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Mensaje por Yumi Vie Mayo 10, 2013 7:30 am

¿Qué es la vida? ¿Qué nos impulsa a seguir viviendo? La piel, el mayor de los órganos del cuerpo humano y también el más inadvertido. Representa gran parte del total de la masa corporal de la mayoría de los adultos, una octava parte del total si no me equivoco, cubre un área aproximada de dos metros cuadrados. Desde el punto de vista estructural, la piel es una obra de arte, un nido de capilares, glándulas y nervios que regulan la temperatura del propio cuerpo y protege. Es nuestro interfaz sensorial con el mundo exterior, la barrera donde acaba nuestra individualidad, nuestro ser. Ya en la calle comercial, miró la lista y me acerco a la verdulería, para ver a que precio tiene los puerros y las patatas la señora. Me acercó a ver un poco e intento disimular mi cara de sorpresa al ver los vegetales tan caros, suspiro y alzo la vista, observo que la señora me esta observando sonriente, le devuelvo la sonrisa. "Tengo que hacer algo con estos precios exorbitantes" pienso para mí. Coge un kilo de patatas y unos puerros.

Parte de esa individualidad pervive incluso después de nuestro repentino fallecimiento. Al morir el cuerpo, las encimas devoran las paredes de la célula y derraman su contenido acuoso. El fluido aflora a la superficie, se acumula en las capas dérmicas y hace que éstas se destensen. Piel y cuerpo, hasta entonces formaban dos partes integrales de un conjunto, empiezan a separarse. Se forman ampollas, porciones enteras se deslizan y se desprenden del cuerpo como un abrigo indeseado en un día caluroso en pleno mes de agosto. Aún tras convertirse en una cutícula muerta, la piel conserva rasgos de su estado anterior. Es capaz de contar historias, secretos inconfesables, encubriéndolos. Siempre y cuando sepamos cómo mirar.

Realmente todos y cada uno de los humanos, incluidos los ninjas, íbamos a acabar así, da igual todo lo que hiciéramos. Todos podemos escapar de las personas, escapar de nuestros miedos, de nuestras promesas, pero nadie, sin excluir a ningún ser vivo, puede sobrevivir a la muerte. Se puede hacer que esta perdure, pero nada había oído sobre algunas gentes que se hubiera librado de la muerte así como se la representa. Por lo sabido, la muerte era algo de lo que nadie, sin excepción, se podía librar de ella. La muerte era algo

La gente que conocía me quería, más de una vez había pensado en irme de este mundo, volver a ser quien yo era, alejarme del mundo del Ninja, convertirme en alguien de provecho en cualquier oficio, pero todas esas ideas se desvanecían cuando realmente me daba cuenta de que yo había nacido para ser eso, para convertirme en un Ninja, si se pensaba bien, ¿qué hay más de provecho que un ninja que pueda encargarse de cualquier cosa que le venga, cuando menos lo esperaba podía venir alguien que quisiera encargarse de destruir la villa o de hacer daño a cualquiera que en ella se encontrara, que si lo pensábamos bien, los ninjas estábamos para eso, para proteger a todo el mundo que necesitara de nuestra protección, eso era algo que se sabía en el momento de convertirse en ninja, en el examen Genin ya te enseñaban eso, era algo fundamental. Todo ninja debía de saber a lo que se atiene antes de convertirse en alguien tal, por supuesto todos los ninjas podían renegar de ser ninjas, pero si la villa necesitaba ninjas para cualquier cuestión de vida o muerte, incluso los retirados tendrían que estar ahí si la villa estaba en peligro porque a cualquier individuo se le cruzaran los cables e intentara hacer un daño físico a la villa, por supuesto, y eso no hay ni que decirlo, si mi villa me necesita, esté retirado o no, seguiré sirviendo a mi villa, como buen Hatake, pero ante todo como buen ninja de la villa de la Hoja, si Konoha me necesita, yo estaré ahí, para las buenas y las malas, para lo que sea. Eso era lo que me frenaba a la hora de renegar de ser un ninja, el amor que le tenía a la villa y a todos los habitantes que allí había viviendo, los engendros los tenían un poco atemorizados a cada uno de los habitantes, yo ya me había enfrentado a la plaga en muchas ocasiones, en la guerra y en mi primera misión, pasando también por la lucha que tuvimos Amatista, Carlos, Hima y yo contra ellos. Hacía tiempo que no veía a Amatista, nuestras luchas contra los engendros y demás bichos eran echadas de menos por mis huesos, los cuales estaban un poco cansados de esperar otra vez a ser puestos en marcha, tenía ganas de verla a ella y a Hima y volver a compartir los momentos que compartimos luchando contra la plaga, contra aquellos infectados que en momentos nos hicieron sudar como auténticos ninjas de la villa que éramos, bueno, que era yo, ella estaba retirada, pero estaba claro que si la villa necesitaba de ella, estaría ahí, era su labor, así que nada de echarse atrás en cuanto a la protección de la villa y de sus habitantes. No sabía nada de ella desde que su hermano intentó acabar con mi vida, sabía que Carlos había sobrevivido a mi ataque, a mi Chidori que le traspasó de atrás adelante, y la verdad que eso me alegró, tampoco quería convertirme en un asesino, no quería ser el verdugo de nadie, pero también debía de entender que era o él o yo, estaba claro que él quería verme fuera del mapa y yo no debía permitir eso, puesto que no pensaba dejar que mi vida terminara sin que cuando me viera la gente, me saludara. Quería ser conocido por todo el mundo por las cosas buenas que había hecho, aunque claro, antes hay que hacer las cosas buenas. Hoy era un día de entrenar, tenía nostalgia desde la última vez que había hecho algo por mi vida como ninja, esa última vez que salí a entrenar había sido con Amatista, aunque acabara intentando terminar con la vida de su hermano. Estaba en casa, aún en la cama, divagando que iba a hacer hoy, tenía que tener un plan. Mis planes de entrenamiento se vinieron abajo cuando oí, desde mi cama, ladrar a mi perro, era el mismo ladrido, el mismo sonido cuando Amatista y su perrita pasaron la primera vez, cuando la conocí, me levanté raudo y veloz a la ventana y apartando a Manchita, allí la vi, con su perra en medio de mi calle, mirando hacia mi ventana, parecía que ella también echaba de menos esos días de entrenamiento intensivo que tuvimos durante apenas tres días, sin pensarlo dos veces abrí la ventana, y desde mi altura grité.

La figura apareció en mi campo de visión pero no la esperé, sabía que nos alcanzaría sin necesidad de hacer pausas que nos llevarían a perder el tiempo tontamente. Juraría que había crecido un poco, la subida de rango la sentaba bien, hacía bastante tiempo que no la veía. Solíamos estar contracorriente, pues cuando una iba de un sitio la otra volvía... Eso me recordó a una canción que escuché cuando paseaba por la parte comercial de la villa de Iwagakure, hacía ya un par de años, donde un comerciante cantaba felizmente en su puesto: "Cuanto tú vas, yo vengo de allí. Cuando yo voy, ya no estás allí". A nosotras nos pasaba algo parecido, primero cuando estuvimos juntas en la villa de la roca tras el examen chunnin y Viral vino a buscarme para llevarme a Konoha; más tarde, mientras mi mente planteaba la idea de ir a hacerla una visita, apareció sin más en la villa de la hoja... Estuvimos juntas en la mansión hasta que un cambio de planes nos separó de nuevo, coronando a Shika como Hokage y llevándome a mí a la capital de Imperio. Sin embargo, por alguna razón, me encontraba siempre con Viral y nos juntábamos aunque hacía temporadas en las que permanecíamos alguna etapa separados. En cualquier caso, por muy lejos que estuvieran, les mantenía cerca de mí y volvíamos a encontrarnos. Sentía que eso era mucho más importante que tenerlos conviviendo en el hogar continuamente, por lo que aún así estaba contenta. Seguro que pocas personas podrían presumir de ello. Antes de llegar a la puerta nos saludaba con una sonrisa que me limitaba a responder con un gesto de manos, concentrada en escrutar cada rincón por si aparecía cualquier clase de enemigos, o eso intentaba aparentar, porque en mi cabeza seguía tarareando la cancioncilla que se me había pegado de repente, después de los años sin que se me pasara por la mente si quiera. Captó mi atención su intervención cuando se refería a la misión, a veces me sorprendía a mí misma con la seriedad que podía cubrirme a veces. Cerré un momento los ojos, gesto que no me impedía ver, y asentí despacio, a la vez que los abría de nuevo.

Esa mañana me levanté temprano, no por ninguna razón el especial simplemente porque la luz entró en mi dormitorio y queme con su luz todos mis sueños. Algo adormilado fui al baño a ducharme, de una forma mecánica. Abrir el chorro del agua caliente, despejarme poco a poco debajo del flujo del agua, era tan agradable, cerré el grifo y eche un chorro de gel en la palma de mi mano para enjabonarme. Frote concienzudamente cada parte de mi cuerpo produciendo mucho espuma a mi alrededor, volví a abrir el grifo del agua dejando que enjuague toda la espuma de mi cuerpo.

Amatista miró hacia y en cuanto me vio levantó su dedo pulgar de la mano derecha, la que tenía libre, en signo de aprobación. Genial pensé, habrá que ver a ver si a mejorado desde la última vez, habían pasado apenas dos semanas desde la última vez que hicimos algo juntos, y yo estaba impaciente, y seguramente ella también. Salté desde el primer piso en el que me encontraba después de estar totalmente listo, allí me estaba esperando Amatista, la cual me saludó con una amplia sonrisa. De la que íbamos al mismo lugar donde estaba claro que íbamos a entrenar, la pradera de los infectados, así la bautizamos ella y yo, estábamos seguros de que tendríamos que enfrentarnos a algún infectado que por allí aparecería, y yo estaba totalmente preparado, iba armado hasta los dientes, Amatista llevaba una mochila bastante grande donde supuse que llevaría a Hima, igual la había mejorado o algo por estilo, no le pregunté, porque estaba claro que sería el lugar donde tendría a Hima. Corrimos un poco hasta estar allí, me sorprendí bastante porque habíamos ido a la misma velocidad, me sorprendí porque la última vez que corrimos los dos juntos Amatista era un metro o dos por segundo más rápida que yo, llegamos al lugar y lo primero que hice fue preguntarle si había corrido a lo más rápido que había podido, a lo que ella me respondió que sí, yo me quedé pensativo durante un buen rato, ¿será que yo había mejorado desde la última vez?, no había hecho nada a modo de entrenamiento de velocidad, igual el Chunin había hecho que mi velocidad fuera mayor, aunque también tenía que tener en cuenta que yo iba casi sin equipaje, y ella llevaba una mochila tan grande como su cuerpo. Después de eso, Amatista sacó a Hima, estaba igual que la otra vez, ella me dijo que la había mejorado un poco, que aunque no fuera una ninja y estuviera retirada, sus marionetas tendrían que estar listas para cualquier día que la villa las necesitara, y en parte tenía razón. Las sonrisas se fueron, el temor llegó, desde la otra parte de la pradera una andanada de unos treinta engendros venían hacia nosotros, éramos tres contra treinta dije, a lo que Amatista me corrigió rápido, decía que éramos doce, ¿de dónde sacaría que éramos doce si yo solo nos veía a Hima, ella y yo. De pronto del suelo salieron nueve marionetas, nueve sí, cada una atada por un hilo de chakra a uno de los dedos de las manos de Amatista, ¿eso no era la técnica suprema de los titiriteros?

Si te crees que en estas dos semanas no he entrenado estás muy equivocado, no eres el único que entrena cuando tiene tiempo, que sea un retirada no significa que no me las sepa apañar cuando de verdad se necesita.

Amatista tenía razón, había subestimado que durante la semana que estuvimos sin vernos hubiera hecho algo en beneficio a ella, las marionetas estaban hechas de piedra y arena, eran marionetas de roca, al parecer en estas dos semanas había estado fundiendo los dos tipos de jutsus que puede controlar, jutsus del titiritero y los del Doton. Las marionetas no servirían para el combate que estaba por delante, los engendros se encontraban a cien metros y acercándose, yo solté mis cadenas con un movimiento de manos y haciendo sellos comencé a correr, saqué diez clones de mismo con el mismo aspecto y las mismas cadenas, pero estos eran ilusorios, pero claro, ellos no lo sabían. Amatista y sus diez marionetas me seguían más atrás de mí. Justo a veinte metros de los engendros hice un sello con ambas manos haciendo que de mi cuerpo saliera una luz cegadora que serviría para que los engendros no supieron donde estaban, ahí en cuando yo me puse en serio, mis cadenas fueron dando contra todos los engendros que se encontraban, aparte de eso yo iba clavando mi Kouken y los kunais que tenía bajo la capa a cada uno que tuviera delante. Me lo estaba pasando genial atravesé toda la horda de engendros y miré hacia atrás, Amatista se había quedado delante de ellos, comenzó a mover los dedos y excepto Hima, todas las marionetas de roca saltaron un metro por encima de Amatista y de sus brazos comenzaron a salir piedras del tamaño de una cabeza de engendro, estas fueron dar a todo engendros viviente que yo había dejado, apenas veinte y todos con algún golpe de mis cadenas, por supuesto, eso no era lo único que en ese día iba a caer bajo nosotros, y literalmente, puesto que de nuestros pies empezaron a salir una manos pequeñas que nos cogían, ¿qué era eso que por debajo de nosotros impedía que nos moviéramos? Amatista estaba consternada por aquello, al parecer no le gustaba aquella situación, para nada, al igual que a mí, no nos gustaba estar así, pero algo habría que hacer para librarse de toda aquella situación tan desastrosa. Amatista se libró fácil de las ataduras que las manos, que en realidad eran raíces pequeñas, con un simple tirón de sus dedos, a Hima le salieron de sus palmas, dos pequeñas cuchillas de unos treinta (30) centímetros que partieron las raíces en dos, haciendo que estas volvieran a lo más hondo de la tierra. En cuanto a mí, el chakra Raiton cogió fuerza en mis manos y moldeándolo lo mejor que sabía hasta esos momento, hice una pequeña daga de rayo con la que sutilmente y de un solo navajazo, me libré de las dichosas raíces que me había cogido. Tanto Amatista como yo miramos al frente para saber que era aquello que nos había agarrado por los pies, puesto que las raíces no se habrían movido solas, supongo. Del frente vimos aparecer un monstruo gigantesco, del tamaño de mi edificio, uno cinco (5) metros de algo y varios más de ancho si sus manos se alargaban, ¿de dónde se supone que había salido eso?, ¿teníamos Hima, Amatista y yo y todas sus marionetas hechas de roca de poder con semejante bicho? Realmente era enorme, me preguntaba de donde habría salido aquel enorme monstruo, el cual no se movía muy rápido, calculaba que a la mitad de mi velocidad, unos quince (15) kilómetros por hora, lo que serían unos cuatro (4) metros por segundo, he visto estudiantes aún sin haber pasado el Genin moviéndose a dicha velocidad, y digo que sería la mitad porque yo me muevo a treinta (30) kilómetros por hora, que son unos ocho (Cool metros por segundo, una velocidad más que aceptable para un Genin. No iba solo, parecía que en realidad, la guerra entre Amatista y yo contra los engendros e infectados de la plaga había empezado desde el momento en que uno de ellos atacó a mi perro Manchita, y como dueño de ese perro yo no iba a permitir que nada le pasase a mi querido animal. Por eso fue por lo que tuve que acabar con aquel engendro, para que él no hiciese lo propio con mi animal de compañía, después de eso, los engendros e infectados con los que acabamos Amatista y yo la primera vez, lo bien que nos compenetramos. Aunque puede que contra eso no tuviéramos mucho que hacer contra aquel enorme engendro, que más que un engendro era un infectado de los grandes, me ponía la carne de gallina, ¿podríamos Amatista, Hima y todas sus marionetas y yo contra aquel gran monstruo el cual parecía venir solo?, pero no, como siempre la suerte no corría de nuestra parte, pensaba que sí, pero no. Detrás de dicho enorme engendro infectado venías más engendros, unos cuarenta (40) de ellos venían detrás y aún así, la loca de Amatista se ponía en guardia, ¿pensaba atacar y enfrentar a tantos enemigos? Definitivamente estaba muy loca, pero yo tenía que estar al lado de esa loca. En el momento en que Amatista divisó en el horizonte lo que yo había visto ya, solo una palabra salió de su boca para que yo hiciera lo que ella dijo, “corre” era la palabra, después de un segundo aproximado, Amatista recogió todas sus marionetas y se puso a correr en dirección opuesta a los engendros, los cuales era más y me atrevería a decir que mejores. Salimos corriendo en dirección contraría a los engendros que allí se encontraban, realmente eran demasiados y lo que yo quería no era morir a manos de ellos, no me gustaría convertirme en un monstruo de los de la plaga, precisamente no me parecía una muerte digna de un ninja y menos de un hatake de mi nivel, la velocidad de los dos había aumentado bastante, lo suficiente como para hacer frente a la velocidad de los engendros y sobretodo de las abominaciones y las plagas de bichos pequeños y demás, se veía que estaban realmente preparados para hacernos frente y nosotros estábamos en clara desventaja, por lo que lo único que podíamos hacer era salir corriendo, en un golpe de vista pude ver a lo lejos una especie de villa o unas cuantas casas, los setenta y cinco metros más o menos nos separaban de aquella villa. Miré hacia atrás y pude comprobar que la marabunta de bichos se encontraba a más o menos una distancia de cien metros, con la vista borrosa puesto que no llegaba a ver tan lejos. Seguimos corriendo hasta llegar a las puertas, a los treinta metros de lo que parecía las puertas, un hombre allí estaba postrado en una de las sillas que en las puertas estaba, con una armadura brillante, su pelo, al viento, emitía destellos como los del oro, su rubio se parecía al mío en muchos sentidos, aunque su pelo era más rubio, bastante más rubio, aunque realmente, cuantos más metros avanzábamos y nos acercábamos a ese hombre, el pelo iba convirtiéndose en un verde esmeralda, ¿su pelo iba cambiando de color? Llegamos allí y el hombre nos dijo, “No queremos forasteros, ¿a qué había venido?” Su pelo cambió, esta vez se había convertido en un rojo pasión que parecía cambiar según su posición en cuanto a nosotros, al ver que nosotros no respondíamos, su color se volvió más rojo aún si cabía, y otra vez dijo, “Os he dicho que a que cojones habéis venido aquí, o respondéis o tendréis que véroslas conmigo” Su pelo se volvió negro, al parecer según su carácter o su humor en ese momento mantenía su pelo de un color o de otro. Amatista se me adelantó y le dijo, “Hemos venido por eso, queremos ningún problema con usted”, con esa frase y un movimiento con su manos hacia el horizonte, hacia la plaga, hicieron que el hombre aquel se riera a carcajadas mientras que su pelo se volvía de un verde ardiente, se seguía riendo mientras decía,”Con que era eso, ¿no? Está bien, os ayudaré. CHICOS, TENEMOS VISITA” Mientras que decía eso dos perros que doblaban nuestro tamaño saltaban de una de las murallas que allí había. Cuando estos hacían acto de presencia, los bichos de la plaga rugían a lo lejos, a unos ochenta metros, “Amatista, hay que ponerse en acción” Cuando hube dicho esto, mis cadenas salían de su escondite y tiraban de mí como si estas tuvieran vida propia, estaban ansiosas por apalear plaga y a mí me gustaba que estuvieran así. Las diez marionetas salieron de su escondite y el hombre aquel miró hacia nosotros con gracia, al parecer no tenía en cuenta que fuéramos ninjas, éramos tres contra una horda entera de engendros, los dos perros comenzaron a correr en dirección a la plaga con salero mientras que su “amo” hacía cadenas interminables de sellos, en un segundo después de ello, .los perros se duplicaron, mientras que dos seguían, dos se pararon estando a unos veinte metros de nosotros y sesenta de la plaga, cuando los perros estuvieron a unos diez metros de la plaga, el dueño que estaba a nuestro lado hizo un sello rápido con las manos y dijo, “Explosión del can cerbero” Los perros que siguieron en su camino contra la plaga explotaron un una ráfaga rápida y consiguió que el bicho más grande se cayera, después de esto, volvió a hacer otro sello y de la tierra cerca de la plaga salieron dos perros más, los canes mordieron e hicieron estragos en la plaga, después de eso dijo “Venga, os toca atacar, no lo voy a hacer yo todo”, tenía razón. Empecé a correr en dirección a la plaga con Hima a mis espaldas y las cadenas ondeando al viento, hice un sello con ambas manos y cinco clones se formaron a cada lado, haciendo un total de diez, mis clones y yo hicimos al unísono un sello con ambas manos activando el control sobre el rayo. Después de esto hicimos todos, otro sello, todos hicieron el mismo jutsu excepto yo, su jutsu era para formar una nube gigantesca de uno cincuenta metros de radio entre todos, su sello era para eso, pero mi sello era para hacer el Gentoshin, cegándolos a todos, después de esto una ráfaga de diez relámpagos volvió a ganarse la contra a la plaga, y eso hacía que en mi rostro se formara un sonrisa. Por encima de mí y de mis clones, las marionetas de Amatista subían por encima y soltaban en ráfaga unos cuarenta pedruscos del tamaño de mi cabeza, haciendo que entre mis rayos y sus ataques los más pequeños cayeran y solo quedara el gigante. Del cielo cayó el hombre aquel con sus perros, hizo un sello con ambas manos y los perros lanzaron una ráfaga enorme de agua del tamaño del gigante que impactaron contra él, haciendo que todo signo de plaga emergente cayera bajo nosotros, tanto Amatista como yo miramos para el hombre y éste con un guiño nos dijo, “Ha sido un placer, ahora, volved a vuestras casas, muchas gracias por avisarme de que aquesta plaga venía hacia aquí, siento haber sido tan bruto al principio, hasta otro” Su pelo se tornó de un blanco pacífico mientras que se daba la vuelta. Amatista y yo miramos uno hacia el otro y después del día tan ajetreado que tuvimos, decidimos volver a casa rápidamente, poniendo pies en polvorosa, acudimos hacia nuestras casas, ninguno de los dos dijo nada durante el viaje, y un “Hasta luego” bastó para que tanto ella como yo nos diéramos la vuelta, el día de hoy había terminado y yo me sentía bien conmigo mismo.

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Mensaje por Kirugani Dom Mayo 12, 2013 4:12 am

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