Contra Shichika.

por **Suiryumaru Hozuki** Sáb Feb 02, 2013 11:20 am

De nuevo se alzaba la luz del nuevo día. Y ello implicaba el tener que luchar de nuevo, contra la vida misma, y no contra otra cosa. Cada paso que se daba era un espadazo más, que chocaba una y otra vez contra aquella égida que eran las vicisitudes del destino, y cada tropiezo que teníamos era un mazazo que nos intentaba propinar aquel caballero inexpugnable, con ansias de destruirnos día a día. Y en eso consistía la vida. Un problema tras otro, en el que a veces encontramos un rayo de sol que nos permite avanzar con un poco menos de heridas en las piernas, ese rayo no es si no un puente sobre el que caminar, por encima de los espinos.

En que diablos estoy pensando yo? Me he comido a un pensador, o que? Bueno, da igual. Esto de estar aquí, sobre el agua del valle del fin, es un auténtico coñazo a veces. Sí, sí, meditación y tal. Pero hacía ya bastante que no hacía, y uno ya no se acostumbra. En silencio, con calma y tranquilidad, he llegado hasta aquí desde la villa, en un "paseo" Que ya alcanza los tres días, o más, de duración. Solo me puse a caminar, con un saco de víveres y órdenes para la villa mientras tanto. Un pergamino escrito por mí mismo siempre está firmado cuando me voy, para actuar según el protocolo en mi ausencia, por si pudiera llegar a retrasarme. Cuando cumplo misiones también me preocupo de que esto se haga.

El sol me da un poco en la cara. A mi alrededor, deben haber como unos... Ochenta, setenta metros de agua? Lo dejaría en unos setenta y cinco, más o menos. Tampoco me iba a poner a medir distancias. A lo lejos podía ver aquellas estatuas, donde realicé mi examen gennin. Solo podía ver un lago a mi alrededor, y más adelante de ello, montañas, cerros, y demás. Nunca fui un apasionado de la orografía. Una pequeña pradera hacia el norte, sería lo único que permitía la vista al horizonte, siendo tapado lo demás por muchas cordilleras, y pequeñas elevaciones de terreno. Quizás cordillera no fuera la palabra correcta para aquello, pues no debían superar los 300 metros, pero como ya dije, nunca fui geólogo. Creo que continuaré con mi meditación por un ratito más, al menos hasta que pueda concentrarme un poco más. Hace un dia demasiado bueno como para desaprovecharlo. Me daré un chapuzón. Pero no me fio de los alrededores. Por aquí no hay nadie, y no hará mas de cinco segundos comprobé que no se veía nadie a lo lejos, y algo me da mala espina. Mejor dejo un clon en la superficie del agua, por si ocurre cualquier cosa. Pero no creo que pase nada, realmente, todo esto es tontería.

Desde dentro del agua, se está demasiado cómodo, confortable. Se siente uno unido a la naturaleza. Y ahí paso un rato, respirando bajo el agua, mientras otro yo vigila los alrededores.

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por **Shichika** Sáb Feb 02, 2013 11:51 am

La fiebre de batalla era descrita por los monjes del Templo del Fuego como la representación última de los instintos, culminantes en el campo de muerte, segando los guerreros las vidas de sus adversarios en combate singular, llevando las almas a la eterna paz del silencio frío. Ésta hacía que los hombres perdieran el juicio y actuasen de forma inconsciente, sin sopesar antes el balance de sus acciones con respecto a su camino hasta entonces o la naturaleza irrefutable de la realidad, llegando a cometer atrocidades innombrables que quedaban en los campos de batalla durante años, y en la mente de quienes habían sido espectadores de su catastrófica función para el resto de su vida. En mi interior, una llama de furor desenfrenado se había prendido, alentando mi fiebre de batalla a consumir todo mi ser, y a través de mi cuerpo, todo aquello que me rodeaba, no era un sentimiento nuevo, pues como todo hombre impuro en busca de la paz interior y el ascenso a un nivel de consciencia ulterior, sentía las tentaciones del cuerpo, que muchas veces se mezclaban con sus necesidades, haciendo que fuera difícil distinguir donde se hallaba el límite entre necesidad y exceso. El aroma a rosas de el ser de cabello angelical que me había llevado hasta Konoha solo despertaba con más fuerza mi llama interior, haciéndome sudar cuando se acercaba hasta que mi cuerpo desprende una cantidad tal de calor que parezco una hoguera encendida sobre troncos secos y aceite. Controlarme es una necesidad, y con el paso de mis años como peregrino he aprendido a hacerlo muy bien, meditación, ejercicios, combates, hay muchas opciones que precisan concentración, alejándome así de la obsesión compulsiva con esa mujer. No la temo, ni creo que me corrompa, sino todo lo contrario, en su mirada y su sonrisa hay tal pureza que sé no soy digno de contemplarla, y ya que su voluntad es tan fuerte como la mía, y ella insiste en que lo haga, para poder pasar junto a ella buena parte del día necesito descargar mi Chi físico en el resto de mis actividades, pues temo que si no, demasiada energía física puede llegar a quebrar al ángel que he encontrado, haciéndolo desaparecer de mis brazos para siempre. Normalmente suelo cazar, pues a pesar de que mi autoimposición peregrina es no matar, bajo ningún concepto, los seres que han aparecido por los bosques del País del Fuego desde hace un año no son para nada seres vivientes. Sus cuerpos expiran podredumbre y horror, suplicando sus almas, si es que aún las tienen, ser liberadas por algún valiente que se atreva a enfrentarles y darles fin. Son pedazos chorreantes de carne en descomposición, animales de cualquier tipo que han sido levantados de sus tumbas, muchas veces mezclando varios si uno de ellos no se encuentra completo, o está indispuesto para hacer su labor. Extienden la destrucción y el mal allá por donde pasan, y el cerco cada vez se acerca más y más a Konoha, con un reguero de bosque muerto, animales moribundos, aves heridas que son devoradas en pocas horas por los insectos.

Hoy, mi peregrinación desde el palacio de adoración a la diosa de la fertilidad en que habita mi ángel, al que cada día decenas de personas acuden para pedir consejo, pues parece que ella es la encarnación de dicha deidad por lo que he podido ver en las capacidades físicas y mentales de su hijo, al que llama Negro Kun, y quien a mí me llama Papi, un término que debe pertenecer a la región, pues en mis viajes nunca he oído a nadie usar ese sobrenombre para designarme, he llegado hasta el Valle del Fin. Las montañas que bordean la zona norte están pobladas de valles y lagos ocultos, los conozco bien pues no será la primera ni la segunda vez que los visito para tomar el descanso nocturno, o observar las estrellas sin ser molestado, intentando desentrañar sus secretos, las historias detrás de sus formas y el por que de su existencia. ¿Acaso las luces del cielo conocían las respuestas a mis preguntas? Yo había decidido que el único camino que deseaba recorrer hacia mi destino era el que me mantuviera cercano a los rosados cabellos de mi ángel, ¿Acaso ellas decidieron alguna vez hacía mucho tiempo ascender a los cielos e iluminar la noche cuando el sol se esconde? Falta mucho para que lleguen las estrellas hoy, pero pienso en traer algún día aquí a Cabellos de Ángel, seguro que le gustaría pues adora lo que ella llama las "excursiones" al bosque. En mi mente puedo ver las luces, a pesar de que hace una hora que camino entre tinieblas, recorriendo los túneles interiores de las montañas. Podría haberlas escalado, pero conozco un camino atravesando estas cuevas que me llevará a mi destino, y en la mitad de tiempo, los conocimientos de un Peregrino no eran nada si no sabía escuchar a la naturaleza y dejarse guiar por ella, pues así aprendería la mayoría de lo que supiera al final de su existencia, por no decir todo. Había aprendido que debía olvidarlo todo, nada de lo que sabía hasta entonces le iba a servir mientras estuviera contaminado por la corrupción de las ataduras que el mundo lanza sobre nosotros. Para encontrar la iluminación hacía falta evadirse, aprenderlo todo de nuevo siempre desde un punto de vista interno que permitiera ver más allá de lo aparente. Así las cuevas no eran cuevas, sino senderos trazados por la Madre Naturaleza, guiando así mis pisadas con el sigilo del más precavido ninja por sus disgregaciones la primera vez que los atravesé, y más tarde eran parte del aprendizaje que me había brindado oír la canción de la tierra y el destino. Estaba a punto de llegar a una intersección. El camino de la derecha llevaría a un subterráneo mas profundo que daba a una caverna bajo el lago más allá de las montañas, pudiendo accederse a éste buceando a través de la cueva. El camino de la izquierda ascendía, dando a un pequeño balcón natural desde el que se podía observar todo el lago, y la llanura que quedaba a la izquierda, en dirección norte. Considerando lo que podría aprender hoy, caminé hacia la izquierda, sin olvidar mi sigilo, pues quien sabía que animales habrían hecho su hogar de la cueva, y no era correcto expulsarles de sus descansos diurnos. Al ver la luz del balcón, tras un giro de noventa grados del túnel hacia la derecha, entrecerré los ojos para resistir mejor la transición de obscuridad total a iluminación diaria, parándome en seco hasta que pude hacerlo. Cuando mis ojos se hubieron acostumbrado al fulgor diurno, proseguí mi camino con la misma precaución que hasta entonces, dando al final de la cueva, una pequeña apertura de metro y medio por la que debería agacharme para pasar si deseaba salir, pero por ahora solo observaría el lugar, desde las sombras de la cueva para no ser descubierto por presencias que pudieran encontrarse en el lugar, celosas de su intimidad. Al echar un vistazo hacia fuera, confirmé mi teoría, pero la persona que vislumbré sobre el lago, cavilando sobre pensamientos que solo él conocía, se parecía muchísimo a alguien que Shika me había descrito en el pasado, y según me dijo Hakuhei un día, la mejor forma de entrar a un grupo de gente era hacerles una pequeña broma. Una sonrisa traviesa apareció en mis labios, pues hacía poco Shika me había mostrado como ejecutar una técnica que me ayudaría a dar muchas sorpresas, diciéndome que también podría traernos muchas delicias si yo lo deseaba. Eso último no lo comprendí, pero ahora había llegado el momento de ponerlo en práctica. Me senté en el suelo, habiendo dado varios pasos hacia atrás para alejarme del balcón natural, y ejecuté los sellos necesarios para que varias copias de mi mismo aparecieran a mi alrededor. Ahora había tres yoes en el lugar, y era consciente de que podría repartirme mejor si dos de ellos se quedaban aquí siguiendo nuestro plan, mientras que yo bajaba abajo para ponerlo en funcionamiento. Había calculado el tiempo que tardaría en correr silenciosamente hasta la zona inferior de las cavernas, girando a la derecha en la intersección, donde había una entrada inundada al lago, y teniendo esto en cuenta, mis clones, que se habían quedado en la zona superior, podrían hacer sus acciones tranquilamente y con tiempo. Preparados arriba, no se sorprendieron al ver que nuestro nuevo amigo hacía también un clon y se metía bajo el agua, en el momento justo en que todo el lago chispeaba con violencia. En ese mismo instante, mi yo original había lanzado una esfera de rayos, que había sido invocada en mis manos tras los sellos correspondientes, al agua del lago con la suficiente potencia como para darle un calambre al extraño, pues la distancia del lago no era lo suficientemente grande como para que llegara y sobrepasara por 20 metros el lugar donde se encontraba nuestro adversario de las bromas. No le había visto sumergirse, y seguramente si lo hubiera sabido no le hubiera atacado tan bruscamente, pero el caso es que así había pasado, nuestros caminos se habían cruzado con la simultaneidad. Su clon, que se encontraba sobre el agua no podría prevenir el ataque, pues la corriente eléctrica se había expandido instantáneamente hasta los 95 metros, y al estar éste en contacto con el agua, recibiría también parte del calambre, desapareciendo al instante. En el momento en que las chispas pasan, uno de mis clones salta hacia el lago, impulsándose lo más que puede, mientras que el otro se asoma al balcón y hace una secuencia de sellos a ambas manos, lo que causa que de las paredes de la montaña, una enorme nube de polvo se desprenda, cayendo por todo el lago, contaminándolo con su aura eléctrica, que rápidamente se extiende, y paralizará a todo aquel que se encuentre en su interior. Por su parte, mi clon, desde el aire, hace un sello con ambas manos y comienza a brillar intensamente, llamando la atención y cegando al adversario, esperando que la sorpresa sea aún mayor de lo que ya podría ser. A mi ángel le iba a encantar mi broma, y Hakuhei se encontraría orgulloso de mis progresos haciendo nuevos amigos, estaba seguro.

Info:

Acciones:

Gasto y Daño:

Saki no purotekutā:

Alcances:

por **Suiryumaru Hozuki** Sáb Feb 09, 2013 8:00 am

Ooooh, I´m Posting lalala, ooooh, esta en proceso.

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