Entrenamiento de Dártirus en solitario

Datos del entrenamiento:

Jutsu a aprender:

Habían pasado unos días desde la última vez que había entrenado, que había sido con Shika. Después de esa noche llena de esfuerzo y sudor, había decidido relajarme para el examen, que empezaría en poco tiempo. Un período de relax, de completo lujo... Por ello, los dos primeros días los pasé en casa, sin salir para nada. Me limitaba a realizar algunos ejercicios matutinos en casa, que realizaba todos los días. Al otro lado del mar de Kumo la tecnología estaba bastante desarrollada, y cuando mi maestro me recogió, yo llevaba encima un aparato que había robado para venderlo y sacar dinero. He de decir que era un crío, y que tenía que hacer lo que fuera para sobrevivir. Nunca me gustó robar, pero debía hacerlo. El caso es que ese aparato reproducía música, y al enchufarlo a la corriente y encenderlo, por las mañanas amenizaba mi ejercicio. El resto del día me lo pasaba ideando estrategias de combate para el examen, y cocinando de forma divertida con la música puesta.

Pero a los tres días, mientras me daba una ducha fría a la oscuridad de la noche (Pues eran las diez de la noche, y había apagado las luces de todo el piso.) en mi casa, recordé un jutsu elemental que mi maestro me había nombrado en alguna ocasión. Para realizarlo, él siempre había necesitado nubes naturales... Pero comprendí que no era necesario. Que en realidad, era un segundo jutsu que se utilizaba con el Arashi Gumo. Así pues, aún sintiendo la frescura del agua, sonreí, decidido a aprender esa noche el jutsu de mi maestro. Era un jutsu estéticamente atractivo, y aparentemente poderoso... Me vendría de perlas para el examen.

La verdad es que, sin darme cuenta, poco a poco, estaba haciendo que la lucha se convirtiera en un arte que acabaría deseando embellecer con mis estrategias.

Tras la ducha me vestí, y cené un filete de merluza a la plancha con una manzana fresca y jugosa. Lo suficiente para tener energía suficiente las horas que hicieran falta. Con tranquilidad, salí de mi piso, y la noche me recibió con un oscuro abrazo. Pero aunque había caído la noche sobre Iwa, esta seguía siendo igual de calurosa que por el día. La aglomeración de la gente, y más en pleno centro, hacía que la temperatura de las calles se elevara. Por ello, anduve a buen ritmo, hasta que llegué a las afueras de la aldea. Esta vez, realizaría mi entrenamiento tras las murallas, buscando un lugar que me aislase de los demás. Traspasé la puerta de la Villa Oculta de la Roca tras saludar con una mano a los guardias, que ya me conocían de haberme dejado pasar otras veces. De esta forma, rodeé la villa por el exterior, pegado al muro, y llegué a una zona donde nadie podría verme. Al lado de los muros de piedra, había una explanada gigante, cuyo césped era iluminado por la luz de la luna, casi llena en esta ocasión.

La luna llena... Mi momento favorito del ciclo lunar. Era una belleza contemplarla, y lo hacía siempre que podía. Esta vez, la luna creciente iluminaba mi cuerpo, con una intensa claridad. Medía un metro con setenta y siete. Era ligeramente delgado, pese a tener un cuerpo bien trabajado, y mi tono de piel era levemente pálido. Mi largo cabello liso me llegaba hasta la altura del diafragma. El color de este era absolutamente negro, un negro metalizado, que se confundiría con la misma oscuridad de aquella noche. Esta vez, lo llevaba suelto. Mis ojos eran de un color azul verdoso, notablemente oscuros, y las largas pestañas hacían que fueran bastante llamativos. La nariz, fina y recta, y los labios suaves y finos también. Vestía una camiseta negra de manga larga, ceñida y sin adornos. Un pantalón también negro y largo, y las típicas zapatillas ninja, ajustadas. Llevaba mi collar de cuero negro ceñido a la mitad del cuello, y tres pendientes de aro de plata en la oreja izquierda. En la mano derecha tenía un anillo con un tribal, también plateado.

Con tranquilidad, me separé del muro, pensando en cómo debería entrenar el jutsu. De esta forma, llegué a alejarme veinte metros, y me detuve, pensando en cómo hacía mi maestro para realizar el jutsu. Él, simplemente levantaba las manos, y enviaba una carga eléctrica a la nube. Pero no hacía nada más... Así que yo mismo tendría que descubrir el mecanismo de localización del enemigo. Pero lo primero era lo primero: necesitaba una nube. Miré al cielo entonces, esperando encontrar alguna, pero estaba claro y despejado... Así que, con tranquilidad, realicé el jutsu que ya había dominado días atrás. Con ambas manos, realicé un sello con las dos manos, y condicioné el chakra de mi cuerpo. Con rapidez, lo exterioricé hacia el cielo, y cuando miré hacia arriba, la nubeya estaba formada. Ahora, la explanada estaba oscura... Pero no por mucho tiempo. Mis rayos la iluminarían, con la intensidad y potencia adecuada.

Así pues, levanté ambos brazos, y liberé la energía de mi cuerpo hacia el cielo. Sentía cómo mi cuerpo era recorrido por el chakra de... De mi cuerpo, también, y cómo se preparaba en mis manos para salir despedido hacia el cielo. Con una sonrisa, liberé el inmenso poder, esperando ver un poderoso torrente de energía elevándose hacia la nube oscura. Sin embargo, no ocurrió. Cuando liberé mi chakra, de mis manos no salieron más que unas pequeñas chispas, como cuando se funde una bombilla o se rompe un circuito eléctrico. Atónito, bajé las manos, mirándolas sin comprender nada y con los ojos muy abiertos. Fruncí el ceño, confuso, y pasó algo que no olvidaré, del susto que me llevé. Al momento, salió ese torrente de electricidad, como si fuese una bomba eléctrica, y me tiró hacia atrás dos metros por la potencia. Cuando me levanté, con un tic nervioso en el ojo por el choque eléctrico, tenía la cara negra por la explosión.

Me quité la camiseta, y me limpié con ella la cara, tras reponerme del susto y el golpe bajo. Dejé la camiseta en el suelo, y con el torso desnudo, volví a alzar los brazos. Pasaron dos intentos fallidos hasta que logré lo que deseaba. El torrente era mucho más intenso que en el Jouro Senbon, y me costaba más mantenerlo. Pero al final realicé bien el proceso, y el torrente de energía salió de mis manos hacia la nube negra de forma rápida y precisa, manteniendo una intensidad constante. Después de conseguirlo sólo quedaba deducir cómo golpear al enemigo... Pues no sabía cómo hacer para que el rayo saliera en la posición que deseaba. Mientras pensaba, me di cuenta de que había cortado el flujo del torrente sin querer, y miré hacia arriba... Justo en el momento en el que el relámpago del jutsu salió de la nube, directamente hacia mí. Tras el golpe, podían observarse dos cosas: la primera, que me había vuelto negro, pues tenía todo mi cuerpo sucio por la explosión. Mi pelo liso ahora era afro, y con los ojos abiertos, estaba de nuevo atónito. Tras toser una nube de polvo negro en una sonrisa de impotencia, me obligué a recobrar el control de mi cuerpo. De nuevo, me limpié con la camiseta, y creé la nube que se había deshecho por el jutsu completado.

Con la nube ya creada y una sensación de miles de rayos eléctricos recorriéndome el cuerpo, alcé los brazos, y creé el torrente de energía tras concentrar otra vez el chakra en mis manos. De nuevo, lo detuve, con la energía ya en la nube, y me centré en imaginar la explanada en la que estaba con los ojos cerrados. La última vez, el jutsu se había activado al mirar hacia arriba... El jutsu, pues, debía activarse con la mirada. O eso, o sentir la localización donde deseara que cayese el rayo. De esta forma, me acordé que en la explanada había un cúmulo de rocas a unos metros, y abrí los ojos en su dirección. Pasó un segundo antes de que viera el relámpago caer, justo donde miraba. Había logrado dominar el jutsu... Tras electrocutarme a mí mismo unas cuantas veces.

Sin embargo, quería domar bien mi control sobre el poderoso rayo, y estuve un tiempo más en la explanada, creando la nube correspondiente, y realizando el jutsu. De esta forma aprendería a automatizar el chakra a realizar lo que deseaba, y aprendería a controlar el objetivo. Pasaron muchos intentos hasta que lo logré.

Cuando terminé, jadeante, ya controlaba a la perfección el mecanismo del jutsu, y había aprendido a activarlo en los lugares deseados sin necesidad de mirar hacia la posición. Con una agotada sonrisa triunfal, me despedí del paisaje con un tic en el ojo, otro en el meñique y otro en el hombro. Volví a recorrer el camino andado lentamente, pues estaba agotado por el entrenamiento. De hecho, me dejé allí la camiseta negra sin darme cuenta... Unos meses después vería a un Kins una ardilla jugando con sus crías en ella, que habían puesto a forma de hamaca entre las ramas de un árbol. Seres inteligentes, estas ardillas. Cuando los guardas me vieron regresar sin camiseta y el pelo a lo afro, se quedaron flipando, y más cuando por poco electrocuto a un perro que pasaba por mi lado y, al tocarme, le di un calambrazo. El perro salió corriendo lleno de electricidad estática, y yo estaba tan cansado que ni me enteré. Al llegar a casa, lo primero que hice fue tirarme en la cama tras cerrar la puerta... Estaba hecho polvo, nunca mejor dicho.

Desde luego, ese entrenamiento había tenido mucha chispa.

Acciones:

Revisado.