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Encuentro de Dártirus y Kori
3 participantes
Página 1 de 1.
Encuentro de Dártirus y Kori
- datos del entrenamiento:
- Aprendizaje con sensei:
Rango D: 20 Exp — Genin. Nivel 1 o más.
Rango C: 40 Exp — Chuunin. Nivel 5 o más.
Aprendizaje de jutsus:
- Rango D: normal = 600 palabras, 20 exp
- Rango C: x2 en palabras y experiencia = 1200 palabras, 80 exp
Total:
Sensei: Dártirus: 1800 palabras
Seito: Kori: 1800 palabras, 100 exp
- Técnicas a aprender:
- Kage Buyou
Danza de las Sombras
Requisitos: Estar a 5 o menos metros del enemigo / Realizar sellos con ambas manos.
Tipo: Taijutsu
Condición: suplementaria
Rango: D
Efecto: Te mueves hasta la espalda del enemigo.
Chakra: 15 Chakra. Máximo 2 veces por combate.
Descripción: una técnica para atacar por sorpresa, permite al usuario moverse a tanta velocidad que parece que se ha teletransportado hasta la espalda del enemigo. Un oponente de mayor o igual VEL a la del usuario podrá notar el movimiento e incluso oír la aparición. No se puede utilizar ésta técnica en el aire, ya que es un movimiento rápido, no te teletransporta directamente.
Shōgo no Sakkaku no Jutsu
Ilusión de mediodía
Requisitos: un sello con una mano
Tipo: Genjutsu
Condición: suplementaria
Rango: C
Efecto: el enemigo no ve sombras por 2 turnos
Chakra: 20 Chakra
Descripción: mediante este Genjutsu, el Nara hace que su enemigo se vea incapacitado para ver sombras por un breve tiempo.
Bueno, qué puedo decir de mi situación en esos momentos. La verdad es que no era como quería que sucediera todo... Quería irme de Iwa al País de la Lluvia, para investigar sobre mis padres... Pero al parecer, no iba a poder hacer lo que deseaba... No al menos por el entonces. Estaba retenido en Konoha, y en ese momento era un shinobi al servicio del Hokage Viral. Por ello, me había decidido a asumirlo simplemente, y aplazar mi investigación sobre mis padres. Ese día, había amanecido sin nada que hacer... Así que me planteé dar una vuelta por la Hoja y sus alrededores, conociendo así el lugar donde viviría.
El paseo resulto bastante agradable. A la luz del sol saliente, cualquiera podría estar a gusto. Medía un metro con setenta y siete, y era ligeramente delgado, pese a tener un cuerpo bien trabajado. Mi tono de piel era levemente pálido, una palidez que el sol acariciaba con suavidad. Aunque no tenía vello por el cuerpo, mi largo cabello liso me llegaba hasta la altura del diafragma. El color de este era absolutamente negro, un negro metalizado, que se confundiría con la misma oscuridad. Lo llevaba recogido en una coleta baja. Mis ojos eran de un color azul verdoso, notablemente oscuros, y las largas pestañas los hacían bastante llamativos a la luz del sol. La nariz, fina y recta, y los labios suaves y finos también. Vestía una camiseta negra de manga larga, ceñida y sin adornos. Un pantalón también negro y largo, y las típicas zapatillas ninja, ajustadas. Llevaba un collar de cuero negro ceñido a la mitad del cuello, y tres pendientes de aro de plata en la oreja izquierda. En la mano derecha portaba un anillo con un tribal, también plateado.
Y en mi bíceps derecho, enrollada, llevaba la banda de mi antigua villa, Iwagakure, bajo la de Konoha, enrollada justo encima de la de Iwa.
Me di una vuelta rápida por todos los lugares. Volví a las caras de piedra de los Hokages antiguos, me adentré en el Bosque de la Muerte y visité el Templo del Fuego... Y finalmente, llegué al Valle del Fin. Con tranquilidad, me dirigí hacia las estatuas que vigilaban la cascada del lugar. Me sentía extraño. Según tenía entendido, era el lugar en el que, años atrás, dos poderosos shinobi de Konoha habían luchado por su amistad y su destino... Y sólo eran dos críos en ese entonces. Las historias que contaron a través de ahí, cada vez fueron más emocionantes... Y pensar que me encontraba en ese momento en el lugar en el que comenzó todo... Hizo que por dentro me invadiera un escalofrío.
Pero algo me desconcentró de mi paseo. A lo lejos, había visualizado una pequeña casa, y al parecer una persona estaba al lado. No había más edificios alrededor, y por lo que tenía entendido allí no vivía nadie... Así que, por simple curiosidad, me acerqué al lugar. Me producía curiosidad. A lo mejor era algún familiar de esos dos grandes shinobi... Pero al momento se fue mi idea de la cabeza. Ya estaba empezando a delirar. Cuando llegué a estar a unos cuantos metros de la chica, la saludé desde lejos.
- ¡Hey! ¡Buenos días! |
- ¿Qué hay? Me llamo Dártirus Nara. Encantado. Perdona que haya aparecido de repente, pero no sabía que viviera nadie por aquí, y me ha producido curiosidad el ver esta solitaria casa. ¿Vives aquí tú sola? |
Última edición por Dártirus el Mar Sep 11, 2012 11:06 pm, editado 1 vez
Dártirus- Chunin Konoha
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Re: Encuentro de Dártirus y Kori
Un día cualquiera por la mañana, cuando decido salir a visitar la tumba de mis padres. En vez del vestido morado y largo que suelo llevar, como hace bastante calor para llevarlo, decido ponerme las ropas que suelo llevar cuando combato en el Coliseo, salvo porque cambio las largas botas negras -que se atan por delante a lo largo de toda la bota con unos cordones del mismo color- por una especie de zapatilla también de color negro, que es cómoda, pero parece una francesita, bella y simple.
Con este atuendo salgo de casa. No me parece la vestidura más ortodoxa para ir a un sitio así, pero es lo que tiene el calor. Tendré que ver si consigo algún vestido corto.
Por el camino voy recogiendo flores del suelo. Las hay de todos los colores, cada cual más bella que la anterior. En concreto, mis favoritas son las de color azul, pero sé que las flores no son para mí, sino para mis progenitores, y su color favorito era el rojo, por lo que procuro coger las de ese color. Cuando llego al árbol debajo el cual yacen, deposito las flores, que he juntado en dos ramilletes, uno para cada uno. Si uno no se fija demasiado, no salta a la vista que debajo puedan estar dos cadáveres en estado de putrefacción. Lo único es que la hierba está de un color ligeramente más claro que la del resto de prado, además de un pelín más corta.
Me siento apoyando mi espalda en el tronco, y les cuento mis logros en el Coliseo, así como mis derrotas. Les explico una vez más, aunque en el fondo sepa que no me van a oír, que me siento feliz al ser ninja y aprender cada vez más jutsus, con los que tengo más fácil ganar. Les cuento que voy mejorando poco a poco, pero que no es lo mismo sabiendo que no tengo su aprobación, ni su compañía. Les confieso que les echo de menos, y que me arrepiento de haberme ido, que quizás hubiera podido protegerlos. Pero en el fondo sé que si no me hubiera ido, no tendría casi estudios ninjas, y que no sería nada capaz de enfrentarme a alguien dispuesto a hacer daño.
A pesar de tener relativamente reciente su pérdida, consigo que sólo unas pocas lágrimas salgan de mis ojos. Después me vuelvo a mi hogar con intención de descansar, para después poder entrenar un poco. Cada vez que "hablo" con mis padres, siento la necesidad de seguir mejorando, para que, estén donde estén, algún día puedan reconocer que no es dañino para mí, si no al contrario. Que es útil. Y que vivo por ello. Algún día conseguiré una hazaña que compruebe lo que ahora digo. Eso lo tengo claro.
Cojo por el camino una flor azul, morada y amarilla. Ésta sí que será para mí. Los delicados colores se combinan haciendo una verdadera obra de arte, que sólo ha podido ser creada por la naturaleza. Me dispongo a entrar en la casa al fin, pensando en dónde pondré la flor, cuando veo a un chico que se acerca hacia mí. Sus ropas son negras, como las mías, y también es de tez blanca, como yo. Su cabello negro lo lleva en una coleta.
-¡Hey! ¡Buenos días! -dice cuando está a unos pocos metros de mí-. ¿Qué hay? Me llamo Dártirus Nara. Encantado. Perdona que haya aparecido de repente, pero no sabía que viviera nadie por aquí, y me ha producido curiosidad el ver esta solitaria casa. ¿Vives aquí tú sola? -esto último lo dice cuando está ya a mi altura, y hace una pequeña reverencia.
-Buenos días a ti también -le saludo. Me desconcierta el hecho de que sea del mismo clan que yo, pero no pierdo la compostura y sigo hablando como si no fuera tímida, o al menos lo intento-. Yo me llamo Kori Nara. Encantada también. En efecto, vivo sola -en cuanto mi boca pronuncia estas palabras, me arrepiento de haberlas dicho. ¿Quién sabe si no podría querer hacerme daño? Es un ninja, parece mayor que yo, y seguramente sea de mayor nivel. Pero no pude evitar decir mi real situación, acabante de visitar la tumba de mis padres. Suspiro y sigo hablando-. ¿Eres de aquí?
Con este atuendo salgo de casa. No me parece la vestidura más ortodoxa para ir a un sitio así, pero es lo que tiene el calor. Tendré que ver si consigo algún vestido corto.
Por el camino voy recogiendo flores del suelo. Las hay de todos los colores, cada cual más bella que la anterior. En concreto, mis favoritas son las de color azul, pero sé que las flores no son para mí, sino para mis progenitores, y su color favorito era el rojo, por lo que procuro coger las de ese color. Cuando llego al árbol debajo el cual yacen, deposito las flores, que he juntado en dos ramilletes, uno para cada uno. Si uno no se fija demasiado, no salta a la vista que debajo puedan estar dos cadáveres en estado de putrefacción. Lo único es que la hierba está de un color ligeramente más claro que la del resto de prado, además de un pelín más corta.
Me siento apoyando mi espalda en el tronco, y les cuento mis logros en el Coliseo, así como mis derrotas. Les explico una vez más, aunque en el fondo sepa que no me van a oír, que me siento feliz al ser ninja y aprender cada vez más jutsus, con los que tengo más fácil ganar. Les cuento que voy mejorando poco a poco, pero que no es lo mismo sabiendo que no tengo su aprobación, ni su compañía. Les confieso que les echo de menos, y que me arrepiento de haberme ido, que quizás hubiera podido protegerlos. Pero en el fondo sé que si no me hubiera ido, no tendría casi estudios ninjas, y que no sería nada capaz de enfrentarme a alguien dispuesto a hacer daño.
A pesar de tener relativamente reciente su pérdida, consigo que sólo unas pocas lágrimas salgan de mis ojos. Después me vuelvo a mi hogar con intención de descansar, para después poder entrenar un poco. Cada vez que "hablo" con mis padres, siento la necesidad de seguir mejorando, para que, estén donde estén, algún día puedan reconocer que no es dañino para mí, si no al contrario. Que es útil. Y que vivo por ello. Algún día conseguiré una hazaña que compruebe lo que ahora digo. Eso lo tengo claro.
Cojo por el camino una flor azul, morada y amarilla. Ésta sí que será para mí. Los delicados colores se combinan haciendo una verdadera obra de arte, que sólo ha podido ser creada por la naturaleza. Me dispongo a entrar en la casa al fin, pensando en dónde pondré la flor, cuando veo a un chico que se acerca hacia mí. Sus ropas son negras, como las mías, y también es de tez blanca, como yo. Su cabello negro lo lleva en una coleta.
-¡Hey! ¡Buenos días! -dice cuando está a unos pocos metros de mí-. ¿Qué hay? Me llamo Dártirus Nara. Encantado. Perdona que haya aparecido de repente, pero no sabía que viviera nadie por aquí, y me ha producido curiosidad el ver esta solitaria casa. ¿Vives aquí tú sola? -esto último lo dice cuando está ya a mi altura, y hace una pequeña reverencia.
-Buenos días a ti también -le saludo. Me desconcierta el hecho de que sea del mismo clan que yo, pero no pierdo la compostura y sigo hablando como si no fuera tímida, o al menos lo intento-. Yo me llamo Kori Nara. Encantada también. En efecto, vivo sola -en cuanto mi boca pronuncia estas palabras, me arrepiento de haberlas dicho. ¿Quién sabe si no podría querer hacerme daño? Es un ninja, parece mayor que yo, y seguramente sea de mayor nivel. Pero no pude evitar decir mi real situación, acabante de visitar la tumba de mis padres. Suspiro y sigo hablando-. ¿Eres de aquí?
Kori- Genin Konoha
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Re: Encuentro de Dártirus y Kori
Nada más escuchar la respuesta de la joven, una sonrisa se dibujó en mi rostro. ¡Una chica del clan Nara! Hasta ese entonces, en todo el tiempo que llevaba en el mundo ninja, no había sabido de nadie que fuera Nara aparte de mí. El hecho de acabar de conocer a una chica de mi mismo clan y apellido, me hacía sentir cercanía hacia ella, y una extraña simpatía. Aunque eso no me hacía perder mi sentido objetivo ni mi instinto precavido. Y el hecho de que viviera sola, la hacía incluso parecerse a mí en ese sentido, el estar solo... Aunque a mí era algo que me agradaba, y a ella, ni idea. Pero el hecho de encontrarme con Kori ese día, sería algo muy relevante en mi vida del día a día.
Cuando me preguntó si era de aquí, le mostré mi brazo, en el que llevaba enrolladas las bandas de Iwagakure y Konohagakure.
El recordar a un viejo amigo, me hizo sentir su ausencia. Pero era algo que ya había superado, y ni siquiera mostré el pequeño segundo que tuve para recordar al pequeño Kage. Al contrario: mi sonrisa se amplió, y me aparté del camino que en principio estaba recorriendo Kori, para ofrecerme a acompañarla, mientras le preguntaba más cosas.
Si era así, para mí sería una sorpresa y algo que me sacaría de nuevo una sonrisa, pero tampoco es que me emocionase saber que había más. Simplemente me gustaba saber que mi clan no estaba extinto, pues además de no conocer más Nara que a mis padres, al nacer fuera del mundo shinobi, no sabía ni que había más clanes... He de agradecerle eso a mi viejo maestro. Que dios mío... Hacía muchísimo que no veía. Debería ir a verle algún día al País del Viento. Pero esa es otra historia.
El caso es que esa chica, Kori, me agradaba, y un sexto sentido me decía que a partir de entonces podríamos convertirnos en buenos compañeros, y en un tiempo largo, puede que hasta amigos. Y el hecho del ser del mismo clan, me había dado una opción que podía servirle de ayuda a Kori.
Que sí, es verdad, la acabab de conocer. Pero oye... No todos los días conoce uno a alguien de la familia. Y el hecho de ayudarle a mejorar no iba a quitarme mis pies de plomo. Por algo era un Nara. Siempre centrado y calculador... Y por algo, ella también lo era.
Cuando me preguntó si era de aquí, le mostré mi brazo, en el que llevaba enrolladas las bandas de Iwagakure y Konohagakure.
- Ahora, al parecer, sí lo soy... Antes vivía en Iwagakure, al servicio del Tsuchikage Kenko... |
- ¿Te puedo acompañar? Nunca he conocido a nadie de mi clan, y el saber de ti es una sorpresa. ¿Sabes si hay más Nara en Konoha? |
Si era así, para mí sería una sorpresa y algo que me sacaría de nuevo una sonrisa, pero tampoco es que me emocionase saber que había más. Simplemente me gustaba saber que mi clan no estaba extinto, pues además de no conocer más Nara que a mis padres, al nacer fuera del mundo shinobi, no sabía ni que había más clanes... He de agradecerle eso a mi viejo maestro. Que dios mío... Hacía muchísimo que no veía. Debería ir a verle algún día al País del Viento. Pero esa es otra historia.
El caso es que esa chica, Kori, me agradaba, y un sexto sentido me decía que a partir de entonces podríamos convertirnos en buenos compañeros, y en un tiempo largo, puede que hasta amigos. Y el hecho del ser del mismo clan, me había dado una opción que podía servirle de ayuda a Kori.
- Por cierto, Kori... ¿Eres aún gennin? Lo digo, porque el examen para chuunin comenzará en apenas dos meses, y yo ya llevo un tiempo siéndolo. Si lo eres y vas a presentarte al examen, puedo intentar ayudarte en lo que sea. ¿Qué te parece? |
Dártirus- Chunin Konoha
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Re: Encuentro de Dártirus y Kori
Al responderle a Dártirus que yo soy del clan Nara, sonríe. Parece alegrarle la idea de que no sea la única persona de ese Clan; puede que a mí también me guste en parte, pero de momento, todavía desconfío, como haría con cualquier otra persona, sea del clan que sea.
No puedo evitar mirar a la dirección en la que yacen mis padres; quizás en busca de un consejo, quizás sólo instintivamente. Un viento que mueve mi falda hace que vuelva a mirar a los ojos a este extraño todavía para mí, atendiendo a lo que pueda decirme a continuación.
- Ahora, al parecer, sí lo soy... Antes vivía en Iwagakure, al servicio del Tsuchikage Kenko... -una disimulada mueca de asombro se forma en mi rostro, y no puedo evitar preguntarle al respecto, pues yo antes también vivía en Iwagakure, lo único por lo que me vine fue para volver a casa. Pero antes de que pueda formularle mi pregunta, Dártirus me hace a mí una-. ¿Te puedo acompañar? Nunca he conocido a nadie de mi clan, y el saber de ti es una sorpresa. ¿Sabes si hay más Nara en Konoha?
Dudo en qué decirle; puede que realmente las intenciones de mi compañero no sean malas, o en cambio puede que sí. Tras unos segundos de meditación, decido darle una respuesta afirmativa; en caso de que me quiera hacer algo me defenderé.
-De acuerdo, si quieres te enseño esto -digo para intentar alejarnos de mi casa, y empiezo a caminar-. Yo tampoco conocía a ningún Nara, y desconozco la posibilidad de que haya alguien más. No me hagas mucho caso igualmente, no conozco a casi nadie. Suelo estar siempre sola -esto último lo digo con sentimiento en la voz. Porque necesito estar sola muchas veces, pero de eso a estarlo siempre, hay diferencia.
-Por cierto, Kori... ¿Eres aún gennin? Lo digo, porque el examen para chuunin comenzará en apenas dos meses, y yo ya llevo un tiempo siéndolo. Si lo eres y vas a presentarte al examen, puedo intentar ayudarte en lo que sea. ¿Qué te parece? -al decirme esto no puedo evitar sorprenderme. Si quiere enseñarme algo, deja en menos posibilidades que sea un mal tipo.
-Sí, lo soy. No sabía que el examen sería tan pronto -le digo sinceramente. Ésta es mi oportunidad de aprender más, y de conseguir poder superar otra fase más-. Si pudieras, estaría bien -le digo.
-¿Por qué te marchaste de Iwa? -le digo con curiosidad, pero sin revelarle que yo también antes vivía allí. Con suerte, puede que me responda. No sé lo que hará, puede que me responda, pueda que no, pero espero su respuesta con ansia igualmente.
Empieza a llover, pero es una lluvia tan fina que ni me molesta, aunque sí que moja algo la ropa. No me esperaba que lloviese, con el cielo tan azul que había y sigue habiendo. Aún así, decido preguntarle a Dártirus si quiere ir a algún sitio cubierto.
No puedo evitar mirar a la dirección en la que yacen mis padres; quizás en busca de un consejo, quizás sólo instintivamente. Un viento que mueve mi falda hace que vuelva a mirar a los ojos a este extraño todavía para mí, atendiendo a lo que pueda decirme a continuación.
- Ahora, al parecer, sí lo soy... Antes vivía en Iwagakure, al servicio del Tsuchikage Kenko... -una disimulada mueca de asombro se forma en mi rostro, y no puedo evitar preguntarle al respecto, pues yo antes también vivía en Iwagakure, lo único por lo que me vine fue para volver a casa. Pero antes de que pueda formularle mi pregunta, Dártirus me hace a mí una-. ¿Te puedo acompañar? Nunca he conocido a nadie de mi clan, y el saber de ti es una sorpresa. ¿Sabes si hay más Nara en Konoha?
Dudo en qué decirle; puede que realmente las intenciones de mi compañero no sean malas, o en cambio puede que sí. Tras unos segundos de meditación, decido darle una respuesta afirmativa; en caso de que me quiera hacer algo me defenderé.
-De acuerdo, si quieres te enseño esto -digo para intentar alejarnos de mi casa, y empiezo a caminar-. Yo tampoco conocía a ningún Nara, y desconozco la posibilidad de que haya alguien más. No me hagas mucho caso igualmente, no conozco a casi nadie. Suelo estar siempre sola -esto último lo digo con sentimiento en la voz. Porque necesito estar sola muchas veces, pero de eso a estarlo siempre, hay diferencia.
-Por cierto, Kori... ¿Eres aún gennin? Lo digo, porque el examen para chuunin comenzará en apenas dos meses, y yo ya llevo un tiempo siéndolo. Si lo eres y vas a presentarte al examen, puedo intentar ayudarte en lo que sea. ¿Qué te parece? -al decirme esto no puedo evitar sorprenderme. Si quiere enseñarme algo, deja en menos posibilidades que sea un mal tipo.
-Sí, lo soy. No sabía que el examen sería tan pronto -le digo sinceramente. Ésta es mi oportunidad de aprender más, y de conseguir poder superar otra fase más-. Si pudieras, estaría bien -le digo.
-¿Por qué te marchaste de Iwa? -le digo con curiosidad, pero sin revelarle que yo también antes vivía allí. Con suerte, puede que me responda. No sé lo que hará, puede que me responda, pueda que no, pero espero su respuesta con ansia igualmente.
Empieza a llover, pero es una lluvia tan fina que ni me molesta, aunque sí que moja algo la ropa. No me esperaba que lloviese, con el cielo tan azul que había y sigue habiendo. Aún así, decido preguntarle a Dártirus si quiere ir a algún sitio cubierto.
Última edición por Kori el Sáb Sep 15, 2012 8:18 am, editado 1 vez
Kori- Genin Konoha
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Re: Encuentro de Dártirus y Kori
[Offrol: Dártirus: "y ni siquiera mostré el pequeño segundo que tuve para recordar al pequeño Kage. Al contrario: mi sonrisa se amplió," >> Kori: "No sé lo que hará, pues parece que el recuerdo del Tsuchikage le turba." Tía, si digo que no lo muestro, no puedes saber qué pasa por mi mente xD Si tuvieras más int que yo todavía, pero no lo creo. Sé coherente please.]
Caminando, observaba todo cuanto me rodeaba. Las plantas, las nubes, las rocas... Todo es bello y perfectamente natural. Es un entorno que llama a la paz interior y a la meditación... Un lugar envidiable, ciertamente. Sin embargo, la chica, Kori, no parece muy satisfecha con su situación. Cuando me responde y confiesa su soledad, lo hace con un tono ligeramente triste... Algo que entendía, pues yo siempre he estado solo. Desde que nací. Sin embargo, aprendí a amar la soledad. Aún así, para Kori no parecía agradable, así que decidí no indagar en lo que le pasaba. Simplemente, esperé su respuesta ante mi ofrecimiento.
Cuando me respondió afirmativamente, sonreí de nuevo, ligeramente. Me alegraba serle útil a alguien, y más si era de mi clan. Así pues, al momento decidí qué dos técnicas le enseñaría. Cuando me preguntó sobre Iwa, me acordé de la carta de Sonzu, que me llamaba para llevarle el peluche olvidado, y la última sonrisa que me dedicó el bueno de Kenko, pero no mostré alteración alguna. Simplemente, respondí con normalidad.
Dije finalmente, con una sonrisa. La verdad es que la muerte de Kenko me afectaba, pero llevaba toda mi vida ocultando mis sentimientos hacia cualquier persona, y esta no iba a ser una situación diferente. Por otro lado estaba acostumbrado a ver morir a quienes me rodeaban, así que no tardaría en olvidar a Kenko y su villa.
Tras responderla, se puso a chispear, y asentí ante su proposición de ir a un lugar cubierto. Sería lo mejor para enseñarle la primera técnica que quería mostrarle.
Y así era. Tras caminar un buen rato, adentrándonos en las rocas que sembraban el valle, localizamos una gran apertura, algo profunda, e increíblemente grande. Tendría unos diez metros de alto, y treinta de profundo. El suelo era mayormente liso, así que sería perfecto para el aprendizaje. Con tranquilidad, me adentré en la cueva, y cuando estuvimos en su interior, le expliqué la técnica que aprendería.
Mientras hablaba, me alejé cinco metros de ella.
Tras decirlo, los realicé lentamente y bien marcados, para que se quedase con la serie de movimientos.
Y sin perder más tiempo, fui a dar la primera zancada, desapareciendo de la vista de Kori, y apareciendo a su espalda. Desde detrás, hablé como si no hubiera pasado nada.
Dicho esto, me aparté otros cinco metros, mirándola con una sonrisa.
La verdad es que, sin darme cuenta, estaba tratando con bastante cercanía a la chica. El ayudarla y el saber que era de mi clan, me había hecho cogerle algo de cariño. Además, si éramos compañeros de Konoha, saber que tenía a una aliada con la que podría interrelacionarme en temas de clan me aliviaba, pues precisamente mi objetivo en la vida era averiguar los secretos del clan Nara. Simplemente, me alegraba de saber de su existencia. El caso es, que a cinco de metros de ella, me quedé estático, esperando su movimiento.
Caminando, observaba todo cuanto me rodeaba. Las plantas, las nubes, las rocas... Todo es bello y perfectamente natural. Es un entorno que llama a la paz interior y a la meditación... Un lugar envidiable, ciertamente. Sin embargo, la chica, Kori, no parece muy satisfecha con su situación. Cuando me responde y confiesa su soledad, lo hace con un tono ligeramente triste... Algo que entendía, pues yo siempre he estado solo. Desde que nací. Sin embargo, aprendí a amar la soledad. Aún así, para Kori no parecía agradable, así que decidí no indagar en lo que le pasaba. Simplemente, esperé su respuesta ante mi ofrecimiento.
Cuando me respondió afirmativamente, sonreí de nuevo, ligeramente. Me alegraba serle útil a alguien, y más si era de mi clan. Así pues, al momento decidí qué dos técnicas le enseñaría. Cuando me preguntó sobre Iwa, me acordé de la carta de Sonzu, que me llamaba para llevarle el peluche olvidado, y la última sonrisa que me dedicó el bueno de Kenko, pero no mostré alteración alguna. Simplemente, respondí con normalidad.
- Pues había asuntos que debía tratar en Konoha, y me fui de allí días antes del ataque... Más tarde me enteré de su destrucción y la muerte del Kage... Pero en fin, son cosas que pasan, así que supongo que habrá que hacerse un hueco por aquí. |
Tras responderla, se puso a chispear, y asentí ante su proposición de ir a un lugar cubierto. Sería lo mejor para enseñarle la primera técnica que quería mostrarle.
- Sí, vámonos. Cerca de este valle debería haber una cueva... |
- Bueno, ya que estamos aquí, te enseñaré algo. Hay una técnica, la Danza de las Sombras, que puede ser bastante útil. |
- Lo que debes hacer, es realizar estos sellos con las manos. |
- Después de realizar los sellos, debes expandir tu chakra por tu cuerpo, pues esta aumentará tu velocidad en un instante, y cuando quieras moverte, aparecerás a la espalda del oponente. |
- Aunque parece que te teletransportas, en realidad es un movimiento rápido, simplemente un impulso. Pero es tan veloz que apenas se ve al que lo hace... No obstante, si tu oponente te iguala o supera en velocidad, seguramente esté acostumbrado a estos movimientos, y podrá oírte. Además, esta técnica sólo sirve a cinco metros o menos del oponente. |
- Así pues, ¡adelante! Intenta llegar hasta mi espalda. |
La verdad es que, sin darme cuenta, estaba tratando con bastante cercanía a la chica. El ayudarla y el saber que era de mi clan, me había hecho cogerle algo de cariño. Además, si éramos compañeros de Konoha, saber que tenía a una aliada con la que podría interrelacionarme en temas de clan me aliviaba, pues precisamente mi objetivo en la vida era averiguar los secretos del clan Nara. Simplemente, me alegraba de saber de su existencia. El caso es, que a cinco de metros de ella, me quedé estático, esperando su movimiento.
Dártirus- Chunin Konoha
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Re: Encuentro de Dártirus y Kori
Como yo quería que pasara, Dártirus contesta mi pregunta acerca de la razón de su llegada a Konoha. Sin embargo, me sorprende su respuesta. ¿Iwagakure, destruida? ¿El Kage, muerto? Mi mente no puede creérselo, lo que no sé si es bueno o malo, pero al menos por ahora me ayuda a mantener la compostura, pues en caso de que me lo creyera posiblemente no podría evitar montar una escenita.
-Me estarás tomando el pelo -le digo sin pensarlo, incapaz de hacerme a la idea de que lo que dice sea cierto. Además, por la sonrisa que se le escapa después de decir esto, es probable la idea de que simplemente sea una broma (de muy mal gusto, por cierto).
Respecto a la proposición de ir a buscar un sitio seco, dice que le parece bien, por lo que nos ponemos en marcha en la búsqueda de algún lugar que pueda servir para hablar, y supongo que también para entrenar, ya que estamos en ello.
Procuro alejarlo de la zona en la que se encuentra mi pequeño rincón, pues aunque la entrada está bien disimulada, no quisiera que lo encontrara por alguna casualidad. Así pues, intento dirigirlo a otras zonas donde tengo vistas cuevas de lejos, aunque nunca haya entrado en ellas.
Después de un rato caminando sin apenas mediar palabra, encontramos un sitio aparentemente perfecto para realizar nuestro propósito; un lugar grande y espacioso.
Una vez dentro, se pone a una distancia de unos cinco metros de mí, mientras me dice lo siguiente:
- Bueno, ya que estamos aquí, te enseñaré algo. Hay una técnica, la Danza de las Sombras, que puede ser bastante útil. Lo que debes hacer, es realizar estos sellos con las manos.
Después de decir esto, hace los sellos que acaba de mencionar, lentamente, para que yo pueda fijarme bien y hacerlos cuando me diga. No son muy complicados, sino que son fáciles de recordar y realizar. Por si acaso, voy haciendo los sellos en mi mente a la vez que él para acordarme más fácilmente. Después de esto, prosigue con la explicación, en la que me dice que tengo que expandir el chakra por el cuerpo, así aumentaré mi velocidad durante un momento, y apareceré a la espalda de mi enemigo. Supongo que a pesar de esto, si mi contrincante es más veloz que yo no será tan efectivo. Tras esto, hace dicho jutsu, sorprendiéndome al decir sus siguientes palabras tras mi espalda.
-Aunque parece que te teletransportas, en realidad es un movimiento rápido, simplemente un impulso. Pero es tan veloz que apenas se ve al que lo hace.... No obstante, si tu oponente te iguala o supera en velocidad, seguramente esté acostumbrado a estos movimientos, y podrá oírte. Además, esta técnica sólo sirve a cinco metros o menos del oponente -dice, corroborando mis anteriores pensamientos.
Tras esto, me invita a realizar la técnica, luciendo una sonrisa. Sé que mi sensei podrá darse cuenta de mis movimientos; no obstante, contra otros ninjas podrá serme de utilidad. Así que, esforzándome, realizo los sellos que previamente me enseñó, expando el chakra como me dijo, me muevo, y a una velocidad que me resulta hasta a mí misma increíble, me encuentro detrás de él.
-¿Ha estado bien así? ¿Algún fallo? -pregunto con impaciencia.
Mientras espero una respuesta, observo a mi alrededor, en busca de algo que no sea piedra, y lo único que veo es un perro, o un lobo, no distingo bien, pues es del mismo color de la piedra. Me acerco hacia él con la intención de acariciarlo, pero descubro que el pobre cachorro no tiene vida, lo único queda de él es su cuerpo. Lo cojo en brazos y le digo a mi sensei:
-¿Podemos hacer algo bonito por él?
-Me estarás tomando el pelo -le digo sin pensarlo, incapaz de hacerme a la idea de que lo que dice sea cierto. Además, por la sonrisa que se le escapa después de decir esto, es probable la idea de que simplemente sea una broma (de muy mal gusto, por cierto).
Respecto a la proposición de ir a buscar un sitio seco, dice que le parece bien, por lo que nos ponemos en marcha en la búsqueda de algún lugar que pueda servir para hablar, y supongo que también para entrenar, ya que estamos en ello.
Procuro alejarlo de la zona en la que se encuentra mi pequeño rincón, pues aunque la entrada está bien disimulada, no quisiera que lo encontrara por alguna casualidad. Así pues, intento dirigirlo a otras zonas donde tengo vistas cuevas de lejos, aunque nunca haya entrado en ellas.
Después de un rato caminando sin apenas mediar palabra, encontramos un sitio aparentemente perfecto para realizar nuestro propósito; un lugar grande y espacioso.
Una vez dentro, se pone a una distancia de unos cinco metros de mí, mientras me dice lo siguiente:
- Bueno, ya que estamos aquí, te enseñaré algo. Hay una técnica, la Danza de las Sombras, que puede ser bastante útil. Lo que debes hacer, es realizar estos sellos con las manos.
Después de decir esto, hace los sellos que acaba de mencionar, lentamente, para que yo pueda fijarme bien y hacerlos cuando me diga. No son muy complicados, sino que son fáciles de recordar y realizar. Por si acaso, voy haciendo los sellos en mi mente a la vez que él para acordarme más fácilmente. Después de esto, prosigue con la explicación, en la que me dice que tengo que expandir el chakra por el cuerpo, así aumentaré mi velocidad durante un momento, y apareceré a la espalda de mi enemigo. Supongo que a pesar de esto, si mi contrincante es más veloz que yo no será tan efectivo. Tras esto, hace dicho jutsu, sorprendiéndome al decir sus siguientes palabras tras mi espalda.
-Aunque parece que te teletransportas, en realidad es un movimiento rápido, simplemente un impulso. Pero es tan veloz que apenas se ve al que lo hace.... No obstante, si tu oponente te iguala o supera en velocidad, seguramente esté acostumbrado a estos movimientos, y podrá oírte. Además, esta técnica sólo sirve a cinco metros o menos del oponente -dice, corroborando mis anteriores pensamientos.
Tras esto, me invita a realizar la técnica, luciendo una sonrisa. Sé que mi sensei podrá darse cuenta de mis movimientos; no obstante, contra otros ninjas podrá serme de utilidad. Así que, esforzándome, realizo los sellos que previamente me enseñó, expando el chakra como me dijo, me muevo, y a una velocidad que me resulta hasta a mí misma increíble, me encuentro detrás de él.
-¿Ha estado bien así? ¿Algún fallo? -pregunto con impaciencia.
Mientras espero una respuesta, observo a mi alrededor, en busca de algo que no sea piedra, y lo único que veo es un perro, o un lobo, no distingo bien, pues es del mismo color de la piedra. Me acerco hacia él con la intención de acariciarlo, pero descubro que el pobre cachorro no tiene vida, lo único queda de él es su cuerpo. Lo cojo en brazos y le digo a mi sensei:
-¿Podemos hacer algo bonito por él?
Kori- Genin Konoha
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