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El río viaja libre por la montaña

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Mensaje por Taila Dom Nov 04, 2012 1:53 am

La chica estaba demasiado cansada, hacía tiempo que apenas pisaba la calle, solo para hacer rápidos recados y volver corriendo a casa. En el tiempo justo para que su padre no se enfadara con ella y volviera a reprenderla. Se preguntaba si merecía la pena tanto sufrimiento, veía a los demás niños y les odiaba desde lo más profundo de su ser. Ella también deseaba un hogar cálido al que volver, dejar sus ropas mojadas por la lluvia junto a la chimenea y tomarse un chocolate caliente mientras esperaba que se secasen, ¿o acaso no era eso lo que hacía una familia? Dividirse las tareas, ayudar al otro cuando tenía problemas, que tu madre te cantara nanas para dormir, narrar un cuento inventado a tu hermano pequeño... Y sobre todo estar juntos, unidos... Por más que la chica lo pensaba, no lograba encontrar parecido a eso con su casa. Por eso, si alguien le preguntaba, diría que no tenía familia. O que lo más parecido a su familia se había ido hacía tiempo.
Riyü, su Riyü... Aquella era su única razón, y no llegaba a recordar la última vez que logró verla. ¿Para qué llevar la cuenta de los días en un mundo sin luz? Eran extremadamente monótomos y dolorosos. Se miraba al espejo y no encontraba rastro de la niña que antaño fue, en el caso de haberlo sido. La dejaron muy claro que su nacimiento no era bien recibido, su madre era una figura pasiva que detestó hasta el día de su muerte; y su padre un dictador que llevaba sus propios genes. La sola idea la repulsaba y sentía asco por su cuerpo, por tener en la sangre ese maldito ADN. Les echaba la culpa, a ellos y a ese estúpido mundo en el que vivía, con tantas desigualdades y esas tontas sonrisas por cosas a las que había personas que no tenían posibilidad de acceder.
Sin embargo ella seguía llevando uno de esos gestos que no sentía, había olvidado el significado de una sonrisa. Solo se miraba a ese espejo medio roto y sonreía, parecía levantar los labios un poco, pero cualquiera que se fijara en ella veía el profundo vacío que tenían esas perlas tono carmesí apagado. Igual que su mirada, su piel estaba pálida debido a la falta de Sol. El claro cabello violeta no ayudaba a aportar colores vivos a ese retrato muerto, pero se preocupaba más bien poco. Solía moverse como un fantasma intentando que la gente la viera poco o no se fijara mucho en ella, y el temperamento irascible y cuanto menos hospitalario tampoco la hicieron nunca esa clase de niñas a las que se les cogía cariño, en parte lo agradecía. No le gustaba que le tocaran o mostraran afecto, tal vez porque jamás lo habían hecho y para ella era un mundo nuevo y peligroso. En su día lo tuvo con Yuuki, pero aquella rata traicionara acabó vendiéndola a su padre para demostrarla que definitivamente no había sitio para ella.

Se puso uno de los vestido nuevos que se había hecho entre los ratos que pudo, una especie de jersey de cuello alto que llegaba hasta la altura de las rodillas. Era de color beige, e iba perfecto con unas botas que había encontrado de color marrón claro. Bueno, quien decía encontrar, decía coger prestadas. Dentro tenían lo que descubrió que llamaban como "borrego", aunque el nombre no le importaba lo más mínimo, le gustaba que fuera suave y calentito, sin olvidar que el agua de los charcos no se filtraba por ellas. Su calzado anterior estaba tan desgastado que era como caminar bajo el frío suelo, llegando con los pies empapados y constipándose con facilidad. Debajo del vestido, lo único que llevaba era su ropa interior. En su pecho llevaba unos vendajes dando miles de vueltas, que la apretaban lo maduro que tenía haciendo que desapareciera notablemente. Después del día volvía y se las tenía que quitar, empezaban a dejarle notables heridas por debajo de las axilas de color rojo, aunque merecía la pena solo con que su padre no la hiciera nada más. Ya tenía bastante aguantando las palizas, menos mal que las mangas largas cubrían sus moratones de los brazos, no quería cometer otro error como tuvo con aquella chica con la que entrenó una vez de mirada triste. Reka, o algo así.
Como tampoco era ajustado, las marcas de las costillas no quedaban notables, hacía tanto que no tomaba una buena comida que los pómulos quedaban marcados y las sus costillas parecían que fueran a salirse de la poca chicha que aún conservaba.

Si se preparaba para eso era para salir corriendo. Odiaba a ese cabrón que tenía por padre y lo que había en esa caja de madera, lo único que se podían permitir con el dinero que entraba. La mayoría lo traía Taila, ya fuera por misiones o por robar algo, pero poco servía para abastecerse. Tenía que pasarse los días subsistiendo como una rata callejera, recogiendo comida como podía, huyendo de los peligros y sometiéndose al líder, por llamarle de alguna manera. Ella ni nombraba su nombre o que fuera de su rama familiar. Como siempre, la lluvia caía sin cesar del cielo. Esas grandes nubes negras cubrían los rayos de Sol. La vida se apagaba de la misma manera. La villa se había convertido en una enorme tumba que abrazaba a sus habitantes con finos brazos. Corría sin mirar atrás, hacía unos minutos desde que había dejado de escuchar los gritos de su padre saliendo desde la ventana de la pequeña terraza. Él también sabía que tarde o temprano volvería, y entonces podría descargar con ella toda su furia en forma de dolor físico. No era más que su saco de boxeo, y Taila había dejado de suplicarle que parara, no servía de nada, simples muestras de debilidad. Su respiración era agitada, las bajas temperaturas provocan que se formara un ligero vaho cuando expulsaba aire por la boca. El gorro que llevaba en la cabeza, blanco de una tela suave, parecida a la lana, no había servido de mucho en que no se mojara. A medida que iba dejando atrás la villa, la lluvia disminuía. No fue un cambio notable al principio, claro que al llegar a los enclaves solo cubría una ligera llovizna. En ese momento tenía el pelo húmedo tirando a mojado, así que se lo sacudió con la mano sin dejar de caminar. Por suerte, como era lacio, no tendría mucho problema en que se le formaran extraños remolinos.
En cuestión de minutos llegó a uno de los sitios que compartía con Riyü en su día, el puente Karasu, cuyo afluente desbordaba en caso de que las lluvias aumentaran demasiado. A sus lados había plantas de agua, donde se ocultaban algunos animalillos. Si se veía por la noche, las ranas comenzaban a croar dando rienda suelta a su estruendosa voz. Se sentó en uno de los extremos de madera con las piernas sobre el mismo, y las manos aferrando fuertemente cada lado. Mientras miraba como el agua caía por el río, se sentía un poco más libre, aunque los problemas siguieran a la vuelta de la esquina. Eso hacía que su sonrisa siguiera siendo igual de falsa. En ese lugar le invadía una ligera añoranza.
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Mensaje por Shika Vie Nov 09, 2012 7:54 am

Los sueños, como cada noche, habían poblado mi mente durante el tiempo en que había permanecido dormida. Había contemplado un lugar en que jamás cesaba de llover. En que el cielo permanecía encapotado y el sol luchaba por alumbrar la tierra. La luz allí era muy tenue, de un tono apagado que señalaba en algunas ocasiones la falta de vida. Un arco iris lucía en el lugar en que las nubes terminaban para dar lugar a una tierra verde, en que los rayos de sol señalaban un camino de tierra. Las imágenes que había visto esa noche me habían llamado la atención. Me había fijado en un puente que esperaba siempre bajo la lluvia. Un punto de encuentro, tal vez. Sentía la necesidad de viajar allí, los nuevos retos me gustaban, nunca los rechazaba si nada me impedía seguirlos. Algo me decía que si llegaba al lugar en que la lluvia cubría la tierra cada día aprendería algo importante, que me ayudaría en un futuro.

Busqué entre los libros que había a mi disposición en la mansión hasta encontrar uno de geografía. Después, volví a mi habitación y me senté junto a la ventana. Las páginas pasaban con rapidez, relatando historias y ofreciendo información sobre los diferentes países del mundo. Sabía que podría encontrar algo de ayuda entre esas páginas. Llegué al punto en que el manuscrito hablaba del País de la Lluvia y leí lo suficiente. En aquel lugar llovía día y noche sin cesar.

Cogí un mapa que tenía a mano y lo extendí sobre el suelo. Estaba en el País del Fuego, tan solo debía encontrar un camino para llegar a mi destino. Me había llamado la atención el puente de mi sueño, aquel era el lugar al que intentaría llegar. Hice la cuenta de los días que tardaría en llegar y los suministros que habría de llevar. Después, caminé por los pasillos de la mansión, cogiendo de determinadas salas aquello que iba a necesitar.

Me hice con la comida que necesitaría tanto para mí como para Negro Kun. Tenía claro que él vendría conmigo a descubrir mundo. Salí al patio y le encontré, como gran parte de los días, tumbado en el sitio de siempre. El minino estaba descansando sobre su cabeza, aunque acababa de abrir los ojos para poder verme llegar. Los dos estaban cómodos bajo la luz del sol, el ronroneo que emitían lo demostraba. Avisé a las personas convenientes de que partía y al terminar abrí la puerta del patio, para que Negro Kun pudiera salir.

Llevaba en el lomo lo que íbamos a necesitar a lo largo del viaje. Era prácticamente todo comida, ya que él nunca se cansaba de ingerir alimentos. Coñito caminaba junto a mí, incansable a la hora de vigilar lo que yo hacía o dejaba de hacer. Pensé que podría servirme de ayuda su compañía en aquel lugar. Un gato tan curioso podría descubrir algo que ante mí pasaría desapercibido.

Cruzamos el Bosque de la Muerte en poco tiempo, acostumbrados al camino que debíamos seguir. Las calles de la villa nos esperaban más allá de la valla metálica que separaba a los habitantes de las criaturas, a las casas de los árboles del bosque. La gente me miraba, viendo que cada día salía del Bosque de la Muerte acompañada de una criatura bastante grande, además de un gato en algunas ocasiones. Se preguntaban la historia que guardaba el motivo por el cual Negro Kun me acompañaba, y los rumores recorrían ya todos los rincones de Konoha. Algunos contaban la verdad, pero la gente los marcaba de insólitos. Lo único que sabían de mi hijo era que estaba ya conmigo cuando llegué a la villa.

Atravesé las puertas de Konoha y observé el paisaje, con Negro Kun y Coñito detrás. Me esperaba un largo viaje, tardaría varios días en llegar al País de la Lluvia, y entonces tendría que buscar el puente de mi sueño. No sabía qué era lo que me esperaba allí, tan solo pensaba en que llovería a cada momento sobre mi cabeza.

El paisaje pasaba despacio a mi alrededor durante el camino. De vez en cuando paraba para descansar o comer, compartiendo cada minuto de mi tiempo con mis dos acompañantes. Los días transcurrían sin prisa hasta que divisé, a lo lejos, las nubes oscuras sobre el cielo. Me alegré de haber divisado por fin el país en que se encontraba mi destino. Yami ronroneaba, al igual que el minino, los dos contentos al descubrir que dentro de poco terminaría nuestro viaje. Recorrimos con calma la última parte del camino, aunque en el interior estábamos lo suficientemente agitados como para querer salir corriendo.

Nos faltaba encontrar el camino que llevara hasta el puente, pero no parecía haber nadie por los alrededores. Pronto descubrí de nuevo lo poco que le gustaba el agua a Coñito, pues cuando una primera gota de lluvia le cayó encima dio un brinco y se puso debajo de Negro Kun. Esa parecía la única solución por el momento, si hubiera pensado antes en ese problema tal vez habría hecho algún apaño o dejado al minino en casa, al cuidado de alguien.

El paisaje era como en mi sueño, estando todo pobremente iluminado y sin mucha vegetación. La falta de sol impedía que las plantas pudieran crecer bien, aunque algunas resistían lo suficiente y crecían. Había algún árbol o pinar, pero no muchos bosques. Mis pies seguían un camino que habría sido de polvo si no hubiera tanta humedad, y yo procuraba no desviarme mucho. Aquel territorio era desconocido para mí, si me desviaba demasiado y no encontraba después a alguien que supiera ayudarme, lo llevaría claro. Un rato más tarde, recordé el mapa que había llevado, pero caí en la cuenta de que se estropearía con la lluvia.

Miré un momento bajo Negro Kun y decidí que había espacio suficiente como para poder consultar un momento el mapa. Escalé por su pata y abrí una bolsa para cogerlo, después fui bajo su estómago. Apenas necesitaba agacharme si el nene se estiraba, y en poco tiempo descubrí que en el mismo mapa había información sobre las zonas del país. Lo consulté un momento, encontrando en una parte lo que se nombraba como Puente Karasu. Viendo que no había más puentes señalados en la hoja, decidí encaminarme hacia aquel lugar. Según mis conocimientos sobre el País del Fuego, descubrí el lugar por el que habíamos entrado al lugar en que llovía sin cesar, y miré los caminos y desviaciones que debíamos tomar para llegar al que parecía ser nuestro destino.

Envolví de nuevo el mapa y lo metí en su funda, para después escalar de nuevo por la pata de Negro Kun y guardarlo. Ya tenía claro en qué momento debíamos girar. Seguimos caminando durante bastante tiempo hasta llegar al puente que había visto en mi sueño. En ese momento, una sonrisa se formó en mi rostro. Negro Kun parecía contento, y el minino también. El viaje por fin parecía haber finalizado en parte, aunque aún debía descubrir el motivo que me había llevado al lugar. Estuve varios minutos maravillada ante las vistas, hasta que descubrí la silueta de lo que parecía ser una chica sentada. Con un poco de suerte, no nos había visto aún.

Utilicé una de las primeras habilidades que había aprendido en mi camino del ninja, siendo minuciosamente sigilosa para no asustar o avisar de mi presencia a la chica. Cuando estuve a cinco metros tras su espalda y preparada para atacar si decidía hacer algo, me decidí por hablar. Debía presentarme, lo primordial que quería era información sobre el lugar en que me encontraba, pues aún seguía pensando en el motivo de mi viaje. Me gustaba viajar, pero si sacaba un provecho que en mi sueño no me había sido desvelado habría aprovechado más el tiempo.

- Buenos días, ¿sabrás darme información sobre este lugar?

Una sonrisa lucía en mi rostro mientras yo esperaba una sonrisa. Esperaba no tener problemas, pero sin saber nada sobre la chica que tenía delante debía estar preparada para una ofensiva. Negro Kun me esperaba más atrás, después de que le hubiera ordenado que se quedara un poco al margen hasta el momento en que necesitara su ayuda. Podría pedírsela simplemente con pensarlo, así que tampoco corría demasiado peligro de más si él estaba a setenta metros y no veinte. Todo dependía de la chica que tenía delante.

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Mensaje por Taila Vie Nov 09, 2012 10:54 am

Llevaba ya un rato ahí, viendo como las gotas de lluvia caían sobre el agua y rompían la superficie de forma constante. Se reconstruía, una y otra vez, y la incasable llovizna lo rompía cada vez que lo hacía. Se preguntó por qué el río era tan fuerte, y en vez de dejarse hecho pedazos luchaba por sobreponerse al inevitable final que no cesaba. ¿Quién ganaba la batalla? ¿Cuál de los dos sería más fuerte? Estuvo intentando responder esas incógnitas sin grandes resultados, quizás porque no tenían una respuesta clara. Aunque el río llegara a desbordarse porque no pudiera más, después acabaría en su cauce y fluiría con normalidad. Cabía la posibilidad de que se hubiera acostumbrado a que quisieran cambiarle y firme en su posición continuara con su recorrido. Claro que el agua continuaba constantemente, midiendo su destreza y perseverancia, comprobando como ganaba y perdía, la manera en la que las cosas no terminaban quedando claras a favor de uno u otro.

Quizás la vida fuera algo así, y los problemas fueran como la lluvia. Quisieran hundirte y sobrepasar tu preparación, algunas situaciones te desbordaran y no pudieras afrontarlas. Con la mirada perdida Taila se preguntó hacía cuanto la lluvia no la daba ni un descanso, solo la seguía inundando y ella en vez de dejar su agua salir para después recomponerse de nuevo la guardaba a duras penas en su interior, comiéndola por dentro y haciendo que no pudiera ver el Sol aunque algún rayo luchara por asomar. Pero las nubes... Oh, esa gran nube... Solo la tapaba y atrapaba en una profunda tristeza. Estaba encerrada en un pozo y sentía que por mucho que gritara nadie escucharía su voz. Una vez más quería ver a Riyü asintiendo debajo de la mesa, diciéndole que estaría bien y la sonriera con esos grandes ojos azules agradeciéndole lo que hacía por ella. Así sabría que de verdad merecía la pena recomponerse, volver a formarse y encontraría una manera de afrontar las cosas. ¿Dónde estaban los consejos, las ayudas, una mano para agarrar? Ella solo intentaba salir adelante, nadar desde el fondo y subir. O eso deseaba al principio. Por entonces había cerrado los ojos y había dejado que esa gran pesa la dejara en el final, mojada y con una gran presión sobre ella que no lograba soportar. En caso de haber otra opción, quizás no fuera fuerte para afrontarla, pues simplemente acabó acostumbrándose. Guardaba ese gesto falso, esa sonrisa que había adoptado como quien se muerde las uñas por pura manía ya que nadie le ha llegado a enseñar que está mal, o en caso de hacerlo no con suficiente dureza para acabar con ello.

Miró hacia abajo, no habría muchos metros, pero por la fuerza de la corriente la caída podría ser mortal. Una ligera sensación de vértigo la invadió y se aferró con más fuerza a la madera, haciendo que una astilla se clavara en la palma de su mano izquierda. Con más cuidado aun, colocó las piernas a cada extremo y esa vez se sujetó con ellas, mientras probaba a quitarse la molesta espina. Segundos antes de que lo consiguiera, escuchó unos pasos por detrás, no le agradaba demasiado que le pillaran desprevenida, y menos si entre las posibilidades de la identidad de la otra persona podría ser un hombre. Incluso su padre, que hubiera podido seguirla hasta allí por las informaciones de otras gentes de la villa y los transeúntes, a pesar de que los pasos ligeros más bien daban a entender la delicadeza de una mujer. Una pequeña gota de sangre resbaló desde el agujero que el rasguño había dejado cayendo por la muñeca. Pasó la pierna izquierda que estaba mirando al vacío por encima y pronto las dos estuvieron en los tablones de madera. Solo se giró para mirarla cuando pronunció la pregunta de si sabía algo de la villa. Evidentemente, Taila como ninja de Amegakure conocía perfectamente el lugar donde se había criado, por mucho que la desagradaran tantos recuerdos en esa cárcel acuática. Lo primero que se dijo, era si la chica era estúpida, pero inmediatamente se dio cuenta de que no llevaba la bandana o nada que pudiera identificarla como tal. Eso podría utilizarlo a su favor, así que giró el rostro lentamente, con sus ojos rubí vacíos y las comisuras de sus labios levemente levantadas. No por cortesía, ni mucho menos, sino más por curiosidad y propia supervivencia. En caso de no dar la cara a la chica podría pillarle desprevenida un ataque en el caso de que se hubiera topado con un personaje hostil. Con un pequeño salto, ya que sus pies no llegaban a tocar el suelo subida a la superficie de madera, acabó en el camino principal del puente a unos 10 metros de la señorita. Presentaba una sonrisa demasiado sincera, que no le gustó nada. Se preguntó si tan importante se creía aquella chica para interrumpirla y además presentarse con esa felicidad, como si en un momento así se la restregase por la cara. No parecía de La villa de la Lluvia, desde luego, ya que sus ropas decían lo contrario. Llevaba una camiseta escotada, unas botas seguramente porque sabía las precipitaciones constantes, y una falda larga. Aún así iba demasiado descocada para presentarse sin más en un lugar como ese. Taila arqueó una ceja y no pudo evitar cierto desprecio en su voz cuando la contestó, tomándose su tiempo en llenar las palabras de una profunda repulsa y descortesía.

- Veo que no eres de aquí. Información suficiente para afirmar que la gente no va tan fulana bajo la lluvia.

La analizó de arriba a abajo y se cruzó de brazos, algo parecido al signo que adoptan las personas cuando no están dispuestas a abrirse con otras y no encuentran interesante el relacionarse con alguien que no merece la pena para ellas. Por supuesto había dicho su amable frase con la sonrisa que la caracterizaba. Aquella señorita le había dado a entender que las cosas entraban mejor con una sonrisa, eso mismo le estaba mostrando.

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Mensaje por Shika Vie Nov 09, 2012 11:09 pm

La joven se giró, sonriendo pero mostrando una gran tristeza en su mirada. La sonrisa se me congeló, mis labios formaron una fina línea mientras analizaba detenidamente los movimientos de la joven. Dio un salto para situarse en el camino, a una distancia de diez metros de mí. Entonces habló, su tono de voz guardaba un desprecio que no me pasaba desapercibido, al igual que las palabras que contenía la frase. Me acababa de insultar. Enarqué una ceja ante la actitud de la chica, que en ese momento cruzaba los brazos y mostraba lo poco cortés que se podía ser a veces. Seguía sonriendo, pero su gesto me desagradaba hasta límites insospechados. Se veía de lejos que aquella chica no quería ser feliz, se había rendido. No me gustaban los cobardes, los que se rendían y dejaban de buscar un motivo para encontrar su felicidad. Tal vez me confundía, pero la tristeza de su mirada, el color apagado de sus ojos debía llevar ya mucho tiempo ahí.

No era quién para meterme en la vida de los demás, tal vez tenía motivos más que suficientes para sentirse así, pero no me gustaba que sonriera si no lo hacía de manera sincera. Apreté la mandíbula, de nuevo pensando en los pocos modales que había tenido después de que yo me presentara de buenas formas. Se me pasaba por la cabeza el hecho de que todo el mundo fuera así en Ame, de que la falta de rayos de sol provocara también una falta de vitalidad. A algunos no les vendría mal eso de darse un paseo por el mundo y descubrir que no todo es malo.

- ¿Dónde has dejado tus modales? ¿Los has tirado? No me gusta el desprecio de tus palabras, ni la sonrisa falsa que llevas en la cara.

Me había ofendido y no había podido evitar decir aquello. No quería ofender yo también, pero me costaba ser indiferente ante su comportamiento. Chasqueé la lengua y di un par de pasos en su dirección, si no quería informarme por las buenas, lo haría por las malas. Tenía en mente una nueva técnica, que me ayudaría a localizarme en aquel lugar. Tal vez hubiera alguna villa cerca de aquel sitio y la joven perteneciera a ella. Era una idea provechosa, aunque el hecho de estar sola no ayudara mucho si me decidía por invadir algún lugar.

Me fijé en la ropa de la chica, no parecía ni muy nueva ni de muy buena calidad. Tal vez si me lo pedía por favor podría darle alguno de los vestidos que guardaba en las bolsas de viaje, sobre el lomo de Negro Kun. Medía más o menos lo mismo que yo, seguramente le valdría mi ropa. Me fijé también en la delgadez de su rostro y pensé que tal vez tuviera hambre. Guardaba también mucha comida en las bolsas. Si dejara de ser desagradable podría ayudarla en cualquiera que fueran sus problemas, tan solo tendría que pedírmelo una vez.

Y si no era simpática, ya había encontrado una forma de sacarle la información. Tal vez con un poco de presión si me la dijera con buenas… qué tontería, seguiría guardando las malas formas aunque disminuyera su fuerza de voluntad. Yo había llegado allí a buscar algo, y si la única persona que me encontraba en kilómetros a la redonda no me ayudaba a situarme, tendría que tomar mis propias medidas, por poco que me gustara ser cruel. Ciertamente era un buen trueque: desprecio por crueldad. Si no le gustaba la alegría con que caminaba, tal vez si lo hiciera mi forma de sacarle información. Llegué a ocho metros de distancia de ella y lancé el kunai que llevaba en la mano, bajo la capa. Éste se clavó en el suelo, a poca distancia de ella si no se movía, y gran cantidad de metros de fino hilo ninja se enredarían en las piernas de la joven, así como en sus manos.

Con eso impediría que se fuera de ahí, aunque bien sabía que en algunos clanes hay diferentes jutsus que no necesitan sellos, al igual que hay clanes en que no hay ninguno. Pensé en ese momento que no me vendría mal tener otro kunai de repuesto, así que apunté mentalmente que debía pasarme por la tienda.

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Mensaje por Taila Sáb Nov 10, 2012 4:41 am

Taila esperó la respuesta de la chica, impaciente por darse cuenta de la reacción que hubiera podido causar en ella. Le gustaba sacar a la gente de sus casillas, que se sintieran irritados por su comportamiento y se olvidaran durante unos instantes de la felicidad que tenían. Así era mucho más sencillo transmitirles las emociones que ella sentía, el desprecio que les daba su felicidad se lo devolvía a partir de su comportamiento y palabras. Su sonrisa se agrandó al ver como tensaba la mandíbula, visiblemente irritada y enarcaba la ceja. En sus ojos se pudo observar un destello de diversión, la chica iba a ser más curiosa después de todo, mucho mejor que mostrarse indiferente y no verse afectada por su frase impregnada en veneno. Cuando obtuvo una respuesta por su parte, echando en cara su falta de educación, se pudo escuchar una risa por parte de Taila. No era una risa agradable, o que hiciera bien a los oídos, sino seca y llena de burla hacia la ninja pelirrosa.

Descruzó los brazos y paró en seco su risa, que comenzaba a irritarle los oídos después de haberla escuchado un par de segundos. Le recordó demasiado a su padre cuando se reía de ella por esos vanos esfuerzos de aguantar y soportar las palizas y demás actuaciones en defensa propia o de su hermana, que quedaba lejana de ese momento y terreno debido a la cantidad de espacio que había desde la última vez que llegó a verla. Volvió a formar con sus finos labios una sonrisa y solo los despegó para dirigirse a ella de nuevo, con tal vez algo más de desprecio que anteriormente, dejando claro que no pretendía cambiar su actitud en absoluto por mucho que le dijera aquella chica.

- ¿Mis modales? Debieron de haberse quedado donde tus camisetas de cuello alto.

Estaba segura de que si una ráfaga de viento pasara de repente, moviendo levemente la camiseta de la otra joven, llegaría a ver el comienzo de la parte más rosada de sus pechos. Pensó durante un momento en sus propios senos, y los imaginó terriblemente pequeños en comparación con los de la otra chica. Si lo meditaba durante unos instantes, no le extrañaba que no hubiera podido hacer que Yukki se quedara a su lado. Por muchas noches que hubieran pasado juntas, después se presentaban jóvenes tan provocativas y con razón la dejaban para irse con otras. La culpa la tenían las copas grandes.

Mientras esos pensamientos ocurrían, a Taila no le pasó desapercibida la descarada forma con la que la analizaba. Su estómago rugió un instante y se echó en cara el no resistir de mejor manera la falta de alimentos, hubiera comenzado a insultar su propio cuerpo de no ser porque era más sencillo meterse con los demás y ella ya sentía suficiente asco por sí misma. La pelirrosa parecía tener la piel mucho más suave y cuidada, seguramente no le faltaba dinero en su bolsillo ni tuviera a nadie que la dañara para hacer que hiciera lo que desearan, y aquello mismo estuviera fuera de su voluntad. En el fondo quizás envidiara eso, poder ir y volver a sitios desconocidos sin que una pelea pudiera matarla a la vuelta. No había sido una única vez cuando vio su final cerca, con más moratones de lo normal, sangre saliendo de su boca y los ojos prácticamente apagados. No entendía cómo consiguió sobrevivir de aquello, pero decidió no preguntárselo demasiado, sino agradecer el seguir con vida en ese momento. Pasados los meses se preguntó por qué no había muerto en vez de seguir sufriendo de una manera mucho más lenta y dolorosa, que la comía por dentro hasta el punto de dejarle sin apenas vitalidad, siendo alguien que no disfrutaba de vivir, simplemente seguía sin razón.

Por muy ocupada que pudieran tenerle los pensamientos estaba atenta a los movimientos de la que podría convertirse su oponente en instantes. No tenía experiencia en batallas reales, a pesar de haber sido preparada en la Academia Ninja para ellos. No sabía si aquello debía asustarla, pero en realidad no tenía ningún miedo. La ninja pelirrosa adelantó dos pasos, y Taila con desconfianza retrocedió uno en el tiempo que su contrincante daba esos dos. Comprobó como llevaba la mano a su capa y se preparó para actuar. La joven lanzó un kunai, y con toda la rapidez que su cuerpo le pudo permitir ella avanzó el metro que la separaba de la madera que servía como seguridad del puente y se lanzó por el puente al río. Aunque Taila no podía verlo, el kunai se había clavado apenas ella había conseguido hacer eso, y solo su desconfianza y anterior preparación le había ayudado a actuar con eficacia y librarse de eso. A no ser que Shika se asomara al extremo por el que había caído Taila, no sabría lo que estaba pasando.

Cuatro metros había desde donde había saltado hasta el río, y a apenas un metro de que su cuerpo impactara contra la turbulenta agua hizo un sello con ambas manos logrando que aparecieran unos pequeños remolinos en sus pies y así librarse tanto del ataque de la chica como de darse un no muy complaciente chapuzón. Se colocó un momento justo debajo de la madera, oculta de la vista de la señorita, y mientras se desplazaba hacia delante por la dirección que su amiguita había venido se colocó el gorro, que del salto casi se le había caído. Cuando avanzó los diez metros que las separaron en un principio, cuando Shika estuvo arriba y Taila también, salió de debajo de la madera por lo que debía ser la espalda de la ninja hizo un sello con una mano y con la otra la apuntó mientras la agitaba, haciendo que 2 golondrinas de hielo se lanzaran a por ella con intención de causarla algún corte. Taila estaba a 6 metros del agua, 2 por encima del puente.

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Mensaje por Shika Sáb Nov 10, 2012 11:45 am

Habló, y aunque su comentario me hizo cierta gracia el desprecio seguía presente en el tono. La risa que salió de su garganta produjo un escalofrío en mi espalda, no me gustaba ese tono, esa sequedad. Si yo había pensado anteriormente en ser cruel, esa misma manera de reír guardaba una gran crueldad. Mi mandíbula seguía tensa, mi sonrisa había desaparecido hacía rato y cuando di dos pasos ella se alejó uno. No me importó demasiado. Escuché el rugir de su estómago y pensé en Negro Kun, tal vez pudiera pedirle ayuda si se me resistía mucho. Como fuera, los pensamientos pasaban rápidos por mi mente hasta el momento en que lancé el kunai. Tenía la intención de atraparla a base de atar una bobina de hilo ninja alrededor de su cuerpo, pero en un momento dio de nuevo un paso al frente y saltó, tirándose hacia el río. Debía de haber unos cuantos metros de caída libre y después un buen chapuzón. Llegaba a mis oídos el ruido que provocaba la corriente y algo me decía que si la chica se tiraba allí moriría. Pensé por un momento que era estúpida, pero pasados unos segundos me di cuenta de que no había sonado el impacto. Buena estrategia había sido esa, pero no me pillaría por sorpresa.

Estaba mirando al puente, pero sabiendo que ella saldría de algún lugar para atacarme preferí hacer un clon. No se daría cuenta, porque incluso podría atacarla, hasta el mismo momento en que desapareciera. Hice un sello con ambas manos y al momento un clon se dirigía hasta el puente. Ella ya no podía verme a mí, puesto que había hecho una capa de invisibilidad. Si mirase hacia el lugar en que yo permanecía, vería el fondo que tenía detrás. Hice otro sello con ambas manos y esperé con paciencia, viendo cómo mi clon caminaba por el puente buscando a la chica.

Un rato más tarde, observé cómo salía impulsada por lo que parecía ser un torbellino de viento. Estaba volando, dos metros más elevada que mi clon. Hizo un sello con una mano mientras agitaba la otra en dirección al clon. Momentos después aparecieron dos golondrinas de hielo que, al impactar con mi clon, lo destruyeron. Aquel ataque me recordaba al primero que había aprendido yo de mi propio clan, aunque en mi caso eran agujas de cristal. Me pregunté por un momento de qué clan podría ser la chica, pensando que el que utilizaba el elemento hielo era el clan Yuki. Sin embargo, al igual que los del Guren, los genes de un ninja del clan Yuki podían implantarse. Por tanto, no debía confiarme demasiado en la deducción que había hecho. Tan solo sabía de la chica que podía utilizar técnicas del clan Yuki.

Eso no me solucionaba gran cosa, puesto que lo que necesitaba en ese momento era una estrategia. No podía dejarla inconsciente si quería que me ofreciese información, y no sabía cuánto tiempo podría aguantar mis ataques. Tal vez era de rango superior al mío, era algo que no sabía si ella misma no me lo decía. Pensé que cuando hiciera menguar su fuerza de voluntad también le preguntaría sobre ella misma. Quería saber más cosas sobre la compleja chica que me hablaba de manera tan grosera. No me gustaba su forma de tratar a los demás, tal vez no le gustaban las sonrisas sinceras, porque guardaba su propia sonrisa aún en el rostro.

Pensé en alguna forma de atacarla. Ella ya habría visto que mi clon había desaparecido y estaría buscándome a mí, mientras yo me preparaba y hacía un sello con ambas manos. Pensé en Negro Kun de nuevo y decidí que podía esperar un poco más. Corté el flujo de chakra que estaba enviando a la capa de invisibilidad, quedando así totalmente visible para la chica.

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Mensaje por Taila Dom Nov 11, 2012 3:31 am

Teniendo por seguro que no era la más rápida de la villa y la otra ninja habría podido hacer algunas cosas en el espacio de tiempo que Taila se preparaba para atacar e iba a por ella, de hecho así había sido, aunque ella no lo sabría por entonces. Tras hacer un jutsu básico de su clan, que se basaba en controlar el hielo, dos golondrinas fueron a por la que pensaba era la verdadera pelirrosa. En su inexperiencia en combate no le cabía la posibilidad de que se hubiera escondido con un jutsu que desconocía, y tras hacer una técnica mucho superior a sus posibilidades se hubiera clonado y ese fuera el que recibiera su ataque.

Cuando vio como iba su ataque a por ella esperó impaciente mientras se dirigían a su objetivo planeado. Casi seguidas, las dos golondrinas la dieron, y estaba a punto de sonreír triunfante cuando su rostro se congeló al ver como en vez de causar daños a la chica se desvaneció en una especie de pequeño charco negro hasta terminar por desaparecer. Con mirada interrogante se preguntó qué había pasado, pues estaba segura de que esos daños tan raros no formaban parte del jutsu. Se separó unos metros del puente y miró hacia abajo, donde el agua fluía libremente, por si se estaba intentando burlar de ella deshaciéndose para rehacerse después, pero no encontró nada. Dirigió su vista al cielo pero no volaba tampoco, recordaba la frase que le dijeron una vez cuando estaba en la calle y sus conocimientos de jutsus eran aún menores, por entonces no conocía la técnica que estaba usando y la levantaba metros por encima del suelo; los demás tenían mayor control del clan Yuki y el elemento Fuuton, mientras se elevaban la miraron y dijeron "Puta la que no vuela". Aquella vez podría decírselo a la chica.

Con gesto altivo, resignada a admitir que no comprendía la localización de la descocada chica, extendió la mano derecha al cielo y con su característica sonrisa e irritantes palabras, pronunció unas frases en honor de la jovencita:

- Jam, que envidiosa. Tú te has ido porque como puta que eres, no te ves capaz a levantarte del suelo.

Mientras formulaba su teoría, no se dio cuenta de que la chica cortaba el flujo del chakra y comenzaba a aparecer. Cuando quedó complemente visible por fin Taila se percató de que algo raro pasaba, en ese momento la vio y sus ojos carmesí brillaron de nuevo con una pizca de maldad. Seguía a dos metros por encima del puente, separada de la pelirrosa a los iniciales ocho metros que hubo entre ellas desde el momento que dieron unos pasos hacia delante. Solo que aquella vez estaba por arriba, se sentía superior mirando a la chica algunos centímetros más pequeñas, estando por encima de ella y pudiendo mirar a quien pasara por debajo como una insignificante hormiga a la que aplastar mientras ella era el pájaro depredador que se las comería sin ningún miramiento.

- Por fin te dignaste a aparecer.

Dijo a la vez que bajaba el brazo que tenía apuntado al cielo, y la señalaba a ella, agitándolo a la vez que hacía sellos con el otro y mandaba una golondrina probando suerte a que impactara contra ella. No quería perder oportunidades a la hora de atacar, y la ninja extraña en vez de hacerlo se limitaba a esconderse o huir.

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Mensaje por Shika Lun Nov 12, 2012 5:02 am

Escuché las palabras que me dirigía, sonriendo de nuevo mientras pensaba en una estrategia. Recordé una técnica de mi clan, con la idea de volar por encima de ella para demostrar que yo no era una puta. Ésta me permitía elevarme a una altura de cincuenta metros sobre el suelo, me encantaba. Había querido aprenderla tiempo atrás, pero no había tenido suficiente experiencia como para lograr conseguirlo. Ahora sabía de sobra que podría aprender la técnica sin problemas superficiales. Podría volar bajo la lluvia, era una idea bastante tentadora. Además, era la única forma de demostrar a la chica que o su frase estaba equivocada o yo no era una puta.

Cuando me lanzó una golondrina de hielo idéntica a las dos que habían hecho desaparecer a mi clon, ésta chocó contra una imagen de cristal rosado semejante a mi propia figura. Yo aparecí a varios metros de distancia.

Hice un sello con ambas manos y después comencé a concentrar el chakra bajo mis pies. No era la primera vez que intentaba realizar la técnica, por lo que sabía bien lo que debía hacer. La diferencia con las veces anteriores es que en ese momento un disco de cristal rosado se formó con mi chakra debajo de mi cuerpo, elevándome yo un poco simplemente al quererlo. Sonreí de nuevo, llegué a los dos metros de altura, a los cuales estaba la chica, y sonreí. Ya no podía decir cosas como “puta la que no vuela” porque yo me elevaría más alto que ella.

- ¿Ahora qué me dices?

Me elevé dos metros más y sentí lo que ella al verla ahí abajo, menos imponente que cuando había estado en el suelo. La chica me estaba causando más problemas de los que yo había esperado en un principio, lo que llevaba a mi mente a prepararse mejor para el combate. Pensé que debía darme prisa en conseguir la información si no quería que se hiciera tarde. El tiempo pasaba rápido y al mismo tiempo increíblemente lento. La lluvia no cesaba, y la falta de luz era un factor importante a la hora de pensar en que en unas horas ya no veríamos bien. Yo tenía una ventaja, y es que podía utilizar una técnica para iluminar mi camino, pero no sabía lo que haría ella si dejaba de ver. Tal vez simplemente decidiera volver a casa, pero yo quería saber más información sobre ella y el lugar en que vivía antes de que desapareciera de mi vista. No podía dejarla inconsciente, por lo que evitaba atacarla aún suponiendo eso que quedara yo un poco más desprotegida.

Miré de nuevo su rostro, intentando buscar entre sus facciones un gesto que me demostrara lo que sentía. Tal vez estuviera exhausta, cansada, vencida… De cualquier forma que estuviera, esperaba que no se resistiera mucho tiempo más o tendría que llamar a Negro Kun. Ya tenía su voz en mi mente, preguntando sin descanso si quería que viniera conmigo para demostrar a la chica quién tenía las de ganar. Me hacía gracia su actitud prepotente, y bien sabía que lo que quería era de nuevo tener mi chakra aumentando sus atributos. Se había acostumbrado a eso y ya no le gustaba sentirse débil, porque a cada momento quería protegerme si estábamos fuera de casa.

Al fin y al cabo, era mi hijo y lo único que quería era protegerme. Sabía, porque yo se lo había contado, que sus once hermanitos habían muerto quemados el mismo día de su nacimiento, junto a su padre. Y estaba agradecido por el hecho de que yo hubiera decidido quedarme con él y criarle como lo que era, mi único hijo. Sonreí pensando en el cariño que le había cogido durante todo el tiempo que llevaba a mi lado y pensé que perfectamente podríamos ayudar a la chica que tenía delante si ella nos lo permitía. Ni tan siquiera sabía su nombre, pero suponía que no era momento de preguntarlo.

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Mensaje por Taila Lun Nov 12, 2012 6:39 am

La chica no pudo evitar que su sonrisa acabara por abrirse, mostrando unos perfilados dientes. Ese gesto se debía a que Shika no pasaba de sus palabras, sino que sonreía e incluso contestaba a aquellos comentarios. De no haber sido porque Taila era demasiado tozuda y quería seguir metiéndose con la señorita, tal vez hubiera sido más amable, pero prefería seguir manteniendo que era una fulana la cual había ido a molestar su día de huida, aunque volvería a casa en cuanto oscureciera.

Esperó a que la golondrina llegara a su destino, y mientras se fue preparando para algo más. Recordaba una técnica que era perfecta para atacar a tus enemigos aún sin precisión, puesto que actuaba sobre todo el campo de batalla y de esa manera no tendría que estar esperando que acertara o no. En Ame llovía constantemente, y en invierno llegaba a nevar también, pero no recordaba la última vez que vio la nieve. A Taila le encantaba el frío, hacer bolas y muñecos, incluso angelitos sobre el suelo. Suponía que eso le venía de ser del clan Yuki, aunque nunca había llegado a plantearse seriamente si el pertenecer a un clan u otro pudiera llegar a cambiar la personalidad o los gustos de una persona. A pesar de agradarle ese frío, la lluvia constante de Amegakure la cansaba demasiado. Acababa entumeciendo sus huesos y haciendo que se resfriara con facilidad, nunca había destacado por contar con una gran salud debido a su falta de nutrientes, y menos con la falta de recursos para tener medicamentos. Se concentró lo suficiente e hizo un par de sellos con ambas manos, justo entonces la golondrina iba a impactar. Unas bolas de granizo comenzaron a caer del cielo a la vez que su otro ataque no surtía efecto, pues la ninja se había intercambiado por un bloque de cristal, aquel había recibido su ataque pero su verdadero objetivo se había librado de su golondrina.

No se frustró al ver ese kawarimi, le pareció interesante, y las bolas de granizo ya caían sobre el campo sin cesar. Así estaba mucho mejor para Taila, puesto que ella se sentía agradecida de haber aprendido esa técnica con facilidad y poder usarla de manera correcta. Parecía que para ella estaba siendo un día más productivo de lo que le había resultado en meses, la hacía sentir orgullosa puesto que de esa manera podría proteger mejor a su hermana si la encontraba.

Por entonces la ninja pelirrosa estaba a unos metros más de distancia, creyó que se estaba preparando para un ataque, ya que contempló como realizaba una serie de sellos y pudo observar como de manera más rápida de lo que habría creído posible se formó un disco rosado a sus pies. Pensó entonces que finalmente debía ser alguien más fuerte que ella, pues la experiencia que había demostrad en batalla parecía mucho más compleja que de la que ella disponía. Asombrada vio como comenzaba a elevarse, y su sonrisa se contrajo en una ligera frustración, que se fue eliminando a medida que la otra subida y acabó como una carcajada más dulce que la inicial que había tenido. Fue bajando con su propio jutsu de remolinos en los pies hasta tocar el puente, y aterrizó con elegancia. Si iba a superarla respecto a altura, al menos se comportaría de una manera bonita de ver a ojos ajenos. Miró a la chica que ya había subido 4 metros por encima del puente, y puso su mano en el sombrero, mientras pensaba en las palabras que diría a continuación. El solo hecho de que aquellas frases sonaran en su mente hacía que la recorriera una quemazón en el pecho, bastante irritante pero que mantendría hasta terminar de hacerlo. Se animó a sí misma un par de segundos, para hablar finalmente. Seguía sonando con un tono altivo demasiado propio suyo para perderle rápidamente, pero a oídos de la pelirrosa llegaría algo más amable y menos descarado de lo que en un principio había sido la chica.

- Supongo que no estaba del todo en lo cierto. Me quito el sombrero.

Y con ello se deshizo del sombrero que llevaba en su cabeza, dejándolo boca arriba con un movimiento de brazo, sin soltarlo de su mano, a la vez que inclinaba levemente el cuerpo a modo de reverencia. No era un gesto que tuviera demasiado trabajado pero se esforzó por parecer convincente, ni ella misma tenía claro el por qué estaba haciendo eso. Se incorporó y en vez de mirar al cielo, donde debía estar la chica, se mordió la lengua un momento y sonó algo más descarada, propio suyo.

- No eres tan puta como pensaba.

Aunque esa vez si no la conociera podría parecer un insulto, eran unas palabras más que amables a oídos de Taila. Había medio admitido su error y eso era más de lo que nunca había pensado que haría por esa chica. Se colocó de nuevo su gorro de tacto suave y se apoyó en la estructura de manera. Seguía sonriendo con una fina línea pero no tenía los músculos tensos ni estaba cruzada de brazos. Estaba bastante más relajada que al principio.

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Mensaje por Shika Jue Nov 15, 2012 2:27 am

Cuando me elevé, pude contemplar cómo ella bajaba de nuevo al puente y escuché las palabras que me dirigía. Esta vez ya no imprimía tanto desprecio en su tono de voz, ni se cruzaba de brazos ante mi presencia. Sonreí y descendí yo también, sus afirmaciones me agradaban aquella vez. Hice una reverencia y miré al árbol que tenía a diez metros a mi derecha. Estaba a unos veinte metros de ella, y también sobre él caía el granizo de un rato antes. Notaba los golpes sobre mi piel y deseaba que terminara. Estaba casi segura de que la chica había provocado la granizada aquel día. No me importaba, el caso era que me dijera la información que yo quería saber.

Hice un sello con ambas manos y miré de nuevo al árbol. Un rato antes había expandido mi chakra, preparándome para meter a la chica en el genjutsu que días atrás había ideado. No sabía hasta qué punto funcionaría, pero por intentar conseguir que ella me dijera algo no perdía nada. Tenía más formas de intentarlo, como hacer disminuir su fuerza de voluntad, por ejemplo. Si todo salía bien, la joven podría escuchar en ese momento una voz extraña procedente del árbol. Se asemejaría a la humana sin imitarla a la perfección, y entraría en la mente de la chica provocando un torbellino de ideas. La voz no le agradaría lo más mínimo, y la criatura ilusoria que había creado yo en el árbol diría a la chica lo que menos quisiera escuchar ella. A base de trucos sucios conseguiría que la joven me dijera lo que yo quería saber.

La criatura lograría que ella me dijera todo lo que yo estaba esperando. Información sobre ella misma y sobre su villa, incluida la localización de las puertas. Por supuesto, yo no podría escuchar las palabras de mi propio genjutsu, pero si podría contemplar los resultados. Negro Kun ya me hablaba, sabiendo en cierto modo cuáles eran mis intenciones en aquel momento. Se preparaba para venir en mi ayuda, una sola palabra en mi cabeza y comenzaría a caminar. Si además infundiera chakra en él, su velocidad sería bastante mayor a la hora de venir. Sonreí. Por fin había descubierto lo que había ido a hacer en el País de la Lluvia. Tal vez había allí una villa oculta, o al menos la chica me llevaría al lugar en que hubiera una… a no ser que fuera peregrina. Aunque ciertamente lo dudaba bastante, no llevaba equipaje ni ropa de abrigo para pasar las noches a al intemperie en un lugar en que no cesaba de llover. No me parecía muy viajera, aunque bien sabía que las apariencias podían engañarme en cualquier momento.

Me preguntaba qué sería aquello que estaría escuchando por parte de mi técnica, en caso de tener menos inteligencia que yo. Era consciente de que mi estrategia podría fallar, y en ese caso tendría que recurrir a otro plan. Tenía por objetivo alcanzar la información que la joven pudiera darme, y si no lo conseguía de una forma lo haría de otra. Se había resistido un rato, pero o era astuta y me engañaba sobre su experiencia en combate o realmente no tenía demasiada. Me recordaba al minino, que según lo que quería lograr hacía una de esas dos cosas. Tan solo le faltaba maullar un poco a la chica para convencerme de que tenía instintos gatunos.

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Mensaje por Taila Jue Nov 15, 2012 10:19 am

Taila contempló como la otra chica sonreía ante su inesperada amabilidad, por llamarlo de alguna manera, puesto que aquellos gestos para ella eran los que más se asemejaban a una forma cordial. Shika hizo una reverencia en correspondencia y Taila suspiró aliviada, así no tendría que tener contacto con aquella chica, puesto que no le agradaba en absoluto el contacto físico. El único que había mantenido en los últimos años no era por gusto, y se mostraba en forma de patadas o puñetazos. Nunca había sido nada agradable para ella ni de lo que quisiera repetir. Una gota de granizo cayó sobre la madera en la que estaba apoyada, así que hizo un sello con ambas manos y de la bola de hielo se formó un kunai. Lo cogió sobre sus manos y examinó, descubriendo que a pesar de no ser perfecto, le había salido bastante bien para ser la primera vez que hacía esa técnica. Verdaderamente el día le estaba siendo productivo y se daba cuenta de que tenía más talento de lo que esperaba. Su padre nunca había querido que aprendiera jutsus y la mantenía alejada de esas cosas, pero la encantaba aprender cosas nuevas. La primera vez que entrenó habilidades ninja fue en una sala con una chica sobre la que solía destacar su gran paciencia sobre ella. Shika no había podido soportar su falta de educación sin al menos un gesto de ligero desprecio. Dejó el kunai sobre la madera y se secó las manos en el vestido.

Se preguntó por un instante por qué hacía un sello con ambas manos y después miraba a un árbol, pero no tuvo que esperar apenas para descubrir la respuesta. A veinte metros de su posición había un árbol del que, a sus ojos y oídos, salía un repentino rugido. Curiosa y fascinada Taila decidió acercarse, pues nunca había visto nada por el estilo y sentía que aquello que venía inexplicablemente la estaba llamando y la atraía como si de una fuerza magnética se tratara. Por su cabeza no se pasó que estuviera en un genjutsu. De hecho, seguramente ni pudiera hacerlo. Tenía los ojos hipnotizados por algo que solamente ella era capaz de ver, incluso la ninja pelirrosa había desaparecido por unos instantes de su cabeza. Pero el peligro no tardó en relucir. Sus ojos se abrieron con visible dolor y cayó al suelo, presa de pánico, sin poder desviar su mirada de aquel árbol que decía las cosas que más dañaban su corazón y la llegaban como si tiraran sobre su cabeza una jarra fría. No se sentía segura, su cuerpo rebosaba adrenalina que la avisaba del peligro y la ponía completamente alerta. Su sonrisa se había borrado y se tapaba la boca con fuerza. Aguantó unos segundos hasta que no pudo más y se sujetó la cabeza con ambas manos, a la altura de las orejas, intentando no oír sus propias palabras. No quería hablar pero sentía que lo que quisiera no importaba en aquel terreno. Aquella criatura tenía más fuerzas sobre ella de las que le gustaría admitir y comenzó a decirle todo lo que le pedía. Quería gritar pero no lo hacía, aun así sabía que con aquel tono de voz la otra ninja la escucharía sin necesidad de acercarse más.

- Me llamo Yuki, de nombre, Taila.

No recordaba haber hablado a nadie sobre ella en años, o nunca tal vez. Verdaderamente no respondía a sus actos. Su voz sonaba distante y vacía sobre aquel puente, como si nada de eso le perteneciera y hablara una voz ajena.

- Vivo bajo la lluvia desde que tengo uso de razón. Amegakure ha sido mi hogar y mi cárcel. Lo único que me mantenía con vida era mi hermana Riyü y hace mucho que no sé nada de ella. Huí con ella cuando mi padre mató a mi madre. El día que nos encontró finalmente la alejó de mí. Vivo con Él porque no tengo a dónde ir. Vivo con Él porque tengo la esperanza de encontrar a mi hermana algún día. Ella es la única razón de que aguante sus palizas. Ella es mi razón para vivir.

Hizo una pausa. Había acabado lo que conocía como su parte más personal. Sentía que hubieran arrancado algo muy importante y profundo de su propio ser de una forma realmente dolorosa, pero aquel dolor no había terminado aún. Intentó recomponerse, la dolía el lado izquierdo de su pecho y tenía los ojos carmesí teñidos con un brillo acuoso. Sin darse cuenta estaba temblando en el suelo, parecía una marioneta más que una persona. Estaba asustada. La parte de ella que quería parar se había hecho un pequeño ovillo en un rincón, pero aún no tenía permiso para dejarlo. Quería que aquella tortura terminara rápido.

- No disponemos de muchos shinobis aquí. Hace tiempo que no sé nada del Amekage, aunque me mantengo algo alejada del exterior. Sé de un niño que ha destacado por su corta edad y sus grandes habilidades, a pesar de no recordar su nombre.

Se levantó con lentitud y caminó con movimientos mecánicos hacia el lugar por donde ella había llegado al puente. Pasó por el lado de Shika pero no la miró, tenía los ojos perdidos en algún punto del vacío. No rozó su cuerpo, se mantuvo a una distancia alejada de ella y deseaba que con un paso más estuviera algo más cercana a dejar a aquella criatura que la torturaba. Entendía más bien poco lo que estaba pasando por entonces y no le entraba la idea de plantearse tantas cosas a la vez. Solo entraban órdenes que realizaba porque no se veía capaz de hacer lo contrario. Sentía que su vida se había visto resumida a aquello: sumisión para reducir daños. No conocía otra forma de vida, había observado como su madre hacía lo mismo, con la diferencia de que ella ni siquiera se molestaba en proteger a sus hijas. Sabía que se despreciaba por no haber hecho nada por acabar con su destino y salir corriendo. El miedo la tenía presa. Se podía ver como las manos de Taila temblaban, pero su voz era firme cuando se dirigió a la chica.

- Ven. Te llevo a las puertas.

Continuó esperando que la siguiera. El tono empleado ya no mostraba desprecio desde que el genjutsu se vio activado, ni la felicidad que tan alejada había quedado de su vida desde el día de su nacimiento. Estaba ausente de vida y emoción. No era un dolor físico lo que sentía, pero la falta de cariño y protección estaba presente en sus carnes. Las personas solo velaban por sus intereses sin pensar en los demás. Taila era un títere que vagaba de mano en mano sin remordimientos ningunos por parte de los que la usaban. Al paso que iba ella seguramente tardarían una media hora en llegar a las puertas. El granizo seguía cayendo sobre el puente y sus propios cuerpos. Cerca del árbol había quedado perdida su intimidad y sus recuerdos. Las palabras que había pronunciado seguían flotando y caían con un peso mayor del que nunca había imaginado sobre ella. No deseaba sonreír. No recordaba la última vez que fue feliz.

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Mensaje por Shika Vie Nov 16, 2012 8:31 am

La chica se acercó varios pasos hacia el árbol, con curiosidad, para después quedar su rostro completamente pálido. Me pregunté cuán terrible podría ser la criatura que había creado con mi técnica, y un escalofrío recorrió mi espalda mientras mi mente recorría las ideas que tenía. Escuchaba sus respuestas mientras pensaba en mi interior si realmente habría hecho bien al someter a ese sufrimiento a la chica, que posiblemente sin ser consciente siquiera de lo que hacía me contaba lo mucho que había sufrido. Pensé que debía de alguna forma ayudarla a cambio de lo que le había hecho pasar, que me vengaría por ella si no era capaz de hacerlo personalmente. Pensé por un momento en llevarla a Konoha y cuidarla, pero sabía que siempre me odiaría después de lo que le había hecho si descubría que la criatura del árbol era obra mía.

Comenzó a caminar, pasando junto a mí mientras decía que me mostraría las puertas de la villa, y yo la seguí. Prefería escuchar el desprecio en su tono de voz antes que aquella indiferencia. Parecía como si no tuviera vida, como si su alma se hubiera ido de su cuerpo, dejando frente a mí a una simple marioneta que obedecería mis órdenes sin siquiera saber que yo las enviaba. Pensé en lo que podría hacer una vez encontradas las puertas de la villa. Acababa de decir que no se sabía nada del Kage desde hacía tiempo, tal vez necesitaran allí a alguien que se hiciera cargo de los problemas internos.

Pensé que, tomara la villa o no, ayudaría a la chica con los problemas dentro de su casa. Tal vez era que sentía compasión, o que en aquel corto combate le había cogido un poco de cariño. Yo era una persona que cogía cariño o desconfianza rápidamente, y no me gustaba dejar mis deudas a medias. Si en mi propia mente me proponía ayudarla, no podría evitar hacerlo después o tendría un largo tiempo de comeduras de cabeza. Quería terminar con aquello de una vez.

Decidí que una vez llegados a la villa dormiría a la chica, para que descansara por aquel día. Después me ocuparía de todos los obstáculos que se pusieran en mi camino. Aquel encuentro me hacía sentirme tal vez apenada por la chica que me llevaba hasta las puertas de su villa, pero también me había hecho ver en parte la realidad. No podía tener compasión con todos aquellos que se pusieran por delante de mí, en algún momento tendría que sacar a relucir la crueldad que, de un modo u otro, permanecía en mi interior.

Poco a poco mi manera de ver las cosas iba cambiando, y cada día tomaba unas decisiones diferentes sobre algún tema en concreto. Debía estabilizar mis actitudes, mis decisiones, mis sentimientos y emociones. Si me ocupaba de una villa, tendría que ser una persona con un carácter estable y lo suficientemente preparada como para afrontar un ataque hacia mi hogar y el de todos aquellos a los que debía proteger por obligación. El que ahora era emperador me había dejado a cargo de una villa, y no debía defraudarle bajo ningún concepto. Tal vez pensando en hacer que se sintiera orgulloso iba yo detrás de Taila, en busca de las puertas de Amegakure para, seguramente, invadir la villa.

Me iba fijando en el camino que recorría, no quería olvidarlo. En mi mente Negro Kun preguntaba, así como decía diversas frases en que mostraba su desconfianza hacia la chica que nos guiaba y el territorio desconocido. No le gustaba estar en algún sitio en que me viera poco protegida, pero yo confiaba en que con su ayuda podríamos salir de bastantes apuros, aunque aún quedaban opciones más difíciles. Los problemas podían venir de cualquier parte, y debíamos estar atentos a cualquier movimiento sospechoso en los alrededores o cualquier comportamiento de la chica que fuera demasiado extraño.

En ese momento no sonreía, mis labios formaban una fina línea y mi mandíbula estaba apretada. Me había puesto la capucha, aunque mi pelo llevaba ya un rato mojado. Sabía que por muchas capas que me pusiera el agua traspasaría la ropa y llegaría hasta mi piel. Estaba en un país en que siempre llovía, día y noche. El minino caminaba siempre bajo el cuerpo del monstruo, cuya presencia al parecer no había notado Taila. No importaba, cuando dejara de estar así le vería. Sabía que podía pedir ayuda cuando llegara a las puertas de la villa, o que podía estar fingiendo. Lo dudaba, si fuera así no sabría siquiera qué era lo que yo le pedía, pero todo era posible. En un principio la chica me había parecido Yuki, y sus palabras lo habían confirmado. No parecía muy experimentada en el ámbito de la lucha, tenía aún mucho por aprender, aunque sabía que si la hubiera subestimado demasiado podría haberlo pagado caro. Hasta el más experimentado ninja podía perder un combate si subestimaba más de la cuenta a sus oponentes.

Tenía a cada momento la voz de Negro Kun dentro de mi propia mente, recordándome que debía tener cuidado en el camino, mirar incluso por cada piedra que tuviera delante para no tropezar. La lluvia lograba que el suelo resbalara, así como dificultaba la vista en algunos puntos. Notaba que cuanto más caminábamos más aumentaban las gotas que caían del cielo, tal vez la villa estuviese en el centro del país. Lo más lógico era que cuanto más cerca se estuviera de las fronteras del País de la Lluvia menos lloviera.

Mis piernas avanzaban, cansadas después de un largo viaje y un corto combate que posiblemente había sido un entrenamiento para lo que me esperaba después. Tal vez debía descansar antes de intentar nada en la villa, pero no podía arriesgarme a ser descubierta por más ninjas que Taila. Debía vigilarla cada minuto, evitar que saliera del genjutsu y fuera a avisar a algún shinobi de Amegakure, la que según había dicho era su aldea shinobi.

Miré los pequeños bosques que había esparcidos por el lugar. La tentadora idea de entrar en uno de ellos para descansar entre sus árboles seguía presente en mi mente desde rato atrás, pero también la advertencia de que no debía bajar la guardia en ningún momento. Debía faltar poco para llegar a las puertas de la villa de la cual procedía la chica, porque llevábamos ya largo rato caminando sin rumbo aparente. No había un camino de tierra en el suelo que marcara un destino, claramente para evitar que desconocidos lograsen encontrar las puertas de la aldea oculta de la lluvia. Había oído hablar de ella, pero debía tener poca población.

En el camino, aproveché para aprender una técnica. Cuando Taila iba unos veinte metros por delante de mí, me desmaterialicé y aparecí de nuevo a cinco metros tras su espalda, para seguir andando.

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Mensaje por Taila Lun Nov 19, 2012 7:43 am

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Mensaje por Blank Lun Nov 19, 2012 8:14 am

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