Encontré una nueva víctima

Como cualquier otro día, me preparé para ir al coliseo con los ánimos altos, el estómago lleno y, cómo no, una máscara en la mano. Caminé por las calles de la villa con calma, sabiendo que me esperaba un nuevo combate en el coliseo de batalla que había en el país de la tierra. Esta vez yo había retado a un combatiente, con la gran intención de mejorar. ¿Por qué si no iba a retarle?

Una sonrisa adornaba mi rostro a lo largo del camino, las victorias que llevaba tras la espalda me hacían sentirme orgullosa, al igual que todas las derrotas me animaban a superarme, a ganar a aquellos que en algún momento llegaron a vencerme. Me consideraba un poco rencorosa, por lo que siempre recordaba una cara… o una máscara, en el caso del coliseo. Si me decidía por combatir contra alguien lo haría, ya fuera antes o después.

Mi cuerpo quedaba adornado por ropajes negros, cubiertos por una capa del mismo color. En mis ojos cualquiera podría haber notado la decisión, pues iba decidida a ganar a mi oponente, costara lo que costase. Mi mirada, fija en el camino que tenía que seguir, se preparaba para examinar después a mi contrincante, para medir sus fuerzas y contemplar sus puntos débiles. Preparada para mostrarme la forma de derrotarle.

En mi mente se preparaba la estrategia, que sería un factor importante a la hora de conseguir una nueva victoria, aunque mi estilo se basaba algo más en la improvisación. Sin embargo, últimamente me había acostumbrado a preparar una estrategia antes de entrar en la arena de batalla, sabiendo que ello me ayudaría un poco más a cruzar la puerta con confianza, sabiendo cuáles serían mis siguientes movimientos.

Llegué ante el coliseo de batalla en poco tiempo y me adentré en los pasillos que me llevarían al vestuario. Una vez llegada a la sala en que me prepararía para la contienda, me cubrí el rostro con la máscara marrón que me solía acompañar en el coliseo y seguí mi camino a lo largo del coliseo. Pronto llegué a la sala oscura que normalmente precedía al campo de batalla, en la cual me cargué de paciencia, preparándome para la espera. Cuando las puertas se abrieron, dejándome salir, supe que sería la primera en entrar a la arena, lo que me concedía una pequeña ventaja.

Preparé la estrategia que había pensado durante el camino que me había traído desde la casa en que vivía, de forma que en el momento en que apareciera mi contrincante, me encontrara en el medio del campo, lista para comenzar el combate. No sabía lo que mi oponente pensaría sobre mí al verme, pero no me importaba más que lo que pensaran los demás. No podría ver mi rostro al tener la máscara y apenas podría describir la forma de mi cuerpo, pues la capa me tapaba. Lo único que podría ver a la perfección en mí sería mi larga melena de tonos rosados, que caía en cascada tras mi espalda, llegando hasta más allá de la cintura.

Información:

Acciones:

Hacía una nueva mañana estupenda en kirigakure, los malditos pájaros que habían anidado en mi balcón volvían a piar como si alguien los estuviera matando, de echo, si seguían despertando la de esa manera, acabaría por matarlos ella, no le importaban que vivieran ahí, pero que al menos se callasen de una vez, pues todos los días a las seis en punto de la mañana comenzaban a piar como locos.No necesitó echar un vistazo al reloj, pues sabía que hora era perfectamente, hoy era un día especial, emprendería un viaje hasta iwa, donde había un coliseo desde anteriormente había colocado una ficha de inscripción, debían haberla colgado ya pues esa misma mañana había recibido la noticia de dos nuevos retos.Uno de ellos en especial le llamó la atención, pues era de una joven que se hacia llamar Eevee, ese nombre le resultaba extrañamente familiar, pero quería dejarlo pasar.
Debía darse prisa, desde que sus ojos se abrieron su cuerpo tardó cinco minutos en reaccionar, el invierno estaba cerca y el frío ya era notable, las sabanas y mantas que aun la arropaban le daban el calor necesario para que su cuerpo no quisiera levantarse.Pronto tendría que cambiar de la ropa de otoño a la de invierno y abrigarse mas, pues su atuendo actual no dejaba mucho a la imaginación, era la diana para las enfermedades como gripe o fiebre.El sol aun no había salido de entre el horizonte, lugar que se podía ver desde su balcón, y que antes de que los ocupas de su balcón anidasen ahí, solía despertarla el amanecer, si, realmente esos pájaros eran una molestia.
Comenzó a vestirse con su ropa algo atípica para su edad, que incluso la hacían parecer mas mayor de lo que era.Un traje violeta y blanco , en el cual por un lateral había una pequeña abertura por donde se veía la mayor parte de su pierna derecha.Al terminar de abrochar este, colocó sobre sus hombros una especie de capa morada, casi negra que después ató con un lazo y un broche sacado de un joyero de su mesilla, junto a su mesa y de un cajón de la misma, sacó unos guantes de textura aterciopelada que deslizó sobre sus manos hasta tapar hasta el ultimo centímetro de sus brazos, hasta la mitad del ante-brazo.Al haber terminado de vestirse por completo, la muchacha se aproximó a un espejo de cuerpo entero y marco dorado reluciente y limpio, donde comenzó a peinar su largo y grisáceo cabello, el cual rozaba ya sus caderas.
Su mirada se volvió a dar un nuevo repaso, no quería olvidar nada, miró a una estantería cerca de su posición y de la misma cogió un libro de tapa azul perteneciente a su madre, el cual contenía todo tipo de jutsus médicos.Al haber hecho esto, la muchacha se aproximó a la puerta de su apartamento, agarró el pomo de la puerta con la mano entera y lo giró hasta abrir la misma, que al salir cerró tras de si.

Con su libro en mano salió hacia las puertas de la villa, donde había dos jounins vigilando la misma, como era costumbre, ambos estaban en posición recta y concentrada, aunque no lo pareciera, se percataban de todo a su al rededor, al pensar que dentro de poco ella fuera uno de ellos, su sonrisa tierna y picara se disparó sin motivo alguno.No quería entretenerse, tres días de largo camino le esperaban hasta llegar a Iwagakure.
Salió por la puerta de su misma villa, saludando de forma dulce a los jounins de la entrada con un ''buenos días'' que había sonado bastante formal, y como era de esperar, estos solo la miraron, de ninguna forma en particular, era casi imposible saber lo que pensaban aquellos hombres.Sus miradas estuvieron clavadas en ella hasta que la misma desapareció de sus vistas, tanto por la niebla, como por la distancia, su silueta se había perdido en la nada que dejaba la espesura de la niebla que la rodeaba.
Tres días pasaron de camino a Iwa cuando al fin pudo ver las puertas de la misma, todo un alivio para sus piernas cansadas ya de la caminata y los saltos de rama en rama, recordaba haberse caído cuando apoyó la pierna en una que se rompió, acabando esta en el suelo con dolor de espalda, aquello la retrasó pues sus conocimientos médicos no llegaban a tanto como para curar fracturas internas, por suerte, solo fue un susto y una hora después pudo volver a caminar casi igual que antes, hasta que se acostumbró, y se enderezó.
La brisa azotaba su cabello que se entrelazaba en una bella danza de dos con el viento, le encantaba aquella sensación de seguridad que le aportaba el viento cuando hacía rubor en sus mejillas, o cuando un cosquilleo recorría su estomago cuando era viento caluroso de verano.Al parecer los vigilantes de las puertas de Iwa ya se habían percatado de que me aproximaba, pues sus miradas se dirigieron a mi inmediatamente, al ver que iba sola, no desconfiaron, pues ¿Qué iba a hacer una mujer sola de malo? aun así sus sospechas no bajaban, hasta el punto de verse obligada a entregarles su ficha ninja , su certificado médico y el aviso del coliseo.
No dudaron un segundo en dejarme paso, pues enseguida se percataron de quien era con solo mirar mi nombre, realmente no lo tenía claro cuando la gente hacía eso, ¿Me tenían miedo a mi? ¿O a mi padre?.

Pronto llegaría a su destino, el gran coliseo que ya a lo lejos se veía, llegaba tarde a su encuentro pero realmente eso era lo menos que le importaba, había bastante gente al rededor del mismo, desde las puertas podía oírse el barullo armado a su al rededor, al parecer y por lo que las mujeres cotilleaban, el estadio se había llenado completamente, hasta el punto de no caber mas gente en el mismo, incluso había gente que había pagado por estar de pie, o sentada en el suelo,¿a los civiles de iwa les apasionaba tanto eso?
El dulce olor a azúcar llegó a su nariz , pues un puesto ambulante, donde varios pequeños habían rodeando el mismo y pidiendo sus dulces con ansia, pero no debía despistarse, ya casi había llegado a su destino.Caminó un poco mas, hasta donde un especial la guió hasta donde tenía que entrar, explicándole, rápido , breve y conciso las normas y reglas del lugar, al parecer había que llevar una máscara, máscara que no había traído, no le supuso un problema al especial pues había una de repuesto en los vestuarios que podría usar por esta vez, se lo agradecí con una sonrisa y me adentré en los pasillos que me llevaron hasta el vestuario,donde habían colgadas varias mascaras, me decidí por una normalita, nada muy excéntrico para lo que había. La cogió, una mascara que solo cubría sus ojos del color de la miel, pero que apenas dejaba ver quien era, color morada, claro, no podía ser de otro color.
Al estar preparada cogió su libro y salió a la arena, cualquiera que la viese diría que era una maga, capa, libro, antifaz, pero realmente le daba igual. Lo primero que hizo al pisar la arena fue echar un vistazo a su contrincante, que ya se encontraba allí desde hacía tiempo, ver su cara de desesperación la alegró, tras esto y con paciencia, dio una reverencia, y desabrochó su capa dejándola a un lado, y encima, su libro , tras lo que volvió a fijar su mirada en ella.

INFO:

ACCIONES:

Llevaba ya un rato esperando en la arena cuando apareció mi contrincante. Era una kunoichi de pelo blanco, el cual prácticamente alcanzaba su cintura, y lacio. Sonreí bajo la máscara, pues mi cabello superaba la longitud del suyo, por poca importancia que aquel aspecto tuviera. Supuse que la joven sería de un nivel semejante al mío y me fijé en sus ropajes, de color morado. Dejó su capa en el suelo y encima un libro, yo me quedé tal y como había llegado, con la capa negra cubriendo gran parte de mi cuerpo, sin dejar ver más que mi máscara marrón y mi cabello rosado. Llevaba la capucha calada hasta la frente, impidiendo así ver mi cabeza, aunque sí los valientes mechones de pelo que se aventuraban fuera de las prendas que me cubrían.

Paseé la mirada por la arena de batalla observando los dos árboles que había, cada uno al lado de una puerta, a cinco metros de distancia aproximadamente. Mi rival parecía despreocupada, sus gestos me revelaban la confianza que guardaba consigo misma, pero no la juzgué por ello, sabiendo que las apariencias podían engañarme más de una vez. Apenas había avanzado, quedándose junto a la puerta por la que había entrado, posiblemente sintiéndose más segura de sí misma así. A mí no me importaba lo que ella hiciera, tenía una estrategia preparada que posiblemente me ayudaría a ganar, pero era algo que aún debía comprobar.

Tener a mi contrincante a tanta distancia me imposibilitaba, me hacía depender de los ataques a larga distancia, pero también me ayudaba a esquivar las ofensivas de la kunoichi que se hacía llamar “Enfermera sersi” en el coliseo. Yo no era quien para opinar sobre su seudónimo, ni para juzgar si realmente le hacía justicia o no, pues yo no era buena dando mi opinión en aquellos temas, que tan lejanos resultaban a mi perspectiva. Simplemente me limité a hacer lo que sabía, a buscar en mi contrincante algo que me ayudara a ganarla, algún punto débil que debía aprovechar. Mis ojos recorrieron su cuerpo y la arena, buscando algún detalle que me ayudara, que me ofreciera un impulso en el combate, algo que acercara la victoria hacia mí.

Llegué a la conclusión de que estaba bien en el sitio, de que antes de acercarme debía saber cómo era mi rival. Antes de poder iniciar mi estrategia debía saber algo más sobre ella, su forma de luchar o al menos si prefería el combate cuerpo a cuerpo o a distancia. Poco sabía por su apariencia más que sus gustos por el color morado, que era mujer y algunos de sus rasgos físicos. Ver que había traído un libro al combate me hizo pensar que tal vez dependía de él para poder realizar jutsus y pensé que si hubiera tenido el elemento Katon lo habría quemado, limitándola de alguna forma. Sabía también que no tenía frío, pues rápidamente se había quitado la capa al entrar en la arena, pero no podía descubrir más de ella simplemente teniéndola a cincuenta metros de distancia más o menos.

No me moví del sitio, decidí esperar a conocer mejor la forma de combatir de la enfermera sersi, algún detalle que me ayudara a saber cómo continuar el combate de forma que me beneficiara, algún factor que estuviera a mi favor. Al menos sabía que ella no podría desvelar mi estrategia, pues no podía siquiera saber si hacía sellos o no. Mis manos estaban resguardadas bajo la capa, en parte para no coger frío, en parte para tener mi estrategia oculta ante ella si en algún momento necesitaba hacer sellos.

Acciones:

Mi contrincante parecía serena y tranquila, era bueno tener unos nervios de fuego ante una persona con mi carácter.Al quitarme la capa solo quería hacer tiempo, pues como era un combate en el que la información no podía darse de ninguna manera, tendría que averiguarlo por mi misma.Quería averiguar tres cosas, lo mas importante de todo reflejos,fuerza e inteligencia, de la que al parecer la muchacha carecía, pues le había dado tiempo para realizar una trampa, un ataque desprevenido, e incluso que pudiera acercarse para algún ataque a larga distancia, pero nada, mi contrincante seguía ahí, de pie, sin hacer nada, ¿Era parte de una estrategia? podía ser, pues se mantenía de pie en el centro del campo, los ojos de la joven se desviaron por un momento permitiéndome a mi mirar a sus pies, en los cuales me fije y fijaría durante todo el combate, aun no se creía que fuera real, seguramente era una trampa, un simple clon, por ello, sus alertas estallaron mas mirando a todo su al rededor,la muchacha era suficientemente lista como para saber eso.
Sus ojos volvieron a dar una vuelta por todo el campo de batalla intentando crear una estrategia lo suficientemente buena como para que su contrincante al menos recibiera una pequeña parte de algún golpe.Lo mejor para empezar era intimidarla, o al menos intentarlo, en mi mano comenzó a fluir chakra color purpura, con un toque brillante, formándose en mi mano la forma de una cuchilla simplemente perfecta y precisa, no había nada mejor en el arte médico. También se había fijado en que su mirada se desvió hacia mi libro, el libro tan preciado perteneciente a su madre, que no le servía de nada en ese momento, pero lo quería por si le propinaba suerte alguna, lo que si tenía claro es que no dejaría que se acercara a el le costara lo que le costara. Como un simple aviso, se colocó frente a la capa y el libro, como protegiéndolo, con las piernas entre abiertas y la mano donde ahora portaba un bisturí de chakra en posición de ataque.

Su mirada se tornó inexpresiva, solía hacerlo durante los combates y misiones pues la ayudaba a que nadie pudiera saber lo que pensaba, cosa que había aprendido de su mismo padre, que ahora estaría haciendo cosas ''importantes'' con sus ambus , si pensaba en ello, le daba rabia que la ignorase a ella prefiriendo a los hombres a los que seguramente nunca habría visto la cara , aunque, debía acostumbrarse, si aspiraba a ser ambu tenía que tener presente que aquella maldita mascara la esperaba, la mascara y además de aquel horrendo atuendo que debía ponerse, tenía claro que se negaría a ello cuando llegase el momento.

Muy bien compañera, podemos comenzar con el entretenimiento.

ACCIONES:

GASTOS Y DAÑOS:

Pude ver cómo mi contrincante hacía un sello con una mano para después obtener un bisturí de chakra en su mano que parecía bastante afilado, pero no tenía ganas de probar si aquello era cierto. Bajo mi máscara lucía una sonrisa mientras yo pensaba en el momento en que iniciaría la estrategia que tenía pensada, observando a mi rival sin perder detalle de sus acciones. Ella dio varios pasos hacia la capa y el libro que había encima, colocándose entre ellos y yo, haciendo un amago por protegerlos. Al ver que hacía aquel jutsu sin necesidad de mirar las páginas del libro supe que de poco me serviría quemarlo más que para hacerle daño psicológico si acaso le importaba su pérdida, pero era algo que no iba a descubrir en aquel momento. Apenas un segundo después de que mi contrincante se posicionara y dijera aquella frase, podría notar que algo raro había en el ambiente.

Si estaba atenta podría notar algo extraño, pero de poco le serviría. A diez metros de distancia de ella y pegada al muro, pude realizar sellos con ambas manos sin que mi contrincante apenas pudiera notarlo más que en una vibración del ambiente. Dudé que se diera cuenta de lo que ocurría, pero supe que notaría algo extraño. Sin embargo, poco tiempo tendría para reaccionar, pues una nube de polvo y pequeños fragmentos de mental salieron en su dirección, cargándose de electricidad al llegar a ella y emitiendo un intenso brillo que interrumpiría sus ondas nerviosas, paralizándola.

En ese momento yo me acercaría por su lado derecho con bastante rapidez, ya a la vista, con la intención de llevar a cabo lo que tenía pensado. Tras hacer de nuevo un sello con ambas manos, comprobaría cómo una pequeña bola chisporroteante de electricidad se iría formando entre mis dedos, creciendo poco a poco. Cuando la considerase preparada la lanzaría contra mi contrincante, corriendo esta el peligro de sufrir aquel daño que mi bola de electricidad le haría. Sabía que no era demasiado, que yo era capaz de lanzarle ataques mejores, pero en aquel combate no podía utilizar mis preciadas técnicas de clan, que en tantas ocasiones me habían ayudado hasta ese momento.

Sin embargo, era más que capaz de demostrar a la enfermera sersi que podía valérmelas sin las técnicas Guren, que podía ganarla utilizando tan solo las técnicas elementales que sabía. Confiaba en que la táctica que había ideado no era mala, aunque podía mejorarse de alguna forma u otra.

Tardaría menos de dos segundos en alcanzarla, aún paralizada, y si mi ataque le hubiera dado tendría ya menos vida que al comienzo. Entonces le agarraría una muñeca y sacaría el kunai, preparada para clavárselo en la cabeza, pero antes dirigiría unas palabras a la chica que había llegado a la arena tan airada.

- El entretenimiento comenzó hace ya un rato.

Ella podría notar el tono amargo de mi voz, cruel tras tantas experiencias dentro y fuera del coliseo, vengativo tras tantos momentos de indecisión. Podría notar la sequedad de mis palabras, la diversión que producía en mi ser hacerla sufrir, hacer que se arrepintiera de la altivez que había traído consigo misma a la arena. Y entonces, tras esas palabras, le clavaría el kunai en la cabeza. Si la joven hubiera mirado en ese momento mi rostro, habría visto una sonrisa sádica en él, pero la máscara se lo impedía... al igual que la inconsciencia.

Acciones:

Gastos y daños:

Era algo evidente que su técnica se trataba de un clon, un simple bunshin, eso me llevo a averiguar que mi contrincante era de menor nivel que yo, fue fácil pues el bunshin que había creado no cuadraba para nada con el entorno, o por lo menos eso me parecía a mi, por su cabeza se pasaron en un segundo muchos pensamientos, un repentino susto se vino a mi mente, algo se movía a mi espalda, lo había notado, era algo extraño, su sentidos, aun alerta se lo decían, quizás fueran imaginaciones mías pero mi miedo a ser atacada era incluso mas que mis pensamientos lógicos, me llevó a hacer sellos con las manos haciéndome un cambio, mis sospechas eran ciertas, un jutsu que deshizo mi clon en un charco de agua que había sido creado en el momento justo, pero para mi desgracia uno de esos malditos pinchos electrocutados se había clavado en mi pierna, maldita sea, no había sido suficientemente rápida, por suerte al hacer el cambio había saltado cinco metros hacia arriba y no había alcanzado ninguna otra parte de mi cuerpo.Me vi obligada a caer con una rodilla apoyada en el suelo, diez metros mas alejada de mi contrincante, tras lo que me levanté con la pierna aun paralizada, era una sensación extraña, pero sentía como poco a poco se le pasaba, solo debía mantenerse hasta que se le pasara del todo, por ahora podía apoyarla en el suelo mientras mantenía el peso en la otra, pero no se fiaba de su contrincante, era lista pero no lo suficiente.

Aun no sabía como pero se había librado por un pelo, todo había pasado demasiado rápido pero le había llevado a pensar que debería escuchar mas a menudo su intuición, pues el miedo a ser atacada la ayudó a mirar de reojo y poder ver que aquella se encontraba allí, aunque no lo sabía del todo, no podía creérselo, un simple susto le había salvado.

ACCIONES:

GASTOS Y DAÑOS:

Off:

Todos mis ataques impactaron en la kunoichi que unos días atrás me había retado, la que había llegado a la arena con aires altivos, intentando infundirme un miedo que no habría llegado ante mí en ningún momento, pues sus palabras para mí no significaban nada. Palabras vanas con que intentaba hacer que yo me creyera inferior, con que intentaba dominar el ambiente. La rabia había llegado a mí momentos antes, tras su frase inoportuna, cuando había decidido atacar.

Justo antes de clavarle el kunai hablé yo también, haciéndole presente que yo me divertía hace rato, observando sus aires de superioridad, esa forma de entrar en la arena que después le hacía perder ante mí. Si hubiera estado más atenta tal vez podría haber esquivado mi ataque, o si hubiera sido más rápida, pero no había podido ser.

Con el arma clavada en su cabeza, chasqueé la lengua y miré su rostro, que aún inconsciente dejaba ver ese gesto que tanto me sacaba de mis casillas. Saqué el arma y lentamente dibujé en el lugar en que estaban antes esos labios tan bien delineados una preciosa sonrisa, la mayor de mis obras maestras. A cualquiera le habría parecido macabro, pero en mi mente aquel era el mejor castigo para la kunoichi que se había portado mal.

La chica se había portado como una puta, había llegado a la arena con andares que me sacaban de mis casillas, se había quitado la capa, mostrando aún más la ropa ajustada que poco tapaba. Su nombre en el coliseo lo decía todo, su forma de intentar llamar la atención ante los espectadores, ante mi querido público. Y es que sólo yo podía llamar la atención del pato pervertido de esa forma en un combate en que mi presencia era evidente.

Tras esto, limpié mi kunai en la arena y lo guardé, dispuesta a emprender el camino de vuelta a casa con una nueva victoria tras la espalda. Mi bunshin aún seguía en medio de la arena, pero un simple grano de arena que lo rozó sirvió para que se deshiciera, dejando a una única Eevee en el campo de batalla. Poco tiempo después llegaron los médicos para llevarse a la enfermera sersi, sabía que le curarían las heridas que yo le había hecho, pero el placer de haberle dibujado una sonrisa no tenía precio.

Información de la arena:

Revisado.
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