Mr. arena contra Mr. hilos

Un día, y con ello un motivo más para levantarse y luchar por lo que nos importa a cada uno, un motivo mas para sonreír, un motivo mas para entrenar y ser más fuerte de lo que jamás se halla sido.

Es el ejemplo de Sorin, que hoy se encontraba en los vestuarios del gran y visitado Coliseo de Iwagakure esperando a que fuera la hora precisa para ir al lugar adecuado y para luchar contra un nuevo contrincante, pero esta vez no solo era el dinero lo que le llevó a luchar, esta vez quería luchar para ser un poco mas fuerte que ayer, pero claramente sería mas débil que mañana, eso le motivaría mañana a luchar, y así sucesivamente hasta no poder mejorar más.

Aún Sorin no era Sorin, pues no llevaba máscara, todavía era la persona propietaria de su otra identidad, pero eso otra historia indigna de contar hoy, ya que la historia de hoy es más importante que esas pequeñeces, al menos por el momento. La verdad es que sucedía un momento algo extraño, pues a Sorin no le gustaba ocultar su identidad secreta en el coliseo, pero no tenía más remedio, eran las normas del coliseo, normas que había que respetar todos y cada uno de los shinobis miembros participantes de aquel duro y frío espectáculo, dando igual el rango del ninja o su villa, eso no les importa a los que manejan el coliseo.

Estaba sentado en uno de los bancos de vestuario mirando fijamente su máscara con la cabeza gacha, mentalizándose para salir allí y batallar como nunca se ha batallado en esa arena. La arena no era especial, era una arena clásica, sin trampa ni cartón, donde el ganador no se vería por las ventajas del campo, sino por la habilidad del luchador, eso era lo que a Sorin le gustaba, no ganar por ganar, sino ganar por merecérselo, como un gran amigo suyo le había enseñado hace ya mucho tiempo atrás

-Vamos... hay que salir allí y ser Sorin un día mas. Hazlo por los tuyos, hazlo por Asuke... hazlo por ti-tras esas palabras se puso la máscara y se la colocó mientras se levantaba.

Largo parecía el pasillo estrecho y oscuro que daba a la arena de combate, no tenía ninguna luz, mas que la que se veía al final de ese angosto túnel, que daba a ver algunas cuantas manchas de sangre por las paredes y suelo. Cada vez la distancia a la salida era menor, iba quedando menos para el enfrentamiento, la luz era mas cercana y los colores negros y grises de la ropas de Sorin, junto con su ataúd a la espalda, comenzaban a verse hasta llegar final mente a la salida.

Tras salir a la arena la puerta se cerró de golpe, provocando un chirriante sonido, su contrincante no había aparecido aún, suerte para él, así reconocería el terreno antes. Aquel infernal sonido producido por la puerta que estaba a su espalda le hizo avanzar un poco hasta estar a cinco metros del árbol mas cercano a su entrada. En ese momento algo comenzó a pasar, Sorin ya estaba actuando, pues un humo muy espeso comenzó a salir de sus largas ropas, hasta que en tres segundos formó una espesa nube de cinco metros, impidiendo la vista en su interior. Así comenzaría el combate, y así conseguiría encontrar los puntos débiles de su rival.

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