¡Pikachu salvaje apareció!

El sol brillaba con fuerza aquel día. La multitud gritaba enfurecida. Al parecer, un joven shinobi novato había decidido retar a uno mucho más poderoso que él. El lugar era un coliseo redondo de 100 metros de diámetro y 20 de profundidad. El techo está formado por una barrera invisible que impide la salida, pero permite ver a través. El suelo estaba cubierto de arena tenía un par de árboles frondosos, uno a cada lado de las puertas, que se encontraban a su vez una a cada lado de la arena.

Entonces, la 1º puerta, la de la izquierda, comenzó a elevar su reja. La multitud comenzó entonces a silbar, emocionada. Lentamente, sin prisa, el primer shinobi cruzó su puerta de entrada, colocándose a unos 5 metros de la puerta, 95 del otro lado por tanto. Su cuerpo estaba cubierto con una capa blanca, adornada por diversos motivos de naturaleza eléctrica, y su cara oculta tras una máscara de un animal extraño, de orejas puntiagudas, piel amarilla y chapetas rojas en las mejillas.

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Tipo de Arena:

Desde las tinieblas de la antesala a la arena, Limomalo termina sus preparativos, se ajusta la máscara y coloca a Limobueno sobre su cabeza y se asegura de que la armadura está bien colocada. Una vez que engancha la última pieza, se escucha un pitido que pierde intensidad hasta ser inaudible y las luces de su coraza y casco parpadean, encendiéndose. Por último, el luchador se coloca la capa, con un aspaviento, y alza el cuello de ésta, que le tapa un poco por encima de las mejillas, pero sin llegar a las brillantes lentes azules de su máscara dracónida. Con un traqueteo, la rejilla que le separa del campo de batalla comienza a alzarse, y las voces de los espectadores penetran en la antesala, provocando una sonrisa en los labios del tipo, bajo su máscara impasible. Era hora de comenzar.

Con pasos elegantes y decididos, Limomalo sale al estadio, provocando la locura en la afición. Cientos de personas corean su nombre, pidiéndole la sangre del enemigo esparcida por el suelo, junto a su dignidad y sus puntos de Ranking. El misterioso guerrero se había hecho una promesa a sí mismo. Algún día, llegaría a ser Rey de los Piratas Shinobis, y se mantendría en el puesto por toda la eternidad. Tras recorrer los cinco primeros metros, el hombre ya había memorizado cada centímetro de la arena. Un campo de batalla convencional, redondo, 100 metros de diámetro, un par de arbolillos en los costados. Nada del otro mundo. Sabía que entre ellos y la afición había una barrera infranqueable que evitaba problemas, pero a Limomalo no le importaba. Ahora su vista estaba fija en su oponente, un tipo extravagante de cabellos en punta y la cara tapada con una máscara de ratón amarillo, parecía. Vestía unos ropajes blancos muy extraños adornados con rayos amarillos. . Miro hacia mis cejas, sabiendo que Limobueno estaba ahí, podía sentir la leve humedad del ser gelatinoso que me acompañaba a las competiciones sin mayor problema. Todo estaba en orden, era hora de comenzar.

- Acabemos esto cuanto antes, quiero mis puntos de Ranking.

El adversario se encontraba a unos 80 metros de Limomalo, así que este aprovechó la oportunidad para comenzar el combate haciendo un sello con ambas manos que mantuvo durante varios segundos.

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Gasto y Daño:

Vio como su rival apareció cruzando la puerta con lentitud, como si disfrutara de cada paso, dándose a conocer al público. Al verlos, muchos comenzaron a corear su nombre. ''¡Limomalo! ¡Limomalo!''. El ninja que se hacía llamar Pikachu, al oírlos, sonrió y cerró los ojos momentáneamente. Su rival parecía tener muchos seguidores, sin embargo aquello no le importaba. Al menos le recordarían como aquél que retó a uno de los grandes, aquél que tuvo el valor de enfrentarse a él, que no tuvo miedo a nada.

- Acabemos esto cuanto antes, quiero mis puntos de Ranking.- dijo su rival, Limomalo.

Tras decir aquello, hizo un sello con ambas manos. Aquello significaba un jutsu, de eso no había duda, así que rápidamente, sacó de bajo su capa ambas manos, dejando al descubierto sus espadas unidas por el mango, formando un arco, no unido aún por ninguna cuerda, y comenzó a correr en zig zag hacia su rival, comenzando a recortar los 80 metros que los separaban. Por cada metro hacia delante que recorría, recorría otro a la izquierda o a la derecha, según tocara. En una mano llevaba las espadas unidas, y con la otra hacia un sello, mientras tanto.

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Resultado:

Tras oír mis palabras y sin decir nada más, mi oponente comenzó a correr en zig zag hacia mí, avanzando metro a metro sin cesar su marcha. En su mano llevaba un extraño artefacto alargado con dos hojas de diferente color, parecido a una doble guja como las que usaban los antiguos Kirianos. Con su mano libre, el joven hacía un sello, preparándose para la ofensiva, pero era demasiado tarde. Un par de segundos desde que Limomalo, osease yo, dije mis palabras, el joven cayó en mi trampa. Miles de agujas de chakra verdoso se habían formado a su alrededor, en una esfera que se movía con él, y a la orden de un chasquido de mis dedos, las agujas se clavaron profundamente en el cuerpo de mi oponente, dejándole completamente inconsciente. La velocidad de las agujas era tal que para cuando le diera tiempo a reaccionar, procesar la información simplemente ya estaría acabado.

El combate había finalizado.

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Gasto:

Sonrió levemente tras la máscara, avanzando, poco poco, en zig zag, incansable. Había recortado ya unos 3 metros, cuando su rival, Limomalo, llevó acabo su ataque. Miles de agujas lo rodearon en una esfera perfecta, de la cual él era el centro. Su frente se cubrió de un sudor frío. Sabía que tenía difícil sobrevivir a aquel ataque. Estas agujas eran de color verde, y se podían ver perfectamente. Por su mente pasaron dos ideas, la primera el Kawarimi, pero no tenía cerca nada apto por lo que cambiarse, y la segunda, permanecer quieto en el sitio e intentar parar, o esquivar tantas agujas como pudiera. Sin embargo, antes de que le diera tiempo a reaccionar e intentar cualquiera de sus opciones, todas las agujas se dirigieron hacia él, y aunque pudo esquivar algunas, y bloquear otras por actos reflejos, la mayoría le acertó, provocándole un gran dolor que no pudo soportar, y cayendo al suelo insconciente.

Resultado:

Descripción: Un coliseo redondo con 100 metros de diámetro y 20 de profundidad. El techo está formado por una barrera invisible que impide la salida, pero permite ver a través. Suelo de arena con un par de árboles frondosos. Cada puerta se encuentra en un lado del campo.
Tamaño: 100 Metros de Diámetro por 20 de Alto (Muros)
Ganancias: + 300 Ryos al vencedor. + 15 Exp al Ganador. + 4 Puntos de Ranking al ganador. (La mitad redondeada hacia abajo al perdedor.)


+ 100 Exp Kadz + 2 PR + 6 PR (Bono Rangos)

+ 300 Ryos Kiru + 15 Exp + 4 PR