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Entrenamiento con Haruo.
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Entrenamiento con Haruo.
Por fin, me dispongo a realizar mi primer entrenamiento. Aprenderé una técnica de mi elemento, con un tal Haruo. No lo conozco, al menos en persona, pero cuando llegue a las montañas, lo conoceré.
Hace unos días, decidí que era hora de conocer a los que serán mis futuros compañeros de posibles misiones, y, con mi mejor letra, hice un cartel en el que decía que buscaba gente con la que entrenar, e indiqué mi nombre junto a una fotografía mía, mi naturaleza de chackra y dónde vivía para que pudiera avisarme la gente interesada. Al día siguiente, me llegó la carta de Haruo, que se interesó en aprender conmigo algún jutsu de mi elemento, raiton. Le contesté preguntando dónde quedaríamos, y me contestó que en las montañas de Iwa.
Por tanto, ese será mi próximo destino. No me gusta nada la idea de conocer gente nueva, pero no tengo más remedio si quiero mejorar como ninja. Mi compañera Aerith me comprende, en eso se parece mucho a mí. Supongo que por esa razón, aparte de las otras muchas cosas que compartimos, es mi única amiga aquí, junto al chico que conocí aquél día de camino a mi examen, y el inseparable compañero de mi amiga.
Me ducho y me visto, y, mientras desayuno, Aerith me peina mi largo cabello. Ha insistido en acompañarme hasta las montañas, y yo no he declinado la oferta, ya que así será menos aburrido el trayecto.
Yo ya estoy preparada, y espero a mi amiga pacientemente en la puerta.
-Ya estoy –me dice mientras se acerca.
Abro la puerta y salgo de la casa. El viento roza mis mejillas como si de una suave caricia se tratase.
Avanzamos a un ritmo normal, pero sin detenernos, mientras hablamos de cosas intranscendentes, como que hoy está nublado pero seco, o la ropa. Todo sirve para intentar olvidarme de los nervios que no puedo evitar tener.
De repente, noto que algo choca con fuerza contra mi espalda, haciéndome perder el equilibrio durante unos instantes, y a lo que doy, sin pensármelo dos veces, un puñetazo. Cuando me doy la vuelta descubro con horror que lo que me ha golpeado ha sido Kazuya, pues ha tropezado, y que un hilillo de sangre, fino pero muy constante, sale de su nariz.
-¡Kazuya! –grito-. Pensaba que habría sido otra persona con malas intenciones, ni me imaginaba que fueras tú –digo sinceramente.
-No te preocupes, tranquila, estoy bien.
-¡Pero –esta vez interviene mi amiga- mira cómo estás! No puedes seguir sangrando de esa manera.
Estoy asombrada de que Aerith haya hablado tan automáticamente con alguien que no conocía hasta este momento, pero, ya que está así, aprovecho para decir:
-Aerith, llévatelo a casa y cúrale, no te preocupes por mí, llegaré, aprenderé las técnicas y volveré antes de que te des cuenta. Cúrate, amigo.
Ella intenta rechistar, pero me doy la vuelta decididamente y sigo mi camino, sin darle oportunidad de decir una sola palabra.
Las montañas están cerca, ya las veo desde aquí. Como ya no tengo compañía, acelero el paso hasta que éste se convierte casi en una leve carrera, sólo que caminando.
Cuando me quiero dar cuenta, ya estoy en la falda. Una vez allí, me dirijo al claro del bosque en el que quedamos. El Sol se cuela por los huecos que hay entre las copas de los árboles, y forma un bonito paisaje. Veo ardillas y pequeños roedores en general, junto a algunos pájaros que surcan el cielo, y llego, al fin, al claro, que consta de un lago de agua cristalina, un manantial que surge de una roca al lado del lago y un bonito prado de color verde claro. De repente aparece una figura a lo lejos, que se va acercando hacia mí hasta convertirse en un hombre uno o dos años más mayor que yo, y que me pregunta:
-¿Eres Kori?
A lo que respondo:
-Sí, ¿eres tú Haruo?
-Sí, un placer –dice mientras me tiende la mano.
-Lo mismo –y se la estrecho.
-Bueno, ¿qué técnica quieres aprender?
-Puño de rayo.
-Es un buen jutsu; te resultará útil. A continuación te enseñaré a hacerlo.
Resulta increíble lo que me ha costado decir tan sencillas palabras, pero la timidez me puede y siento cómo me arden las mejillas, debo tenerlas coloradas. Me gustaría no ser así, pero no puedo hacer otra cosa que, con gran fuerza de voluntad, intentar hablar con la gente. Aunque claro, todo tiene un límite, y además, a veces, aunque no lo quiera, puedo resultar borde y brusca. Pero este tal Haruo parece agradable, intentaré no pasarme con él.
Mi “profesor” se sitúa delante de mí y espero a lo que supongo que será una explicación o un combate.
Hace unos días, decidí que era hora de conocer a los que serán mis futuros compañeros de posibles misiones, y, con mi mejor letra, hice un cartel en el que decía que buscaba gente con la que entrenar, e indiqué mi nombre junto a una fotografía mía, mi naturaleza de chackra y dónde vivía para que pudiera avisarme la gente interesada. Al día siguiente, me llegó la carta de Haruo, que se interesó en aprender conmigo algún jutsu de mi elemento, raiton. Le contesté preguntando dónde quedaríamos, y me contestó que en las montañas de Iwa.
Por tanto, ese será mi próximo destino. No me gusta nada la idea de conocer gente nueva, pero no tengo más remedio si quiero mejorar como ninja. Mi compañera Aerith me comprende, en eso se parece mucho a mí. Supongo que por esa razón, aparte de las otras muchas cosas que compartimos, es mi única amiga aquí, junto al chico que conocí aquél día de camino a mi examen, y el inseparable compañero de mi amiga.
Me ducho y me visto, y, mientras desayuno, Aerith me peina mi largo cabello. Ha insistido en acompañarme hasta las montañas, y yo no he declinado la oferta, ya que así será menos aburrido el trayecto.
Yo ya estoy preparada, y espero a mi amiga pacientemente en la puerta.
-Ya estoy –me dice mientras se acerca.
Abro la puerta y salgo de la casa. El viento roza mis mejillas como si de una suave caricia se tratase.
Avanzamos a un ritmo normal, pero sin detenernos, mientras hablamos de cosas intranscendentes, como que hoy está nublado pero seco, o la ropa. Todo sirve para intentar olvidarme de los nervios que no puedo evitar tener.
De repente, noto que algo choca con fuerza contra mi espalda, haciéndome perder el equilibrio durante unos instantes, y a lo que doy, sin pensármelo dos veces, un puñetazo. Cuando me doy la vuelta descubro con horror que lo que me ha golpeado ha sido Kazuya, pues ha tropezado, y que un hilillo de sangre, fino pero muy constante, sale de su nariz.
-¡Kazuya! –grito-. Pensaba que habría sido otra persona con malas intenciones, ni me imaginaba que fueras tú –digo sinceramente.
-No te preocupes, tranquila, estoy bien.
-¡Pero –esta vez interviene mi amiga- mira cómo estás! No puedes seguir sangrando de esa manera.
Estoy asombrada de que Aerith haya hablado tan automáticamente con alguien que no conocía hasta este momento, pero, ya que está así, aprovecho para decir:
-Aerith, llévatelo a casa y cúrale, no te preocupes por mí, llegaré, aprenderé las técnicas y volveré antes de que te des cuenta. Cúrate, amigo.
Ella intenta rechistar, pero me doy la vuelta decididamente y sigo mi camino, sin darle oportunidad de decir una sola palabra.
Las montañas están cerca, ya las veo desde aquí. Como ya no tengo compañía, acelero el paso hasta que éste se convierte casi en una leve carrera, sólo que caminando.
Cuando me quiero dar cuenta, ya estoy en la falda. Una vez allí, me dirijo al claro del bosque en el que quedamos. El Sol se cuela por los huecos que hay entre las copas de los árboles, y forma un bonito paisaje. Veo ardillas y pequeños roedores en general, junto a algunos pájaros que surcan el cielo, y llego, al fin, al claro, que consta de un lago de agua cristalina, un manantial que surge de una roca al lado del lago y un bonito prado de color verde claro. De repente aparece una figura a lo lejos, que se va acercando hacia mí hasta convertirse en un hombre uno o dos años más mayor que yo, y que me pregunta:
-¿Eres Kori?
A lo que respondo:
-Sí, ¿eres tú Haruo?
-Sí, un placer –dice mientras me tiende la mano.
-Lo mismo –y se la estrecho.
-Bueno, ¿qué técnica quieres aprender?
-Puño de rayo.
-Es un buen jutsu; te resultará útil. A continuación te enseñaré a hacerlo.
Resulta increíble lo que me ha costado decir tan sencillas palabras, pero la timidez me puede y siento cómo me arden las mejillas, debo tenerlas coloradas. Me gustaría no ser así, pero no puedo hacer otra cosa que, con gran fuerza de voluntad, intentar hablar con la gente. Aunque claro, todo tiene un límite, y además, a veces, aunque no lo quiera, puedo resultar borde y brusca. Pero este tal Haruo parece agradable, intentaré no pasarme con él.
Mi “profesor” se sitúa delante de mí y espero a lo que supongo que será una explicación o un combate.
Kori- Genin Konoha
- Cantidad de envíos : 354
Reputación : 1
Fecha de inscripción : 02/07/2012
Estatus
Rango Off: -
Recompensa (Renegados): -
Re: Entrenamiento con Haruo.
Iwagakure: Segundo encuentro
Entrenamiento con Kori
Hacía un par de días había visto unos carteles distribuidos por Konoha, en ellos una ninja de Iwagakure decía buscar compañeros para sus entrenamientos indicando que era del elemento Raiton, me había asombrado bastante observar que la gente tiraba el cartel tras mirarlo sin tomarle mucha cuenta así que decidí escribir una carta y mandársela en la mayor brevedad, en ella le indicaba que poseía chackra del tipo Mokuton, Doton y Suiton además de añadir una foto mía como ella había hecho, fue la foto lo que más me llevó a decidirme por entrenar con ella, era un chica que parecía muy dulce y además era preciosa, tenía muchísimas ganas de verla y para que no se tuviese que dar la paliza del viaje decidí que el entrenamiento fuese en uno de los claros del bosque junto a las montañas de Iwagakure. La chica se llamaba Kori, Kori Nara, una manejadora de sombras, algo que en principio también me llamó muchísimo la atención, no me lo esperaba para nada pues nunca había visto un Nara y no sabía que había gente de ese clan en Iwagakure.
La carta se la había mandado justamente el mismo día en el que partí, sabía que tardaría tres días en llegar a Iwagakure y por eso mismo lo hice de esa manera, confiaba en que la carta y yo llegaríamos al mismo tiempo y ella llegaría al día siguiente a las montañas mientras yo la esperaba oculto entre la arboleda, disfrutando del paisaje y la suavidad del clima de Iwagakure.
El sol estaba en su cenit cuando relajada y pausadamente preparaba la mochila y los objetos, amén de la comida que llevaría para no morirme de hambre, que necesitaría para el trayecto y el entrenamiento con la Genin de Iwagakure, al pensar en esto no pude evitar suspirar, iba a ser un viaje muy largo y me tocaría hacerlo solo menos mal que el entrenamiento con Kori parecía que iba a ser entretenido si no me desesperaría y acabaría por no ir al lugar acordado o simplemente llegaría allí y haría que la situación fuese divertida porque si no acabaría decepcionado y atacando al que sería mi compañero de entrenamiento.
Me di una larga ducha tras haber hecho la mochila y pensando y recordando entrenamientos pasados, en Noka, en mi familia y en mi verdadera familia, la ducha podría haberle parecido eterna a alguien que me estuviese esperando pero a mi simplemente se me hizo amena imaginándome el rostro de mi padre, recordé casi sin darme cuenta mi examen de Genin, aquel duro examen que en principio realizó el Hokage y que acabó otro Ninja del cual desconocía el nombre, cosa que era bastante importante pues tendría que hacer una misión con él llegado el momento y no era una misión cualquiera, era una misión de rango B, para ese momento tendría que haberme vuelto lo suficientemente fuerte como para realizar la misión con éxito y así complacer a mi examinador, estos pensamientos duraron la última mitad de mi ducha dejándome un poco preocupado aunque conseguí evitar esa sensación comiendo un buen bol de fideos.
Me vestí con una camiseta blanca y unos pantalones azules y recogí gran parte de mi pelo en mi habitual coleta dejando el flequillo caer por mi cara tapándola parcialmente, era un estilo que me gustaba bastante debía reconocer que mis ojos verdes me gustaban pero decían demasiadas cosas de mí mismo y de mi pasado como para que se los enseñase a cualquiera, debía tener mucha confianza con la persona y por eso mismo no acostumbraba a recoger el flequillo junto con la coleta. Salí de casa ya con todo preparado con dirección a Iwagakure, cuando pasaba por las puertas de la villa me despedí amablemente de los anbus que como siempre las custodiaban tranquilamente observando cada centímetro de terreno que estaba alrededor.
Llegué hasta la zona del bosque en la que solía llamar a Noka para mis entrenamientos pero en esta ocasión no deseaba molestar al viejo así que no hice nuestra llamada secreta y proseguí por el camino, mientras disfrutaba de los bosques y del suave cambio climático que poco a poco iba teniendo lugar mientras cruzaba el país del fuego, mi país, un país que podía presumir de sus altas temperaturas durante la mayor parte del año y que a la mayoría de sus habitantes no desagraba aunque había un tanto por ciento que estaba bastante cansado del calor continuo.
En la madrugada de mi segundo día de viaje pude apreciar la sombra de dos animales en la noche, uno era un oso y el otro un lobo, peleaban como leones nunca alcancé a comprender el por qué de su pelea pero suponía que el combate se debía a un problema de territorio o alguna cosa por el estilo, lo más probable sería que fuese por la abundancia de comida en una zona y en otra y ambos estarían disputándose esa zona. No hice mucho caso y decidí seguir adelante en la noche, faltaba poco para que saliese el sol pues durante el viaje había decidido dormir menos tiempo para poder llegar a la mayor brevedad.
Al final llegué el día previsto, subí hasta las montañas y me asenté cerca del claro del bosque, en una zona con la suficiente abundancia de árboles como para que no se me pudiese ver a simple vista y dormí hasta que ya no pude más, el viaje me había agotado y mis paradas para comer habían sido escasas así que ese sueño que disfruté duró hasta la mañana del día siguiente, concretamente unas horas antes de la llegada de la joven y bella Kori. Cuando llegó el momento acordado y la ví aparecer por el claro salí de mi escondite entre los árboles y comencé la conversación un una corta y concisa pregunta.
-¿Eres Kori?- Pregunté con aire jovial y pacífico observando su belleza sorprendido e intentando mantener la compostura pues no podía evitar disfrutar ante su presencia llevaba ya cuatro días esperando para poder verla y por fin lo había conseguido y entonces ella respondió
-Sí, ¿eres tú Haruo?- Su pregunta fue breve concisa y clara y entonces fue otro pequeño detalle lo que me paralizó durante un segundo, su dulce y suave voz acompañada de esos ojos rojos tan expresivos, reaccioné todo lo rápido que pude y proseguí con la conversación
-Sí, un placer- Le tendí la mano mientras le respondía mirándole dulcemente a los ojos, había movido levemente la cabeza de manera que mi flequillo se había separado de mis ojos pudiendo ella así verlos en toda su plenitud y lo peor es que lo había hecho simplemente por tenerla delante, yo nunca hacía eso y sin embargo acabó ocurriendo, algo extraño me estaba pasando pero no sabía que era así que simplemente esperé a por su respuesta que fue inmediata
-Lo mismo.- Me contestó con brevedad algo que demostraba que no era muy habladora o que al menos no tenía la costumbre para hablar con extraños, así que supuse era una chica tímida.
-Bueno, ¿qué técnica quieres aprender?- Le dije intentando ser lo más serio y amable posible, la chica a simple vista me había gustado y con la impresión que había adquirido de ella quería que tomase confianza conmigo, me moría de ganas por alagar su belleza o la magnificencia de sus ojos pero simplemente no era el momento o no me sentía con el valor suficiente como para realizar tales halagos.
-Puño de rayo.- Había respondido de nuevo con una breve respuesta concisa, mis sospechas se confirmaban y por cómo estaba colocada, la posición de sus pies y sus manos llegué a la conclusión de que en esta relación que comenzaba tendría que ser yo el que le diese pie para encaminar la confianza que deseaba ganarme de ella
-Es un buen jutsu; te resultará útil. A continuación te enseñaré a hacerlo.- Le respondí tranquilamente ahora mas jovial pues sabía que eso era lo que ella necesitaba, un poco más de confianza en mi tono de voz y en mis gestos.
Me coloqué delante de ella mirándola tranquilamente con paciencia y dulzura recorriendo cada centímetro de su cuerpo con mi mirada, pero no era una mirada de deseo cuando se posaba en aquellas zonas intimas en las que ellas podría sentirse incomoda o molesta si recibiese esa mirada, era una mirada de respeto y serenidad que acabó por convertirse en una mirada con algo más que amistad en su fondo que se dirigía hacia sus ojos.
-Según tengo entendido pues mi elemento como ya sabes no es Raiton, ese jutsu se basa en la concentración del chackra de tu elemento en tu puño cerrado por lo que espero que poseas un buen control de tu chackra, algo que una ninja como tú parece demostrar simplemente con su presencia- Le sonreí tranquilamente mirando sus preciosos ojos y proseguí –Así que tendrás que comenzar por eso, para comprobar si realmente consigues acumular el chackra podrás golpear las palmas de mis manos.
Tras decir esto tranquilamente puse las palmas de mis manos delante de ella demostrándole que confiaba en ella y que no me importaba recibir esos golpes que le ayudarían con su entrenamiento
-Más adelante golpearás pilares de madera que yo mismo crearé y así sabremos cual es la efectividad del golpe, así que puedes comenzar preciosa- Esta última palabra se escapó de mis labios como un perro enjaulado haría si tuviese la oportunidad y consiguió que un leve rubor alcanzara mis mejillas mientras la miraba esperando su reacción o simplemente que no les hiciese caso y comenzase a practicar su jutsu.
Para poder resistir con mayor facilidad sus golpes yo también aprendería una técnica que estaba deseando aprender, el Doton: Iwa Ifu, un jutsu que consistía en concentrar chackra del elemento Doton en una parte del cuerpo consiguiendo que esta se endurezca y así aumentar el daño realizado o reducir el daño recibido así que comencé a concentrar mi chackra en las palmas para conseguir el efecto deseado
Entrenamiento con Kori
- Jutsus a aprender:
Kori:
Entrenamiento de CCK +100 CCK y +12 Ninjutus
Raiken
Puño de Rayo
Requisitos: ninguno
Tipo: Ninjutsu
Condición: ofensiva
Rango: D
Daño: 14 PV y paraliza 3 segundos al enemigo
Chakra: 8 Chakra
Descripción: el Ninja acumula electricidad en el puño hasta que éste emite una débil corriente eléctrica, y atesta un puñetazo al enemigo que además de dañarle también le paraliza, aunque apenas unos dos o tres segundos.
Kagesuberu no Jutsu
Técnica de Deslizamiento de Sombra
Requisitos: un sello con ambas manos
Tipo: Ninjutsu
Condición: suplementaria/ofensiva
Rango: D
Daño: 16 PV y arrastra al enemigo hasta el Ninja
Chakra: 8 Chakra
Descripción: el Nara extiende su sombra hasta los pies del enemigo, y realiza una versión menor del Kagemane no Jutsu que tan solo atrapa sus pies. Entonces retira la sombra rápidamente, con lo que tira al enemigo al suelo con fuerza y le arrastra.
Haruo:
Doton: Iwa Ifu
Elemento Tierra: Piel de Piedra
Requisitos: ninguno
Tipo: Ninjutsu
Condición: ofensiva/defensiva
Rango: D
Daño: si golpeas con la parte endurecida causas 10 PV
Defensa: si detienes un ataque Taijutsu con la parte endurecida, defiendes un 25% del daño
Chakra: 9 Chakra
Descripción: el Ninja puede transformar a voluntad la piel de partes pequeñas del cuerpo, como el brazo o el cuello en roca, pudiendo aumentar así su resistencia o su fuerza.
Doton: Furue
Elemento Tierra: Temblor
Requisitos: ninguno
Tipo: Ninjutsu
Condición: ofensiva
Rango: D
Daño: 14 PV y tira al enemigo al suelo
Chakra: 7 Chakra
Descripción: el Ninja golpea el suelo con el pie o la mano y envía una pequeña onda sísmica que hace temblar algo la tierra en un área de 15 m, alrededor del golpe, desequilibrando y tirando al suelo al enemigo.
Mizu Kawarimi
Reemplazo de Agua
Requisitos: No estar desprevenido.
Tipo: Ninjutsu
Condición: defensiva
Rango: D
Efecto: Evitas un ataque con un 100% de posibilidades (3 usos)
Chakra: 8 Chakra
Descripción: Cuando va a recibir un ataque del que está consciente, el Ninja intercambia su cuerpo con una masa de agua de forma humanoide que recibe el ataque, mientras reaparece a 10 metros de distancia o menos siempre y cuando no haya obstáculos.
Hacía un par de días había visto unos carteles distribuidos por Konoha, en ellos una ninja de Iwagakure decía buscar compañeros para sus entrenamientos indicando que era del elemento Raiton, me había asombrado bastante observar que la gente tiraba el cartel tras mirarlo sin tomarle mucha cuenta así que decidí escribir una carta y mandársela en la mayor brevedad, en ella le indicaba que poseía chackra del tipo Mokuton, Doton y Suiton además de añadir una foto mía como ella había hecho, fue la foto lo que más me llevó a decidirme por entrenar con ella, era un chica que parecía muy dulce y además era preciosa, tenía muchísimas ganas de verla y para que no se tuviese que dar la paliza del viaje decidí que el entrenamiento fuese en uno de los claros del bosque junto a las montañas de Iwagakure. La chica se llamaba Kori, Kori Nara, una manejadora de sombras, algo que en principio también me llamó muchísimo la atención, no me lo esperaba para nada pues nunca había visto un Nara y no sabía que había gente de ese clan en Iwagakure.
La carta se la había mandado justamente el mismo día en el que partí, sabía que tardaría tres días en llegar a Iwagakure y por eso mismo lo hice de esa manera, confiaba en que la carta y yo llegaríamos al mismo tiempo y ella llegaría al día siguiente a las montañas mientras yo la esperaba oculto entre la arboleda, disfrutando del paisaje y la suavidad del clima de Iwagakure.
El sol estaba en su cenit cuando relajada y pausadamente preparaba la mochila y los objetos, amén de la comida que llevaría para no morirme de hambre, que necesitaría para el trayecto y el entrenamiento con la Genin de Iwagakure, al pensar en esto no pude evitar suspirar, iba a ser un viaje muy largo y me tocaría hacerlo solo menos mal que el entrenamiento con Kori parecía que iba a ser entretenido si no me desesperaría y acabaría por no ir al lugar acordado o simplemente llegaría allí y haría que la situación fuese divertida porque si no acabaría decepcionado y atacando al que sería mi compañero de entrenamiento.
Me di una larga ducha tras haber hecho la mochila y pensando y recordando entrenamientos pasados, en Noka, en mi familia y en mi verdadera familia, la ducha podría haberle parecido eterna a alguien que me estuviese esperando pero a mi simplemente se me hizo amena imaginándome el rostro de mi padre, recordé casi sin darme cuenta mi examen de Genin, aquel duro examen que en principio realizó el Hokage y que acabó otro Ninja del cual desconocía el nombre, cosa que era bastante importante pues tendría que hacer una misión con él llegado el momento y no era una misión cualquiera, era una misión de rango B, para ese momento tendría que haberme vuelto lo suficientemente fuerte como para realizar la misión con éxito y así complacer a mi examinador, estos pensamientos duraron la última mitad de mi ducha dejándome un poco preocupado aunque conseguí evitar esa sensación comiendo un buen bol de fideos.
Me vestí con una camiseta blanca y unos pantalones azules y recogí gran parte de mi pelo en mi habitual coleta dejando el flequillo caer por mi cara tapándola parcialmente, era un estilo que me gustaba bastante debía reconocer que mis ojos verdes me gustaban pero decían demasiadas cosas de mí mismo y de mi pasado como para que se los enseñase a cualquiera, debía tener mucha confianza con la persona y por eso mismo no acostumbraba a recoger el flequillo junto con la coleta. Salí de casa ya con todo preparado con dirección a Iwagakure, cuando pasaba por las puertas de la villa me despedí amablemente de los anbus que como siempre las custodiaban tranquilamente observando cada centímetro de terreno que estaba alrededor.
Llegué hasta la zona del bosque en la que solía llamar a Noka para mis entrenamientos pero en esta ocasión no deseaba molestar al viejo así que no hice nuestra llamada secreta y proseguí por el camino, mientras disfrutaba de los bosques y del suave cambio climático que poco a poco iba teniendo lugar mientras cruzaba el país del fuego, mi país, un país que podía presumir de sus altas temperaturas durante la mayor parte del año y que a la mayoría de sus habitantes no desagraba aunque había un tanto por ciento que estaba bastante cansado del calor continuo.
En la madrugada de mi segundo día de viaje pude apreciar la sombra de dos animales en la noche, uno era un oso y el otro un lobo, peleaban como leones nunca alcancé a comprender el por qué de su pelea pero suponía que el combate se debía a un problema de territorio o alguna cosa por el estilo, lo más probable sería que fuese por la abundancia de comida en una zona y en otra y ambos estarían disputándose esa zona. No hice mucho caso y decidí seguir adelante en la noche, faltaba poco para que saliese el sol pues durante el viaje había decidido dormir menos tiempo para poder llegar a la mayor brevedad.
Al final llegué el día previsto, subí hasta las montañas y me asenté cerca del claro del bosque, en una zona con la suficiente abundancia de árboles como para que no se me pudiese ver a simple vista y dormí hasta que ya no pude más, el viaje me había agotado y mis paradas para comer habían sido escasas así que ese sueño que disfruté duró hasta la mañana del día siguiente, concretamente unas horas antes de la llegada de la joven y bella Kori. Cuando llegó el momento acordado y la ví aparecer por el claro salí de mi escondite entre los árboles y comencé la conversación un una corta y concisa pregunta.
-¿Eres Kori?- Pregunté con aire jovial y pacífico observando su belleza sorprendido e intentando mantener la compostura pues no podía evitar disfrutar ante su presencia llevaba ya cuatro días esperando para poder verla y por fin lo había conseguido y entonces ella respondió
-Sí, ¿eres tú Haruo?- Su pregunta fue breve concisa y clara y entonces fue otro pequeño detalle lo que me paralizó durante un segundo, su dulce y suave voz acompañada de esos ojos rojos tan expresivos, reaccioné todo lo rápido que pude y proseguí con la conversación
-Sí, un placer- Le tendí la mano mientras le respondía mirándole dulcemente a los ojos, había movido levemente la cabeza de manera que mi flequillo se había separado de mis ojos pudiendo ella así verlos en toda su plenitud y lo peor es que lo había hecho simplemente por tenerla delante, yo nunca hacía eso y sin embargo acabó ocurriendo, algo extraño me estaba pasando pero no sabía que era así que simplemente esperé a por su respuesta que fue inmediata
-Lo mismo.- Me contestó con brevedad algo que demostraba que no era muy habladora o que al menos no tenía la costumbre para hablar con extraños, así que supuse era una chica tímida.
-Bueno, ¿qué técnica quieres aprender?- Le dije intentando ser lo más serio y amable posible, la chica a simple vista me había gustado y con la impresión que había adquirido de ella quería que tomase confianza conmigo, me moría de ganas por alagar su belleza o la magnificencia de sus ojos pero simplemente no era el momento o no me sentía con el valor suficiente como para realizar tales halagos.
-Puño de rayo.- Había respondido de nuevo con una breve respuesta concisa, mis sospechas se confirmaban y por cómo estaba colocada, la posición de sus pies y sus manos llegué a la conclusión de que en esta relación que comenzaba tendría que ser yo el que le diese pie para encaminar la confianza que deseaba ganarme de ella
-Es un buen jutsu; te resultará útil. A continuación te enseñaré a hacerlo.- Le respondí tranquilamente ahora mas jovial pues sabía que eso era lo que ella necesitaba, un poco más de confianza en mi tono de voz y en mis gestos.
Me coloqué delante de ella mirándola tranquilamente con paciencia y dulzura recorriendo cada centímetro de su cuerpo con mi mirada, pero no era una mirada de deseo cuando se posaba en aquellas zonas intimas en las que ellas podría sentirse incomoda o molesta si recibiese esa mirada, era una mirada de respeto y serenidad que acabó por convertirse en una mirada con algo más que amistad en su fondo que se dirigía hacia sus ojos.
-Según tengo entendido pues mi elemento como ya sabes no es Raiton, ese jutsu se basa en la concentración del chackra de tu elemento en tu puño cerrado por lo que espero que poseas un buen control de tu chackra, algo que una ninja como tú parece demostrar simplemente con su presencia- Le sonreí tranquilamente mirando sus preciosos ojos y proseguí –Así que tendrás que comenzar por eso, para comprobar si realmente consigues acumular el chackra podrás golpear las palmas de mis manos.
Tras decir esto tranquilamente puse las palmas de mis manos delante de ella demostrándole que confiaba en ella y que no me importaba recibir esos golpes que le ayudarían con su entrenamiento
-Más adelante golpearás pilares de madera que yo mismo crearé y así sabremos cual es la efectividad del golpe, así que puedes comenzar preciosa- Esta última palabra se escapó de mis labios como un perro enjaulado haría si tuviese la oportunidad y consiguió que un leve rubor alcanzara mis mejillas mientras la miraba esperando su reacción o simplemente que no les hiciese caso y comenzase a practicar su jutsu.
Para poder resistir con mayor facilidad sus golpes yo también aprendería una técnica que estaba deseando aprender, el Doton: Iwa Ifu, un jutsu que consistía en concentrar chackra del elemento Doton en una parte del cuerpo consiguiendo que esta se endurezca y así aumentar el daño realizado o reducir el daño recibido así que comencé a concentrar mi chackra en las palmas para conseguir el efecto deseado
- Palabras necesarias:
Kori:4200
Haruo: 4200
Última edición por Haruo el Jue Jul 26, 2012 10:44 pm, editado 2 veces
Re: Entrenamiento con Haruo.
Se coloca delante de mí mientras supongo que me mira, pues su flequillo pelirrojo le tapa los ojos, dejando casi por imposible saber el objetivo de su mirada. Lo único que veo es un destello de un bonito color verde. Yo también le miro; he de reconocer que es bastante apuesto, tenía el pelo pelirrojo y largo, recogido en una coleta, y viste una camiseta blanca y unos pantalones azules. Lo miro a los ojos, y me dice:
-Según tengo entendido pues mi elemento como ya sabes no es Raiton, se basa en la concentración del chakra de tu elemento en tu puño cerrado, por lo que espero que poseas un buen control de tu chakra, algo que una ninja como tú parece demostrar simplemente con su presencia –dice mientras me sonríe. ¿Eso acaba de ser un piropo? Intento no pensar en ello y en atender en lo que me sigue diciendo. El chico parece amistoso y parece haberse dado cuenta de que soy tímida, por cómo me habla y cómo se comporta. Soy incapaz de aguantar a la gente que en cuanto se entera se comporta así, pero él ha venido desde lejos para entrenar conmigo, primera cosa que le agradezco, y además no creo que sepa lo que me irrita o me deja de irritar, y que suponga que así conseguirá sacarme más conversación, por lo que no me enfadaré-, así que tendrás que comenzar por eso, para comprobar si realmente consigues acumular el chakra podrás golpear las palmas de mis mano –cuando acaba de decirme esto extiende las palmas de sus manos hacia mí -. Más adelante golpearás pilares de madera que yo mismo crearé y así sabremos cuál es la efectividad del golpe, así puedes comenzar, preciosa –esta vez noto que él se ruboriza, y mis mejillas adquieren el mismo color que las suyas.
Empiezo a sospechar que, aunque mi ahora... ¿compañero-amigo? quisiera entrenar, la principal razón por la que quiso venir conmigo no fue esa. No estoy acostumbrada a esto, siempre fui tímida y estaba con uno o dos amigos, pero nunca nadie antes me había llamado preciosa. Intentaré hacer caso omiso a lo que me diga, pero intentaré hacer caso omiso a lo que me diga, pero ya me siento un poco incómoda, aunque debo reconocer que a pesar de lo incómoda que estoy, me gusta un poco la sensación de que te llamen así.
-Voy a golpearte las manos. No quiero hacerte daño –le digo sinceramente.
Extiende las palmas de las manos de nuevo y me dispongo a golpearle. Me concentro, y, como acostumbro a hacer, pues es una manía que tengo, me muerdo el labio, al que previamente he procurado echar manteca de cacao con olor a chocolate (pues lo adoro) para no hacerme daño al morderlo. Al principio lo hago despacio y suavemente, cargando poco chakra en los golpes, pues por más que diga creo que le haré daño, pero poco a poco voy aumentando mi velocidad, mi fuerza y el chakra, y calculando más mis movimientos para que los golpes sean más certeros, aunque sigo estando preocupada porque le duela. Pero intento olvidarme pensando en la gente que me hizo daño en tiempos pasados, las personas que mataron a mis amigos, que me quitaron todo lo que quería por aquél entonces, y pienso que las manos son esas personas, dándole con todas mis fuerzas. Mis pensamientos se transforman en rabia, la rabia se transforma en fuerza. Pero en una fuerza sin control, una fuerza cegada por la ira y por las lágrimas que inundan ahora mis ojos. Me empieza a doler la cabeza y mi mente me intenta parar, pero mi corazón está lleno de rencor y me obliga a intentar redirigir mi ira hacia las manos. Sin embargo, consigo que mis piernas fallen, cayéndome al suelo y dejando de golpear a Haruo. Intento controlar mi respiración, pero mi corazón late rápidamente y mis pulmones me piden oxígeno, por lo que respiro lenta y profundamente para tranquilizarme. Cuando estoy a punto de relajarme, me echo a llorar mientras sigo tumbada en la fina hierba.
Me incorporo y me encuentro de bruces a mi compañero, y no puedo evitar abrazarlo. No sé qué estoy haciendo, ni cómo he perdido los papeles de esta manera delante de un desconocido, ni menos por qué estoy abrazada a él como si le conociera de siempre. “De siempre”... Tengo que controlarme, pero al pensar en esas palabras me vuelvo a acordar de mis amigos y el llanto comienza a ser más fuerte. Paso unos minutos en sus brazos hasta que me tranquilizo finalmente, y aunque la cabeza me duela por intentar retener las lágrimas hago un esfuerzo por mantenerme en calma.
-Lo siento por esto... –mi voz se quiebra, respiro y vuelvo a empezar -. Lo siento por esto, de verdad, pero es que estuve pensando en gente que... –trago saliva- mató a mis amigos cuando me vine a Iwa, y no pude soportar acordarme de mis amigos... y de la rabia de su venganza sin empezar... aún –esto último lo añado sin pensar-. No quiero que el entrenamiento se retrase por mi culpa. Si quieres lo reaunudamos ya –digo mientras comienzo a caminar sin rumbo por el claro esperando una respuesta.
Mis ojos se detienen en una ardilla que salta de árbol en árbol, que se detiene en uno y empieza a descender por las ramas de éste, para llegar al suelo y dirigirse hacia el lago con la intención de beber el agua tan pura y cristalina que hay allí. Cuando calma su sed, vuelve a trepar por el árbol del que bajó y se mete en un hueco que hasta ahora estaba escondido a mis ojos.
Me doy la vuelta y me encuentro con Haruo, que creo que me está observando. Yo también le miro, es una vista agradable... No, no debo mirar... Estoy confundida. Pero el destello verde de sus ojos que se ve entre su flequillo me gusta... Lo miro a los ojos y espero a que me de de nuevo instrucciones.
-Según tengo entendido pues mi elemento como ya sabes no es Raiton, se basa en la concentración del chakra de tu elemento en tu puño cerrado, por lo que espero que poseas un buen control de tu chakra, algo que una ninja como tú parece demostrar simplemente con su presencia –dice mientras me sonríe. ¿Eso acaba de ser un piropo? Intento no pensar en ello y en atender en lo que me sigue diciendo. El chico parece amistoso y parece haberse dado cuenta de que soy tímida, por cómo me habla y cómo se comporta. Soy incapaz de aguantar a la gente que en cuanto se entera se comporta así, pero él ha venido desde lejos para entrenar conmigo, primera cosa que le agradezco, y además no creo que sepa lo que me irrita o me deja de irritar, y que suponga que así conseguirá sacarme más conversación, por lo que no me enfadaré-, así que tendrás que comenzar por eso, para comprobar si realmente consigues acumular el chakra podrás golpear las palmas de mis mano –cuando acaba de decirme esto extiende las palmas de sus manos hacia mí -. Más adelante golpearás pilares de madera que yo mismo crearé y así sabremos cuál es la efectividad del golpe, así puedes comenzar, preciosa –esta vez noto que él se ruboriza, y mis mejillas adquieren el mismo color que las suyas.
Empiezo a sospechar que, aunque mi ahora... ¿compañero-amigo? quisiera entrenar, la principal razón por la que quiso venir conmigo no fue esa. No estoy acostumbrada a esto, siempre fui tímida y estaba con uno o dos amigos, pero nunca nadie antes me había llamado preciosa. Intentaré hacer caso omiso a lo que me diga, pero intentaré hacer caso omiso a lo que me diga, pero ya me siento un poco incómoda, aunque debo reconocer que a pesar de lo incómoda que estoy, me gusta un poco la sensación de que te llamen así.
-Voy a golpearte las manos. No quiero hacerte daño –le digo sinceramente.
Extiende las palmas de las manos de nuevo y me dispongo a golpearle. Me concentro, y, como acostumbro a hacer, pues es una manía que tengo, me muerdo el labio, al que previamente he procurado echar manteca de cacao con olor a chocolate (pues lo adoro) para no hacerme daño al morderlo. Al principio lo hago despacio y suavemente, cargando poco chakra en los golpes, pues por más que diga creo que le haré daño, pero poco a poco voy aumentando mi velocidad, mi fuerza y el chakra, y calculando más mis movimientos para que los golpes sean más certeros, aunque sigo estando preocupada porque le duela. Pero intento olvidarme pensando en la gente que me hizo daño en tiempos pasados, las personas que mataron a mis amigos, que me quitaron todo lo que quería por aquél entonces, y pienso que las manos son esas personas, dándole con todas mis fuerzas. Mis pensamientos se transforman en rabia, la rabia se transforma en fuerza. Pero en una fuerza sin control, una fuerza cegada por la ira y por las lágrimas que inundan ahora mis ojos. Me empieza a doler la cabeza y mi mente me intenta parar, pero mi corazón está lleno de rencor y me obliga a intentar redirigir mi ira hacia las manos. Sin embargo, consigo que mis piernas fallen, cayéndome al suelo y dejando de golpear a Haruo. Intento controlar mi respiración, pero mi corazón late rápidamente y mis pulmones me piden oxígeno, por lo que respiro lenta y profundamente para tranquilizarme. Cuando estoy a punto de relajarme, me echo a llorar mientras sigo tumbada en la fina hierba.
Me incorporo y me encuentro de bruces a mi compañero, y no puedo evitar abrazarlo. No sé qué estoy haciendo, ni cómo he perdido los papeles de esta manera delante de un desconocido, ni menos por qué estoy abrazada a él como si le conociera de siempre. “De siempre”... Tengo que controlarme, pero al pensar en esas palabras me vuelvo a acordar de mis amigos y el llanto comienza a ser más fuerte. Paso unos minutos en sus brazos hasta que me tranquilizo finalmente, y aunque la cabeza me duela por intentar retener las lágrimas hago un esfuerzo por mantenerme en calma.
-Lo siento por esto... –mi voz se quiebra, respiro y vuelvo a empezar -. Lo siento por esto, de verdad, pero es que estuve pensando en gente que... –trago saliva- mató a mis amigos cuando me vine a Iwa, y no pude soportar acordarme de mis amigos... y de la rabia de su venganza sin empezar... aún –esto último lo añado sin pensar-. No quiero que el entrenamiento se retrase por mi culpa. Si quieres lo reaunudamos ya –digo mientras comienzo a caminar sin rumbo por el claro esperando una respuesta.
Mis ojos se detienen en una ardilla que salta de árbol en árbol, que se detiene en uno y empieza a descender por las ramas de éste, para llegar al suelo y dirigirse hacia el lago con la intención de beber el agua tan pura y cristalina que hay allí. Cuando calma su sed, vuelve a trepar por el árbol del que bajó y se mete en un hueco que hasta ahora estaba escondido a mis ojos.
Me doy la vuelta y me encuentro con Haruo, que creo que me está observando. Yo también le miro, es una vista agradable... No, no debo mirar... Estoy confundida. Pero el destello verde de sus ojos que se ve entre su flequillo me gusta... Lo miro a los ojos y espero a que me de de nuevo instrucciones.
Kori- Genin Konoha
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Re: Entrenamiento con Haruo.
Cuando estoy en esa postura en parte incomoda y en parte tan agradable no puedo evitar disfrutar de su belleza que me embriagaba y me hacía estremecer, el viento movía dulcemente su cabello, que poseía un suave tono violáceo, y hacía que su suave y dulce olor llegase hasta mi produciendo una sensación de tranquilidad y placer, ese suave y dulce olor al cacao recién recogido que pasará a formar, tras un delicado proceso, parte del maravilloso chocolate que en mis noches de descanso provocaba una sinfonía de sabores en mi paladar. Recordar esta sensación me llevó a sentir algo inesperado, algo que nunca había sentido era una sensación indescriptible, mi corazón había empezado a latir con el ritmo en el que un ninja especializado en jutsus musicales tocaría su instrumento para embelesar o paralizar a su rival.
Mis manos se tornaron rígidas de repente, al principio pensé que era por el jutsu Doton pues ya habían comenzado a parecer demasiado sólidas, pero tras pensarlo un poco más con detenimiento me di cuenta de que todo era por la suavidad y la delicadeza de la belleza de la genin de Iwa que me acompañaba, su nombre no cesaba en su empeño de repetirse en mi cabeza “Kori…”, parecía que el viento me lo susurraba mientras las hojas amarillentas y anarajandas caían gracias a la magia del otoño. Kori no me dio mucho más tiempo para perderme en mis pensamientos y en su belleza, fue entonces cuando se pronunció dirigiéndose a mi mientras me miraba a los ojos a través del flequillo.
-Voy a golpearte las manos. No quiero hacerte daño- Sus palabras sonaron tan sinceras que no pude evitar mirarla con la mayor dulzura y confianza que me era posible, a penas la había conocido hace unos minutos y ya sentía como si el mundo fuese a desprenderse de mis pies si ella no se encontraba a mi lado, su presencia hacía que me aletargase y me sintiese en paz y mientras pensaba en esto uno de sus puños se dirigió a la palma de mi mano golpeándola con un golpe dulce y no muy fuerte
-Kori, puedes golpear con fuerza, sé que tú no me harás daño- Sonreí con la mejor de mis intenciones demostrándole toda mi confianza y sin duda alguna mi deseo de estrecharla entre mis brazos, necesitaba sentir el suave tacto de su mejilla rozando mi cuello, sus brazos apresándose por mis costados a mi espalda y pegándome a ella sin temor, dejándome así demostrarle que no habría nada que pudiese evitar que yo la defendiese a cualquier precio.
Tras decírselo sus golpes fueron poco a poco aumentando en su fuerza y en la cantidad de chackra que contenían pues casi sin darme cuenta mis manos que se habían vuelto completamente sólidas gracias Doton apenas conseguían refrenar el daño de sus golpes, una tormenta de chackra se acumulaba en sus puños, como si de un remolino de electricidad se tratase, mientras esto ocurría lágrimas brotaban de sus ojos dándoles un leve tono apagado, que hacía que ese rojo intenso que devolvió a mi espíritu a la vida cuando los vi por primera vez desapareciese y solo quedase la suavidad de un tono rosáceo tirando a rojo. La rabia que parecía producir esas lágrimas cesó poco a poco o al menos ella consiguió detenerla pero entonces sus piernas fallaron tras el último de sus golpes, el golpe que había impactado en mi mano zurda y había hecho subir una descarga eléctrica por todo mi cuerpo dejándome paralizado y sin nada que hacer, ella respira difícilmente mientras mi deseo de preguntarle cómo se encuentra aumenta y sin embargo se ve truncado debido al poder de su jutsu.
Tras un corto segundo se levantó y entonces se tiró sobre mis brazos, fue en ese momento en el que dejé de sentir como la parálisis de su jutsu me hacía efecto pero otra parálisis empezaba a parar mis actos, dejándome con los brazos separados cerca de su cintura sin llegar a posar las manos en esta y con mis ojos abiertos de par en par mientras ella me apretaba contra su pecho, haciendo que sus senos se apoyasen en mis pectorales mientras su llanto no cesaba. Jamás podré olvidar que fue en ese preciso segundo en el que me di cuenta de que era yo el que estaba indefenso y tímido ante ella y no al contrario, su figura, su belleza, su delicadeza, la elegancia de sus movimientos y el brillo de los ojos me habían llevado a un punto de total embriagadez en el que yo simplemente era un muñeco dirigido por lo que ella me provocaba, ese sentimiento que se acumulaba en mi pecho poco a poco y hacía que mi tórax se viese presionado, en ese momento sentí como el aire me faltaba durante unos segundos mientras mi corazón se aceleraba y poco a poco volvía a la normalidad.
-Lo siento por esto... –Dijo con dulzura mientras su voz poco a poco se quebraba y repitió-Lo siento por esto, de verdad, pero es que estuve pensando en gente que... Mató a mis amigos cuando me vine a Iwa, y no pude soportar acordarme de mis amigos... Y de la rabia de su venganza sin empezar... Aún- Parecía que había hablado la Kori interior, esa Kori que le costaba expresar que era y entonces se separó de mi alejándose un poco y mirando hacia los árboles. El sol incidía alrededor de su figura y le daba un aire majestuoso y místico, parecía que su figura había sido esculpida simplemente para que el hombre disfrutase de ella y entonces volvió la mirada mientras yo la observaba con la misma dulzura y deseo con la que se debía observar a la que fuese la mujer de tus sueños.
En ese segundo y sin decir nada mi cuerpo actuó por voluntad propia y uno de mis brazos se dirigió a su hombro izquierdo, girándola hacia mí y el otro se posó levemente en su cintura trayéndola hacia la mía, haciendo que ambas se pegasen. En ese preciso segundo la mano de su hombro subía con delicadeza hasta su mejilla y mis labios se posaban sobre los suyos con la tranquilidad con la que pasarías la hoja de un libro que lees en una tarde de invierno al calor de la chimenea. Una sinfonía de sabores y de sentimientos afloró en mi paladar y en mi pecho, el suave sabor de sus labios a chocolate, seguramente producido por alguna clase de barra de labios o de un simple cacao, mezclado con una cálida sensación de armonía con el universo que afloraba por mi pecho subiendo con paso firme por mi garganta y suplicando salir, produciendo así unas palabras que ni yo mismo sabía que podría decir, “no te alejes de mi lado Kori…”, palabras que conseguí no saliesen pues no quería decir nada que estropease el momento.
Poco a poco separé mis labios de los suyos mirándola sonrojado, extasiado y aliviado, di un paso atrás y la miré a los ojos como si en ellos pudiese observar el reflejo de lo que pensaba, pero no fue así, lo único que pude apreciar fue que el brillo de sus preciosos ojos había vuelto recuperando estos así ese dulce tono carmesí que tanto me gustaba. Tras una pausa leve después de haber dado ese paso hablé vergonzoso, tímido e indefenso pero también con deseo de volver a probar esos dulces labios.
-Y-yo lo siento Kori…-Dije tan preocupado por los pensamientos de ella que en mi garganta se formó un nudo que apenas me dejó seguir hablando- N-no debí hacerlo… Ha sido un error… Soy un estúpido- Susurré débilmente mientras apreciaba lo cerca que aun estaba y el calor que en mis labios, húmedos por el beso, aún se mantenía. Fue todo lo que pude decirle, pues ya lo siguiente que mis labios serían capaces de pronunciar sería algo que no debía pronunciar hasta saber lo que ella había vivido con esa experiencia que me había llevado prácticamente al éxtasis.
Las hojas de los árboles seguían cayendo a nuestro alrededor, cosa que no habían parado de hacer ni mientras ese beso tenía lugar, desde afuera la escena se habría visto como un suave y delicado a la vez que pasional beso mientras el viento movía con dulzura nuestro pelo, que se había mezclado por un segundo, y mientras nuestras siluetas marcaban en el paisaje una sombra que alguien que no hubiese visto la situación y no nos conociese, hubiese juzgado como dos enamorados besándose en la belleza del atardecer aumentando con su pasión la majestuosidad del otoño
Mis manos se tornaron rígidas de repente, al principio pensé que era por el jutsu Doton pues ya habían comenzado a parecer demasiado sólidas, pero tras pensarlo un poco más con detenimiento me di cuenta de que todo era por la suavidad y la delicadeza de la belleza de la genin de Iwa que me acompañaba, su nombre no cesaba en su empeño de repetirse en mi cabeza “Kori…”, parecía que el viento me lo susurraba mientras las hojas amarillentas y anarajandas caían gracias a la magia del otoño. Kori no me dio mucho más tiempo para perderme en mis pensamientos y en su belleza, fue entonces cuando se pronunció dirigiéndose a mi mientras me miraba a los ojos a través del flequillo.
-Voy a golpearte las manos. No quiero hacerte daño- Sus palabras sonaron tan sinceras que no pude evitar mirarla con la mayor dulzura y confianza que me era posible, a penas la había conocido hace unos minutos y ya sentía como si el mundo fuese a desprenderse de mis pies si ella no se encontraba a mi lado, su presencia hacía que me aletargase y me sintiese en paz y mientras pensaba en esto uno de sus puños se dirigió a la palma de mi mano golpeándola con un golpe dulce y no muy fuerte
-Kori, puedes golpear con fuerza, sé que tú no me harás daño- Sonreí con la mejor de mis intenciones demostrándole toda mi confianza y sin duda alguna mi deseo de estrecharla entre mis brazos, necesitaba sentir el suave tacto de su mejilla rozando mi cuello, sus brazos apresándose por mis costados a mi espalda y pegándome a ella sin temor, dejándome así demostrarle que no habría nada que pudiese evitar que yo la defendiese a cualquier precio.
Tras decírselo sus golpes fueron poco a poco aumentando en su fuerza y en la cantidad de chackra que contenían pues casi sin darme cuenta mis manos que se habían vuelto completamente sólidas gracias Doton apenas conseguían refrenar el daño de sus golpes, una tormenta de chackra se acumulaba en sus puños, como si de un remolino de electricidad se tratase, mientras esto ocurría lágrimas brotaban de sus ojos dándoles un leve tono apagado, que hacía que ese rojo intenso que devolvió a mi espíritu a la vida cuando los vi por primera vez desapareciese y solo quedase la suavidad de un tono rosáceo tirando a rojo. La rabia que parecía producir esas lágrimas cesó poco a poco o al menos ella consiguió detenerla pero entonces sus piernas fallaron tras el último de sus golpes, el golpe que había impactado en mi mano zurda y había hecho subir una descarga eléctrica por todo mi cuerpo dejándome paralizado y sin nada que hacer, ella respira difícilmente mientras mi deseo de preguntarle cómo se encuentra aumenta y sin embargo se ve truncado debido al poder de su jutsu.
Tras un corto segundo se levantó y entonces se tiró sobre mis brazos, fue en ese momento en el que dejé de sentir como la parálisis de su jutsu me hacía efecto pero otra parálisis empezaba a parar mis actos, dejándome con los brazos separados cerca de su cintura sin llegar a posar las manos en esta y con mis ojos abiertos de par en par mientras ella me apretaba contra su pecho, haciendo que sus senos se apoyasen en mis pectorales mientras su llanto no cesaba. Jamás podré olvidar que fue en ese preciso segundo en el que me di cuenta de que era yo el que estaba indefenso y tímido ante ella y no al contrario, su figura, su belleza, su delicadeza, la elegancia de sus movimientos y el brillo de los ojos me habían llevado a un punto de total embriagadez en el que yo simplemente era un muñeco dirigido por lo que ella me provocaba, ese sentimiento que se acumulaba en mi pecho poco a poco y hacía que mi tórax se viese presionado, en ese momento sentí como el aire me faltaba durante unos segundos mientras mi corazón se aceleraba y poco a poco volvía a la normalidad.
-Lo siento por esto... –Dijo con dulzura mientras su voz poco a poco se quebraba y repitió-Lo siento por esto, de verdad, pero es que estuve pensando en gente que... Mató a mis amigos cuando me vine a Iwa, y no pude soportar acordarme de mis amigos... Y de la rabia de su venganza sin empezar... Aún- Parecía que había hablado la Kori interior, esa Kori que le costaba expresar que era y entonces se separó de mi alejándose un poco y mirando hacia los árboles. El sol incidía alrededor de su figura y le daba un aire majestuoso y místico, parecía que su figura había sido esculpida simplemente para que el hombre disfrutase de ella y entonces volvió la mirada mientras yo la observaba con la misma dulzura y deseo con la que se debía observar a la que fuese la mujer de tus sueños.
En ese segundo y sin decir nada mi cuerpo actuó por voluntad propia y uno de mis brazos se dirigió a su hombro izquierdo, girándola hacia mí y el otro se posó levemente en su cintura trayéndola hacia la mía, haciendo que ambas se pegasen. En ese preciso segundo la mano de su hombro subía con delicadeza hasta su mejilla y mis labios se posaban sobre los suyos con la tranquilidad con la que pasarías la hoja de un libro que lees en una tarde de invierno al calor de la chimenea. Una sinfonía de sabores y de sentimientos afloró en mi paladar y en mi pecho, el suave sabor de sus labios a chocolate, seguramente producido por alguna clase de barra de labios o de un simple cacao, mezclado con una cálida sensación de armonía con el universo que afloraba por mi pecho subiendo con paso firme por mi garganta y suplicando salir, produciendo así unas palabras que ni yo mismo sabía que podría decir, “no te alejes de mi lado Kori…”, palabras que conseguí no saliesen pues no quería decir nada que estropease el momento.
Poco a poco separé mis labios de los suyos mirándola sonrojado, extasiado y aliviado, di un paso atrás y la miré a los ojos como si en ellos pudiese observar el reflejo de lo que pensaba, pero no fue así, lo único que pude apreciar fue que el brillo de sus preciosos ojos había vuelto recuperando estos así ese dulce tono carmesí que tanto me gustaba. Tras una pausa leve después de haber dado ese paso hablé vergonzoso, tímido e indefenso pero también con deseo de volver a probar esos dulces labios.
-Y-yo lo siento Kori…-Dije tan preocupado por los pensamientos de ella que en mi garganta se formó un nudo que apenas me dejó seguir hablando- N-no debí hacerlo… Ha sido un error… Soy un estúpido- Susurré débilmente mientras apreciaba lo cerca que aun estaba y el calor que en mis labios, húmedos por el beso, aún se mantenía. Fue todo lo que pude decirle, pues ya lo siguiente que mis labios serían capaces de pronunciar sería algo que no debía pronunciar hasta saber lo que ella había vivido con esa experiencia que me había llevado prácticamente al éxtasis.
Las hojas de los árboles seguían cayendo a nuestro alrededor, cosa que no habían parado de hacer ni mientras ese beso tenía lugar, desde afuera la escena se habría visto como un suave y delicado a la vez que pasional beso mientras el viento movía con dulzura nuestro pelo, que se había mezclado por un segundo, y mientras nuestras siluetas marcaban en el paisaje una sombra que alguien que no hubiese visto la situación y no nos conociese, hubiese juzgado como dos enamorados besándose en la belleza del atardecer aumentando con su pasión la majestuosidad del otoño
Re: Entrenamiento con Haruo.
Siento cómo pone su mano en mi hombro izquierdo, y cómo me coge con su brazo por la cintura, acercándome hacia él. Instintivamente cierro los ojos, y siento cómo sus labios se posan en los míos. Siento una punzada en el pecho, y al principio quiero marcharme, pero el latido de mi corazón se va acelerando y empiezo a disfrutar del beso. Le acaricio la espalda y él me acaricia la mejilla, y no puedo pensar en nada más que en él; en los ojos que se esconden tras ese flequillo, que aprovecho a apartárselo delicadamente, y descubro en su plenitud las bonitas esmeraldas que tiene por ojos, que parecen contar infinidad de historias y sentimientos, y cierro los míos para seguir besándonos lentamente; en su cuerpo, que parece estar siempre dispuesto a protegerme... Y por fin nos separamos. ¿Cuándo hemos pasado en este estado? Podrían ser tanto como unos segundos como horas, para mí desde el instante en el que me besó se paró el tiempo...
“Pero, ¡¿qué me está pasando?!”, pienso, de repente, asustada. Y me doy cuenta de que esto no debería de haber surgido nunca. Ahora siento que dependo de él y de mis actos respecto a Haruo, en vez de mí misma. Pero también me doy cuenta de que es tarde, porque a pesar de mi timidez y el sentimiento que siempre supuse tener de mi gusto por la soledad, siempre he encontrado a alguien o a varias personas que me hicieran sentir bien con su sola presencia, aunque, como todo el mundo, a veces necesitara estar sola. Quizás me he engañado a mí misma haciéndome creer que soy independiente... Aunque lo cierto es, pienso sonriendo casi imperceptiblemente, que puede que pensar que fuera independiente me haya ayudado a serlo... “Pero no”, medito mientras me vuelvo a poner seria, “siempre traigo mala suerte a los demás, como me ha ocurrido con mis compañeros caídos...”.
Mis pensamientos me han vuelto a llevar a la depresión, pero debo ser fuerte. Tendré que olvidarme de momento de él, aunque sólo sea para protegerlo. Oigo que me dice:
-Y-yo lo siento, Kori... –se le nota gran preocupación en su voz, y le cuesta hablar-. N-no debí hacerlo... Ha sido un error... Soy un estúpido –susurra mientras sigue a poca distancia de mí.
A continuación le digo seriamente, para que no se haga ilusiones conmigo, aunque me cueste rechazarlo, pues no puedo evitar sentir algo fuerte por Haruo.
-Ahora olvidarás lo que acaba de pasar... y seguiremos con el entrenamiento normalmente como si nada hubiera ocurrido –digo fría y firmemente sin dejar que me tiemble la voz por el dolor que me produce decir esto. Posiblemente se vuelva a su hogar y no lo vuelva a ver nunca más... Pero espero que lo que siento se apague como en el invierno que se aproxima, aunque ahora todo tenga el típico color del otoño.
El Sol dice por su posición que es son las siete de la tarde, aunque la temperatura podría ser la que suele haber en uno de los días más fríos del otoño a las doce de la noche. El frío se cala en mis huesos, y un escalofrío recorre mi espina dorsal. Con suerte y para mi desgracia, terminaré con el entrenamiento pronto y olvidaré lo que ha pasado... si es que puedo. Me separo de él y me dirijo al otro extremo del claro del bosque. Supongo, y espero, que no sepa lo que voy a hacer a continuación. Me gustaría que fuese una sorpresa... desagradable para él, pero para mí bastante divertida.
Respiro profundamente y poco a poco voy intentando controlar mi sombra. He de aprovechar la poca luz que queda por hoy, pues ya está atardeciendo, y unas nubes oscuras amenazan con llegar hasta este bonito claro y estropear la bonita coloración que invade este lugar. Los tonos amarillos rojizos iluminan la zona que tanto me recuerda a los bosques en los que corría y meditaba cuando era más pequeña, combinando con los matices típicos del otoño. Es un paisaje espléndido y único.
La sombra ya la puedo usar a mi gusto, y, como si de un rayo se tratase, la sombra avanza rápidamente hasta los pies de Haruo, cogiéndole los pies por (espero que) sorpresa y arrastrándole hacia mí, y luego cayéndose estrepitosamente hacia el suelo. Una vez que se ha caído me resulta menos divertida la idea que antes creo que tenía de “desahogarme” por mis sentimientos haciéndole sufrir, pero igualmente me ha sido útil para aprender la nueva técnica, por lo que le digo tranquilamente:
-¿Te he sorprendido? Quería probar a intentar aprender la técnica yo sola, y parece que me ha salido. ¿Cuántas técnicas te quedan a ti por aprender? Será mejor que nos demos prisa, no quiero ir sola demasiado tarde a mi casa.
Cuando dejo claras mis intenciones, en vez de tenderle la mano para que se levante, me tiendo a su lado y observo el cielo, esperando a que él me conteste. Observo el cielo y medito sobre gran variedad de entes que a toda persona le es difícil entender; la inmensidad del mundo, con territorios lejanos y desconocidos que puede que escondan misterios tan grandes como el mismo universo. ¿Habrá ninjas? Puede que sí, puede que no. Quizás para los habitantes de esas tierras nosotros seamos los extraños desconocidos, y hayan adoptado un modo de vida parecido al nuestro.
Y pienso, que si a la gente le resulta difícil tratar si quiera de imaginar lo que se esconde en nuestro propio mundo, sus cerradas mentes serán totalmente incapaces de soñar e intentar entender lo que se encierra fuera de él. Y si alguien es capaz, probablemente nadie le tomase en serio, pensando que desvaría.
¿Será que la gente teme soñar? Yo opino que es lo virtud más bonita que alguien podría tener. Tener la capacidad de ver más allá de lo que la gente es capaz de comprender, poder evadirte, en ocasiones, de la horrible verdad, y quizás mejorar así tu ánimo.
Ilusiones y fracasos. Cuando fracasas en tu sueño, todo se vuelve negro, como cuando perdí a todo lo que quería, pero también puede que sea la “gasolina” que necesites para alcanzar la poca luz que consigue escaparse de la oscuridad. ¿No es por eso precisamente por lo que he conseguido llegar hasta aquí, y hacer realidad mi sueño de ser ninja? No es como siempre había querido, pero he alcanzado mi meta. Y aquí estoy, con otras personas, que aunque no eviten el dolor de lo pasado, ayudan a cicatrizar más rápido la herida. Y esta vez recuerdo a mis amigos con una sonrisa, con una sonrisa triste, pero una sonrisa al fin y al cabo. Me asombra la capacidad de mis propias reflexiones y pensamientos para estar de un humor u otro, y puede que me asuste un poco, pero al menos lo que pienso, aunque tenga que ver con otros, lo elijo yo, y no depende de lo que me diga alguien en un momento dado.
Esta vez, más animada que antes, me incorporo y, mientras le lanzo una mirada inquisitiva a mi compañero, le pregunto pausadamente y tal vez con un poco de dulzura en mi voz:
-Haruo, ¿cuál es tu sueño?
“Pero, ¡¿qué me está pasando?!”, pienso, de repente, asustada. Y me doy cuenta de que esto no debería de haber surgido nunca. Ahora siento que dependo de él y de mis actos respecto a Haruo, en vez de mí misma. Pero también me doy cuenta de que es tarde, porque a pesar de mi timidez y el sentimiento que siempre supuse tener de mi gusto por la soledad, siempre he encontrado a alguien o a varias personas que me hicieran sentir bien con su sola presencia, aunque, como todo el mundo, a veces necesitara estar sola. Quizás me he engañado a mí misma haciéndome creer que soy independiente... Aunque lo cierto es, pienso sonriendo casi imperceptiblemente, que puede que pensar que fuera independiente me haya ayudado a serlo... “Pero no”, medito mientras me vuelvo a poner seria, “siempre traigo mala suerte a los demás, como me ha ocurrido con mis compañeros caídos...”.
Mis pensamientos me han vuelto a llevar a la depresión, pero debo ser fuerte. Tendré que olvidarme de momento de él, aunque sólo sea para protegerlo. Oigo que me dice:
-Y-yo lo siento, Kori... –se le nota gran preocupación en su voz, y le cuesta hablar-. N-no debí hacerlo... Ha sido un error... Soy un estúpido –susurra mientras sigue a poca distancia de mí.
A continuación le digo seriamente, para que no se haga ilusiones conmigo, aunque me cueste rechazarlo, pues no puedo evitar sentir algo fuerte por Haruo.
-Ahora olvidarás lo que acaba de pasar... y seguiremos con el entrenamiento normalmente como si nada hubiera ocurrido –digo fría y firmemente sin dejar que me tiemble la voz por el dolor que me produce decir esto. Posiblemente se vuelva a su hogar y no lo vuelva a ver nunca más... Pero espero que lo que siento se apague como en el invierno que se aproxima, aunque ahora todo tenga el típico color del otoño.
El Sol dice por su posición que es son las siete de la tarde, aunque la temperatura podría ser la que suele haber en uno de los días más fríos del otoño a las doce de la noche. El frío se cala en mis huesos, y un escalofrío recorre mi espina dorsal. Con suerte y para mi desgracia, terminaré con el entrenamiento pronto y olvidaré lo que ha pasado... si es que puedo. Me separo de él y me dirijo al otro extremo del claro del bosque. Supongo, y espero, que no sepa lo que voy a hacer a continuación. Me gustaría que fuese una sorpresa... desagradable para él, pero para mí bastante divertida.
Respiro profundamente y poco a poco voy intentando controlar mi sombra. He de aprovechar la poca luz que queda por hoy, pues ya está atardeciendo, y unas nubes oscuras amenazan con llegar hasta este bonito claro y estropear la bonita coloración que invade este lugar. Los tonos amarillos rojizos iluminan la zona que tanto me recuerda a los bosques en los que corría y meditaba cuando era más pequeña, combinando con los matices típicos del otoño. Es un paisaje espléndido y único.
La sombra ya la puedo usar a mi gusto, y, como si de un rayo se tratase, la sombra avanza rápidamente hasta los pies de Haruo, cogiéndole los pies por (espero que) sorpresa y arrastrándole hacia mí, y luego cayéndose estrepitosamente hacia el suelo. Una vez que se ha caído me resulta menos divertida la idea que antes creo que tenía de “desahogarme” por mis sentimientos haciéndole sufrir, pero igualmente me ha sido útil para aprender la nueva técnica, por lo que le digo tranquilamente:
-¿Te he sorprendido? Quería probar a intentar aprender la técnica yo sola, y parece que me ha salido. ¿Cuántas técnicas te quedan a ti por aprender? Será mejor que nos demos prisa, no quiero ir sola demasiado tarde a mi casa.
Cuando dejo claras mis intenciones, en vez de tenderle la mano para que se levante, me tiendo a su lado y observo el cielo, esperando a que él me conteste. Observo el cielo y medito sobre gran variedad de entes que a toda persona le es difícil entender; la inmensidad del mundo, con territorios lejanos y desconocidos que puede que escondan misterios tan grandes como el mismo universo. ¿Habrá ninjas? Puede que sí, puede que no. Quizás para los habitantes de esas tierras nosotros seamos los extraños desconocidos, y hayan adoptado un modo de vida parecido al nuestro.
Y pienso, que si a la gente le resulta difícil tratar si quiera de imaginar lo que se esconde en nuestro propio mundo, sus cerradas mentes serán totalmente incapaces de soñar e intentar entender lo que se encierra fuera de él. Y si alguien es capaz, probablemente nadie le tomase en serio, pensando que desvaría.
¿Será que la gente teme soñar? Yo opino que es lo virtud más bonita que alguien podría tener. Tener la capacidad de ver más allá de lo que la gente es capaz de comprender, poder evadirte, en ocasiones, de la horrible verdad, y quizás mejorar así tu ánimo.
Ilusiones y fracasos. Cuando fracasas en tu sueño, todo se vuelve negro, como cuando perdí a todo lo que quería, pero también puede que sea la “gasolina” que necesites para alcanzar la poca luz que consigue escaparse de la oscuridad. ¿No es por eso precisamente por lo que he conseguido llegar hasta aquí, y hacer realidad mi sueño de ser ninja? No es como siempre había querido, pero he alcanzado mi meta. Y aquí estoy, con otras personas, que aunque no eviten el dolor de lo pasado, ayudan a cicatrizar más rápido la herida. Y esta vez recuerdo a mis amigos con una sonrisa, con una sonrisa triste, pero una sonrisa al fin y al cabo. Me asombra la capacidad de mis propias reflexiones y pensamientos para estar de un humor u otro, y puede que me asuste un poco, pero al menos lo que pienso, aunque tenga que ver con otros, lo elijo yo, y no depende de lo que me diga alguien en un momento dado.
Esta vez, más animada que antes, me incorporo y, mientras le lanzo una mirada inquisitiva a mi compañero, le pregunto pausadamente y tal vez con un poco de dulzura en mi voz:
-Haruo, ¿cuál es tu sueño?
Kori- Genin Konoha
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Re: Entrenamiento con Haruo.
Revisado.
Blank- Kage Suna
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