Ojos de Luna. Sombras de la noche.

El pálido atardecer del Valle del Fin me sigue cautivando a pesar de que ya lo he visto miles de veces.
Las sombras del acantilado empiezan a alargarse y el agua de la cascada adquiere un tono rojizo y brillante cuando los rayos del sol de la tarde se hunden en sus aguas cristalinas acompañándolas en su descenso al lago.
Las dos estatuas de piedra guardan el paso con sus regios rostros mirándose en un eterno desafió, solo separados por el lago dando la sensación de que solo el los mantiene allí.

Inmóviles, imperturbables...eternos.

El relajante sonido del agua me mantiene calmado. Es un gran día o al menos a mi me lo parece. Frente a mi un fuego arde asando un par de peces que acabo de pescar y que previamente he trinchado en un par de palos afilados. El sonido de la grasa al freírse junto al olor del pescado me hacen la boca agua. De todas formas creo que me merezco un descanso después de tanto entrenar y ,sinceramente ,el país del fuego me ha cautivado.

Sus bosques, su paisaje, sus gentes. Seria un buen lugar para vivir.

Lastima que mi lealtad sea para con Kiri y mi maestro pero aun así me empieza a gustar este país.
Creo que esto es un día agradable. Hacia mucho que no lo vivía uno tan bueno como este.

La mayoría de mis días con la hermandad eran de entrenamiento intensivo. Muy pocas veces teníamos tiempo para otra cosa que no fuera el templo y sus misiones. Era pura disciplina militar o eso me parecía a mi. Todos los días eran así y solo en mi celda podía ser solo yo.

Se hace de noche. Las estrellas cubren el cielo con su luminoso manto y solo la luz del fuego mantiene a la oscuridad a raya. Me ajusto la gabardina negra con la capucha evitando aun mas el frió de la noche.
Me tumbo a esperar que los peces terminen de hacerse y disfruto del infinito espacio estrellado. Hoy la luna esta llena dando suficiente luz para crear mortecinas sombras en el bosque.

"Hermosa noche"

La joven chica no podía dormir, llevaba horas dándole vueltas a los dilemas que rondaban su mente. A veces se encontraba demasiado indecisa, pues sentía que las decisiones que tomaba iban más allá de su criterio. No recordaba haberse visto obligada a desviarse por caminos que no deseara, y en caso de ser así no entraban en su mente aquella noche, por lo que suponía que simplemente había acabado adaptándose.
Había salido para librarse de sus ocupaciones durante una tarde, pues había pasado la mañana resolviendo algunos asuntos que tenía pendientes. Lo que más le agradaba de Konoha eran sus bosques, debido a que podía pasar horas enteras entre los árboles rodeada de verde, despertarse por las mañanas después de que lloviera la noche anterior y al asomarse al balcón que le invadiera el olor a hierba mojada y fresca que tanto la gustaba. Estaba en otoño y con esa estación las hojas tomaban un tono amarillento hasta desprenderse de los árboles, cubriendo el suelo con un fino manto ambarino en señal de que una etapa de la vida acababa, sirviendo de sustento a nuevas generaciones. Solía plantearse el final de su existencia, sin cuadrarlo en los típicos colores blanco y negro. Por razones que desconocía acababa sin gustarle la idea de dejar a Kinder sola. Se decía que se debía a que no deseaba que ella fuera quien ganara las constantes guerras que sucedían en su cabeza, haciéndose con el control definitivo del cuerpo, pero sabía, aun sin reconocerlo, que ajenas a esas razones se ocultaba una más. Cuanto más lo pensaba menos claras tenía sus ideas, prefería dejar aquel tema aparte y que no llegara el día en que finalmente hubiera que resolverlo. Tenía por seguro que ciertas cosas estaban mejor guardadas en secreto sin que salieran a la luz, pues su gran verdad era demasiado dura para ser soportada.

En cualquier caso había ido allí para despejarse, decidió evadir lo máximo que le era posible las voces de su cabeza y deleitarse con el crujido que provocaban las hojas más secas bajo sus botas con el interior de un cálido tejido de borrego. Apenas destacaban con el tono del paisaje, siendo de un marrón pálido que de lejos pasaría desapercibido de no ser por los otros colores que se distinguían entre la maleza. Llevaba un vestido de lana blanca con cuello cerrado por encima de las rodillas, éste resaltaba el tono de sus ojos perlados haciéndolos más vistosos. Nunca se había parado a meditar si cierta parte de su cuerpo le agradaba más o menos, no era como las chicas que se pasaban horas al espejo contemplando su rostro. Simplemente tenía días donde se veía más bonita que otros, se arreglaba para Viral y salía a la calle con una sonrisa dulce. Aquel gesto le parecía que valía más que un bote de maquillaje, por ejemplo, o un escote que por poco mostrase la parte rosada de los pechos de una señorita. Contrariando eso, tras perder sus acciones, se había visto metida alguna vez en ropas de cuero que no eran suyas y no le agradaban en absoluto. No necesitaba que la villa entera admirara su cuerpo, tan solo una persona. Sintió la sangre subiendo a sus mejillas y supo que habían adquirido un tono sonrosado, pero no le importó. Con su mano derecha se retiró un rebelde mechón de su cabello que había ido a molestarle la visión. No tenía el dojutsu activado y se le hacía ciertamente extraña una visión tan escasa. Llevaba una trenza a un lado pero su flequillo negro seguía cubriéndole la frente, con dos mechones a cada lado enmarcándola el rostro.

Desde su posición, en uno de los gigantes de piedra que había en el valle del fin, contempló maravillada como el Sol se ocultaba tras las montañas en la lejanía. Aquella visión la sentía cerca y a la vez terriblemente lejos. El cielo brillaba con un tono rojizo y casi se transparentaba en sus claros ojos, que no contentos con ser un espejo alma de la chica, también lo eran respecto a lo que ocurría en su alrededor. Lentamente la luz fue desapareciendo para dar paso a una noche de luna menguante. La parte superior se había ocultado y quedaba dibujada sobre el cielo una sonrisa plateada. Ajena a todo lo demás estuvo un rato absorta en el gran astro y el manto de estrellas que le arropaba, hasta que un sonido y olor diferente atrajo su atención. Sus oídos se habían acostumbrados al agua cuando caía desde arriba y rompía muchos metros más abajo, por lo que las chispas en alguna comida rompieron la monotomía del agua y las cigarras que daban la bienvenida a la noche. Al girar el rostro descubrió una hoguera y alguien encapuchado, de espaldas a ella en ese momento, que parecía ser el creador de la misma. Los matorrales quedaban lejos de la misma y parecía que eso haría que el fuego estuviera vigilado, por lo que no tendría que regañarle de momento. Aun así había algo que no le agradaba tanto, y era que unos animales habían conocido su final seguramente a manos del chico. Sabía que las personas necesitaban alimentarse pero nunca entendería la necesidad de quitar las posibilidades de vivir a otros seres para satisfacer sus propias necesidades.

Con movimientos suaves bajó de la piedra hacia un tramo de la corriente de agua que podría soportar sin que la misma la llevara cascada abajo sin que lograra evitarlo. Llegó a la orilla y aplicó chakra en sus pies, para que cuando tocaran la superficie, no se hundiera, sino que caminara con total facilidad. Parecía deslizarse sobre el agua y pronto estuvo en el lado contrario, a varios metros de la hoguera. Siguió con paso ligero, los brazos extendidos a ambos lados de su cuerpo y la misma sonrisa dulce que presentaba siempre. Se introdujo en el círculo de luz que formaba el fuego para que el chico pudiera verla, y aún de pie, decidió ser educada y hablarle.

- Las noches son propias de la gente que se oculta de algo. Espero que sea el caso de la otra parte y sepa apreciar la bella oscuridad con cada una de sus estrellas y el gran astro plateado presidiendo el cielo.

Esperaba no ofenderle ni resultarle demasiado descarada, su tono de voz se había mostrado delicado y con suavidad. Volvió a retirarse el pelo de su vista y su rostro se mostró serio por un instante.

- ¿Huyes de algo?

Quería olvidarse de que había gente que la conocía y ella no entendía a qué se debían tantos cotilleos sobre su figura. No deseaba ser una ninja temida, simplemente entablar conversación con lo que suponía que era un desconocido y ser dos personas que podían mantener una conversación sin sacar un kunai o todo el armamento del que dispusieran. No era capaz de olvidar su desconfianza, que solía ser leve a no ser que le saltaran las alarmas, por ello no se había sentado y estaba a siete metros de él. La seriedad se esfumó tras formular la pregunta y volvió a tener alegría en sus gestos. Cargando un pasado, un presente y un futuro tras sus espaldas. Llevando los actos que más le marcaban. Fallos, errores, problemas. Poco le importaban. Tenía más de lo que hubiera podido desear. A pesar de todo era feliz.

Información:

Acciones:

Gastos y daños:

El firmamento se extiende ante mi con sus millares de plateadas estrellas, como un mar nocturno lleno de relucientes perlas plateadas pero inalcanzables a las manos de los mortales. Un lugar al que solo los dioses pueden aspirar a llegar. El sonido de la pequeña orquesta de grillos que acaban de empezar a cantar dan un nuevo y tranquilizador toque al paisaje.

Un chasquido en las brasas de la hoguera debido a la grasa de uno de los peces me indica que ya están en su punto, mi estomago gruñe impaciente ante el banquete que me voy a dar. Mientras aparto sendos peces del fuego, el bosque queda repentinamente en silencio. Los grillos dejan de contar y el viento junto al arrullo del agua son los únicos que continúan su monótona melodía.

Este repentino silencio animal solo puede significar una cosa. No estoy solo aquí esta noche.

Silenciosa y brillante como un rayo de luna, la plateada figura desciende de una de las paredes de la cascada con rapidez y elegancia. Me ha visto o eso me parece y cuando comienza a caminar en mi direccion. Es una mujer joven, tal vez un par de años mayor que yo, de extraordinaria belleza cuyo cabello azabache baila con el viento, al llegar a la orilla sus pies no se hunden en el agua si no que camina sobre ella creando delicadas ondas en la plateada superficie del lago. A pesar de todo, ya he visto esa mágica aparición antes. Las dos pálidas lunas que son sus ojos no dejan lugar a dudas. Instintivamente me llevo la mano al costado magullado por su puño.

Se detiene a unos 7 metros de mi manteniéndose dentro del circulo de luz pero fuera de cualquier radio de acción peligrosa que pudiera hace contra ella.
De todas formas no quiero atacarla. Ya he tenido suficiente acción por hoy, solo pretendo relajarme un poco.

Su melodiosa voz acompañada de una flamante sonrisa hace que su poética frase quede muy cordial.

"Las noches son propias de la gente que se oculta de algo. Espero que sea el caso de la otra parte y sepa apreciar la bella oscuridad con cada una de sus estrellas y el gran astro plateado presidiendo el cielo. "

Una frase extraña pero por alguna razón suena bien. Tal vez sea por la apariencia divina que tiene con ese vestido blanco y la influencia de la luna sobre sus ojos. De pronto me viene a la cabeza que en nuestro ultimo encuentro me noqueo en camisón.
Sonrío.

"¿Huyes de algo?"- dice mientras se aparta un cabello de su espesa melena. Su rostro se torna serio de pronto, como si me evaluara decidiendo si soy una amenaza no.

Me mantengo sentado frente al fuego dejando que este cree sombras a mi alrededor dándome ese aura de seguridad que tanto me gusta tener. Alzo mi mirada y coloco mis ojos bicolores sobre los suyos. Un leve enfrentamiento visual entre dos lunas pálidas y un brillante disco draconiano ámbar acompañado de un ojo humano rojo.
Mi sonrisa es sin embargo cordial y mi mirada se relaja.

"Todos huimos de algo Sonzu. Ya sea de nuestro pasado, de nuestro presente o de nosotros mismos."-me retiro la capucha para que pueda ver mi rostro, dejando a la vista el rebelde cabello negro y la cicatriz que desciende por mi ojo ámbar, sinceramente espero no asustarla- "No hoy no huyo de nada. Simplemente quiero sentirme yo mismo...Dejar de ser un soldado kiriano por una noche y ser solo Viktor."

Señalo una piedra plana que hay junto al fuego a una distancia de unos 2 metros de mi. Tal vez manteniendo me a una distancia ella se sienta mas cómoda.

"Por favor..."

La chica observó como la figura se llevaba la mano a uno de sus costados. Intentó relacionar aquello con su aparición, pero no conseguía enlazar ambos términos. No le dio demasiada importancia y siguió caminando en su trayectoria, seguramente habría sido signo de cualquier pelea en defensa del Imperio, o un amistoso que se fue de las manos. Ella misma era consciente de que muchas veces no controlaba su fuerza todo lo que desearía. Por entonces no conseguía reconocerle, más tarde se daría cuenta de lo mucho que tenía que ver en el gesto realizado por el chico.

Tras pronunciar la primera frase de su presentación, por llamarla de alguna manera, vio como el chico sonreía y se relajó levemente. Le agradaba que correspondieran sus acciones, y en vez de mostrarse inseguro o desagradable, había aceptado su invitación a dejar diferencias y peleas a un lado para ser amables el uno con el otro. Tras terminar, cuando volvía a mostrar la dulzura propia de ella, se encontró con una mirada que salía entre las sombras. El fuego formaba sombra sobre la capucha que cubría su cabeza, haciendo que parte desapareciera en la oscuridad y quedaran dos ojos relucientes. Brillaron iridiscentes un instante, cada uno con su tono peculiar. Tenía un ámbar y un rubí incrustados en el óvalo casi perfecto que formaban sus facciones. Recordó las burlas de los demás niños por ser diferente y mostrar una mirada ausente de color. La invadió una ligera envidia o nostalgia, ya que no supo catalogar bien el sentimiento exacto. Mientras que ella no había conseguido más que un ligero brillo que iba entre plateado y morado muy pálido luciendo en sus ojos, él disponía de una gama de dos colores únicos. Se dio cuenta de que había fruncido levemente el ceño, examinando con curiosidad la rareza que tenía. Le pareció especial y sonrió.

Le habló de que todas las personas huían de algo y pronunció su nombre. No se asombró debido a que había circulado por el Imperio principalmente en cotilleos que circulaban respecto a ella y al Hokage. Poco le importaban los marujeos.
Siguió con la vista el recorrido de las manos del chico hasta su capucha, como éste se destapaba mostrándola su rostro. Al fin reconoció la familiar sensación de haberle visto antes, era un gennin con el que había luchado en un combate donde protegía a Shika. Finalmente acabó envenenándola y dejándola dormida, pero el siguiente recuerdo que tenía era despertar en la cama de su habitación. Demasiadas cosas a las que no encontraba ninguna explicación lógica. Entendió entonces la razón de recoger su costado con la mano, ella le había propinado un puñetazo en ese lugar haciendo que acabara inconsciente. Tal vez se había pasado con la fuerza, pero una batalla no era más que eso. Aunque algo llamó más su atención que el reconocimiento, una cicatriz que descendía desde su ojo ambarino. Caminó rápidamente sin dejar de escucharle, a pesar de que estaba más centrada en otra cosa.

Cuando llegó a su lado el chico terminaba de pronunciar su nombre. Ella se había puesto en el lado derecho y su rostro estaba teñido de preocupación. Con una mezcla entre temor, por si le causaba algún daño, y curiosidad, dudó unos instantes en si extender su mano y finalmente la alargó hasta tocar su rostro. El frío de la noche no había terminado de hacer mella en ella y aún conservaba un tono templado en su piel.

- Viktor...

Pronunció su nombre, a pesar de que su mente estaba en algún lugar lejano. Pasó la yema de sus dedos con suavidad sobre la cicatriz del chico. Notaba el cambio de una piel a otra, la segunda se sentía más nueva y ligeramente pronunciada de la primera. Continuó el recorrido hasta terminar en el final de la misma, tomándose su tiempo en los delicados movimientos, apartando finalmente la mano, buscando de nuevo el encuentro de sus miradas.

- ¿Estás bien?

La cicatriz no parecía reciente, ya estaba curada y Sonzu se había percatado de ello perfectamente. No se había planteado el significado de la pregunta, prefería que el joven se lo tomara como deseara. La preocupación se podía leer en ella, dando a ver una sonrisa tranquilizadora, como si a su vez quisiera que se sintiera cómoda con su presencia.

Acciones:

"Viktor..." dijo tras sentarse a mi lado. Seguidamente coloco la yema de sus dedos sobre la cicatriz que recorría mi mejilla y los deslizo por ella. Es solo un roce, aun así no puedo evitar un estremecimiento y una extraña nostalgia me invade. Es solo durante un milisegundo pero de repente me encuentro en un lugar pasado, en la hermandad, de nuevo me encuentro en ese fatídico día.

Amanece, los rojizos rayos del sol aparecen por fin al otro lado del desfiladero, avanzando inexorables sobre el campo de batalla como una carga de caballería.
Retiro mi espada del cuerpo del soldado que acabo de matar. Mi mundo esta cubierto de una niebla roja. La herida de mi frente sigue sangrando y todo mi cuerpo sangra por pequeños cortes que he recibido desde que comenzó la batalla ayer a esta misma hora.
Mi mirada se mueve con rapidez por el sangriento valle buscando algún indicio de enemigos mientras en mi boca el sabor oxido de la sangre se acumula con mi entrecortada respiración.
Pero no hay nadie....
Mi primea reacción es un grito de jubilo. ¡Hemos vencido! ¡¡El señor feudal intento destruirnos pero le derrotamos!! ¡El santuario esta a salvo y nosotros con el...!

En ese momento se hace la luz en mi memoria y recuerdo el motivo por el cual no me moví de esa posición durante toda la batalla y una garra gélida llamada miedo me corroe por dentro.

Salto los derruidos muros del santuario y esquivo las pilas de cadáveres que obstruyen la brecha en la muralla. No me paro ha lamentar sus muertes. Eran soldados al servicio de su señor y sabían lo que les esperaba si fracasaban. A medida que recorro el camino sin embargo me voy dando cuenta de que no solo ellos han caído. Muchos de mis hermanos de armas también yacen aquí, han muerto con honor, como ellos deseaban pero no puedo evitar llorar sus muertes.

Aprieto el paso y entro en las habitaciones y ella sigue allí. Tumbada inmóvil sobre el camastro, una leve agitación mueve su pecho. Aun esta viva.
La muevo levemente mientras digo su nombre, Eva. Ella abre los ojos revelando esos hermosos zafiros que tanto tiempo me han cautivado. Le retiro uno de sus negros cabellos de su rostro pálido como la luna y una sonrisa débil recorre sus labios. Me dice algo....
Las palabras que no quiero oír. Le digo que se equivoca, que su herida no es tan grave y que se pondrá bien mientras las lagrimas amenazan con escaparse de mis ojos. Ella me contesta con una ultima sonrisa y su mano recorre la cicatriz de mi mejilla y ojo.
Solo dice dos palabras antes de cerrar los ojos y dejarme solo para reunirse con nuestros hermanos en el salón de los dioses.

"Te amo"

Regreso a la realidad justo en el momento en el que ella retira su mano. Una leve lagrima ilumina mi ojo ámbar y recorre el mismo camino que el que a seguido su dedo.

"¿Estas bien?"- me pregunta con evidente preocupación.

Trato de mantener el tipo mientras contengo la oleada de dolor que recorre mi corazón. Sonrío.
"Si es solo que.. se me a metido algo en el ojo"

Contempló como una lágrima caía desde su extraño ojo resbalando por su mejilla. Recordó entonces las dos veces que había llorado en público, solo unas pequeñas gotas, pero en ellas había una carga emocional enorme. Supo que no era una mota de polvo lo que guardaba, sino un gran dolor en el corazón que hizo llorar a un noble guerrero. Con la misma mano que había recorrido su cicatriz paró su lágrima y dejó que la mojara los dedos, secando a la vez el rostro del chico. Le faltó valor para preguntarle por qué lloraba, sabiendo que debía ser algo más que íntimo para él.
Subió la barbilla del joven con delicadeza, haciendo que le mirara a los ojos. Sabía que la sonrisa que le había dedicado él no era sincera, pues era simplemente una fina línea en los labios, ella quería que se le subieran los mofletes hasta que formaran unas pequeñas arrugas a la altura de sus párpados inferiores. La sola idea la hizo sonreír a ella también. Era un gesto sincero. Si él no era capaz de hacerlo, al menos ella se lo ofrecería. Con la subida de sus labios enseñó los dientes, cuyos colmillos estaban tan solo ligeramente afilados. Venía de Kirigakure pero no tenía una gran mandíbula. Las mejillas levemente sonrosadas, dando una pizca de color a su piel. Mostraba cercanía. No habló pues no lo vio necesario. Quedó unos segundos así, sonriendo con la yema de sus dedos rozando aún la garganta del chico. Cuando volvió a la realidad una suave risa se escapó de su garganta. Fue corta pero rompió todo silencio. Recogió sus manos y ladeó la cabeza.

La joven dio unos pasos saltarines separándose dos metros de él para sentarse en una de las piedras que allí había. Tenía la espalda recta y las piernas cerradas, con los pies torcidos. Miró al cielo con aire soñador y le agradó que se vieran tantas estrellas. La hoguera no impedía verlas, las chispas más altas ascendían hacia la oscuridad. Acababan perdiéndose de camino hacia el cielo, sin llegar a su destino. A pesar de ello seguían intentándolo una y otra vez. Tragó saliva y alzó la mano al cielo, no pensó en que estaba acompañada y podía parecer un acto extraño, simplemente quería probar a atrapar también esos puntos brillantes. Sin resultado dejó caer el brazo con cierta añoranza, bajó también la mirada después con lentitud. Acabó en el chico, tras haber seguido de nuevo el cálido fuego. La complacía estar tan cerca de su propio elemento Katon. Le miró sin vergüenza ni asombro, aunque no se había fijado en que siguiera allí mientras inspeccionaba el manto de estrellas. La chica tenía el rostro sereno y se preguntaba si su intento de despreocuparle había servido de algo. La oscuridad de su corazón también aparecía y desaparecía sin que pudiera evitarlo, igual que el día y la noche no cesaban su rutina e iban a su antojo sin que nadie pudiera evitarlo.

- No se puede escapar de la oscuridad.

Era la primera vez que hablaba desde su sonrisa, aunque no sabía si se lo estaba comunicando o compartía pensamientos con él. La frase significaba mucho más para ella de lo que daba a entender. Eso decía que igual que la noche seguía brillando cada día, las tinieblas de su mente permanecerían allí.

Acciones:

Su mano se detiene y mi indiscreta lagrima se detiene en sus blanquecinos dedos.
Durante un instante estoy avergonzado. Soy un guerrero. No debería llorar y menos en publico. La miro un instante esperando una reprimenda por mi vergonzoso comportamiento.... y entonces me sonríe.

Es una sonrisa cálida y sincera, dejando entrever sus dientes blancos y la gracia de sus rosadas mejillas. En alguna parte de esos ojos como lunas llenas veo una extraña comprensión. Ella no me juzgara, ella sabe algo del dolor que me atenaza y solo me recompensara con esa sonrisa intentando sacarme de las tinieblas que me envuelven.

Y lo consigue.

Su sonrisa es un bálsamo para mi herido corazón y, como una luz brillando en la noche, disipa de un plumazo la nube tormentosa que se había colocado sobre mi alma.
Sonrió. Esa vez es una sonrisa sincera. Agradeciendo con la mirada el sincero apoyo que veo en sus ojos y el cariño incondicional que siento en su caricia.

Retira su mano y con paso saltarin y alegre se sienta en la piedra que le indique al principio. Durante unos instantes se sienta allí, admirando la hermosura del cielo nocturno y observando como, una a una, las chispas de mi hoguera ascienden al firmamento. Su brazo se mueve intentando alcanzar una de ellas.
Al bajar la mano su expresión es un tanto extraña. Es una mirada que conozco bien...
La mirada de alguien que piensa que a pesar de todo lo que haga, tal vez no sea suficiente. Hay circunstancias que escapan de nuestro control y, aun así, intentamos tenerlas a raya. Con cada derrota nos sumimos mas en esa impotencia que nos deja sumidos en las tinieblas. A pesar de nuestras victorias, de los logros que podamos conseguir esa derrota siempre estará allí.... recordándonos que somos humanos.

"No se puede escapar de la oscuridad."

Me levanto y me acerco a ella con paso sereno, sentándome a su lado como ella hizo conmigo.

"No pero a pesar de ello la oscuridad no reina en nuestras vidas. Piensa en ello, todos los días desde que este mundo existe el sol se a puesto de noche para renacer de nuevo por la mañana."- la miro a los ojos- "La oscuridad esta en todas las cosas Sonzu, y no por ello es malvada. En la noche las plantas, los animales y las personas duermen. Pero no todos lo hacen. Algunas flores se abren de noche y dan aun mas hermosura al cielo nocturno, algunos animales salen a vivir sus vidas y algunas personas como nosotros salimos a disfrutar de un cielo estrellado... La oscuridad también esta en mi, ese impulso asesino que me mueve en la batalla, puede que luche por una causa justa pero se que en el fondo... la bestia que hay en mi lucha por el placer de hacerlo. A pesar de todo no cedo a ese impulso asesino. Pues se porque lucho. Por mis amigos, por mi nueva familia de la villa y por todos los que habitan este mundo.....
La oscuridad no nos gobierna Sonzu. Por el simple hecho de que siempre hay un nuevo día."

Consiguió su cometido, había logrado alejar las tinieblas del corazón del joven. Podía leerlo en la nueva sonrisa que él la dirigía, llena de sinceridad, recogiendo el apoyo y la alegría que ella había pretendido brindarle. A pesar de ello, como si sus reservas del propio sentimiento que intenta transmitir comenzaran a agotarse, la chica no pudo evitar más que la nublara parte de su oscuridad. Podía controlarlo, no en vano llevaba ocho años soportándolo, pero la sonrisa se había esfumado de su rostro para dar paso a un gesto propio de alguien que sabe estar corriendo una carrera contra la muerte... O algo peor.

Sin embargo, al igual que tenía práctica para mantener su otra parte alejada el tiempo suficiente, lo tenía para ocultar eso. Como si fuera una reacción mecánica de autoprotección, en su rostro centelleó de nuevo la felicidad que quedaba tan fuera de su alcance. En ocasiones como aquella tenía la sensación de que estaba destinada a estar siempre sola con sus fantasmas escondidos detrás de una máscara de amabilidad y dulzura, demasiado trabajada para ser penetrada por un simple extraño. Por entonces se sentía segura, y era mejor que siguiera siendo así, sin que el otro pudiera leerla más de lo necesario. Ella no sabía aún lo importante que era guardar su secreto. Al no ser consciente, tampoco sabía todavía lo que sería capaz de hacer por no ser descubierta. Pudo ver como se acercaba a ella, no hizo nada por evitarlo. Había hecho lo mismo anteriormente, tras recorrer la cicatriz del chico con la yema de sus dedos, así que no deseaba resultar grosera. En cualquier caso, estaba pasando una noche entretenida en su compañía al lado del calor de la hoguera. La habló con gesto sereno, le recordó irremediablemente al que ponen los padres cuando intentan inculcar a sus hijos una sabia lección. Batallas de guerra, la vida no deja de ser eso, una batalla tras otra. ¿Y en el fondo, contra quién luchamos? Solo contra nosotros mismos y nuestra ignorancia. La falta de conocimiento en distintos sectores nos hace caer en un error tras otro.

Sus palabras llegaron a ella, aunque no quizás del modo que deseara. Para Sonzu fue inevitable la sensación de que no podrán comprerla, que el mundo estaba allí y quizás la escucharían, incluso las personas más volcadas tratarían de seguirla, pero sin llegar a sentir el mismo dolor que guardaba su corazón, o sus deseos más ocultos. Claro que no esperaba nada de otras personas. No esperaba que la escucharan y mucho menos que la entendieran.
Aún así no pudo evitar preguntarse cosas. Demasiadas para plasmarlas en un papel y tan íntimas que no cabía la posibilidad de que las compartiera con un extraño, podría darle mil vueltas pero el chico no dejaría de ser eso para ella. Buscó la forma de expresarse sin resultar inquietante, estaba sumida en sus pensamientos sin que entrara en sus objetivos seguir la conversación por unos minutos hasta que se reorganizaran sus ideas. Podría haber asentido y hecho como si nada de eso fuera con ella. Al fin y al cabo no era como ella, quien no encontraba el placer de matar si no era por supervivencia, cosas tan simples y a la vez complicadas que no había llegado a replantearse. Sus conocimientos sobre sí misma eran tan escasos que en caso de haberlo querido no habría podido hacerlo.

Cuando consiguió encontrar lo que diría volvió a mirarle, después de tener la vista ensimismada en el fuego, sus pensamientos fluyeron con la misma fogosidad: uno aumentaba al otro, que a su vez era encadenado por el anterior.
Había hablado sobre el sol saliendo cada mañana despejando a la noche. Un equilibrio. Alejada de la realidad, al parecer de Sonzu ella era un brillante astro que se llevaba la oscuridad y los estragos ocasionados por Kinder.

- ¿Y que pasaría si un día el Sol desapareciera, si no alumbrara un nuevo día y nos sumiéramos en la oscuridad?

Lo había dicho con total naturalidad, aunque la sola pregunta la estaba matando en su interior. Uno de sus mayores miedos era desaparecer, no volver a salir fuera y quedar encerrada por fuerte en la cúpula de cristal, en las cadenas de su mente. Apoyó los brazos en el final de la piedra, sujetándose a la misma, y echó la cabeza hacia atrás. Miraba a las estrellas, pensando aún, y esperando la respuesta del chico. Le estaba haciendo más caso del que parecía, en verdad no recordaba haber mantenido nunca una conversación así y necesitaba meditar sobre ello.

Acciones:

Esta sola. Eso es lo que piensa. Puedo verlo en sus ojos, perdidos en la inmensidad del espacio. De pronto su mirada su vuelve a mi y veo el miedo reflejado en sus ojos respecto a la respuesta de la pregunta que esta a punto de formularme.
Sus labios se mueven con naturalidad pero me parece detectar un lijero temblor al acabar la frase.

"¿Y que pasaría si un día el Sol desapareciera, si no alumbrara un nuevo día y nos sumiéramos en la oscuridad?"

Se vuelve de nuevo a contemplar el firmamento, pero la tensión de su cuerpo sigue allí.
¿Porque ella debería irse? No entiendo del todo su pregunta pero por alguna razón ella teme desaparecer frente a su oscuridad. ¿Tan horrible es? ¿Tanto como para ya haberse rendido?
Miro a los ojos pálidos de tan adorable criatura y por un instante solo veo dolor. ¿Como es eso posible? La mujer tan segura de si misma y con tanta alegría de vivir, a sido sustituida por una niña asustada de si misma.
El Sol. A sido eclipsado por una Luna despiadada. Una Luna que desea destruirlo por siempre y encadenarlo en su penumbra para que el mundo no vuelva a admirarlo nunca mas....

"¿Que mundo seria ese...?"-digo sin querer en voz alta. No me he dado cuenta de que lo he dicho así que sigo con la mirada oculta en la capuchas que me he puesto de nuevo para pensar. Sin embargo mi rostro esta tenso en una mueca feroz y mi ojo ambarino brilla con fuerza.

¡Como se atreve! ¡¿Con que derecho!? Mucha gente depende de Su luz....De Su calor...De una simple y luminosa sonrisa como yo hace un momento.

Relajo involuntariamente mi rostro pero el fuego determinado de mi mirada no se a ido. Alzo la mirada hacia el firmamento y la capucha resbala revelando mi decisión . Allí esta ella, esa oscuridad abrumadora que ensombrece una luz del mundo. Sonrió. Es una sonrisa de desafió a la oscuridad. La oscuridad que esta en todos nosotros.
La cruzada mas difícil que me he propuesto...
¿Pero que son las Cruzadas sino misiones imposibles...?

La miro y sonrió con seguridad.

"El Sol no desaparecerá..... No mientras queden personas dispuestas a luchar por el."

Pudo oír unas palabras provenientes de labios del chico, aunque no se giró, limitándose a mirarle de reojo y observar como había tapado su rostro tras la capucha. Como supuso en un principio, lo que dijo no estaba dirigido a ella, se había escapado de sus pensamientos y había quedado suspendido en el aire.

"El mismo que era antes"

Escuchó en su mente, sin comprender aquella frase. A veces no entendía lo que movía a Kinder o que pasaba entre ellas, los vínculos que las unían o el por qué estaba esa extraña voz dentro de su cabeza, pero si algo tenía claro es que se estaba enfadando y no convenía nada que alguien se acercara demasiado a saber su secreto y el por qué de tantos enigmas. Esperó sin impaciencia, preguntándose cosas a sí misma. Seguía con un semblante dulce, viajando a través de las estrellas y haciendo trazos imposibles con las mismas. Estaba terminado de hacer un pato, como el que rescató al hada María en los bosques de Iwagakure cuando sintió movimiento a su lado. Sin variar su posición, puesto que se encontraba demasiado cómoda para querer hacerlo, ladeó la cabeza mirando a Viktor. Él había dejado caer su capucha de nuevo para mirar a las estrellas, mientras la chica dejaba el firmamento para escrutar su rostro. Había repasado la cicatriz que ya había tocado anteriormente y se estaba sumiendo en sus ojos cuando asomó la línea perfilada en su cara, él sonrió sin entender en el terreno en el que se estaba metiendo. Sonzu aguardó unos instantes hasta que él giró su rostro mirándola a ella, por un momento estuvieron demasiado cerca, pero no la importó, estaba esperando la respuesta que tardaría tan poco en salir.
El Sol no desaparecerá..... No mientras queden personas dispuestas a luchar por el.

Estaba seguro de lo que decía, sin embargo ella sabía que no la conocía, ni ella a él, ¿por qué lucharía un extraño por hacer que siguiera con vida? ¿Por el mismo motivo que una pelirrosa se acercó un día a ella y la ofreció su amistad? ¿Quizás fuera algo parecido a Viral cuando la liberó del ataud y después de caer alabó su belleza? El descaro que utilizó hizo enrojecer sus mejillas aún más y revolvió unos instantes su cabello, tapando sus rasgos, le avergonzaba que su sangre fuera distinta y ajena a lo que quería y decidiera posarse en un sitio que se encontraba tan a la vista.

Con delicadeza se incorporó, dejando la postura donde tenía su espalda arqueada y su trenza cayendo por detrás. Separó sus manos de la roca, y la pierna derecha tocó la del chico debido a que se estaba inclinando hacia un lado. Se mordió los carrillos por dentro y se dirigió a él.

- Viktor...

Pronunció de nuevo, sus palabras cargadas de dulzura.
Entonces con la mano que quedaba oculta entre las sombras, y estaba debajo de su muslo, entre los pliegues del vestido, hizo un sello. Lo conocía demasiado bien incluso, pues ella misma se había encargado de que fuera diseñado para que activara el efecto del frasquito. Antes de ir hasta allí, como de costumbre, estando el veneno en su recipiente hizo un sello con una mano y lo cambió una vez, consiguiendo el efecto donde dejaba paralizado después de ser activado. Tras ello, se lo puso en las manos. Y ya había dado la señal necesaria para ponerlo en marcha. Se habría paralizado justo en el instante, sin posibilidad de mover ni el dedo meñique del pie. En el rostro de la chica lucía una sonrisa divertida, se levantó con andares saltarines y dio un salto hacia atrás de 7 metros, hundiéndose en las sombras, pero a la vista del chico. Viktor podría ver unos iridiscentes ojos perlados, que brillaban con una siniestra diversión, y de un tono casi inmaculado de blanco los dientes, por lo que podría suponer que estaba sonriendo. Efectivamente, la chica además de sonreír, había abierto la boca para hablar.

- ¿Quién necesita ser protegido ahora?

Su voz seguía sonando dulce, y antes de finalizar la frase había hecho un sello con ambas manos, haciendo que el final se proyectara desde detrás del chico, como si fuera una especie de eco. Rió suavemente. Tal vez le había considerado alguien débil. Tal vez había supuesto que dejaría que lucharan por ella. Lejos de aquello Sonzu había tocado a Viktor casi al verle, sin que el mismo se diera cuenta de que estaba a su merced, y ni siquiera la chica pensó que usaría su arma contra él.
Activó su Byakugan, quedaba inapreciable debido a que la noche ya estaba más entrada y ella se encontraba en la oscuridad, pero las venas alrededor de sus ojos se habían pronunciado notablemente. Veía a la perfección lo que se encontrara a cincuenta metros alrededor de su posición, y con las mismas hizo que unos hilos de chakra surgieran de sus manos. Entonces comenzó a agitar los brazos en todas las direcciones, uno de los hilos golpeó al chico y le causó graves daños. Una sola vez. Acabó controlándolo mejor y cuando se acercaba a él lo desviaba, haciendo que cumpliera solo su función defensiva, a pesar de que seguramente no pasara nadie por allí. Estaba a salvo, a salvo, a salvo... Se lo repitió miles de veces, casi frenética, sin dejar de girar los brazos con los rígidos destellos morados que salían de ellos. Seguro que ese personaje estaba deseando que se descuidara para ir a por ella, incluso la haría falsas promesas. Pero era lista. No podría con ella. Le había dejado con un soplo de vida, pero todavía no había acabado con él. En su mente no podía haber otra cosa que no fuese la gloriosa sensación de seguridad. El miedo que sintió antes le sonaba distante y muy alejado de la realidad. Rió. ¡Que cosa más rara!

Ténica aprendida:

Arma propia:

Acciones:

Gastos y daños:

Noto como sus mejillas se encienden y sonrió. No se porque pero simplemente ese pequeño y encantador gesto me hace sentir mejor. Me esperaba otro comentario pesimista pero parece que esto no se lo esperaba. Noto un leve desconcierto en su rostro ,como si se preguntara si hablo en serio. Me recuesto un poco mas y me deslizo hacia abajo por la roca hasta quedarme con la espalda apoyada en ella. Contemplo el cielo estrellado reflexionando sobre un par de cosas que se me vienen a la mente.
Es una noche muy hermosa.

Noto como ella se levanta y una parte de su cuerpo roza conmigo. Reprimo un estremecimiento. Por alguna razón que no entiendo me pongo tenso, aunque en mi rostro no se nota. Algo a cambiado.
El ambiente es de pronto mas sofocante y el claro esta en silencio. Un silencio que reconozco muy bien.
Un predador a salido de caza.

"Viktor..."- esa voz dulce de pronto parece fuera de lugar como si no encajara para nada en este momento. Noto un movimiento en sus manos y en un instante mi cuerpo sufre un espasmo y queda inmóvil. Años de combates y un leve picor en el lugar en que me a tocado y en mi cicatriz me indica lo que ya se.
Me ha envenenado.
Veo como se dirije, brincando en direccion a los arboles y se detiene en la penumbra.
Cuando se gira dos discos plateados me observan de forma siniestra sabiendo que me tiene en su poder.


"¿Quien necesita ser protegido ahora? "-su voz suena mis espaldas divertida. esta jugando conmigo Como la de una niña que disfruta arrancándole las alas a un insecto. Las venas de sus ojos se marcan con fuerza. Ejecutando esa técnica de su clan tan famosa. De pronto empieza a girar descontroladamente y unos hilos de chakra surgen de sus dedos. Uno de ellos impacta con fuerza contra mi agrietando la roca que hay tras de mi con el impacto. El dolor lacerante es como si un millón de látigos me golpearan en el mismo lugar y un fino hilo de sangre surge de mis labios.

El dolor amenaza con colapsar mi mente pero con un soberano esfuerzo de voluntad lo ignoro y fijo mi atención en la figura envuelta en hilos de chakra que ríe descontroladamente. Por un instante me siento traicionado... pero inmediatamente una risa surge de mis labios. Comienza baja y entrecortada y termina alta y estridente. Sin embargo, no es una risa amenazadora y desquiciada, es la risa de alguien que acaba de entender un chiste muy bueno.

"Supongo que yo ¿verdad? Tengo que admitir que eso no me lo esperaba. pero no me refería solo a ese tipo de protección...-me interrumpe una brusca tos que acaba haciéndome escupir sangre, sonrió recordando cierta situación parecida con Hiaji,suelto una risa cansada y dirijo una mirada vidriosa al cielo- "Sabes...aun así, la noche sigue siendo hermosa"

Una sonrisa maliciosa asomó en su rostro con los efectos de sus látigos. A pesar de ser la primera vez que realizaba aquel jutsu, estaba cobrando unos buenos resultados. Cuando en el incesante baile lila que causaban sus brazos al girar uno de los hilos impactó contra el chico, estando aquello previsto, por supuesto, no solo le dañó a él, sino que la fuerza fue tal que también desquebrajó la roca en la que estaba apoyado. Además, un hilo de sangre brotó de las comisuras de sus labios, claro que ella no sintió el cosquilleo propio del Yonbi como suyo, a ella no la interesaba la sangre. Verdaderamente le daban igual las heridas, deseaba sentirse fuerte y protegida, a salvo de un peligro invisible que amenazaba con destruirla permanentemente, acercándose con aire profanador a lo más profundo de su ser, a algo a lo que ni ella era capaz de enfrentarse. Y si no podía hacerle frente porque no conocía su origen, si ni siquiera tenía claros los motivos de su existencia porque le faltaban incógnitas por desvelar, no estaba a salvo. Pocas veces dejaba ese aire desconfiado que de vez en cuando tanto se acentuaba y se dejaba caer a un lugar apacible, tranquilo... Un sitio que estaba muy lejos de una noche estrellada donde sentía las permanentes voces en su cabeza como eco de sus pensamientos.

Tal vez se esperase otra cosa, una reprimenda, sorpresa, tal vez una defensa o contraataque, pero no la risa que suena desde la posición del chico y sube alta, muy alta, haciendo frente a la propia suya, que se había apagado de repente. Ya no se oía entre la brisa de la noche una especie de locura convertida en voz, solo la risa de Viktor, que cuando finalizara, traería consigo un silencio interrumpido por el canto de los grillos y el ulular de un búho. Con aire desconcertado dejó de girar y acabó con la técnica. Desapareció de sus ojos el mismo brillo desquiciado y se quedó quieta un momento.

Hermosa...

La belleza era muy abstracta. Ladeó la cabeza y cruzó las piernas, sentándose sobre ellas. Cuando estuvo en el suelo las recogió y apoyó la cabeza sobre las rodillas. Sabía que los efectos del veneno en el chico todavía durarían un poco más, no en vano había mejorado la receta y le gustaba tanto probar su arma. Aún así, había muchas cosas que se escapaban de su conocimiento. Aún con el Byakugan activado observaba con una gran mirada inquisitiva a Viktor, que podría ver los relucientes ojos en la oscuridad, pues seguía a siete metros de él, fuera del círculo de luz. Pasaban de su comprensión las acciones de ciertas personas, al igual que las suyas propias, ya que solía dejar de plantearse las cosas que hacía continuamente, había llegado a la conclusión de que se volvería loca si analizaba lo que le ocurría. Tal vez, se dijo, fuera demasiado complicado entenderse a uno mismo como para comprender también a los demás. Buscó con sus manos la trenza y deshizo el nudo, pasando un par de veces los dedos por el recogido pelo hasta que el mismo quedó suelto. Por alguna razón, le había invadido la sensación de estar aprisionada, y su cabello al menos era libre ahora.

Acciones:

Gastos y daños:

Mis palabras han tenido algún efecto o al menos eso creo puesto que mi cuerpo y mis sentidos están mas centrados en quejarse del dolor para mantenerme consciente.
Observo como deja de girar y parece un tanto desconcertada. Se sienta de nuevo...lejos del fuego, dejándome entrever los pálidos discos de sus ojos. Me observa pero en el fondo me parece que es como si no me viera de verdad. Perdida en algún lugar al cual nadie puede acceder. El claro recobra un poco de su vida cuando un grillo solitario comienza a cantar su melodía de nuevo. Por un instante me siento un poco mejor, mi cuerpo aun esta inmóvil por el veneno pero empiezo a notar como se va disipando.

Ella se desanuda la trenza que envuelve su cabello negro como la noche y una cascada de color azabache se desparrama sobre sus hombros. Sigue observándome. tal vez esperando mi respuesta ,no lo se pero aun así me dispongo a proseguir mi monologo.

"Hay muchas formas de luchar por alguien..."-toso de nuevo, esto empieza a costarme caro-"Muchas veces la persona no necesita que la protejan físicamente... Simplemente necesitan una razón para vivir. Amigos para vivir y creer. O alguien que le de sentido a su existencia..."-paro de hablar y dirijo una penetrante mirada con mis ojos hacia los pálidos discos que me observan-"¿Tienes alguien así en tu vida Sonzu?"

Tal vez estas fueran mis ultimas palabras pero no me importaba. Necesitaba saber que pensaba. Era extraño pero cada vez me obsesionaba mas poder ayudarla. Incluso si mi muerte la ayudaba lo haría.

Con aire despreocupado, como si no hubiera pasado absolutamente nada y todo formara parte de un extraño y largo sueño, Sonzu seguía sentada con la cabeza apoyada sobre las rodillas. Las llamas de la hoguera se dibujaban en sus ojos, aunque se habían apagado desde el comienzo de su encuentro con el chico, puesto que en ningún momento ellos habían avivado aquel fuego dándole sustento para que siguiera creciendo. Parecía que sin darse cuenta los momentos pasaban, la noche ya estaba muy entrada, incluso faltarían solo unas horas para que los rayos de sol salieran. Debido a las catástrofes naturales que se ocasionaban por esas épocas y al temor que ocasionaba a sus ciudadanos, lo que conllevaba atracos y peligros ocultos, no hacía del mundo en el que habitaban un lugar del todo seguro. A pesar de ello, luchaban, se enfrentaban a un fin inevitable, a una muerte inminente. Sobre ese panorama un guerrero de una de las villas más sangrientas que llegaron a existir intentaba causar cercanía en el corazón de una joven perdida, donde por mucho que quisiera encontrarse, le faltaban tantos conocimientos sobre su propio ser que aquello se le haría imposible. Ella misma se daba cuenta de que solo era una insignificante criatura, prescindible a la hora del desarrollo del mundo, cuya existencia no repercutiría en absoluto en el ciclo de la naturaleza. Y aún sabiendo eso, no se llegaba a imaginar como serían las cosas en caso de no haber llegado a encontrarse con ciertas personas, o haber elegido otro recorrido, simplemente no haber actuado tal y como lo había hecho, con todo detalle. ¿Seguirían las situaciones el mismo sendero o habría cambiado algo? Uno de sus juegos favoritos era reconstruir los momentos del pasado de manera distinta. Si no hubiera puesto un pie ahí, si se hubiera quedado en cama tal mañana... Se preguntaba que hubiera ocurrido si esa noche no hubiera salido. Lo más probable, se decía, era que el chico hubiera tenido una velada normal y tranquila a la luz de la luna. Sin preocupaciones, sin tener que enfrentarse con una mente donde era imposible decir que no había ningún brote de demencia. Por su parte seguramente habría llegado a casa, dejando atrás todas sus prendas y dándose un baño caliente. Con suerte habría coincidido con Viral y habrían podido disfrutar de su compañía en una fría noche donde les bastaría con sentir el calor de sus cuerpos. Tal vez estaría durmiendo, o quizás Kinder hubiera decidido salir.

Pero, claro estaba, las cosas no eran así de sencillas. Aunque quisiera retroceder o volver atrás, aunque le resultara más apacible la idea de envolverse con una gran manta y hacerse un ovillo frente a la chimenea, no iba a pasar eso. Estaba en el momento indicado -o erróneo, depende de como se mire- para escuchar las palabras que el chico había elaborado para ella. Si hubiese sabido lo que la causarían, si tan solo las hubiera meditado dos momentos antes, tres como mucho, quizás hubiera callado la boca. Entonces Sonzu habría seguido calmada en el suelo, sin tener que pensar, sin necesidad de replantearse ideas que la causaban tanto daño.

Ella vivía con ideas fijas, o eso pensaba. Se levantaba porque el sol salía, se dormía porque el mismo se acostaba. Salía a la calle porque tenía que estar preparada para servir a la villa, incluso más: al Imperio. Pero no se llegaba a pensar si de verdad era eso lo que quería, si deseaba seguir así, o por qué desde sus diez años las cosas eran tan confusas. Solo recordaba, con difusa claridad, los momentos ocurridos desde entonces. Anterior a eso se mezclaban imágenes borrosas que tenían de fondo una enorme luna llena, cuyos recuerdos quedaban custodiados por una voz en su cabeza, que sin saberlo, dependían tanto la una de la otra que les sería imposible admitir cuánto. Pensó en sus amigos, pensó en Shika. Aquella pelirrosa con la que había compartido tantos momentos desde que se la encontró en Iwagakure, pero le faltó algo. Entonces se concentró en Viral, con sus cabellos dorados, visualizó las estrellas ocultas de su mirada, la diferencia que había en la forma que miró a Kenko un día en las montañas para después hacer que sus mejillas se sonrosaran de tanta atención. Pero seguía vacía, y sola. Fue buscando personas. Como un fogonazo en un instante pasaban miradas tristes y alegres, cabellos azules y blancos, ojos azules como el cielo y verdes florecientes al igual que los campos en primavera. Esperó. ¿Por qué los necesitaba? ¿Por qué tenía que depender de alguien hasta el punto de entregarle su existencia? ¿Acaso alguien le había preguntado cuando la crearon, o le había asignado una pareja?

Sin conocer la razón se dijo que se necesitaba a sí misma sobre lo que decía. Había momentos en los que nadie iba a luchar por ella, tendría que vivir por sí misma, tendría que ser fuerte. Aunque a la vez sintió unos lazos que la arrastraban a otros pensamientos, distintas cavilaciones, un lugar que no comprendía y le resultaba tenebrosamente reconfortante. A pesar de ello había algo más fuerte, mucho más fuerte, puesto que no podía separarse de quien tanto dependía de ella. Y si aquel que no imaginaba que era quien era, la necesitaba, y por una enrevesada razón ella le sería fiel, entonces no entendía si existiría algo más estable y permanente que eso. Se prometió mudamente que lo descubriría, sabiendo que era una promesa de la que no podría arrepentirse aunque quisiera.

Habían pasado unos minutos desde que Viktor terminó de formular su pregunta, y desde ese momento había seguido mirándole con los ojos vacíos, completamente sumidos en una realidad muy distinta a la que estaban. Se levantó con agilidad felina y se quedó de pie. Llevaba concentrada una gran cantidad de chakra en su palma izquierda, la cual chisporroteaba de energía violeta.

- Dulces sueños, Viktor.

Pronunció con ternura y a la vez lejanía, producido casi con seguridad por el torrente de emociones que la desbordaban. Golpeó con fuerza el aire, y el chakra de su mano se dirigió con amenazante precisión hacia él, que se encontraba tan solo a siete metros de ella, lo que causaría que no tardase apenas en alcanzarle. Quizás intentara esquivarlo, puesto que él podría notar como recuperaba movilidad en la mayoría de su cuerpo, exceptuando las piernas. Por si acaso, dio un pisotón al suelo, mandando una onda sísmica, así si su primer ataque fallaba por algún causal, al menos el segundo no creía que pudiera evitarlo. Por su parte, había dado por concluida aquella conversación, y no conocía mejor forma de darlo por hecho que acabar lo que había empezado con anterioridad.
Se dio la vuelta y volvió a caminar con la misma elegancia por el agua, como si la brutalidad de sus golpes no la perteneciera. Pronunció unas palabras claras tan solo en su cabeza, dirigidas a Kinder, quien podría escucharlas con claridad y sentir como un gran peso la verdad que las mismas guardaban.

"Nos protegeré"

Tal debía ser la convicción de su frase, que aún en su mente, pudo sentir como la otra voz tembló un instante.

Entrenamientos de jutsus:

Acciones:

Gastos y daños:

El impacto es aterrador. El aire me golpea como si de su mismo puño se tratara. Pierdo la consciencia casi al instante. Apenas siento el temblor de tierra que le sigue...
Me despierto en una cama de hospital.... Los médicos me dicen que he tenido mucha suerte de salir con vida. Si no me hubieran encontrado a tiempo ahora mismo estaría bastante mal.
Observo la herida que ya debe de haber cicatrizado. Una cicatriz en vertical me recorre el pecho como si de una frontera se tratara, dividiendo mi torso en dos partes separadas por ella.

Me tumbo entre las suaves sabanas de la cama y me pongo a reflexionar. Hoy he sacado una nueva cruzada que llevar a cabo...y por imposible que sea pienso cumplirla.

Aprendizaje:

Despollao: +70 exp.
Loca: + 30 exp.