Entrenamiento Linus y Kenko

Tras su primer combate y su primera derrota, Linus estaba destrozado, pensaba que debería a ver muerto en ese combate, pero Espectral falló y al final los médicos de la villa consiguieron salvarle, aunque el no quería que le salvaran. Insistió a los médicos varias veces, pero sus padres, angustiados, le hacían callar una y otra vez.
Una vez salió del hospital, intentó por todos los medios volver a entrenar, pero su padres, de nuevo preocupados, se lo negaron, hasta que Linus consiguió concertar una cita con el Tsuchikage. Mis padres no se pudieron negar a eso, pues el Tsuchikage, que segun tenía entendido Linus se llamaba Kenko Jiongu, era la figura más respetable de la aldea y por ello, sus padres aceptaron que fuera a ese entrenamiento.
El calor era agobiante durante esa época del año, y eso le irritaba bastante por lo que durante estas épocas de mayor calor estival Linus solía mantenerse en una sombra o algún lugar fresco, sin embargo, dentro de la casa el calor era agobiante pues las alergias que tenía su hermano menos les impedía abrir la ventana a la familia Kishimoto Uchiha por lo que dentro se podía llegar a una temperatura, aunque increible, diez grados mayor a la que hacia fuera, por ello Linus solía dormir en el jardin de fuera, en el cesped, que con las pequeñas gotas de rocio que se formaban cuando descendía la temperatura le permitían estar lo suficientemente fresco como para conciliar el sueño.
Pero esa noche era distinta, aparte de ser el día más caluroso del año, los nervios no le permitieron descansar todo lo bien que debería. La visita al Tsuchikage era algo que le ponía ta nervioso que le impedía conciliar el sueño, aunque el calor tampoco ayudaba ni aun estando fuera de la casa.
Al ver despuntar el alba Linus se frotó los ojos y se enderezó, nada más levantarse toda la espalda le crugió, el césped no era el mejor colchón la verdad, nada más levantarse Linus se frotó los ojos y entró en la casa, donde desayunó un bol de arroz y se lavó y se vistió con la ropa de entrenamiento que siempre usaba. Tras ello salió a la carrera hacia el edificio del Tsuchikage, en el camino observó que la gente no había despertado aun y que el calor iba en aumento, mientras se acercaba al edificio del Tsuchikage se dió cuenta de que los árboles, además de estar carentes de hojas también estaban, la mayoria de ellos, muertos.
Al llegar al edificio del Kage de Iwa, entró rápidamente y empezó a recorrer los pasillos, esperando que la sala especial en la que el Tsuchikage le había citado. Tras varios minutos de busqueda, en las que solo pudo identificar un cuarto de baño, decidió preguntar al primer hombre que se encontrara. Mientras caminaba entre los pasillos, buscando a alguien, encontró a un ANBU solitario, que estaba apoyado en una de las paredes del pasillo central. Al acercarse a él, el ANBU le miró con muy mala cara, o eso le pareció, pues la mascara que llevaba puesta solo le permitió ver lo qeu reflejaban sus ojos. Molestia, pensó Linus, pero no estaba seguro, igual era otra cosa.
Al preguntarle donde estaba la sala especial, el ANBU se lo indicó y Linus salió corriendo por donde le habían indicado. Al llegar al lugar donde el ANBU le había indicado se encontró frente a una puerta de grandes dimensiones las cuales tenían una pinta sumamente solemne. Esto le puso muy nervioso pues no estaba seguro de que se iba a encontrar tras ellas. Titubeante rozó el pomo y lo giró suavemente, este no emitio ningun ruido y cuando el pomo estaba girado en su totalidad empujó la puerta, no sin esfuerzo. Al abrir la puerta, entró en la habitación y tras poner los dos pies en ella la cerró. En la sala solo se encontraba un viejo ataúd, lo que a Linus le supuso una pequeña decepción. ¿Qué habría en ese ataúd´? Se preguntó, mientras se acercaba con sigilo hacia él.

Una vez mas El Tsuchikage había sido convocado por un Alumno para entrenar o lo que fuese que quería hacer el chaval. A Kenko no le importaba, pero empezaba a pensar que los ninjas de Iwa estaban creando demasiada dependencia de él, cosa poco beneficiosa para la villa.

Para empezar el día Kenko se despertó entre sus habituales pesadillas de aquel día en el que vio la muerte de sus padres, pero ya estaba acostumbrado de esos despertares tan bruscos. Tenía que darse prisa, pues el tiempo corría y tenía que estar puntual en la sala de entrenamiento especial. Tras levantarse de la cama fue directo a la ducha, y mientras el agua caía por su cara con los ojos cerrados, recordaba las imágenes de su sueño, los agónicos gritos de su madre por el miedo a que Kenko fuese descubierto, los gritos de dolor de los miembros de su clan que lucharon esa noche y fueron masacrados, como en aquel momento su vista se enturbiaba por las lágrimas que caían desde sus ojos y el cansancio y los nervios que producía el tener que estar escondido para salvar la vida. Tras la ducha, que duró un largo periodo de tiempo por esas terribles visiones se dirigió a la cocina para prepararse un bol de cereales. Desayunó con algo de prisa, pero tampoco demasiada y después se vistió para salir corriendo al lugar del encuentro.

Su hospedaje había cambiado de lugar y de calidad, pasó de tener un apartamento de calidad deplorable a tener una casa cerca del edificio del Tsuchikage con una calidad de hospedaje únicas. Se notaba que el ascender puestos y ser el líder de la villa llega a tener sus ventajas, pero eso no le hacía recuperar a sus padres, lo que le apenaba y le dejaba un vacío dentro de su corazón, el suyo propio y original.

Tras un agradable paseo, aunque algo acalorado, llegó al edificio que llevaba su cargo como nombre, el edificio del Tsuchikage. La entrada de este era increíblemente bonita, arquitectonicamente hablando, era digna de ser observada durante horas, por desgracia para el Jiongu no tenía tiempo de ver su majestuosidad el tiempo suficiente, por lo que se limitó a entrar sin mas. Resultaba curioso, pero Kenko no llevaba su ataúd a la espalda como de costumbre, sino que lo había dejado en la sala de entrenamiento especial, así no tendría que cargarlo hasta la sala.

Tras un relajado camino Kenko al fin llegó hasta la sala de entrenamiento especial, con la sorpresa de que la puerta estaba abierta, seguramente fuera el gennin que quería verle pero aún así no se fiaba de nada, por lo que fue muy alerta dentro, preparado para lo peor, incluso con una estrategia de escape por si debía huir.

-Eh,¿tu eres Linus Kishimoto?-preguntó tras verle y cerrar la puerta.

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Nada más rozar el ataúd, una voz habló a sus espaldas. El susto fue increíble, tanto que cayó de bruces contra el ataúd, al que sorprendentemente no le pasó nada. Rápidamente se levantó y se situó frente al anciano, aunque no sabía si llamarle así pues no tenía pinta de anciano, eso sí, tenía la cara demacrado, donde se apreciaban una profundas ojeras que dentro de poco se transformarían en unas abultadas bolsas, ergo el Tsuchikage tenía problemas de sueño, y no eran problemas corrientes como el de las personas normales, pues le rodeaba un aura oscura, de pesimismo, algo que le dio muy mala espina pues las pocas personas que había visto con esa predisposición le habían sorprendido, pero no para bien.
Tras reponerse del susto, su cerebro comenzó a reaccionar y, de pronto, le pareció estúpida su actitud pues se había quedado callado, con la cabeza agachada frente al Tsuchikage, el cual, según supuso Linus, era un hombre ocupadísimo y no debía tener demasiado tiempo para tratar con un niño como él. Siempre lo mismo, si en vez de ser un niño fuera un adulto hecho y derecho, el Tsuchikage tendría más tiempo para él y, además, Linus le podría mirar no como un igual, pero casi. Unos segundos después de formulada la pregunta del Tsuchikage, Linus asintió
-Sí, soy Linus Uchiha
Agaché la cabeza como señal de respeto, en una media reverencia. Esa persona que tenía frente a él era el hombre más importante de la villa y él quería superarle, por ello y por otro motivos personales había esperado con tanta ansia esta fecha.
La cita la concertó nada más despertarse tras el combate contra Espectral, el cual le había humillado. Tras estar tiempo en cama, planeando su venganza, llegó la hora de acudir a su cita con el Tsuchikage. El resto ya lo había pensado durante el camino
-Usted es el Tsuchikage
Dijo con todo el valor que fue capaz de poner en la voz, podía parecer incluso insolencia, pero lo que realmente reflejaban sus ojos era admiración. Él le podría ayudar.
Tras ello se alejó unos pasos y miró fijamente a los ojos del Tsuchikage.
-Deberíamos comenzar
Dijo con el mismo tono de antes. Realmente estaba impaciente por empezar y tenía ganas de saber todo de lo que el Tsuchikage era capaz.
-Se dice que es usted el ninja más respetado y poderoso de la villa, por eso acudí a usted, y ahora, si no le importa, me gustaría exponerle los motivos de mi petición, si no le importa
Inmediatamente después de eso comenzó a relatar su derrota contra Espectral, la cual le marcó psicológicamente, pues a partir de ahí ya no creía en sí mismo, es más, le explicó los sentimientos que le habían corroído por dentro , la sed de venganza y las ganas de morir.
Tras esa breve exposición, Linus miró de nuevo al Tsuchikage, pues durante el relato su mirada se había dirigido al suelo, pues le daba vergüenza contar como le habían derrotado.
-¿Comenzamos?
Preguntó con ansias.

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Kenko escuchó la historia del joven. Su derrota, como se sentía, el pesimismo y la pérdida de autoestima, todo ello podía ser normal tras un combate, pero no debe marcarte tanto como para desear la propia muerte. Tal era el punto de ese tal Linus por vengarse, o quitarse la vida, que tuvo la osadía de retar a Kenko directamente, un acto que en su nivel solo se hace por dos motivos: estar muy loco, o tener unas ganas increíbles de morir. Kenko aún no tenía muy clara la opción por la que decantarse.

De cualquier forma, el Tsuchikage no quería pelear por un motivo tan estúpido como el que Linus le exponía allí, por eso miró su ataúd mientras caminaba hacia él habló a Linus sin mirarle, fijandose en lo que le pudiera haber pasado a lo único que le quedaba de su padre, lo único que le apegaba a su clan, lo único que le recordaba su pasado y sus objetivos.

-Paso de luchar contra ti, no estas a mi altura, ademas...-comenzó a sacudir el polvo que le pudiera haber caído al ataúd-Tus motivos para luchar contra mí son una estupidez, recibir una paliza en combate no te va a hacer mejor, solo te bajará mas la autoestima. Ah por cierto te diré una cosa Linus, en mi primer combate perdí, ademas por una soberana paliza y no deseé la muerte, tan solo volví a esta sala a entrenar mas duro hasta lograr vencer al que me derrotó, cosa que a día de Hoy no he conseguido, y no por eso me verás triste. Si quieres luchar contra mi, cambia tu actitud y deja de deprimirte por perder un combate.-Entonces se dirigió a el Guennin de la sala y le puso una mano en el hombro mientras sonreía mirándole.-Perder una batalla no es perder la guerra¿entendido?-

Tras decir todo eso, Kenko se colocó su ataúd a la espalda y se dispuso a irse de la sala, no quería perder el tiempo con alguien que ya había tirado la toalla consigo mismo, mas cuando estaba apunto de abrir la puerta se paró en seco y pensó que quizá ese combate le enseñara algo al chaval. Quizás pudo ver en los ojos de Linus un atisbo de esperanza en su alma, fuera lo que fuera que hubiese visto hizo que se diera la vuelta sonriendo.

-En fin, te daré el combate, si aún lo deseas

acciones:

Tras contar mi historia, esperé ver la reacción de Kenko, el cual lo único que parecía hacer era cavilar sobre la situación, por lo que Linus esperó pacientemente hasta que le vio colgarse el viejo ataúd a la espalda. Eso le fastidió pues había deseado tanto ese encuentro que llevaba varios días preparándolo.
Enfadado, Linus se acercó al Tsuchikage, decidido a hacerle cambiar de opinión, sin embargo, cuando Linus se disponía a agarrarle de la capa de la villa, el Tsuchikage se dio la vuelta, con lo que Linus cayó de bruces contra el suelo, quedando así sus ojos delante de los zapatos que llevaba el Kage de Iwa.
Esperando oir la nueva respuesta de Kenko, se levantó todo lo rápido que pudo y miró directamente a los ojos a su superior.
Al escuchar lo que Kenko le decía, en el rostro de Linus apareció una sonrisa, muy leve, pero muy significativa pues era la primera vez en varias semanas que sonreía. Mientras escuchaba atentamente, se preparaba mentalmente para el combate, pues una pelea contra el Kage le mataría sin ninguna duda, pero supuso que Kenko no llegaría a tal extremo.
Mientras terminaba de hablar, Linus parpadeó, activando así su sharingan. Sabía que el combate sería sumamente corto, por lo que pensó que podría gastar todo el chakra que poseía, o al menos casi todo, pues si gastaba todo moriría, y eso le mataría, y ahora que su venganza comenzaba, no dudaba en que sobreviviría hasta el combate
Mientras cavilaba sobre todo esto, se situó en un extremo de la sala, para poder evitar, o al menos intentarlo, el primer ataque del Kage, aunque en el momento de situarse decidió que era mejor atacar él primero, pues así el Kage debería defenderse.
No sabía las debilidades de su contrario, pues muy poco gente había sobrevivido a algún combate contra él, por lo que Linus supuso que debería atacarlo de una manera poco perceptible.
Dio un paso hacia delante y se fijó en el ataúd que portaba a la espalda. No en vano ya se había fijado en el antes, pero el cariño con el que Kenko lo trataba le hizo suponer que guardaba un gran poder. Por ello decidió atacar no directamente a Kenko, si no atacar al ataúd. Sabía que era muy resistente, pues había caído antes encima suyo y no había sufrido ningún daño, pero si Kenko lo podía llevar a la espalda, supuso que era lo suficientemente ligero como para transportarlo sin que esto le impidiera moverse, por lo que debía ser ligero, de madera probablemente. Por segunda vez en el día, Linus sonrió pues la madera ardía. Pero tras pararse a pensarlo unos segundos, pensó que era un iluso, pues si el Tsuchikage, el ninja más poderoso de Iwa, le tenía tanto cariño, estaría muy protegido, sin embargo, era lo único a lo que podía aferrarse, se dio una vuelta rápidamente, haciendo salir asi de su espalda el palo que llevaba siempre a la espalda.
El entrenamiento y su venganza, habían comenzado. Se lanzó a por Kenko, pero no directamente, dio un rodeo por la sala, es decir, describió un semicírculo desde donde estaba él situado anteriormente hacia Kenko, para atacar su flanco izquierdo. Cuando estaba a tres metros del Kage hizo un seño con las dos manos y sopló, lanzando a Kenko una bola de fuego, del tamaño de una pelota de fútbol.

Jutsus:

Gastos y Daños:

(Off:Kenko, ya volvi )