La busqueda

Dolor y mas dolor, era lo único que sentía en ese momento, no solo por mis heridas físicas, las cuales eran muy graves, si no que por el dolor que sentía dentro de mi persona, me presente al chunin para adquirir experiencia a la hora de combatir, para a si mejorar y ser mas fuerte, pero lo único que cause fue dolor. No sabía como lo hice, ni por que, lo ultimo que recordaba era como algo me cogió y me llevo, y se apodero de mi cuerpo, convirtiendo en uno de ellos, un infectado, no tenía el control de mi cuerpo, el se movía solo, lo único que esperar era a que acabasen ya con mi sufrimiento matándome.

Había perdido mucha sangre, me encontraba muy débil, no tenía fuerzas para moverme, mis heridas ya estaba curadas, no sabía como había pasado, pero alguien debió. hacer algo, fueron mis compañeros, o fue otra persona... . Grandes heridas que cicatrizarían y quedarían marcadas en mi cuerpo para toda la eternidad, un fuerte dolor de cabeza que me sacudía, agravándose cada vez mas, hasta llegar a ser insoportable.

Había perdido la dignidad, había perdido, lo que fue una gran batalla, la cual no pude superar, pero eso no fue lo único perdido, mis armas, las pistolas que se habían pasado de generación en generación, hasta llegar a mis manos, a unas manos indignas de poseer tal arma, las había perdido, y había deshonrado a mis ancestros, pero debía recuperar las, aunque la vida me fuese en ello, si perdía esas pistolas parte de mi identidad se iría, eso era mi única posesión.

Decidido emprendí el duro viaje que me llevaría al país de la nieve de nuevo, una nieve que se tiño de rojo, unas duras batallas contra animales desconocidos, no sabía el motivo por el que tan aterradores criaturas aparecieron, en esos momentos el futuro se veía muy negro, si no lograban parar la invasión de tales criaturas, pronto se harían con el control del mundo.

Tras un largo y duro viaje llegue a mi destino, un viaje el cual se hizo eterno, no solo por la mal forma física provocada por las heridas que tenía, si no por que el fue un largo viaje. Cuando por fin pude ver la nieve, a su vez vi agua, agua por todos lados, todo se había inundado, todo era muy extraño, no sabía como se había provocado aquello, pero posiblemente fuera fruto de una dura batalla. Orilla de nieve, una orilla helada, un mar de hielo, el agua estaba a una temperatura extremadamente baja, dado que muchos trozos de hielo cubrían la superficie del agua, por no decir casi toda.

Una vez a 15 metros de aquel helado mar, una dificultad apareció ante mi, como iría a por mis pistolas, como aguantaría la temperatura tan baja, como nadaría hasta llegar a la mina donde se me perdieron, todo se había complicado, debía encontrar una solución pronto, debía encontrarlas.

Info:

Mirada fija y perdida al mar helado, antes conocido como el pais del hielo, no sabía como sucedio, pero alguien debio hacerlo, las cosa era quien, un infectado como los insectos los cuales me envenenaron y atacaron, o puede que fuese alguien tratando de luchar contra ello, de todas formas debía ser alguien o algo muy fuerte. Cuando trataba de pensar en como recuperaría mis preciadas pistolas, algo raro estaba sucediendo en el agua, me encontraba a 20 metros del mar, cuando este comenzo a agitarse, haciendo que me estremeciera. Unos sere putrefactos salían del agua, de los cuales reconocí unos peces con patas de insecto, los culpables de que acabase en este estado, pero no estaba solos, si no que les acompañaban cientos de infectados, los cuales se dirigían al noroeste, acercandose cada vez mas a mi posición. Entre ellos se podían ver personas, algunos de ellos seran shinobis, los cuales habrían caido en el chunin, y ahora eran presos de la plaga.

Sin moverme de mi sitio me prepare para combatir, pues si no hacía nada, pronto acabarían con Migo, y sería uno de ellos de nuevo, condenado a vagar por el mundo, asesinando a cualquiera que me pasase por delante. Cuando salieron mas y mas, me desespere, pensando que este era el fin, yo no podría acabar con todos, eran demasiados, pero inesperadamente, cuando la distancia que nos separaba se acorto en 15 metros, el suelo bajo mis pies se movio, hundiendose al momento, salvandome en el ultimo segundo.

La madre naturaleza me había salvado de aquellos infectados, la suerte se decanto a mi favor en ese momento, si no, ya podría estar muerto, presa de aquellas bestias. Pero mi mayor preocupación en ese momento era donde había caído, me separaba una distancia de 20 metros con el exterior. Me encontraba a oscuras, la única luz que había era la del agujero por el cual había caído. La sala era un tanto extraña, no oía ningún ruido de liquido, por lo que esta era una de las pocas partes no inundadas del país del mar helado. Me levante, y rápidamente hice un sello con una mano, haciendo que una luz salga desde mi cuerpo, iluminando 44 metros alrededor mía. Pude ver que el suelo estaba inclinado, esta cueva bajaba mas profundo, no sabía que había en esta cueva, ni a donde le llevaría, pero mi misión ahora era recuperar sus pistolas, y ahora era una oportunidad la cual no desaprovecharía. Una vez preparado dio comienzo su camino, adentrándose en lo mas profundo del la cueva, sin miedo a enfrentarse a cualquier enemigo. Mientras en el exterior las bestias infectadas seguían pasando, rodeando el agujero, ignorando a la persona a la que había acorralado hace no mucho, si hubiese intentado luchar contra ellos, mal parado hubiese salido, pues no estaba en las condiciones optimas para enfrentarme estas, pero tampoco sabía que se escondía en este lugar, puede que mas bestias y mas poderosas, pero no se echaría para atrás, en estos momentos solo había dos soluciones, morir o enfrentarse a lo que escondía el país de la plaga.

Info:

Acciones:

Gasto y daño:

Entrenamiento:

El joven decidió continuar su marcha por las oscuras cavernas de hielo en dirección a las profundidades de la tierra, el peligro no le importaba, tampoco su vida, pues sin las armas que había venido a recuperar esta estaba carente de sentido pues ¿Qué sentido puede tener una vida que no ha logrado conservar nada importante para ella? Las respuestas tal vez le esperaban en la oscuridad, tal vez solo le esperara la muerte, cualquiera que fuera de las dos la recibiría con los brazos abiertos. El camino se accidentaba cada vez más en su bajada, encontrándose acantilados, afiladas estalactitas y estalagmitas de piedra congelada y demás obstáculos a lo largo de la cueva que ahuecaba la montaña por la que había entrado, sin embargo eso no era lo más preocupante, y es que algo le había estado acompañando todo este tiempo, algo con lo que no podía luchar. El veneno que aún se encontraba en su interior le estaba destruyendo por dentro, y a lo largo de toda esta cueva estuvo haciendo estragos con el joven sin que este lo supiera, más allá de sentir un gran dolor y cansancio. Tal fue este que no pudo reaccionar ante lo que se le vino encima, o debajo mejor dicho, pues el suelo por el que caminaba cedió, cayendo cientos de metros a la oscuridad.

Podría haber muerto en ese acto, pero con suerte cayó sobre blando, aterrizando en una laguna formada por el agua del exterior. Cuando el joven abandonara esta podría encontrarse a pocos metros de un suelo bien tratado, que no parecía formado por las rocas de la montaña, sus amadas pistolas, aunque estas ya habían buscado compañía. Cientos de seres de la plaga rodeaban la estancia, acercándose poco a poco al foco de luz en el que se había convertido Alzack gracias al uso de su jutsu, por lo que el tiempo que poseía este era limitado. Esta era su prueba final, el todo por el todo, el fracaso no era una opción llegados a este punto, de modo que solo le quedaba una opción, sin embargo, incluso recuperándolas ¿Podría sobrevivir a las criaturas que le acechaban y al veneno que poco a poco le destruía?
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Daños:

No tenía miedo, ni jamas lo tendría. Ahora lo que mas importaban eran mis amadas pistolas. Creadas por mis antepasados, y pasada de generación de generación hasta tenerlas en mis manos. Y yo no sería la persona que las perdería. No sería la deshonra de mis antepasados.

No era un camino fácil, estaba lleno de obstáculos que me impedían avanzar con normalidad, como acantilados, afiladas estalactitas y estalagmitas de piedra congelada. Y otros mas obstáculos los cuales me intentaban parar. Pero no lo conseguirían. Me encontraba cansado, y un extraño dolor recorría todo mi cuerpo. No sabía lo que era. Pero poco a poco iba para mas. Si esto seguía así no lo contaría mucho mas.

Por culpa de mi malestar, no pude reaccionar el hundimiento del suelo bajo mis pies. El cual cedió y me tiró hacía el vació. Era una gran caída, si caída en el suelo moriría. Solo un milagro podría salvarme en esta complicada situación. Al caer, caí en agua, formada por el agua del exterior que se filtraba poco a poco. Salí de aquella laguna, y allí estaban mis preciadas pistolas, las que vine a recuperar, me acerque a ellas rápidamente y las cogí, mi felicidad en este instante no tenía limite, pero se vio interrumpida por unos extraños visitantes. Los que me hicieron perder las. Mis mayores enemigos y miedo. La plaga. Pero esta vez no me quedaría quieto. Lucharía con todo lo que tenía. Agarre fuertemente mi pistolas, y visualice a mis enemigos, los cuales me estaban rodeando. Agarre fuerte el mango de mis pistolas, y me dispuse a disparar. Realizaría 4 tiros. Cada uno a una dirección distinta. Norte, sur, este y oeste. Cubriendo así mi alrededor, y dañando al mayor número posible de enemigos. Estos proyectiles cuando impactasen, explotarían en un rango de 10 metros. Dañando mas y mas. Esta había sido mi ofensiva por el momento. Pero tenía en mente que esto no sería necesario para derrotar a toda aquella orda de monstruos.

Acciones:

Gasto y daño:

Tsuki to Taiyo: