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Entrenando habilidades con Shika.
3 participantes
Naruto Mundo :: :: Villa Iwa :: Edificio del Tsuchikage :: Sala especial
Página 1 de 1.
Entrenando habilidades con Shika.
- Primera habilidad a aprender:
Trepar superficies verticales mediante chakra
Descripción: el ninja es capaz de trepar superficies verticales usando su chakra para mantenerse sujeto a la superficie del medio en el que trepa. Requiere una gran concentración para lograrlo.
Coste: 1pc por turno.
Requisitos: 20 o más en control del chakra.
Mejoras:
- Te permite trepar superficies verticales.
- 10puntos más a CCK.
Aprendizaje: 1500 palabras.
Dentro de poco empezaría el examen a chunnin, y necesitaba entrenamiento para poder presentarme estando bien preparada. Últimamente había mejorado bastante, pero no era suficiente, me quedaba mucho por aprender. Y una de las cosas que quería entrenar eran las habilidades, pues eran necesarias cuando menos nos lo esperábamos. Como un nuevo reto me propuse trepar por las paredes y demás superficies verticales, pensé que me podía ser de ayuda en muchas ocasiones, y además así después también podría aprender a caminar y correr por el agua, era tan solo el primer paso que necesitaba.
Suponía que no sería demasiado sencillo, pero tampoco esperaba que supusiera una gran complicación, de dificultad media se podría decir. Seguramente me caería alguna vez probando suerte, pero no me quedaba otra que intentarlo hasta conseguirlo... Y levantarme temprano para tener el tiempo suficiente.
Apagué molesta el despertador, otra mañana trabajando y entrenando en vez de quedarme en la cómoda y confortable cama... Había pasado una mala noche y me encontraba algo cansada, por lo que nada más levantarme me di una ducha fría intentando despejarme. Creo que la idea fue todo un éxito y me sentó bastante bien... Acabé dando un concierto a las esponjas y los botes de gel y champú, con la alcachofa de la ducha como micrófono. Era en esos momentos cuando me alegraba de vivir sola en casa, con el reloj de madera como único confidente... ¡Ah, y el peluche! Aquel enorme unicornio rosa que presidía mi habitación y la cuidaba de intrusos. Me solía servir como cama, pues era casi tan grande como yo y muy cómodo, así que a veces me tumbaba encima suya y solía ponerme a leer, quedándome muchas veces dormida con el libro entre las manos.
De pequeña, cuando tenía algún problema, hundía la cabeza en él y lloraba, empapando al peluche con las saladas gotas que corrían por mis mejillas. Recordaba que mi padre me decía que me lo regaló mi madre poco antes de morir, y desde que lo vi jugaba encantada con él. Era de las pocas cosas que había recuperado de mi infancia, y seguro que entre todas ellas sería de las más especiales. Cuando le mataron.... Cuando mataron a mi padre... Todos los problemas que tuve que pasar sola, sin el apoyo de nada... Cada una de mis penas se la contaba al unicornio, o sin mediar palabra me iba a consolarme a su tacto terciopelado, dejando que mi llanto acabara cesando y pudiera dormir de nuevo, aunque a veces las pesadillas poblaran mi mente.
Han transcurrido años y años. Salí del cascarón, pasé desdichas, tropecé con soñadores y esbirros. Adquirí fuerza y se formaron nuevas inquietudes, pasados escepticismos. Pero ciertas noches, en las que no logro que el sueño me conduzca a sus dominios, lo recuerdo. Como si acabase de ocurrir, como si su sangre aún bañara el suelo, el cuerpo inerte de mi padre, asesinado por los asaltantes.
Y entonces es cuando vuelvo a ser la niña que iba a buscar consuelo en su peluche, como si eso pudiera librarla de todos sus problemas, como si aquel simple hecho revitalizara mi corazón. Aunque algunas veces me inundaba la soledad, el desamparo, me encontraba perdida en un oscuro túnel, sin ninguna luz que me guiara a ver la salida. Algunas veces sentía que podía gritar muy alto y nadie me escucharía, que podía tirarme por un precipicio y nadie me tendería su mano ni haría nada por evitarlo. Esas veces en las que me miraba al espejo y lo único que veía especial en mi era el color de mis ojos, y ese hecho me repugnaba desde lo más hondo de mi alma, pues por ellos murió mi padre, y por salvarme la vida...
Pero a pesar de todo, a pesar de la soledad, los tiempos de desdicha, de la pena, el rencor... A pesar de las veces que se me nublaba la vista de una espesa capa negra que no quería irse, volvía a ver una tenue lucecita palpitando entre tanta oscuridad, como un soplo de aire fresco, como un oasis para una persona que lleva días perdida en el desierto. Y es entonces cuando levanto la cabeza por mí misma, y miro al Sol que entra por mi ventana, que despierta y renueva mis ganas, y también acabo viajando a mundos imaginados donde no está todo el mal, donde el daño ha desaparecido.
Bueno... Hoy tampoco me sentía especialmente sola, pues iba a estar en el entrenamiento con Shika, y eso era algo que me sacaba una sonrisa cada vez que lo recordaba. No la conocía de mucho, solo la había visto en 3 ocasiones y no tuve un gran tiempo para hablar, pero me parecía una persona agradable... De hecho, era algo así como lo más parecido que tenía a una amiga, aunque ese término estuviera muy desgastado tras tantos años transcurridos. Después de la traición no había quedado nada ni nadie a quien yo pudiera salvar respecto a los métodos sociales, y desde mi llegada a la villa tampoco me había esforzado en mantener gran relación con las gentes de aquí. Estaba demasiada reciente la herida cuando vine... Pero ahora era distinto, las cosas habían pasado ya, y quería poner algo de mi empeño en trabajarme la amistad con esa kunoichi de pelo rosado.
Claro estaba que el que quisiera trabajarme su amistad no interfería en mi aspecto físico, por lo que no me preocupé en presetarme de ninguna manera especial. Llevaba puesta una camista morada clara con escote en pico, ya que la negra que solía llevar me causaba mucho calor a estas épocas del año, y cambié mis pantalones largos por unos cortos negros, combinado todo con unas sandalias del mismo color. El pelo carbón estaba recogido en una coleta alta, y también me abrasaba la cabeza al estar con el Sol... Buff, es lo que tenía el verano, tampoco podía quejarme demasiado.
Salí de mi casa con tiempo, más del que necesitaba incluso para llegar al edificio del Tsuchikage, vivía en las afueras de la villa pero tampoco tardaba tanto en llegar... Y, evidentemente, al entrar por las salas especiales donde entrenaríamos no había llegado mi compañera aún, por lo que indiqué a las secretarias que la avisaran de mi posición y elegí una sala con una especie de piscina a un lado que necesitaríamos en la segunda parte del entrenamiento. Debía tener un techo de unos 10 metros, lo que daba bastante movilidad para aprender a trepar por los muros.
Al ver que mi compañera no había llegado aún, decidí empezar yo, por lo que intenté infundir algo de chakra a mis pies. No era demasiado difícil, así que comencé a dar pequeños pasos por la pared. Estaba concentrada, pero algo debió fallar, por lo que caí estrepitosamente del muro al suelo a una altura de aproximadamente dos metros. Ahí me quejé un poco, dolorida, y me quedé sentada, aún algo molesta.
Última edición por Sonzu el Vie Jun 22, 2012 5:37 am, editado 1 vez
Sonzu~- Imperatrix de Kiri
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Re: Entrenando habilidades con Shika.
Mis compañeros me empujaban, reían conmigo y daban vueltas divertidos por el patio de aquel lugar. Cada uno de nosotros tenía una historia diferente, pero todos preferíamos distraernos jugando con los demás que pensar en nuestro pasado. Me divertía bastante estar con ellos, habíamos estado prácticamente desde recién nacidos juntos, aunque algunos habían llegado antes y otros más tarde. Éramos muchos y de diferentes edades, pero formábamos una gran familia. Una familia en que no había padres, en que no había madres. Todos éramos hermanos y todos teníamos un pasado que dejar atrás. A veces encontraba a alguno de mis hermanos llorando en algún sitio, pero me esforzaba por hacerle sonreír. No me gustaba ver llorar a nadie, odiaba que todos sufrieran. Aquel día estábamos todos juntos, cantando en el patio de aquel edificio que para nosotros era una casa. Cantábamos al sol, a la luna y a las estrellas. Cantábamos a la naturaleza y agradecíamos todo lo que nos había dado. Mi mejor amigo se acercó a mí y me cogió del brazo, me llevó al centro del círculo y comenzó a darme vueltas. Yo reía sin parar, entre todos me ayudaban a ser feliz. Él había sido mi mejor amigo, el que antes se había acercado a mí para darme la mano y pasear, quien más se había esforzado en ayudarme a dejar atrás el pasado.
Tenía dos años más que yo, y en aquel momento yo tenía catorce. Siempre que cantábamos el me invitaba a bailar. Le encantaba darme vueltas y hacerme girar sin parar, le encantaba verme reír. Años después, fue quien me animó a escapar. Los niños se iban yendo con el paso del tiempo y la familia se hacía cada vez más pequeña. Cada minuto que pasaba, aquel lugar me recordaba más mi pasado y pasaba noches enteras sin dormir, atormentada. Él se dio cuenta, siempre estaba a mi lado y me animaba cuando estaba triste. Vio mi sufrimiento y me ayudó a escapar.
Una lágrima rodó en silencio por mi mejilla. Ya estaba despierta, y de nuevo sumida en los recuerdos. Me dolía pensar en ello, odiaba darme cuenta de todas las cosas que dejé atrás por salir corriendo en busca de la libertad. Todos los niños que aún quedaban en aquel lugar lleno de angustia. Y por ello siempre evitaba aquel tema. No me gustaba pensar en mi pasado, era un tema que me dolía bastante, y suponía que no sería la única.
Miré por la ventana y me di cuenta de que aquel día había quedado con Sonzu en entrenar. Abrí el armario y cogí una camiseta de manga corta y color cian. Me parecía mejor usar ese color en verano, pues hacía bastante calor. La puse sobre la cama, al lado de un pantalón corto blanco. Tras darme una ducha de agua fría, me vestí y me puse unas sandalias negras. Me acerqué al espejo y sonreí al ver cómo había cambiado desde que era pequeña. Sacudí la cabeza y me regañé a mí misma por pensar en ello. Después, cogí un lazo negro y me até el pelo en una coleta alta para no pasar calor.
Ya una vez preparada, entré en la cocina y abrí un mueble. De él saqué un tazón y una rebanada de pan. Me acordé de que el día anterior había hecho mermelada y la cogí. Desayuné con calma, pues aún tenía tiempo. Tardaba poco en llegar al edificio del Tsuchikage, así que desayuné sin prisa. Me tomé un tazón de leche fría con una tostada. Era un buen desayuno, mejor que cuando tomaba simplemente un trozo de pan. Me decidí por hacer mermelada con más frecuencia, aunque para ello tuviera que ir al campo a recoger la fruta que necesitaría. En verano era fácil conseguir arándanos y a mí me gustaban mucho, así que me propuse ir de vez en cuando a recogerlos.
Antes de salir de casa, miré por la ventana. Ya casi había amanecido, por lo que Sonzu estaría llegando a la sala especial. Abrí la puerta y me fijé en las rosas que crecían cercanas al muro. Estaban preciosas, me gustaban mucho ese tipo de flores. Tenían un color blanco que brillaba tanto a la luz del sol como ante la luna. Sonreí y, tras salir, cerré la puerta. Comencé a caminar en dirección al edificio del Tsuchikage, no sin fijarme en pequeños detalles como todos los animales que entraban y salían de sus madrigueras, nidos o lo que tuvieran.
Durante el camino, coincidí con varios vecinos de la villa que también habían madrugado aquel día. La mayoría eran comerciantes que tenían que abrir pronto las tiendas, otros iban a entrenar o incluso alguna persona que lo único que quería era salir a pasear un rato cuando aún no hacía calor. Lo cierto era que a esas horas no se estaba nada mal. No hacía frío, pero tampoco demasiado calor.
Viendo que los primeros rayos de sol comenzaban a dar más luz a la aldea, comencé a caminar más deprisa. Llegué a mi destino en poco tiempo, pues, aunque saludé a alguna persona por el camino, no me paré a hablar con nadie. Me acerqué al mostrador y las secretarias me dijeron en qué sala había entrado Sonzu, por lo que avancé por el pasillo hasta la puerta. Llamé y abrí lentamente, aún a sabiendas de que ella ya me esperaba.
- ¡Hola! -saludé con alegría. Siempre me ponía de buen humor ver a aquella chica. Para mí era como una amiga, pues era de las pocas personas de la villa con que había hablado.
Tras saludar, me acerqué a ella y, al recordar qué habilidad íbamos a entrenar primero, decidí animarla a intentarlo conmigo.
- Seguro que es muy fácil.
Dicho esto, me acerqué a la pared e intenté escalar, pero lo único que conseguí fue caerme al suelo en el momento en que mi mano resbaló del muro.
Tenía dos años más que yo, y en aquel momento yo tenía catorce. Siempre que cantábamos el me invitaba a bailar. Le encantaba darme vueltas y hacerme girar sin parar, le encantaba verme reír. Años después, fue quien me animó a escapar. Los niños se iban yendo con el paso del tiempo y la familia se hacía cada vez más pequeña. Cada minuto que pasaba, aquel lugar me recordaba más mi pasado y pasaba noches enteras sin dormir, atormentada. Él se dio cuenta, siempre estaba a mi lado y me animaba cuando estaba triste. Vio mi sufrimiento y me ayudó a escapar.
Una lágrima rodó en silencio por mi mejilla. Ya estaba despierta, y de nuevo sumida en los recuerdos. Me dolía pensar en ello, odiaba darme cuenta de todas las cosas que dejé atrás por salir corriendo en busca de la libertad. Todos los niños que aún quedaban en aquel lugar lleno de angustia. Y por ello siempre evitaba aquel tema. No me gustaba pensar en mi pasado, era un tema que me dolía bastante, y suponía que no sería la única.
Miré por la ventana y me di cuenta de que aquel día había quedado con Sonzu en entrenar. Abrí el armario y cogí una camiseta de manga corta y color cian. Me parecía mejor usar ese color en verano, pues hacía bastante calor. La puse sobre la cama, al lado de un pantalón corto blanco. Tras darme una ducha de agua fría, me vestí y me puse unas sandalias negras. Me acerqué al espejo y sonreí al ver cómo había cambiado desde que era pequeña. Sacudí la cabeza y me regañé a mí misma por pensar en ello. Después, cogí un lazo negro y me até el pelo en una coleta alta para no pasar calor.
Ya una vez preparada, entré en la cocina y abrí un mueble. De él saqué un tazón y una rebanada de pan. Me acordé de que el día anterior había hecho mermelada y la cogí. Desayuné con calma, pues aún tenía tiempo. Tardaba poco en llegar al edificio del Tsuchikage, así que desayuné sin prisa. Me tomé un tazón de leche fría con una tostada. Era un buen desayuno, mejor que cuando tomaba simplemente un trozo de pan. Me decidí por hacer mermelada con más frecuencia, aunque para ello tuviera que ir al campo a recoger la fruta que necesitaría. En verano era fácil conseguir arándanos y a mí me gustaban mucho, así que me propuse ir de vez en cuando a recogerlos.
Antes de salir de casa, miré por la ventana. Ya casi había amanecido, por lo que Sonzu estaría llegando a la sala especial. Abrí la puerta y me fijé en las rosas que crecían cercanas al muro. Estaban preciosas, me gustaban mucho ese tipo de flores. Tenían un color blanco que brillaba tanto a la luz del sol como ante la luna. Sonreí y, tras salir, cerré la puerta. Comencé a caminar en dirección al edificio del Tsuchikage, no sin fijarme en pequeños detalles como todos los animales que entraban y salían de sus madrigueras, nidos o lo que tuvieran.
Durante el camino, coincidí con varios vecinos de la villa que también habían madrugado aquel día. La mayoría eran comerciantes que tenían que abrir pronto las tiendas, otros iban a entrenar o incluso alguna persona que lo único que quería era salir a pasear un rato cuando aún no hacía calor. Lo cierto era que a esas horas no se estaba nada mal. No hacía frío, pero tampoco demasiado calor.
Viendo que los primeros rayos de sol comenzaban a dar más luz a la aldea, comencé a caminar más deprisa. Llegué a mi destino en poco tiempo, pues, aunque saludé a alguna persona por el camino, no me paré a hablar con nadie. Me acerqué al mostrador y las secretarias me dijeron en qué sala había entrado Sonzu, por lo que avancé por el pasillo hasta la puerta. Llamé y abrí lentamente, aún a sabiendas de que ella ya me esperaba.
- ¡Hola! -saludé con alegría. Siempre me ponía de buen humor ver a aquella chica. Para mí era como una amiga, pues era de las pocas personas de la villa con que había hablado.
Tras saludar, me acerqué a ella y, al recordar qué habilidad íbamos a entrenar primero, decidí animarla a intentarlo conmigo.
- Seguro que es muy fácil.
Dicho esto, me acerqué a la pared e intenté escalar, pero lo único que conseguí fue caerme al suelo en el momento en que mi mano resbaló del muro.
Shika- Kage Konoha
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Re: Entrenando habilidades con Shika.
- Segunda habilidad:
Equilibrio en el agua y superficies inestables
Descripción: mediante el mismo principio que la habilidad de trepar superficies se consigue una estabilidad en el chakra de los pies para poder andar, correr a incluso luchar sobre el agua.
Coste: 2pc por turno.
Requisitos: 30 o más de control del chakra y tener la habilidad: trepar superficies verticales mediante chackra.
Mejoras:
- Te permite pelear, correr y andar por el agua.
- 10 puntos más a CCK.
Aprendizaje: 2000 palabras.
Me acababa de caer al suelo y estaba dispuesta a levantarme de nuevo cuando la chica de pelo rosado que esperaba para entrenar entró en la sala saludando con alegría. La sonreí amistosamente e hice un movimiento con la mano a modo de saludo, mientras decía:
-Buenos días, Shika, me alegro de verte.
Iba a levantarme cuando se acercó hasta a mi y me propuso intentarlo ella también, diciendo que no debía ser complicado. Seguramente no me habría visto caer.
-Ten cuidado -murmuré, avisándola de que no era tan sencillo como parecía, e instantes después ella también se había caído de la misma pared que yo había probado a escalar. Aterrizó a mi lado y me reí ante su primer intento fallido. Me levanté y la ofrecí la mano, tirando con fuerza cuando me diera la mano y así levantarla conmigo.
Después me pongo frente a la pared de nuevo, y la hago una seña para que mire.
-Lo primero es canalizar suficiente chakra en la planta de los pies, pero tiene que ser una medida bastante precisa, porque si es poco, te caerás como nos ha pasado, y si es mucho saldremos despedidas... Concéntrate en eso.
Me repito una y otra vez las palabras en mi cabeza, respirando profundamente para lograr la concentración necesaria, ya que me es complicado concentrar bien el chakra en mis pies. Pero, a pesar de todo, creo conseguirlo, esta vez he puesto mayor cantidad de chakra que le vez anterior en las plantas de mis pies, lo noto, siento como la energía es mayor. Coloco un pie en la pared, segura de que será suficiente, pero al apoyarlo salgo disparada hacia atrás y acabando de culo en el suelo. Indispuesta a rendirme, vuelvo a intentarlo, y esta vez parece ir bien, pues no tengo que volver a cambiar la cantidad de chakra y consigo llegar hasta arriba. Después bajo con cuidado, algo impresionada por la perspectiva que me da.
Bajaría al lado de mi compañera y la invitaría a probarlo ella misma, segura que de las indicaciones que la había dado serían suficientes para que lo lograra, pues era más fácil si te concentrabas bien y sabías lo que tenías que hacer. Cuando hubiera terminado de intentarlo y lo hubiera manejado bien, sabiendo como aplicar la cantidad de chakra, la indicaría que fuéramos a la parte con agua de la sala, dispuesta a empezar la segunda habilidad, ya que teníamos que entrenarla también. Estaría más segura de mi misma, lo que me supondría un pequeño fallo... Pero eso no lo sabría hasta después de intentarlo.
-Bueno, supongo que esto será lo mismo, y sabiendo realizar la otra, no nos resultará difícil -diría convencida.
Primero me deshacería de las sandalias ninja negra e indicaría a mi amiga que hiciera lo mismo, pues debe de ser más fácil sin ellas, además de que así no ensuciaríamos el agua. De nuevo, comenzaría a canalizar chakra en los pies, algo más sencillo esta vez, ya que tenía muy reciente el haberlo hecho con la habilidad anterior, y no me costaría mucho. Usaría la misma cantidad que al escalar por las paredes. No muy convencida, daría un paso adelante, y al ver que no me caigo, comenzaría a dar unos pocos más... Abriría la boca para animar a Shika a intentarlo, pero justo entonces el chakra me fallaría y acabaría metida entera en el recinto con agua. Completamente mojada nadaría hacia la orilla y saldría del agua, enfadada conmigo misma por no haberlo conseguido. No me gustaba equivocarme y fallar en cosas tan simples, y más si era porque había estado demasiado confiada y no me había molestado en recordar bien como se hacía... Después pasaban cosas como estas, que acababa completamente mojada. Ya fuera estrujaría la camiseta para deshacerme del agua que tuviera y repasaría mentalmente la técnica hasta darme cuenta de mi error. Y sería que había puesto una cantidad determinada de chakra, mientras que se necesitaba estar permanentemente influyendo chakra para que saliera bien, y así se lo comunicaría a Shika, mientras que esperaba que ella lo intentara esta vez, y yo me enrollaba un poco la camiseta, dejando el vientre al descubierto, para que no me molestara tanto. A lo mejor a mi compañera se le daba mejor que a mi, yo la estaba intentando dar las indicaciones necesarias para que lo realizara bien y no fallara tanto como yo, que era más que patosa con los primeros intentos, y así es como lo había dejado demostrado esta vez y la anterior. Bueno, dicen que a la segunda va la vencida... Y yo lo intentaría después de ella, para dejarla un turno intentándolo, aunque me imaginaba que acabaríamos las dos empapadas... Solo con la idea tenía que contenerme la risa para no acabar a carcajadas. A ver como lo hacía ella...
Quizás se cayera también al agua, o superara a su maestra y lo consiguiera a la primera... ¡quién sabe! De todos modos no me importaba hacer el ridículo a su lado, al fin y al cabo, estábamos en confianza.
Sonzu~- Imperatrix de Kiri
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Re: Entrenando habilidades con Shika.
Tras caerme al intentar escalar la pared sin antes haberme fijado en el aviso de Sonzu, vi cómo ella me tendía la mano y decidí aceptar su ayuda para levantarme, al fin y al cabo estábamos entre amigas. Después, contemplé cómo ella acumulaba demasiado chakra en la planta de los pies y, al apoyar uno de ellos en la pared, salía despedida para caer de culo unos metros más atrás. No pude evitar una carcajada al ver la situación y en ese momento me animé a intentarlo de nuevo, esta vez fijándome más en cuánto chakra usaba, terminé con el mismo resultado que mi amiga, sentada en el suelo un metro por detrás de ella. El caso es que, si ella había acumulado demasiado chakra, yo ya había hecho un desparrame. Me resultaba difícil saber cuál era la cantidad exacta que tenía que usar, pero estaba decidida a intentar escalar esa pared todas las veces que fuera necesario.
Sonreí al ver cómo Sonzu se acercaba de nuevo a la pared y lo intentaba otra vez más, con un resultado muchísimo más satisfactorio que los anteriores. Después me ayudó a descubrir cómo canalizar la cantidad exacta de chakra y, cuando lo intenté yo, pude subir hasta arriba sin encontrar problemas… hasta ahí.
- Esto está muy alto, ¿no? -le dije a mi amiga mientras miraba al suelo. Estaba prácticamente a diez metros de altura y ese tema era bastante delicado para mí, pues muchísimas veces me entraban ataques de vértigo cuando subía a algún sitio.
Sin embargo, superé el trauma relativamente rápido y bajé al suelo sin percances, sabiendo ya cuánto chakra utilizar para escalar una pared… o bajar de ella sin caer. Sonreí al ver que esta vez lo conseguía sin caerme y me acerqué a Sonzu para darle un abrazo, pues si lo había conseguido era gracias a ella que, tras aprender, me había ayudado a descubrir cómo hacerlo de la manera más fácil y efectiva.
Después, vi cómo caminaba en dirección al lugar de la sala en que se encontraba esa especie de piscina cubierta y se quitaba las sandalias para entrar en el agua e intentar aprender la técnica siguiente. Menos de un minuto después ya se había hundido y nadaba en mi dirección con mala cara, seguramente enfadada consigo misma por confiarse más de lo necesario. Yo me aproximé a ella y le tendí la mano para ayudarla a salir. Una vez fuera, me permití el lujo de reírme para después quitarme yo también los zapatos y acercarme al borde del agua.
Estando en el borde de la piscina, suspiré y levanté un pie. Sin embargo, hubo un pequeño percance y perdí el equilibrio, cayendo así al agua sin haber llegado a posar un pie siquiera. En cuanto hube sacado la cabeza a la superficie, tosí para no atragantarme y miré a mi amiga sin poder aguantar más la risa. Aunque hice mal y, al reír tanto, perdí la fuerza y me hundí de nuevo, quedando varios segundos más bajo el agua. Salí de nuevo tosiendo, esta vez sin poder evitarlo. Me apoyé en el borde de la piscina y me impulsé para salir del agua, donde me tumbé para recuperar el oxígeno. Lo cierto es que me estaba divirtiendo bastante en el entrenamiento de aquel día.
Con toda la rapidez que pude para hacerlo antes que Sonzu, volví a canalizar el chakra en la planta de mis pies y coloqué uno de ellos sobre la superficie del agua. Viendo que no me hundía, apoyé el otro también, con una sonrisa en el rostro. Di varios pasos con la esperanza de poder llegar al centro de la piscina y volver sin hundirme. Pero cuando me di la vuelta para mirar a Sonzu y demostrarle que lo iba a conseguir, perdí la concentración y me hundí. Sin necesidad de sacar la cabeza del agua, buceé hasta el borde de la piscina y salí del agua conservando aún la sonrisa. Aparentemente sin motivo alguno, me eché a reír aún tumbada sobre el suelo de piedra.
Cuando me puse en pie, empujé a mi amiga al agua a modo de venganza por haberse hundido menos veces que yo durante el entrenamiento y comencé a reír a carcajada limpia. Claro está, al hacerlo perdí la fuerza, resbalé y caí al agua de nuevo, cerca de Sonzu. Era algo así como la cuarta vez que me hundía y la tercera que caía, pero no me importaba. Cuando pude dejar de reír, salí de la piscina y ayudé a Sonzu a salir del agua también.
Tras todas las risas, me puse seria y decidí intentarlo de nuevo, por lo que canalicé el chakra en los pies y entré en la piscina para comenzar a caminar sobre el agua. Conseguí llegar al centro de la piscina, pero en ese momento me confié demasiado y me giré para dedicarle una sonrisa a mi compañera de entrenamiento. Por ese mismo motivo, perdí la concentración y terminé chapoteando bajo el agua hasta que saqué la cabeza. Cogí aire y comencé a nadar hacia la superficie. Cuando llegué, me tumbé de nuevo sobre la piedra y miré a Sonzu. Pensé que seguramente no había podido intentarlo en todo este tiempo que llevaba yo entrando y saliendo del agua. Le dediqué una bonita sonrisa y me levanté, pero permanecí sentada a su lado, esperando que ella se acercara al agua y realizara otro intento. Tal vez ella podía conseguirlo esta vez, o tal vez le pasaba lo mismo que a mí y se hundía un montón de veces.
Desvié la mirada a la superficie del agua y después al charco que yo estaba formando en el suelo de piedra por no secarme. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que había traído una toalla para cuando terminara el entrenamiento, lo que no sabía era si Sonzu tendría su propia toalla. En caso contrario, podría usar la mía, yo misma se la ofrecería más tarde.
Viendo que ella no se acercaba al agua en el mínimo minuto que había conseguido estar parada en el sitio, me levanté de nuevo y, con pasos cortos, me acerqué al borde de la piscina. Observé un momento el agua y me maravillé por su claridad. Después, posé un pie en la superficie y más tarde el otro. Así, comencé a caminar en dirección al centro de la piscina, cuando llegué y pude dar la vuelta sin percances, comencé a dar pasitos lentos por el mismo camino que había recorrido para llegar ahí. Sin embargo, un par de metros antes de llegar a la superficie y salir de la piscina, un pie se me hundió en el agua, haciendo que cayera hacia un lado, perdiera la concentración y se me hundiera también la otra pierna.
Bajo el agua, di varias vueltas en el sitio hasta que conseguí subir a la superficie y coger aire. Después volví a sumergirme y avancé bajo el agua en dirección al exterior con más rapidez… pero con el fallo de que no conté la distancia y mi cabeza chocó contra la pared del recinto del agua. Me había dado un buen coscorrón, así que me apoyé en el borde y salí del agua despacio, pues me había mareado un poco con el golpe.
Me tumbé en el suelo empedrado y dejé a mis ojos vagar por el techo de la habitación, contemplando las formas que tenían las piedras, los lugares en que estaban las lámparas y demás detalles. Después, me fijé en las paredes y todas las ventanas que había. Alguna que otra estaba abierta, dejando así entrar tanto al calor como a la brisa fresca de la mañana. Pude también distinguir que eran algo así como las doce, llegando a la conclusión de que llevábamos al menos tres o cuatro horas dando vueltas por la habitación para aprender las dos habilidades que nos habíamos propuesto.
Me pasé una mano por la frente y después sacudí un poco la cabeza. Ya se me había pasado en gran parte el mareo, así que me levanté y miré a Sonzu, que seguramente ya se estaba preocupando por mí. No sabía si ella se habría dado cuenta del golpe, pero estaba completamente segura de que no había ignorado el detalle de que había estado varios minutos tumbada y sin apenas moverme. Supuse que ella habría intentado ya varias veces caminar por la superficie del agua sin hundirse, pero no lo tenía muy claro, pues sólo me había fijado en detalles como la pintura del techo, la de las paredes y las ventanas… al igual que de la luz del exterior y la situación del sol. Claro está, pronto había llegado a la conclusión de que el techo y las paredes tenían una pintura bastante cutre.
Me acerqué al borde de la piscina y acumulé el chakra en la planta de mis pies, di un salto y, para mi sorpresa, no me hundí en el agua. Seguí caminando y llegué al otro lado de la piscina, después me di la vuelta y volví al mismo sitio donde había empezado. El golpe me había sentado bien para relajarme y, gracias a ello, una sonrisa lucía en mi rostro.
Sonreí al ver cómo Sonzu se acercaba de nuevo a la pared y lo intentaba otra vez más, con un resultado muchísimo más satisfactorio que los anteriores. Después me ayudó a descubrir cómo canalizar la cantidad exacta de chakra y, cuando lo intenté yo, pude subir hasta arriba sin encontrar problemas… hasta ahí.
- Esto está muy alto, ¿no? -le dije a mi amiga mientras miraba al suelo. Estaba prácticamente a diez metros de altura y ese tema era bastante delicado para mí, pues muchísimas veces me entraban ataques de vértigo cuando subía a algún sitio.
Sin embargo, superé el trauma relativamente rápido y bajé al suelo sin percances, sabiendo ya cuánto chakra utilizar para escalar una pared… o bajar de ella sin caer. Sonreí al ver que esta vez lo conseguía sin caerme y me acerqué a Sonzu para darle un abrazo, pues si lo había conseguido era gracias a ella que, tras aprender, me había ayudado a descubrir cómo hacerlo de la manera más fácil y efectiva.
Después, vi cómo caminaba en dirección al lugar de la sala en que se encontraba esa especie de piscina cubierta y se quitaba las sandalias para entrar en el agua e intentar aprender la técnica siguiente. Menos de un minuto después ya se había hundido y nadaba en mi dirección con mala cara, seguramente enfadada consigo misma por confiarse más de lo necesario. Yo me aproximé a ella y le tendí la mano para ayudarla a salir. Una vez fuera, me permití el lujo de reírme para después quitarme yo también los zapatos y acercarme al borde del agua.
Estando en el borde de la piscina, suspiré y levanté un pie. Sin embargo, hubo un pequeño percance y perdí el equilibrio, cayendo así al agua sin haber llegado a posar un pie siquiera. En cuanto hube sacado la cabeza a la superficie, tosí para no atragantarme y miré a mi amiga sin poder aguantar más la risa. Aunque hice mal y, al reír tanto, perdí la fuerza y me hundí de nuevo, quedando varios segundos más bajo el agua. Salí de nuevo tosiendo, esta vez sin poder evitarlo. Me apoyé en el borde de la piscina y me impulsé para salir del agua, donde me tumbé para recuperar el oxígeno. Lo cierto es que me estaba divirtiendo bastante en el entrenamiento de aquel día.
Con toda la rapidez que pude para hacerlo antes que Sonzu, volví a canalizar el chakra en la planta de mis pies y coloqué uno de ellos sobre la superficie del agua. Viendo que no me hundía, apoyé el otro también, con una sonrisa en el rostro. Di varios pasos con la esperanza de poder llegar al centro de la piscina y volver sin hundirme. Pero cuando me di la vuelta para mirar a Sonzu y demostrarle que lo iba a conseguir, perdí la concentración y me hundí. Sin necesidad de sacar la cabeza del agua, buceé hasta el borde de la piscina y salí del agua conservando aún la sonrisa. Aparentemente sin motivo alguno, me eché a reír aún tumbada sobre el suelo de piedra.
Cuando me puse en pie, empujé a mi amiga al agua a modo de venganza por haberse hundido menos veces que yo durante el entrenamiento y comencé a reír a carcajada limpia. Claro está, al hacerlo perdí la fuerza, resbalé y caí al agua de nuevo, cerca de Sonzu. Era algo así como la cuarta vez que me hundía y la tercera que caía, pero no me importaba. Cuando pude dejar de reír, salí de la piscina y ayudé a Sonzu a salir del agua también.
Tras todas las risas, me puse seria y decidí intentarlo de nuevo, por lo que canalicé el chakra en los pies y entré en la piscina para comenzar a caminar sobre el agua. Conseguí llegar al centro de la piscina, pero en ese momento me confié demasiado y me giré para dedicarle una sonrisa a mi compañera de entrenamiento. Por ese mismo motivo, perdí la concentración y terminé chapoteando bajo el agua hasta que saqué la cabeza. Cogí aire y comencé a nadar hacia la superficie. Cuando llegué, me tumbé de nuevo sobre la piedra y miré a Sonzu. Pensé que seguramente no había podido intentarlo en todo este tiempo que llevaba yo entrando y saliendo del agua. Le dediqué una bonita sonrisa y me levanté, pero permanecí sentada a su lado, esperando que ella se acercara al agua y realizara otro intento. Tal vez ella podía conseguirlo esta vez, o tal vez le pasaba lo mismo que a mí y se hundía un montón de veces.
Desvié la mirada a la superficie del agua y después al charco que yo estaba formando en el suelo de piedra por no secarme. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que había traído una toalla para cuando terminara el entrenamiento, lo que no sabía era si Sonzu tendría su propia toalla. En caso contrario, podría usar la mía, yo misma se la ofrecería más tarde.
Viendo que ella no se acercaba al agua en el mínimo minuto que había conseguido estar parada en el sitio, me levanté de nuevo y, con pasos cortos, me acerqué al borde de la piscina. Observé un momento el agua y me maravillé por su claridad. Después, posé un pie en la superficie y más tarde el otro. Así, comencé a caminar en dirección al centro de la piscina, cuando llegué y pude dar la vuelta sin percances, comencé a dar pasitos lentos por el mismo camino que había recorrido para llegar ahí. Sin embargo, un par de metros antes de llegar a la superficie y salir de la piscina, un pie se me hundió en el agua, haciendo que cayera hacia un lado, perdiera la concentración y se me hundiera también la otra pierna.
Bajo el agua, di varias vueltas en el sitio hasta que conseguí subir a la superficie y coger aire. Después volví a sumergirme y avancé bajo el agua en dirección al exterior con más rapidez… pero con el fallo de que no conté la distancia y mi cabeza chocó contra la pared del recinto del agua. Me había dado un buen coscorrón, así que me apoyé en el borde y salí del agua despacio, pues me había mareado un poco con el golpe.
Me tumbé en el suelo empedrado y dejé a mis ojos vagar por el techo de la habitación, contemplando las formas que tenían las piedras, los lugares en que estaban las lámparas y demás detalles. Después, me fijé en las paredes y todas las ventanas que había. Alguna que otra estaba abierta, dejando así entrar tanto al calor como a la brisa fresca de la mañana. Pude también distinguir que eran algo así como las doce, llegando a la conclusión de que llevábamos al menos tres o cuatro horas dando vueltas por la habitación para aprender las dos habilidades que nos habíamos propuesto.
Me pasé una mano por la frente y después sacudí un poco la cabeza. Ya se me había pasado en gran parte el mareo, así que me levanté y miré a Sonzu, que seguramente ya se estaba preocupando por mí. No sabía si ella se habría dado cuenta del golpe, pero estaba completamente segura de que no había ignorado el detalle de que había estado varios minutos tumbada y sin apenas moverme. Supuse que ella habría intentado ya varias veces caminar por la superficie del agua sin hundirse, pero no lo tenía muy claro, pues sólo me había fijado en detalles como la pintura del techo, la de las paredes y las ventanas… al igual que de la luz del exterior y la situación del sol. Claro está, pronto había llegado a la conclusión de que el techo y las paredes tenían una pintura bastante cutre.
Me acerqué al borde de la piscina y acumulé el chakra en la planta de mis pies, di un salto y, para mi sorpresa, no me hundí en el agua. Seguí caminando y llegué al otro lado de la piscina, después me di la vuelta y volví al mismo sitio donde había empezado. El golpe me había sentado bien para relajarme y, gracias a ello, una sonrisa lucía en mi rostro.
- Off:
- Yo ya he hecho todas las palabras con este post, así que el tuyo será el último del tema.
Shika- Kage Konoha
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Re: Entrenando habilidades con Shika.
Al estar en el borde Shika me tendió la mano, y yo se la cogí, agradecida y con una sonrisa, quitando importancia a la primera vez que me había caído. Incluso acabé riéndome con Shika de mi torpeza, pero lo mejor estaba a punto de llegar… Mi compañera fue la segunda en intentarlo e incluso antes de llegar a poder poner el pie en el agua y canalizar chakra para caminar perdió en el equilibrio y acabó en el agua. Me entró un ataque de risa, que Shika correspondió con lo mismo, pero al estar en el agua aún acabó casi ahogándose al tragar un poco. Cuando volvió a salir la tendí la mano, que ella cogió también, y la di un leve apretón intentando infundirla ánimos para que no se rindiera.
Solo tardó unos momentos en recuperar el aliento, antes de ir a la carga de nuevo. Con una sonrisa divertida esperé que comenzara, pensando en mi cabeza que quizás se cayera también de una manera tonta y cómica… Era increíble lo que esa chica podía hacerme reír.
Puso unos pies en el agua y comenzó a conseguirlo, la miraba muy alegre, y cuando se giró para mirarme la grité unas palabras de ánimo. Mala idea… me devolvió una sonrisa y pareció perder la concentración, por lo que acabó en el agua de nuevo, conmigo riéndose en la orilla a carcajada limpia. Poco después volvía a la orilla conmigo, recuperándonos las dos de la risa. Shika me pidió que me levantara y lo hice, creyendo que intentaría hacerlo conmigo a la vez, pero en vez de eso me tiró al agua, lo que me pilló desprevenida y por eso caí, pero no sin antes coger la mano a mi amiga para terminar las dos dentro. Allí la hice un par de ahogadillas, devolviéndole la broma, y ella acabó hundiéndome alguna vez también. Si todos los entrenamientos fueran así de divertidos no me importaría hacerlos.
Shika volvió a intentarlo cuando salimos del agua, creo que dejó un tiempo para ver si yo lo hacía esa vez, pero tragué agua y necesitaba un descansito. No tardó en regresar tras otro intento fallido, lo que aproveché para probar esta vez yo… Paso a paso conseguí llegar hasta el final y luego volver, teniendo algo más de cuidado en los movimientos que intentaba hacer más rápido. Me giré saludando a Shika para que me mirara, pero al ver que esta no me respondía y estaba perdida mirando al techo regresé corriendo a su lado. Cuando me di cuenta corría sobre el agua, ¡corría! Parecía que ya dominaba esto bastante bien.
La animé a probar otra vez al estar rezagada, y acabó ella también aprendiendo la técnica, las dos empapadas sobre el suelo riendo… Había sido un gran día, y productivo además, ya sabíamos hacer dos cosas más.
Solo tardó unos momentos en recuperar el aliento, antes de ir a la carga de nuevo. Con una sonrisa divertida esperé que comenzara, pensando en mi cabeza que quizás se cayera también de una manera tonta y cómica… Era increíble lo que esa chica podía hacerme reír.
Puso unos pies en el agua y comenzó a conseguirlo, la miraba muy alegre, y cuando se giró para mirarme la grité unas palabras de ánimo. Mala idea… me devolvió una sonrisa y pareció perder la concentración, por lo que acabó en el agua de nuevo, conmigo riéndose en la orilla a carcajada limpia. Poco después volvía a la orilla conmigo, recuperándonos las dos de la risa. Shika me pidió que me levantara y lo hice, creyendo que intentaría hacerlo conmigo a la vez, pero en vez de eso me tiró al agua, lo que me pilló desprevenida y por eso caí, pero no sin antes coger la mano a mi amiga para terminar las dos dentro. Allí la hice un par de ahogadillas, devolviéndole la broma, y ella acabó hundiéndome alguna vez también. Si todos los entrenamientos fueran así de divertidos no me importaría hacerlos.
Shika volvió a intentarlo cuando salimos del agua, creo que dejó un tiempo para ver si yo lo hacía esa vez, pero tragué agua y necesitaba un descansito. No tardó en regresar tras otro intento fallido, lo que aproveché para probar esta vez yo… Paso a paso conseguí llegar hasta el final y luego volver, teniendo algo más de cuidado en los movimientos que intentaba hacer más rápido. Me giré saludando a Shika para que me mirara, pero al ver que esta no me respondía y estaba perdida mirando al techo regresé corriendo a su lado. Cuando me di cuenta corría sobre el agua, ¡corría! Parecía que ya dominaba esto bastante bien.
La animé a probar otra vez al estar rezagada, y acabó ella también aprendiendo la técnica, las dos empapadas sobre el suelo riendo… Había sido un gran día, y productivo además, ya sabíamos hacer dos cosas más.
Sonzu~- Imperatrix de Kiri
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Re: Entrenando habilidades con Shika.
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Kirugani- FuinKage
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