La violadora vuelve para terminar lo que empezó...

Nunca lo admitiría -ni siquiera con el unicornio que me miraba con ojitos de viciosillo al lado- que me había quedado con ganas de violar a la chica que se presentó con una única camisa a mi primer combate, que había estado retorciéndome por intentar liberarme para terminar lo que había empezado cuando me sacaron a rastras de la sala de batalla.
Esta vez me encontraba menos presentable, pues mi vestido se había chamuscado en un combate y aún no había dispuesto del tiempo necesario como para arreglarlo. Tampoco tuve tiempo de comprar otra ropa, así que me presentaba en ropa interior, con un conjunto negro que tenía un poco de encaje en los laterales de la parte de abajo y el abroche del sujetador. Al menos la máscara permanece intacta... e iba conjuntada con la muda. Desde luego, aunque fuera algo improvisado y poco formal, no estaba tan mal, hasta mi amigo rosa se encontraba celoso. Pero a una violadora no se le debe pagar con la misma moneda... Porque disfrutará.

Para que no me mirara todo el mundo mientras andaba el pasillo ni de camino al vestuario llevaba una bata de terciopelo rojo por encima de las rodillas. Había traído los zapatos de tacón como mero aderezo, pues no pensaba ponérmelos exactamente, pero me servirían... Tenía que dar buena imagen a mi querida encamisada de senos perfectos. Pasase lo que pasase, espera disfrutar de unas buenas vistas con ella al lado. Me puse la ropa interior delicadamente, y después me cubrí con la bata, haciendo un nudo a la altura de la cintura. Por último coloqué la máscara negra que tapaba mi identidad y los ojos perlados tan esenciales a la hora de elegir mis víctimas. Tampoco se me olvidó la cesta que contenía el té y las pastitas, esta vez iba con más tiempo por si acaso, no quería tener que enfadarme.

Llevaba los zapatos en las manos, y a pesar de las miradas indiscretas de los señores que esperaban mi señal para abrir mi puerta hacia el espectáculo, estaba sonriendo despreocupada. El unicornio me acompañaba como siempre, dejando un rastro de arco iris allá por donde pasaba. No tardaron mucho en abrir la puerta, así que entré al campo dando pequeños saltitos. Como siempre había dos árboles, bastante alineados esta vez, pues ambos estaban a unos 15 metros de cada puerta, dejando todo el demás espacio despejado. Primero dejé el té en el centro de la sala, esperando así que no me molestara, y después me acerqué a la puerta de mi enemigo. Tiré los zapatos con 1 metro de diferencia cada uno, a unos 5 metros de su puerta, me desaté la bata y seguí caminando hacia delante, tirando el cordón de la bata a unos 20 metros de su puerta, y por último me deshice de la bata, que dejé extendida a 35 metros de su lugar de salida, estando a 15 de la preparación anterior del té. Y cuando consideré que ya estaba lo suficiente ligera de ropa, me senté de rodillas sobre la arena, esperando a que llegara para empezar a comer, con una sonrisa en el rostro. Eran las 4:30, y estaba deseando que saliera ya a la arena y viera el combate que le tenía preparado.

Atributos:

Acciones:

En uno de mis primeros combates me había divertido bastante. Había sido contra La violadora de tu barrio, y me había servido para distraerme de todos los problemas que pudiera tener. Por ese mismo motivo, había vuelto a retar a mi anterior contrincante, quería combatir de nuevo con ella. Estaba en los vestuarios pensando en cómo sería lo que estaba por venir. Había decidido salir a la arena en ropa interior, esperando que le gustara a mi rival. Me miré al espejo y sonreí. Llevaba un conjunto rosa y azul con un poco de encaje. Iba otra vez descalza y en la cabeza llevaba una corona de flores color cian, a juego con mis ojos. Me coloqué la máscara que había cubierto mi cara la vez anterior y desvié la vista hacia el pasillo que pronto tendría que cruzar. No llevaba más ropa para cubrirme, pero no me importaba. Aquel día hacía buen tiempo y, por tanto, bastante calor. El cielo estaba despejado y la luz del sol seguramente se colaría por el techo de la arena.

Di varios pasos hacia el pasillo que tendría que seguir y miré de nuevo al espejo. Me preguntaba si me habría pasado, pero no me importaba. Ya había tentado una vez a la suerte con mi contrincante y no había salido mal parada. Me había gustado el combate y disfrutaría de este también. Esta vez estaría un poco más prevenida, me había dado prisa para llegar al coliseo a tiempo y no tener el mismo conflicto que la otra vez. Avancé por el estrecho pasillo y llegué a una sala oscura. Era la de siempre, pero la veía diferente. Sería simplemente porque en el combate de aquel día miraba desde una perspectiva diferente. No iba tan seria como en los demás, no quería terminar rápido ni alargar el combate más de lo necesario. Simplemente quería divertirme, divertirme y evadirme de todos los problemas que me perseguían en esos días.

Las puertas comenzaron a abrirse y la luz entró en la sala, alumbrando cada rincón. Como había supuesto, el sol calentaba la arena, evitando así que fuera a pasar frío. Cuando me acostumbré a la claridad que había y las puertas terminaron de abrirse, pude ver dos zapatos bastante cerca de la puerta. Eso me extraño, por lo que seguí mirando y, un poco más lejos, descubrí lo que parecía el cinturón de una bata. No pude contener la risa, ya al comienzo del combate mi contrincante dejaba claro que esta vez ella también llevaría poca ropa. Di varios pasos para salir al campo y volví a mirar por todas partes, me pareció ver algo rojo más allá, así que continué mi camino.

Era una bata, la bata de mi rival. Sonreí y fijé la mirada en el centro del campo. Allí me esperaba mi oponente, vestida con un conjunto negro y de encaje. Me gustó ver que había traído té, imaginando que me daba una segunda oportunidad para compartir con ella el placer de una buena taza de té, acompañada de las pastas. Más le valía haber traído pastas... a lo mejor cambiaba el papel de violadora. Sí, definitivamente, no estaría mal violarla, su cuerpo me tentaba, pero... eso eran pensamientos censurados.

Supuse que el unicornio que tanto le gustaba estaría con ella, pero no se lo pregunté. Simplemente me senté enfrente de ella, donde estaba mi taza. Busqué con la mirada un bote de cloroformo, pero no lo encontré. ¿Querría...? No, no, no. Esos pensamientos eran bastante extraños como para volverlos a traer a mi mente. Bueno, volviendo al tema. No encontré el cloroformo, pero sí mucho té... ¿y las pastitas? No podía ser que se hubiera olvidado las pastas. No, me negaba a aceptar que fuera a tomar té sin pastas.

- ¿Tendré el placer de compartir contigo unas pastas como acompañantes del té? -pregunté al tiempo que me sonrojaba. No quería molestarla, pero sentía la necesidad de preguntarlo. No se enfadaría por ello... ¿no? Había sido lo más educada que podía. No quería recibir el mismo castigo que la anterior vez, pero... faltaba también el cloroformo.

No creía que... pero... podría ser... no, no podía ser eso. Imposible, ¿cómo iba a querer ella? Bueno, si yo era su favorita... Pero no, no sería lo mismo para ella... ni para mí. No, no querría. Pero... ¡que no! Leches, mi mente podía llegar a ser muy insistente.

Información:

No tardo mucho en esperar a mi adversaria, su puerta se abre dejando ver a una joven de delicada piel en ropa interior, con su vientre plano al descubierto, marcándose sus curvas y con provocativos senos. La imagen me nubla la mente, me veo tentada a ir corriendo hacia ella, tirarme encima suya y arrancarle la poca ropa que tiene, dejándola completamente desnuda para violarla lentamente. Ya tenía el Byakugan activado de antes, por lo que yo sí podía verla sin nada... Pero no era suficiente, me faltaba algo, me faltaba el estremecimiento de su piel, el tacto de su cabello, tocar con la yema de los dedos cada centímetro de su cuerpo... Y solo la idea de tenerla tan cerca me revolvía, su cuerpo me llamaba, la espera de tenerla entre mis brazos, o simplemente a mi lado, se hacía eterna. A duras penas me retuve, y observé como comenzaba a dirigirse divertida hacia las prendas que la fui dejando, sus pechos se revolvían ligeramente bajo el sostén, deseando ser liberados, y yo deseaba corresponder a sus deseos.. O aunque no hubiera ningún deseo de por medio, eso de poco me importaba, pensaba hacerlo de todas formas.

Se paraba sonriendo en cada prenda, quizás imaginando el momento en que me las había quitado, sabiendo que lo había hecho expresamente para ella. Pasó junto al árbol, dirigiéndose ante la tercera muestra, ante la bata, y sé que ese es mi momento. No pierdo ni un segundo y realizo un sello con ambas manos, propio de la Danza de las sombras. En lo que debe de ser menos de un segundo estoy a la espalda de mi provocativa oponente, ya tengo listo mi segundo sello, por lo que la agarro por detrás, con sus brazos inmovilizados a ambos lados del tronco, y coloco el kunai de mi mano derecha sobre su cuello. Mi estrategia queda clara, lo que hay en el centro de la sala es una mera ilusión creada por mí. A pesar de cogerla con fuerza, cada uno de mis gestos está bañado con deseo. El filo del kunai roza su cuello y un hilo de sangre comienza a brotar.

-Me olvidaba decirte que tengo unas ganas de violarte que no te puedes ni imaginar. Pero esto no se lo diré a nadie. Sobre todo a ti. Deberían torturarme para obligarme a decírtelo -empecé susurrando en tu oido, mientras el unicornio me preguntaba, y como respuesta a eso, seguí confesándote muy bajito.- Que quiero violarte, no una vez, sino cientas de veces. Pero a ti no te lo diré nunca, solo si me volviera loca te diría que te violaría, aquí, toda mi vida.

Al terminar bajo el kunai hasta la tela de tu sujetador y lo rompo con su filo, a la vez que te doy un golpe a la altura de las costillas con la mano de la palma abierta dándole la cantidad de chakra necesaria para dañar tus órganos internos.
Este golpe sería suficiente para dejarte inconsciente, y entonces me inclinaría para colocarte con delicadeza en el suelo, iría a por mi bata, que se encontraba a tan solo 10 metros de nosotras, y te cubriría con ella para después darte un beso en la frente.

- ¡¡Esto es lo que pasa cuando me hacen tomarme las pastillas!! ¡¡Y no quiero que me las hagan hacer tomar de nuevo!! - gritaría, sin atreverme a tocar tu cuerpo por los efectos de la medicación. Justo entonces entrarían los señores del Coliseo, y les miraría con cara de pánico, a la vez que me encogería a tu lado como un ovillo, balanceándome sobre mí misma.- Se las llevó el Unicornio, se las llevó el Unicornio, se las llevó el Unicornio...

Y seguiría repitiendo la misma frase mientras que me sacaban de allí y se llevaban después a mi víctima favorita, con una marca en el cuello en forma de K.

Acciones:

Gastos y daños:

Tras haber pasado todas las prendas que había encontrado en el suelo, algo me agarró las manos. ¿Ya estábamos con las cosas que no deberían estar donde están? Sacudí la cabeza y justo entonces noté el filo de un kunai sobre la piel de mi cuello. Muy bien, de nuevo mi oponente había aparecido por detrás de mí. Le encantaba susurrarme cosas al oído... y me estremeció lo que me dijo. Una sonrisa cubrió mi rostro y un hilo de sangre recorrió mi piel cuando el arma me cortó. Después, noté el frío filo bajar y cortar mi prenda, lo único que llevaba. Me sonrojé al instante, pero no tuve tiempo de decir nada, ya que algo me golpeó las costillas y de nuevo comenzó el dolor que me había acompañado en el final del combate anterior. Cerré los ojos y caí al suelo, inconsciente de nuevo. Si es que nunca conseguía aprender que la violadora era experta en no dejarme ni hablar con ella.

Arena:

Tema cerrado. Sin información COMPLETA de la arena no hay recompensa.