Contador de Visitas IMG
Contador de Palabras IMG
Contador de Palabras
Mejores Posteadores IMG
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Mejores posteadores IMG
Mejores posteadores
Kirugani | ||||
Ermitaño De Los 6 Caminos | ||||
Blank | ||||
Suiryumaru Hozuki | ||||
Sadoru kimura | ||||
Beck | ||||
Agito Hoshigaki | ||||
Shika | ||||
edu uchiha | ||||
Sokka |
Img Quien está en linea
¿Quién está en línea?
En total hay 28 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 28 Invitados Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 89 durante el Dom Oct 13, 2024 3:27 am
Img Ultimos temas
Últimos temas
Aumentando el conocimiento sobre el fuego (3 técnicas)
3 participantes
Naruto Mundo :: :: Villa Iwa :: Edificio del Tsuchikage :: Sala especial
Página 1 de 1.
Aumentando el conocimiento sobre el fuego (3 técnicas)
Después del examen chunnin y la aparición en este del gran dios Suzaku, me vi bastante motiva a la hora de aprender técnicas de mi elemento, Katon. El fuego había estado presente en mi vida desde pequeña, aunque a mi madre nunca le hubiera gustado demasiado por el hecho de que una vez casi quemo la casa en un descuido, y salí con bastantes quemaduras… Era pequeña por entonces, así que no lo recuerdo apenas, pero mi padre solía recordármelo a menudo cuando entrenaba con él. Tenía un gran dominio sobre el fuego y le gustaba ayudarme a entrenarlo, aunque mis habilidades nunca fueron tan espectaculares como las suyas. No puedo evitar pensar que si hubiera sido más fuerte quizás aún seguiría vivo.
Hace mucho que no lograba entablar una relación con nadie, se me hacía raro aún en cierto modo, pero era reconfortante. Éramos como una familia. Si le pasara algo a Shika, iría en su auxilio de inmediato, para protegerla y cuidarla. Me había costado hacer… amigos. Y Shika vivía ahora conmigo incluso, los primeros días me resultaba extraño, compartir mi casa, mi hogar, mi protección, con alguien era algo que nunca antes había hecho, aún así me adapté bastante rápido. Ver la recuperación que sufría Shika día a día era la mayor recompensa que podía tener. Y el monstruito, como yo llamaba de forma cariñosa, al que puso el nombre de Yami, también la estaba ayudando a mostrarla que luchar y seguir adelante valía la pena. Hasta yo estaba cogiendo cariño a esa cosita que se iba restregando por todo con la casa y gritando “GRAAAAA”, con voz cada vez más humana que de bicho.
A pesar de que días anteriores yo me levantaba antes que Shika, esta vez había sido yo la tardona. Nada más despertarme saludé en casa, por si había alguien, y tan solo respondieron los ladridos del perro. Yami tampoco estaba, por lo que me supuse que no habría ido a hacer nada demasiado importante, de lo contrario le habría dejado para que no le pasara nada. Como es habitual me di una ducha… Pasó de ser las refrescantes duchas que me daba el mes anterior a una bien calentita, de esas que no quieres salir en todo el día.
Estabamos en Otoño, las temperaturas habían bajado notablemente, aquí en Iwa sobre todo se nota este cambio, no me llegaba a imaginar el invierno que se nos avecinaba… “Los inviernos son fríos en Iwa”. Recuerdo perfectamente las palabras del shinobi que cayó del cielo, y tengo guardada su bufanda con infinito cuidado. Aún no me la he puesto de nuevo, tengo miedo de que pierda del todo su olor, y con el extravío de su esencia sea él quien no vuelva a mi mente. Últimamente pasaban cosas en mi cabeza que no comprendía del todo, era como si algo nuevo y extraño se hubiera despertado y amenazada con cambiarme y apoderarse de mí. Yo soy tú, había dicho, amenazando con derrumbar con sus palabras e imágenes los bloques de mi cabeza. Yo no era así. Pero por más que me lo repetía, no recordaba bien lo que había sucedido cuando fui a las Montañas y volví con ese perro. Y quizás eso no era lo único de lo que me faltaba la memoria… No me veía haciendo ninguna barbaridad, pero tampoco estaba segura de nada. En verdad… tenía miedo. Y no había compartido estas inquietudes con nadie, ni siquiera con Shika. Confiaba en ella, sí, pero mi amiga ya tenía bastantes problemas ahora como para tener que preocuparse también por mí. Creo que respecto a las prioridades nunca me consideraba demasiado importante, siempre había aguantado mis preocupaciones, la mayoría de veces al no tener nadie con quien compartirlas, por lo que ya fuera para bien o para mal estaba acostumbrada a guardar mis sentimientos bajo 7 llaves. Y solo, únicamente Shika, me había visto llorar.
Como ya estaba cogiendo costumbre hacer siempre que necesitaba entrenar técnicas, me fui a la sala especial del edificio del Tsuchikage. Estaba lloviendo, las nubes cubrían el cielo con un manto gris, un frío color que amenazaba con derrumbarme. Estos días donde el cielo lloraba, mi corazón muchas veces tenía ganas de llorar también, pero no se lo permitía. Era algo que me ocurría desde pequeña, a pesar de que mi padre intentaba quitarme esas malas costumbres. Solía decirme que esa lluvia había viajado desde muy lejos, y ahora regalaba la vida a todo aquel que la necesitara. Revitalizaba los bosques, daba de beber a los animales y quemaba nuestras impurezas. Siempre que llovía decía eso con una gran sonrisa en el rostro. Envidiaba esa actitud, yo que era incapaz de no entristecerme, pensando que quizás fueran las lágrimas de mamá que caían desde arriba.
A veces sin darme cuenta compaginaba mis estados de ánimo a la vestimenta que llevaba, quizás por ello hoy iba más oscura. Llevaba una chaqueta de botones negra que llegaba por encima de las rodillas, donde acababa con los pantalones del mismo color y las sandalias ninja a juego. Debajo del abrigo estaba una camiseta morada oscura. No me cogí paraguas, dejé que la lluvia bañara mi rostro.
Al llegar a mi destino bajé para coger uno de los muñecos que ya recogí varias veces. El último había quedado completamente destrozado después de los entrenamientos de fuerza, y este seguramente saldría quemado, pero bueno... Me serviría más de una vez. Tenía pensado entrenar dos técnicas hoy, y no me iría hasta conseguirlo.
Entré en una de las habitaciones que estaba vacía y me concentré en visualizar en mi mente al gran fénix de fuego, que siempre me llenaba de energía. Cerré los ojos y ante mí volvió a aparecer la majestuosa ave, llenando de calidez y brillando como el mismo Sol. Tuve que esforzarme para no arrodillarme de nuevo, pues estaba muy presente en mi mente, cuando esa imagen lo inundaba todo parecía que volvía a ser la única en mi cabeza.
Cuando volví a abrirlos, me sentía preparada. A 10 metros del muñeco, hice un jutsu con una mano, el que correspondía a la técnica conocida como Incendio, mientras con la otra apuntaba al maniquí. Intenté concentrarme en que el calor aumentara en esa zona, y sentí como una débil llama prendía en la madera de uno de sus brazos, pero se apagó sin lograr el resultado deseado. No pasaba nada... Otra vez, Sonzu, me decía intentando no recobrar la concentración que había logrado. Respiré profundamente y volví a repetir mis acciones anteriores: jutsu con una mano, apuntar al objetivo... Apreté los dientes, forzando el calor que tenía que subir... Varios segundos después comenzaba a quemar, lo que me provocó una complacida sonrisa. Pero no era suficiente, me había costado todavía por lo que no lo dominaba a la perfección, así que lo hice de nuevo y esta vez sí el resultado fue mucho más inmediato.
Cuando conseguí que el fuego se apagara, me propuse el empezar con la segunda técnica. Esta era más costosa, pues ya no consistía simplemente en calentar la zona de un objeto, sino que consistía en aumentarla en todo el campo, en mi caso en toda la sala. Mi dominio sobre el fuego me debía permitir no verme afectada, siempre que fuera suficiente, y por mi bien esperé que así fuera... Sobrestimando mis conocimientos empecé a intentarlo haciendo un sello con ambas manos y forzándome a aumentar el calor. Tardé mucho, debí estar unos minutos forzándome a subir la temperatura todo lo que pudiera, y sino me equivocaba el máximo con esta técnica eran 15 grados. Pero como mucho calenté un grado, apenas apreciable, y cuando esto ocurrió me tuve que sentar para recuperarme por el esfuerzo. Me coloqué en posición india, con la cabeza apoyada sobre una de mis manos, y noté que estaba repentinamente más caliente. Pero eso no me paró. Cuando me recuperé un poco volví a la carga. Aún sentada hice el jutsu con ambas manos y cerré los ojos, concentrándome en la grandiosidad de Suzaku, en su calidez, en el Sol. Calor, calor... Ni un solo pensamiento frío. Desde una hoguera, un chocolate caliente, incluso los cálidos veranos en Iwagakure pasaron por mi cabeza. Y poco a poco comencé a sentir esa subida de temperatura en la habitación, acompañada de un leve dolor de cabeza que opté por ignorar. También me costó su tiempo, pero cuando volví a abrir los ojos la sala estaba mucho más caliente, lo notaba... Me faltaba agua en la garganta, tenía secos los labios, y un mareo ante todo ese calor. Algo estaba saliendo mal... Se suponía que esta técnica no debía afectarme a mí, no si controlaba lo suficiente mi elemento. ¿Qué significaba eso? ¿Que no estaba preparada? ¿Que no tenía un buen dominio sobre el fuego? Desde luego la sala había subido por lo menos 10 grados, y se notaba en el ambiente. La lluvia de ahí afuera se olvidaría fácilmente con este bochorno. Pero si me veía afectada es que no estaba preparada para aprenderla, por lo que con más esfuerzo aún, sentada mientras intentaba respirar con dificultad, fui haciendo que el calor desapareciera para dar paso a lo que parecía frío en comparación.
La chaqueta había acabado quitada hace ya bastante tiempo, y estaba sudando bastante. Sin querer parar hundí la cabeza sobre las rodillas, intentando recomponerme, mojando los labios con la poca saliva que aún me quedaba. No quería admitir conmigo misma que había fracasado, tenía que encontrar una forma para que esa técnica la pudiera usar, para tener un mejor dominio sobre las técnicas Katon. La verdad es que estas eran más difíciles de aprender que las primeras que sabía, quizás si empezaba con una más sencilla.... Reorganicé mis ideas para pensar en algo que me fuera útil, comencé a repasar las técnicas más sencillas que solía hacer mi padre, de donde había sacado casi todo lo que sabía. Acabé acordándome de una que me pareció más sencilla y me causó alguna quemadura cuando era pequeña. Mi padre aumentaba calor en alguna parte de su cuerpo, y con ella podía golpear o si le tocabas te quemabas ante el aumento de temperatura. Era como coger la bandeja de horno después de cocinar unos pastelitos recién hechos. Quería comenzar de inmediato, pero el mareo aún me impedía hacer algunas cosas. Siempre había sido un tanto borrica, así que antes de hacer nada lo intenté sin más, pero tuve que apoyarme en el muñeco de madera cuando me puse en pie. Como sabía que podía salir bastante mal parada, acabé consintiéndome el ir a refrescarme y beber algo de agua. No me sentó nada mal... Volví rápido a la sala, sin ningún contratiempo de por medio.
Ya dentro intenté recordar algún sello, pero sino me equivocaba no necesitaba nada de eso, así que simplemente me concentré en irradiar calor por mi mano primero, que me pareció de las extremidades más sencillas. Cuando noté como el calor en esta había aumentado, toqué con cuidado el maniquí, pero no se quemó, por lo que volví a intentarlo poniendo más empeño en que la temperatura aumentara. Rápidamente pude ver el fruto de mis resultados: al tocar la madera, esta recibió quemaduras inmediatamente. La verdad es que había resultado mucho más sencillo. Comprobando que funcionaba en cualquier extremidad, remangué mi pantalón hasta la altura de las rodillas, y golpeé el palo de madera que sostenía al muñeco. Sufrió quemaduras al contacto también, lo que provocó en mi rostro una sonrisa satisfecha.
Algo más segura de mí ante el aprendizaje de una nueva técnica, lo que me suponía mayor dominio sobre el fuego, me senté de nuevo con la autoestima más revitalizada, y me dispuse a aumentar el calor en la zona. Cerré los ojos y me concentré de nuevo en el gran ave fénix, en la calidez y el fuego que desprendía, obligándome a pensar que mi corazón Katon era tan cálido como el suyo. No debía tener tantos problemas a la hora de entrenar estas técnicas, y me molestaba que me costara el aprenderlas...
Pero esos pensamientos solo me despistaban, respirando profundamente lo intenté de nuevo, poco a poco, tomándome el tiempo necesario. Cuando quise darme cuenta alguien desconocido irrumpía en la sala, preocupado por el calor que esta desprendía, y se frotaba la frente mientras algunas gotas de sudor comenzaban a asomar de su rostro. Le quité las preocupaciones con una sonrisa amable e hice que bajara la temperatura... Yo no lo había notado, pero parecía que la técnica había surtido efecto. No estaba nada mal... Recogí mi chaqueta, pero salí a la calle de nuevo sin ella puesta, dejando que el agua regulara mi temperatura, que había subido notablemente.
Ya tomaría algo al llegar a casa... Ahora me encontraba demasiado feliz para preocuparme por ello. El entrenamiento había resultado ser un éxito, saliendo de él con 3 técnicas más.
Oh, Dios Suzaku, seguro que estarías orgulloso de mí si vieras esto.
Hace mucho que no lograba entablar una relación con nadie, se me hacía raro aún en cierto modo, pero era reconfortante. Éramos como una familia. Si le pasara algo a Shika, iría en su auxilio de inmediato, para protegerla y cuidarla. Me había costado hacer… amigos. Y Shika vivía ahora conmigo incluso, los primeros días me resultaba extraño, compartir mi casa, mi hogar, mi protección, con alguien era algo que nunca antes había hecho, aún así me adapté bastante rápido. Ver la recuperación que sufría Shika día a día era la mayor recompensa que podía tener. Y el monstruito, como yo llamaba de forma cariñosa, al que puso el nombre de Yami, también la estaba ayudando a mostrarla que luchar y seguir adelante valía la pena. Hasta yo estaba cogiendo cariño a esa cosita que se iba restregando por todo con la casa y gritando “GRAAAAA”, con voz cada vez más humana que de bicho.
A pesar de que días anteriores yo me levantaba antes que Shika, esta vez había sido yo la tardona. Nada más despertarme saludé en casa, por si había alguien, y tan solo respondieron los ladridos del perro. Yami tampoco estaba, por lo que me supuse que no habría ido a hacer nada demasiado importante, de lo contrario le habría dejado para que no le pasara nada. Como es habitual me di una ducha… Pasó de ser las refrescantes duchas que me daba el mes anterior a una bien calentita, de esas que no quieres salir en todo el día.
Estabamos en Otoño, las temperaturas habían bajado notablemente, aquí en Iwa sobre todo se nota este cambio, no me llegaba a imaginar el invierno que se nos avecinaba… “Los inviernos son fríos en Iwa”. Recuerdo perfectamente las palabras del shinobi que cayó del cielo, y tengo guardada su bufanda con infinito cuidado. Aún no me la he puesto de nuevo, tengo miedo de que pierda del todo su olor, y con el extravío de su esencia sea él quien no vuelva a mi mente. Últimamente pasaban cosas en mi cabeza que no comprendía del todo, era como si algo nuevo y extraño se hubiera despertado y amenazada con cambiarme y apoderarse de mí. Yo soy tú, había dicho, amenazando con derrumbar con sus palabras e imágenes los bloques de mi cabeza. Yo no era así. Pero por más que me lo repetía, no recordaba bien lo que había sucedido cuando fui a las Montañas y volví con ese perro. Y quizás eso no era lo único de lo que me faltaba la memoria… No me veía haciendo ninguna barbaridad, pero tampoco estaba segura de nada. En verdad… tenía miedo. Y no había compartido estas inquietudes con nadie, ni siquiera con Shika. Confiaba en ella, sí, pero mi amiga ya tenía bastantes problemas ahora como para tener que preocuparse también por mí. Creo que respecto a las prioridades nunca me consideraba demasiado importante, siempre había aguantado mis preocupaciones, la mayoría de veces al no tener nadie con quien compartirlas, por lo que ya fuera para bien o para mal estaba acostumbrada a guardar mis sentimientos bajo 7 llaves. Y solo, únicamente Shika, me había visto llorar.
Como ya estaba cogiendo costumbre hacer siempre que necesitaba entrenar técnicas, me fui a la sala especial del edificio del Tsuchikage. Estaba lloviendo, las nubes cubrían el cielo con un manto gris, un frío color que amenazaba con derrumbarme. Estos días donde el cielo lloraba, mi corazón muchas veces tenía ganas de llorar también, pero no se lo permitía. Era algo que me ocurría desde pequeña, a pesar de que mi padre intentaba quitarme esas malas costumbres. Solía decirme que esa lluvia había viajado desde muy lejos, y ahora regalaba la vida a todo aquel que la necesitara. Revitalizaba los bosques, daba de beber a los animales y quemaba nuestras impurezas. Siempre que llovía decía eso con una gran sonrisa en el rostro. Envidiaba esa actitud, yo que era incapaz de no entristecerme, pensando que quizás fueran las lágrimas de mamá que caían desde arriba.
A veces sin darme cuenta compaginaba mis estados de ánimo a la vestimenta que llevaba, quizás por ello hoy iba más oscura. Llevaba una chaqueta de botones negra que llegaba por encima de las rodillas, donde acababa con los pantalones del mismo color y las sandalias ninja a juego. Debajo del abrigo estaba una camiseta morada oscura. No me cogí paraguas, dejé que la lluvia bañara mi rostro.
Al llegar a mi destino bajé para coger uno de los muñecos que ya recogí varias veces. El último había quedado completamente destrozado después de los entrenamientos de fuerza, y este seguramente saldría quemado, pero bueno... Me serviría más de una vez. Tenía pensado entrenar dos técnicas hoy, y no me iría hasta conseguirlo.
Entré en una de las habitaciones que estaba vacía y me concentré en visualizar en mi mente al gran fénix de fuego, que siempre me llenaba de energía. Cerré los ojos y ante mí volvió a aparecer la majestuosa ave, llenando de calidez y brillando como el mismo Sol. Tuve que esforzarme para no arrodillarme de nuevo, pues estaba muy presente en mi mente, cuando esa imagen lo inundaba todo parecía que volvía a ser la única en mi cabeza.
Cuando volví a abrirlos, me sentía preparada. A 10 metros del muñeco, hice un jutsu con una mano, el que correspondía a la técnica conocida como Incendio, mientras con la otra apuntaba al maniquí. Intenté concentrarme en que el calor aumentara en esa zona, y sentí como una débil llama prendía en la madera de uno de sus brazos, pero se apagó sin lograr el resultado deseado. No pasaba nada... Otra vez, Sonzu, me decía intentando no recobrar la concentración que había logrado. Respiré profundamente y volví a repetir mis acciones anteriores: jutsu con una mano, apuntar al objetivo... Apreté los dientes, forzando el calor que tenía que subir... Varios segundos después comenzaba a quemar, lo que me provocó una complacida sonrisa. Pero no era suficiente, me había costado todavía por lo que no lo dominaba a la perfección, así que lo hice de nuevo y esta vez sí el resultado fue mucho más inmediato.
Cuando conseguí que el fuego se apagara, me propuse el empezar con la segunda técnica. Esta era más costosa, pues ya no consistía simplemente en calentar la zona de un objeto, sino que consistía en aumentarla en todo el campo, en mi caso en toda la sala. Mi dominio sobre el fuego me debía permitir no verme afectada, siempre que fuera suficiente, y por mi bien esperé que así fuera... Sobrestimando mis conocimientos empecé a intentarlo haciendo un sello con ambas manos y forzándome a aumentar el calor. Tardé mucho, debí estar unos minutos forzándome a subir la temperatura todo lo que pudiera, y sino me equivocaba el máximo con esta técnica eran 15 grados. Pero como mucho calenté un grado, apenas apreciable, y cuando esto ocurrió me tuve que sentar para recuperarme por el esfuerzo. Me coloqué en posición india, con la cabeza apoyada sobre una de mis manos, y noté que estaba repentinamente más caliente. Pero eso no me paró. Cuando me recuperé un poco volví a la carga. Aún sentada hice el jutsu con ambas manos y cerré los ojos, concentrándome en la grandiosidad de Suzaku, en su calidez, en el Sol. Calor, calor... Ni un solo pensamiento frío. Desde una hoguera, un chocolate caliente, incluso los cálidos veranos en Iwagakure pasaron por mi cabeza. Y poco a poco comencé a sentir esa subida de temperatura en la habitación, acompañada de un leve dolor de cabeza que opté por ignorar. También me costó su tiempo, pero cuando volví a abrir los ojos la sala estaba mucho más caliente, lo notaba... Me faltaba agua en la garganta, tenía secos los labios, y un mareo ante todo ese calor. Algo estaba saliendo mal... Se suponía que esta técnica no debía afectarme a mí, no si controlaba lo suficiente mi elemento. ¿Qué significaba eso? ¿Que no estaba preparada? ¿Que no tenía un buen dominio sobre el fuego? Desde luego la sala había subido por lo menos 10 grados, y se notaba en el ambiente. La lluvia de ahí afuera se olvidaría fácilmente con este bochorno. Pero si me veía afectada es que no estaba preparada para aprenderla, por lo que con más esfuerzo aún, sentada mientras intentaba respirar con dificultad, fui haciendo que el calor desapareciera para dar paso a lo que parecía frío en comparación.
La chaqueta había acabado quitada hace ya bastante tiempo, y estaba sudando bastante. Sin querer parar hundí la cabeza sobre las rodillas, intentando recomponerme, mojando los labios con la poca saliva que aún me quedaba. No quería admitir conmigo misma que había fracasado, tenía que encontrar una forma para que esa técnica la pudiera usar, para tener un mejor dominio sobre las técnicas Katon. La verdad es que estas eran más difíciles de aprender que las primeras que sabía, quizás si empezaba con una más sencilla.... Reorganicé mis ideas para pensar en algo que me fuera útil, comencé a repasar las técnicas más sencillas que solía hacer mi padre, de donde había sacado casi todo lo que sabía. Acabé acordándome de una que me pareció más sencilla y me causó alguna quemadura cuando era pequeña. Mi padre aumentaba calor en alguna parte de su cuerpo, y con ella podía golpear o si le tocabas te quemabas ante el aumento de temperatura. Era como coger la bandeja de horno después de cocinar unos pastelitos recién hechos. Quería comenzar de inmediato, pero el mareo aún me impedía hacer algunas cosas. Siempre había sido un tanto borrica, así que antes de hacer nada lo intenté sin más, pero tuve que apoyarme en el muñeco de madera cuando me puse en pie. Como sabía que podía salir bastante mal parada, acabé consintiéndome el ir a refrescarme y beber algo de agua. No me sentó nada mal... Volví rápido a la sala, sin ningún contratiempo de por medio.
Ya dentro intenté recordar algún sello, pero sino me equivocaba no necesitaba nada de eso, así que simplemente me concentré en irradiar calor por mi mano primero, que me pareció de las extremidades más sencillas. Cuando noté como el calor en esta había aumentado, toqué con cuidado el maniquí, pero no se quemó, por lo que volví a intentarlo poniendo más empeño en que la temperatura aumentara. Rápidamente pude ver el fruto de mis resultados: al tocar la madera, esta recibió quemaduras inmediatamente. La verdad es que había resultado mucho más sencillo. Comprobando que funcionaba en cualquier extremidad, remangué mi pantalón hasta la altura de las rodillas, y golpeé el palo de madera que sostenía al muñeco. Sufrió quemaduras al contacto también, lo que provocó en mi rostro una sonrisa satisfecha.
Algo más segura de mí ante el aprendizaje de una nueva técnica, lo que me suponía mayor dominio sobre el fuego, me senté de nuevo con la autoestima más revitalizada, y me dispuse a aumentar el calor en la zona. Cerré los ojos y me concentré de nuevo en el gran ave fénix, en la calidez y el fuego que desprendía, obligándome a pensar que mi corazón Katon era tan cálido como el suyo. No debía tener tantos problemas a la hora de entrenar estas técnicas, y me molestaba que me costara el aprenderlas...
Pero esos pensamientos solo me despistaban, respirando profundamente lo intenté de nuevo, poco a poco, tomándome el tiempo necesario. Cuando quise darme cuenta alguien desconocido irrumpía en la sala, preocupado por el calor que esta desprendía, y se frotaba la frente mientras algunas gotas de sudor comenzaban a asomar de su rostro. Le quité las preocupaciones con una sonrisa amable e hice que bajara la temperatura... Yo no lo había notado, pero parecía que la técnica había surtido efecto. No estaba nada mal... Recogí mi chaqueta, pero salí a la calle de nuevo sin ella puesta, dejando que el agua regulara mi temperatura, que había subido notablemente.
Ya tomaría algo al llegar a casa... Ahora me encontraba demasiado feliz para preocuparme por ello. El entrenamiento había resultado ser un éxito, saliendo de él con 3 técnicas más.
Oh, Dios Suzaku, seguro que estarías orgulloso de mí si vieras esto.
- Técnicas aprendidas:
Katon: Hiken
Elemento Fuego: Golpe Ardiente
Requisitos: ninguno
Tipo: Taijutsu
Condición: ofensiva
Rango: D
Daño: 18 PV
Chakra: 9 Chakra
Descripción: el Ninja acumula Chakra de fuego en cualquiera de sus extremidades, aumentando de ese modo la temperatura de dicha extremidad y causando quemaduras al enemigo al golpearle.
Katon: Kaji
Elemento Fuego: Incendio
Requisitos: un sello con una mano + apuntar con la otra al blanco
Tipo: Ninjutsu
Condición: ofensiva
Rango: C
Daño: 15 PV por turno. (2 turnos)
Chakra: 15 Chakra (únicamente objetos máximo 10 metros)
Descripción: el Ninja aumenta súbitamente el calor de la zona cercana a un objeto altamente inflamable, como hierba, corteza, papel, y hace que éste estalle en llamas. Normalmente se emplea como distracción o para atrapar al oponente.
Katon: Atsu Zouka
Elemento Fuego: Aumento de Calor Ambiental
Requisitos: un sello con ambas manos
Tipo: Ninjutsu
Condición: suplementaria
Rango: C
Efecto: aumenta mucho el calor de la zona durante 3 turnos. Técnicas Hyoton Rango D y C -50%. El enemigo se marea levemente.
Chakra: 16 Chakra
Descripción: mediante esta técnica el Ninja aumenta hasta 15 grados la temperatura ambiental de la zona. Esto normalmente se emplea para cansar y asfixiar por el intenso calor al enemigo, e incluso puede llegar a deshidratarle. Sin embargo, el Ninja está acostumbrado y no se ve afectado. Además las técnicas basadas el el clima frío surtirán un menor efecto.
- Datos del entrenamiento:
Palabras requeridas: 2160
Palabras escritas: 2168
Experiencia requerida: 60+60+35= 155
Sonzu~- Imperatrix de Kiri
- Cantidad de envíos : 382
Reputación : 9
Fecha de inscripción : 04/02/2012
Localización : Buh
Estatus
Rango Off: -
Recompensa (Renegados): -
Blank- Kage Suna
- Cantidad de envíos : 1521
Reputación : 34
Fecha de inscripción : 17/02/2012
Estatus
Rango Off: - Moderador Global, La mano de las pajas del WM
Recompensa (Renegados): -
Agito Hoshigaki- Renegado
- Cantidad de envíos : 762
Reputación : 6
Fecha de inscripción : 09/01/2012
Edad : 29
Estatus
Rango Off: -
Recompensa (Renegados): -
Temas similares
» Aumentando mi CCK
» Fuego y Rayo
» Demonio De Fuego [Aprobada]
» ¿Tengo Voluntad de Fuego?
» El fuego quema... Y enseña
» Fuego y Rayo
» Demonio De Fuego [Aprobada]
» ¿Tengo Voluntad de Fuego?
» El fuego quema... Y enseña
Naruto Mundo :: :: Villa Iwa :: Edificio del Tsuchikage :: Sala especial
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Vie Jul 04, 2014 8:52 am por Yuurei
» Presentación de Kenji
Lun Jun 23, 2014 2:05 am por Kenji
» Primer Contacto
Sáb Mayo 31, 2014 3:28 am por Ikum
» Entrenamiento.
Jue Mayo 29, 2014 11:53 am por Yumi Hoshigaki
» En brazos del mar
Miér Mayo 28, 2014 12:08 pm por Yumi Hoshigaki
» País de las Olas (Enclave Especial Post Oficial)
Miér Mayo 28, 2014 6:01 am por Kirugani
» País de la Lava (Enclave Especial Post Oficial)
Miér Mayo 28, 2014 6:01 am por Kirugani
» País de la Muerte (Enclave Especial Post Oficial)
Miér Mayo 28, 2014 6:00 am por Kirugani
» País del Hierro (Enclave Especial Post Oficial)
Miér Mayo 28, 2014 6:00 am por Kirugani
» Villa Oculta de la estrella (Enclave Especial Post Oficial)
Miér Mayo 28, 2014 5:59 am por Kirugani