El reencuentro. [Tema privado de Kori y Tai]

No hacía mucho, había conocido a una persona llamada Kori, por la cual sentía algo, pero por el momento prefería dejarlo para mis adentros, pues, en realidad sabía poco sobre ella, sabía que su clan era el nara, y que vivía en Konoha, y eso me suponía un problema, pues, desde que Kirigakure cayó, el imperio había cambiado, y también sus puertas, siendo desconocidas para mi en estos momentos, la verdad, me apetecía mucho verla, y no se, puede que algo mas.

Me encontraba en la playa, tumbado, con una cerveza en mi mano, y un par de ellas mas a mi lateral derecho. Estaba mirando al mar, tranquilo, pensando en mi vida, y en ella. El clima, era tranquilo,normal en primavera, la temperatura era idónea, y la humedad hacía acto se presencia, pero, no era demasiada molesta. El ruido de la olas al romper, y las gaviotas a lo lejos, me tranquilizaba bastante, siendo estos los momentos de mas paz de mi vida, no venía mucho por aquí, pues, me pasaba los días entrenando para poder defender a Kirigakure, procuraba venir una vez a la semana, para desconectar de la vida cotidiana, y pensar solo en mi. Pero, también me sentía solo, no tenía a nadie con quien disfrutar esto, estaría bien que ella estuviese aquí.

Primavera en la villa de la Hoja. Las flores habían abierto sus pétalos, dejando que la luz las bañara en su totalidad. El valle del fin se llenaba de bellos y diferentes colores que destacaban en el verde prado. La vegetación crecía cuan más cerca se encontraba del río que atravesaba el valle, y en general era un espectáculo hermoso. Salí de mi hogar con una sonrisa pintada en la cara; adoraba esta estación en la que el frío se iba y podía escaparme a nadar de vez en cuando, el día que estaba lo suficientemente templado y despejado como para no resfriarme. Pisaba la hierba, y las pequeñas flores, como margaritas, se estropeaban a mi paso. Eso me entristecía, pero a la vez pensaba “¿qué otra manera tengo de llegar hasta el lugar que quiero?”. Obviamente, no había otra forma. Además, aunque se estropearan, no las mataba, por lo que en realidad no hacía tanto daño... o eso creía.
Llegué a la orilla del río, y recorrí con mis dedos los arbustos que allí había. Cuando llegué a un sitio que me pareció adecuado para descansar, me senté en él, y observé el agua. No recordaba hacía cuanto, pero en alguna ocasión, yo había estado allí, compartiendo espacio y palabras. Ardía en deseos de verle de nuevo, y, ¿quién sabe?, quizás poder darle un beso completo.
Concretaré un poco más sobre mí, Hozuki, Taimatsu Hozuki. Soy un shinobi de Kirigakure.
Recordé que había dicho eso, y pensé en ir a Kirigakure. Si tenía suerte, podría encontrarlo. Ya me había cansado de esperar en mi villa, y además tenía pensado hacer algún día un viaje. Si nos habíamos encontrado en un ecosistema acuático, tal vez estaría bien que al primer lugar al que me dirigiese fuese a la costa. ¿Estaría allí? Mi corazón comenzó a latir un poco más fuerte. La idea y el ansia de verle de nuevo se hacía cada vez más grande. Me levanté y corrí a casa, sin importarme ahora las flores ni nada que estuviese en el suelo. Hice una rápida mochila y, tras comprobar que todo estuviese correctamente, salí de mi hogar, cerré la puerta con llave y emprendí mi camino con buena marcha. En el viaje tendría tiempo para empezar algún entrenamiento. En concreto, quería aprender el Kagenui no Jutsu, que tenía numerosos usos, pues podía dividir mi sombra en diez largos cables con los que podía hacer muchas cosas. Cuando llegué a Kirigakure, ya había conseguido dividir mi sombra en cinco cables. Estaba contenta con el resultado; ya practicaría en el viaje de vuelta lo que hiciese falta.
Me dirigí a la costa entonces. Al llegar, me había aseado y vestido con un vestido ligero de color negro, y dejado mi mochila en un hostal. Llevaba el bikini debajo de la ropa, con intención de, estuviese o no Taimatsu, poder tomarme un buen baño en el agua marina y nadar a gusto. Me fui con esa idea en la cabeza, tratando de no confiar demasiado en poder verle y luego no tener que llevarme una decepción... Mas no tuve que llevarme un desencanto, pues allí estaba Tai, tumbado en la playa. Me quedé observándolo desde una esquina, rezagada. Mi sonrisa se alargó, pero no me atrevía a acercarme. Intentaba autoconvencerme con razonamientos del tipo “¿para qué has venido hasta aquí? ¿Para luego quedarte parada, incapaz de decirle ni un tímido hola?” Después de unos minutos luchando en mi interior por tratar de vencer una timidez que ya creía perdida, me acerqué hasta él y le dije.
-Hola... Te... ¿Te acuerdas de mí?

palabras:

Tragos iba dándole a mi botella a medida que el tiempo pasaba, pero mi ritmo era lento, tal que la botella me podría durar durante un par de horas, el tiempo mas o menos que tenía planeado estar por este lugar. Mi mirada no se desviaba a cualquier otro lugar que no fuese al mar. Dentro de un par de horas, el sol se iría, pasando así al atardecer y al anochecer. Los rayos del sol, se chocaban con el agua, iluminándola, haciendo, a mi parecer, que esta estaba electrificada. Mas tarde, el color de esta, cambiaría a un rojizo, como si el fuego flotase en el agua.

La humedad, hacía que un poco de arena se pegase a mi piel y ropa, y que mi pelo, pareciese que estaba mojado, aumentando así su brillo natural. La temperatura no era muy alta, pero aun así tenía calor, puede que tuviese algo que ver con lo que estaba pensando en estos momentos, sobre ella. Me imaginaba como sería tenerla aquí a mi lado, disfrutando de las vistas conmigo, agarrada a mi mano, y finalizar la velada con un beso.

Ya había pasado una hora, y dentro de un rato, el sol se marcharía, a la vez de mi persona, abandonando este lugar y volviendo a mi ruinosa casa. La verdad, no sabía a que esperaba, en mi cabeza, rondaba la idea, de que ella se presentase aquí, pero, sabía que era imposible, o eso pensaba. Cuando me decidí a irme, oí unos pasos en la arena acercándose a mi, cuando me di la vuelta y vi a la persona que se acercaba, mi corazón empezó a latir mas fuerte, sin duda era ella, su aspecto había cambiado un poco, siendo ahora su pelo mas corto, estaba preciosa.

-Hola... Te... ¿Te acuerdas de mí?

Sus palabras, su deliciosa voz, retumbaba por mis oídos, confirmándome quien era, durante un segundo, me quede de piedra, sin saber realmente que hacer, a si que solo seguí mi instinto. La abrace, me acerque a ella, y la rodee con mis brazos, los segundos que duro el abrazo, me sentí como si el cielo se tratase, me gustaría estar así por siempre. Tras pasar un par de segundos, me separe de ella, y mire a sus preciosos ojos.

Hola Kori, lo siento por ese abrazo, pero... me apetecía dartelo.

Tras pronunciar aquellas palabras, aguardé expectante apenas un segundo, en el cual Taimatsu reaccionó y se acercó a mí. Me abrazó con sus musculosos brazos durante algunos segundos, que desearía que hubiesen sido más. Me había tomado por sorpresa, y quedé con los ojos abiertos en muestra de ello, hasta que finalmente los cerré mientras respiraba profundamente, tratando de tranquilizar los latidos de mi corazón. Su regazo era como una cárcel de la que nunca querría ser liberada.A pesar de mis deseos que no me atreví a confesar, Tai me soltó, y entonces me dijo mientras me miraba con sus ojos azul cielo:

-Hola Kori, lo siento por ese abrazo, pero... me apetecía dártelo.

A modo de respuesta, recorté la poca distancia que había entre nosotros y le abracé de nuevo con necesidad, colocando mis brazos por debajo de los suyos y apoyando mi cabeza en su hombro.

-No hay nada que perdonar... -dije disfrutando del contacto de su cuerpo y sonriendo imperceptiblemente ante la idea de que no se hubiese olvidado de mí-. Te he echado tanto de menos... -le susurré.

Le había abrazado incapaz de darle una muestra de amor superior a esa. Ahora ya no estaba confusa; o le quería, o estaba teniendo un ataque al corazón. Me incliné por la primera opción, ya que no me estaba muriendo. Sólo me quedaba averiguar si él sentía lo mismo que yo por él, si también estaba tan contento como yo sólo por verle y sentirle cerca de mí, si tenía las ganas que yo tenía de besarle... Tenía la impresión de aquel día sería muy intenso sentimentalmente hablando, y deseaba profundamente que pudiera acabar con una sonrisa y no con lágrimas en mis ojos.

música, maestro:

palabras:

Mi abrazo, aunque corto, fue cálido, me sentí a gusto, tranquilo, sin preocupaciones, solo abrazarla y no soltarla nunca. Mientras la abrazaba, apoyaba la cabeza un poco en su hombro, y mis manos un poco por debajo de sus hombros. Había dejado mi cerveza en la arena, hundida un poco para que no se derramase. Mientras la abrazaba pensaba en la gran casualidad del destino, encontrarme con ella, justo ahora, en mi momento de tranquilidad y serenidad, ahora lo podría compartir con ella.

Cuando me aparte, le mire a sus azules, y le dije que sentía por le abrazo, pero, tenía ganas de dárselo, una escusa un tanto patética, pero no sabía que decir en estos momentos. En cambio, su respuesta fue acercarse un poco mas hacía mi, y devolverme el abrazo, siendo este último mas largo que el anterior. Puso sus brazos bajo los míos, y apoyo su cabeza en mi hombro, tras un segundo, puse mis brazos por encima de los suyos, y la abrace con fuerza, sintiendo sus cálidos brazos en contacto conmigo, y su corazón latir al compás del mio.

Mientras me abrazaba, me sentía como si estuviese en el cielo, solo podía pensar en ella, en su cara, en su cuerpo, en su pelo, me sentía atrapado en un lugar del cual jamas querría escapar. Ahora estaba seguro de mis sentimientos, la amaba, y no quería ocultarlos, sino que prefería dejarlos florecer , y salir a la superficie, mostrándoselo al mundo entero, en especial a ella. Tras un corto periodo de tiempo, que fue lo que el abrazo duro, me separe unos centímetros , para si poder mirarla a los ojos, a sus preciosos ojos, los cuales me conquistaron. En ese momento, deje actuar a mi corazón, a mis sentimientos, a lo que de verdad me pedía el amor, la bese. Me agache un poco, debido a que yo era un poco mas alto que ella, y nos fundimos en un beso, uniendo sus cálidos, delgados y suaves labios con los míos, haciendo así mi amor por ella público.

Me aferré a él como si fuera el hilo que separaba a una persona de la vida, sintiendo su respiración, su latir, su calor. Quería cadena perpetua de aquella cárcel de amor, a pesar de saber que en algún momento me soltaría. ¿Le habría parecido mal que le atrajese a mí de nuevo, en vez de reaccionar como si fuese un amigo más? Ahora ya no había marcha atrás, y sabía que si no le hubiera abrazado de nuevo, algún día me arrepentiría de no hacer lo que me dictaba el corazón. Tai se separó de mí tras un breve tiempo, y miré hacia abajo, sin ser capaz de mantenerle la mirada, y sin saber qué decirle ahora. Podía sentir cómo mis mejillas ardían y cómo la timidez me impedía intentar mendigarle un beso. También sabía que me miraba de nuevo con sus grandes ojos azules, atrayendo poco a poco mi mirada hasta que consiguió separarla del suelo. Y entonces, fue cuando me besó. No recordaba ya el sabor de un beso, tan lejano como había sido el último, pero pronto me entregué a él, poniéndome de puntillas y apoyándome en sus manos para no perder el equilibrio. Cuando terminó el beso, apoyé la planta de mis pies totalmente en el suelo y le miré a los labios.

-¿Tú... de verdad me quieres? -dije, con un miedo repentino que se había apoderado de mí, ante la idea de que tan sólo estuviese jugando conmigo y pudiera marcharse de nuevo, dejándome sola.

Aguardé a su respuesta mientras le acariciaba las manos con mis dedos, que aún no habían soltado los suyos, y mi corazón le susurraba al viento "ámame".

Spoiler:

palabras:

Amor, no cabía otra cosa en mi cabeza en estos momentos, mi mayor preocupación era que mi beso fuese respondido, y que no quedase como un mal recuerdo que borrar de mi mente. Me había atrevido a dar un paso mas, sin ni siquiera conocernos realmente, y saber como eramos el uno y el otro, y si eramos compatibles, pero, en mi corazón, sabía que ella era la chica que siempre busque, mi medía naranja como se solía decir. Mi corazón latía mas fuerte, y por todo mi cuerpo un extraño sentimiento me inundaba, pero no era un sentimiento negativo, si no de paz y tranquilidad, como si me hubiese quitado un peso de encima.

El beso se prolongo no por mucho tiempo, pues, fue un simple pico, pero para mi fue algo mas, una muestra de mi amor. Ella me agarro de las manos y se puso de puntillas, para llegar mejor a mi, respondiendo así al beso.

Cuando el beso acabo, nos separamos un poco, y la mire a los ojos, mientras que ella me miraba a mi, cuando formulo una pregunta, la cual entro por mis oídos, y retumbo en mi cabeza, era una pregunta dificil de contestar dada la situación, pero sabía como hacerlo.

Nos conocemos muy poco, prácticamente nada, pero, cuando te miro a los ojos, algo siento en mi corazón, algo que me hace sentir vivo, algo que me llena de alegría. Te quiero, y te querré mas si me dejas conocerte.

Cuando sus labios hicieron el amago de empezar a moverse, dejé de respirar durante un segundo, intentando controlar mis emociones por si acaso lo que decía no era de mi agrado. No querría mostrar mi debilidad frente a una persona que, a pesar de lo que la quería, apenas conocía.

-Nos conocemos muy poco, prácticamente nada, pero, cuando te miro a los ojos, algo siento en mi corazón, algo que me hace sentir vivo, algo que me llena de alegría. Te quiero, y te querré más si me dejas conocerte.

-¿Y si después de conocerme me quieres menos? -le pregunté, perdiendo un poco la timidez y empezando a querer a hablar con él, aún con el mismo miedo metido en el cuerpo pero un poco aliviado por su respuesta.

Le solté una mano y le cogí sólo con la mía derecha, a la vez que avancé hacia delante, invitándole a pasear a mi lado.

-¿Vienes? Podemos hablar mientras.

Llegué hasta donde antes él estaba tumbado, y pude contemplar que había alguna botella de cerveza. Dejé las cosas que llevaba al lado de las suyas, separándome de él un momento. Me quité el vestido, pues el sol me daba en la espalda y tenía calor, y me quedé en bikini. Tras dejar todo bien aposentado en la arena, me volví a acercar a él con una tímida sonrisa. Había observado las botellas, y pensé “Una lástima que lo que trajera no fuese vino”. Tenía ganas de echarle un trago, pero me había dejado lo que había traído en el sitio donde dormiría esta noche. Habría que esperar, entonces, pero por una vez en la vida prefería el tiempo de espera a lo esperado. Dejé mi palma abierta al volver con Taimatsu, esperando que se diese cuenta y me la cogiese, pues no me atrevía a cogerle de nuevo de la mano, pensando en que quizás él se sentía incómodo. Quería de todo menos incomodarle, aún sabiendo que él no era ni un cuarto de la mitad de lo tímida que yo era. Me acerqué a la orilla, pues quería probar con los dedos de mis pies cuán cálida estaba el agua aquel día, y seguí caminando con lentitud, disfrutando de cada momento que pasaba al lado de Tai.

palabras:

Me sentía como si en el cielo estuviese, un sueño hecho realidad, un sueño el cual me atormento varias noches, y en un momento lo di por perdido, probar sus labios, fundirnos en un beso. Ella era dulce y monosa, se le veía tímida, pero con el tiempo parecía que la timidez se fuese, intentando tener ella el control, pero aun le costaba. Todo era perfecto, hasta que oí una pregunta a la cual no sabría exactamente responder, por lo cual tarde 2 segundos en responderla, y mirándole a los ojos la respondí.

Solo el tiempo podrá responder a esa pregunta.

Me soltó de una mano, y solo me agarro con la derecha, y camino hacia delante, hasta llegar al lugar donde anteriormente estaba bebiendo mi cerveza y observando el mar. Se sentó y se quito la ropa, quedándose en bikini, haciendo que mi cara se pusiese roja y mi corazón palpitase mas rápido, pero tenía que ponerme en su posición, por lo que me quite la camiseta, dejando mis abdominales al descubierto. Ella estaba al lado mía, con la palma abierta, esperando que el diese la mano, a si que gustosamente accedí, mientras que con la otra le di un pequeño trago a la cerveza para despejarme un poco la cabeza y estar mas suelo. ¿Quieres? Tras oir su respuesta, ella se levanto, y yo a su vez, pues estábamos cogidos de la mano, y nos acercamos un poco al agua, entrando poco a poco, tras unos segundos de silencio mientras entrabamos, mientras mi mano seguía agarrada a la suya y mi mirada se dirigía al horizonte le dije.

Sabes, me gusta ver el mar, me tranquiliza, me alegra compartir estos momentos contigo. Sueño con algún día tener un sitio en el que vivir, bajo esta gran masa de agua.

Mientras aguardaba, no sin cierto temor, a la respuesta de mi pregunta, ésta por fin llegó a mis oídos.
-Sólo el tiempo podrá responder a esa pregunta -me dijo.
Me parecieron unas palabras sabias, y no opiné respecto al tema. Esperaba que entendiese mi momentáneo silencio como un aprobado a su veredicto, y no como lo contrario. Tenía claro que, si no se enamoraba de mí y dejaba de quererme después de conocerme mejor, aún tendría tiempo de olvidarle sin heridas demasiado profundas, por lo que lo mejor sería intentar desnudar mi personalidad ante él, a pesar de que estaba bastante clara. Yo era tímida, excepto cuando cogía una gran confianza con la persona con la que tenía que tratar; valoraba la compañía aunque necesitaba de vez en cuando la soledad; a pesar de ser desconfiada, no tardaba mucho en apagar mis miedos, y, finalmente, tenía una gran capacidad para enamorarme de personas tras pocos o un solo encuentro. También era de esas personas a las que les gustaba de vez en cuando recordar su pasado para tener claro lo que debían hacer en su futuro, y a las que sus raíces eran importantes para no desistir en su camino. ¿Cómo era él? Aún tenía la labor de descubrirlo, y no esperaba encontrarme sorpresas tras la preciosa máscara de su rostro.
Cuando me quité la ropa, quedándome en bikini, noté que Taimatsu se ruborizaba, y al observarlo, mis mejillas se tornaron encarnadas, pues al quedarme con tan sólo dos escasas prendas de ropa no había pensado en el efecto que ello podría causar.
-¿Quieres? -me ofreció, haciendo un gesto que me indicaba que se refería a la cerveza.
-N-no me apetece... pero... gracias -agradecí.
Intenté seguir siendo natural, aunque me costara, y cuando le cogí la mano le llevé conmigo un poco más adentro del mar, intentando esquivar su mirada y queriendo evadir un posible tema relacionado con mi cuerpo.
-Es-está un poco fría... ¿n-no te parece? -comenté torpemente.
Después de unos segundos, él, clavando sus ojos azules en el horizonte y permitiéndome poder observarle sin que él me devolviese su penetrante mirada, me confesó:
-Sabes, me gusta ver el mar, me tranquiliza, me alegra compartir estos momentos contigo. Sueño con algún día tener un sitio en el que vivir, bajo esta gran masa de agua.
-Me gusta el agua, pero no tanto como para vivir en ella -reí, gustándome cómo comenzaba su conversación -. A mí... A mí también me alegra, Tai -dije llevándome llevar por las sensaciones, aunque rápidamente añadí, preocupada-. ¿T-te molesta q-que te llame a-así?

palabras:

El agua se encontraba a la temperatura idónea, al igual que la temperatura ambiente, pero mi cuerpo estaba un poco caliente y nervioso, por el simple hecho de agarrar sus mano y sentirla tan cerca de mi. Mi cara seguía roja, pero con el tiempo estaba iba tomando su color natural, acostumbrándome a su presencia, esperando que esta siempre estuviese conmigo. Yo nunca fui tímido, mi aspecto decía todo lo contrario, intentaba tomar una actitud como si de un líder fuese, aunque no me gustase nada liderar, pero si tenía que hacerlo lo haría. Siempre intentaba ir con una actitud de "vacilón", aunque cuando conocía a alguien sacaba mi verdadera personalidad, no debía demostrar debilidad contra el enemigo, ya que la primera impresión era muy importante.

Abrí la conversación con un sentimiento que siempre tuve, vivir bajo el agua, controlar a las criaturas marinas, a una en concreto, la mas poderosa jamas existida bajo los mares, pero aun no sabía si verdaderamente existía, si era simplemente un sueño en mi mente de niño, un sueño imposible, controlar a la criatura marina mas poderosa, para así defender el mar con toda la fuerza que el mar me proporcionase.

Claro, puedes llamarme Tai.

-La verdad, estoy un poco solo desde que Kiri fue destruida, no hay mucho que hacer ni con quien entrenar, pero aun sigo intentando reconstruirla, aunque me cueste mucho.-. Le dije mientras le miraba a sus preciosos ojos, con una sonrisa en mi cara,.

-Claro, puedes llamarme Tai -respondió, quitándome mi inicial preocupación y volviendo así a la normalidad.
Avancé más hacia el centro del mar, y cuando el agua me hubo llegado casi hasta la cintura, me puse de rodillas lentamente y después me apoyé en mis propios pies, la palma de los cuales miraba hacia arriba. Tan sólo sobresalía mi cabeza, mi cuello y mis hombros, pero pronto me levanté de nuevo.

-¿Te apetecería nadar conmigo? -pregunté lentamente y con suavidad-. Como... como aquella vez -dije sonrojándome un poco y mirándole.

Después de unos minutos, Taimatsu me dijo:

-La verdad, estoy un poco solo desde que Kiri fue destruida, no hay mucho que hacer ni con quien entrenar, pero aun sigo intentando reconstruirla, aunque me cueste mucho.

Eché un breve vistazo a mi alrededor. Aquí, en la playa, no había indicios de la desgracia que había sufrido la villa de Kiri, aunque conocía perfectamente lo que le había ocurrido. Yo de vez en cuando también me encontraba sola en mi casa alejada de la villa, aunque mi situación no podía compararse a la de Tai. No podía ni imaginarme lo horrible que sería perder mi villa y verme viviendo entre ruinas, por lo por toda respuesta le apreté momentáneamente la mano y después le dije:

-Cuando te sientas solo... piensa que en algún lugar estoy yo, pensando en ti y echándote de menos a cada segundo..., y con la esperanza de brindarte mi compañía en cuanto me sea posible.

palabras: