Tora vs Eevee

por **Yuurei** Mar Sep 18, 2012 7:41 am

Arena:

Agni Kai... Agni Kai... ¿Por qué cada vez que retaba en esa arena sentía dentro de mi que me iban a apalizar? Bueno, ese no era el caso, el caso era que en esta ocasión me enfrentaba a una tal Eevee, veterana del coliseo y que tenía a su espalda unas cuantas victorias aunque también unas cuantas derrotas, en esta ocasión el combate era en Agni Kai y la prohibición de todo tipo de armas seguramente no me viniese ni bien ni mal, el tatami de cincuenta metros era un espacio demasiado reducido y como no sabía las capacidades de mi rival no estaba seguro si sería fácil afrontar una pelea tan a lo loco pero como había retado yo y últimamente me sentía capaz de hacer cualquier locura me preparé para el combate.

En los vestuarios me vestí y me preparé para lo que podría esperarme dentro del tatami, como era una ocasión especial, pues peleábamos en el agni kai, pensé que sería bueno vestir un kimono a rayas diagonales azules y violetas además de la peluca y el gorro que colocaba en cima de esta en el mismo color que el kimono. Me até bien el kimono y empecé a salir por las puertas opacas que daban al tatami, la escalinata blanca que llevaba hasta el tatami se me estaba haciendo bastante larga pero en seguida esta sensación se convirtió en preocupación y luego en ánimos, me coloqué a apenas diez centímetros del final de la escalinata por lo que la separación entre mi rival y yo era de casi los cincuenta metros del tatami y entonces esperé.

Información:

por **Shika** Dom Sep 23, 2012 10:27 am

El segundo día de mi viaje al país de la tierra conllevaba un segundo combate. Y de nuevo era éste en la arena llamada Agni Kai. Me gustaba esa arena, aunque me impedía utilizar técnicas de mi clan, o armas siquiera. Tampoco podía arreglármelas con los jutsus comunes que con el tiempo había ido aprendiendo. Debía usar todo lo que sabía de Raiton. No era un gran problema, pues me había entrenado en ese elemento lo suficiente como para salir adelante utilizando tan solo sus técnicas. Pensé que necesitaba hacer lo mismo con Doton, y me decidí a continuar los entrenamientos en cuanto volviera a Konoha.

Bajé del árbol y, siguiendo el mismo orden que un día antes, comencé a prepararme y a guardar todas mis cosas. Me acerqué a un pequeño arroyo y me lavé sin perder mucho tiempo. Aunque me había despertado lo suficientemente pronto no debía desaprovechar unos minutos preciosos. Como bien decía la gente cuando iba por las calles, el tiempo equivale al oro. Porque… ¿qué puedes hacer con mucho oro y poco tiempo? ¿O con mucho tiempo y poco oro? Había llegado a la conclusión de que, aunque a los ojos de cada persona el dinero fuera más importante, cada minuto podía ser infinitamente más valioso que una simple moneda.

Sin embargo, eran conclusiones que no tenía intención de ir contando por ahí. Me tacharían de loca, y una ninja loca no trae muy buena reputación a la villa. Las gentes me odiarían, las madres esconderían a sus hijos tras sus faldas para evitar que se acercasen a mí… y todo seguiría una cadena que ni yo misma me atrevía a completar. Las mentes poco sanas estaban en los escalones más bajos dentro de lo que era el aprecio de las poblaciones.

Shika la loca… No, no era algo que realmente me interesara ser. Ya se me conocía en la villa como “La chica que va dando el cante con un monstruo por la calle”, y aunque tenían sus motivos para llamarme así no era lo más gracioso desde mi perspectiva. Bueno, sí, me hacía bastante gracia cuando lo pensaba, pero prefería que me llamaran por mi propio nombre. Al menos no me perseguían las gentes, algunas incluso huían de mí.

Tener un alto rango en la aldea no siempre suponía ser un ninja simpático, al que le gustase ayudar. Y a muchas gentes de Konoha no les gustaban los ninjas. Sin embargo, ese quebradero de cabeza no era un problema en ese mismo momento. Debía darme más prisa si quería llegar a tiempo al coliseo, donde tendría otro combate más. Tenía que aprovechar el tiempo, y si me quedaba dentro del arroyo poco haría por avanzar con más velocidad.

Cuando llegué a la altura del árbol en que aún permanecían mis posesiones, cogí lo que necesitaría en el coliseo y continué el camino. Me quedaba un rato andando para llegar a mi destino, por lo que saqué una manzana de la mochila y fui comiéndomela a pequeños bocados. No quería pasar hambre en el transcurso del combate, pensaba mejor con el estómago lleno.

Iba levantando polvo a mi paso, lo que señalaba el hecho de que no llovía desde días atrás. Miré al cielo y pude ver que estaba completamente despejado, al contrario que los días de invierno en que había permanecido cubierto de nubes, preparado para hacer caer sobre el mundo la lluvia que había guardado tanto tiempo. Pensé en el ciclo que seguía el agua, así como en el arroyo en que había estado un rato antes. La idea de dar media vuelta y volver a sumergirme en el agua era realmente tentadora, y no seguí a los deseos irracionales de mi mente porque tenía un combate pendiente en el coliseo de batalla. No podía faltar al combate sin avisar previamente a mi contrincante… con varios días de antelación. No era justo que se preparara y esperara en la arena hasta que, pasado el tiempo, todos se dieran cuenta de que no aparecería por ahí. Yo no era una cobarde de tal envergadura. Para empezar, yo era más bien pequeñita.

Llegué ante las puertas del coliseo de batalla un rato después de haber guardado mis pertenencias, de haber dejado atrás el bosque. Entré y recorrí diversos pasillos hasta que llegué a los vestuarios del Agni Kai. Era obvio que dentro no debía haber nadie, puesto que de otra forma podrían descubrir mi identidad. Realicé los últimos preparativos, como eran quitarme la capa y ponerme la máscara marrón que solía llevar siempre en el coliseo. Me miré en el espejo que había allí un momento antes de cruzar el umbral de otra puerta y seguir recorriendo pasillos. En poco tiempo llegué a una sala oscura, en la que veía cómo una fina línea de luz se abría lentamente. Mis puertas ya se estaban abriendo para que saliera a la arena de batalla. Últimamente siempre llegaba en el momento oportuno, no sabía cómo lo hacía.

Salí a la arena y descubrí que mi contrincante seguía pegadito a sus puertas, como un pequeño cordero acorralado. Me hizo gracia ver que no se había atrevido a alejarse ni tan siquiera más de diez centímetros. Hice un sello con una mano y esperé mientras mi cuerpo emitía un breve destello, suficiente para cegar a mi contrincante. Entonces, cuando debería estar cegado, comencé a correr en su dirección. Tenía cinco segundos para llegar hasta él y dejarle inconsciente si no quería que el combate se alargase demasiado. Descubrí que, con los entrenamientos que había hecho para aumentar mi velocidad, era capaz de llegar a una distancia de diez metros de él en los cinco segundos que tenía de tiempo. A partir de ahí todo era más fácil.

Tras una corta secuencia de sellos con ambas manos conseguiría lanzar polvo y pequeños trozos de metal a mi oponente, para después cargarlos de electricidad. Con eso conseguiría paralizarle durante un rato, el suficiente como para volver a hacer varios sellos y apuntar en su dirección con ambas manos. Un fino rayo de electricidad salió de cada uno de mis dedos en su dirección. Diez potentes rayos que le electrocutarían en pocos segundos. Pero con eso no bastaba, necesitaba un ataque final para acabar con mi contrincante. En ese momento haría un sello con ambas manos y entre estas crearía una pequeña esfera de electricidad, que momentos después saldría disparada hacia mi rival. Con eso daría final el comienzo, y me quedaría el día libre.

Información:

Acciones:

Gastos y daños:

por **Yuurei** Dom Sep 23, 2012 10:45 am

Cuando estaba en la arena y pude apreciar como mi rival, que era una joven bastante hermosa o eso parecía a través del disfraz, estaba ya dentro del tatami de cincuenta metros y realizando unos sellos que apenas pude ver una gran luz me cegó, yo apenas me había movido unos centímetros del lugar por el que había entrado y entonces me inundó una extraña sensación de que todo estaba perdido, en apenas unos segundos pude recuperar la vista pero ya era tarde pues dos ataques consecutivos se abalanzaban sobre mi cuerpo y me golpeaban con tan fuerza que no pude evitar quedarme incosnciente, en ese momento vi el cielo azul iluminando todo la arena y caí al suelo mientras poco a poco cerraba los ojos. Mi espalda golpeó el tatami produciendo un golpe sonoro y sordo y seguramente en apenas unos segundos aparecería el cuerpo medico para llevarme a la enfermería y prestarme cuidados, no sabía por qué había retado a aquella joven que había demostrado ser superior a mi en muchos niveles, en ese momento sentí que era la persona más estúpida del universo. Definitivamente había perdido por mi poca experiencia.

por **Blank** Dom Sep 23, 2012 4:38 pm

Revisado.
Shika: + 1500 Ryos. + 40 Exp.
Haruo: - 4 Pr.

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