Okami Tamashi vs Eevee

por **Kazuma** Vie Sep 14, 2012 11:57 am

información de combate:

"Maldita sea, maldita sea, ¡¡¡maldita sea!!!"
Pensaba, mientras abría la taquilla del vestuario, donde guardaba la ropa. Con un gesto de preocupación, la saqué de la taquilla, y me cambié lentamente. ¿Por qué me encontraba en esa situación? Días atrás había salido de juerga con Tora, mi colega, y nos habíamos emborrachado... Y claro, empecé a decir cosas idiotas, empezando a despotricar contra todo el mundo... Y contra la propia Eevee, una gladiadora del Coliseo con la que ni siquiera había luchado... Había sido un fallo tremendo por mi parte. Con un nudo en la garganta, por la vergüenza, salí de los vestuarios, a la sala de espera, y de ahí, salí al estadio.

A la luz de los focos, mi máscara brillaba con un toque de desconfianza que se sumaba a mi cara de circunstancia, mientras andaba hasta estar a diez metros de mi puerta. La máscara que llevaba cubría mis ojos y nariz, dejando ver la boca claramente, con unos labios suaves y ligeramente notables, de un color más claro de lo normal. La máscara era recta, creando una perfecta línea horizontal de lóbulo a lóbulo de las orejas, y subía hasta llegar a la frente para taparla completamente. Era de color plateado, y en la zona de los ojos tenía sendas elipses acabadas en punta, que no eran huecas, sino que estaban cubiertas por una blanca membrana de tela que impedía ver mis ojos. Utilizaba una peluca de una melena larga, de color grisáceo. Vestía una camiseta de color negro con tribales de color rojo sangre, y un chaleco vaquero, siempre abierto. Unos pantalones pitillos de color azul oscuro, y unas botas de vaquero rojas, con las espuelas en los talones.

Cuando la puerta de mi oponente se abrió, no me atreví siquiera a dirigirle la palabra. Habíamos ido a luchar, y eso es lo que iba a hacer. Tras la máscara, fruncí el ceño, y eché a correr hasta donde se encontraba, directamente hacia ella. En carrera, saqué el kunai que llevaba. Pensaba llegar donde estaba, y acabar el combate cuanto antes.

información de pj:

por **Shika** Jue Sep 20, 2012 7:47 am

Off:

Los diferentes deberes que debía cumplir en la villa a veces me parecían demasiados, pero no los suficientes como para apartar de mi mente los combates que aún seguía haciendo en el coliseo. En ese momento viví más lejos, pues el país del fuego ni mucho menos era el mismo que el de la tierra, por lo que debía salir con más antelación para asistir a cada combate. Había tomado una sencilla decisión con respecto a ese tema, y se basaba en tener varias contiendas en un mismo viaje, para no gastar demasiado dinero viajando, o el preciado tiempo que ahora necesitaba en la villa de Konoha. Lo cierto era que mi vida había cambiado bastante durante mi estancia en la villa de la hoja, tal vez para bien o tal vez para mal, eso era algo que no me preocupaba por el momento. Vivía lejos de mi antiguo hogar, que por unas razones u otras había sido destruido. Tiempo después de llegar al país del fuego me informaron de que Iwagakure había sido destruida. Me apenaba pensar en ello, en que la aldea shinobi que me ofreció un bonito hogar durante varios años había desaparecido. Ya no podía aprovechar sus posadas para reposar en los días de combates y eso me obligaba a dormir en el bosque. Yo no me fiaba de cualquiera en esos tiempos, la vida me había enseñado que cualquier persona, por fiable que pareciera, podía clavarte un puñal por la espalda. Las traiciones abundaban en ese mundo de locos.

Mis pies daban pasos rápidos, no tenía tiempo que malgastar en el viaje al país de la tierra, al coliseo de batalla. Los alrededores de Konoha me parecían bonitos, aunque no tanto como las montañas que había cercanas a la casa que anteriormente había sido mi hogar. Echaba de menos los paseos nocturnos por el bosque de Iwagakure, la cascada en que había conocido a Shichika, a Sonzu. Era todo demasiado extraño, sabía que en cualquier momento podría volver allí… y aún así no me atrevía a afrontarme a la realidad, a los cambios que estaba teniendo el mundo. Llevaba en la mano derecha una manzana a medio comer, a la que iba dando pequeños mordiscos mientras avanzaba. Habría preferido llevar una preciada bolsa de arándanos, pero aún no era temporada y no podía salir a buscarlos. Me prometí a mi misma que con la llegada del verano iría al valle del fin para recoger los deliciosos frutos silvestres. Me encantaban esos pequeños manjares, al igual que la mermelada que se podía hacer con ellos. La sencilla pregunta de si habría también fresitas silvestres paseaba por mi mente como si fuera un precioso jardín, mientras a mí se me hacía la boca agua. Pensando en frutos tan deliciosos una manzana se me quedaba corta.

Decidí distraerme de ese tema, por lo que bajé la mirada hasta el suelo. Contemplé durante horas cómo el suelo cambiaba de tonos, colores y texturas bajo mis pies, al tiempo que mis piernas me llevaban hacia el país de la tierra. Recordaba haber pisado varias horas antes el obstaculizado suelo de un bosque, así como una mullida pradera un rato después. En ese momento pisaba la roca, llegando ya al bosque en que dormiría. Lo conocía bien, conocía la existencia de muchas criaturas específicas de ese hábitat, sobrevivir allí no era demasiado difícil. Era un bosque pequeño, sin depredadores que pudieran resultar peligrosos para mi seguridad, apenas había pequeños herbívoros y algún zorro. Los pequeños vecinos que tendría aquella noche y varias de los días siguientes me hacían pensar en Negro Kun, que durante aquel viaje se había quedado en casa. Allí lo cuidarían bien, como al minino blanco que le hacía compañía en mi ausencia.

Dormí plácidamente hasta el amanecer, momento en que los primeros rayos de sol me despertaron. Me puse en pie y preparé lo que necesitaría en el coliseo de batalla. Guardé mis cosas en un lugar en que tan solo yo podría encontrarlas y después me puse de camino. Tenía suerte, aquel día el combate no sería a primera hora, por lo que no tendría que darme demasiada prisa en llegar. Yendo al paso de siempre llegaría a tiempo, o incluso un poco antes. No me pasaba desapercibido el hecho de que cada vez era capaz de caminar o correr más rápido, realmente me había entrenado para ello, por lo que no era demasiado insólito.

Los pasillos del coliseo me resultaban extraños después del tiempo que había pasado sin acudir al lugar. El suelo empedrado hacía resonar mis pisadas en los pasillos, alumbrados por antorchas en algunos lugares y de otras formas en otros. Los vestuarios del campo al que saldrían no estaban lejos, por lo que no pasó mucho tiempo desde que entré en el amplio edificio hasta que crucé la puerta de mis vestuarios. Como era de esperar, no había nadie en ellos que me molestara o descubriera mi identidad. Era algo que me gustaba del coliseo, fuera de él nadie sabía ni mi nombre de pila durante los combates. Así, si alguna vez hacía algo traicionero a alguno de mis contrincantes, no lo tomarían conmigo fuera de aquel lugar.

Recorría mi mente la idea de cambiar mi nombre en el coliseo, así como mi máscara, pero aquel no era momento de pensar en esas cosas. Tenía que prepararme y salir a la arena, con el tiempo gastado en el viaje seguramente mi contrincante estaría ya esperándome, con alguna estrategia ideada. Creía recordar que el lugar en que combatía era el Agni Kai, una arena en que los cobardes a quienes cualquiera podría haber tachado de traidores o de mentirosos. Aún así, poco me importaba lo que hubiera dicho mi contrincante contra mí. Quería un combate en condiciones.

Crucé los pasillos, en los que cada vez había menos iluminación, y llegué a una sala oscura, en la que mis puertas ya se abrían. Había llegado en el momento oportuno. Caminé despacio hasta llegar a un dojo cuadrado cuyos lados medían cincuenta metros, o al menos eso me parecía. Pude ver cómo mi contrincante corría hacia mí como alma que lleva el diablo, con una mano en alto. Habría pensado que llevaba un kunai si no fuera porque estaban prohibidas las armas en esa arena. Avancé hacia él con calma, sin prisa alguna. Más bien quien parecía tener prisa era él. Cuando estuvo cerca de mí, hice varios sellos con ambas manos y pude contemplar después cómo se levantaba a mi lado una nube de polvo, con pequeños trozos de metal, para dirigirse hacia mi rival. La cargué de electricidad y pude contemplar cómo comenzaba a brillar. Con eso le paralizaría, y si dejaba de correr sería un blanco más fácil para mí.

Tras otra corta secuencia de sellos, apunté a mi contrincante con ambas manos. Al momento comprobé cómo un fino rayo de electricidad salía de cada uno de mis dedos en su dirección. Eran rayos, como bien se podía ver, finos pero potentes. Si llegaban a mi contrincante le electrocutarían, y con eso sería suficiente para dejarle inconsciente. Podría volver al bosque y descansar para el siguiente combate.

Información:

Acciones:

Gastos y daños:

por **Kazuma** Jue Sep 20, 2012 12:01 pm

[Offrol: Perdón por el fallo, no me he dado cuenta.]

Cuando salió mi oponente, Eevee, comprobé que se mostraba tranquila y segura. El ser más poderosa que yo, seguro que se le había subido a la cabeza... Eso era algo que no me gustaba, aunque la pelea fuera en Agni Kai. Pese a todo lo que había ocurrido, daría todo lo que tuviera. Sin embargo, nada más acercarme a ella, me inmovilizó con un jutsu. No podía moverme. Estaba preso... Por lo que no pude evitar el jutsu que haría a continuación, unos rayos que salieron de sus dedos y se dirigieron a mi cuerpo, electrocutándome. tras ese ataque directo, mi cerebro no pudo aguantar más las sacudidas, y desconectó. Al momento, caí al suelo, completamente inconsciente, y derrotado en combate. Poco después me despertaría en la enfermería, donde me juraría que jamás volvería a beber, para no pasaar un mal trago como ese.

por **Blank** Vie Sep 21, 2012 12:19 am

Revisado.
Shika: + 1500 Ryos. + 40 Exp.
Kazuma: + 35 Exp. - 4 Pr.

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