Combate contra Limomalo en la arena limitada

información de la arena:

Otro nuevo día comenzaba a mi alrededor y, esta vez, eso solo significaba un nuevo combate por hacer. Desde mi amada Amegakure no Sato iniciaría el viaje para ir a los alrededores del País de la Tierra, sería un largo viaje de un día entero en el que la lluvia me acompañaría y aproximadamente otro día en el que no lo haría.

Así pues, con solo unas pocas provisiones para el camino, inicié el viaje que se alzaba ante mí para poder llegar al Coliseo de Batalla. Recuerdo que hace tres días, mientras buscaba alguien a quien retar, se me informó de algo que llamó bastante mi atención. Había un shinobi que, aunque hubiese realizado unos pocos combates, no había perdido hasta el momento y ahora había como una especie de promoción. Quien lograse vencer a aquel shinobi invicto recibiría una jugosa recompensa que no se especificaba en la información dada. Lo que si se especificaba era que no tenían la necesidad de ser combates de uno contra uno, sino que podían ser de hasta diez shinobis contra aquel invicto. Aquel shinobi se llamaba Limomalo.

En los datos de la ficha que el coliseo guardaba de él se decía que es un shinobi cubierto por una brillante armadura con varias zonas que parpadean luminosamente. Se cuenta que su máscara simula el rostro de un antiguo Dios Dragón, y los ojos brillan con un intenso azul claro. Su vestimenta está basada en una capa oscura sobre la armadura y, encima de su máscara, siempre lleva algo similar a una gran gota de agua que a veces parece tener vida propia. Por ciertas zonas de su armadura, se puede ver su piel, lo que da a entender que en realidad va desnudo bajo ésta.

No obstante, yo no le había retado a un combate uno contra uno sino que me había quedado buscando otras fichas de otros shinobis con el fin de retarle en grupo. En mi búsqueda encontré algunas fichas ninja interesantes, pero elegí solo tres. Sus apodos del coliseo eran los de "La tía Ganga", "La violadora de tu barrio" y "El Kaiser machote". Recuerdo haber luchado contra El Kaiser machote tiempo atrás y la verdad no me pareció que luchase mal del todo, pero las otras dos las había elegido por su porcentaje de victorias y porque ambas parecían estar en racha últimamente. Quizás si la suerte no acompañaba podríamos derrotar al invicto. Me acerqué a la recepción y rellené un formulario con los detos del combate:

"Nombre del retado: Limomalo.
Nombre de quien reta: Blue Paper Moon, La tía Ganga, La violadora de tu barrio y El Kaiser machote.
Arena en la que se disputará el combate: Arena limitada.
Datos adicionales de la arena (solo en aquellos casos que los requiera): Prohibido llevar pantalones.
Fecha del combate: Cuanto antes mejor."

Ahora me hallaba ya en el Coliseo de Batalla, recordar lo que había hecho hace poco me había servido como entretenimiento para distraerme en el largo camino. La gran infraestructura era impresionante, incluso tras haber venido ya tantas veces todavía me dejaba anonadado pero también es verdad que impresionar a un pequeño niño de cinco años no era gran cosa. Mientras me dirigía al vestuario a cambiarme, yo seguía pensando en el premio misterioso, ¿qué podría ser? ¿Quién lo daba? Quizás quien había ofrecido el premio fuera una gran heladería y que el premio en sí fuera una enorme bola de helado. Sí, tenía que ser eso pues ¿qué otro premio podría ser para ofrecerlo tras ganar a un invicto? Siendo así, no quedaba otra que ganar el helado.

Me vestí rápidamente con mi usual ropa de combate y, como solía hacer, me miré reflejado en uno de los espejos del vestuario. Nuevamente un niño pequeño, con el color de pelo azul oscuro y el color de ojos azul claro, que viste con una camisa bicolor azul y blanco. Sin embargo, había algo distinto. El niño reflejado no mostraba pantalones pues aquella era la limitación que había pedido pero quizás tendrías que habérmelo pensado mejor pues estábamos en pleno invierno y los fríos vestuarios del Coliseo de Batalla no podían hacer una buena combinación. Aun así, salí de los vestuarios con todo preparado hacia las grandes puertas que daban acceso al campo de combate. Las grandes puertas se abrieron y yo salí a la arena. Era exactamente igual a una Arena de Combate Clásica en la que tantas veces había combatido ya, un coliseo redondo con cien (100) metros de diámetro y veinte (20) de profundidad. Se dice que el techo está formado por una barrera invisible que impide la salida, pero permite ver a través. El suelo es de arena con un par de árboles frondosos. Cada puerta se encuentra en un lado del campo. Solo quedaba esperar a que el resto de combatientes vinieran pero no estaba seguro de que todos fuesen a venir. Las gradas estaban a rebosar, todos estaban nerviosos y gritaban y chillaban. Algunos intentaban darme ánimos en cuanto salí a la arena mientras otros me abucheaban pero debían de haber dos bandos pues si no fuese así no tendría gracia alguna.

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