Mision el rescate de la princesita

El dia amanecia mientras yo yacia sentado en la mesa de la cocina con los ojos rojos y unas ojeras ehuberantes,habia pasado casi toda la noche en vela y todo por una razon que a mi ver era de importancia,hoy tenia una mision que podria ser peligrosa,la iba a llevar a cabo con un compañero de Iwagakure pero eso tampoco me tranquilizaba demasiado,habia quedado con el chico,Dartirus,en la entrada a los subterraneos de la villa,que era alli donde teniamos que completar la mision de rescatar a la hija del señor feudal,Hiriko,de manos de unos forajidos secuestradores.Alli estaba yo,aun me tenia que preparar para dar buena impresion al compañero,y como me quedaba poco tiempo procedi a llevar a cabo mis tareas,m levante de la mesa y avance hacia la despensa para comer algo,alli solo habia pastelitos florecidos y caducados,hacia demasiado que no visitaba el mercado y me quedaria sin desayuno por mis actos erroneos,solo quedaba ducharme y ponerme mi ropita para las misiones tan cuqui,me dirigi al baño mientras me desnudaba por el camino y al llegar en pelota picada accione el grifo de la ducha y me interne,el agua empezo a caer sobre mi,y sobre mi brazo de marioneta,el agua lo salpicaba haciendo un ruido peculiar que me daba a mi que pensar,mi vida habia dado un giro tan innesperado que cuando me ponia a pensar me extrañaba todo,un cambio de villa,la perdida de un brazo,la colocacion de un brazo de marioneta,una vida mas feliz,amigos,algo que antes no tenia,desde luego mi vida habia sido un tanto rara con el paso del tiempo,no sabia si guardarle rencor al chaval de Sunagakure que me corto el brazo,tal vez me lo mereciese pero bueno...las cosas habia que aceptarlas tal y como son.Pare de fijarme en el brazo el cual convertiria en una maquina de matar,la gente que se burlaba de la perdida de mi brazo veria mi nuevo instrumentito para sacar personas del mundo de los vivos.Me enjabone el cuerpo y el pelo sigiendo las instrucciones para ducharse y me aclare,sali fresquito secandome y me puse mi ropa para ir de misioncetas con los colegis,una especie de chaleco de cuero que dejaba ver mi torso desnudo,unos pantalones ajustados con una cadenilla de metal colgando,unas sandalias de madera negra muy intrigantes y una especie de guantes de lana que dejaban al descubierto los dedos y por ultimo los 2 pergaminos de las marionetas en la espalda en los que ponia con una pegatina "Esto sera lo que te mate" asi sali de casa mirando decidido al frente,era la hora,salvaria a esa princesita,mi cabeza revobino en el tiempo al pensar eso,cuando conoci a una persona especial para mi,era una chica bella del clan Tenpin,se llamaba,Jubei,vivi algunos ratos con ella pero no la volvi a ver.

-Los caminos se bifurcan, cada uno toma una dirección pensando que al final los caminos se volverán a unir…
Desde tú camino ves a la otra persona cada vez más pequeña.
No pasa nada, estamos hechos el uno para el otro, y ahí está ella, y al final solo ocurre una cosa, llega el puto invierno no hay vuelta atrás, lo sientes, y justo entonces intentas recordar en que momento comenzó todo y descubres que todo empezó antes de lo que pensabas…
Mucho antes…y es ahí justo en ese momento cuando te das cuenta de que las cosas solo ocurren una vez, y que por mucho que te esfuerces, ya nunca volverás a sentir lo mismo, ya nunca tendrás la sensación de estar con esa persona.

Dije eso en voz baja,pensando en aquella chica mientras unas cuantas lagrimas recorrian mis mejillas y cerraba los puños con fuerza,sali corriendo,huyendo de todo,de los problemas,del no saber donde estaria Jubei ni si estaria bien,secando las lagrimas que soltaban mis ojos por culpa de mis recuerdos y acercandome a los subterraneos,cuando llege me sente apoyandome en la pared y llevandome las manos a la cara mientras respiraba con algo de dificultad.

Misión:

Amanecía en Iwagakure una mañana fresca y tranquila. Estábamos en los primeros días de octubre, en pleno otoño, y el calor infernal del verano había acabado hacía tiempo. Pese a ello, yo seguía utilizando los ventiladores, pues su frescor me reconfortaba en las nubladas mañanas sin sol del otoño. Y ese día despertaba de un perfecto humor. Nada más ser consciente de mi existencia, noté el frescor que me transmitía el constante aire de los ventiladores, y con la ventana completamente abierta, observé sin apenas moverme que el sol estaba siendo ocultado por una nube densa y enorme. La sombra era fuerte, pero clara... Con una sonrisa en mis labios, estiré mi cuerpo a más no poder, cerrando los ojos por ello, y disfruté de esa sensación de libertad.

Segundos después, me levanté de la cama, y le di al "play" del reproductor de música con el mando. Una música animada comenzó a sonar, mientras me quitaba lo único que llevaba puesto: unos boxer negros y amplios. Aún sonriendo, abrí las puertas del baño, y me metí al mismo para abrir el grifo. Seguía y seguiría duchándome con agua helada. Puede que ya no hiciese calor, pero el frío siempre me reconfortaba. Dejé que el agua se deslizara por mi piel, mientras el aire que entraba por la puerta abierta del baño hacía que sintiese ese frío de forma exponencial. Sonreí de nuevo ante esa sensación de relax y tranquilidad...

Cuando salí del baño, me vestí con mis ropas de siempre, con la música del reproductor aún sonando. El grupo que oía en ese momento, Dire Straits, era muy bueno. Y la canción Walk of life me llenaba de energía positiva. Todo estaba saliendo a pedir de boca... Y era la siguiente en satisfacer. Así que cogí un poco de fruta y leche fría, y me desayuné un buen tazón de leche, cereales, un poco del brownie que había comprado a la pastelera de al lado, la señora Tsukiyama, y que le había regalado a mi vecino Taku por su cumpleaños. Tras celebrarlo como Kami-sama manda, me había dado una parte para tenerla en casa y bien que me estaba sirviendo en ese desayuno... Estaba riquísimo.

El caso es que esa tarde iba a realizar una misión de rango elevado, y estaba relajado. Dado que iba con un fuerte ninja de la villa, Kins, estaba confiado en que saldríamos adelante. Ya habíamos compartido juntos un entrenamiento conjunto en la Sala Especial del Tsuchikage con el propio Kenko, y también habíamos participado juntos en el examen de acceso a chunin... Pero nunca habíamos hablado. El que nos asignasen esa misión, me había parecido perfecto para poder conocerle. Desde el entrenamiento me había parecido interesante, y tras pasar el examen había demostrado su valía. Así que conocerle era algo que me alegraría. Antes de salir de casa, cogí un par de barritas energéticas, y mi banda de la villa.

La misión consistía en el rescate de una chica llamada Hiriko, la hija del Señor Feudal de nuestro propio país. Era una misión importante y que le daría nivel a nuestra villa, así que teníamos que realizarla lo mejor posible. Desde ese momento, me concentré en la misión, y en que seguramente deberíamos pelear contra alguien por ello. No importa quien fuera, le derrotaría, junto a Kins. Debíamos demostrar que estábamos a la altura de las situaciones, y que la Villa Oculta de la Roca era una poderosa y respetable aldea.

Tras salir de casa, me dirigí corriendo a la entrada que debíamos coger, pues aunque llegaba bien de tiempo, siempre era educado estar antes de lo acordado. Saludando a las gentes de la villa, llegué a la entrada, donde ya estaba esperando mi compañero. Iba vestido como siempre: medía un metro con setenta y siete. Era ligeramente delgado, pese a tener un cuerpo bien trabajado, y mi tono de piel era levemente pálido. Mi largo cabello liso me llegaba hasta la altura del diafragma. El color de este era absolutamente negro, un negro metalizado, que se confundiría con la misma oscuridad. Esta vez, lo llevaba suelto. Mis ojos eran de un color azul verdoso, notablemente oscuros, y las largas pestañas hacían que fueran bastante llamativos. La nariz, fina y recta, y los labios suaves y finos también. Vestía una camiseta negra de manga larga, ceñida y sin adornos. Un pantalón también negro y largo, y las típicas zapatillas ninja, ajustadas. Llevaba mi collar de cuero negro ceñido a la mitad del cuello, y tres pendientes de aro de plata en la oreja izquierda. En la mano derecha tenía un anillo con un tribal, también plateado, y enrollada en mi bíceps derecho, la banda de mi villa, que me reconocía como shinobi de la misma.

Al acercarme a Kins, me fijé en que respiraba de forma extraña, y que no debía pasarle nada bueno. Con tranquilidad, ralenticé mi paso cerca de él, y al llegar a su lado, le hablé de forma agradable y tranquila, queriendo transmitirle confianza.

- Buenos días, Kins. Como supondrás, soy Dártirus... ¿Qué tal estás?

Si necesitaba tomarse unos segundos para recuperarse y volver a la normalidad, no me importaba tomarlos. Lo importante era comenzar la misión con buen pie, y con mi compañero de esta forma no sería así.