morador del desierto vs garrapata

La luz del crepúsculo ha comenzado a aparecer en el horizonte, eso quiere decir que la hora del combate en el coliseo de batalla de Iwagakure se acerca de forma irrefrenable. Ya estaba en Iwa, en los vestuarios de los luchadores, preparándome para salir a escena y combatir por una recompensa monetaria que podría ayudar a la reconstrucción de Kirigakure. No me gustaba pelear por dinero, eso no daba paz espiritual, sino al revés, la violencia te apegaba a este mundo y atormentaba el alma con el sufrimiento ajeno que tu mismo provocabas.

Todo eso me hacía llorar por dentro, me hacía sentir un mero instrumento, una simple herramienta para un fin que cada día parecía alejarse mas de las manos los Kirianos, pero no podía hacer otra cosa, tan solo tener la esperanza de que nuestras negociaciones con las demás villas funcionaran y no nos traicionasen. Era algo difícil de creer, pero la fe en el ser humano no debía perderse nunca. Aún recuerdo con orgullo aquella guerra contra el Loto Negro, mi nivel en el combate era muy inferior y mi mente estaba mucho mas apegada al mundo de sufrimiento. Tenía miedo de morir, pero sobretodo tenía miedo de fallar, por suerte sobreviví a aquella devastadora guerra, pero no gané, al menos no gané solo. Allí no eramos cinco villas, allí todos estábamos unidos, por desgracia, al acabar la guerra esa unión se fue al traste y volvimos a las guerras, a las disputas, al sufrimiento por querer poder.  

Todos ahora mismo sufríamos, pero porque queríamos, no quisimos estar unidos, elegimos el poder y no la unión, ese no era el camino adecuado y Kirigakure pagó esa decisión, pues el imperio del agua se disolvió. Ahora nos vemos obligados a hacer este tipo de cosas, a luchar por dinero como mercenarios, a negociar con la villa que siempre fue nuestra enemiga acérrima, como si fuésemos vagabundos.

Por eso estaba allí, en esos vestuarios pintando mi rostro como si fuese una calavera mexicana de decoración verde, para que no se me reconociese allí fuera, no quería que ninguna persona del público pudiese saber que actuaba en ese tipo de actos. Cuando acabé de pintarme me puse la chaqueta de cuero negra y guardé en la bolsa mi ropa de ninja de Kirigakure, estaba en Iwagakure y bueno, todo se sabe. Después miré la tinaja de insectos de mi padre, la miraba con pesar, esto no lo hubiese querido él, ningún Kiriano lo hubiese querido la verdad, pero alguien tenía que hacerlo y me tocaba ser a mí, así que agarré la tinaja y fui hacia la arena de combate. Caminaba tranquilo con paso firme, relajando mi mente, intentando desechar toda idea que me pudiera distraer del combate, aunque había una que no conseguía quitarme de la cabeza. No podía dejar de pensar en que sería de Nana, ¿Estaría bien? Hacía bastante tiempo que no sabía nada de ella ni de Usui, los echaba de menos, para que engañarme, y más sabiendo que desde que llegó aquel forastero con un corazón en la mano, todos estábamos en riesgo.

Mi mente comenzaba a llenarse de cosas antes de combatir y eso me quitaría concentración para el combate, por no contar que la preocupación no tenga cabida en una situación así, por ahora lo importante era ganar el combate. Ya había llegado a la puerta que daba a la arena de combate, por ahora estaba cerrada, me imaginaba que la de mi contrincante también, el rugido del público era devastador, era impresionante las masas que movía este coliseo, todavía no entendía porque y seguramente nunca sabría cómo lo hacía. El comentarista acabó sus presentaciones y se abrieron las puertas, al fin era el momento de combatir para llevarse la recompensa del combate.

No sabía cómo saldría mi contrincante ni como pretendía tomarse el combate, pero por mi parte iría con todo desde el primer momento, no dejaría nada al azar, lo jugaría todo a una carta, sin más ni más. Salí dando un brinco mientras mis insectos salían de la tinaja como si fueran una nube, una nube de gas tóxico que todo arrasaba a su paso, mi salto sería breve, de forma que por la distancia no podría ver a mi contrincante, pero no lo necesitaba, pues mi ataque llegaría a todas partes con total certeza. Cuando caí al suelo coloqué mis manos en el suelo, esa fue la señal que les hizo a mis insectos reaccionar, colocándose a veinte metros del suelo y cayendo como si fuesen lanzas por todo el campo de batalla, sin dejar espacio entre ellas, destruyendo todo a su paso, nada quedaría contra mis insectos, nada  a menos que alguien lo suficientemente fuerte pudiese bloquear el inmenso ataque, cosa bastante improbable la verdad, pero quien sabe.

info:

arma propia :

acciones:

gastos y daños:

Off: Marduck, llevas mas de cuarenta y ocho horas sin responder a este tema, por tanto, ateniéndome a las normas del foro, decido saltarte y todas los ataques que he realizado contra ti en el post anterior los recibirás, perdiendo el combate.

Esto provoca que gane el combate en un solo turno.