Wartortle vs. Eevee

Arena:

Despierto hecha un nudo entre todas las sábanas de mi cama. Parece ser que esta noche he dado muchas vueltas por culpa del calor, aunque… al menos no he tenido ninguna pesadilla. Tras un rato desenroscándome de la tela, me doy una ducha fría y comienzo a vestirme para ir al coliseo, donde tengo un nuevo combate. Esta vez me ha retado un tal Wartortle, y no tengo ni idea de quién es. Me pongo una camiseta negra ajustada de manga corta y un pantalón también corto y del mismo color. Me calzo unas sandalias negras y desayuno lo de siempre: un tazón de leche fría con varias tostadas de mermelada de arándanos. Delicioso manjar de los dioses… ¡Eh! ¡No te despistes!

Sacudo la cabeza y vuelvo a centrarme en que tendré que llegar al coliseo en poco tiempo, pues he perdido más tiempo del necesario saboreando mi desayuno. Si es que me distraigo con cualquier cosa… ¡qué desastre! Dejo el cuenco en la mesa y salgo de la casa. Fuera, me fijo en el rosal y sonrío al ver que las flores están preciosas, reluciendo a la luz del sol… ¿la luz del sol? Pero si… ¡corre! ¡Que llegas tarde!

Comienzo a correr en dirección al coliseo de batalla y, teniendo muchísima suerte, llego cinco minutos antes y aprovecho para sentarme en una silla de los vestuarios. Recobro el aliento y me pongo la máscara marrón que me caracteriza en este lugar. Avanzo por el pasillo y llego a la sala oscura que tan poco me gusta, en la que espero a que la puerta se abra. Estoy segura de que seré la primera en salir, pues me lo han ido comentando los guardias según entraba.

Cuando la luz entra por la rendija que se abre entre puerta y puerta alumbrando una sala bastante cutre, salgo a la arena y observo a los espectadores, que esperan con impaciencia el comienzo del combate. Sonrío bajo la máscara y avanzo veinticinco metros, donde freno y me dedico a esperar la llegada de mi contrincante, que se está retrasando un poco. ¡Y era yo la que llegaba tarde! Nada tiene sentido… ¡nada! Sacudo la cabeza y sigo esperando la llegada de mi rival. ¿Estoy perdiendo la cabeza? Para nada… sólo pierdo la paciencia.

La risa sale de mi garganta cuando descubro entre los espectadores la sonrisa viciosa que tanta gracia me hace.

Información:

Acciones:

Las puertas de mi contrincante se abren, pero resulta ser que aún me queda más tiempo por esperar, pues él no pisa la arena. Supongo que tendré que armarme de paciencia mientras espero su llegada. Escucho con atención a los espectadores, parece ser que cogen cariño bastante rápido a los que luchan en la arena. Una sonrisa decora mi rostro, aunque ellos no pueden verlo debido a la máscara. En las gradas puedo ver a una especie de pato con cara de pervertido, madre mía, qué cara de pervertido lleva. Mira con impaciencia la puerta de mi contrincante, supongo que espera algo de él. Me impresiona ver tanta gente viciosa, pero supongo que las modas se pegan... y ahora está de moda ser un vicioso. Por lo menos en el coliseo.

Vuelvo la vista de nuevo a la puerta de mi contrincante, pues esta vez le veo salir, aunque avanza muy pocos metros. Alzo una ceja y recuerdo el combate que tuve unos días atrás, mi rival apenas avanzaba y todo quedó en una artimaña rebuscada. Sin embargo, la artimaña no pudo conmigo. Ahora miro con atención al rival de hoy buscando algo que me pueda hacer sospechar o algo que me haga actuar y ponerme en posición de defensa... o de ataque. Seguro que todos esos espectadores están deseando tener un buen combate por nuestra parte... y supongo que intentaré ofrecérselo.

La sonrisa sigue en mi rostro mientras observo con paciencia al que parece ser mi contrincante. Está bastante lejos, así que no puedo verle bien. Miro de nuevo al pato raro y mis hombros tiemblan mientras yo me río en silencio. Después, paseo la mirada por todos los espectadores y sus sonrisas viciosas. Muchos tienen también cara de pervertidos, pero ninguno osa superar al pato. Sacudo la cabeza y sigo mirando a mi contrincante, preguntándome qué pretende hacer avanzando tan solo tres metros. ¿Es acaso que no confía en sí mismo lo suficiente como para acercarse hasta mí? Si ese fuera el motivo... me parecería una persona bastante cobarde. Sin embargo, dudo que ese sea el motivo. En el coliseo no hay nada que perder, por eso yo no me arrepiento de hacer cosas arriesgadas. Aunque eso de ser chamuscada por el rey de los shinobis con tanta rapidez...

Sacudo la cabeza con mi atención centrada en Wartortle. Tengo bastante curiosidad por cómo actuará, pero tendré que esperar para poder saberlo. Mientras espero a ver qué hace, acuden a mi mente varias ideas sobre cómo comenzar la ofensiva, pero me limito simplemente a esperar algún movimiento por parte de mi rival.

Acciones:

Por el momento, ni mi contrincante ni yo nos hemos movido del sitio. Estamos en pie a una distancia de setenta y dos metros aproximadamente, por lo que no le veo especialmente bien desde aquí. Sin embargo, puedo distinguir cómo da varios saltos justo después de que yo escuchara al pato. Lo miro y veo que sigue con su cara de pervertido, bastante atento al combate. Debe ser que le encanta tanto la violencia como todo aquello que le hace tener tal cara. Es entonces cuando veo que mi oponente me lanza dos shurikens y yo me limito a esperar su llegada. Cuando me alcanzan, no tengo otra cosa que hacer que desaparecer.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras clavo un kunai en la cabeza de mi rival. En realidad él había lanzado las armas a un clon ilusorio que estaba ahí un rato antes de que mi contrincante saliera al campo. Yo esperaba junto a su puerta, habiendo hecho antes un jutsu para que él no pudiera verme al salir. De todas formas, no se fijaría mientras centrara su atención en la imagen de mí que esperaba su ataque a setenta y dos metros de distancia. Dudo que él pueda esquivarme, pues no sabía de mi posición exacta. No creo que tenga muchos trucos planeados para salvarse esta vez.

Tras clavar el kunai en la cabeza de Wartortle, observo al público y la risa sale de mi garganta al descubrir tantas sonrisas viciosas... y satisfechas. Supongo que ya han tenido la violencia que querían.

Acciones:

Gastos y daños:

La sonrisa de mi rostro desaparece al ver que mi oponente baja, esquivando el kunai. Hago una mueca y observo cómo mi contrincante intenta lanzarme algo, pero choca contra el pecho de una figura de cristal bastante parecida a mí. En el momento en que el ataque impacta contra mi clon de cristal, este se rompe en mil pedazos que caen a la arena, perdiéndose en ella. Yo desaparezco de la vista de mi oponente, quedando resguardada entre las hojas del árbol que tenía a seis metros de distancia. Observo la situación desde mi nueva posición, sabiendo que mi rival se volverá loco buscándome... a no ser que pueda verme. La parte del árbol en la que estoy es bastante frondosa, por lo que nadie sabe de mi posición si no me muevo. Claro está... en el momento en que comience a moverme las sacudidas de las hojas revelarán mi posición.

Ya no puedo ver las caras de pervertidos de los espectadores, pero no me importa. Al menos estoy un rato fuera de ese mundo de perversión que tanto me persigue últimamente. Oigo al pato de nuevo y sonrío. Es un pato bastante extraño, la verdad. Pienso en que podría haber escogido esta posición antes, desde aquí puedo ver a mi oponente entre las hojas, pero a él le costará demasiado poder verme y el tiempo que perdiera buscando entre las hojas podría ser fatal para él en el combate. Los espectadores no me ven tampoco, por lo que no podrán revelar mi posición en algún momento de aburrimiento.

Acciones:

Gastos y daños:

Estoy en el árbol observando a mi oponente cuando noto que las hojas comienzan a caer bastante más rápido de lo normal. Viendo que mi oponente me va a descubrir si no hago nada, hago un sello con ambas manos y contemplo cómo las hojas terminan de caer. Mi contrincante dirige la mirada hacia el árbol y las hojas cubren a una chica de pelo rosa bastante semejante a mí. Puedo ver cómo mi rival salta para hacer que después salgan unos tentáculos bastante afilados desde el charco de agua que quedó desde el ataque. En mi rostro se luce una bonita sonrisa que Wartortle no podrá ver, lleve una máscara puesta o me la quite, pues no me puede ver en este momento. Los tentáculos entran en el montón de hojas que cubre a mi clon y le dañan consiguiendo así que desaparezca.

Mi contrincante podrá ver desde su posición que, antes de que las hojas que cubrían a mi imagen ilusoria caigan, salen disparadas en su dirección tres agujas de cristal rosa . La sonrisa aún permanece en mi rostro, intacta. Hay un simple motivo: mi contrincante sigue sin poder verme. Observo con atención cómo las agujas se acercan a él con bastante velocidad y espero con paciencia para ver cómo intenta esquivarlas... y lo que hace después.

Lo cierto es que hasta este momento el combate me estaba resultando bastante aburrido, pero parece que ahora será mejor tanto para nosotros como para todos los espectadores que, cómo no, observan con expresión de desconcierto y sonrisas bastante viciosas mientras nosotros permanecemos atentos o, en el caso de mi oponente, intentamos como podemos esquivar un ataque.

Acciones:

Gastos y daños:

OFF:
— Pasadas 72 Horas sin postear el oponente, se podrá disponer de sus acciones.

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Sigo observando a mi oponente, que aún no me encuentra, con bastante curiosidad. No ha hecho nada más que saltar y lanzar un ataque que no ha llegado. Ahora, ya en el suelo y con las heridas de las tres agujas que antes le lancé, observa con curiosidad un árbol que, por extraño que parezca, ya ha recuperado todas las hojas que antes cayeron. Yo frunciría el ceño si sirviera de algo, pero ya no me ve nadie. Bueno, lo cierto es que aún sin estar aquí seguirían sin distinguir el gesto, pues llevo máscara. A veces ni me acuerdo de ese simple hecho... que resulta bastante evidente. Llevo una máscara de zorra... ¡un momento! Creo que ya sé por qué el pato tiene esa sonrisa de vicioso... Si pudiera me llevaría la mano a la cara, pero... el caso es que mi cara está cubierta por esta máscara que no tiene pies ni cabeza... bueno, cabeza si tiene.

El caso es que sigo estando en el combate de antes, aunque ahora no hay ningún hueco en el suelo y los árboles tienen todas las hojas que tienen que tener. Ya me había parecido extraño que se pelaran los troncos con tanta rapidez, pero... bueno, el caso es que a mi alrededor siempre ocurren cosas extrañas, como que el hombrecillo con gorro de aviador y un ataúd a la espalda está bostezando en este instante. ¿¡Cómo!? ¡No puedo evitar que mi querido público se aburra mientras yo sigo sentada en un árbol sin hacer nada!

Con el pensamiento en la cabeza, me pongo en pie, pero enseguida descubro mi gran error. ¡Estoy en un árbol! La rama sobre la que estaba se parte y me deja caer a la arena del coliseo, levantando bastante polvo. Ver a mi rival dar un brinco del susto hace que de mi garganta salga una risa semejante a la de otros combates. Ciertamente... en muchos combates me entra la risa. Tendré que intentar ser un poco más seria, pero... es que ese brinco tan afeminado... vale, creo que no voy a poder ser muy seria hoy.

Me levanto a duras penas del suelo, aún sin poder contener la risa, mientras veo que mi contrincante apenas se mueve de su sitio. Se ha pegado tal susto con mi caída que no sabe si venir a ayudar o quedarse ahí parado viendo cómo intento levantarme. Qué poco trato tiene este hombre con las damiselas. Menos mal que ahora mismo ya tengo suficientes distracciones como para indignarme. Cuando consigo ponerme en pie, descubro que muchos de los espectadores se están partiendo de la risa... y lo cierto es que no me extraña. Seguramente habré dado una impresión bastante extraña en estos momentos, pero no importa. Levanto la frente... y me da otro ataque de risa.

Mi contrincante no sabe si reír o llorar, está parado en el sitio y veo que le tiemblan los hombros, aunque intenta disimularlo... y lo hace bastante bien, la verdad. Mientras tanto, yo sigo riéndome a carcajadas en el suelo del coliseo. Definitivamente, este está siendo un combate bastante extraño... o por lo menos eso me parece a mí. Sin embargo, tengo que ser seria. Contengo la risa como puedo y me estiro en mi sitio, con la mirada fija en mi oponente. Está poco atento a los ataques que pueda hacerle en este momento, porque ahora él es quien tiene un grave problema con la risa y la seriedad. De verdad... estos muchachos de hoy en día no saben controlarse en momentos tan importantes como un combate.

Sin necesidad de hacer sellos, aparece en mi mano una bonita lanza de cristal. Una pena que tenga que mancharla con la sangre de este hombre que no sabe cuándo hay que reír y cuándo hay que llorar. ¡No me puedo creer que esté llorando! Sacudo la cabeza y doy un paso al frente, sin perder de vista a este curioso personajillo al que tan mal se le da distinguir los momentos. Parece que no recuerdo mi problema de antes, pero ahora la seriedad ha vuelto a mí... y castigarme a mí misma no tiene ningún provecho, así que...

Sin siquiera meditarlo un poco con antelación, lanzo la lanza en dirección a la cabeza de mi contrincante, que sigue ahí parado viendo como actúo sin hacer absolutamente nada. Algunos espectadores siguen sin recuperar la compostura, pero otros ya han lanzado ese pequeño grito ahogado que nunca falta en un combate. Me hace gracia esa forma que tienen de disfrutar viendo el combate y al mismo tiempo entristecerse por la derrota... o celebrar tanto una victoria. Pero bueno, en el mundo hay muchas cosas extrañas... y las personas son una de ellas.

La lanza impacta en la cabeza de Wartortle sin complicaciones, atravesando la piel y el contenido de esa cabecita para luego dejar ver la punta por el otro lado de mi contrincante. La situación es un poco extraña, el sigue riendo hasta que cae al suelo, inconsciente. Es en ese momento cuando las puertas se abren y los médicos entran a la arena para llevarse su cuerpo y así poder curarle las heridas, al igual que en ese instante yo me doy la vuelta y comienzo a caminar en dirección a mi puerta, que está a bastantes metros de distancia. Tardo poco en salir de la arena y encaminarme a mi casa, con una sonrisa en el rostro y la satisfacción de haber ganado este combate.

Acciones:

Gastos y daños:

Revisado.
Shika: + 300 Ryos. + 45 Exp. + 4 Pr.
Kuroda: + 35 Exp. + 2 Pr.