Sorin vs. Brisa

Las horas no alcanzaban a las tres y media de la mañana, cuando el despertador de una pequeña mesilla cercada a la cama,con tres cajones horizontales y constituido de madera rígida y fuerte, lisa y brillante, que temblaba con el tintineo de la campana superior del despertador rojo y ya algo viejo, que hacía sonar la molesta campana que despertó a la niña de golpe, que yacía dormida en su cama amplia y enredada en las sabanas blancas y lisas, que solo dejaban ver una de las lisas y tersas piernas de la niña, esta frotó sus ojos tras alzar una mano dando un suave toque a un botón de hierro que había sobre la campana, que hacía que esta callase, aquel silencio hizo suspirar profundamente a la niña, realmente odiaba aquel despertador, al recuperar el sentido de la vista giró la cabeza hacía su mesilla, para lanzar al despertador su típica mirada mortífera pero graciosa, que tras tanto tiempo de despertarla tan molestamente,cualquiera echaría a aquel destartalado despertador, siempre que sonaba al amanecer, la niña pensaba como aquel mecanismo podía seguir funcionando, como un viejo trabajador agrícola que no se rendiría hasta plantar su ultimo cultivo, aquel despertador no se rendiría hasta que la niña lo tirase contra la pared.

Despejando su cabeza de todo aquello la niña se despojó de las sabanas, mientras una pequeña gota de sudor frío recorría su sien, parecía haber tenido otra pesadilla aquella noche, se sentó en el borde de la cama un segundo y bostezó perezosamente, hasta dirigir su mirada al reloj, no se había fijado en la hora la primera vez, como de costumbre, solo se había limitado matarlo con la mirada,si, realmente odiaba ese despertador, al mirar la hora, vio bajo el despertador una pequeña hoja de papel doblada cuatro veces sobre si misma, de forma que quedaba en forma de un pequeño cuadro , que al cogerlo con dos de sus dedos, desplegó quedando en un gran triangulo en forma de hoja de papel, otra citación del coliseo, en aquel momento solo una cosa pasó por su cabeza como un rayo,''comenzaré a cerrar la ventana por las noches'' se repetía mientras una cara de desesperación cubría su rostro, aquella era la tercera vez que un ambu entraba en su casa por la ventana a dejar la citación y ajustar su reloj, les estaba cogiendo realmente coraje, suspiró levemente y se levantó de la cama tras leer la citación, luego hizo la misma una bola de papel que desde su posición tiró a la papelera, cayendo fuera, aquel no sería un buen día, estaba segura.

Al levantarse de la cama fue directamente a su lavabo, a mojar su cara con agua bien fría, así sus sentidos no quedarían dormidos a medio combate, como de costumbre, y si, solía pasarle, así que se desnudó dejando su ropa en un cesto aparte, donde mas tarde lavaría la misma.Tras esto se acercó a la silla de su pupitre, que se colocaba en su habitación , y donde ya tenía preparada su ropa habitual.Deslizó unas suaves medias negras, casi transparentes por sus piernas, enganchándolas a la parte inferior de su ropa interior, tras esto, la niña se colocó sobre las mismas un corto pantalón de cuero negro que se adhirió a su piel como si estuviese hecho a su medida, sobre el mismo, que tampoco hacía mucha función de pantalón, una camisa , parecida a un corto vestido de playa de color negro, y sobre la misma una chaqueta del mismo material que sus pantalones que el símbolo de Fuinkiri a la espalda, bien claro, tras esto la muchacha se puso frente a un espejo fino pero de cuerpo entero que formaba un rectángulo, donde procedió a peinarse con una di-adema de trenzas.

Tras todo el arrebato de cosas que debía hacer antes de salir a su próxima lucha bajo la luna, se le pasó una pequeño detalle, desayunar, evidentemente era la comida mas importante del día, así que retrocedió sobre sus pasos y volvió a entrar en la casa, sentándose a la mesa a desayunar con total tranquilidad, aun siendo consciente de que su adversario se impacientaría, y que ya llegaba unos veinte minutos tarde de lo que habían acordado en el papel ¿cómo era posible que la muchacha llegara tarde a todos sus combates?, era inexplicable, pero pasaba, desgraciadamente pasaba y no sería la ultima vez. Tras desayunar con calma y mucha paciencia, y tras otros largos, muy largos treinta minutos, la muchacha volvió a salir de su casa, ahora feliz, claro, tenía la tripa llena.Un largo paseo hasta llegar a las puertas del coliseo, ya tenía mas que aprendida su entrada, así que no le hizo falta volver a preguntar al ambu que se situaba a la derecha de la entrada principal, por donde toda la muchedumbre solía entrar a horas normales de combates, seguía pensando que en algún recóndito lugar del edificio del mizukage, los ambus se aburrían, y la pagaban enviándole retos al alba.

La niña se aproximó,una vez mas, por el extenso túnel, que tanto había visto, inclusive aprendido donde se situaban las manchas de sangre que había por el suelo, a excepción de alguna que otra nueva , como era de costumbre, la niña ya tenía contados los pasos, así que justo diez pasos antes de quedar a los pies de las puertas que debía abrirse para permitirle entrar en la arena de combate,se paró, en ese momento la puerta se alzó, como era de esperar, permitiendo le ver como la luz de la luna iluminaba el campo de batalla, realmente aquello le parecía hermoso, pero por su corta edad no entendía bien sus sentimientos, así que aun no se permitía el lujo de saber cuando algo le parecía realmente hermoso, sus ojos eran inocentes y sus labios fáciles, tanto que aquello le sacó una sonrisa involuntaria, mientras salía al campo, mirando a su al rededor, parecía que su contrincante no había llegado, parecía que alguien era peor que ella, aquello le sacó una pequeña carcajada mas, tan alegre e inocente, que haría sonreír a cualquiera a su lado.

INFO:

ACCIONES:

DAÑOS:

Sorin había sido concertado para un nuevo combate en el coliseo, pero esta vez, pero a unas horas indevidas, sea como fuere Sorin no iba a desperdiciar esta lucha, pues la necesitaba para conseguir todo el dinero posible.

El combate era al alba, y ya siendo cercana la hora, Sorin fue yendo al lugar del combate, la arena del coliseo de Iwagakure, a decir verdad ese lugar estaba muy concurrido, pues no solo iban ninjas de el país de la tierra, sino de otros países, ya que solo había un coliseo en el mundo y era allí.

Sorin llegaba tarde al lugar, había tenido complicaciones para llegar, pues un anciano se cruzo por el camino y no era capaz de mover una pesada caja de un camión, la naturaleza de la verdadera identidad de Sorin le impedía pasar por alto ello, así que decidió ayudar al anciano a descargar la caja y a meterla en su tienda, el problema es que no era solo una caja, sino todo el camión lo que había que descargar, parecía que el anciano lo tenía todo preparado para que pasara algún primo por los alrededores y le descargase el camión a la tienda, y Sorin era el pardillo perfecto,, por lo que comenzó a descargar sin descanso hasta que el camión quedase vacío. Ya cuando iba a seguir su camino el anciano volvió a pedirle ayuda para colocar la fruta que había en las cajas en los estantes. Sorin al principio se negó pero el anciano le convenció justificando que ya era demasiado viejo y desvalido, escusa que a nuestro luchador le partía el corazón y no podía evitar ayudarle.

El tiempo pasaba cada vez mas rápido y Sorin perdía el tiempo colocando fruta. ÉL era luchador no reponedor de fruta, pero con tal de ver la sonrisa feliz en una cara haría lo que fuese. Una vez colocó la fruta volvió a intentar marcharse, pero aquel persistente viejo le pidió un nuevo favor al joven, le pidió que colocase los precios a los estantes para que pudiera venderlos, el viejo ya no veía bien y podía confundirse de fruta, Sorin ya comenzaba a pensar que se aprovechaban de él de una manera muy obvia, pero volvió a caer en la trampa y comenzó a escribir los precios para cada fruta.

Cada vez era mas tarde y los ninjas de allí comenzarían a pensar que Sorin habría abandonado el combate, así pues justo después de terminar de escribir los precios salió corriendo para que el anciano no le pidiera ningún otro favor, ya era libre y debía darse toda la prisa posible.

Ya consiguió llegar al coliseo y entrar en el pasillo de acceso a la arena de combate adecuada, su rival una tal Brisa concertó el combate contra él a unas horas poco adecuadas pero aun así llegó a tiempo para luchar, lo anbus le vieron por lo que descartaron la posibilidad de que fuera a abandonar el combate. Despunta el alba, la brisa, suave y refrescante que termina en un alegre susurro para los oído, acariciaba la arena de combate, en la que ya se encontraba el adversario de Sorin, por lo visto el único que llegó tarde era él, que vergüenza, era hora de luchar, y en compensación por llegar arde Sorin lo daría todo por derrotar a su adversario.

Antes de salir al campo Sorin tomó un reconstituyente de azúcar, estaba algo cansado por los esfuerzos que aquel maldito viejo aprovechado le hizo realizar antes de llegar, pero de todo esto se podía sacar dos moralejas, primera, si eres de espíritu ayudante no pases por esa calle, y la segunda, no fiarse de los viejos de Iwagakure que son aprovechados con avaricia
En sus puertas del coliseo, las que permitían la entrada a la arena del combate, Sorin se encontraba en la entrada, ocultado por las sombras que le arropaban, desde allí analizó levemente a su contrincante, pues había una gran distancia, pero ya estaba preparado para salir. Tras unos minutos de ausencia Sorin salió serio, con su cara tapada, al igual que todo su cuerpo, sus atuendos largos impedían la vista al su oponente de lo que hiciese allí, hasta las mangas de su traje llegaban al suelo, pero había una cosa por fuera de su traje que cargaba a la espalda, parecía ser un ataúd, un acompañamiento bastante extraño la verdad, pero para gustos los colores.

Una vez los dos contrincantes estaban en la arena las puertas se cerraron y no parecía que fuesen a abrirse hasta que uno de ellos fuera derrotado, y Sorin no pretendía ser el perdedor de este combate, bajo ninguna circunstancia.

La distancia que les separaba era de mas o menos unos ochenta metros, una distancia razonable a decir verdad. El combate ya había comenzado y Sorin no pararía hasta destrozar a su adversario.

info:

acciones:

Mi contrincante había llegado incluso mas tarde que yo mismo, que eso ya era mucho que decir, era de características peculiares ya que había aparecido en el campo de batalla totalmente tapado, los escasos espectadores que había observando en las gradas abrieron los ojos muy atentos, había algún que otro usual participante del coliseo, aquello significaba que no debía mostrar todas sus armas.Al ver que el chico se posicionaba la muchacha bajó la vista, lo único que podía distinguirse a lo lejos de ella era una brillante mascara de colores plateados que tintineaba en la oscuridad de la noche gracias a los rayos de luna, en ese momento las puertas por donde salían y entraban los participantes se cerraron brutalmente con un gran estruendo que despertó a los espectadores totalmente, un molesto y chirriante sonido de las bisagras ya antiguas que componían aquellas puertas.

Ya estaba acostumbrada a aquel maldito estruendo al que respondió con un resoplido y se cruzó de brazos haciendo un rodeo con los ojos, se adentró hasta su contrincante hasta quedar a cinco(5) metros de el, no quería que este combate se alargara como todos los anteriores, que habían acabado aburriéndole incluso, no por exceso de poder, ni ir convencida, simplemente duraban demasiado, así que sin mas dilación descruzó los brazos y bajó la mano hasta una pequeña anilla de metal que colgaba de su pequeño pantalón ajustado, tiró con fuerza de la anilla y desenganchó el kunai de el mismo, apuntando a su contrincante lo mas seria que pudo, carraspeó la voz, y frunció el ceño subiendo la mirada hasta donde se suponía que estaban los de su rival,dando una pequeña pero tierna sonrisa.

Terminemos con esto lo antes posible...¿te parece?

Sorin vio como la muchacha se acercaba a él hasta una distancia de cinco metros de él, una osadía increíble, parecía confiada, incluso algo temeraria, pero Sorin ya iba preparado de antemano contra gente como ella.

La mujer quería terminar el combate cuanto antes, lo que posiblemente ella no supiese es que el combate ya había empezado antes de que ella dijese que acabara el combate. Por lo visto la ninja sacó un kunai de la ranura de sus pantalones apuntando hacia Sorin, cosa que al shinobi no pareció complacerle, por lo que cuando la chica terminó de decir su discurso unos hilos la ataron de los pies, movilizándolos, mientras que Sorin le dedicó unas palabras a su rival

-Ya estábamos combatiendo- entonces un segundo Sorin apareció en escena por su espalda con un kunai en su mano dirigiéndose a la cabeza de la muchacha, mientras el verdadero Sorin se metía rápidamente bajo tierra, saliendo de todo aquel meollo . Al parecer, todo aquel que peca de confiar en un combate suele ser castigado con la muerte, gracias a Dios en el coliseo no se podría morir y antes de que muriese los ninjas médicos la atenderían rápidamente.

acciones:

gastos y daños:

revisado

Kenko: +500 ryos,+15 exp y + 3pr

Brisa: +65 exp