Conociendo el mundo

Iwagakure: Se mantiene la estancia

Entrenamiento improvisado:

Después de arduos entrenamientos en Iwagakure había decido descansar en el bosque, el cielo nocturno apaciguaba mi alma mientras todo el mundo dormía, las estrellas bañaban el cielo con su mágica luz pura y cristalina, no había nada en el bosque de las montañas, todo se limitaba a el sonido de los búhos y su ulular a parte del dulce viento que suavemente mecía con delicadeza mi pelo jugando con él en una danza, una danza que se repetía desde que era consciente de mis actos, esa danza que hacía que mi flequillo y mi coleta se moviesen por mi cara y mi cuello respectivamente.

Solté tranquilamente mi coleta mientras el pelo, que hacía apenas unos segundos se hallaba recogido en una tranza atada en su final por una goma, se había esparcido por toda mi cabeza y me cubría el rostro completamente, mi pelo suelto siempre adquiría un suave y muy brillante tono carmesí que destacaba incluso en la más profunda oscuridad. El viento llevaba consigo mi suave olor a avellana debido al champú que utilizaba para el cuidado de mi melena, los árboles se movían suavemente al mismo compás que mi pelo y las alimañas nocturnas del bosque se movían entre los árboles en busca de comida.

Miré la zona para estar seguro de que allí no había nadie y entonces me tumbé tranquilamente colocando mi mochila contra un árbol para poder apoyar la cabeza en algo blando, una vez me hube tumbado un pequeño ratoncillo se subió a mi pecho y se quedó parando mirando a mis ojos verdes que estaban medio tapados por el pelo, tras unos leves instantes de miradas fijas el uno en el otro se bajó de mi pecho y se fue tranquilamente, seguramente el rojo carmesí de mi pelo le habría llamado la atención y por eso se había quedado parado observándome.

Miré al cielo con calma disfrutando de la suavidad del viento, del aroma del bosque y del sonido de este mientras miraba a la luna que me traía recuerdos mejores, momentos de paz en los que no había dolor en ese corazón que se había quedado herido tras tanto dolor a lo largo de la vida, eran momentos como esos en los que recordaba la perdida de mis padres, la familia que me había acogido durante todo ese tiempo, el reencuentro con un familiar, “Noka…” susurré al pensar en él junto con un suspiro de tranquilidad y añoranza mientras llevo mis manos a mi tripa y cerrando los ojos sin dormirme simplemente para poder disfrutar con totalidad del paisaje.

Al poco me tuve que levantar pues no aguantaba más, aprovechando el lago que estaba al lado me desvestí y me fui hacia él metiéndome en el agua y mojando mi pelo y todo mi cuerpo, recorrí con mis dedos las zonas por las que tenía leves cicatrices debido a los entrenamientos con Noka y también por mis entrenamientos a solas, metí completamente la cabeza en el agua y comencé a nadar tranquilamente mientras disfrutaba del agua que para las horas que eran estaba bastante bien de temperatura.

Tras un rato nadando y buceando disfrutando de la experiencia del dulce y suave agua de las montañas de Iwagakure salí del lago y me senté a la orilla esperando para secarme, el tiempo iba pasando y el gélido viento hacía que los huesos se me helasen pero mantuve la tranquilidad y seguí tranquilamente dando cortos paseos por la orilla mientras observaba con admiración el leve reflejo de la luna plasmada en el agua clara del lago, su luz provocaba un suave reflejo de luz blanca en el bosque y lo iluminaba levemente, este reflejo atravesaba tranquilamente mi pelo dándole aun más brillo si era posible.

Pasaba la noche con la parsimonia con la que el tiempo jugaba a cambiar el rol de poder en el cielo, esa pelea eterna entre los astros en la que el sol domina a la luna para que después la luna domine el sol, era una metáfora perfecta para el estilo que tendría que tener una relación, uno de los cónyuges domina por encima del otro en ciertas ocasiones mientras en otras domina el contrario, una igualdad que en la luna y el sol se contaba por injusta pues, era la luna la que menos dominio adquiría, perdiendo así la capacidad de demostrarle al mundo durante más tiempo todo su esplendor.

Mientras estos pensamientos llenaban mi cabeza una leve ráfaga de viento gélido me recordó que estaba completamente desnudo, fui corriendo a vestirme y puse mi mochila al hombro, empezaba a salir el sol por el oeste, con su habitual costumbre que no cambiaría pasase el tiempo que pasase y entonces vi a lo lejos en las montañas la figura de un animal salvaje corriendo junto al sol como si llevasen siendo compañeros de cacería, la cola del animal se movía entre sus pasos y el viento soplando y se podía apreciar su lengua golpeando en su morro desde aquella distancia.

Hacía una noche estupenda la de aquel día despejado de Otoño, ni mucho calor, ni mucho frío , pues lo normal cuando un día de Otoño refresca, las estrellas parpadeaban incesantes, en una llamada de socorro mandada hacia la tierra, las cuales hacían que la noche reluciera y aclarara casi tanto como el día, aunque tampoco fue muy difícil, pues una enorme y extensa luna se apoderaba del azulado cielo nocturno.Color blanco se reflejaba en cada destello del pelo de una joven de cuerpo esbelto y largos cabellos grisáceos,que vestía un ceñido kimono hasta los tobillos y sin mangas, perfecto para el verano, pues como toda mujer que se precie, tenía un modelo para cada tiempo especifico.Su kimono era violeta y blanco y se abría con descaro por un lado de la pierna , exactamente su pierna derecha, tan suave y tersa como si de la piel de un bebé se tratase, evidentemente, pues era la primera vez en mucho tiempo que salía al aire puro desde hacía mucho tiempo.Su pelo se ataba a una di adema negra, único complemento que llevaba, pues le parecían incomodo, la misma dejaba escapar el pelo mas corto, su flequillo, que tapaba sus ojos del color de la miel, que la ayudaban en ocasiones a tener una mirada mas penetrante e incluso a veces provocativa.

Atado a su cuello, una pequeña cinta violeta de seda que tapaba hasta la mitad de su cuello, apenas eso tapaba la parte morada, pues luego sobresalían unos bordes blancos que hacían tapar casi todo su cuello, dándole un toque mas inocente , pues a pesar de su elevada edad, incluso podía aparentar menos tanto por su rostro fino y delicado como por su altura, la cual no llegaba a ser mucha.Sobre sus hombros se extendía a lo largo de su espalda una pequeña capa morada, casi negra, que acariciaba sus muslos y bailaba al son de la suave brisa que la seguía a todas partes. Hasta la mitad de su ante-brazo, un largo guante negro se ceñía a sus brazos, en el cual , en uno de ellos , el izquierdo, había un bonito estampado en forma de copo de nieve, e incluso del mismo color.

Aquella noche helada no se la perdería, desde sus diez años, cuando sus padres murieron y la dejaron sola,no se perdía una noche como aquella, pues de esas solo había una vez al año, recordaba que el día que había recibido la noticia de que sus padres habían fallecido, una noche invernal y fría no la dejo dormir, pues incluso nevó, recuerda esa noche como la misma noche anterior, ella, tan pequeña y adorable tumbada en la cama de sus padres, tapada con aquellas sabanas blancas y rosas con olor a lavanda, si, lo recordaba perfectamente, incluso un olor parecido le llegó a la mente al recordarlo, esa noche hacía frío de verdad, pero igualmente había dejado la ventana abierta, sabía el por que, y era importante no cerrarla, pues las ultimas palabras de su madre fueron ''no cierres la ventana nunca, pues cuando tu no te des cuenta, nosotros entraremos y dormiremos a tu lado'' por desgracia esas palabras nunca mas se cumplieron, y aun pensando en aquello la joven permanecía de pie, impasible, sin mover ni un solo musculo de su cara.

Aun la tristeza que la corroía al recordar aquello, ya había comenzado y si no acababa de recordarla aquello la comería por dentro durante toda aquella preciosa noche.Al abrir la ventana, una ráfaga de aire helado entro haciendo sacudir las cortinas trasparentes que cubrían la ventana, y por la misma, un como de nieve se vio arrastrado por el soplo de viento, el único copo de nieve que calló aquella noche, fue a parar a la mejilla de la pequeña, ahora, teniendo mas uso de razón, pensó que quizás fuera una señal de sus padre, aunque tampoco hubiera servido de mucho, pues no pasó mucho tiempo mas cuando un ambu entró en la habitación por la misma ventada, por el balcón, apartando las cortinas, la niña emocionada se levantó pensando que eran sus padres ''que bien, ya han vuelto, y dormirán conmigo'' se repetía una y otra vez, pero esa noche durmió sola y la siguiente, y la otra.

Aquello fue la gota que colmó el baso, pues sabía por desgracia el resto de la historia y una lagrima se escapo de sus ojos hinchados y algo enrojecidos por aguantar las ganas de llorar, pero aquella lagrima traicionera se había escapado de sus parpados interiores para recorrer su mejilla colorada por el frío y desembocar en sus labios gélidos.

No quería pensar mas en ello, pues ya era bastante tortura recordarlo año tras año, después de aquello la pequeña se volvió fría, mal criada, pues no había tenido a nadie que la mantuviese viéndose obligada y en situaciones extremas a tener que robar, aquello fue muy duro, pero por suerte volvieron a ella una luz de esperanza, si, aquel hombre que la educo y la cuidó como si de su misma familia se tratase, aun no había comprendido el por que, pero lo había hecho.

Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba amaneciendo y ella se encontraba en las montañas de iwagakure, un enclave que no solía frecuentar demasiado,pero era de esas noches que le apetecía pasear, así que, ¿por qué no? así caminando y caminando terminó allí, el aquel hermoso paraje lleno de árboles que rodeaban un gran lago cristalino donde se reflejaba la luna cara y perfecta, como siempre, pero, algo corrompió su hermosura, pues su asombro fue bastante cuando se dio cuenta de que no estaba sola, pues un muchacho se estaba bañando en aquel lago, creando una onda que distorsionaba el reflejo de la luna, ya no era perfecto, curiosa quiso saber quien era, y a esas alturas, si era un ladrón, no tenía mucho que perder, se acerco con sigilo, pero recordó que no debía mostrar vergüenza debía tratarle , como trataba a un amigo de toda la vida, dicho y echo, la muchacha se apoyó en el tronco de un árbol que rodeaba un camino de tierra marcado, el cual llevaba a las orillas del extenso lago, su postura fue sensual pero no evidente, apoyó su espalda y su cabeza en el tronco y dobló su rodilla derecha haciendo que la misma sobresaliese del corte de su kimono, intentando así que su silueta fuese vista de inmediato.

Cuando observé la majestuosidad de aquel lobo corriendo a lo largo de la colina con el sol como compañero no pude evitar echarme a la carrera y seguirle, corrí todo lo rápido que pude y me situé a su lado manteniendo su velocidad mientras este me observaba y luego seguía con su carrera, me sorprendió bastante saber que no quería ni tenía atención de atacarme solo corría disfrutando del viento, debido a nuestra velocidad mi trenza se soltó y quedando todo mi cabello de color carmesí suelto en el aire y moviéndose en ondas hacia atrás por el viento, en ese momento el lobo y yo éramos como amigos, hermanos en la carrera del infinito, hermanos en la carrera hacia ningún sitio y hacia todos a la vez, hermanos en la carrera de la vida. El lobo que me acompañaba tenía un suave color plateado en su pelo frondoso y demasiado cuidado para ser un lobo salvaje, sus ojos de un suave tono amarillo miraban con concentración cada rincón del lugar mientras el sol poco a poco nos acompañaba, cada vez más alto, en nuestra carrera con sentido vacio.

Tras mucho correr junto al lobo apareció una figura de tamaño imponente, de lo que podría ser un hombre, que andaba erguido frente a nosotros, ambos nos paramos y el lobo comenzó a rugir, fue entonces cuando la figura se acercó más mostrando unas garras enormes, que serían capaces de cercenar un miembro sin problema, y un pelaje excesivamente grueso, era un oso, sus dientes crujían por la presión que ejercía mientras un gruñido salía del interior de su garganta y recorría toda la arboleda y alrededores. Se acercó más y dio un zarpazo pero no a mí, si no al lobo que se apartó grácilmente con aire majestuoso y tranquilidad, como si ya se conociese todos los movimientos de ese oso. Ambos se miraron fijamente a los ojos y entonces el lobo corrió hacia la pata del oso mordiéndola y haciendo a este precipitarse contra el suelo, el oso actuó en consecuencia dirigiendo un zarpazo contra el lobo que impactó en su costado lanzándolo contra mí, al chocar contra mis piernas el lobo me miró y puso una mueca que parecía como una media sonrisa, en ese momento no pude evitar pensar que era un sueño y me alejé de allí volviendo a la arboleda.

Había corrido hasta la arboleda y estaba bastante fatigado, en ese momento decidí comprobar si todo era un sueño y fui contra un árbol con decisión, lo miré con cara seria y comencé a darle puñetazos con mucha fuerza para así saber si el dolor era o no real, al segundo puñetazo supe que el dolor era real pues mis nudillos habían comenzado a sangrar, haciendo que mis manos se recubrieses con el suave color escarlata de la sangre y bajase hasta la muñeca, una vez en la muñeca se cortó su flujo y simplemente se paró formando una especie de medalla en forma circular que recubrió gran parte de la muñeca. Estuve observando la sangre un rato pues disfrutar del color y de su movimiento me había abstraído del dolor que los golpes podían producirme y entonces escuché un leve ruido entre la arboleda, era tan leve que parecía inaudible así que supuse que había sido un ninja espiándome. Realicé un sello con las dos manos y bajo mis pies salieron dos pilares que me alzaron por encima de los árboles, una vez en esa posición pude observar con total claridad a una joven bellísima que tendría una edad similar a la mía aunque por su vestimenta aparentase ser algo mayor. La miré con dulzura a los ojos disfrutando de la delicadeza de su belleza, era como una flor de loto que dulcemente es llevada por la leve brisa del viento y la corriente del agua por toda la plenitud del lago que se situaba a mi espalda y cara a ella.

Bramaba mi alma por escuchar de su voz su nombre y fue con ese pensamiento con el que despacio hice que los pilares descendiesen hasta la tierra y caminé con paso decidido hasta situarme frente a ella, desde cerca aún parecía más bella, su rostro de curvas suaves y leves hacía que desease pegarme más a ella e inconscientemente lo hice, estaríamos a unos dos o tres pasos cuando me digné por fin a mirar a sus preciosos ojos y hablar con la tranquilidad con la que hablaría un hombre seguro de lo que iba a hacer, pese a que yo no lo estaba para nada.

Es un placer encontrarse con una mujer tan bella como vos y más si esa bella dama tiene la cortesía de pronunciarse para decir su nombre.-Las palabras habían salido solas hablando no solo con respeto si no también con admiración por su belleza- Mas si no tiene esa dama el gusto de pronunciar su nombre al menos tenga el gusto y el placer de dejarme pronunciar el mío para que pueda conocer cuál es a partir del momento en que la vi su mayor admirador.-No sabía quién era el que hablaba pero desde luego esa no era mi forma habitual de expresarme, solía ser más relajado en mi lenguaje y también más cordial y familiar, me agradaba resultar simpático solo con mis palabras y estas desde mi punto de vista no dieron nada de simpatía al momento-Mi nombre es Haruo Senju, maestro de la madera, ninja de Konoha un placer conoceros .- Terminé de hablar diciendo esas palabras que retumbaron levemente en el bosque con la suavidad y dulzura con la que las había pronunciado.

En ese preciso momento me di cuenta de que mi pelo seguía suelto y cubría mi rostro haciendo que ella no pudiese ver cómo era realmente así que despacio y tranquilamente comencé a recoger mi pelo en una coleta, pero esta vez todo mi pelo incluyendo el flequillo debía mostrar mi rostro completamente si quería conseguir su confianza así que así lo hice, una vez hube terminado de hacerme la coleta le sonreí dulcemente con la suavidad con la que una mariposa se posaría sobre el dedo de una niña pequeña que la observa con la misma admiración con la que yo me había quedando observando a la dama que seguía delante de mí manteniendo el contacto visual entre nosotros, sus ojos de un suave color miel se volvían tan profundos cuando los miraba que no podía evitar perderme en ellos buscando alguna información en su interior de lo que sucedería a continuación

Su tranquilidad se vio interrumpida por la falta de educación del muchacho, pues ni si quiera se había percatado de que la muchacha estuviera allí, simplemente salió corriendo tras un lobo salvaje de pelajes lisos y plateados, pues fue aquello por lo que lo reconoció, no brillaba mas la luna que en el pelaje del animal,la muchacha no se daba cuenta, pero seguía con la mirada los movimientos ágiles y rápidos de su acompañante , que se asemejaban a los feroces y calculados movimientos del que parecía un amigo animal , tras ellos, una estela de polvo que hacía aun mas hermosa la carrera hacía ninguna parte, mientras el sol los hacía quedar como una sombra, evitando poder ver con claridad quien era el individuo, pero, de repente, su melena atada se soltó con un destello por la luna que me cegó por un instante, pude así ver una melena rojiza y clara que se reflejaba con grandeza, realmente era un cabello envidiable.

La hermosura de la naturaleza mezclada con el hombre se vio interrumpida por un individuo mas, un animal feroz y aun mas grande que el mismo muchacho, podían distinguirse unas garras afiladas y un hocico que soltaba adrenalina, el cuadrúpedo se lanzó hacía el gran animal, el cual aun no había conseguido desenmascarar por la claridad de la luna, todo parecían sombras y pasaba todo demasiado rápido, una estela de sangre recorrió el cielo nocturno cuando el animal lanzó al lobo por los aires con un zarpazo, era de esperar, que como buen hombre ayudara al lobo, pero cual rata huyó dejando a su suerte a su amigo, al que había acompañado hasta allí, no sabía si decir deplorable o asquearse, pues aquel había sido el acto de cobardía y deshonra más grande que había visto jamás.

El lobo quedó preso de las feroces garras del gran animal, que al fin calificó como un oso salvaje, y como era de esperar, murió en el momento en el que un segundo zarpazo le llegó.Mientras el lobo sufría todo aquello, dos grandes pilares se alzaron sobre la arboleda del lugar y sobre los mismo estaba el muchacho, mi mirada se clavó en sus ojos verdes relucientes, y una sonrisa alegró su rostro por un momento, pues para ser la primera vez que salía desde hacía tanto tiempo, no estaba nada mal.Parecía que el chico había quedado hipnotizado y en el momento que la chica quiso reconocer el resto de sus ojos, y cuando al fin escapó del destello de sus ojos, el chico volvió a perderse entre la arboleda, aquello hizo escapar un bufido, pues quería verle el rostro.

Cuando la muchacha se quiso dar cuenta, el joven estaba frente a ella, acercándose poco a poco, al parecer, no era la única persona curiosa que se encontraba a treinta kilómetros a la redonda.El estaba callado y yo no daría ni una palabra hasta que el se identificase, pues así se formó un silencio que lo decía todo, pues su mirada me comía igual que yo intentaba comerle con la mirada, era su forma de ser.El joven era alto y poco después de estar mirándose los dos con intensidad, el chico descubrió su rostro recogiendo su pelo en una coleta, en ese momento un soplo de aire frío hizo que mi pelo ondease con el mismo, para luego caer en cascada por mis hombros de nuevo.

El chico al fin le dirigió la palabra a la muchacha, con suma dulzura y caballerosidad, por desgracia, la muchacha no era lo que podía considerarse educada, y sus comentarios siguientes fueron sutiles, pero dolorosos.-Dejas a su suerte a un pobre animalillo del bosque que por unos instantes te hizo feliz, y luego te atreves a dirigir le la palabra a una dama con suma cortesía te contestaré a tus dudas, pero no esperes mi respeto hasta ganártelo como es debido-.Palabras destructoras pero a la vez verdaderas salieron de una boca inocente y con voz tierna y relajante, ahí no acabó su discurso, pues aun le faltaba presentarse.Mi nombre es Hiaji Hanabi, ninja médico de kirigakure, un placer conocerte...Haruo.-

Tras haber finalizado mi discurso la joven kunoichi me miró y acto segúido se pronunció con una voz tan dulce y tierna que no pude evitar que me díese igual lo que decía, sus labios se movían lentamente mientras yo apretaba los puños haciendo así que el flujo de sangre volviese pero esta vez con mucho más caudal. La delicadeza de su pelo cayendo en cascada por su hombro debido al suave soplo del viento, la luz del sol atravesaba su melena y la hacía brillar con mayor esplendor.


Ella hablaba mientras yo escuchaba palabras sueltas que hilaba en mi mente pues estaba perdido en su mirada y en sus labios, que eran carnosos y un poco gruesos, seguramente serían dulces y el más mínimo de los roces con ellos podría provocar tanto placer como dolor. Parecía una de esas ninfas de los bosques de las que se describían en los cuentos que mi familia me contaba tras la muerte de mis padres. Esas ninfas que atraían a los hombres hasta ellas para luego deborarlos tras haber disfrutado a placer con sus cuerpos.


No sabía si era eso o era yo que por contemplar semejante belleza me había olvidado e todo cuanto me rodeaba. Su dulce voz pronunció palabras amargas y crueles que hirieron lo más profundo de mi ser y me hicieron difícil la respuesta, no me podía doler más que me hubiese dicho con su suave voz aquellas palabras mas, al menos, conseguí que me dijese su nombre, un nombre que no iba a olvidar fácilmente y que seguramente traería a mis sueños el recuerdo de su dueña. Hablé cuando ella hubo terminado con un aire de dolor mientras se escuchaba el rugido del oso aparentemente victorioso.


No he dejado a mi amigo abandonado a su suerte, he dejado a mi amigo ante una victoria inminente pues si un lobo es capaz de reír tras su primer golpe se reirá tras el segundo.- La miré con dulzura a los ojos disfrutando cada vez mas del suave y dulce contorno de sus labios perdiéndome allí donde la fina línea de la comisura de estos desaparecía- Si no me creéis simplemente esperad al regreso de mi amigo cánido pues volverá para buscarme eso seguro, las carreras al amanecer unen a las personas.- Dije sonriente llevando mi mano ensangrentada a mi nuca y frotandola levemente mientras el aullido del lobo se escuchaba a lo lejos- Y he de admitir que el placer es todo mío pues la diosa fortuna me ha bendecido con compañía, y no una compañía cualquiera, si no con la compañía de una dama cuya belleza supera con creces la belleza de muchísimas mujeres.


Tras decirlo la miro perdiéndome de nuevo en sus ojos mientras a lo lejos ya se escuchaban los jadeos del lobo de pelaje cuidado y plateado que venía a la carrera hasta mi, la verdad es que tardé en percatarme de que se acercaba pues, al ver la presencia de la joven, mi nuevo amigo había decidido tomárselo con calma y acercarse despacio mientras yo moría por catar el placer de los labios de Hiaji. Se sentó a mi lado y apoyó la cabeza contra mi pierna mientras mi mano involuntariamente se dirigía hacia ella para acariciarla despacio, mi amigo canido había sufrido leves rasguños en la tripa pero nada grave, se repondría enseguida y estaría perfecto.

El sol subía en el cielo demostrando su superioridad ante la luna y dándole un brillo anaranjado que refulgia con mi pelo carmesí en la arboleda. Esperaba ansioso la respuesta de Hiaji mientras seguía levemente perdido en sus dulces y profundos ojos color miel

Parecía que el muchacho había entrado en una especie de extraño trance en el momento en el que de mis labios comenzaron a fluir palabras, pues mientras ella hablaba, el la miraba a los ojos con una mirada diferente a las demás, como admiración, ¿Cómo era posible que tras haberle tratado con tan mala educación y desprecio, aun sus ojos penetrasen en sus pupilas como si quisiera fundirse con ella en ese mismo instante?, sus palabras no se vieron interrumpidas por ello, por lo que siguió hablando,y al acabar de reprocharle, un silencio rodeó todo el claro, un silencio con el que se podía oír el caminar de el mas pequeño insecto, un silencio en el que se decía todo y mas y en el que la luna se alejaba para dejar el espacio al sol, en un baile de luces hermoso, al cual mi mirada se desvió por unos instantes, pues mi sentido de la vista no pudo permitirme ver mas, porque al bajar un poco la mirada, me topé con el destello del lago, una lucha de colores que se convertían a su vez en la ausencia de color mas infinita y hermosa.

Mis pensamientos, tan profundos , al igual que el silencio que nos rodeaba, se vio roto por las palabras del muchacho, el cual seguía tratándome con la mima cordialidad con la que había estado tratándome durante el principio, pues aunque sus palabras fueran reproches, fueron los reproches mas suaves que había escuchado jamás, no recordaba en los años que había tenido uso de razón, jamás nadie había respondido de esa manera a sus impertinencias de niña rebelde, aunque por otra parte aquello le resultó extraño pero agradable, pues era la primera vez que la trataban así y no le desagradaba para nada.

Tras haber pronunciado sus palabras, un aullido se escucho a lo lejos, en un nuevo silencio recién formado por un instante, al parecer el lobo de hermoso pelaje que acompañaba al muchacho estaba a salvo, al ver que el mismo,herido levemente de un costado, se sentaba fiel a su lado, después de haberle dejado a su suerte frente a un poderoso adversario, seguía pensando que sus actos eran deplorables, pues ninguna era excusa suficiente para dejar abandonado a un amigo, si realmente aquel muchacho era un ninja, como ponía en su cinta que se ataba al rededor de su muslo, no lo había demostrado para nada, pues el camino ninja es ayudar a los que lo necesiten, y ante tal acto de cobardía no se quedaría callada.

Aun así, tu eres un ninja, y un ninja no debe dejar a sus amigos a su suerte jamás, digas lo que digas ha sido un acto de cobardía absoluto, da gracias que tu amigo salvaje y tu os habéis topado conmigo, si no, a saber que hubiera pasado, podría haber muerto de alguna infección, no debes confiarte, aunque seas heridas leves.La muchacha se arrodillo frente al lobo, que no mostró ningún signo de agresividad hacia mi, simplemente manso alzó el cuello, como si supiese mis intenciones con una sola mirada, cosa que merecía una dulce sonrisa mientras acariciaba tras su oreja con un ''buen chico'', susurrando.

Con la mima mano con la que había acariciado al lobo, coló su mano por un hueco lateral que había en su bolsa marrón, y algo dificultado, por no poder ver lo que tocaba, al final acabó por alcanzar unas vendas nuevas y blancas y junto a las mismas unas tijeras que sacó por el mismo orificio por donde había metido la mano para llegar a coger aquellos utensilios médicos, que luego usó para rodear el dorso del animal intentando evitar así que la herida se infectase y cortó el vendaje con las tijeras que había dejado a un lado por un momento para poder vendarle mas cómodamente, tras lo que miré al chico pronunciando una única y sutil, pero dolorosa frase, seguido de un chisteo con la lengua.

Los ninjas cobardes no me gustan.Decía intentando disimular el leve rubor que sus mejillas despedían por alguna extraña razón que ella misma desconocía.