mató a su compañera. Si te hubieras quedado quietecito seguro que no nos habían perseguido... Eres realmente molesto.

A pesar de las palabras no estaba perdiendo el tiempo, mientras las pronunciaba hizo un sello con ambas manos y rápidamente comenzó a caer un intenso granizo sobre el campo de batalla, que al menos lograría causar suficientes daños a las ratas para que se vieran malheridas, de esa forma se le facilitaría el trabajo y no tendría que mostrar tantas precauciones con las demás. De ese modo podría ayudar también al chico si lo necesitara, aunque no había pensado en él mientras planeaba sus acciones en la cabeza, tan solo estaba meditando su supervivencia y la muerte de unos pútridos animales que habían ido a topar con quien no debían. Si le hubiera sido tan fácil recuperar a su hermana como pretendía que fuera acabar con todos ellos, ya lo habría hecho hace tiempo. Nada ni nadie sería rival para ella, no mientras tuviera una razón de ser. Porque no hay persona más muerta que la que no tiene motivo por existir. Y Taila no pretendía esperar a que eso le ocurriera a ella. Sin detenerse realizó otro sello y rápidamente se formó un remolino a sus pies que la elevó dos metros del suelo, hasta casi tocar el techo, que se encontraba a medio metro por encima de su cabeza, suficientemente rápido para que mientras tres ratas iban a por ella no dieran con nada más que aire. Desde esa posición hizo una secuencia de sellos repetidos, pues se debían a la misma técnica, y empezó a agitar el brazo en dirección a cada rata viva. Tres veces lo hizo, y el mismo número de golondrinas se dirigían hacia los animales pretendiendo impactar contra ellos y matarles finalmente. Sus ojos recorrieron el espacio para asegurarse de que estuviera en orden. Suponía que aun sin tenerle aprecio habría de proteger al chiquillo en caso de que tuviera problemas, sin embargo parecía estar desenvolviéndose bastante bien. Esos hombres, no sabían hacer dos cosas a la vez... No como ella, que había contestado ferozmente a la acusación del niño y además había estado realizando sellos.

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Mensaje por Sokka Lun Mar 11, 2013 2:45 am

El combate transcurrió rápidamente y acabaron quedando solo aquellas ratas infectadas por lo pútrido, por una especie de plaga de carácter malvado cuyo fin era destruir. Destruir a todo lo que se pusiera en medio, destruir a aquella cosa que fuera ajena a la plaga y destruir para imponer el caos. Caos... El caos derivaría en el pánico, el pánico en confusión... Ciertamente es más fácil destruir una especie, un objetivo, un algo si en ello está implantado la confusión, el pánico, el caos...
Las ratas atacaron, mi respuesta verbal solo fueron tres palabras a mi acompañante:
- Presta atención, niña.-
Me abalancé contra las ratas realizando repetidas veces una técnica que ya había empleado antes. Era la conocida como palma de viento, muy útil y simple pues rechazaba al rival. Es casi un milagro que hubiese funcionado pero había alcanzado a todas las ratas. Las ratas salieron volando y acto seguido le lancé un shuriken a cada una mientras volaban. Les faltaban velocidad así que les apliqué chakra de tipo fuuton mediante la técnica de los Shurikens rotatorios basada en que el Ninja lanza varios Shuriken al aire y les infunde Chakra de viento para arrojarlos contra el enemigo girando a toda velocidad. Los shurikens cortaron limpiamente y con facilidad la pútrida piel, los pútridos tejidos, los podridos huesos, rebanando la cabeza a todas las ratas. Mi puntería había sido excelente.
-Sigamos.-Le dije a mi nueva aprendiz.
Anduvimos hacia el templo del Amekage sin ninguna interrupción más. Allí nos encontramos con un banco de niebla, algo extraño en el lugar pero bastante oportuno. Enseñé a Taila la última técnica del día. Ésta también era del elemento fuuton, se basa en que el Ninja libera desde su cuerpo una racha de viento que disipa la niebla o el humo que estén cubriendo la zona. Acabado el entrenamiento cada uno marchó donde quiso para volverse a encontrar algún día, más tarde. Por mi parte, marché a la escuela puesto que quería comprobar cuanto había aprendido. Tras unos rápidos exámenes me demostré a mi mismo lo inteligente que me había vuelto.

Daños y gastos:
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Última edición por Sokka el Mar Mar 12, 2013 7:08 am, editado 1 vez
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Mensaje por Sokka Lun Mar 11, 2013 2:48 am

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